Diana

El dulce y fugaz encuentro de dos amantes ansiosos de probar el placer

En aquellos momentos a Arturo no le importaba mucho lo que le contaba su amigo Juan, apoyados en la barra de aquel nuevo local de copas su mente solo  podía estar ocupada en ella, aquella rubia cuyos ojos estaban ocultos tras unas gafas de sol que le conferían un aire realmente interesante y que desde una mesa en la terraza del local, sentada junto a sus amigos, posiblemente alguno su novio, no dejaba de mirarle y de provocarle con su media sonrisa.

Juan se esforzaba en comentarle una tras otras todas las vicisitudes de su vida conyugal, en un vano intento de que pudiera aconsejarle que hacer, mientras el no perdía de vista la sonrisa de ella que, quizás sin saberlo, le invitaba a recrear mentalmente como sería tener cerca y poder besar esos labios.

  • ¿tu como lo ves? – le espetó Juan...

Jo, pensó, ¿como veo que? Pero si no se ni de que me habla...

  • Bueno, bueno, yo creo que lo mejor es darse unos días, no hagas nada, espera acontecimientos… - echo mano de frases hechas sin sentido que esperaba ayudasen a disimular su descortesía, en vez de ayudar a su amigo estaba en su mundo.. - Si Juan lo supiese, quizás dejaría de tenerlo en tan alta estima.

  • Tío, no se como lo haces, pero siempre acabas dando en la tecla, haré eso, esperaré a ver por donde me sale Carmen, y luego decidiré que hacer.

Jajaj se río para si, si supieses… pensaba ajja, pero bueno, al menos había conseguido salvar una situación delicada, como casi siempre, no podía negar que era un tipo con suerte.

Mientras tanto la cara de ella se fue fijando más en su retina, en su mente, incluso en su pelvis, donde notó, con sorpresa y entusiasmo, como su físico respondía a los estímulos de su mente. De repente ella se despojó de las gafas y las dejó sobre la mesa, al cambiar la vista de lugar observo como los ojos de ella no se fijaban ahora en su cara, en sus ojos, como había sido normal en minutos anteriores, noto con pudor como ella miraba su entrepierna, donde se vislumbraba el inicio de una erección.

Eso le excitó, noto como sus mejillas se sonrosaban de pudor y como su pene experimentaba un ligero espasmo de satisfacción. No dudó, era ahora o nunca, o conseguía mantener la mirada de ella o aquello acabaría con el en casa masturbándose en solitario lamentándose por desaprovechar la ocasión  que el destino le brindaba. La miro a los ojos y le dijo todo, ella bajo la mirada al ver que con su vista fija en ella, el le estaba proponiendo un viaje al centro del placer… pero de repente… ¡! Ohhh ¡!, no lo podía creer, ella levanto la vista y en un alarde de sinceridad, aguantándole el envite, le retaba a dar ese paso que, en el fondo, los dos deseaban dar.

A estas alturas de la noche Juan no existía, continuaba hablando pero Arturo  no lo oía, solo captaba un leve rumor, unas voces lejanas que nada significaban para el, estaba concentrado, realmente concentrado en ella, en su mirada, su sonrisa, su excitación crecía cada minuto, intentaba saber como podría trasmitirle a ella su deseo, aunque ella era consciente de ello, ella sabía como el estaba y sabía que tarde o temprano el daría el paso; pasaban los minutos y nada, los dos seguían en igual situación, ella en su mesa, el en la barra, sin dejar de mirarse, y de repente… de repente sucedió lo inesperado para el, ella se levantó, su corazón dio un vuelco, “ se está despidiendo, si, lo esta haciendo…”, tenia que pensar rápido, tenia que encontrar el modo de poder hablar con ella, de decirle que pensaba, de…..

Pero no, no se despedía, tan solo comentaba a sus compañeros de mesa que iría a asearse;  se dirigió al pasillo de acceso a los servicio mirándole fijamente, en ese momento el cuerpo de el reacciono, sin saber bien como, sus pies se pusieron en marcha hacia el lugar donde ella estaba, cuando llego al pasillo ella ya había desaparecido tras la puerta donde figuraba el cartel de “woman”, el frenó en seco, “ vas a hacer una locura, date media vuelta “, pero no, no la dio, es más, agarró el pomo de la puerta y sin pensarlo más entró tras ella…

  • Acabo de perder una apuesta conmigo misma – alcanzo a decir ella fijando sus pupilas en los ojos de él – aposté que no vendrías…

No tuvo tiempo de más, las manos de Arturo se aferraron a su cuello y sus labios ahogaron las palabras que ella iba a decir, de repente la lengua de el se introdujo en su boca y ella tan solo pudo recibirla y entrelazarla con la suya mientras notaba como su cuerpo entero de estremecía de placer. Uno, dos… no fue consciente de los minutos que así permanecieron, solo sabía que a cada segundo que pasaba su pelvis se hacía más presente en su mente y el placer aumentaba.

El la tomó por la cintura y le dio la vuelta, la colocó de frente al espejo que sobre el lavabo ella había utilizado en otras ocasiones para retocar su maquillaje. Los labios de él comenzaron a besar suavemente el cuello de ella. Estando detrás, como estaba, a ella le era imposible alcanzar la boca de Arturo, y se contorsionaba su cuello debido al escalofrío que sus besos le provocaban, era algo que nunca había sabido controlar, era su punto débil.

