Diana, la profesora sumisa (2)

Diana continúa profundizando en su condición de sumisa y tomando conciencia de la felicidad que le proporciona.

Diana, la profesora sumisa (2)

Agradezco profundamente los comentarios de todos sobre el primer episodio de esta serie. De nuevo agradezco a momone 89 su inestimable aportación de ideas para esta serie de relatos.

La tiza se deslizó por la pizarra extendiendo la "a" final de "Literatura" un palmo más de lo debido antes de romperse en dos debido a la presión ejercida. Sin volverse hacia la clase, Diana apoyó la mano en la pizarra dejando descansar el peso del cuerpo en ella por que las piernas le temblaban. Sus tacones altos dificultaban el equilibrio. Su boca se entreabrió para exhalar un suspiro. El vibrador de mariposa que llevaba sobre su clítoris producía una ligera e indolora descarga eléctrica además de la vibración propia del aparato. La humedad que esta sensación producía en su sexo contribuía a que el hormigueo eléctrico se extendiera por toda su vagina.

Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo el vibrador dejó de funcionar .Se volvió lentamente a la clase. Todos pudieron observar sus pezones erectos por la excitación a través de la fina blusa .Manuel, el cabecilla del grupo de sus alumnos favoritos, sonreía y la miraba de manera significativa. Katia tenía un lujurioso brillo de comprensión en los ojos. La humedad cubría el interior de los muslos de Diana y tuvo que hacer un esfuerzo para continuar el hilo de la clase sin que los demás alumnos notarán más de lo que ya muchos sospechaban.

Cuando la clase estaba apunto de acabar recibió un SMS de Dominatriz en su móvil.

"Ves al lavabo de profesores y siéntate en la taza". Sin duda Manuel mantenía al corriente a Dominatriz a través de los mensajes de móvil.

En cuanto acabó la clase se dirigió a donde su Ama le había indicado.

Abrió la puerta con llave, entró en uno de los compartimentos y se sentó allí a esperar. El lavabo estaba muy limpio. Solo los profesores podían utilizarlo y cada uno tenía una llave. Enfrente de tres lavamanos con sus respectivos espejos se alineaban tres compartimentos. En cada uno de ellos había un retrete, de esta manera el lavabo podía ser usado por varias personas aunque fuera de uso restringido a los profesores.

Entró, cerró tras de sí y por intuición se sentó en el que estaba en el centro, con un retrete más a cada lado separado por paneles. Al cabo de un instante pudo oír como la puerta se abría de nuevo y varias personas entraban. En ese mismo momento el vibrador empezó a funcionar de nuevo a máxima potencia. Intuyendo lo que venía se quitó la blusa y la falda y se quedó solo con las botas de tacón alto. Aquel aparatito que llevaba sujeto con un elástico dispuesto de manera que dejaba su ano y su vagina libres se accionaba por un mando a distancia. Supuso que Manuel y sus amigos habían recibido indicaciones de Dominatriz de cómo lo tenían que usar y cuando. Era tan efectivo que conseguía que se acercara al orgasmo en cuestión de segundos. Oyó una breve conversación en voz baja de las personas que habían entrado en el lavabo e inmediatamente después el ruido de unos paneles de madera que se retiraban de las paredes a cada lado del compartimiento dejando a la altura de su cara dos agujeros circulares de unos veinticinco centímetros de diámetro . Inmediatamente aparecieron allí dos pollas completamente depiladas. El tamaño de los agujeros le permitía ver y tocar también los testículos. Debido a la excitación que le provocaba el vibrador se abalanzó sobre ellas agarrando los dos trozos de carne palpitante con las manos. Masturba una mientras lamía y chupaba la otra con desesperación. Además de la excitación que le producían las sensaciones puramente físicas del vibrador y las pollas en su boca había un sentimiento que la excitaba por encima de eso y que era más poderoso. Sentirse utilizada como un instrumento de placer la mantenía mojada constantemente. Saber que en cualquier momento podía ser requerida para satisfacer a cualquiera por orden de su ama la excitaba como nunca ninguna otra cosa lo había hecho. Se recreó en recorrer con la lengua la superficie de aquellos penes completamente erectos y los testículos llenos de semen. Sonrió para sus adentros pensando que en realidad era ella quien salía beneficiada con aquella nueva vida. Una vida llena de placer, dominada por la incertidumbre de ignorar que sería lo próximo que su Ama le ordenaría, pero con la seguridad que daba saber que lo único correcto era obedecer a su Ama, sin la responsabilidad de tener que decidir.

