Diana, la profesora sumisa

Diana sufre un proceso de sumisión, siendo utilizada por sus alumnos y su ama. (Dominación, orgias).

Diana, la profesora sumisa

Este relato está escrito sobre una idea que me brindó momone 89. Le agradezco profundamente sus ideas y me siento muy alagado de que me pidiera que se lo escribiera.

Diana creía que se moriría de vergüenza cuando se agachó a recoger la tiza que había dejado caer deliberadamente al suelo.

Lentamente inclinó su cuerpo sin doblar las rodillas de manera que la parte trasera de su falda al levantarse dejó ver el principio de su redondeado trasero y parte de su sexo completamente depilado. Cogió la tiza y volvió a incorporarse lentamente. Terminó de escribir la frase que había quedado a medias en la pizarra con la suficiente lentitud para que el rubor desapareciera de sus mejillas y solo después se volvió hacia la clase.

El silencio se podía cortar. Los alumnos la miraban con los ojos como platos.

Katia, su alumna más aventajada y que el siguiente año en la universidad obtendría unas calificaciones excelentes, había disfrutado del espectáculo desde una posición privilegiada ya que se sentaba en la bancada de primera fila. Katia había descubierto su bisexualidad recientemente con una compañera de clase y el gesto de Diana había provocado que su sexo se humedeciera. Los chicos de la clase habían tenido, sin excepción, una erección inmediata.

En aquella clase, antesala de la universidad donde los alumnos habían cumplido los dieciocho años, si es que no estaban a punto de cumplirlos y las hormonas corrían por el torrente sanguíneo a borbotones, el gesto de Diana había provocado una perturbación.

Ese día el ambiente ya estaba caldeado, pues cuando la clase vio entrar a Diana por la puerta con una minifalda que muchas de sus alumnas más jóvenes no se atreverían a usar, una blusa que dejaba adivinar unos pechos grandes y bien formados y unos zapatos de tacón alto muchos de los chicos sacaron sus móviles para poder sacar fotos de la profesora.

Diana se había vestido tal como el día anterior le había ordenado su ama.

La había conocido a través de una página de relatos.

Diana vivía sola desde que la habían destinado a aquel instituto, lejos de donde había nacido, crecido y estudiado. Como todavía no había hecho amigos en su nueva ciudad pasaba muchos ratos conectada con su portátil a Internet. Siempre le había gustado escribir y buscando talleres de escritura y web´s de escritores aficionados topó con TODORELATOS.

Comenzó a leer relatos al azar, algunos estaban escritos con un estilo pésimo y los dejaba a media lectura, pero otros mantenían su atención hasta el final. Para su sorpresa los de la categoría DOMINACIÓN provocaban en ella una sensación extraña que no había experimentado hasta ese día, la mayoría una vaga excitación, hasta que durante la lectura de uno de ellos se descubrió sorprendida a si misma masturbándose.

El relato hablaba del proceso formación de una sierva hacia su ama hasta llegar a la sumisión total y absoluta. Era largo e intenso, lo que hizo que Diana se masturbara durante mucho rato. Controló la excitación hasta que lo leyó entero y sentada delante del portátil tuvo un largo orgasmo imaginando las escenas que había leído mientras se acariciaba el clítoris furiosamente.

Mientras recuperaba el aliento y extrañándose a si misma de lo que estaba haciendo agregó el e-mail de la autora a su Messenger y contactó con ella. De momento solo conocía su nick, que era el mismo que su correo de Hotmail: Dominatriz.

Inició una tímida conversación con ella que se prolongo hasta muy tarde. Cuando acabaron de hablar y Diana se quedó reflexionando sobre la conversación se dio cuenta enseguida que Dominatriz, además de escribir bien era una hábil psicóloga. En cuestión de un par de horas había conseguido que Diana abriese completamente su alma y le confesara que le había excitado imaginarse en el papel de sierva.

Al día siguiente Diana se descubrió apresurándose por llegar a casa para colocarse delante del Messenger y descubrir si Dominatriz estaba conectada.

Vio su nick y clikeó inmediatamente para hablar con ella.

Estuvieron charlando un rato hasta que Dominatriz le propuso jugar a sierva y esclava a través de la webcam. Diana se quedo muy parada, nunca hubiera pensado que una proposición así la excitaría de manera inmediata.

Después de la proposición Dominatriz mantuvo un largo silencio esperando la respuesta de Diana.

De acuerdo, pero me da mucha vergüenza – dijo Diana

Es normal, encenderemos las dos la webcam y tu me podrás ver a mi también – dijo Dominatriz

Al unísono las dos encendieron la webcam. Diana sintió un estremecimiento al ver en la pantalla una mujer enfundada en un corsé de cuero negro con una mascara que le tapaba la cabeza y la parte superior de la cara hasta los labios y unas botas negras de látex que le llegaban por encima de la rodilla y nada más, .Detrás de la mujer solo se podía apreciar una pared blanca como fondo. Habían encendido los micrófonos para poder prescindir del teclado y Dominatriz llevaba unos auriculares con micrófono inalámbrico incorporado que le permitían libertad de movimientos. Estaba recostada en una silla de despacho de respaldo alto con una pierna descansando encima del reposabrazos lateral, de forma que sus piernas abiertas dejaban a la vista los labios de su sexo completamente depilado. El corsé enmarcaba dos grandes pechos con los pezones negros y erectos.

Diana se quedó parada sin saber que hacer.

  • Quítate la blusa, lentamente – dijo Dominatriz

Sin rechistar y como hipnotizada Diana desabrochó con parsimonia los botones de su blusa y se la quitó. Tenía que ir con cuidado con el cable de su micrófono – auricular, para que no se le enredaran durante la maniobra. Sus grandes pechos quedaron enfundados en su sujetador. Ella con la cabeza baja y sorprendiéndose de su tremenda excitación espero la siguiente orden.

Libera tus pechos del sujetador – oyó como le ordenaba Dominatriz

Diana obedeció de inmediato y se quitó el sujetador.

Acaríciate los pechos , pellízcate los pezones , juega con ellos – ordenó Dominatriz

Diana estrujó sus pechos llevándose las manos a las tetas, las acarició lentamente y cuando sus pezones empezaron a endurecerse los aprisionó entre su índice y su pulgar.

Estuvo un buen rato así de manera que su sexo se mojó completamente traspasando sus jugos la tela de sus pequeñas bragas.

Sin atreverse a levantar la vista del todo podía ver como Dominatriz se acariciaba el sexo mientras la miraba. Dominatriz estaba muy excitada. Diana tenía un cuerpo muy bonito y voluptuoso, pelo negro y ligeramente rizado y grandes pechos. Estaba segura que había descubierto un filón sacando a la superficie la esclava que Diana llevaba dentro y que ambas empezaban a descubrir. Como ama experta sabía que no tenía que precipitarse, pero decidió probar hasta donde podía llegar y pensó que era hora de ver el resto del cuerpo de Diana.

Levántate y termina de desnudarte, menos los zapatos – Le ordenó Dominatriz

Diana obedeció de inmediato y sin levantar la vista se quito la corta falda y las pequeñas tangas. Se quedo parada de pie esperando. El cable de los auriculares llegaba justo hasta donde ella estaba .Pensó inmediatamente que compraría un inalámbrico como el que había al otro lado de la pantalla.

Dominatriz se recreó en la vista del cuerpo desnudo de Diana mientras se acariciaba, de forma enérgica ya, el clítoris.

El sexo de Diana, aunque recortado, conservaba aún demasiado vello. Pensó que era algo que tenían que arreglar.

Date la vuelta – indicó Dominatriz

Diana obediente se giró de espaldas de forma que Dominatriz pudo observar el rotundo y firme trasero de Diana, que sin ser excesivamente grande era redondo y bien formado.

Sin esperar a que se lo ordenasen Diana adivinó el deseo de la que se había convertido ya , aunque quizás la propia Diana no era consciente aún , en su ama y se acarició el culo separando los glúteos de manera que su ano y la parte mas baja de su sexo quedaron a la vista de Dominatriz. Diana empezó a masturbarse lentamente ganando velocidad a medida que los jadeos de Dominatriz se intensificaban.

Muy excitada y sabiéndose observada metió dos dedos en su sexo y acarició su ano a la vista de su ama virtual, que observaba como Diana removía sus caderas acercándose al orgasmo.

Dominatriz, de una manera experta, sincronizó su orgasmo con el de Diana, que se corrió de manera intensa con un fuerte temblor de piernas mientras podía escuchar como Dominatriz gritaba uniéndose a su orgasmo.

Dejaron pasar unos momentos y cuando acabaron de jadear Diana volvió a sentarse frente a la pantalla.

Has sido una perrita obediente y parece que te lo has pasado muy bien. Si aceptas que te eduque deberás obedecerme en todo.

Diana, completamente presa de un sentimiento de sumisión absoluto asintió con la cabeza.

