Día intocable (Parte 1)
Marcos despierta una mañana, y siente el incesto correr por su mente, así de la nada. Piensa que no es normal, pero tampoco tiene voluntad como para controlarlo y simplemente lo deja correr a través que pasa el día; y el día tiene muchas idas y venidas...
Me levanto bruscamente buscando apagar la alarma que, aunque no suene muy fuerte, si es estresante. Es un lunes y me toca presentar parciales en la facultad y no los estudié lo suficiente como para estar seguro de que por lo menos pasaré. Busco enseguida la toalla para rápidamente darme un baño, cepillarme, afeitarme y poner humor feliz para recibir la semana.
Si bien no soy la persona más alegre, pero sé llevar las cosas con suma comodidad y tranquilidad que hicieron que todo lo que me haya propuesto haya salido a la perfección, varias de estas cosas con un poco más de esfuerzos que otras pero a mis 23 años sé que todo tiene recompensa con su debido esfuerzo.
Terminándome de vestir y arreglar todo para irme escucho a alguien que grita desde abajo, desde la cocina: mi madre.
- Marcos, hijo, ven a comer. Ya está listo el desayuno.
- Ya voy mamá.
Al terminar, decido bajar a ver qué tenía de comer… y ¡vaya que había qué comer! Jamás había mirado a mi madre con deseos ni sentimientos fuera de lo normal que verla solamente como mi madre, pero hace unas cuantas semanas había pasado algo en mí que me hizo verla totalmente diferente, que más adelante les adelanto algo para que se hagan una idea. Mi madre, a pesar de sus 40 años justos, estaba hermosa: tenía unos pechos medianos-grandes, un gran culo nada envejecido, un abdomen detallado pero no marcado, y unas piernas no tan definidas pero hacían resaltar sus caderas. Todo esto no era por arte de magia, mi madre y yo contamos con buen recurso económico que no nos hace falta nada sino que nos sobra y tenemos para gastar a nuestras anchas, por lo mismo que ella vive en el gimnasio con su debido entrenador personal y no cae fuera de sus dietas, que por consiguiente ella me atrapo con sus ideas e hizo que yo hiciera lo mismo hasta que tuviera un cuerpo bien definido sin ser grueso ni robusto, con mi compostura física normal. Destaco también que vivimos bien gracias al trabajo de mi madre, ella es gerente general de una empresa independiente que nos dejó mi padre antes de morir, el negocio es totalmente de familia por lo que a mi madre le tocó un puesto alto en la escala.
- Hola mamá, buenos días – Digo mirándola en su ropa de dormir. Llevaba puesto un pantalón blanco corto que no pasaba los 2 dedos debajo de lo que se suponía que empezaba el culo, y una camisa de tiras de igual color, sin sujetador, que hacía que notara como sus pezones erguidos me miraban con gran descaro. Debajo sólo llevaba medias de rayas rojas, porque hace frío en ésta época - ¿Éste es mi desayuno? – Apunto unos huevos con tocino
- Hola, mi amor. Si, ese es. ¿Ya vas de salida?
- Si, hoy no puedo llegar tarde. Tengo que pasar por Sabrina y de ahí si paso a la facultad – Sabrina es mi novia, que a mi madre no parece gustarle mucho.
- ¿En serio me dices que sigues con esa chica? Creo que mi hijo se merece algo mejor, ella sólo está contigo por la pasta, querido – Diciendo esto, se apoya con sus codos al otro lado del desayunador mirándome fijamente de lado, dejando caer su melena pelirroja hacia la izquierda y dándome una gran vista a su escultural cuerpo y a esas hermosas tetas que no hacía falta vista de halcón para notar el nacimiento de su marroncito pezón.
- Mamá, no empecemos con eso de nuevo. No quiero pelearme un lunes, ve que quedan varios días para soportar hasta un nuevo viernes – Terminando mi último bocado veo que mi madre me sorprende mirando embobado sus grandes pechos. Si había cierto desconcierto en su mirada, no me di cuenta. Sólo 2 segundos y enseguida siguió actuando normal tratando de no hacer sentir incómodo el momento.
- Ok, mi amor. ¿A qué hora vuelves? – Recogió mi plato y lo llevo al lavaplatos.
- No sé, te escribo por WhatsApp. ¿Te parece?, me tengo que ir. Adiós, estuvo rico el desayuno – Esto último sonó con un tono de picardía que no tuve mínima intención de emitirlo, pero se sintió bien.
Saliendo de la casa y entrando al auto me doy cuenta de que no llevaba el celular, y hoy en día es imposible salir sin el teléfono. Decido volver a la casa intentando recordar si estaba en mi habitación o si llegué a bajarlo a la cocina. Mientras voy pensando estoy abriendo la puerta y cuando abro veo que mi madre no está ya en la cocina. No presté mucha atención a ese detalle ya que pudo haber ido a su cuarto o a la pileta a tomar el sol, no sé. Finalmente reviso la cocina y no estaba mi teléfono, subiendo las escaleras para revisar mi habitación veo que la puerta está abierta y alguien está adentro, pienso que es mi madre y efectivamente era ella “tratando de limpiar” mis cosas. Lo digo con cierto sarcasmo porque ella odia limpiar pero siente que debe hacerlo, y entonces lo hace mal.
Hago disimulo para no sorprenderla porque ella es de esas madres que son asustadizas el 99% del día, pero cuando me voy asomando veo que la luz del sol entra por la ventana que está directo a que ilumine en frente y lo que vi jamás se me va a olvidar. Lamenté no haber tenido una cámara al alcance. El contraste que hacía su cuerpo con la luz era ver como si estuviera como Dios la trajo al mundo debido a su fina tela de su ropa de dormir que llevaba puesta, se veía perfecta esa silueta con sus rizados cabellos rojizos que descansaban sus puntas un poco más debajo de los hombros. En el mejor momento de la toma, ella se voltea, me ve y se ríe. Entonces para no verme como un completo sádico le hago señas de que me pasara el teléfono que estaba en la cama justo al lado de ella.
- Sabía que ibas a volver, no sé. Creo que era el presentimiento de una madre. Además, también olvidaste darme el beso de despedida - Estaba totalmente ido en el universo por la imagen que me acababa de ofrecer.
- Fue justamente por lo que volví, en serio – Enseguida nos reímos y ella se acercó y me ofreció el teléfono y luego se lo guardo.
- ¿Crees que es broma, chaval? – Se veía hermosa con su cara sonriente y divertida.
- ¡Vamos madre! Si así son las cosas pues entonces serán a tu manera – Corrí enseguida y la tome de la cintura y de un tirón le empecé a llenar las mejillas de besos, con mis manos le hacía cosquillas y ella había empezado a jugar con querer soltarse. Una cosa llevó a la otra y terminamos cayendo en mi cama en una posición en donde ella estaba sentada en mí y yo estaba acostado boca arriba viéndola reír.
