Día sola para concerme
Mi tío me deja un día a solas y me empiezo a conocer mejor.
Esa noche ya no me levanté. Me quedé dormida en los brazos de mi tío. Al despertar mi tío tampoco estaba. Me levante, me puse una de las camisas de mi tío. Me miré rápido en el espejo, siempre me había gustado como se veían las chicas así, con una camisa de hombre y nada más eso. Una camisa que les venía grande y las piernas descubiertas. Así baje a buscar a mi tío, no lo encontré. Sobre la mesa del comedor había un breve mensaje, y un frasco con píldoras: “Tengo trabajo, quédate en la casa, limpia y tomate dos de las pastillas del frasco”.
Yo no podía resistir a mi tío ni por escrito, tomé las pastillas sin mirar que eran. Empecé a limpiar la casa. Solo éramos él y yo y no habíamos estado mucho en la casa, así que en realidad había poco que limpiar, terminé rápido. Se me ocurrió hacer la comida por si mi tío llegaba en ese momento, así que la hice, tampoco me tomó mucho tiempo, mientras el arroz se cocía sonó el timbre de la puerta. Dudé un segundo, pero decidí que sin mi tío en la casa no iba a abrir la puerta. Pero la persona que estaba en la puerta era muy insistente, seguía tocando y tocando, hasta que que me dio curiosidad, me acerque con cuidado a la venta e intente mover la cortina solo un poco. A pesar de que fue poco lo que la moví la persona, que resultó ser una mujer, me vio de inmediato.
—Abre, ya te vi—, gritó. Ahora me doy cuenta que debí resistir mejor sus ordenes, no era nadie para ordenarme en casa de mi tío. Pero en ese momento me espante, y abrí la puerta casi de inmediato.
—¿Si?— pregunté en tono duditativo, que la mujer aprovecho muy bien.
—¿Quién eres?, ¿Dónde está Gonzalo (mi tío)?—
—Gonzalo está trabajando— dije.
—Y ¿Quién eres tú?— me preguntó, mientras me repasaba con la mirada. Esa mirada juzgona me molestó finalmente.
—Soy la novia de Gonzalo y, ¿usted quién es?— pregunté, ahora ya mirándola, y notando sus ropa de señora madura conservadora y que ha tenido su ultimo polvo hace bastantes años.
—Soy vecina de aquí, de la colonia— dijo luego de arreglarse un poco la blusa, lo que a mí me pareció un pequeño signo de debilidad.
—Ok, y ¿Qué se le ofrece? ¿Para qué quiere a mi hombre?— Pregunté ya con ganas de pelear.
De su bolsillo sacó una hoja de papel, —Venía a darle esto— me extendió el papel. Vi rápidamente que era un especie de citatorio/invitación para la junta vecinal. —Es una invi…— La interrumpí a media oración.
—Si ya vi, qué es. No se preocupe yo se la doy a mi viejo—. Y cerré la puerta en la cara de la arpía esa. Qué bien se sintió. Además luego de un momento de satisfacción y de que fui a revisar el arroz me di cuenta que para la arpía esa yo era una chiquilla, una putilla posiblemente que mi tío se estaba cogiendo, pero no cuestionó en ningún momento mi sexo. Me sentí muy feliz. En eso sonó mi celular.
Era mi tío. Me preguntó cómo estaba, me preguntó si había tomado las pastillas, le dije que sí. Que si había limpiado, le dije que sí. Que le estaba haciendo de comer. Me dijo que era un ángel, pero que no iba a poder llegar a comer, que llegaría en la tarde, que comiera y que lo disculpara. Intenté contarle lo que me había pasado con la vecina, pero no me dejo hablar, dijo que tenía mucho trabajo que hablábamos en la noche.
La verdad me dieron ganas de tirar el arroz, pero pues sabía que no podía hacerlo, así que lo terminé y de inmediato lo metí al refri, no tenía ganas de comer. Cuando todo estuvo listo, limpie la estufa, las ollas y me fui otra vez para arriba. Me bañé. Al salir empecé a jugar con la ropa que me había comprado mi tío, tenía tiempo y nada que hacer.
Me probaba una falda, con diferentes blusas, o un pantalón tacones etc. Me di cuenta entonces que mi culito y mi piernas eran lo que más me gustaba de mi cuerpo. Quizá porque mi torso era plano, pero tenía buenas piernas, depiladas podían pasar por las de una chica que se ejercitaba. Y con unas falditas cortas y apretadas se veían riquísimas.
Cuando hube terminado guarde todo y me puse unos pants como para estar en casa, rosas que mi tío también me había comprado con un calzoncito rosa y una camisa apretada que hacía juego con el calzón.