No te oigo.

Si – musitó Diana

No te oigo

Si , Ama – dijo Diana levantando la voz

Dominatriz conservó el semblante serio pero sabía que había captado a una esclava con un potencial increíble. Diana la había obedecido y seguiría obedeciendo por que había nacido para ser esclava.

Bien, mañana volveremos a vernos. Preparare un programa de formación como esclava para ti. Mañana cuando nos veamos quiero que lleves el sexo completamente depilado. Irás a un sex shop y comprarás un consolador de gran tamaño y otro anal- vaginal, unos zapatos de plataforma de metacrilato transparente, unas esposas, unas pinzas unidas con cadena para los pezones, unas bolas chinas y un bocado de doma, un gel lubricante y un collar de sierva con cadena.

Si ama – se sorprendió a si misma diciendo Diana

Recuerda que has aceptado por propia voluntad ser mi esclava, ya no hay marcha atrás. Si te arrepientes debes de saber que he grabado toda nuestra sesión. Espérame mañana a la misma hora. – Dijo Dominatriz, cortando inmediatamente la comunicación.

Diana se quedo inmóvil durante un rato. No pensó por un solo momento que podía grabarse la sesión. Pero a pesar de la amenaza estaba muy excitada. No había sentido un orgasmo así en su vida y además estaba completamente dominada por el instinto de sumisión. Así que aceptó la situación y decidió seguir el juego con gusto. Por otra parte no le quedaba otro remedio.

Se dirigió a la ducha y en ese mismo instante aprovechó para eliminar cualquier rastro de vello púbico. Primero se enjabonó abundantemente y después, aprovechando la espuma pasó una de las maquinillas de afeitar que utilizaba para apurar la depilación de sus piernas y axilas una y otra vez por su sexo. Cuando ya casi todo estaba depilado se puso en cuclillas y apuró la depilación eliminando también los pelos que rodeaban su ano. Una vez completamente rasurada terminó de ducharse y se metió en la cama conciliando inmediatamente un sueño dulce y reparador. En el momento en que estaba ya cayendo en la inconsciencia se dijo así misma que había encontrado algo que, aunque ella misma no lo sabía hasta entonces, llevaba mucho tiempo buscando.

A la mañana siguiente acudió al instituto a dar sus clases de literatura. Tenía un estado de ánimo confuso. Estaba contenta y relajada, pero al mismo tiempo cierta ansiedad que le provocaba "mariposas en el estomago" por la aventura sexual que estaba empezando a vivir, que era extraña para ella y que intuía larga e intensa.

Hacía apenas unos días que habían empezado las clases. A ella le apasionaba su asignatura y le gustaba mucho enseñarla. Quería parecer accesible a su alumnado, y para acercarlos a ella y que se tomaran interés por la asignatura había repartido unas tarjetas con su e-mail y su móvil para que le consultaran cualquier duda sobre la materia que ella impartía en cualquier momento.

Cuando terminó la jornada bajó al centro de la ciudad y entró en un sex shop que estaba en una calle discreta y que había descubierto en una guía de compras de la ciudad.

Bastante avergonzada compro todo lo que su ama le había indicado, se lo envolvieron en unas bolsas muy discretas y se dirigió a su casa.

Cuando estaba llegando, al pasar por delante de una tienda de informática vio los auriculares con micrófonos inalámbricos y los compró pensando que así tendría mas libertad de movimientos.

Entró en su piso, se puso cómoda y se sentó delante de su ordenador a esperar a su ama.

Solo la espera ya le provocaba excitación.

Al cabo de un instante el avatar de Dominatriz se iluminó indicando que estaba conectada y antes de escribir ninguna frase recibió una invitación para la webcam.

Aceptó y vio aparecer en la pantalla de nuevo a su ama vestida de igual manera que el día anterior.

Hola, esclava

hola ,Ama

¿has comprado lo que te ordené?

Si, Ama

Bien, desnúdate y ponte solo los zapatos, el collar y las pinzas de los pezones.

Diana obedeció dócilmente, se desvistió lentamente y procurando que su ama viera que se había rasurado el sexo se puso los zapatos cruzando las piernas. Después se colocó el collar negro con tachuelas metálicas y por último se colocó las pinzas en los pezones. Apretó suavemente la mordacilla hasta que sintió dolor.

¿Te has apretado bien las pinzas de los pezones? - le preguntó Dominatriz

Creo que si, Ama

Coge la cadena por la mitad y tira de ella hacia arriba si están bien apretadas los pechos se levantarán sin que las pinzas se suelten.

Diana tiró de la cadena hacia arriba y sus pechos se levantaron sin que las pinzas se soltasen.

A partir de ahora cuando te sientes a hablar conmigo iras así vestida.- dijo Dominatriz

Si, Ama.

.Diana estaba a estas alturas completamente húmeda. La toalla que había puesto encima de la silla en previsión de lo que iba a suceder estaba ya empapada en la zona donde descansaba su sexo.

¿alguna vez te han penetrado analmente? – Le preguntó Dominatriz

Si, Ama, alguna vez.

¿Te dolió?

No mucho, no me cuesta dilatar el esfínter.

Bien , ahora coge el consolador doble y comienza a jugar con el , y procura que me excite – le ordenó Dominatriz

Diana obedeció inmediatamente y posando una pierna en cada lado de su silla se abrió dejando ver su sexo completamente depilado. Dominatriz sonrió complacida, realmente su perrita había hecho un buen trabajo rasurándose.

Diana comenzó a pasar el vibrador a media potencia muy suavemente por encima de su clítoris. En la postura que estaba, su sexo y su ano estaban completamente expuestos.

El interior de sus labios vaginales estaba completamente brillante debido a los abundantes flujos que su excitación le hacía segregar.

Obedeciendo a su ama se movía y actuaba para procurarle la mayor excitación posible.

Con la parte del vibrador preparada para la penetración anal empezó a jugar con su culito. Alargó la mano y cogió un tubo de lubricante, depositó un poco en sus dedos y sin dejar de acariciarse el clítoris con el vibrador comenzó a jugar con su ano. Primero extendió bien el lubricante por toda la parte exterior pasando un brazo por debajo de la pierna de manera que su ama pudiera apreciar bien sus maniobras.

Cuando el exterior estaba bien lubricado empezó a presionar poco a poco con sus dedos en el ano hasta conseguir meter un dedo entero dentro de su culo. Cuando el interior estuvo bien lubricado comenzó a presionar con dos dedos mientras comenzaba a introducir la cabeza del vibrador en su sexo. Cuando su ano estuvo ya dilatado saco sus dedos y metió la otra cabeza del doble vibrador en su culo. Ahora ya pudo empujar del todo para que el vibrador le realizara una doble penetración. Lenta pero firmemente empujó los dos penes de látex unidos por la base hasta el fondo de sus agujeros. Una vez allí giro el mando de la base para ponerlo a plena potencia. Suavemente comenzó a meter y sacar el doble vibrador de sus agujeros, sus pechos se levantaban movidos por su agitada respiración. Fue incrementando el ritmo mientras veía como Dominatriz se tocaba al otro lado de la pantalla. Sentía sus agujeros llenos y a plena sensibilidad debido a la vibración. La cadena que unía sus pechos tintineaba al ritmo de su entrecortada respiración. Comenzó a gemir al mismo tiempo que sentía como el orgasmo se acercaba. Fuera de sí comenzó un frenético movimiento hacia adentro y hacia fuera facilitado por la lubricación de sus agujeros. Una corriente pareció recorrer todo su cuerpo haciéndolo convulsionar con grandes estertores mientras un largo y profundo orgasmo le hacía derramar jugos como nunca lo había echo , mojando por completo sus manos , sus piernas y empapando la toalla que cubría la silla .

Dominatriz observo complacida como su esclava se corría de una manera salvaje e intensa y tuvo la certeza de que había dado un paso más en el camino de la dominación de Diana. Ahora ella ya identificaba absolutamente la obediencia sus órdenes con la obtención de un inmenso placer. Esta situación le haría tener un dominio completo sobre ella. Cuando vio que Diana bajaba de su nube decidió que era hora de dar el siguiente paso.

¿Los ves, perrita, como cuando me haces caso te lo pasa muy bien?

Si, Ama. Es lo más intenso que he sentido nunca.

Mañana irás a dar clase vestida con una minifalda, zapatos de tacón y una blusa ajustada. Sin ropa interior. Tendrás que hacer que tus alumnos vean tu culo y tu coño de una manera que no parezca premeditada. Después me contarás que ha sucedido.

Pero, ama

Creo que te he oído poner objeciones

Lo haré , Ama

Diana no podía negarle nada, aunque Dominatriz no hubiera grabado las sesiones ella sentía la necesidad perentoria de obedecerla.

Dominatriz cortó la comunicación y Diana fue a preparar su vestuario para el día siguiente.

