Dia de playa con nuestros nuevos amigos
Un dia de playa que esperabamos fuera de lo mas relajado, se convirtio en una orgía de sexo
Como habíamos planeado la noche anterior, nos levantamos temprano con la idea de coger la moto y hacer unos kilómetros, la intención era buscar esa calita que conocíamos por referencias de unos amigos. Nos comentaron que prácticamente permanecía virgen y sin ningún tipo de construcción, tal vez por lo apartada que se encontraba, o acaso por lo difícil que resultaba el acceso a ella. En resumen, dentro de nuestros planes entraba el pasar un día de playa y nada mejor que buscar algo apartado y solitario donde nadie pudiese molestarnos.
Somos Juan y María, llevamos casados más de veinte años y aunque dado nuestra edad rondamos los cuarenta y muchos, podemos decir que aun mantenemos unos cuerpos cuidados y atractivos, al menos eso dicen nuestras amistades.
Una de nuestras aficiones es la práctica del nudismo, y cada vez que podemos y se presenta la ocasión, lo hacemos. Es algo habitual en nosotros, el buscar calas o playitas que se encuentren algo apartadas o poco transitadas para poder disfrutar de las maravillas del verano como Dios nos trajo al mundo.
No nos costó mucho encontrar el lugar, estacionamos la moto y cargamos con todo lo necesario para disfrutar del día, lo más dificultoso fue bajar el pequeño acantilado hasta llegar a ella. Pero una vez instalado, el lugar merecía la pena, resultaba casi paradisiaco apenas si había gente cerca, solo alguna parejita lejana y poco más, esto nos brindaba la intimidad que a nosotros y solemos buscar.
Una vez instalada la sombrilla, toallas extendidas sobre la arena fina y mucha protección solar sobre nuestros cuerpos desnudos, ahora tocaba refrescarnos y nada mejor que un buen chapuzón.
Después del baño, nos tumbamos a tomar el sol y tomarnos un par de cervezas, tanta tranquilidad hizo que me quedara dormido, no sé por cuanto tiempo, pero cuando me desperté, vi a mi mujer paseando por la orilla, apenas si quedaban personas de las que estaban cuando llegamos, la sensación de soledad ahora era aún mayor. Cogí dos latas de cerveza y me dirigí hacia donde estaba mi mujer.
Solo acercarme a ella y verla allí totalmente desnuda con su coño totalmente depilado, mi polla reacciono poniéndose dura, ella que también tenía ganas de fiesta, sería por la tranquilidad del lugar o el estar tan relajados que hizo que se despertaran nuestros deseos, comenzó a reírse y hacer comentarios sobre el estado de mi polla, la abrace y nos besamos, notaba sus pezones duros apretados contra mi pecho, le cogí de la mano y la puse sobre mi polla, ella no lo dudó, se agachó y comenzó a masturbarme suavemente, la deslizaba desde los huevos hasta el final del glande, intentó metérsela en la boca para hacerme una mamada, pero la paré, pensé que sería mejor tumbados sobre la toalla y bajo la sombra de la sombrilla, la ayude a incorporarse y nos dirigimos abrazados hacia ella.
Una vez tumbado, ahora si deseaba esa mamada pues aunque ella es una autentica maestra en todo, con la polla en la boca ummmmmmmm te lleva hasta el mismo cielo.
A continuación me toco a mi comerle el coño, así estuve como cinco minutos, en mi mente estaba el dejarla lo más caliente y relajada posible para a continuación follarmela. María es una mujer que disfruta cuando la follas tanto si le das por el coño o por su culo, esta vez comencé follándole el coño, las embestidas eran suaves, y poco a poco llegue a penetrarla entera, la calentura nos tenía a los dos disparados, los gemidos de María debían de oírse en toda la playa.
Llevaríamos liados como unos treinta minutos, cuando y sin darnos cuenta una de las veces que levantamos la cabeza, observamos a tres chicos que parados a unos cinco metros de nosotros y con sus mochilas en las manos, permanecían quietos, mirándonos y comentando cosas entre ellos, Nos incorporamos todo lo rápido que pudimos y mi mujer trato de cubrirse todo lo que pudo con la toalla. El más alto de los tres, que parecía el más echado para adelante, se dirigió a nosotros disculpándose, nos pidió perdón, diciéndonos que no nos preocupásemos por ellos, que no les prestáramos atención, que ellos también venían a disfrutar de su día de la playa.
