Diablesa - Cap. 8 y 9

Pervertida y Toques finales

Diablesa


Título original: Demoness

Autor: Morgan Hawke

Traducida por GGG, septiembre 2005

Tomada de BDSM Library (http://www.bdsmlibrary.com/stories/story.php?storyid=717)

Parte Ocho: Pervertida.

"¡Oh, dios! ¿Qué estáis haciendo?" se quejó la delicada rubia, que en un tiempo había sido el Monseñor, mientras el temor y el placer se agitaban en su interior. Los cristalinos ojos azules de la doncella se abrieron cuando Cassandra, echada sobre ella, le clavó las uñas pintadas de carmín, marcando levemente los pechos núbiles, tirando delicadamente de los rosados pezones.

"Es hora de follarte, cariño," murmuró la diablesa. Cassandra levantó las rodillas de la doncella separándolas ampliamente para hacerse sitio. La polla demoníaca de Cassandra se levantó hasta su ombligo curvándose como un sable.

La doncella gritó y se dio la vuelta. Nickos agarró una pierna retorcida y Andre la otra sujetándola con firmeza. Cassandra se inclinó sobre ella y agarró el hombro de la doncella con una de las manos convertida en garra, pecho contra pecho, chocho contra chocho, inmovilizando su cuerpo debajo del suyo. La palpitante polla era un peso caliente amenazador, aprisionado entre sus vientres.

"Esto te va a doler probablemente, cariño mío." Cassandra podía sentir una extraña hambre animal hervir en su vientre, ante la idea de producir dolor. Acalló el pensamiento, pero el hambre permaneció.

La doncella estalló en lágrimas violentas y sofocadas. "¡No, por favor, no!"

"Entiendo." Cassandra alisó tiernamente el pelo de las cejas de la sudorosa doncella. "Sé por lo que estás pasando. Yo misma, virgen una vez, estuve dónde tú estás ahora," dijo en tono tranquilizador a la asustada muchacha.

"Créeme," ella misma se sintió sonreír con todos sus afilados dientes, mientras la manifestación demoníaca manifestaba su presencia. "Te va a encantar cuando te lo haga," la voz de Cassandra rugió con poderío.

Cassandra tomó posesión de los suaves y sonrosados labios de la doncella y la besó, silenciando con su ágil lengua sus gritos de protesta y sus propios atribulados pensamientos.

Presionó con firmeza con una mano la cabeza de su nueva polla contra la resbaladiza entrada al cuerpo de la doncella, mientras los gitanos la mantenían firmemente agarrada. Apretó resuelta contra la prieta abertura, insertando la cabeza entre los prietos músculos que guardaban la entrada. Luego empujó con las caderas. Cassandra deslizó la polla parcialmente en el interior de la doncella luchadora, deteniéndose cuando sintió la barrera de su doncellez contra la punta de la polla.

'¡Mierda! ¡Ahora sé por qué todos esos tíos tenían tanta prisa por entrar en mi chocho! ¡Esto sienta puñeteramente bien!' Cassandra jadeaba de empujar hacia dentro y enterrarse.

'No necesitaría mucho poder para extender esta polla, hacerla más grande, más larga, más afilada... para empalarla... para matarla...' La idea de follarla hasta la muerte navegó por su mente como una ola roja de tentación, como sangre caliente. Cassandra se detuvo mientras sentía el calor sutil de la presencia demoníaca moviéndose seductoramente a través de sus pensamientos, y de su cuerpo.

'¡Eh, eh, que no es eso lo que estoy intentando hacer aquí!' Consiguió que su mente volviera del borde del precipicio. Tomó mentalmente medidas drásticas, manteniendo una fuerte agarrada con sus pensamientos, con el poder. Pudo resistir la cálida risa de la presencia mientras se echaba atrás, permitiéndole resistir a sus oscuras tentaciones. 'Tío, eso era ir un poco demasiado lejos,' Cassandra apretó los dientes mientras se estremecía mentalmente.