Diana se esforzaba por procurar placer, metía aquellas pollas hasta la garganta y se follaba ella misma la boca una y otra vez. De pronto la puerta se abrió y vio a Manuel en el quicio. No hubo palabras, ante el asombro de Diana, Manuel la agarró del pelo y la obligó a levantarse. Le dio la vuelta y empujando su cabeza hacia delante la hizo inclinarse de forma que su cabeza quedaba de nuevo a la altura de los agujeros en los que aparecían las pollas y su culo y su sexo bien expuesto y levantado a la misma altura apuntando hacia la puerta abierta. Sin contemplaciones se la metió sin ninguna dificultad, ya que ella estaba completamente empapada por que a estas alturas ya había encadenado varios orgasmos.

Las pollas que antes había estado chupando fueron sustituidas por otras que ella chupó con el mismo entusiasmo. La polla de Manuel se abrió paso en su culo con cierta dificultad por que no había tenido dilatación previa, pero ella sintió placer igual.

A partir de aquel momento ya no reconoció quien era su follador, las pollas se fueron turnando en todos sus agujeros y se sintió penetrada sin saber en realidad quien era en cada momento aunque tenía la seguridad de que eran sus alumnos favoritos.

Las pollas en la boca era lo único que impedía que los alaridos de placer de Diana se escucharan en todo el instituto. Había perdido la cuenta de cuantos orgasmos había tenido cuando con la misma brusquedad con la que la puerta se había abierto se cerró no sin antes que su último follador le pegara un empujón para que se sentara de nuevo en el retrete. Unas tras otras las jóvenes pollas fueron apareciendo en los agujeros y descargando todo su esperma en la cara y las tetas de Diana a las pocas caricias que ella les daba con su lengua y su boca. El vibrador seguía a toda velocidad y cada descarga de semen encima de ella le procuraba un nuevo orgasmo. Después de la descarga ella limpiaba cada polla con esmero hasta que no quedaba ni un solo rastro de esperma.

Cuando acabó el último y Diana creía que se retirarían de nuevo una polla medio erecta apareció en uno de los agujeros y sin previo aviso empezó a orinar encima de ella. Acercó la boca para saborear el caliente líquido que resbalaba después por su piel para caer en su mayoría en el retrete. Cuando todos acabaron, sin una sola palabra los paneles volvieron a su sitio y ella pudo escuchar como los pasos se alejaban y la puerta se volvía a cerrar con llave. Solo en ese momento el vibrador dejó de funcionar y se quedó en reposo. Una sensación de saciedad la inundó. Espero un rato sentada disfrutando de todo lo que había pasado y después salió del compartimiento. Se aseó lo mejor que pudo en el lavamanos, se vistió de nuevo y salio del lavabo sin atreverse a quitarse el vibrador que su ama le había ordenado que se pusiera el día anterior.

Katia se cruzó con ella por el pasillo. Mirándola con ojos cómplices le dijo:

Dom… Maria Jesús quiere verte

Diana sonrió placidamente y se encaminó al despacho de Dominatriz

Cuando llegó golpeó con los nudillos la puerta.

Adelante – dijo Dominatriz

Diana entró con la cabeza baja seguida de Katia. La actitud de las dos mujeres era claramente sumisa, esperaban de pie con las piernas ligeramente abiertas y la vista en el suelo a que Dominatriz les dirigiera la palabra.

Dominatriz levantó la cabeza y se las quedó mirando fijamente satisfecha por el trabajo realizado con las dos. Se reclinó en el respaldo y le hizo un gesto a Katia para que se acercara. La cogió suavemente del pelo y la guió para que se metiera debajo de la mesa de rodillas. Abrió las piernas y levantándose la falda empujó la boca de Katia hacia su sexo desnudo y depilado. Ninguno de los del círculo de Amos y Siervos llevaba ropa interior y Katia comenzó directamente a lamer el clítoris de Dominatriz de manera suave y dulce.

Mis chicos me han dicho que te has portado estupendamente con ellos en el lavabo.

Gracias , Ama – contestó Diana

Aprendes rápido y te entregas, eso esta bien, pero hemos de seguir progresando. Esta tarde vendréis las dos conmigo al centro comercial, me ayudareis con los preparativos de la fiesta que quiero dar en nuestra casa de campo.

Como digas, Ama.

Dominatriz cerró los ojos y entreabrió los labios. Su respiración se aceleraba y sus mejillas estaban sonrojándose ligeramente por el buen trabajo que estaba haciendo Katia.

