Día del Maestro
Una alumnita decide hacerme un regalo muy especial por el día del maestro...
Día del maestro
Día 06 de julio del 2011, yo estaba como siempre, tras mi monitor, trabajando, cuando de repente se me ocurrió entrar a mi Messenger, el cual no había abierto desde hace mucho tiempo.
En mis tiempos de profesor, aceptaba las invitaciones de todos mis alumnos al Messenger, por lo que encontré cantidades de alumnos aún conectados.
Sin embargo, una de ellas, a quien no veía hace algunos años atrás, me entabló conversación:
- Hola profesor, feliz día, como la está pasando, me dijo.
- Bien, aquí trabajando y Ud. cómo está, a los tiempos, le dije.
- A los tiempos que se deja ver Ud. profesor, ya no nos visita por el internet.
- Es que he estado muy ocupado, recién puedo conectarme a la web después de mucho tiempo, ya que mi trabajo ha bajado últimamente.
Conversación que iba a venía, cuando de repente la muchachita, no mayor de veinte años, empezó a escribir cosas cada vez más pícaras:
- Y profesor, sigue yendo a dictar clases por las noches?
- Claro que sí, siempre ese ha sido mi horario.
- Ah, tenga cuidado con los secuestros
- Ah si? Le pregunté intrigado, por qué lo dice?
- Bueno, yo vivo por esa zona, no vaya a ser que algún día lo secuestre.
En ese momento me pareció que debía tomar una decisión, entre seguirle el juego o comportarme como siempre, como un docente respetable y respetado por todos. En fin, decidí por lo primero, para ver en qué quedaba todo.
- Secuestrarme? Y pediría rescate? Le dije
- No, por unos días no, después quizás
- A ver, no entiendo, me secuestrará pero por unos días no pedirá rescate, en que la va a beneficiar eso?
- En mucho, jajajajajajaja
- Por qué se ríe?
- Mmmmmmmmmm, no sabe lo que podría hacer en esos días, quizás me podría dictar clases privadas, extraño sus clases.
- Y qué más extraña de mis clases?
- Mmmmmmmmmmm, verlo, cuando se paraba, cuando se acercaba, admirarlo, no puedo negarlo ahora después de tiempo, siempre me ha gustado.
Ya esto se ponía interesante, pero yo lo estaba tomando bastante a la broma, sin embargo, decidí seguir adelante.
- Ah, pero ahora en las clases privadas ya no voy a tener espacio.
- No se preocupe, yo lo pongo muy cerca de mí, para apreciarlo como lo hacía en clases y de paso demostrarle en la práctica lo mucho que voy aprendiendo.
Yo recuerdo de esa chica muy poco, quizás un tanto pequeñita, una boca sensual, labios gruesos que en una oportunidad me los imaginé comiéndome el nabo, una cintura envidiable (algunos docentes pensábamos que se había mandado a sacar costillas por lo fina de su cintura) y una cola de espectáculo.
- Bueno, entonces tomaré mis previsiones hoy cuando vaya a dictar clases, le dije.
- Bueno profesor, tenga cuidado, pero si no tiene clase, llámeme, le doy mi número, 23455211, ese es mi celular, si es víctima de un secuestro, llámeme hoy, o si quiere dictar clases privadas hoy por el día del maestro, ya sabe mi número.
Me quedé pensando, siempre las chiquillas se me habían insinuado, pero nunca hasta tal punto. Pasé el resto del día trabajando, me fui a dictar mis clases y al salir venía en el auto pensando si la llamaba o no, cuando de repente timbró mi celular.
- Hola profesor, no me llamó en todo el día, no quiere su regalo por su día?
- Hola señorita, de verdad que pensé que bromeaba, por eso no decidí llamarla.
- Por dónde está? Me preguntó riendo.
- Por la esquina de la universidad, saliendo, le dije.
- Mire pues, yo también estoy saliendo, me da un aventón, me encantaría subir a su carro y darle un regalito que tengo por su día.
- Ok, acepté, estoy por la facultad de ingeniería.
Efectivamente, la vi caminar lentamente a mi carro, la distinguí inmediatamente, botas grandes, pantalón apretado, un culo espectacular, toda una preciosura.
- Hola profe, a los tiempos, me dijo con voz pícara subiendo al carro.
- Si pues a los tiempos, le dije. A donde la llevo?
- Donde Ud. quiera, para poder darle su regalo profesor, recuerde que hoy es su día, me dijo y se mordió el labio.
Sinceramente, si en un momento pensaba que era una broma la que me estaba gastando, en ese momento me arme de valor (también se armó otra cosa) y le dije: Te voy a llevar al fin del mundo, donde puedas darme lentamente ese regalo del que tanto hablas y de paso te voy a dar unas clases privadas que nunca olvidarás.
Y me contestó: contigo hasta el infierno y me pasó la mano por la pinga, que estaba a punto de estallar por debajo del pantalón…
Continuará únicamente si Uds. amigos lectores lo piden