Arturo comenzó a levantar la falda de ella, rozaba sus muslos con suavidad, no tenía prisa por llegar arriba, los arañaba levemente arriba y abajo mientras su bosa hacía presa en el lóbulo de ella y lo mordisqueaba al tiempo que lanzaba suaves besos que resonaban en los oídos de ella.

A estas alturas ella era presa del mayor de los placeres,  él la agarraba fuertemente impidiéndole poder girarse, por lo que estaba a merced de lo que el pudiese hacer, eso le excitaba tremendamente, intentaba luchar contra él, pero Arturo la tenía bien sujeta, su boca en su cuello, su mano derecha jugando por debajo de la falda con el borde de sus braguitas y mientras, con su mano izquierda había conseguido llegar a su pezón y jugueteada con el por debajo del sujetador… ella estaba a su merced y aquello le encantaba.

Mientras se estremecía de placer ella había conseguido acceder a la entrepierna de Arturo, había podido bajar la cremallera y sacar a la luz el miembro de él, que lucía majestuoso debido al placer del que disfrutaba. Con las manos en la espada ella acariciaba la poya y al imaginaba, pues aún no había podido verla, solo rozarla, sentirla contra sus nalgas y comprobar que era un aparato que a buen seguro la satisfaría plenamente.

El iba bajando las braguitas de ella, mientras continuaba sujetándola fuertemente al tiempo que pellizcaba su pezón, había podido colocar el tanga de ella a la altura de las rodillas y aprovecho esa circunstancia para colocar su miembro erecto entre las nalgas de ella, iniciando un suave movimiento que conseguía que su glande rozase los labios de ella... cuanto placer le proporcionaba aquello, sus labios masturbados por el pene de él, el clítoris manipulado por sus hábiles dedos, su pezón estrujado y su cuello húmedo de besos y caricias.. Ella comenzó a sentir que el orgasmo era inevitable.

Sin saber bien como de repente su cuerpo empezó a no responderle, por más que lo intentaba veía como a cada segundo le resultaba más difícil controlar que quería hacer. Estaba bloqueada por él en una postura que nunca pensó que podía darle tanto placer... sus jadeos se hicieron más sonoros y el comenzó a mover su pene con mayor velocidad mientras ella notaba más el golpeteo de su pelvis sobre sus nalgas.

Intentó zafarse de la situación, su mente le decía que debía recomponer la situación, hacerse fuerte y controlar ella el momento, pero no podía. Sus piernas comenzaron a fallarle, le temblaban las rodillas, se notaba angustiada, como en el borde de un acantilado esperando que alguien le empujase…

El placer la tenía dominada, el placer y él, que no le dejaba moverse, veía venir el éxtasis, y esta vez, en contra de lo que siempre le había sucedido no sabía cómo controlarlo, no sabía si estallaría primero su placer vaginal o clitoidal... estaba asustándose ¿ serían los dos por primera vez al unísono?..  Y se dejo llevar para no llevar la contraria a la naturaleza…

Dejó sus piernas lacias, sin fuerzas, no podía sujetarla y entre el apoyo de sus manos en el lavabo y la fuerte cogida de él consiguió no caer, olvidó su pelvis, se concentro en el placer y dejó de presionar sus músculos en búsqueda del placer... y cuando creyó que llegaba el orgasmo de su vida vio como nada era como pensaba que podía ser…

En el justo momento en que ella dejó su cuerpo lacio, a merced de él, totalmente apoyada y sujeta por los fuertes músculos de Arturo, este, en un movimiento que ella no previó colocó su poya en la entrada de su ano y de un fuerte empellón consiguió que aquel bastón de dimensiones considerables entrara hasta el fondo debido a la laxitud y la poca resistencia que encontró en el cuerpo de ella.

Aquello fue demasiado…. A la cara de sorpresa que ella misma pudo comprobar a través del espejo se unió un triple orgasmo que le hizo consecutivo que hizo que perdiese la noción del espacio y el tiempo… primero fue su ano el que bramó de placer…. Su clítoris le proporcionó una satisfacción indescriptible y su vagina bien manipulada por Arturo se dejó llevar y expulsó un líquido que ella desconocía... su cuerpo quedo laso, sin fuerzas, sus rodillas se doblaron, sus pantorrillas temblaron, su pelvis se movía en pequeños espasmos que era incapaz de frenar, se abandono y en ese momento pudo comprobar cómo un calor invadía sus entrañas... era el semen de Arturo que estaba siendo depositado dentro de su vagina... no sabía como él había conseguido abandonar su ano y traladrar su coño con tanta facilidad y sin que ella se diese cuenta…

Tardo varios minutos en reaccionar. El abandonó el aseo sudoroso y ella aquedó allí apoyada en el lavabo mirándose y preguntándose como aquello había pasado… cuando salió del baño, con las gafa de sol puestas para disimular su mirara perdida, miró a la barra... allí no estaba Arturo, lo buscó por todo el local pero el se había marchado...

Hoy, después de varios meses, sigue buscando en cada mirada la mirada de Arturo, sigue esperando volver a encontrarse con él y repetir aquel momento que nunca olvida, aquellos minutos que bien valen toda una vida...