Al día siguiente, en el trayecto hacia el instituto estuvo varias veces a punto de volverse hacia casa. Sentado en su coche la falda que había elegido apenas podía tapar el principio de su sexo. Los motoristas se paraban a mirarle las piernas y casi su sexo descaradamente. Desde los camiones de reparto más de un transportista le había dicho

toda clase de burradas.

Cuando aparcó delante de su escuela tuvo que hacer malabarismos para que no se le viera lo que apenas podía tapar su pequeña falda. A pesar de su vergüenza y sus dificultades estaba tremendamente excitada.

Entro en clase con paso decidido, explicó el tema del día y siguiendo las instrucciones de su Ama se agachó para que sus alumnos pudieran verla.

Cuando se volvió hacia la clase pudo ver como más de un alumno guardaba su móvil precipitadamente. Era evidente que le habían sacado más de una foto.

Se sintió aliviada cuando sonó el timbre de final de clase.

Cuando entró en la sala de profesores se hizo el silencio. Maria José, la otra tutora la miraba extrañamente, como adivinando que es lo que había pasado.

Ana, Sonia y Leticia, las profesoras que no eran tutoras se miraron entre ellas hablándose sin palabras. Felipe y Rodrigo, que eran profesores de refuerzo apenas podían apartar los ojos de las piernas y los pechos de Diana

Sus compañeros la miraban como si fuera una aparición. Al momento continuaron hablando como si no hubiera pasado nada. Diana estuvo charlando un rato intentando no azorarse y en cuanto cumplió su horario salió casi sin despedirse de la sala de profesores.

Al cerrar la puerta de su coche su teléfono móvil sonó con el tono que anunciaba la entrada de un mensaje. No supo identificar el teléfono de procedencia. Abrió el mensaje.

"No te muevas de donde estás, quédate dentro del coche. Dominatriz"

El vello de su nuca se erizó instantáneamente. Un escalofrío recorrió su espina dorsal haciendo que sus pechos se agitaran ligeramente. ¡La estaba viendo! Miró alrededor pero no consiguió ver a nadie que estuviese vigilándola.

De nuevo el teléfono sonó con el tono de entrada de mensajes

"Quítate la falda"

Cuando consiguió que su cuerpo dejara de estar petrificado obedeció la orden que había recibido. Se quitó la falda dando gracias a que el coche estuviera aparcado en un lugar relativamente solitario. Era un descampado que había cerca del instituto.

"Sal del coche, camina diez pasos lentamente y vuelve a entrar"

Cumplió la orden con las piernas temblándole como si fueran alambres.

Para su propia sorpresa estaba completamente mojada, sus líquidos fluían por la cara interior de sus muslos. Caminó los diez pasos indicados lentamente y volvió a meterse en el coche.

Se sentó encima de la falda estirada en el asiento del conductor. Respiraba agitadamente y agarraba el volante con los nudillos blancos de apretar. Sin poder reprimirse comenzó a masturbarse sin arrancar el coche. Acariciaba su sexo con fuerza, primero el clítoris y cuando ya no pudo más se metió dos dedos hasta lo más profundo de su sexo. Los hizo entrar y salir cada vez más rápido hasta que echando la cabeza hacia atrás tuvo un orgasmo largo y profundo entre estertores de placer. Lamió su mano golosamente saboreando sus propios jugos y cuando se calmó recibió un nuevo mensaje.

"Has sido obediente, vuelve a casa y espérame en el ordenador"

A pesar de no reconocer el número, pulsó el botón de "contestar" y con una sonrisa escribió un somero:

"Si, Ama"

Arrancó el coche y se dirigió a su casa.

Cuando llegó a casa y se sentó delante del ordenador aún conservaba puesta la ropa que había llevado en clase. En la intimidad que le brindaban sus cuatro paredes no puso ningún cuidado al sentarse y su sexo estaba al aire a pesar de conservar puesta su cortísima falda. De hecho esto había sido así durante todo el trayecto de vuelta y más de un motorista y un camionero pudo alegrarse la vista de nuevo contemplando su sexo depilado.

Cuando entró en el Messenger pudo conectar de inmediato con su Ama, que la esperaba ataviada como los días anteriores.

-Bien – dijo Dominatriz – ya he visto que disfrutabas mucho en el coche.

  • ¿Cómo has podido verme? – preguntó Diana aún intrigada de cómo su Ama podía haber estado controlándole en directo.

  • Eso no es de tu incumbencia, perra

  • Tienes razón Ama

  • Ha llegado la hora de dar un paso más – Dominatriz permaneció unos instantes en silencio para enfatizar su próxima frase.- Volverás a vestir del mismo modo que hoy, sin ropa interior y seguirás enseñando como si fuera un descuido tus "encantos" en clase. Si alguien pretende abordarte sexualmente solo accederás si tu papel es claramente de sumisa y el asume claramente el de dominante. Si tienes dudas envía un mensaje al número de móvil del que procedían los mensajes que te he enviado hoy y yo te contestaré.

La comunicación se cortó en ese punto y se quedó delante de la pantalla pensativa.

Obedecer de aquella manera le creaba una ansiedad difícil de controlar, pero al mismo tiempo mojaba su sexo de una manera que nunca había sentido. Los orgasmos que había sentido en los últimos días habían sido los más intensos que había tenido en su vida, y había tenido una vida sexual muy variada y activa, no era ninguna mojigata.

Aquella mujer y la relación que tenía con ella ejercían un magnetismo sobre su conducta que ella no podía controlar y no tenía ninguna intención de hacerlo.

Se durmió placidamente con una sonrisa en la boca.

Al día siguiente se vistió con una falda ligeramente más larga pero con mucho vuelo.

Se enfundó los altos tacones y se desabrochó los botones de su camisa de manera que el canalillo que separaba sus grandes y turgentes senos era completamente visible.

Comenzó las clases y al cabo de un rato se sentó encima de la mesa. Nunca sus alumnos habían estado tan atentos a sus palabras, incluso pudo observar como algunos de ellos sacaban fotos con su móvil cuando ella cruzaba y descruzaba las piernas. Con toda seguridad más de uno de ellos se había masturbado con las imágenes del día anterior.

Pudo observar con su visión periférica como Katia, que estaba sentada en primera fila se tocaba disimuladamente el sexo por encima de su falda mientras miraba fijamente sus piernas y la parte de su sexo quedaba a la vista cuando ella se movía con intención de enseñarlo distraídamente.

En la hora libre que tenía a media mañana Antonio, el director del instituto la mandó llamar a su despacho.

Diana entró tímidamente y le extrañó que el director cerrara la puerta con llave tras ella. La hizo sentarse y el, en vez de sentarse a su vez tras la mesa se sentó en la silla que Diana tenía al lado. Se la quedó mirando fijamente.

Diana – dijo- espero que esté usted a gusto en este instituto.

Si, señor – contesto ella. Antonio adoptaba de una manera natural el papel dominante dada su superioridad jerárquica sobre Diana.

Verá, no me andaré con rodeos, esta misma mañana he recibido unas cuantas imágenes donde usted aparece…digamos en una actitud que no es la habitual en una profesora de instituto

Antonio hizo una pausa que aprovechó para girar la pantalla del ordenador hacia Diana.

Ante los ojos de Diana comenzaron a aparecer varias imágenes donde ella era la protagonista indiscutible. En la primera aparecía en el momento en que recogía la tiza del suelo, con parte de su culo y su sexo visible. En la siguiente un primer plano de su pecho con los pezones empujando la blusa y una más al lado de su coche caminando sin falda. Diana se quedó muda esperando el siguiente paso del director.

  • He de decirle que las he recibido desde un correo anónimo – dijo el director.

Se la quedó mirando fijamente y después de un rato en silencio continuó.

Creo que tengo la obligación de abrirle un expediente sancionador

Diana se sorprendió a si misma diciendo:

Estoy segura de que hay alguna otra manera de arreglar esto, señor.

Diana subrayó la palabra señor bajando los ojos y abriendo al mismo tiempo las piernas para que su sexo quedase bien visible.

Antonio permaneció unos instantes en silencio como calibrando la situación.

Bueno, veamos que puede usted ofrecerme a cambio de que me olvide de este asunto – le dijo a Diana con una mirada llena de lujuria.

Diana entendió sin necesidad de más protocolo y abrió sus piernas ahora del todo para que Antonio pudiera ver su sexo depilado sin ningún obstáculo. Sin levantar la vista comenzó a acariciarse lentamente pasando sus dedos entre los labios vaginales.

Era evidente la erección del director. Diana se arrodilló ante el le desabrochó el pantalón lentamente. Abrió su cremallera y bajó el slip. Ante sus ojos apareció un pene de tamaño considerable. Ella lo sostuvo en sus manos, como calibrándolo y comenzó a bajar su piel lentamente. Antonio exhaló un suspiro y con voz profunda dijo:

-Métetelo en la boca, perra

  • Si, señor – contestó Diana sumisa, lo que hizo que la polla del director pegara un respingo.