- Creo que sigues siendo débil. En fin, mi premio – Rápidamente me levanté y le plante un gran beso es la abertura de sus labios.
- Ya está, ahora sí. Me voy – Dije, levantándome rápidamente y bajando las escaleras. Cuando iba saliendo por la puerta escuché:
- Te amo, mi amor. Ven temprano que tengo una sorpresa.
- Yo también te amo, mamá. Te escribo por WhatsApp.
Al salir de la casa me sentía con un sentimiento extraño que no había sentido desde hace tiempo, de todas formas no tuve tiempo de pensar mucho porque se me había hecho un poco tarde para ir a buscar a Sabrina.
Durante el camino, no dejaba de pensar en los esponjosos senos de mi madre comprimidos con mi pecho y su abultada vagina frotándose con mi ingle llegando a rozar mi pene bajo el pantalón. De tanto darle vueltas al asunto, no me percaté de que ya había pasado la casa de mi novia. Di la vuelta y la llamé al celular para avisarle que ya estaba llegando.
- Ya salgo, Marquitos – Y colgó.
Esperando a que ella bajara, empiezo a ver cosas en mi teléfono y me aparece una notificación de Instagram. La reviso y veo que un perfil que no conocía ni de puta madre ha empezado a seguirme, ni idea de quién era Moni_guez, pero en su foto de perfil se ve que está bien dotada y que fue complacida generosamente en sus atributos carnales. Pero cuando empiezan a cargar las fotos, para mi sorpresa es mi hermosa madre (ni idea cuando se había abierto una cuenta) que en sus variedades de fotos lo menos que parecía era una madre. Este fue el momento justo en donde me di cuenta por completo que en realidad estaba muy buena ésta pibe, era una diosa, una caballota, una yegua con cara de inocente pero con cuerpo de diabla y de las más putas.
Noto una creciente erección en mi pantalón y enseguida cierro la aplicación para alejarme de esas ideas, pero era imposible ya no pensar en ella, en su cuerpo, en sus tetas blancas, en su gran culo respingón y su panocha abultada con ganas de salir gritando… me pierdo en mis pensamientos.
Finalmente logro reaccionar y veo que Sabrina viene bajando y me quedo petrificado por 7ma vez en el día o la mañana para ser más justos.
Llevaba puesto un Jean claro, que le quedaba más apretado imposible, resaltando sus curvas porque era de estos que llegan o empiezan tapando el ombligo y una camisa de botones blanca que dejaba a la vista un top, blanco igual, que sostenía sus grandes atributos delanteros: esas tetas blancas redondas como melones y que si detallaba bien, podía ver sus pezones apuntando pasivamente. Además de lo que os he dicho, Sabrina es blanca como la leche, cabello negro rizado igual que mi madre, labios finos de una gran petera 5 estrellas y rostro angelical pero a la hora de follar se transformaba y en un hembrón que cuesta domarla si no sabes lo que haces.
- Hola, precioso. Cierra la boca… no estoy tan mal – Y me planta un pequeño beso de bienvenida.
- No estás nada mal. Hola, ¿estás bien? – Pregunta ordinaria sin esperar gran respuesta, creo que era lo que podía articular estando en “automático” porque estaba sumamente cachondo por todo lo que me había pasado en toda la mañana.
- Si, excelente. ¡Oye! ¿Qué harás hoy en la noche?
- Nada, creo. Lo de siempre: llegar a casa, cenar y dormir – La verdad es que las noches de entre semanas eran así exactamente porque pasaba el día en la facultad o si no con los amigos cuando había tiempo libre. Obvio que había noches donde tenía energías y pasaba por Sabrina y echábamos un polvo en el auto o en su habitación. En fin, no conocía la vida en mi casa de día.
- Ven a mi casa, habrá una cena familiar y quiero que todos te vean – La verdad me costó tragar eso. Si bien ya teníamos vasto tiempo saliendo, no sentía que era el momento de clavarme por completo a una relación. La verdad es que estaba con Sabrina por puro follar, no digo que nada más pero si había algo de afecto, era poco.
- No sé, bella. Sabes que ya hemos hablado de eso y no quiero tocar el tema – Traté de decirlo lo más suave posible, tomé su mentón entre el índice y el pulgar y le dije – Trata de convencerme – Era obvio lo que buscaba estaba como tienda de campaña y la gota que había rebosado el vaso había subido en mi auto hace pocos segundos. Alguien debía pagar los platos rotos.
- ¿Quieres que intente o que lo haga? – Sólo bastó decir eso para fundirnos en un beso intenso.
Y comenzó la travesía de sentirme que por fin iba a desahogar todo lo acumulado por la calentura de la mañana, menuda follada que le esperaba a ésta mujer.
Empezaba a sentir su lengua jugar con la mía. Toma el costado de su rostro con una de mis manos y la jalé más hacía mí. Quería sentirla cerca. Sentía un aroma a flores dulces, su perfume era suficiente para seducir a cualquiera.
No aguanté más, quería follar.
- ¿Pasamos para atrás? – Le dije.
- No, no. Quiero aquí, venga – Y me agarra el pene por encima del pantalón y se lo frota rasgando su palma. Se sentía bien, pero quería más y le tomé su mano e hice que apretara mi polla.
- ¡Ah! – Soltó un chillido.
- Tómala, sin miedo – Dije con gracia. Dicho esto, me baja la cremallera y lo toma salvajemente como si del mundo fuese a desaparecer.
Rápidamente me desabotono, me bajo en pantalón para dejarle pase libre para que hiciera su trabajo mejor. Me sacó el bóxer para sacar el mástil que ansioso de cariños estaba.
- No se diga más – Y se lo tragó completo. Sentía que me liberaba, estaba más excitado que muchas otras veces. Sentir esa húmeda boca, sus dientes rozando y sus labios al tacto de mi polla era estar en lo alto. Se quedó varios segundos intentando llegar a lo último y al subir por el tronco, no lo hizo rápido en falta de aire, no, se tomó su tiempo y se la fue sacando lentamente, succionando cada centímetro mientras subía.
Al llegar al glande, se acentúo y empezó a bajar y subir en ese espacio. Succionando fuertemente, fue una de las mejores mamadas que recuerdo haber obtenido. Volvía a bajar y parecía que cada vez apretaba más sus labios pero sin ser agresiva, era la combinación perfecta entre lo fuerte e intenso.
Pasó varios segundos rehaciendo la acción hasta que sentí que ya me venía.
- Princesa, me vengo – Tomándola de sobre atrás de la cabeza para el impulso de jalarla a que tragara más de mi polla.