Antonio te preparará ahora – le dijo Dominatriz

En ese momento la puerta lateral del despacho de Dominatriz, la que daba al despacho de Antonio, el director, se abrió y apareció en la puerta con una bolsa en la mano.

Desnúdate – Le dijo Dominatriz

Diana obedeció lentamente mientras Antonio se acercaba a ella. Se quitó la blusa y la falda dejándose el arnés elástico que sujetaba el vibrador.

Sus pezones estaban erectos y un ligero cosquilleo recorría su sexo.

Antonio le quitó el arnés con cuidado y saco de su bolsa un consolador doble de buen tamaño. Diana abrió las piernas las flexionó para facilitarle la tarea.

Antonio pellizcó sus pezones poniéndolos todavía más duros. Bajó su mano al sexo de Diana y pudo comprobar que ya estaba mojado. El consolador ya estaba lubricado y sin mucha dificultad lo introdujo en el sexo y en el ano de Diana. Esta cerró los ojos sintiendo el placer que aquellas dos pollas de suave látex le proporcionaban.

Antonio volvió a meter la mano en la bolsa y saco una cuerda de algodón blanca bastante larga. Pasó la cuerda por el sexo de Diana de forma que impidiese que se saliera el consolador .y dio un par de vueltas a la cintura de Diana.

Dominatriz seguía disfrutando de la lengua de Katia y cuando Antonio termino de atar bien la cuerda le dijo a Diana con voz ronca y entrecortada.

Tú y Katia me recogeréis en casa a las seis de la tarde. Las dos llevareis un vestido de una pieza que marque el busto pero que tenga la falda de vuelo y corta, zapatos de tacón alto fáciles de quitar. Iremos al centro comercial y allí me ayudareis a comprar lo que necesito para la fiesta.

Si, Ama.

Cuando terminó de hablar Dominatriz cogió la cabeza de Katia y la apretó contra su sexo obligando a lamer los jugos de su corrida. Tuvo que morderse los labios para que los jadeos no se oyeran desde fuera del despacho.

Cuando se calmó un poco dejó que Katia saliera de debajo de la mesa del despacho.

Tenía la cara húmeda de la corrida de Dominatriz y el pelo revuelto. Se arregló la ropa un poco y esperó órdenes al lado de Diana.

Podéis retiraros – les espetó Dominatriz atendiendo de nuevo a sus papeles.

A Diana le costó un poco acostumbrarse a caminar con los dos penes de látex dentro, pero al cabo de un rato consiguió que no se le notara mucho que caminaba necesariamente con las piernas más separadas de lo habitual.

Llevó mucho cuidado para que los jugos de la excitación que le provocaba llevar aquello puesto no mancharan los asientos que utilizaba.

Cuando sonó el timbre de final de las clases Katia y Diana se apresuraron para prepararse tal como su ama les había indicado. Katia pasó por su casa para recoger un vestido de las características que Dominatriz exigía y fueron a casa de Diana.

Allí las dos se ayudaron a vestirse mientras se acariciaban.

Diana se puso un vestido rojo de tirantes muy ajustado en el pecho que realzaba sus grandes tetas a pesar de no llevar ropa interior, con la falda a medio muslo y mucho vuelo.

Utilizó unos zapatos rojos de tacón y plataforma.

Katia llevaba uno blanco y negro con unos zapatos de tacón de aguja negros que Diana le prestó. Era más corto que el de Diana y marcaba igualmente los pezones.

Bajaron hasta el coche con el tiempo justo de recoger a Dominatriz.

Cuando llegaron a la portería de Dominatriz la llamaron por el móvil y al cabo de un rato ella bajó. Para sorpresa de las dos Antonio acompañaba a su Ama.

Dominatriz hizo sentarse a Katia en el asiento de atrás, junto a Antonio. Y ella se sentó en el asiento del copiloto. En cuanto iniciaron la marcha Antonio empujó la cabeza de Katia hacia su bragueta, sin palabras esta entendió y sacando el pene de su prisión se lo metió en su boca, comenzando acariciar con su lengua el prepucio sin sacárselo de la boca. Antonio reclinó su cabeza hacia atrás disfrutando de la caricia.

Se encaminaron al centro comercial que Dominatriz le indicó a Diana.

Cuando llegaron metieron el coche en el parking .Una vez estacionado esperaron a que Katia terminara su trabajo. Antonio resopló mientras se corría en la boca de Katia y esta tragaba hasta la última gota de leche y le limpiaba hasta el más mínimo resto de semen.