Apenas dijo esto Diana se metió el sexo del director en la boca hasta la garganta, lo que hizo que el director inclinara la cabeza hacia atrás sin poder disimular su placer.

Diana retiró un poco la cabeza hacia atrás y con medio pene todavía dentro de la boca comenzó a mover su lengua haciendo círculos sobre la polla del director. Este pensó que realmente aquella puta sabía comerse una polla. Sin dejar de mover su lengua alrededor del pene de Antonio comenzó un movimiento simultáneo en el que la polla entraba y salía de su boca lentamente. Estaba tan mojada por el morbo de la situación que desde su coño hasta la moqueta caían gotas de sus flujos. Estuvo un buen rato así hasta que sacó la polla de su boca para poder bajarle los pantalones y el slip hasta los tobillos. Una vez que lo tuvo a así agarró su polla con una mano y sin dejar de masturbarlo le lamió los testículos como si su vida dependiera de ello.

Cuando llevaba un rato así Antonio le ordenó:

Apóyate encima de la mesa, perra.

Si, señor- dijo Diana, y obedientemente se inclinó encima de la mesa descansando sus tetas en la superficie de madera y ofreciendo su sexo y su culo abriéndoselo con las manos.

Antonio la penetró de un solo golpe y ella pudo sentir las respetables dimensiones de su sexo rozándole las paredes de su coño. Antonio bombeaba con fuerza de manera que hacía moverse la sólida mesa de escritorio. Se retiró de su sexo y escupiéndole en el ano le introdujo un dedo para lubricárselo. Cuando notó que empezaba a dilatarse introdujo dos dedos y después de un momento de jugar así con su culo apuntó su polla en la entrada de su ano y empujó lenta pero decididamente hacia adentro. Diana, lejos de quejarse se excitó aún más y comenzó a masturbarse al mismo tiempo que Antonio la bombeaba con fuerza desde atrás.

¿Te gusta, eh, perra? – Le decía mientras daba cachetes en sus nalgas.

Si , señor – Decía Diana con la voz entrecortada por su agitada respiración

Cada nalgada que el director descargaba sobre Diana era un punto más de placer.

Diana no pudo más y se corrió mordiéndose la mano para no gritar.

Antonio paró, volvió a sentarse y con el pene a punto de estallar le ordeno a Diana:

Ahora chúpamela hasta que me corra en tu cara.

Si, señor.

Diana se arrodilló sumisa y cogió la polla de Antonio entre sus tetas. Estuvo un rato masturbándolo de esta manera mientras el pellizcaba sus pezones con fuerza y cuando vio que ya faltaba poco comenzó de nuevo una felación lenta en la que su lengua no dejaba de jugar con la polla de el director sin sacársela de la boca. Cuando el empezó a gemir ella abrió la boca y saco la lengua cogiendo con su mano la polla del director apuntando a su cara sin dejar de masturbarla. El chorro de esperma no se hizo esperar y se estrelló contra la boca y la cara de Diana. Lo que no pudo recoger con su boca resbalaba por su barbilla hasta sus tetas .Cuando salió la última gota recogió con su lengua todo rastro de semen y lamió golosa lo que había recogido con las manos de lo que había caído en su pecho.

Permaneció arrodillada esperando órdenes.

Arréglate la ropa - le ordenó Antonio mientras el mismo se subía los pantalones.

Si, señor – Diana compuso sus ropas y dejó que el director se sentase, esta vez detrás del escritorio.

Puedes marcharte – continuaremos con esto más adelante

Si, señor

Diana se retiró con una sonrisa en los labios que el director ya no podía observar.

Decididamente su vida estaba dando un cambio y ese cambio le gustaba

Cuando Diana cerró la puerta tras de sí de la puerta lateral que daba directamente a las salas de tutorías se abrió lentamente. Dominatriz, ataviada con ropa normal, apareció bajo el marco de la puerta.

Te lo dije, Antonio, es un diamante en bruto. Ha nacido para ser esclava, lleva la sumisión dentro de sí. Creo que podemos disfrutar mucho con ella.

Si, tienes razón – dijo Antonio convencido – Debemos de continuar domándola.

No te preocupes, nuestros alumnos nos ayudarán en el proceso, ya lo he arreglado todo.

Después de su entrevista con el director Diana caminó lentamente por el pasillo desierto de instituto. Podía sentir como sus nalgas se movían bajo su falda libres de cualquier ropa interior que las sujetara.

Sus grandes pechos botaban a cada paso con un ligero temblor.

Ya no había nada que le impidiese dejarse arrastrar por su naturaleza sumisa. Había encontrado una nueva forma de vida. Su sexo se mojaba cada vez que por su mente pasaba un pequeño recuerdo de cómo había sido sometida. Pasó por la sala de profesores, recogió sus cosas y se encamino a su coche para volver a casa. Sus clases habían terminado y ese día no tenía hora de guardia ni de tutoría.

Subió a su coche con parsimonia, se acomodó la falda para que sus nalgas tocaran directamente la tapicería del asiento y cuando le daba a la llave de contacto pudo oír como las tres puertas restantes de su coche se abrían y Manuel, Alejandro y Felipe, tres de sus alumnos, se montaban en el coche.

Hola, Diana, tenemos que enseñarte algo.

Diana se los quedó mirando esperando lo que tenían que decirle.

Manuel saco su móvil del bolsillo y le enseñó las imágenes que habían sacado de ella en clase. En ellas se le podía ver enseñando buena parte de su culo cuando se agachaba a por la tiza y su coño completamente depilado en uno de los cruces de piernas que les había brindado.

Lejos de indignarse Diana se mojó inmediatamente presintiendo lo que venía. A pesar de ello puso cara compungida y se quedo esperando para ver como continuaba aquello.

Nuestros padres montarían un buen pollo si les enseñamos las fotos – dijo Manuel.

Diana decidió fingir definitivamente el papel de victima para ver donde acababa aquello.

No por favor, quiero conservar mi trabajo, haré lo que me digáis – les dijo poniendo cara de estar a punto de llorar.

Bien, me alegro que lo hayas entendido tan rápido – dijo Manuel, que parecía llevar la voz cantante. – Esto es lo que vamos a hacer: iremos a tu casa y diremos que vas a darnos clases de refuerzo, voy a llamar también a Luís, Santiago y Diego y una vez allí harás todo lo que nosotros te digamos.

Si, Señor.

La polla de Manuel, que hacía rato que estaba empalmada pegó un respingo dentro de los pantalones al oír aquel "señor" aquello prometía la obediencia de Diana y eso le ponía muy caliente.

Llamó a sus tres compañeros y los citó en casa de Diana.

En el trayecto levantó la falda de Diana mientras ella conducía y le metió dos dedos en su coño comprobando que estaba completamente húmedo. Mientras Alejandro y Felipe se turnaban en meter las manos por dentro de la camisa de Diana y sobar sus grandes pechos. Aprovechando un semáforo, Manuel se saco la polla de los pantalones y cogiendo a Diana por la nuca hizo que se agachara y se la metió en la boca haciendo presión sobre su cabeza para que le entrara hasta la garganta. La seguridad de que alguien en otro coche la estaba mirando mientras le comía la polla a Manuel la puso a mil. La escena se repitió en cada semáforo hasta que llegaron a casa.

Cuando llegaron al portal Luís, Santiago y Diego estaban ya esperando. Sin cruzar palabra entraron en el portal. Se montaron los siete en el ascensor. Nada más cerrar este las puertas los siete chicos comenzaron a manosear a Diana a placer. Levantaron su falda y acariciaron su sexo su culo y su ano y abriendo del todo su camisa estrujaron sus pechos con fuerza. Cuando se abrió la puerta del ascensor dejaron a Diana sin camisa y sin falda, solo con los tacones. Diana caminó desnuda cimbreándose completamente caliente por el pasillo. Abrió la puerta de su piso y entraron todos en el.

Se volvió hacia ellos y les dijo:

Sentaos, por favor señores, prepararé unas bebidas.

Ellos se desparramaron por los sofás y ella fue a la cocina a preparar unos refrescos.

Desde donde ella tenía el ordenador podía verse por entero el salón, así que lo puso en marcha, encendió la webcam y conecto con Dominatriz.

Volvió al salón con las bebidas vistiendo únicamente sus altos tacones. Sostenía una bandeja entre las manos y se movía cadenciosamente haciendo que sus caderas se bambolearan aun lado y a otro, moviendo su culo y haciendo que sus tetas bailaran ante los ojos de los seis chicos. Sus alumnos la esperaban desnudos y con todo el material del sexshop que le había obligado a comprar Dominatriz encima de la mesita baja colocada entre los sofás haciendo circulo.