- ¡Ni se te ocurra, todavía no! – Si bien me calmé porque pensé que estaba incómoda, después de todo ella estaba todavía en el puesto de copiloto – Venga, vamos para los de atrás que tengo que hacer que digas que “si” y no quiero arriesgar ni siquiera a la posibilidad de un “no” – Enseguida supe que tenía puesto el traje de diabla. Cuando una mujer te dice eso, créanme que lo que te espera es lo más cercano a ir al cielo.
- Primero las damas – Extiendo mi brazo con un toque de gracia y sarcasmo. Se levanta y pasa por medio de los dos asientos delanteros, pero cuando iba por la mitad, la tomo por una de las grandes nalgas carnosas y le como el coño con Jean por delante. Aún con todo ese grosor de por el medio, se notaba que estaba hinchada
- ¡Aaah! – Soltó un pequeño grito, casi chillido
Con un rápido movimiento, logre soltarle el pantalón y bajárselo a la vez a sus rodillas, quedando solamente con unas bragas blancas casi transparentes que no sabía si en realidad el modelo era así o solo blanca y se notaba transparente porque estaba ya hecha una cascada en su coño. Tan sólo ver eso, a tan sólo centímetros de mi rostro, no pude aguantar. La tomé fuerte de sus caderas y me hundí en el paraíso de sus jugos vaginales. Su coño se sentía completamente mojado, bajé sus bragas, sentí algo velluda el triángulo de adelante pero así también me gusta y empecé a pagarle con la misma moneda.
Abrí sus gruesos labios inferiores con el índice y el medio haciendo una “v”, y empecé a ofrecerle placer. Si algo sabía, era saber comer un coño. Mis relaciones pasadas me enseñaron que si eras bueno con el pito, pero malo con la boca, entonces no sirves.
Restregaba mis dedos a la vez que hundía mis labios y frotaba mis labios con aquel botón que se hinchaba cada vez más. Duré varios minutos así y cuando sentía que se venía, tomé toda su raja con mi boca y recibí todo su jugo. La verdad hice que acabara tan rápido fuese posible para saber qué sorpresa me tenía.
- Si sigues así, no dudaré en ponerte el anillo y agarrarte para mí sola – Me dijo, pasando ya por completo al asiento de atrás y soltándose los botones de su camisa quedándose en top nada más – ¿Vas a venir o te vas a quedar ahí viendo? – Sonriendo, amarrándose una cola de caballo mientras miraba.
- Ya voy – Dije desesperado quitándome la franela, que era lo único que podía estorbar.
Al pasar me siento al lado de ella y nos empezamos a besar nuevamente aún más intensos. Siento su mano derecha rasgando mi torso, subiendo por el pecho y llegando hasta el cuello y volviendo a bajar, mientras que la izquierda sólo está para acariciarme el cabello, comprimida entre mi cabeza y el asiento.
Yo tampoco perdía el tiempo, y ya quería soltar a las bestias del corral. Quería sentir ya sus grandes ubres en mis manos, pero no sin antes hacerla sufrir porque es justamente lo que ella quería. Entonces empecé a masajeárselas suavemente, tomándolas pero sin apretar y sin mover ni un centímetro el top, buscando sus pezones. Al encontrar los dos, empecé a rodearlos con mis pulgares, buscando erizarlos, quería sentirlos tan grandes como si se fuesen a salir y efectivamente… funcionó.
- ¡Ay sí! – Ahí supe que iba por buen camino en mi plan de hacerle pagar
Al tenerlos ya muy notables al tacto, empecé a pellizcárselos levemente con el índice y el pulgar de cada mano mía, como si fuesen dientes clavándoles a esos pezones marrones tapados todavía por la delgada manta blanca. Sentía como su respiración se aceleraba más, sabía que estaba gozando, de repente dejamos de besarnos y nos vimos fijamente sin dejar de hacer nada. Y vi que su rostro pedía polla, sus ojos ya no estaban para sólo una mamada, quería que la taladrara lo más que ella pudiera aguantar, quería que le dejara el coño ardiendo. Sabía que quería todo nada más con su mirada. Su mano derecha dejó de acariciar y bajó a mi polla para empezar a calentar nuevamente, mientras que yo ya no aguanté y agarre esos globos blancos y los exprimí con mis dos manos para sentir lo suave que eran, los blandos y grandes. Le saqué salvajemente el top y la monté encima y empecé a tragarme esas tetas del mismo tamaño de mi cara, me hundía en ellas y sentía que podría encontrar a Narnia adentro, tanto por lo grandes y por lo blancas que parecían nieve. Todavía no estaba mi polla adentro de ella, no planeaba clavarla todavía, quería ir despacio cosa que ella no entendía porque buscaba sentarse pero yo trataba de esquivarla cosa que hacía que el pene pasara por entre sus labios y rozara su clítoris
- ¡Fóllame! ¡Quiero que me metas éste macho! – Excitada, sudada estaba – Venga, tío. No estoy para juegos. Ve como estoy.
- Quiero disfrutarlos – Decía tomando con una mano su seno izquierdo y en el derecho me metí su pezón y le di un pequeño mordisco.
- ¡Suave que duele, Marcos! ¡Ah! Si, así está mejor. ¡Aaaah! Dale, dale. Mmm. Si, si, ¡siiiiiiii! – Estaba mordiendo, sin medir medida de la fuerza, ya había perdido el control. Jalaba el pezón fuerte, y lo mordía como si de un dulce se tratara – Ay, bebé. Si, si, si, si. ¡Me encanta como comes! Aquí hay lechita, saca, saca. ¡Venga! – Dijo agarrando un seno con sus dos manos ofreciéndomelo - ¡Come, bebé! ¡Comeee! – Asentí y empecé a tragármela con todo lo que podía. Seguía tomando ese pezón como un perro cuando pelea por un hueso.
Vi que ella estaba tan distraída con que le comiera las tetas que sentí que era el momento perfecto para:
- ¡AHHHHHHH! ¡MAAAARRRCOOOSSSSSSSS! ¡AAAAAYYYY, CABRRRROOONNNN! – Le había clavado la polla entera, y como no era nada pequeña…- ¡ME AGARRASTE DESPREVENIDA! ¡TENDRÍA QUE HABERLA VISTO VENIR! – Decía mientras saltaba como toda una caballota en mi falo.
- ¡Venga, puta! ¡Ah! Que rico follas. Me encanta tu coño – Me excitaba ver esas tetas salvajes saltando al ritmo que la follaba. Todavía no se acostumbraba su coño a mi polla, sólo entraba hasta la mitad y ella subía otra vez. Decidí volverla a clavar… - ¡Dale que entra toda! – La tomé de los hombros por detrás y la jale hacia abajo y se la enterré completa – ¡AAAAAAAAHHHH!
