Día de playa con Sonia
Un día de playa con los amigos mejora rápidamente gracias a Sonia. Nos fugamos a su piso para una sesión de sexo.
Pasó una semana y no tenía noticias de Alicia. Por otro lado, se quedó para ir a la playa un sábado y acepté.
Fuimos algunos de los que habíamos alquilado la casa, incluida Sonia (Alicia no). La mañana transcurrió con normalidad, hasta que todos fuimos al agua a jugar a la pelota.
En un momento, el novio de Sonia lanzó la pelota mar adentro en mi dirección. Sonia le echó la bronca y fuimos ambos a recogerla.
-Vi el vídeo.
-¿Y te gustó?
-Sin rodeos, si ambos queréis, yo me apunto. Y estoy seguro que quieres, llevas todo el día mirándome las tetas.
-Como para no hacerlo... -Estabamos llegando cerca de la pelota
-¿Se te ha puesto dura?
-No estoy del todo...
Sonia se sumergió y noté como me tocaba a través del bañador, salió y cogió la pelota.
-Vale, te quiero probar, pero no ahora, recuerda el número 7.
Sin yo entender mucho me quedé en el sitio mientras Sonia volvía a las toallas. Cuando estuve más calmado volví con todos.
Cerca de la hora de comer, se sorteó quien iba a ir a por los bocadillos, que estaban a 20 minutos en coche, en la casa de Sonia. Como su novio había bebido, ella tenía que ir a la fuerza acompañada de alguien más. Sonia escribió un número en un papel y jugamos a adivinarlo del 1 al 10. Por suerte yo fui el tercero en elegir: el 7. Obviamente me tocó y nos marchamos.
Por el camino Sonia me dejó claro lo que pasaría: nada hasta estar dentro del piso ya que conocía a mucha gente en el barrio. Polvo rápido y a volver corriendo.
Cachondo desde el primer segundo, en cuanto entramos en el piso, cerré la puerta y cogí a Sonia, levantándola del suelo. Era muy menuda y delgada, por lo que me fue fácil.
La apoyé contra la pared y nos empezamos a besar. Me deshice de su parte superior y devoré esos pechos que nada tenían que ver con su cuerpo; eran grandes, llenos de carne. Mientras, ella me quitó el bañador y mi polla salió disparada, golpeando su culo.
Ella me guió hasta la cocina y la puse sobre la encimera, se deshizo de su parte de abajo y se deslizó un poco con las piernas abiertas, mientras, yo me quitaba la camiseta. Puso su entrepierna bajo el grifo y lo abrió.
-No quiero roces ni nada ahí abajo, por lo de la sal y la arena, así que lávate tu también un poco.
Yo intenté llegar al fregadero pero no podía. Sonia me miraba mientras empezaba a tocarse por la excitación del momento y por el contacto del chorro.
-Joder, no llego, dame un vaso o algo.
-No me seas cerdo, además, no tengo vasos tan grandes -rió - ya me encargo yo.
Dejó caer su cabeza, quedando suspendida. Me agarró de la polla y la llevó a su boca. Llevé una mano a su sexo e introduje dos dedos en su interior mientras el grifo me mojaba la mano. Con la mano izquierda me apoyé en el mármol y empecé a llevar el ritmo de la mamada. Sonia se dejaba hacer, solo me apartaba con sus manos cuando no podía respirar. Se la saqué y le dí un par de golpes en la cara con mi rabo.
Sonia se rió y se incorporó. Cogió agua con la mano y se enjuagó la boca. Después se lavó la cara.
-Estaba salada. -Cerró el grifo y abrió las piernas como una invitación.
No me lo pensé dos veces y la penetré. Ella cerró los ojos y me envolvió con sus piernas. Hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo real que era aquello. Sus pechos bailaban al ritmo de mis embestidas y me tenía loco. La levanté del sitio y continuamos haciéndolo de pie mientras sus pechos se repasaban por mi torso. Nuestras lenguas volvieron a encontrarse y ella gemía dentro de mi boca.
Todo iba bien hasta que con uno de mis dedos tanteé su culo. Inmediatamente ella golpeó mis costillas y casi se me cayó.
-Yo no soy así. A la próxima te vas con el ojo morado y ya darás explicaciones.
Yo no sabía cómo reaccionar, así que la bajé. Sonia me miró y se rió, poniéndose a cuatro patas.
-Venga, no pares ahora, que si no tardaremos mucho.
Hice caso y continúe en la nueva posición. La ligereza de Sonia me hacía querer levantarla todo el rato, aso que cogí sus piernas e hicimos la carretilla. Ambos estábamos a punto de corrernos, podía notarlo en sus gemidos, pero cuando se lo pregunté, lo negó y parecía resistirse al placer. Para "castigarla" justo cuando los dos estábamos a escasos segundos, la bajé y saqué mi verga. Ella, como si lo supiese de antemano, alargó su brazo y me agarró el miembro. Solo hicieron falta un par de sacudidas para que yo acabase sobre su espalda.
Sonia se puso de pie rápidamente, mi corrida caía por su espalda hasta llegar a su culo. Yo me había empeñado entonces en hacer que esa mujer se corriese. Ambos nos aseamos y ella preparó un par de cosas que faltaban.
Los dos seguíamos desnudos, así que mientras ella se ocupaba de la comida, yo me agaché y devoré aquel coñito con la ayuda de mis dedos. Al principio ella se quejó, pero pronto se dejó hacer, hasta que finalmente se corrió, empapándome la cara con sus jugos.
Si no fuese por el tiempo, estoy seguro que ambos hubiésemos repetido unas cuantas veces más. Nos dimos un beso que desprendía deseo y nos vestimos de nuevo.
Por el camino, Sonia me comentó que ella se ocuparía del tema de Alicia, que ahora estaba más que segura.
Al llegar a la playa, tuvimos que poner como excusa el tráfico y el mal aparcamiento, pero nadie sospechó nada.
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Siento la demora en la publicación, pero por las vacaciones no he podido colgar las historias