Los chicos habían curioseado por la casa y los habían encontrado en un cajón. No les fue difícil encontrarlos por que como ella vivía sola no había puesto mucho cuidado en esconderlos.

Los chicos estaban muy excitados y sus penes estaban completamente erectos.

Quítate los zapatos que llevas y ponte estos – dijo Manuel alargándole los zapatos de plataforma.

Ella obedeció sin rechistar y se puso los zapatos procurando no doblar las piernas para que sus coño y su culo quedaran completamente expuestos. Los seis chicos observaban en silencio. Cuando termino de abrochárselo se irguió. Les sacaba un palmo a todos ellos por la altura de las alzas. Cada uno de ellos cogió uno de los objetos que había encima de la mesa. Alejandro se acercó a ella con el collar de sierva y se lo puso en el cuello procurando no apretarle. La cadena quedó colgando entre sus pechos mientras ella permanecía mirando fijamente el suelo. Felipe cogió sus tetas y las apretó y sobó a su antojo. Pellizcó los pezones hasta que estuvieron completamente erectos por la excitación, entonces los cogió con dos dedos y los aprisionó con las pinzas.

Cuando se separó de Diana colocó la cadena que colgaba de su cuello por encima de la cadena que unía las pinzas de sus pezones. Felipe se acercó con el bocado de doma y se lo colocó en la boca a Diana. Nada más ponérselo la saliva de Diana comenzó a resbalar por su barbilla hasta mojar sus pechos. Luís se acercó con las bolas chinas y sin muchas contemplaciones las introdujo en el coño de Diana, que las absorbió con facilidad por que estaba completamente lubricada. Santiago le puso las esposas y aprovechó para rozar con su pene el culo de Diana. Esta, al sentirlo la acarició con las manos ya unidas por las esposas de sus muñecas. Diego se levantó con el lubricante en la mano, se acercó por detrás a Diana y haciéndola inclinarse ligeramente repartió con sus dedos el gel por el culo y el ano de la mujer. Lo hizo lentamente, hasta que notó que el gel comenzaba a penetrar en su ano. Entonces empujó con un dedo hasta adentro y lubricó el interior del ano. Cuando estuvo bien lubricado metió dos dedos hasta conseguir que el esfínter de Diana se relajara y se abriera por completo.

Diana estaba tan excitada que sus muslos brillaban de los flujos que su vagina destilaba.

Manuel cogió la cadena y tiró de ella para pasearla por todo el salón. La altura de sus tacones hacía que sus caderas se contoneasen a cada paso, sus nalgas se movían arriba y abajo y sus pechos botaban haciendo tintinear la cadena que unía sus pinzas en los pezones. Las bolas chinas vibraban en el interior de Diana y la excitación acumulada hizo que tuviese que pararse en medio de un orgasmo. Los gemidos quedaban ahogados por el bocado. Diana cerró los ojos y se dejó llevar Los chicos sonrieron, no hicieron falta palabras para decirse entre ellos que aquella iba a ser una tarde larga y satisfactoria.

  • ¿Te gusta estar así, zorra? – le preguntó Manuel

  • fi, fenhor. – Contesto Diana sin vocalizar por el bocado.

  • Ahora ponte de rodillas - le dijo Manuel arrastrándola hasta el centro del salón

Le quitó el bocado e inmediatamente los seis chicos de dispusieron alrededor de Diana. Sus pollas aparecían erectas alrededor de su cara y no tuvieron que explicarle lo que tenía que hacer. Con las manos en la espalda sujetas por las esposas acercó la boca a la polla más próxima y se la metió hasta la garganta. Movió su lengua con maestría alrededor del duro tronco y cuando notó que el chico se excitaba demasiado atendió a la siguiente.

Ella iba girando con dificultad sobre si misma para ir cambiando de polla a medida que las excitaba hasta dar la vuelta completa y volvía a empezar. Dos chicos le sujetaron la cabeza y le metieron dos pollas en la boca a la vez. Sin dejar de sujetarle la cabeza le estuvieron follando la boca una y otra vez hasta que les tocó a otros dos y la escena se repitió varias veces. Mientras le follaban la boca simultáneamente los chicos a los que no podía atender tiraban de la cadena de su tetas levantándolas y comprobando que al soltar la cadena sus pechos quedaban firmes otra vez con los pezones apuntando hacia delante y sobaban sus nalgas separando sus cachetes, metiendo sus dedos en el ano de Diana haciéndolo distenderse cada vez más.

Manuel y Alejandro ayudaron a Diana a levantarse del suelo y la colocaron boca abajo a cuatro patas encima de la mesa baja donde habían estado dispuestos los artículos comprados en el sexshop. Con las manos atadas atrás su cabeza descansaba sobre la madera de la mesa y su culo y su coño quedaban levantados y expuestos. Fue Felipe el que tiró del hilo que unía las bolas chinas y las sacó lentamente. Cada vez que una bola distendía la vagina de Diana esta tenía un orgasmo. Felipe las sacó con la suficiente lentitud como para dejar que Diana se recuperar del orgasmo anterior y se corriera de nuevo.

Pusieron una silla ante la cara de Diana y mientras uno se colocaba allí para que diana lamiera y chupase su polla otro se colocaba detrás de ella y se la metía en el coño.

Fueron turnándose hasta que todos habían pasado por los dos agujeros.

Una vez hecho esto cogieron el consolador de gran tamaño y se lo metieron en el coño más que lubrificado sin contemplaciones y dándole la máxima potencia. Diana estaba a punto de desmayarse de placer. Sin permitirle cambiar de posición y con el consolador vibrando en su coño Manuel se acercó por detrás de ella y presionando firmemente en su ano le metió la polla en el culo. Diana podía sentir como su esfínter se abría y la polla que entraba y salía de su ano rozaba a través de su pared vaginal el consolador de veinticinco centímetros que vibraba dentro de ella.

Sus gritos de placer quedaban ahogados por la polla que permanentemente tenía en la boca.

Cuando todos los chicos habían disfrutado de su ano le quitaron las esposas le sacaron el vibrador y sin dejarla cambiar de posición uno se colocó debajo de ella y la ensartó con su polla de un solo golpe. De inmediato sintió como otra polla le abría el ano y como su boca volvía a estar llena de carne dura. Esta vez eran dos las pollas que se estaban follando su boca. Sus manos liberadas por fin cogieron cada una polla y empezó a masturbarlas. Los chicos se iban intercambiando en sus posiciones y Diana ya no percibía la separación entre orgasmos. Cuado todos habían probado ya todos los puestos la levantaron y le metieron el doble consolador a toda potencia haciéndola colocarse de rodillas entre ellos inmediatamente después. Diana, fuera de si, chupó las seis pollas con desesperación. Por instinto, procuró que todos los chicos tuvieran el mismo grado de excitación hasta que se corrieron casi simultáneamente en su cara. Sus jóvenes testículos tenían semen acumulado y a pesar de que ella procuró por todos los medios que todas las corridas fueran a parar a su boca no pudo tragarlo todo y parte del esperma cayó en sus pechos, en su pelo y en su cara. Cuando los siete recuperaron el aliento, Manuel le dijo:

Ves a la ducha que te vamos a limpiar

Diana obedeció de inmediato y tal como estaba se metió en la amplia ducha. Sin necesidad de que nadie se lo indicara se arrodilló y los seis alrededor de ella empezaron a mear en su cuerpo, apuntando a los sitios donde se había quedado el semen.

Ella abría la boca para que ellos pudieran apuntar bien dentro y hasta le gustó el ligero gusto salado que tenía la orina. Después la obligaron a bañarse y la esperaron sentados en los sofás.

Antes de que saliera de la ducha oyó como la voz de Manuel le decía desde el salón.

  • Acércate caminando a cuatro patas, perra

A lo que ella solo atinó a responder:

  • Si, Señor

Salió del lavabo caminado como le habían ordenado arrastrando la cadena por el suelo.

Cuando llegó al centro del salón se quedó a cuatro patas esperando órdenes.

Como ya suponíamos te has portado muy bien, perra, por eso te hemos traído un pastelito como premio que te vamos a preparar como a ti te gusta.

Gracias, señor – dijo Diana sin levantar la vista.

Manuel sacó un pastel de manzana individual que llevaba en su mochila cuidadosamente envuelto. Al parecer, todos estaban de acuerdo y a una señal de Manuel se levantaron de nuevo poniéndose alrededor de Diana. Sus jóvenes pollas volvían a estar erectas y tirando de la cadena hicieron que se irguiera sin dejar de estar arrodillada.

Diana comenzó a chupar las seis pollas. Mientras chupaba una masturbaba otras dos, fue cambiando de pollas hasta que todas estaban bien ensalivadas y erectas. Después cogió dos con sus manos y ella misma se las metió en la boca a la vez, pasando su lengua por los dos capullos sin sacárselas de la boca. Como la vez anterior procuró en todo momento que los seis chicos tuvieran un nivel parecido de excitación. Cuando todos estaban ya muy excitados se fueron pasando el pastel de mano en mano mientras con ayuda de Diana se corrían encima de el. Cuando los seis acabaron, el pastel presentaba una gruesa capa de semen encima que lo cubría por completo.