- ¡AAAAAAAYYYYYYYYYYYYY¡ - Ya gritaba sin miedo a ser escuchada, estando todavía estacionados frente a su casa.
Quería ver todo lo puta que podía ser, sabía que otra oportunidad con ella de querer hacer lo que quisiera, pocas veces se presentaría. Así que actué.
- Levántate, quiero intentar algo – La tomé de la cintura y la levante, reconozco que me costó un poco dejar esas curvas fuera de mí.
- ¿Qué quieres hacer, mi amor? – Justo cuando dijo eso, vi la cara de mi madre en ella, esa frase tan de ella me hizo hacerla pensar como si ella fuese la que estuviese en bolas ahí conmigo… y me excité tanto, como si estuviese en 7 (a nivel de 10) y hubiera subido rápidamente a 9.5.
- Hazme una paja, primero – Comenzó a hacerme una lenta paja, subiendo y bajando la mano con suavidad, sin prisas. Me encantaba
— Oh, sí. Lo haces bien— comenté entre jadeos.
Planeé estar un rato así, esperando que poco a poco a que se frustrara y que me pidiera pija hasta por los oídos.
- ¿Y ahora qué?
- Voltéate.
- ¿Cómo? ¿Así? – Dijo volteándose dándome su culo, pensaba que la quería taladrar de a perrito, pero no. No era lo que buscaba. Le tomé las piernas con violencia y las extendí por mis hombros. Buscaba hacer un 69.
- ¡Así! – Dije, comiéndole el coño con total agresividad como cuando un cerdo busca comida.
- ¡AAAAAAAAAAHH! ¡SIIIIIIIIIIII! – Jadeaba. Pause un rato.
- ¿Qué esperas? Hazlo tú tam…– Me interrumpió.
- ¡Ya sé lo que buscas, pero no pares por favor! – Estaba totalmente fuera de sus cabales. Pero enseguida busco mi polla y se la enterró toda en la boca.
- ¡Aaaaaahhhhhh! ¡SIIIIII! – Sentía que succionaba mejor. Y hacía lo que me encantaba, relamía y volvía a relamer el glande una y otra vez con sus labios. Sólo sus labios, hasta que empezó a usar su lengua: la pasaba por toda la cabeza, alrededor, arriba, por el tronco y volvía a subir – Así, si, así. Que rico. Dale un besito a la punta – Dije.
- Te lo daré hasta con lengua – No sabía a lo que se refería sino hasta que actuó. Lo besó y se lo fue introduciendo lentamente abriendo paso de entre sus labios, se sentía presionado y cuando estaba el falo metido por la mitad, ella empieza a usar la lengua y lo mete entre la boquilla. Sólo bastó hacer eso 2 veces para avisar que me venía.
- Me vengo. ¡AAAHHH! NO AGUANTO – Trata de aguantar lo más que podía.
- Espera, espera – Dijo incorporándose de nuevo enfrente de mí pero agachada y sube sus tetas en mis muslos y las acomoda al lado de mi pene apunto de eyacular y soltar todo. Cuando lo acurruca completamente entre éstas masas blancas me mira y dice:
- Ahora si – Aprieta sus tetas con mi pene, frotando rápidamente que casi que no podía ver mi pene. Apenas y notaba como salía un poco la punta por la abertura de encima, ella también lo notó y empezó a lamerla y chuparla rápidamente buscando volverme loco… y lo había logrado.
Sólo aguante unos segundos más y todo rebosó.
- ¡AAAHHHH! – Exploté sobre ella, me desvanecía por todo su cuerpo.
Sentí varios espasmos que se sentían como la gloria de un partido con gol a último minuto. Le había soltado chorros de semen por casi todo su pecho, sus mejillas y sus manos completas.
Ella se reincorporó sentándose junto a mí y abrazándome me dijo:
- Te quiero más tardar a las 7 aquí, no vayas a llegar tarde – Recostándose sobre mi hombro.
- ¿Vas a salir temprano?
- No, ¿por qué?
- Sabes que podría pasar por ti.
- ¿Todavía crees que voy a ir? Estoy exhausta, me diste como si estuvieras meses sin follar – Me miró frunciendo el ceño.
- Pues ya sabes cuánto vale convencerme, mi amor – Le pellizco la nariz suavemente y le doy una nalgada bromeando, ella ríe y empezamos a jugar. De repente notó algo… – Mierda, ¿qué hora es? – Veo mi reloj y son las 10:13 - ¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda! ¡Los exámenes! Me tengo que ir, gorda – De un momento a otro ya me había frustrado por completo, no quería retrasarme otro año y todo indicaba que había perdido por lo menos 3 exámenes ya – Pásame el pantalón – Estaba sudando ya de pensar toda la macana que se me vendría, empezamos a vestirnos rápidamente.
- Estaré escribiéndote, mi amor – Me dijo, ya vestida, acomodándose el cabello en una cola de caballo – Ven, dame un beso – Estaba terminando de abotonar mi último botón de la camisa y me jaló para plantarme un beso jugoso – Espero ese sea tu desayuno Sonriendo, noto que realmente estaba preciosa con sus mejillas ruborizadas. Después de todo, creo que hizo bien esa follada express para calmar los malos pensamientos que tenía en contra de nosotros.
- Claro que sí, preciosa. Te llamo cuando salga de la facultad – Le dije mientras bajaba del auto cerrando la puerta, bajé el vidrio y le dije – Me encantas, en serio.
- Ay, mi amor. Anda, que vas a llegar más tarde. Te quiero, ve con cuidado – Me esforcé por no pensar en mi madre, diciendo eso mismo. Esa misma frase encajaría perfectamente en cualquier dialogo, trataba de convencerme en que sólo era pensamientos y nada más.
Finalmente me siento un poco más suelto, menos pesado. Pensaba en todo, acomodaba mis pensamientos mientras conducía hacía la facultad. Pensaba en Sabrina, creo que había notado que crecía algo nuevo entre nosotros, ese polvo había creado algo en mí que hacía que la viera un poco menos diferente pero también era inevitable pensar que pasaba algo parecido con mi madre pero no relucía tanto porque apenas fueron cosas que, ante lo que pasó apenas en mi auto, eran insignificantes y normales que una madre haría.
Tratando de convencerme que era normal todo, se me hizo corto el camino y finalmente había llegado para presentar lo poco que pudiera.
Al llegar, hablo con compañeros y me dicen que no han hecho los parciales porque los profesores no han podido sacar las planillas por un problema que hay en el sistema de la red del plantel y me sentía que estaba de las mías hoy, parecía que hoy me había tocado un coño de oro, estaba de la más puta madre y la suerte me resbalaba. Creo que el día estaba de mi parte casi completamente. Entonces decidí regresar a casa a descansar, creo que la carga emocional de la mañana me había agotado completamente la mente. Llego al auto y parto hacía mi hogar.
