Diana

-Te veía cómo una estrella. ¡Hombres! Sólo piensan en una cosa -¡Y vosotras en coquetear!

Diana había ido a la boda de un amigo. Al final del banquete comenzó el baile y después del vals que bailaron el novio y la novia, comenzaron a bailar los invitados. Gerardo un amigo de universidad por el que jamás había sentido atracción física, la llamó a bailar. Bailaron y ya se quedaron juntos. Diana no era amiga de pasarse de copas, pero ese día se pasó un poquitín, sin estar borracha. Estaba desinhibida. Después de la tarta, y tomando champán, le dijo a Gerardo:

-¿Te puedo hacer una pregunta personal?

-Dispara.

-¿Por qué nunca me echaste los tejos? ¿Es qué no te gusto como mujer?

-Más que el comer, pero te veía inalcanzable como una estrella.

-Vaya, no me lo esperaba.

-¿Yo a ti te gusto?

-No estás mal, pero no eres mi tipo.

-Lo suponía. ¿Por qué me preguntaste lo de los tejos?

-Era por coquetear. Aunque...

-¿Qué?

-No estoy tan bebida como para decirlo

-¿Aunque, qué?

-Olvídalo.

Diana, de un sorbo acabó el champán de la copa. Gerardo se la volvió a llenar y llenó la suya.

Volvió la coquetería. Juntó la cabeza a la de Gerardo, y le dijo:

-¿Me quieres emborrachar, travieso?

Gerardo ya se lanzó a tumba abierta.

-Sí, a ver si así te llevo a la cama.

Diana, volvió a acercar la cabeza a la de Gerardo, le sopló en una oreja, y sonriendo, le dijo:

-Sueña.

Estaban sentados en un gran banco. Sentada al lado de Diana estaba una chica a la que no conocía y al lado de Gerardo una anciana.

Gerardo metió la mano debajo del mantel y le tocó un muslo a Diana. Diana volvió a acercar la cabeza a él, y esta vez, con sonrisa fingida, le dijo al oído:

-Como no quites la mano te va a caer una hostia que te va a quedar la cara del revés.

Gerardo se apresuró a quitar la mano.

-Tenía que intentarlo.

En tono jocoso, dijo Diana:

-Te veía como una estrella. ¡Hombres! Sólo piensan en una cosa!

-¡Y vosotras en coquetear!

La anciana que estaba al lado de Gerardo, y que estaba de un contento subido, le dijo al marido: "Los tortolitos se están peleando. ¡Esta noche hay tema!" El anciano, que estaba de contento como ella, y encima no oía muy bien, le preguntó: "¡¿Vamos a darle gusto al cuerpo?!" A lo que la anciana le respondió: "Estamos en Mayo, hasta Noviembre no es tu cumpleaños, Toño..."

Diana y Gerardo se miraron y sin poder evitarlo, les dio la risa.

A las seis de la tarde, le dijo Gerardo a Diana:

-Yo me voy. Fue bonito que coincidiéramos.

-¿En que vuelves al piso?

-Tengo el coche fuera.

-¿Me acercas a la mía?

-Claro, así también sé donde vives.

Veinte minutos más tarde, Diana estaba en el piso de Gerardo, empotrada contra la pared, con las tetas al aire y vestida sólo con sus bragas blancas. Gerardo, torso al descubierto, le comía la boca y le metía una mano dentro de las bragas. Diana, le dijo:

-Tengo el coñito mega mojado. Quiero probar mi jugo, huevón.

Gerardo le quitó los dos dedos de coñito y se los metió en la boca. Diana los lamió y los chupó.

-¡Ummmmmmm! Está rico, rico.

-!Rico te lo voy a meter yo, viciosa!

Le dio la vuelta, se bajó los pantalones y le quitó las bragas. Diana se apoyó con las manos en la pared, se abrió de piernas y recibió la polla de Gerardo en su coño.

-¿Te gusta así, perrilla?

-¡Sí, dame lo mío y lo de mis primas!

-¡Te voy a dar hasta Semana Santa, cerda!

Gerardo le empezó a dar candela.

-¡Más fuerte, cabrón, mas fuerte!

Le dio más fuerte.

-¡Más fuerte y más rápido, marica!

-¡Si hago eso me corro y te lleno el coño de leche, zorra!

-¿Pero tú no eras el que me iba a dar hasta Semana santa, maricón?!

-¡Ay qué me corro!

-¡Ni se te ocurra, bicho, mi coño no está para lluvias!

Diana, separó de ella a Gerardo, lo fue empujando hasta que se cayó sobre la cama. Lo desnudó, subió encima de él y le puso el coño cerca de la boca.

-¡Come, sopla pollas!

-¡Serás puta!

Diana lo calló tapándole la boca con el coño empapado.

Gerardo, con la polla mirando a techo dejó que se lo frotase largo rato contra la lengua, el mentón y la nariz.

Luego, Diana, le dio las tetas a mamar.

-¡Chupa, baboso!

-¡Babosa, tú, abraza farolas!

Le apretó una teta contra la boca.

-¡¡Chupa, coooooooño!!

Gerardo, chupó, y chupó con ganas.

-¡Cógelas y muerde los pezones, capullo!

-¡Te los voy a arrancar, gorrina!

-¡Arranca, marica de playa!

Gerardo le cogió las tetas con las dos manos y mordió tetas y pezones.

Diana ya estaba que echaba por fuera.

-¿Si meto tu polla en mi coño aguantarás, desgracia humana?

-Cinco segundos, mamona.

-¿Entonces me voy a correr en tu boca, lame culos?

-Tu misma, guarra.

Diana le volvió a poner el coño en la boca. Gerardo le metió la lengua dentro del coño. y comenzó a masturbase. Lo cabalgó como si estuviera follando la polla. No tardó en decir.

-¡Te voy a ahogar, picha floja! ¡¡¡Tooooooooooooooma!!!

Del coño de Diana cayó una pequeña cascada de jugo y de la polla de Gerardo salió un chorro de leche que fue a parar a la espalda de Diana. La joven, con los ojos cerrados, acariciando las tetas y jadeando, se corrió como lo que era, una diosa.

Quique.