La dejaron en medio del salón y se sentaron en los sillones a disfrutar de la escena.

Diana estaba muy excitada después de haber chupado las seis pollas y decidió premiar el placer que le habían hecho sentir dándoles un buen espectáculo. Lentamente y mirándolos a los ojos de la manera más lasciva que supo comenzó a morder el pastel mientras se masturbaba con la otra mano. Cerraba los ojos de placer al mismo tiempo que sus dientes mordían el pastel y saboreaba el sabor del semen mezclado con el dulce de la crema y la manzana. Con la otra mano acariciaba su clítoris con fuerza y alternaba esta caricia metiéndose dos dedos en lo más profundo de su sexo. Cuando faltaba poco para acabar no pudo resistir más y con el penúltimo bocado se corrió con la boca llena de dulce y de semen. El morbo de una situación que no había experimentado nunca ni aún con sus muchas parejas hizo que el orgasmo fuera muy intenso. Sus manos se enterraron en su sexo entrando con tres dedos en su coño mientras su respiración agitada sonaba a través de su nariz y sus gemidos quedaban ahogados por el pastel por la imposibilidad de respirar por su boca llena de dulce y semen.

El resto de pastel que quedaba cayó de sus manos mientras ella se desmadejaba en el suelo. A cabo de un rato se incorporó. Los chicos ya se estaban vistiendo.

Bien, perra, se acabó por hoy. Nos vamos, pero piensa que esto se repetirá.

Gracias, señor.

Cada uno de los chicos, ya vestido, se despidió a su manera de Diana. Uno le pellizcó los pezones, otro le dio un buen par de cachetes en el culo, otro le escupió en la boca, y los otros tres metieron de nuevo sus dedos en el coño y el culo de Diana. Cuando ya iban a salir por la puerta Manuel, como en un rayo de inspiración tuvo una idea.

A una orden suya todos los chicos bajaron sus pantalones por detrás y ofrecieron su culo a Diana. Esta, sin necesidad de órdenes besó y lamió los culos de los seis chicos como último y definitivo acto de sumisión. Cuando cada chico se daba por satisfecho y subía sus pantalones ella repetía su mantra favorito:

  • Gracias, Señor.

Por fin los chicos se marcharon y ella se quedó en medio del salón. Lejos de sentirse sucia o vejada sentía un paz y una calma interior que pocas veces había sentido. Ahora tenía la certeza de que había nacido para aquello y de que aquello debería de ser su vida de ahora en adelante: obedecer sumisamente siempre que su verdadera Ama, Dominatriz, no dijera nada en contrario.

Se duchó, se lavó en profundidad y aplicó crema calmante a sus doloridos y trabajados agujeros, que habían tenido un arduo y agitado día y que la habían hecho disfrutar como una loca.

Aquella mañana, como todas desde que su ama Dominatriz se lo había ordenado, acudió al instituto vestida como últimamente era habitual: rasurada, con una falda corta y con vuelo, tacones altos y una blusa dentro de la cual bailaban libres sus grandes pechos.

Katia estaba especialmente atenta a sus movimientos. No apartaba la vista de los pechos de Diana e incluso se agachaba descaradamente para poder ver bien el sexo y el culo de Diana cuando esta realizaba sus movimientos de exhibición. Diana decidió seguir el juego y sentándose directamente delante de Katia abrió sus piernas de manera que esta podía observar con entera libertad su sexo. Con disimulo y mientras miraba debajo de la falda de Diana, Katia levanto su falda lo justo para dejar su sexo libre y se lo mostró a Diana, desde donde estaba solo ella podía verlo. Comenzó a acariciarse lentamente lo que hizo que Diana se excitara de inmediato. Estuvieron toda la clase con ese juego hasta que sonó el timbre. Katia se quedó al lado de Diana mientras esta recogía sus papeles. Con marcado acento de los países del este (sus padres eran rumanos) le dijo:

Diana , me gustaría tener una charla contigo en la hora de tutoría

Claro, vamos a la sala , estaremos más tranquilas

Se encaminaron las dos al despacho de tutoría del que Diana disponía para reconvenir o dirigir a sus alumnos donde les solía recomendar que estudiaran más de lo que lo hacían.

Katia caminaba detrás de ella con la cabeza baja y las mejillas sonrosadas.

Diana cerró el despacho y descolgó el teléfono para que no las molestaran. Decidió que era más prudente esperar a saber que es lo que quería Katia exactamente y se la quedó mirando esperando a ver que es lo que tenía que decir.

Katia, sin apenas levantar la cabeza, dijo:

En el país de mis padres hay un refrán: Si quieres guardar un secreto procura que seas tu solo el que lo sabe.

Diana entendió rápidamente que los chicos habían hablado de la sesión en su casa.

¿y….?

Pues que lo se todo, lo tuyo y lo de los chicos, ellos me lo han contado. Como tú sirvo de juguete para ellos, ellos no se meten conmigo por ser hija de rumanos y me protegen de los demás y yo a cambio los desahogo en el lavabo de vez en cuando con mi boca.

Diana se quedó con la boca abierta. Nunca se lo habría esperado. Como Diana no contestaba fue Katia la que siguió hablando.

Tú me gustas, haría cualquier cosa que me ordenases.

Diana estaba confusa, Katia tenía una actitud claramente sumisa y eso se salía de lo que Dominatriz le había dejado claramente estipulado.

Bien, espérame aquí.

Diana salió al desierto pasillo y marcó el teléfono de Dominatriz.

Dime, esclava – contesto Dominatriz al otro lado de la línea.

Ama, una alumna mía tiene una clara actitud sumisa hacia mí, no se lo que deseas que haga.

Edúcala para mí – le espetó secamente Dominatriz

Si, Ama

Cuando colgó Diana se dirigió a la sala de tutoría sin una idea clara de lo que tenía que hacer. Volvió a cerrar la puerta con llave cuando entró y se sentó detrás del despacho.

Se quedó mirando a Katia fijamente e inclinándose en su sillón hacia atrás le preguntó.

¿Qué harías por mi, Katia?

Katia no respondió y levantándose dio la vuelta a la mesa del despacho. Se inclinó y la besó delicadamente en los labios.

Se arrodilló delante de ella y abriéndole suavemente las piernas comenzó a besarle el interior de los muslos. Con delicadeza fue subiendo hasta que llegó al sexo de Diana.

Primero empezó besando con los labios el clítoris de Diana haciendo cada vez mas presión en el con la boca cerrada. Cuando notó que el clítoris de Diana empezaba a dilatarse sacó su lengua y comenzó a pasarla lentamente arriba y abajo por los labios vaginales de Diana. Continuó la caricia hasta que Diana abrió las piernas todo lo que pudo y cogiendo la cabeza de Katia la empujó contra su sexo. Lejos de rechazar la caricia Katia incrementó el ritmo hasta que notó los flujos del orgasmo de Diana resbalando por sus labios y su cara. Cuando notó que Diana se recuperaba se separó de ella y se quedó de rodillas esperando las órdenes de Diana.

Date la vuelta- le ordenó Diana

De rodillas como estaba Katia se dio la vuelta y sin que nadie se lo dijera se inclinó hacia delante apoyando la cabeza en el suelo y levantando su culo para que su sexo y su ano quedaran bien expuestos. Diana pudo comprobar que Katia iba completamente depilada igual que ella. Con suavidad acarició su sexo comprobando que Katia estaba muy excitada. Con la humedad de sus jugos lubrico su ano y comprobó que no era la primera vez que alguien introducía algo por allí.

Acércate- le ordenó Diana

Abrió la blusa de Katia y retirando su sujetador pudo comprobar que tenía unos bonitos pechos, grandes para su edad, pero sin llegar al tamaño de los de ella. Los acarició sospesándolos y pellizcó los pezones erectos. A pesar de apretarlos con fuerza Katia no rechistó. Pensó que Dominatriz iba a estar muy contenta.

¿De verdad harías cualquier cosa que te pidiera? - volvió a preguntarle Diana

Si, Diana, Cualquier cosa – le contestó Katia

Vístete - ahora continúa las clases y cuando acaben te espero para ir las dos a mi casa.

Katia recompuso su ropa y marchó a la siguiente clase.

Diana esperó con impaciencia la hora de acabar las clases. Estaba segura de que Dominatriz estaría contenta con este nuevo regalo.

Cuando acabaron la dos se montaron en silencio en el coche de Diana y se dirigieron a casa de esta. Katia había dicho a sus padres que iba a estudiar a casa de una profesora y sus padres habían estado contentos al llamar a Diana y comprobar que efectivamente iba a su casa. Antes de llegar pasaron por un sexshop y compraron algunas cosas

Cuando llegaron Diana encendió el ordenador y conectó con Dominatriz.