Manteniéndose ella misma muy tranquila, profundizó en su beso, concentrándose, utilizando la lengua para calmar a la aterrorizada muchacha, y a ella misma. Tomó en su palma un tierno pecho y tiró levemente del pezón. La doncella se estremeció bajo su contacto y Cassandra sintió que su tierno coño se humedecía y contraía, para luego relajarse alrededor de la polla repleta de Cassandra.

Cassandra agarró con más fuerza el hombro de la doncella mientras seguía besándola. Luego se revolvió, arremetió con fuerza, venciendo la resistencia de su matriz y poseyéndola totalmente. Los gritos de la doncella se perdieron en la boca de Cassandra mientras su polla le rompía la doncellez.

El calor y la resbaladiza presión rodeó la carne viril de Cassandra hasta la raíz. Cassandra se echó atrás, tragando saliva, deshaciendo el beso y embistiendo de nuevo, envuelta en un placer extremo. Los pezones se restregaban contra los pezones mientras ella arremetía, el suave y redondeado vientre contra el vientre suave y redondeado. Luego volvió a embestir, y otra vez y otra vez más.

Los gritos de protesta de la doncella caían en oídos sordos, porque Cassandra estaba perdida en el húmedo y atrapador placer de follar. Movió una mano para sujetar el culo de la doncella, orientándolo con precisión hasta que pudo sentir como se restregaba contra algo particularmente delicioso, profundamente en el interior del chocho de la doncella.

El placer de Cassandra invocó una cálida respuesta de su presencia demoníaca. La excitación y el poder infernales fluían de la piel de Cassandra. Sus alas empezaron a batir mientras se esforzaba por profundizar más y más en el interior del cuerpo de la doncella. Su cola azotaba a uno y otro lado mientras el placer empezaba a alcanzar la cima. Apenas notó como los gritos de la doncella se convertían en gemidos de placer brutal, mientras el poder empezaba a forzarla hacia un orgasmo reflejo. Las caderas de la doncella se elevaban contra las de Cassandra.

"Te gusta que te follen, ¿verdad?" susurró Cassandra jadeando, mientras bombeaba dentro del cuerpo de la doncella. "Deseas ser follada, ¿verdad?" presionó mientras embestía hacia dentro y más dentro y más. "¿Verdad?" insistió.

"¡Sí!" gimió la muchacha aplastada bajo ella, "¡Dios, sí!"

"¡Dilo!" siseó Cassandra mientras reducía deliberadamente el ritmo. "¡Dilo!" rugió.

"Me gusta que me follen," se quejó la doncella dorada. Elevó las caderas con un movimiento voluptuoso, levantándolas contra los envites de Cassandra.

"Dilo más alto, cariño, los hombres no pueden oírte," insistió Cassandra. "Dime que te folle y te daré más placer del que hayas conocido nunca."

"Me gusta que me follen," gimió. "Deseo ser follada. ¡Fóllame!" gritó.

Cassandra se dejó caer sobre ella, redoblando sus envites, rodando en ellos, pecho contra pecho, con su hueso púbico machacándose contra el tierno clítoris de la doncella. Podía sentir las paredes del chocho de la doncella agarrar y estrujar su polla, tirar de ella, ordeñarla. Las caderas de la doncella se elevaban, martilleando a su vez contra las poderosas embestidas de Cassandra.

Una llamarada de calor estremecedor se extendió sobre Cassandra. Se enterró todo lo profundamente que pudo y se encontró con un éxtasis carnal brutal. Mientras la turbia quemazón de su clímax clavaba sus garras en ella, el placer volcánico del líquido deslizándose a través de su polla tensa y explotando dentro del cuerpo estremecido y ansioso, la llevó al éxtasis. Se retiró y luego volvió a deslizarse dentro para prolongar las intensas sensaciones. Y luego otra vez...

