Diana mia

Mi hermana Diana. Estaba ya desarrollada en plenitud y yo a con 17 años también. Un día un problema con su falda nos llevo al incesto.

Siendo mayor pude ver desarrollarse a mi hermana Diana. Ella estaba cursando el segundo de secundaria cuando esto empezó. Estaba ya desarrollada en plenitud y yo a con 17 años también.

En esa época mamá se dedicaba 100 % a mí otra hermana de 9 años que era muy rebelde. Era final de año escolar y yo había salido ya, mientras que Diana iba a exámenes y llegaba temprano. Fue uno de esos días cuando comenzó mi delirio. Ella llevaba uniforme. Ese día no estaba de humor y había decidido quedarme en cama hasta tarde.

Oí cuando llegó de la escuela y al notar que yo estaba en mi cuarto llamó a mi puerta desesperada, le abrí. Me pidió que le ayudara con el cierre de la falda que se había atorado y necesitaba ir al baño. Por eso di un tirón muy fuerte a su cremallera, abriéndola y rasgándola.

Ella sin darle importancia se dirigió al baño, realizó sus necesidades. Cuando regresó, me cuestionó en broma sobre su falda. Luego comenzó a jugar con su falda y me mostró como le gustaría que fuera, subiéndola al muslo, enseñándome sus piernas e inquietando mi sexo. Mientras ella hablaba yo me fijaba en la parte rota tratando de mirar mas. Me acerqué a ella y la tome por la cintura levantando la falda, para mostrarle que sería mucho mejor una minifalda en lugar de lo que ella pensaba.

Con este movimiento pude ver el principio sus nalgas. Ella reaccionó tratando de alejarse, pero yo rápidamente solté su falda y empecé a bromear sobre una amiga suya a lo que ella respondió con una risa. No sé si fuese el calor del verano u otra cosa por la que ella se quitó el suéter, mostrándome la forma de sus senos a través de su semitransparente blusa. Creo que fui muy obvio, ya que ella se volteó y me dijo que mejor se iba a cambiar a su cuarto porque tenía mucho calor. Salió tras lo cual sin pensarlo la seguí rápidamente. Ella había dejado su puerta entreabierta, por lo cual, después de un pequeño toque, entré, solo para ver que se desabotonaba la blusa. Sin dejarla decir palabra le pregunté si quería que le ayudara a cambiarse, ella contestó que si.

Me acerqué y continúe desabotonando su blusa tras lo cual quedaron ante mí sus tetas, que veía por primera vez directamente. Por mi mente cruzo la idea de verla totalmente desnuda, era mi oportunidad. Lentamente retiré su blusa y decidí continuar con la falda rota minutos antes, esta fue mucho más fácil ya que sin la cremallera solo restaba un botón. Saqué este botón y la dejé caer, solo para descubrir el divino cuerpo que mi hermana escondía debajo. Estaba buenísima. Ya no quise parar ahí y con cierta ignorancia le pregunté si también se cambiaría el sostén a lo que ella respondió que si.

La puse de espaldas y torpemente intenté soltar el seguro, estaba muy nervioso, al notar esto, ella lo soltó, diciéndo, "no me digas que nunca lo has hecho". Tras eso se retiró y sin voltear tomó una toalla. Volteó hacia mí y vió mi cara de frustración, por lo que dijo: "Mira hermanito, vamos a hacer un trato, ahora que estaba volteada sentí sobre mis nalgas algo puntiagudo que supongo es tu pene y como yo nunca he visto uno, me voy a quitar la toalla solo sí tu te quitas el short". Yo no había reparado que tenía una erección, aun cuando si había sentido ese acercamiento a sus nalgas, no supe que responder, pero luego me vino a la mente una mejor idea. Le propuse que yo me quitaba el short si ella me dejaba quitarle las bragas.

En un principio se negó, pero después de insistir accedió con la condición de que yo debería de ser el primero en desnudarse. Que maravilla. Iba a ver a mi hermana desnuda y lo mejor es que yo era quién la iba a desnudar. Lentamente fui bajando mi short para dejar salir mi verga, ya casi inocultable.

Ella al verla se sorprendió dejando caer la toalla y mostrando por fin sus tetas. Ella no paraba de verla por ello le propuse que la tocara, ella se resistió. Sabiendo que era cuestión de tiempo proseguí con mi labor, me hinqué frente a ella y primero puse mis manos sobre sus caderas siguiendo el resorte con mis manos de adelante hacia atrás, bajando mis manos sobre sus nalgas acariciándolas, ella reaccionó con un suspiro. Sin querer forzar la situación empecé a tirar de sus pantaletas hacia abajo, lentamente, acercando mi cara hacia su cuquita, esperando verla en cualquier instante.