Estando a mitad de camino, se me ocurre avisarle a mi madre que voy a llegar temprano, pero luego algo en mi mente me dice que lo deje pasar y que sea sorpresa, de todas formas ya estaba a punto de llegar. Tenía toda mi mente revuelta.
Al llegar, estaciono al frente y veo que todo esté en orden. Aún olía a follada mi auto. No percato que mi madre estaba regando el césped y al verme vi su cara de extraño, pero rápidamente me hace señas de algo que no entendí. Extendiendo las manos hacia arriba y agitándolas de un lado a otro, por poco lo dejo pasar de lado pero me hipnoticé porque al hacer ese movimiento dejaba vulnerables sus tetas ir de arriba abajo y era un completo placer que deleitar.
Para abrirles la mente, ella tenía aún su camisa de tiras para dormir con la que la había visto ésta mañana, y tenía un pantalón deportivo nada pegado, pensó en comodidad me imagino.
Tuve que bajarme del auto para ver qué quería decir, pero haciendo esto y ella viniendo hacía mí.
- ¿Qué haces aquí? – Me dijo agitada
- Nada, sólo salí tempra… - Me interrumpe bruscamente.
- Después me cuentas querido. Llegaste justo a tiempo. Tenía que buscar unos detalles que nos envió tu abuela. Había pensado ya no ir porque los autos no encendieron y tú estabas lejos y no quería molestarte – Se cruza de brazos.
- ¿Y por qué no los vas a buscar mañana? – Me apoyo con los brazos entre la puerta del auto y el techo.
- Es una historia complicada, hijo. Vamos – Iba a abrir el auto cuando rápidamente le tranco la puerta interrumpiéndola.
- ¿En serio piensas ir así? ¿Crees que dejaré que salgas así como estás, señorita?
- Pues claro – Suelta una risa tonta, casi de chiquilla de 8.
- No, no. A cambiarse, estás demasiado… - Hago la forma de su cuerpo con mis manos, así delineando sus bordes.
Pero al terminar, me había dado cuenta que no había terminado la frase sino que simplemente me había quedado en blanco, velando por su cuerpo en mi mente.
- ¿Hijo? – Se extrañó completamente y frunció el ceño, poniendo sus manos en su cadera, repitió - ¿Hijo? ¡Hey!, pensándolo bien, creo que mejor voy y me cambio. No tardo – Volteó y al dar 2 pasos…
- Ponte algo decente, por favor – Recapacité. Pensaba que si lo dejaba así, iba a ser muy incómodo después. Mejor ponerle algo de relajo a la situación – Si dejas a tu hijo así, ya sabrás que harás en la calle – Y reí en broma.
- Por favor, Marcos. Compórtate – Al voltear nuevamente, veo que se va dando pequeñas risas para ella misma. Sabía que había quitado tensión.
Me toca esperar bastante porque las mujeres, y más puntual mi madre, se tarda milenios en arreglarse. Decido revisar el auto: Abro el capó, reviso que todo esté en orden, ajusto algunas cosas… Después de largos 20 minutos de hacer un mundo de nada, cierro el capó y abro la puerta del auto para apurar indirectamente a mi madre.
No planeo tocar la bocina ni nada, pienso acelerar. Tengo un Mustang GT 500, de más chico les daba molestias a los vecinos por el ruido del motor, así que no será difícil hacerla captar que se ha tardado mucho.
Cuando iba a empezar a hacer ruido, el teléfono suena.
- ¿Hola? – No tenía el número guardado, pienso que es un bastardo haciéndose de gracioso. Estos últimos días me han hecho cabrear varias veces.
No decían nada, sólo reían. Pero ésta vez eran más descarados porque hablaban entre ellos, se escuchaba a los lejos sus voces.
- ¡Malditos imbéciles! Ya me tienen cabreado – Estaba fúrico y colgué.
¿Cómo ésta clase de chavales pueden existir? Merecen la muerte éste tipo de gente. Me hago ésta pregunta y es una de las cosas por las que me hace dudar tener hijos, bueno no tanto pero es molesto. Vuelve a sonar el teléfono y ya me tenían del orto.
- ¿Hola? – Ésta vez estaba grabando la llamada, iba a denunciarlos.
- Hola, ¿Marcos? – Me extrañé, eran chicas - ¿Éste es el número de Marcos? – Volvió a insistir, pero supe eran una niñas, de fondo se escuchaban risas
- Si, si es. Soy Marcos, de hecho. ¿Con quién hablo? – Le seguía la corriente, pero de repente me quedo mirando a la casa del vecino y veo que una cortina se mueve como si la estuvieran apartando para ver. No presto mucha atención porque pensé que era el aire.
- ¿Ahora qué le digo? – Decía a las otras mientras estaba la llamada activa… definitivamente eran chavales. – Dile que dónde está, o que si tiene novia – Hablo una de lejos, pero la que estaba con el teléfono, creo yo, dijo – Estúpida claro que tiene novia, la follona rubia de arriba. No me acuer…
- Sigo aquí, por si no se dan cuenta – Noto que la cortina del vecino se cerraba y se abría. Era ya muy extraño porque juraba haber visto a personas ver hacía mi auto.
Colgó o colgaron, no sé. No le di vueltas al asunto porque por fin venía saliendo mi madre. Estaba hermosa, portaba una camisa de botones color crema y era de tela de ceda, una falda tubo negra que le llegaba un poco más arriba de la rodilla y unos tacones negros altos. A pesar de no ir a un evento, mi madre era muy coqueta y detallista, siempre le gustaba estar arreglada y elegante. Todo esto era por mi padre, que le gustaba que mi madre se estuviera así siempre y mi madre con el tiempo se acostumbró y le gustó, pero sin ser atrevida ni soltada, siempre conservada con sus gustos, no les digo 10 de 10 pero si un 6.
Llegando al auto me dice:
- ¿Qué tal ahora? – Hace una mueca y alza los brazos para mostrarme lo que lleva.
- Para ver… Voltéate a ver… - Tenía mis dedos acariciando mi mentón como “Juzgando”. Al voltearse y mostrarme el culo respingado me quedo boquiabierto, no sabía cómo cabía eso ahí.
- Bueno, aún estás vulgar para mi gusto. Pero estamos apurados. Te salvas de ésta – Río a carcajadas. Quito el seguro de la puerta para que entre.
- A veces te pareces a tu padre, amor – Soltaba risas igual que yo – No tengo culpa de tener éste cuerpo, hijo. ¿Podrías lidiar con una madre así? – Decía esto acariciándome la nuca.