La doncella chilló y se estremeció con fuerza cuando el demoníaco orgasmo de Cassandra la golpeó en su interior y a través de ella, forzando a la muchacha a alcanzar la cima y caer por sí misma en un vicioso éxtasis.

Levantándose sobre las rodillas, Cassandra se asomó para ver a los tres gitanos agarrando sus propias erecciones de hierro con sus puños, con los ojos brillantes de hambre.

'Y no se ha muerto nadie ni siquiera se ha hecho verdadero daño.' Se limpió el sudor y se retiró el despeinado pelo escarlata de la cara y sonrió. Se levantó utilizando las alas para mantener el equilibrio, no demasiado aprisa y se echó atrás. La polla estaba todavía semierecta y bautizada en la sangre virginal de la doncella. Manchas de sangre decoraban los temblorosos muslos de la doncella y la almohada que estaba bajo ella.

Su presencia demoníaca se elevó dejándola sentir su disfrute, su placer ante la vista de las manchas escarlata.

Cassandra esperaba que estuviera satisfecha con eso. Era toda la sangre que deseaba derramar. 'Esperemos que pueda mantenerlo en ese camino.'

Parte Nueve: Toques finales.

'¡Mierda, vaya prisa!' Cassandra agitó sus gigantescas alas para enfriar su piel enfebrecida. "Ha sido un polvo del demonio," jadeó sin aliento mientras  tropezaba con el trono al sentarse. La presencia demoníaca que se movía bajo la piel estuvo de acuerdo. Había disfrutado inmensamente con la cabalgada.

Andre ocupó a toda prisa el lugar de Cassandra entre los muslos de la desvirgada doncella.

"Espera, tengo otra idea," dijo Cassandra mientras la inspiración la volvía a iluminar. "Andre, ponte de espaldas y haz que ella te cabalgue."

Andre se dejó caer sobre los almohadones y luego giró para ponerse de espaldas. Balthazar y Nickos levantaron a la exhausta y recién follada doncella. Luego la bajaron sobre Andre que le colocó, sin resistencia, los muslos sobre él. Agarrando su culo regordete avanzó de un solo golpe dentro de su coño, resbaladizo con la corrida, gimiendo de gusto.

"Sí," dijo Cassandra. "Ahora Balthazar, ¿no crees que ya es hora de mostrarle como chupar la polla de un hombre?"

Balthazar sonrió groseramente tras su lujurioso mostacho y tomó posiciones arrodillándose junto a su cabeza. Su polla era enorme y estaba muy tiesa. Mientras Andre flexionaba el culo y empujaba hacia arriba para meterse en su cuerpo, Balthazar le levantaba la cabeza tirándole del pelo rubio y húmedo y luego deslizaba la polla dentro de la boca jadeante y gemidora de la doncella.

"Manejadla con cuidado, chicos," les recordó. Balthazar le lanzó una mirada de resentimiento y luego modificó su agarre sobre el pelo de la muchacha. Cassandra sintió en su mente un oscuro desplazamiento.

"Chúpala, preciosa mía," gruñó el enorme gitano. "Chúpala con fuerza." Se levantó sobre sus rodillas y se deslizó contra su lengua. Golpeó lentamente, animando a la doncella a tomarla todo lo a fondo que pudiera. Balthazar gimió largo y tendido mientras la muchacha le tomaba voluntariamente, si no ansiosamente. Su garganta se abrió y los huevos se apretaron contra su babeante barbilla.

"Nickos, para ti tengo pensado algo muy especial." Cassandra guió al más pequeño de los gitanos entre los tensos muslos de Andre y la gemidora doncella. Cassandra aplicó con su propia mano el espeso aceite sobre la larga y esbelta polla de Nickos. "Tiene más de un agujero virgen que explotar, querido muchacho, y deseo que lo hagas tú."

Nickos se relamió los labios, los ojos brillantes de hambrienta expectación. Se dobló sobre la tensa pareja y apartó delicadamente las regordetas nalgas de la doncella. Restregó un dedo lubrificado contra la pequeña rosa marrón que encontró.