Bajaron del coche y allí mismo Dominatriz les revisó de arriba abajo para ver si habían cumplido sus órdenes. Comprobó que Diana llevaba el doble consolador cuyo mando a distancia ella llevaba en el bolso, pellizcó sus pezones y ajustó los pechos bien levantados para que todos pudieran observar su tamaño y rotundidad.

Después se dirigió a Katia, le hizo dar una vuelta en redondo y sin ningún tipo de disimulo levantó su falda para comprobar que llevaba el sexo bien depilado. Metió los dedos entre los labios de su sexo y pudo comprobar que la tarea que había venido realizando por el camino le había excitado sobremanera, por que estaba completamente mojada. Acercó los dedos húmedos a la boca de Diana e hizo que esta se los lamiera hasta dejarlos limpios.

Satisfecha se dirigió a las escaleras mecánicas junto a Antonio y ellas dos les siguieron.

Diana notó un cosquilleo de satisfacción cuando notó como el hombre que las seguía en las escaleras mecánicas se quedaba con la boca abierta al poder observar desde su posición como Katia no llevaba ropa interior y podía apreciar su culito respingón y le dijo a Katia que se diera la vuelta para que pudiera verle el sexo, cosa que ella hizo divertida, girándose disimuladamente y dejando bien a la vista su sexo depilado. Como las escaleras eran largas le dio tiempo a girarse de nuevo y a inclinarse hacia delante con lo que su culo y la parte baja de su sexo quedaron al aire.

Cuando llegaron arriba del todo pudieron ver como el hombre presentaba una erección en toda regla y hacía verdaderos esfuerzos con su maletín de ejecutivo para disimularlo.

Dominatriz y Antonio caminaban delante y ellas los seguían como dos perritas. La vergüenza que les provocaba como las miraba todo el mundo las excitaba mucho.

Todos los hombres y algunas mujeres se las quedaban observando cuando sus faldas de vuelo dejaban ver parte de sus encantos al moverse con el viento que provocaba andar con tacones al rápido ritmo que sus amos les imponían. Ellas llevaban las bolsas de los productos que sus amos iban comprando y era curioso verlas cargadas caminando deprisa y con dificultad detrás de Dominatriz y Antonio.

Dominatriz encargó varios manjares en diversas tiendas de delicatessen y Diana y Katia se dieron cuenta de que la fiesta iba a ser numerosa.

Cuando acabaron de encargar las viandas se encaminaron a una discreta tienda en un rincón del centro comercial. En ella se disponían zapatos que ninguna mujer se atrevería a llevar por la calle, la tienda se dedicaba casi exclusivamente a vender a go-gós, estrippers, y prostitutas pero últimamente muchas mujeres se habían hecho clientas para vestirse para sus maridos y amantes, incluso para lucir en fiestas swingers el calzado, los disfraces y la ropa interior sexy que allí vendían sin tener que entrar en un sex shop.

La tienda estaba vacía y el dependiente se dirigió inmediatamente a ellos cuando entraron.

Los cuatro se sentaron en los bancos dispuestos para los clientes

Dominatriz se dirigió al dependiente y sin preámbulos le espetó:

Quiero unos zapatos para mis perras

El dependiente tuvo unos segundos de vacilación y

Como guste, señora – contestó

Me gustan aquellas – dijo Dominatriz señalando un modelo.

El dependiente se dirigió adentro y salio cargado con unas voluminosas cajas. Sacó de ellas unas botas de látex negro por encima de las rodillas con plataforma y tacón de aluminio.

Primero se dirigió a Katia y le sacó delicadamente los zapatos. Katia pudo sentir el temblor en las manos del dependiente cuando este pudo observar en primer plano su sexo depilado y, complacida, abrió las piernas y subió distraídamente su falda para que pudiera verlo sin dificultad. El dependiente cogió las botas y ayudó a Katia a colocárselas. No entraban con facilidad y Katia abrió las piernas haciendo fuerza dejando de esta manera su sexo completamente abierto a la vista del dependiente enseñándole la humedad que lo bañaba. El dependiente, a pesar de tener una clientela un tanto especial, sudaba y estaba ligeramente colorado. Cuando Katia tuvo las dos botas puestas Dominatriz la hizo levantarse y caminar delante de ellos. Los tacones y las plataformas hacían que las bonitas nalgas de Katia se bambolearan exageradamente levantando su vestido a cada paso dejando sus nalgas a la vista. Dominatriz se levantó y la llevó ante un espejo de cuerpo entero dispuesto en medio de la tienda y levantó la falda de Katia hasta donde se ajustaba a sus senos. El aspecto de Katia desnuda de pecho para abajo y solo calzada con las botas era espectacular. El dependiente tenía ya una evidente erección y Dominatriz sonreía maliciosamente.

