Día de playa improvisado
Mi primera experiencia sexual
Antes que nada, pediros benevolencia. Es mi primer relato y a lo mejor demasiado conciso, demasiado escueto.
Tengo 56 años y lo que os cuento sucedió en el siglo pasado, en 1987.
Mi primera experiencia sexual fue a los 22 años. Era un domingo y quedé con la que luego sería mi mujer para visitar y pasar el día en un centro zoológico que se llamaba Rioleon Safari. Estaba cerca de Denia.
Salió un día sorprendentemente caluroso. Después de comer Cris me comentó la posibilidad de irnos a la playa que estaba cerca. No llevábamos bañador y en la tienda de suvenires no tenían, por lo que compramos unas camisetas XXXL que a ella le llegaba a la rodilla y a mí me tapaba justo el sexo.
Nos fuimos a la playa, aparcamos y nos pusimos las camisetas, desnudos debajo. Al verla cambiarse se me comenzó a poner morcillona, pues aunque ya la había visto desnuda la situación era muy morbosa. Era un bomboncito. Talla 80 de sujetador para cubrir unos pechos pequeños pero tiesos y deseables. Cintura pequeña, caderas y unas piernas que quitaban el hipo. El culo muy bien puesto, pequeño y duro. De los que dan ganas palmear al verlo por la calle.
Una ve en el agua comenzamos a retozar y hacernos ahogadillas, provocando los roces que nos fueron calentando poco a poco, hasta estar totalmente erecto. Probamos a tener sexo pero, con el movimiento de las olas y nuestra inexperiencia, era muy difícil, a pesar de tener yo un hierro entre las piernas y ella estar super cachonda.
Cuando salimos del agua vino la sorpresa, ella tenía la camiseta totalmente pegada al cuerpo, marcando sus pechos, sus pezones que estaban como piedras, y hasta se podían contar los pelos del pubis.
Yo por mi parte mostraba una tienda de campaña. La gente nos miraba salir del agua con un poco de cachondeo. Hay que tener en cuenta que en aquellos años la libertad sexual había llegado solo de boquilla.
Ya en el coche ella dobló la cintura para poner una toalla en el asiento, poniendo el culo en pompa a la vista de todo el que pudiera pasar. Se sentó en el asiento del copiloto con las piernas fuera. Cogí la botella de agua y , rodilla en tierra, me dispuse a limpiarle la arena de pies y piernas con el agua. Cuando tenía su pie encima de mi rodilla, con la magnífica vista de su sexo, conforme le vertía el agua y pasaba mi mano comencé a besarle la pierna y fui subiendo poco a poco. Su respiración iba a mil y se le notaba el estado de excitación. Deje la botella y con ambas manos la cogí de la cintura y la senté en el borde del asiento para llevar mi boca hasta su sexo y regalarle una comida de coño hasta que se corrió en mi boca. Sólo después supe que era la primera vez que le comían el sexo y que fue su primer orgasmo.
De ahí pasamos al asiento de atrás donde se sentó encima de mí, metiéndose mi miembro. Follamos como si nos fuera la vida en ello.