"Suavemente," recordó Cassandra.

La doncella gimió alrededor del dardo manchado de saliva de Balthazar mientras Andre machacaba con su dura polla el coño goteante. El agujero marrón de su trasero se relajó mientras la muchacha se rendía a los múltiples placeres. El dedo de Nickos se deslizó dentro de la rosa abierta y lubrificó el interior de su pasaje trasero, bombeando progresivamente más a fondo dentro de su culo virgen. Sacó el dedo y luego metió gradualmente dos dedos lubrificados dentro de ella, bombeándolos dentro y fuera.

La doncella empezó a estremecerse con urgencia.

"Rápido, Nickos," jadeó Andre. "Nosotros ya casi estamos."

Nickos cambió de posición, sacando los dedos del prieto culo. Agarrándola con firmeza se apretó contra la minúscula y bien engrasada rosa fruncida. Hubo un momento de tensión y luego se abrió. Nickos se hundió lentamente, entrando lentamente. La doncella se estremeció a causa de la invasión pero estaba inmovilizada entre Andre y Balthazar. Nickos se hundió hasta los huevos y luego empezó a bombear aumentando la velocidad hasta que conseguir follarle el culo de forma acompasada con los golpetazos de Andre en el coño goteante y las embestidas de Balthazar en su garganta.

Los tres juntos empezaron a follársela al mismo ritmo. Balthazar se deslizaba en la garganta chupadora, luego Andre se metía en su coño húmedo y tembloroso y luego Nickos empujaba dentro de los prietos intestinos, entre las nalgas trémulas y atrapantes. Debajo de todos ellos la doncella se estremecía bajo las presiones y placeres combinados de los tres esforzados hombres.

La doncella empezó a gemir alrededor de la polla de Balthazar. Se empleó a fondo con Andre y Nickos, follándoselos a su vez mientras sus pollas se rozaban la una con la otra separadas únicamente por una fina pared de su propia carne. Andre levantó una mano y le tiró de los pezones endurecidos. Se la follaban cada vez con más fuerza en su carrera hacia el éxtasis. Los cuatro cuerpos brillaban con el sudor. Los gemidos y gruñidos, remarcados con húmedos palmetazos de carne contra carne húmeda, llenaban la oscuridad llena de ecos.

La doncella se estremeció y agitó mientras el brutal placer la lanzaba por encima del borde.

Balthazar aulló mientras su corrida salida como un géiser, vertiéndose por su garganta abajo y goteándole de los labios.

La ronca voz de Andre se dejó oír mientras se quedaba rígido debajo. Agarró las caderas de la doncella y se enterró todo lo que pudo, levantándose sobre los talones para verter su corrida dentro de la carne también deseosa de la doncella.

Los gritos jadeantes de Nickos se unieron al coro, mientras se dejaba caer encima de ellos, enterrándose hasta los huevos en el trabajado culo de la doncella y bombeando su corrida en el interior de sus virginales intestinos.

Los cuatro cayeron por separado entre los almohadones, saciados de felicidad.

"¿No es este un bonito cuadro?" preguntó Cassandra a la presencia demoníaca. "Solo hay un pequeño detalle más para concluir..."

"Debo admitir," contestó ésta tras un instante de meditación, "que realmente fue entretenido, pero ¿no deseas que sufra solo un poco más? ¿Nos dedicamos un poco más al dolor? Digamos, un poquito más de... ¿sangre?"

Cassandra luchó para mantenerse firme mientras el poder inundaba su mente de salpicaduras rojas, pintando un horripilante cuadro lleno de impías ansias saciadas. Se agarró a los brazos de la silla, haciendo con sus garras profundos surcos en la madera. Sintió que el poder crecía y se ensanchaba, preparándose para tomar el control y hacer realidad el hambriento sueño rojo.