Me gustan, me las quedo para mi perra. Ahora quiero aquellos zapatos.

El dependiente repitió la operación y sacó unos zapatos de metacrilato tal como le indicaba Dominatriz.

Repitió la operación con Diana y mientras le estaba calzando los zapatos Dominatriz encendió con el mando a Distancia el doble consolador que esta llevaba puesto.

Diana pegó un leve tirón de su pierna cuando notó como el aparato empezaba a vibrar dentro de ella. El morbo del dependiente abrochándole la tiras de los zapatos mientras ella sentía aquella caricia dentro hizo que se tuviera un orgasmo que no pudo disimular por mucha vergüenza que le provocaba la situación, ya que iba paralela al placer que estaba sintiendo. En realidad no sabía muy bien si era la misma vergüenza la que le estaba provocando el orgasmo. Involuntariamente presionó con su otro pie descalzo el pene del dependiente, que no pudo aguantar más y se corrió manchándose los pantalones.

Dominatriz paró el vibrador con el mando a distancia mientras el dependiente metía los zapatos en su caja sin atreverse a levantar la cabeza. Sin mirarlos a los ojos les cobró en metálico y pudieron oír como cerraba la puerta con candado detrás de ellos cuando los cuatro salieron por la puerta. Sonrieron pensando en como iría a limpiarse masturbándose de nuevo recordando la escena.

Se dirigieron a una cafetería y se sentaron los cuatro. Dominatriz indicó a Diana y a Katia que se sentaran con las piernas abiertas y con la piel en contacto con el asiento.

El camarero se percató al instante de que algo extraño sucedía y aún así abrió los ojos desmesuradamente cuando Antonio le susurró algo al oído y deslizó un billete de cincuenta euros en su mano. Le indicó a Diana que fuera detrás de la barra.

Diana se levantó temblando y sintiendo todas las miradas encima suyo, a pesar de que los clientes del local estaban ensimismados en sus conversaciones.

Tal como le había indicado Antonio, Diana se agachó detrás de la barra procurando que nadie la viera y mientras el camarero seguía haciendo los cafés comenzó una mamada frenética procurando que el camarero se corriera lo antes posible, le aterraba que alguien los pudiera pillar. Lamió con fuerza el prepucio mientras masturbaba con fuerza con su mano y hacía bajar y subir rápidamente la piel del pene. Se aplicó tanto que el camarero llegó al orgasmo en pocos segundos. Antes de correrse se retiró de ella y dejó caer su semen en los cafés que estaba preparando para Diana y Katia.

Con disimulo Diana volvió a la mesa con la cara colorada dándose cuenta de que algunos clientes se habían percatado de que salía de detrás del mostrador. A pesar de ello nadie reaccionó de una manera extraña. El camarero vino a los pocos instantes con dos cafés solos y dos cafés "manchados" de leche que Katia y Diana bebieron sin rechistar. Diana se preguntaba como era capaz de hacer aquello y además sentir placer.

Saboreó el café especial excitada mientras miraba a Katia de manera cómplice.

El camarero los invitó al café y ellos marcharon hacia el parking, caminando Antonio y Dominatriz delante de ellos mientras Katia y Diana cargaban con todo lo que habían comprado. Dominatriz encendía intermitentemente el vibrador mientras Diana caminaba, obligándose a disminuir el paso. A duras penas llegaron al parking donde Dominatriz se dirigió a ellas.

  • Me ha excitado lo obediente que habéis sido hoy, no me gustaría irme a casa así.

Sin decir nada más se colocó entre el coche de Diana y el que estaba estacionado al lado y subiéndose la falda hasta la cintura apoyó las manos en el techo del coche y abriendo las piernas y proyectando su culo hacia atrás las miró esperando.

Diana y Katia no necesitaron más ordenes y se agacharon Diana por delante y Katia por detrás, procediendo cada una a lamer el agujero indicado. Antonio estaba excitado de nuevo y comprobando que Dominatriz necesitaba algo más se acercó a ella por detrás y apartando a Katia la penetró desde detrás, sintiendo la lengua de Diana deslizarse por el tronco de su pene y el clítoris de Dominatriz mientras Katia le acariciaba los testículos.