- Madre, siempre he lidiado contigo. En la escuela de chaval, en el trabajo, en la universidad… - Ella reía. encendí el auto.
- No entiendo. – Ya más seria, bajó el espejo que hay del tablero del copiloto para maquillarse.
- Bueno, no todas las madres están así de “hermosas” como tú. Sin ofender Mónica pero eres toda una MILF.
- ¿MILF? – Probablemente no me prestaba atención, se sentía así. No sé, las mujeres cuando se maquillan en el auto son así. Y lo generalizo por varias que he llevado y con las que he estado, Vanesa hace lo mismo, por ejemplo.
- No importa, luego te explico… ¿A dónde es que giro?, tengo tiempo que no paso por acá. No sé si era por la otra calle…
En todo el trayecto seguimos hablando de otras cosas, aparte de terminar de decirme la dirección, hablamos de lo que había enviado mi abuela y toda la historia. Resulta y acontece que mi abuela había enviado un marco de mi padre por correo y se le había olvidado decirnos. La agencia llevaba semana y media con el paquete y si se cumplían 2, la devolvían al remitente. Por eso el apuro y afán de mi madre en ir a por ello.
- Ya llegamos, te espero – Le dije, quitando el seguro de la puerta.
- Vuelvo rápido, el sostén me está molestando. Me queda apretado – dijo acomodándose las tetas por encima de la camisa.
- ¿Y por qué no te lo quitas? – Lo dije en broma
- Sabes… tienes razón. Mejor la comodidad que el sufrimiento – Me quedé petrificado con lo que acababa de decir, ¿había escuchado bien? Mierda – Ven, ayúdame – Me indicó a el broche de atrás – A ver, déjame quitarme la camisa porque veo que así no puedes. Esos son sólo talentos de las mujeres – Bromeó y se giró de cara a mí y empezó a desabrocharse los botones.
Al quitarse la camisa y verla abrirse en dos, veo aquellos par de tetas. Era verdad, se sujetaban por un mínimo sostén que apenas cubría a medias (Justo donde terminaba el borde del empezar de los pezones).
- Listo – Se giró y quedó de espaldas. Se notaba su esbelto cuerpo perfecto, estaba demasiado buena. Sus caderas se notaban a 500 millas y un poco más. Todo estaba proporcionado al 1000% pero sin pasar al lado de aberrar o de estar repotenciada al nivel de verse mal, no, cada cosa en su lugar. Era perfecta.
- Ok, levántate el cabello que no veo – Ella lo hizo, se levantó la melena colorada y se hizo una cebolla. Al poder ver pude notar, por medio de su perfil, un lunar en el costado de su seno derecho. Estaba súper empalmado, creo que no podía estarlo más.
- Ya está – No dejó caer las copas, se las sostuvo para taparse - ¿Mejor?
- ¡Uf! Mucho mejor, Marcos. Gracias – Se volteó para darme una sonrisa y una picada de ojo. Sí, eso fue atrevido - ¿Qué esperas? Voltéate, hijo. No querrás ver a tu madre desnuda
- No es que no quiera – Y reí – Bueno, rapidito que ya van a cerrar. Hoy cierran temprano – Me volteé para que ella se pusiera su camisa
- Ya puedes voltear, ¿Qué tal? ¿Se nota? – Realmente estaba deliciosa, no tengo idea de cómo aguante follarla en ese momento – Sus senos se veían más grandes aún, estaban perfectos. Sus pezones se notaban erectos, daban ganas de mordisquearlos hasta morir
- Estás perfecta, sin palabras
- Tienes una madre bella – Bromeó, y empezó a arreglar unos papeles de su cartera – Marcos, ¿le hiciste algo a los asientos?
- No, Mónica. ¿Por qué? – ¿Tanto tiempo había pasado de que no subiera mi madre a mi auto?
- Es que huelen extraño. O no sé si sea el auto en general.
- No sé, a mí me huele normal. Ya van a cerrar, apúrate – Dije tratando de cambiar el tema rápido.
Ella asintió y, tomando su cartera, bajó del auto y se dirigió a la oficina de correo. Y otra vez a esperar por una mujer, varias situaciones han sido las mismas éste día. Me acuerdo del perfil de Instagram de Mónica y lo busco de nuevo, para revisarlo bien, y si, está totalmente buena. No era ese típico perfil en donde alguien sube fotos muy evidentes de sus tetas o casi desnudas, no. Mi madre era conservada, cierto que habían fotos en bikini pero de resto se notaba su figura por sí sola, a través de vestidos elegantes, uno que otro escote en fotos con sus amigas… En conclusión, mi madre es una milf con letras mayúsculas. Mientras más bajo, más me dan ganas de hacerme una buena paja.
Mi madre sale con un gran paquete en manos. Salgo del auto rápidamente para ayudarla.
- Dame, yo tomo eso – Diciendo esto, tomo el paquete y al ella entregármelo noto que, por la fricción que tenía con la caja, un pezón se le ve fuera de la camisa.
- ¿Está pesado, no? – Era marrón, con gran aureola al borde. Estaba muy erecto, parecía una gran gomita. Quería morderlo ahí mismo.
- Si, bastante. Ven, vamos – Parece que ella ni lo había notado todavía. Abro la maleta.
- No, no. Ponlo aquí atrás – Quería que lo pusiera justamente donde Sabrina y yo culeamos. Al ella abrir la puerta, noto un gesto muy obvio en su cara, y me lanza una mirada matadora – Reconocería ese olor donde fuese – No pensaba que mi madre se molestaría por eso, pero sí me esperaba un disgusto – Tú padre y yo dejábamos cada auto que comprábamos así, de hecho, así era que lo estrenábamos – Lo dijo cerrando los ojos como recordando las cogidas que papá le daba – Me parecía muy familiar el olor, tenemos que limpiar eso. Si hubiera sido otra persona, hubiera sido muy desagradable, Marcos. Debes tener más pulcritud con tus cosas ¿Desde cuándo no lavas el auto? – Mientras ella decía sus cosas recordando, ya había acomodado el paquete en el asiento de atrás y cerrando la puerta le dije:
- Desde ayer en la tarde – Lo dije serio, frunciendo el ceño casi – Hoy fui a buscar a Sabrina para ir a la Universidad, y bueno… - Vi en su mirada un descontento, aún más que lo anterior.
- No hablemos de esto ya – Abrió la puerta, entró y la cerró bruscamente.
- ¿Ok? – Di la vuelta y subí al auto, lo encendí y volteé a verla - ¿Estás moles…
- No preguntes – Me interrumpe y sé que eso fue un “sí”.