Baje otra vez, sin saber muy bien qué hacer, quizá ponerme a ver la televisión. Entré a la cocina, y vi mi celular. Tenía varios mensajes, resultaron ser del chico que me había llevado del centro comercial a la casa. Me contaba que se llamaba Julián, en ese momento pensé que era puta de lo peor. Se lo había mamado sin saber su nombre. Me pedía disculpas por lo que había pasado, que no pesara que él era así. Me dio ternura que él se disculpara por algo que yo había hecho. Y que quería seguir platicando conmigo.
Le contesté que me disculpara a mí, que le no tenía de que sentirse mal. Que tampoco yo era así, que estaba pasando muchas cosas en mi vida y quizá por eso reaccioné así, pero que no soy así. Se tardó un rato en contestar, yo mientras me senté a ver la televisión. Me respondió finalmente agradeciendo mi respuesta. Me preguntó dos cosas: mi nombre, y que problemas estaba pasando.
Le dije que mi nombre era Luna, pero que lo de mi situación era un poco más problemática. Que le contaría con el tiempo, pero por ahora no. Seguimos platicando toda la tarde, y con su compañía el tiempo se me paso rápido. Cuando escuche el carro de mi tío en la cochera, me despedí rápido de Julián y guarde el celular.
Mi tío entró y me saludo, me miró con cara de lujuria. Se acercó a mí y me beso. Le correspondí el beso. Me tomó de la mano y me ordenó seguirlo. Así lo hice, —¿Cómo te fue?— me preguntó. Y le conté lo de la vecina, lo de la comida, la limpieza, mi ropa y que vi televisión, solo omití todo el tiempo que estuve hablando con Julián. Cuando le conté lo de la vecina, preguntó sobre la descripción y se dio cuenta que era Pilar, —Pinche vieja mal cogida, la mujer más chismosa de la colonia. No te preocupes por ella, y tienes razón, si no quieres abrirle a alguien no le abras—.
Se desnudo y se puso una ropa cómoda, y se acostó en la cama, los dos estábamos juntos, nos acariciamos, pero no como preámbulo al sexo, sino como una pareja que se da cariñitos mientras habla.
Cuando ya le hube contado todo mi día. El sacó un maletín, me dijo que en la mañana estuvo trabajando, pero que la tarde la dedicó a buscar e informarse sobre una clínica que esta a las afueras de la ciudad que se especializan en transformaciones de chicas como yo.
Me enseñó una especie de manual, panfleto de información de la clínica. No es solo una transformación corporal dicen: sino que preparan a la futura chica a ser una mujercita tradicional.
Me dijo que ya estaba pagada mi inscripción y que empezaría a ir en dos semanas. Pero que el tratamiento hormonal lo debía de empezar de inmediato. Sacó una pastillita y la puso en su mano. Yo no sabía en que me estaba metiendo, pero me la tomé. De hecho, lamí su pastilla de la mano. Y luego empecé a lamerle los dedos.
—Quiero ser una mujercita para ti papito—. Le dije mientras seguía chupando sus dedos. Y de verdad sentía eso. Me sentía muy cómoda con él y quería complacerlo lo más posible. —Lo serás mi amor— y me jaló hacía su rostro, donde me empezó a besar, mientras con su manos recorría mi cola.
Quería darle una mamada, pero él me levanto me acostó boca arriba, me quitó el pantalón y el calzón. Me levantó las piernitas y empezó a mamarme el culo. Al principio me daba cosquillas, pero luego empecé a disfrutar como loco. Que rico, era increíble su lengua me hacía sentir cosas increíbles.
Luego de unos quince minutos mamando muy rico mi culo, se levantó escupió en su verga y despacito me la metió. Nuevamente sentir como su verga abría mi culo era increíble. Casi no hubo dolor, fue todo placer. Se dejo caer sobre mi cuerpo, me ecanta sentir su peso sobre mí, que me aplasta y me aprisiona. Me besaba en la boca, y seguía embistiéndome. Con cada metida de verga me hacía un poco más arriba hasta que empecé a topar en la cabecera, y era increíble. Pujaba con cada embestida, era delicioso. Mi tío también gemía y sus gemidos me excitaban más, de pronto me empujo con fuerza y sentí como su verga explotaba dentro de mí, a mismo tiempo que yo tenía un orgasmo agradable. Se quedó arriba de mi un tiempo, tomando aire y disfrutando ese momento después del orgasmo que es tan rico. Se salió de mi y sentí como su leche empezaba a salir despacito de mi culo. Me abrazo y así nos dormimos.