La excitación acumulada y el morbo de poder ser sorprendidos en plena orgía hicieron que tanto Antonio como Dominatriz se corrieran al poco rato entre convulsiones mientras Antonio se vaciaba dentro de ella. Mientras recuperaban el aliento Diana limpiaba con la lengua el sexo de Dominatriz recogiendo todos su jugos y el esperma que resbalaba entre los labios vaginales y Katia limpiaba con esmero la polla de Antonio hasta dejarla completamente limpia.

Se arreglaron la ropa ante la mirada extrañada de lo ocupantes del coche que pasaba en ese momento camino de la salida del parking. Se montaron en el coche dispuestos de la misma manera en la que habían llegado y Diana condujo hasta la casa de sus amos dejándolos en la puerta. Cuando salía del coche Dominatriz arrojó el mando a distancia encima del asiento y le dijo a Diana:

Cuando llegues a casa puedes quitarte las cuerdas y el vibrador.

Si, Ama – dijo Diana.

Por el camino llamó a los padres de Katia pidiéndoles permiso para que esta se quedara a dormir en su casa y estos se mostraron encantados de que su hija fuera una alumna tan brillante como para que una de sus profesoras le tuviera tanto cariño que la invitara a dormir a su casa.

Cuando llegaron a casa las dos se metieron juntas en la amplia bañera de Diana y estuvieron bañándose la una la otra delicadamente hasta que se relajaron y salieron del agua para cenar frugalmente envueltas en el albornoz. Se durmieron una junto a la otra mirando la tele hasta que de madrugada se despertaron y se fueron a la cama a dormir con una dulce sonrisa en la boca. Eran felices, sabían que es lo que tenían que hacer en cada momento. Solo lo que les ordenara su Ama, procurarle placer, vivir para ella. Era muy tranquilizador tener un objetivo tan claro en la vida.

Al día siguiente Katia y Diana fueron llamadas al despacho de Dominatriz al poco de entrar en instituto.

Los padres de Luís habían llamado y querían concertar una entrevista.

Dominatriz se guardó para sí que los Padres de Luís querían felicitar a aquella profesora que había conseguido que su hijo volviera a aplicarse en los estudios. Dejó a Diana con la incertidumbre de que era lo que venían a decirle. Desde las cámaras ocultas que habían instalado en el despacho de tutoría de Diana conectadas al ordenador de Dominatriz esta se disponía a pasar un buen rato viendo como reaccionaba Diana a las sorpresas que le tenía preparadas. Dominatriz ordenó a Diana que se pusiera el vibrador con micro descargas eléctricas y que se vistiera de manera un poco más provocativa de lo habitual. Diana obedeció sin rechistar.

Dominatriz y el director se sentaron delante del ordenador y llamaron a Katia para que esta fuera jugando con ellos debajo de la mesa mientras ellos miraban lo que pasaba.

A la hora en la que habían concertado la entrevista todo estaba dispuesto.

Pedro y María, los padres de Luís, se dirigieron una mirada cómplice cuando Diana salió a saludarles levantándose desde su mesa tras el escritorio. Calzaba unas botas de tacón alto por encima de las rodillas, sus esbeltas piernas estaban completamente a la vista puesto que la minifalda que se había puesto apenas si llegaba a tapar su sexo por debajo y por encima la cinturilla dejaba ver parte de su pubis. En definitiva no era más que un cinturón ancho, y no demasiado ancho. Bajo su blusa blanca abierta hasta el tercer botón, por debajo de la altura de sus pechos, los pezones se podían apreciar perfectamente. Estaban completamente erectos por la excitación que le provocaba estar casi desnuda delante de los padres de uno de sus alumnos favoritos. El canal que separaba sus grandes pechos se podía apreciar completamente. Los padres de Luís también tenían la sensación de que ella estaba desnuda.

Pedro era un hombre maduro de unos cuarenta y cinco años, bien conservado y a juzgar por sus pectorales y su vientre plano era asiduo al gimnasio. Aparentaba seguridad en si mismo y se movía de manera decidida y sin titubeos. María era una mujer muy hermosa. Vestía elegantemente. Una blusa negra semitransparente dejaba ver un sujetador que realzaba su pecho juntando y levantando los senos, haciéndolos apuntar hacía adelante orgullosamente y evidenciando unos miles de euros en una cirugía realizada por manos muy profesionales. Una minifalda roja dejaba ver, al realizar depende que movimientos, unas medias negras sujetas a unos torneados y firmes muslos. Remataba su indumentaria con unos zapatos negros de tacón alto. Se movía de una manera felina, contoneando sus caderas a cada movimiento.