Ama, te presento a mi alumna Katia, a partir de ahora será también mi alumna de sumisión hacia ti.

Bien, empezad. contestó Dominatriz

Diana desnudó a Katia delante de la webcam. Tenía un cuerpo muy bonito, su juventud hacia que todo su cuerpo fuera firme y con la piel tersa y su edad, una mujer ya, hacía que pechos tuvieran un tamaño considerable con respecto a su constitución, su culo fuera redondo y levantado y su sexo estuviera con los labios bien turgentes debido a la excitación. Diana llevaba solo puestos los zapatos de plataforma y se acercó a Katia con la correa de perro y se la puso en el cuello. Katia levaba puestos unos zapatos de tacón alto que Diana le había comprado en el sexshop. Una vez que tuvo la correa al cuello Diana paseó por el salón a Katia. Esta estaba visiblemente excitada. Le encantaba ser tratada así. Cuando la hizo andar un rato así enseguida la obligó a ponerse a cuatro patas y la paseó como a un perro.

Deteniéndose en medio del salón se paró delante de ella y le ordenó:

Lámeme los pies

Katia obedeció sin rechistar y comenzó lentamente a lamer los pies de Diana solo cogidos por unas correas a los zapatos de tacón. El culo de Katia se quedo levantado y todo su sexo expuesto, cosa que hizo excitarse a Dominatriz, que desde el otro lado de la webcam observaba la escena jugueteando con un vibrador. Procurando satisfacer a su ama Diana hizo que Katia se pusiera de manera que Dominatriz pudiera apreciar perfectamente como le lamía los pies. Cuando pasó un rato Diana se dio la vuelta y tirando de la cadena hizo que Katia le lamiera el culo, cosa que esta hizo sin rechistar y con tanta energía que Diana podía sentir como su lengua penetraba en su ano fuertemente. Diana tiró de la correa e hizo que Katia se pusiera encima de la mesa baja a cuatro patas, de forma que Dominatriz podía apreciar su sexo y su culo perfectamente.

Diana hizo que Katia descansara la cabeza en la mesa y le puso las esposas atándole las manos a la espalda. Le lubricó el ano y sin demasiadas contemplaciones metió el doble consolador en el culo y el coño de Katia. Esta se corrió inmediatamente mojando las manos de Diana de flujos. Dejando el doble vibrador a toda potencia Diana se acerco a la cara de Katia y le hizo lamer sus propios jugos.

  • Levántala y sin sacarle el consolador ponle las pinzas – ordenó Dominatriz

Diana hizo que Katia se pusiera de rodillas delante de la webcam y pellizcándole fuertemente los pezones le colocó las pinzas. Katia sintió un ligero dolor que estimuló su orgasmo.

Dominatriz estaba muy excitada y tenía ya metido el vibrador en su sexo moviéndolo con fuerza.

Katia se convulsionaba en medio de un orgasmo y Diana, sin poderse reprimir la cogió por la cabeza y la acercó a su sexo para que se lo lamiera tal como ella estaba de pie.

Katia, en plena pasión del orgasmo, lamió y chupo el sexo de Diana sacando la lengua todo lo que podía para llegar a su clítoris. Las tres mujeres tuvieron un orgasmo simultáneo. Cuando se calmaron Dominatriz impartió órdenes.

A partir de mañana irás al instituto como Diana. Obedecerás mis órdenes a través de ella.

Si, Ama – dijeron las dos al unísono.

Al cabo de unos días el director llamó de nuevo a Diana. Era ya la última hora y Diana pensó que tendrían una nueva sesión. Llamó con los nudillos en la puerta y después de recibió la autorización para entrar, abrió la puerta y se sorprendió de ver a Katia sentada delante del director.

Diana se puso nerviosa por que no sabía que es lo que iba a suceder.

Se sentó al lado de Katia cuando el director se lo indicó con un gesto y se esperó lo peor.

El director permaneció en silencio unos instantes y después habló:

Diana, esta vez se ha propasado usted, podía dejarla sin trabajo y sin posibilidad de tener trabajo nunca más como profesora. Y usted Katia podía ser expulsada inmediatamente.

¿Cómo sabe usted…?

Lo se todo desde el primer momento, Diana. – y volviendo la pantalla como la vez anterior para que las dos pudieran ver bien las imágenes les enseñó instantes de la sesión que las dos habían tenido en su casa y de Diana con los seis chicos.

Diana no se explicaba como podía haber obtenido esa información.

Acompáñenme – les ordenó

Se levantó y se dirigió hacia el pasillo. Bajaron unas escaleras hacia los sótanos del instituto y entraron en el cuarto de calderas. Detrás de uno de los depósitos de fuel una puerta de hierro aparecía apenas visible. Se dirigió a ella y la abrió. Pasaron los tres y cuando cerró la puerta tras ellos el ruido cerró como por ensalmo. Estaba claro que la habitación estaba aislada acústicamente.

Estaban en una estancia que parecía la antesala de otra. Aunque no tenía mucha luz parecía limpia. A un lado había un par de taquillas con un banco como los que se utilizan en los gimnasios para cambiarse.

  • Vístanse con lo que encuentren en las taquillas. Cada taquilla tiene el nombre de una de ustedes, ayúdense entre las dos – les dijo el director

Sin rechistar se dirigieron a las taquillas y se desvistieron por completo

Cuando abrieron las amplias taquillas todo estaba bien dispuesto y perfectamente ordenado. Se colocaron los collares de esclavas la una a la otra y se calzaron los zapatos de plataforma. Había dos juegos de pinzas unidas por cadenas. Cogieron uno cada una y pellizcando los pezones de la otra se los colocaron. No pudieron evitar excitarse y acariciarse el sexo, dándose cuenta las dos de que estaban muy mojadas. Se colocaron los bocados de castigo la una a la otra y comenzaron a salivar inmediatamente de forma que sus pechos se llenaron de babas.

En un estante de la taquilla encontraron unos arneses con un pene de látex orientado hacia su sexo y otro hacia su ano, se los colocaron también lubricándose el ano con la saliva que había caído sobre sus pechos.

Mientras, el director las observaba con un visible bulto en los pantalones de su traje. A pesar de ello no se acercó.

Por último, en el fondo de la taquilla encontraron una barra de madera de medio metro de largo en cuyos extremos se disponían dos argollas anchas de cuero acolchadas en la parte que debía tocar la carne. Entendieron que se las debían de poner en los tobillos y se las colocaron, no sin cierta dificultad. Cuando acabaron de vestirse con todo lo que habían dispuesto para ellas se quedaron mirando la una a la otra. Las dos sentían el coño y el culo llenos por los penes de látex que salían hacia adentro desde la aparte interior de sus arneses. Así, con las piernas separadas por la barra que unía sus tobillos esperaron órdenes del director. Este se acercó a ellas y dio el último toque a su indumentaria. Les puso las manos a la espalda y les unió las muñecas con unas esposas a cada una.

Síganme – les ordenó el director una vez esposadas.

Con mucha dificultad y andando con las piernas abiertas obedecieron.

Pasaron a una estancia más grande y avanzaron hasta el centro de la habitación.

Cuando los ojos se les habituaron a la poca luz pudieron distinguir lo que allí había.

En una esquina de la habitación un cepo por donde meter la cabeza y las dos manos para que quedaran aprisionadas a media altura, una cruz en forma de X de la que colgaban unas argollas, diversos ganchos que pendían del techo. El suelo estaba inclinado hacia un desagüe en el centro. Cuando giraron la vista a sus espaldas en una silla que parecía un trono alguien permanecía sentado en la sombra.

Permanecieron de pie intentando adivinar quien podía ser la persona que se sentaba en aquel trono. Pronto salieron de dudas.

Acercaos, dijo una voz de mujer que conocían perfectamente. Mudas de sorpresa no pudieron hacer otra cosa que acercarse con el paso que les permitía la barra entre los pies.

Dominatriz estaba sentada en el trono vestida de la misma manera que Diana la había visto tantas veces a través de la webcam. Diana pensó por un momento que estaba soñando. Se convenció de que no era así cuando por la puerta lateral entro el director ataviado solo con una toalla alrededor de la cintura y mantuvo la puerta abierta mientras los seis chicos que habían estado en su casa pasaban también a la sala, ellos completamente desnudos. Cuando Diana creyó que ya había pasado todo Ana, Sonia, Leticia, Felipe y Rodrigo, su compañeros profesores también pasaron a la habitación.

Todos se quedaron a su alrededor y esperaron a que Dominatriz hablara

Dominatriz habló de nuevo:

-¿Sorprendidas, perritas mías?

Ahora Diana, sin el filtro que la comunicación vía Internet imprimía a la voz pudo identificar perfectamente quien era Dominatriz. Maria Jesús, su compañera de tutoría estaba sentada vestida con una traje de látex negro con los pechos fuera y una abertura a la altura de su sexo.