"Míralo de esta manera," ofreció Cassandra mientras jadeaba bajo la deliciosa avalancha de tentaciones. "Podemos hacerla sufrir, sufrir realmente, durante unas pocas horas o podemos hacerlo a mi manera y hacer que su sufrimiento y humillación duren años." Notó que dudaba y consideraba sus planes. Reculó; con sus apetitos insatisfechos, pero la idea de años de sufrimiento lo suavizaban un tanto.

Cassandra suspiró aliviada mientras se levantaba del trono. 'Sigamos adelante rápidamente con esto, ¡antes de que cambie de idea respecto a mí!' Se acercó a la durmiente doncella con una carcajada lánguida y un tanto aterradora.


Cassandra se materializó con un teatral relámpago de fuego y humo, junto a una enorme chimenea, en una biblioteca oscura cubierta de sábanas. Allí estaba ella, en toda su gloria con alas y rabo y exhibiendo su polla empalmada. En sus brazos mantenía el cuerpo inconsciente, desnudo y cubierto de corridas del Monseñor hecho doncella.

El asustado Maestro Chevalier le Duc estaba sentado en un enorme trono de madera en forma de silla. Cuidadosamente dejó en una mesa, a su lado, el tomo negro que aparentemente había estado leyendo.

"Tengo un regalo para vos," anunció Cassandra con la voz profunda que le daba el poder. Se arrodilló suavemente, colocando a la muchacha dorada sobre la costosa alfombra, a los pies del Maestro. La llamas brillaban en la cremosa piel, manchada de corridas, de la doncella y en el pelo dorado.

"Es hermosa. ¿Quién es?" Preguntó el Maestro en tono apagado, temeroso.

"En un tiempo se le conocía como el Bendito Inquisidor, Monseñor Casca Renaldo Cervantes de la Bendita Orden de los Dominicos."

La respiración del Maestro se convirtió en siseo. "Dios mío, ¿cómo...?" se dejó caer de rodillas delante de la delicada muchacha durmiente.

"Mis órdenes eran acabar con la virginidad de Monseñor y luego entregarlo a mi Amo Infernal. He acabado con su virginidad, a decir verdad dos veces, y vos sois mi Amo Infernal aquí en París, de modo que..."

La doncella se despertó para encontrarse con la visión del Maestro inclinándose sobre ella. "Vos..." susurró.

"Ahora es solo una muchacha desvirgada," siguió Cassandra, "sin familia, sin futuro y sin nombre, pero yo os la entrego. ¿La tomaréis?" canturreó Cassandra. "Supongo que podréis llamar a esto mi manera de atar cabos. El toque final."

"¡No!" gritó la doncella. Se incorporó y se sentó y echó un vistazo alrededor mirando a la demoníaca Cassandra y luego volviendo hacia el mucho más humano Maestro.

"Consideradla un regalo," sonrió la sudorosa Cassandra. 'De prisa, de prisa,' urgió mentalmente al Maestro. Podía sentir una sensación de impaciencia en su demoníaco compañero de habitación. Tenía que salir de aquello antes de que el poder hiciera algo que ella no pudiera parar.

"Muy bien, lo haré," contestó el Maestro. "La tomaré." Había un brillo calculador en su negra mirada cuando la miró a los asustados ojos azules.

"¡No! ¡No puedes dejarme con él!" se quejó la doncella.

"Está bien, pero debería advertiros, ha sido pervertida totalmente y le ha encantado hasta el último segundo de su perversión. Tendréis que vigilarla o se follará a todo lo que encuentre, incluyendo los perros del vecindario," terminó con una floritura y una reverencia. A la presencia demoníaca le gustó aquella imagen.

Lentamente el Maestro empezó a desvestirse.

Al olfatear Cassandra se dio cuenta, de repente, de que olía a cerillas encendidas. '¿Azufre?' pensó con curiosidad. El mundo decidió aprovechar aquel preciso momento para desaparecer. Hubo una explosión y se encontró cayendo. De repente todo era muy extraño.