Tomaron asiento por indicación de Diana. Al sentarse María separó las piernas ligeramente justo antes de cruzarlas elegantemente y Diana pudo apreciar que no llevaba ropa interior. Comprendió que era casi una cuestión estética, por que aquella falda ajustada hubiera marcado cualquier ropa interior que María se hubiera puesto por pequeña que fuera.

Diana esperó prudentemente que ellos empezaran la conversación.

Verá, señorita Diana…- empezó Pedro, que parecía llevar la voz cantante.

Por favor no me traten de usted…- se apresuró a decirle Diana.

Bien entonces todos de tú. -Le contestó Pedro con una sonrisa.- El caso en que queríamos agradecerle lo que está haciendo por nuestro hijo.

Bueno, es mi obligación... – dijo Diana aliviada pero prudente y esperando a ver por donde seguía la conversación.

Mientras, en la habitación de al lado Katia ya estaba desnuda debajo de la mesa poniendo a punto a Dominatriz y Antonio, que miraban atentamente a la pantalla de su ordenador como se desarrollaba la entrevista. Alternaba sus caricias con la lengua en el depilado sexo de Dominatriz y el pene ya erecto de Antonio. Cuando lamía el sexo de Dominatriz masturbaba a Antonio con la mano y cuando lamía y chupaba el pene de Antonio acariciaba el clítoris de Dominatriz. Sus amos habían insertado en sus agujeros un consolador doble a máxima potencia para "motivarla".

Pedro guardó silencio unos instantes como tomando fuerza antes de proseguir.

Mira, a pesar de haber tenido siempre mucha confianza con Luís, teníamos la sensación que de un tiempo a esta parte lo estábamos perdiendo. Y era una pena que un chico inteligente estropeara su futuro. Desde que tú le das clase está muy motivado. Como te he dicho antes siempre hemos tenido mucha confianza con el y siempre hemos sido muy liberales, hemos evitado los tabúes en la familia, es por eso que no tenemos ningún problema en que tu manera de motivarlo sea un tanto especial. Es más, lo aprobamos por que es realmente efectiva.

Pedro hizo una pausa y cogió aire como si hubiera soltado una piedra muy pesada. Diana se quedó en silencio perpleja mientras miraba a los dos padres alternativamente.

Fue el momento elegido por Dominatriz para poner en marcha el vibrador. Diana pegó un respingo y se ruborizó. Los padres de Luís interpretaron que era por las palabras que había dicho Pedro. María tomó la palabra.

Entendemos que te sorprenda, pero ya te hemos dicho que no teníamos tabúes con Luís. Yo misma le di sus primeras lecciones de cómo tenía que dar placer a una mujer, y te aseguro que fue muy temprano. Tenemos varios Sex Shops y para nosotros el sexo es un juego.

La conversación y el vibrador tenían a Diana completamente excitada, y no pudo evitar bajar una mano hasta su sexo para acariciarse.

Tampoco tenemos tabúes entre nosotros- continuó María – por eso quisimos venir a verte. Queríamos conocer a la mujer que está haciendo que nuestro hijo vuelva al buen camino utilizando el sexo tan bien como dice Luís que lo haces. Es más, nos gustaría probar esas habilidades que el dice que tienes.

Diana se levantó lentamente y se dirigió a la puerta para cerrarla con llave.

Volvió de nuevo a la mesa ya con su culo y su sexo a la vista por que la corta falda se había quedado arremangada. Cuando llegó a la altura de los dos butacones donde se sentaban Pedro y María pudo apreciar como ella había abierto sus piernas dejando su sexo a la vista. Notó como Dominatriz incrementaba la potencia del vibrador y entendió la señal.

Luís había contado a sus padres con pelos y señales sus encuentros con Diana en una de las "clases" que María daba a su hijo mientras Pedro los observaba e intervenía de vez en cuando. Mientras María chupaba la polla de su hijo y Pedro penetraba a su mujer a grandes empujones Luís les contó todo el asunto Diana buscando una mayor excitación del trío. María obró en consecuencia y mirando fijamente a Diana a los ojos le espetó con voz ronca:

De rodillas , perra

Si, señora – contestó Diana sumisa.

Diana se arrodilló y comenzó a lamer el sexo de María con fruición debido a su tremendo estado de excitación. María cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia atrás entreabriendo al boca en un suspiro.

Pedro miraba la escena. Tenía el culo en pompa de Diana en primer plano y no pudiendo aguantar más se saco su pene y empezó a acariciarlo.