Tardé en bajarlo completamente, me deleité con la sensación de sentier su piel. Con un movimiento acerqué ante mí su sexo y ella rápidamente se alejó. Le expliqué que solamente quería oler el aroma que tiene una mujer. Ella me dijo que no, que estaba sintiendo algo muy raro y que le daba miedo, que mejor si quería ayudar le untara crema humectante en el cuerpo.

De nuevo sabía que era cuestión de tiempo, tome la crema en mis manos, comenzando a untar sus hombros con ella, siguiendo con sus delgados brazos, después en toda su espalda llegando solamente al comienzo de sus nalgas, pero haciéndolo de forma cadenciosa, tomé crema de nuevo y acercándome por detrás comencé a frotarle el estómago, le masajeé en círculos, rozando la parte inferior de sus senos a cada movimiento. Tras esto decidí tomar la iniciativa y al mismo tiempo que posé mis manos sobre sus senos, recargué en ella todo mi pene, mojándola con el lubricante que expelía.

Ella intentó retirarse, no lo permití, por lo cual seguí con mi masaje sobre su pecho, jugueteando con sus pezones, y comencé a mover mi cadera en movimientos que no tardó en seguir para apretar más mi pene sobre su cuerpo. Empecé a hurgar entre su cabello, buscando su cuello y sus orejas, que besé con pasión, ella reaccionó con piel de gallina y llevando ahora el ritmo de nuestras caderas.

En un momento ella volteó hacia mí y buscó mi boca fundiéndonos en un beso apasionado, como enamorados, que duró una eternidad, ella aprovechó para voltearse y ofrecerme su cuerpo. Replegó sus senos contra mi pecho, dándome una sensación maravillosa por su tersura por la crema que le había aplicado.

Al mismo tiempo mi pene quedó instalado sobre su estómago, presionándolo fuertemente debido a su erección. Al salir de nuestro beso ella un poco extrañada me preguntó, que era eso con lo que le había mojado la espalda y que ahora sentía en su estómago, yo separándome de ella tomé mi pene y le mencioné que era lubricación, ofreciéndole la cabeza para que lo tocara. Ella ahora sin pensarlo acercó su dedo y tomó una gota.

Después le pedí que lo probara a lo cual ella se negó con asco. Rápidamente cambié el tema y le mencioné que ella también tenía lubricante y le pedí que abriera las piernas para mostrárselo.

Ella asintió, no sin comentarme que ya desde hacía un rato sentía empapada su conchita. Acerqué mi mano a su rajita y pasé mi dedo logrando una buena cantidad de líquido, así como un suspiro maravilloso. Ya en confianza le ofrecí de nuevo mi verga, dije que la agarrara completa con su mano, le pedí se hincara frente a mí después de sentarme en la cama. Ella quedó con su carita enfrente a mi verga y la miraba de una forma, que yo sentía que en cualquier momento se abalanzaría sobre ella para acabársela a mordidas. Empezó tocándola por encima recorriendo su longitud tras lo cual la agarró fuertemente, provocándome dolor por el apretón, le quité la mano y le expliqué que no lo debería de hacer tan bruscamente.

Ella de nuevo puso su mano, pero ahora más suelta, le indiqué que la moviera hacia arriba y abajo, masturbándome. Ahora ella sabía lo que era una puñeta y parecía gustarle el movimiento. Mientras ella hacía su trabajo, mi pija seguía manando lubricante, yo me contenía para no terminar en su mano. Comencé a explicarle lo delicioso que siente un hombre cuando tiene sexo oral y en un momento de osadía le ofrecí mamarle su panochita si ella me mamaba mi verga. Ella más por curiosidad que por gusto aceptó, no sin antes hacerme jurar que nunca se lo contaría a nuestros padres ni a mis amigos. Le indiqué que se imaginara que era una paleta de hielo y la chupara así.

Ella comenzó a hacerlo muy bien, la lamió por todos lados, subía y bajaba lentamente, provocándome una excitación increíble. Siguió con la cabeza, que para este momento brillaba intensamente y ahora no reparó en el lubricante, el cual fue lamiendo poco a poco hasta dejarla limpia. Venía la parte más difícil que era llenar su boquita con mi verga, ella no se intimidó y la metió en su boca. En un principio me lastimó con sus dientes, pero después de unas indicaciones me dio una supermamada.

Estaba como loca saboreando mis jugos y yo a punto de correrme en su boca, cuando en ese instante oímos llegar el coche de mi madre. Yo sabía que teníamos que correr a vestirnos y ocultar toda evidencia de lo sucedido, pero realmente fue muy difícil separar a mi hermana de mi verga, estaba como poseída, no la quería soltar. Cuando al fin la logré quitar de mí, y me dirigí a mi cuarto, ella se paró y mirándome como nunca me había visto, solamente me dijo: "Todavía no terminamos, señalando su panochita y cerrando la puerta de su cuarto".

Esta fue la primera aproximación que tuve con mi hermana y que llevo posteriormente a otras experiencias. Las espero contar en un futuro.