- Hablemos de esto, mírame – Por un momento había dejado de ver su pezón que seguía fuera de su camisa
- Sólo no me cae bien ella, y lo sabes. Es muy manipuladora – Se cruzó de brazos y su teta salió un poco más que su pezón solamente. Seguía sin darse cuenta. Quería tomarla ahí mismo.
- Madre, ella es mi novia y lo sabes. Debes respetar eso. Mónica, mírame – Ella se gira a verme – Ya tenemos buen tiempo saliendo, creo que deberías aceptarla un poco cada vez más – En eso se le va la mirada fuera de mis ojos y se va hacía el vidrio de mi puerta, suelta una sonrisa.
- ¡No puede ser! – En eso sale del auto, cierra la puerta y se apoya en ella, donde veo una delicia de los dioses. No sé si lo hizo con intención o inconscientemente, pero sus pechos estaban comprimidos con el vidrio y su pezón que estaba fuera se veía muy placentero a una gran chupada. Estaba casi todo su seno fuera de su camisa y mostrándomelo. Ignorando todo lo demás, recapacito y volteo y veo que es una vieja amiga de mi madre: Nathalia - ¡Nath! – Apenas mi madre dijo eso, ella volteó rápidamente. No estaba tan lejos, como a unos 20 metros del auto.
- ¡No pueeedeee seeer! – Dijo exactamente lo mismo que mi madre – ¡Mónica! – Y se apresura caminando hacia nosotros con sus grandes tacones marrones y un vestido casual rosado claro, alcanzaba un poco más debajo de sus muslos y proporcionaba un gran escote. Ella era menor que mi madre por unos 6 años pero semejantes de actitud, gustos y cuerpo. Sus medidas físicas eran increíbles, tenía unos senos potencialmente grandes que cualquier pene se perdería en ellos, un culo menos grande que el de mi madre pero seguía siendo un gran culo. Piernas torneadas y finas, parecía que seguía yendo al gimnasio, su cuerpo era un poco más grueso que el de mi madre pero no le sobraba nada. Tenía su pelo castaño, pero ahora se lo veía negro azabache, resaltaban sus pecas en sus mejillas. Poseía grandes ojos negros y era blanca bronceada. Se veía de menos edad que la que poseía. Tenía rasgos característicos de una zorra de pie a cabeza. Sus pómulos era muy detallados y grandes labios hacían de ella una “gran mujer”. De cierto es, que Nathalia tenía historia con nosotros, aparte de ser amiga de mi madre.
Antes de que se aproximara mi madre a ella, baje rápidamente del auto y la abrace.
- Buenos días, señorita. ¿Cómo está? – Ella se emociona al verme, y queda como en shock
- Mi amor, pero qué… no puedo creerlo – Tomó mi mejilla acariciándola y viendo a mi madre, asombrada por vernos. Me planta un beso cerca de los labios. Enseguida fue a saludar a mi madre, llevándome tomados de la mano.
- ¡Tanto tiempo! – Se hundieron en un gran abrazo juntas. Ver esas tetas chocarse entre sí, me calentaron. Duraron como 2 minutos abrazadas y diciéndose cosas en el oído sin que yo escuchara, pero no era incómoda la situación. Al separarse mi madre seguía con su pezón al aire libre.
- Marcos, ¿se lo dices tú o se lo digo yo? – Dijo Nathalia, tapándose la boca dando pequeñas risas.
- Mejor subamos al auto, ven vayamos nuestra casa – Ignore completamente la pregunta, pero abrí una invitación para saber qué había pasado.
- Esperen, vengo con una amiga. Déjenme decirle que se vaya – Y se perdió.
- No puedo creer que hayamos visto a Nathalia, pensé que estaba en Alemania.
- Madre, eso fue hace 5 años. Capaz y acababa de llegar. Ahí viene.
- Ya, listo. Vamos – Dijo Nathalia, un poco agitada – Ven, tigre – Y me abrazo fuerte.
Le abrí las puertas al par de damas que tenía y luego subí al auto.
- Cuéntanos, mujer. ¿Cómo estuvo Alemania? –Dijo mi madre. Enciendo el auto nuevamente y arranco.
- Muy bien, me dieron vacaciones. Es una gran oportunidad que agarre, créeme que valió la pena dejarlos. Aunque fue un gran sacrificio.
- ¡Auch! Eso dolió – Todos rieron por mi comentario – ¿Entonces si era buena la empresa?
- Muy buena, estaba por avisarles que había llegado. Llegué ayer en la noche.
- Te dije, mamá.
- ¿Pensaron que tenía varios días aquí sin avisarles? – Se acercó hacia nosotros desde atrás.
- No… - Dijo mi madre apenada.
Todos reímos un seguimos hablando de cómo le había ido en Alemania y su estadía estos últimos años allá. De repente la llaman y empieza a hablar en alemán, duró como 4 minutos la conversación, más bien parecía una discusión.
- Disculpen pero tengo que ir a arreglar unas cosas de la empresa, me están pidiendo unos datos y los tengo donde me estoy quedando.
- No hay problema, podría dejar a mi madre con el paquete en la casa y enseguida te llevo – Le lanzo una mirada cómplice por el retrovisor
- Me parece bien. Ay, ¿qué harán en la noche? Hagamos una cena.
- Una cena será, ya quiero contarte tantas cosas, me hacías mucha falta – Mi madre estaba muy emocionada.
Mientras acordaban los detalles de la cena, no percaté que ya habíamos llegado. Me bajo y saco la caja del auto. Mi mamá se despide de Nathalia.
- Te espero en la noche – Dijo mi madre.
- Ahí estaré, picarona – Dijo Nathalia, en tono de broma – Tigre, trata de apurarte, ¿sí? – Me guiña, mientras me alejo tras mi madre.
Mi madre había dejado la puerta abierta, entro con el paquete y le pregunto dónde ponerlo y me apunta hacia el mueble.
- Me voy, mamá. – Tomo las llaves del auto y me doy vuelta.
- Espera, ya va. Vamos a ver qué envió la abuela. Sólo será un momento – Tenía que salir rápido porque me estaba empalmando por su pezón fuera… ¡¿CÓMO MIERDAS NO SE DABA CUENTA?! Pero pensé que mejor hiciera lo que ella me dijera porque quedamos en media discusión y no quería que se disgustara conmigo.
- Venga, a ver – Me siento en el sofá junto a ella – Ven, déjame abrirla.
No tarde mucho en quitarle las envolturas y los amarretes que tenía por todos los bordes. La abrí y había un iPad, una laptop y un iPod. Tenía una nota: “Al recibir el paquete, se toman una foto. Todos están vinculados en la nube. Los veremos aquí”.