En la habitación de al lado Antonio dio una palmada en el culo de Katia instándola a que acelerara su trabajo. Esta comenzó a meterse la polla de Antonio hasta la garganta una y otra vez follándose ella misma la boca mientras metía dos dedos en el sexo de Dominatriz y los metía y sacaba a toda velocidad. El interior de sus muslos estaba brillante por que sus jugos resbalaban hasta las rodillas. Los consoladores y el placer que le provocaba sentirse un juguete sexual habían hecho que se corriera varias veces ya.

Pedro aceleró su masturbación cuando vio como Diana llevaba una mano a su sexo y empezaba a darse placer. María jadeaba agarrando del pelo a Diana empujándola contra su sexo. Diana metió dos dedos en el sexo de María provocándole el primer orgasmo cuyos abundantes jugos le hizo beberse esta. Cuando recuperó el aliento, sin soltar el pelo de Diana la levantó y empujó su cabeza hasta el sexo de Pedro que vio como Diana se acercaba a su pene con la boca abierta y lo engullía de un solo golpe hasta su garganta. Un par de palmadas en el culo hicieron entender a Diana que tenía que esmerarse. Utilizó todas las técnicas aprendidas recientemente hasta que Pedro tuvo que apartarla para no correrse todavía. Entre los dos agarraron a la sierva y hicieron que se acostara boca abajo con la parte superior de su cuerpo encima de la mesa y el culo en pompa , con los pies apoyados en el suelo, de forma que su sexo y su culo quedaban bien expuestos. Pedro la penetró analmente sin contemplaciones mientras María se dirigía hacia su cara y le se abría el culo con las manos para que Diana le hiciera un beso negro.

Mientras miraban a escena Dominatriz se había sentado de espaldas a Antonio y se había ensartado en su polla. Katia los lamía a los dos. Recogiendo los jugos que Dominatriz derramaba en cada orgasmo.

Pedro no podía más y agarrando a Diana por el pelo la hizo arrodillarse delante de el.

María miraba la escena mientras se masturbaba. A las pocas caricias de Diana Pedro alejó la polla de su cara unos centímetros y se corrió abundantemente. Las gotas de semen resbalaban por la cara de Diana que se esforzaba en recogerlo todo con la lengua.

María se arrodilló a su lado y lamió el semen que quedaba por su cara compartiéndolo con Diana. La besó en la boca pasándose con sus lenguas el semen recogido.

Dominatriz había tenido varios orgasmos y dejó que Antonio disfrutara con la boca de Katia. Esta aceleró sus caricias presa de un orgasmo salvaje que culminó en un gemido cuando Antonio se corrió abundantemente dentro de su boca y ella dejó que el semen resbalara por el tronco del pene hasta que exprimió la última gota para después recogerlo con la lengua y dejar completamente limpio el pubis y el sexo de Antonio.

María, Pedro y Diana habían recompuesto ya sus ropas y volvían a estar sentados cada uno en su sitio.

Como te decíamos, en muestra de agradecimiento te hemos traído un regalo que podrás lucir en la fiesta que este fin de semana ha organizado Dominatriz.

Diana se quedó parada comprendiendo de repente. María y Pedro conocían a Dominatriz y ella había organizado el encuentro.

Pedro abrió un estuche de terciopelo negro y un collar de esclava adornado con brillantes encastados con un gusto exquisito apareció ante sus ojos. Lo cogió con manos trémulas y se lo puso alrededor del cuello comprobando que la medida era perfecta. Con los ojos húmedos de agradecimiento despidió con un beso en la boca a los Padres de Luís emplazándose a encontrarse en al fiesta del fin de semana.

Cuando se fueron volvió a sentarse en su silla reflexionando sobre lo feliz que era. Entendía que su Ama la amaba y que procuraba proporcionarle el máximo placer en cada momento del día. Se sentía bien obedeciendo ciegamente por que eso satisfacía a su ama y repercutía en la obtención de placer. Amaba a su Ama por que tenía la certeza de que ella obtenía más placer que su ama y que su ama tenía como objetivo hacer que ella disfrutase. Unas lágrimas de felicidad corrieron por sus mejillas serenamente. Se sentía plena. En el fondo era casi un sentimiento egoísta. Por eso decidió que en la fiesta obedecería ciegamente a Dominatriz fuera lo que fuese que esta le mandase y conseguiría que su ama estuviera orgullosa de ella.

Se secó las lágrimas llamó a Katia al móvil sin sospechar que estaba en la habitación de al lado y quedaron en casa para prepararse para la fiesta que duraría todo el fin de semana.