  • Cuando vi que eras tan ingenua como para entrar en el Messenger con el mismo nick y el mismo correo electrónico que habías repartido entre tus alumnos para que se comunicaran contigo si tenías dudas pensé que me había tocado la lotería. No me costo averiguar cuales eran tus deseos, incluso los que ni tu misma conocías .Una vez que aceptaste mis propuestas fue fácil filmarte desde el colegio y que mis alumnos favoritos me entregaran las imágenes que habían obtenido durante tus clases. Tus compañeros se han mantenido al margen, aunque me han mantenido informada de tus movimientos.

El resto ha sido fácil: un par de cámaras instaladas en tu despacho y la colaboración de Antonio, el director, nos ha posibilitado llegar hasta aquí. Cuando supimos lo de Katia lo entendimos como una propina.

Creemos que ahora que ya habéis asumido vuestro rol ya no hace falta presionaros ni amenazaros. ¿Es así?

Las dos asintieron con la cabeza.

-¿Entonces creéis que podemos quitaros el bocado de castigo?

Volvieron a asentir.

Antonio, el director, se acercó a ellas y les retiró el bocado.

Miraron a su alrededor de nuevo y pudieron observar que no eran las únicas siervas.

Ana y Leticia llevaban también al cuello un collar de perro y para su sorpresa Rodrigo y Felipe también. A lo largo del tiempo Maria Jesús y Antonio habían ido atrayendo al instituto profesorado afín a sus gustos. Les era relativamente fácil descartar a los que no eran como ellos querían y conservar a los que se adaptaban a su forma de vida. Que los dos fueran psiquiatras dedicados a la enseñanza facilitaba enormemente esta tarea.

Sonia vestía únicamente unos zapatos de tacón alto. Se acerco a Katia y tiró de su collar de perro hasta el cepo. Lo abrió y colocó a Katia, quitándole primero las esposas, con las manos y la cabeza sujetas en los agujeros que había en la madera. Después le quitó el arnés abriéndolo gracias al velcro que llevaba en los lados. Así, la postura inclinada y el culo levantado por las altas plataformas de sus zapatos Katia permanecía ofrecida a todo aquel que quisiera penetrar cualquiera de sus agujeros. La cadena que unía sus pezones permanecía suspendida en el aire. Para comprobarlo Sonia metió dos dedos en el coño de Katia comprobando que estaba completamente mojada. Sonrió a Dominatriz asintiendo.

Mientras esto ocurría Felipe y Rodrigo permanecían arrodillados al lado de Dominatriz y Ana y Leticia hacían lo propio al lado de Antonio. Este agarró ligeramente del pelo peinado en una coleta de Ana y dirigió su boca hacia su polla. Ana sin rechistar se metió la polla en la boca hasta la garganta y comenzó una lenta y profunda mamada. Leticia permanecía quieta esperando órdenes. Como si hubiera sido una señal Dominatriz empujo a Felipe hacia su coño y este comenzó a lamérselo metiéndole la lengua hasta el fondo.

Diana esperaba en medio de la habitación. A una indicación de Dominatriz Sonia se dirigió a ella y la llevó hasta la X de madera, le quito las esposas le puso los grilletes en las muñecas y cuando Diana creía que le pondría los grilletes en los tobillos les hizo una señal a los chicos que elevaron los tobillos de Diana hasta unos grilletes dispuestos al lado de los que sujetaban sus muñecas. Suspendida en el aire con los tobillos al lado de sus muñecas el sexo y el ano de Diana estaban expuestos totalmente. La misma postura hacía que su coño y su ano se dilataran sin que nadie les ejerciera ninguna presión.

Sonia metió dos dedos en el coño de Diana y pudo comprobar que al igual que Katia estaba completamente húmeda. Se inclinó hacia su coño y comenzó a lamérselo lentamente. Se separó un poco y golpeó con suavidad el clítoris de Diana. Esta se retorcía de gusto suspendida en el aire.

Después Sonia se acercó a los seis chicos y empezó a sobarles las pollas que a aquellas alturas estaban rígidas como la madera. Ellos comenzaron al sobarla por todos lados. Diana miraba alternativamente hacia el grupo de Sonia con los chicos y a Dominatriz, que ya era lamida a dúo por Felipe y Rodrigo, y Antonio, al que Ana y Leticia estaban lamiéndole la polla una por cada lado. Tres de los chicos se dirigieron a Katia y tres hacia Diana mientras Sonia se ponía un arnés con un pene de látex monstruoso, de treinta centímetros de largo y como una muñeca de mujer de grueso.

Los tres que se acercaron a Katia se dirigieron hacia su boca. Katia los recibió complacida, apenas se podía mover y eran ellos los que le follaban los labios.

Katia se atragantó varias veces pero no dejó de chupar. Mientras lo hacía Sonia se acercó por detrás y apuntó su pene de látex en el coño de Katia. Esta puso los ojos en blanco cuando sintió aquello entrándole en su sexo cuando por fin lo acomodó dentro de su vagina Sonia comenzó a salir y entrar mientras los chicos no paraban de follarle la boca. Katia no podía evitar correrse una y otra vez. Sonia se retiró y uno de los chicos se dirigió a su culo .Lentamente, pero de un solo movimiento penetró el ano de Katia.

En la banqueta que había debajo uno de los chicos se tumbó boca arriba y la penetró. Ella podía sentir las dos pollas dentro de ella y como la tercera le follaba la boca. Le excitaba tanto sentirse así sin poderse mover que encadenó varios orgasmos seguidos.

Antes de correrse, los tres se dirigieron a la parte donde se encontraba su cara y uno a uno fueron disparando su semen en la boca que Katia abría al máximo para que todo el semen fuera a parar a su boca. Era imposible, su pelo y toda su cara quedaron llenos de esperma y hasta le taparon los ojos.

Mientras, Diana, suspendida en el aire era penetrada por unos de los chicos que se habían dirigido a ella mientras otro tiraba de las pinzas de los pezones con fuerza.

Se retiró el que follaba su coño y el siguiente se la metió en el culo de un solo golpe.

Estar suspendida en el aire y no poder realizar ningún movimiento proporcionaba a Diana una excitación que hacía que los jugos de sus corridas resbalasen entre sus glúteos hasta su ano y de allí formaran un charquito en el suelo.

Los tres chicos la tomaron con su ano, completamente distendido y se corrieron uno tras otros a grandes embestidas. Diana quedó allí suspendida sintiendo como el semen caía hasta el suelo desde su culo.

Dominatriz quiso probar lo que hasta ahora solo había experimentado a través de la webcam y mando a Sonia que soltase a Katia y a Diana. Caminando con dificultad fueron hasta ella. Dominatriz apartó las cabezas de Felipe y Rodrigo con un gesto despectivo y les hizo una señal a las dos para que los reemplazasen en su tarea.

Diana se acercó primero y a cuatro patas delante del trono de Dominatriz comenzó a lamerle el coño todo lo mejor que sabía. Katia se puso en la misma postura esperando su turno. Mientras los seis chicos más Felipe y Rodrigo estaban puestos alrededor de Sonia, que ya se había quitado su gigantesco arnés y la follaban por todos sus agujeros. Sonia estaba cabalgando encima de uno de los chicos mientras otro se la metía por el culo, dos se la metían a la vez en la boca y ella masturbaba a uno con cada mano.

Dominatriz alternaba las caricias de Katia y de Diana agarrándolas por el pelo y acercando por turnos una cabeza u otra a su sexo.

Tal como estaban Felipe y Rodrigo abandonaron el grupo que estaba con Sonia y pidiéndole permiso con la mirada a Dominatriz penetraron a Diana y a Katia brutalmente. El placer que ellas sentían se lo transmitían directamente a Dominatriz hasta que esta tuvo un orgasmo colosal removiéndose entre estertores.

Casi al mismo tiempo Antonio se corrió en la cara de Ana y Leticia llenándolas de semen. A una orden de Dominatriz Sonia, Ana, Leticia Katia y Diana se pusieron en medio de la estancia y los seis chicos y Felipe y Rodrigo se pusieron a su alrededor haciendo que ellas les comieran las pollas hasta que se corrieron en sus caras, su pelo y sus tetas. Pasados unos momentos los chicos empezaron a orinar encima de ellas apuntando a sus bocas. Ninguna de ellas evitó saborear el sabor salado de la lluvia dorada.

Después Dominatriz las limpió personalmente con una manguera de agua helada y todos los restos de semen y orina desaparecieron por el desagüe dispuesto para ello.

Todos se cambiaron y salieron de la estancia con la seguridad de que el instituto estaba vacío a aquellas horas y nadie los vería.

Ahora todos compartían un secreto que solo rebelarían para añadir un nuevo miembro a su particular club.