- No se diga más – Mi madre tomó el iPod y apuntó la cámara frontal hacia nosotros. Tomó varias pero ninguna le gusto – No sé hijo, no me gustan. A ver así – Se levantó y se sentó en mi falo. Y se puso la laptop y el iPad en sus piernas y apunto desde arriba, pero notó algo… su pezón.
- Mamá, se te ve algo- Y lo tomó con la punta de los dedos pulgar, índice y medio como si estuviera agarrando una pequeña roca.
- ¡Ay, Marcos! –Dio un pequeño salto.
- Se te acaba de salir – Inocentemente dije.
- Toma, ten esto - Y apunto el iPod a mí, pero lo rechacé.
- No, no. Ven, déjame taparte. – No estaba nervioso, estaba más que lujurioso. Tome el borde de su camisa e intente cerrarlo pero era imposible por lo grandes de sus tetas. Ella estaba probando la cámara, haciendo muecas y eso.
- Mientras hacía fuerza para meter a esa teta en su lugar, empujaba mi pelvis contra su culo y se hundía. Estaba disfrutando, y ella no hacía nada, actuaba como si lo notaba. Mi pene estaba erecto, pero por el pantalón estaba aprisionado y se notaba era un gran bulto que crecía hacia la derecha. Aun así, era imposible no notar los empujes que le daba.
Seguía tratando de cerrar la blusa pero no podía, le dije:
- Madre no cabe, vamos a tener que hacer una pequeña incisión en la camisa – Ella rio.
- Haz lo que tengas que hacer – Eso fue un pase libre.
Enseguida comencé a desabotonar la camisa hasta el último botón pero tapaba sus senos con la camisa abierta. Decidí empezar a abotonar desde arriba. Pero me tome todo mi tiempo.
- ¿Así está bien? – Tomándola de la cintura curvilínea. Ella rio nuevamente.
- ¿Qué crees tú?
- Me gus…
Suena el timbre, y seguidamente alguien dice:
- Marquitos, rápido.
- Ya voy.
Me levanté rápido y le dije a mi madre que antes de una hora volvería. Abrí la puerta, caminé al auto y ahí estaba esperándome.
- Te tardaste algo.
- Ya sabes cómo es mi madre – Quito el seguro de la puerta, y la abro
- Gracias, mi niño.
- De nada.
Doy la vuelta y subo.
- Entonces, ¿Adónde es?
- Ven y te explico.
Era algo complicado, vivía casi al otro extremo de la ciudad, tardamos más de 20 minutos en llegar. En el camino me contó sobre su esposo alemán, seguía sin hijos, le conté sobre Sabrina…
- ¿Qué dice Mónica sobre ella?
- ¡Ya llegamos! – Traté de ignorar el tema, pero me miró fijamente y no tuve alternativa, suspiré – Dice que es bien, que es buena para mí.
Quedamos en silencio unos segundos.
- No le cae bien, ¿cierto?
- No, para nada. La odia.
- Ya sabes cómo es Mónica – Me guiña. Enseguida se bajó del auto.
- A veces quisiera que las cosas fueran como contigo – Me bajo del auto y cierro la puerta.
- ¿Todavía no lo sabe? – Abre la puerta de la torre y entramos a la recepción.
- No, nada. Si lo supiera, ni loca nos hubiera dejado solos – Llama al ascensor.
- No debería preocuparse ya – Esperamos en silencio un rato. Llega y entramos, marca el piso 9.
- ¿No debería? – Quise recalcar
- No creo, ¿o sí?
Esa fue la señal. Estaba cachondo, con 500 litros de semen queriendo salir de mí, empalmado y con una alta potra conmigo insinuándome cosas… no soy de hierro. La tomé de la nuca y le planté un beso.
- Me hacías mucha falta, no sabes cuánto te extrañé - En cuanto terminó de decir eso tomó mis manos y las puso sobre sus pechos, comenzamos a besarnos con pasión desenfrenada. Pocos segundos después ella se dio vuelta sin dejar de besarme, cada vez con más pasión, con nuestras lenguas jugueteando entre ellas y mis manos esta vez agarrándole las nalgas. Ella en cambio usaba una de sus manos para acariciarme la cara y la otra para acariciarme la verga que casi se salía del pantalón de lo dura que estaba, apoyándosela a su culo conjuntamente. Unos minutos después de besarnos se giró y se puso de rodillas frente a mí y me bajo el pantalón y con él el bóxer también. Tomó mi verga en su mano y se la llevó a la boca para hacerme un oral aún más intenso que la primera vez del día con Sabrina. Esta vez no la besó tiernamente, ni la lamió de punta a punta. Esta vez se la metió completa, tan larga como es dentro de su boca, se la tragó como si fuera cualquier cosa hasta tenerla dentro de su garganta. Se notaba que estaba ansiosa por tener mi verga, la forma como se la comía daba testimonio de las ansias que tenía por follar conmigo. La agarré del pelo detrás de su cabeza y empujaba lento hasta tenerla a fondo.
- Traga – La tenía adentro toda, cuando intentó tragar, su garganta se comprimió y el placer era digno de ser de Nathalia. Lo repetía cada vez más. Su maquillaje negro al borde sus ojos, se corría por el sudor, hacía que su mirada fuese más penetrante y excitante.
No nos habíamos dado cuenta que hace rato había llegado el ascensor. Nathalia se levantó acomodándose el vestido, y dijo:
- Vístete – Me subí el pantalón mientras ella abría la puerta del apartamento. Al abrirla, entramos.
- Es bonito, me gusta – Dije al ver el interior de éste. Era muy cómodo. Dos sofás grandes en la sala, la cocina a la izquierda algo pequeña. A la derecha estaba su cuarto con la entrada en una pequeña incisión en medio del lobby.
- ¿Quieres tomar algo? – Me pregunto mientras seguía acomodándose un seno en el vestido.
- Quiero eso – Reímos los 2.
- Espera aquí, tengo que buscar los papeles. Déjame hacer las cosas de la empresa y después jugamos – Asentí y desapareció en su oficina (quedaba en una abertura en la izquierda, al contrario de su cuarto entre los 2 muebles).
Mierda, si bien era cierto que éste día había sido maravilloso, habían baches en él. No es bueno que te dejen con ganas de coger, menos 2 veces y seguidas. Decido esperar recostado en uno de los grandes sofás a que Nathalia termine sus cosas. Había un play 4 bajo la tv, y lo enciendo a ver si me pasan las horas más rápidas. Cuando me acerco a encender la tv, escucho risitas y me parecen conocidas, no era Nathalia. Me levanto a seguir el sonido.
Las risitas me guían a un cuarto de lavado, al costado de la cocina. También escucho una lavadora en funcionamiento. Abro la puerta cuidadosamente y para mí sorpresa, es una vieja amiga: Andrea.