Se instalaron a escasos metros de nosotros, bebían, fumaban y reían sin parar, era evidente que se lo pasaban genial a su manera.
Así fue pasando el día, a nosotros la situación nos tenía algo cortados, pero a ellos parecía no preocuparles nada nuestra presencia, pues nada más llegar lo primero que hicieron fue quedarse todos en pelotas y pasearse de un lado a otro.
El más alto de nuevo, vino hacia donde estábamos nosotros, con la intención de pedirnos tabaco pues según nos dijo se les había acabado. Le ofrecimos y una vez roto el hielo, comenzamos una pequeña charla y así nos llegamos a enterar, que ellos suelen venir con frecuencia por la zona, que aquí se pueden fumar algún que otro porro sin que nadie les viese o molestase, etc.etc. A continuación los otros dos chicos se levantaron, cogieron una botella de ron y otra de coca-cola y se vinieron hacia donde estábamos nosotros.
Que os parece si nos disculpamos por lo de antes y os invitamos a unos cubatas dijeron, nosotros algo cortados les contestamos vale pero no hay nada de que disculparse, la playa es de uso público, se sentaron a nuestro lado y se presentaron, El más alto dijo llamarse Pedro, uno más moreno dijo ser Ángel y el más musculoso y bajito Carlos.
Una vez hecha las presentaciones, a nosotros nos relajaron, nos dieron la sensación de ser tres chicos de los más normales del mundo. A partir de ahí, empezamos a disfrutar de su compañía.
Nosotros les invitábamos a tabaco y ellos a cubatas, la charla era sobre cosas intrascendentes y reíamos, llevaríamos dos o tres cubatas, cuando uno de ellos se levantó diciendo ir a por más bebida, cuando regreso, en una mano tenía una botella de whisky y otra de coca cola de dos litros, y en la otra una bola de chocolate y papel para liar porros. Nos lo mostró y preguntó si nos importaba que se liaran allí unos con nosotros, le contestamos que no, que no nos parecía mal ya que nosotros alguna vez también hemos fumado y en unos minutos el porro ya estaba pasando de mano en mano.
Llevaríamos como una hora o dos charlando y bebiendo, el colocón en mí ya hacía mella, decidí parar para un poco y tumbarme a dormir algo, no podía mantener los ojos abiertos.
Al cabo de un rato, conseguí abrir los ojos un poco, mi mujer seguía charlando y riendo entre los tres chicos, era el centro de atención, se lo estaban pasando bien y eso se notaba, ya no tenía pudor en cubrir su cuerpo y al igual que ellos todos estaban completamente desnudos.
Las risas dieron paso a las bromas, a todos se les notaba el efecto del alcohol y los porros, pero más a mi mujer tal vez al estar menos acostumbrada le pasaba como a mí, le costaba mantenerse serena.
Algo capto mi atención y consiguió despejar algo mi mente, sin cambiar el cuerpo de postura, pude ver cómo era otra vez Pedro el más lanzado y entre bromas y risas abrazaba o acariciaba el cuerpo de mi mujer, ella se dejaba hacer, no sé, si dándose cuenta o no, pero no se negaba a nada. Ella con su cabeza apoyada sobre el hombro de Pedro y este invitándola una y otra vez a seguir bebiendo y fumando del porro.
Ángel y Carlos seguían con su charla sin prestar atención al juego de su amigo Pedro, que ahora ya descaradamente mordisqueaba el cuello de mi mujer y con una de sus manos le acariciaba sus pechos. María ya totalmente entregada a sus caricias se fue dejando hacer y lo que antes eran mordisquitos, pasaron a ser besos apasionados y manos que se pierden entre sus piernas, pude ver como mi mujer abría las piernas, facilitándole a Pedro que le pasara los dedos por su coño, yo conociendo como es mi mujer, me imaginaba como de caliente debía de tenerlo.
Mi polla a pesar del estado de mi cabeza estaba totalmente empalmada, por un lado deseaba pararlo, pero el morbo que me provocaba ver a mi mujer entre estos tres muchachos, me pedía que lo dejara continuar hasta donde tuviese que llegar.
Carlos y Ángel ya no prestaban atención a otra cosa que no fuera María, se acariciaban sus empalmadas pollas apuntándolas hacia la mirada de María, era evidente que el calentón ahora era cosa de todos.
Pedro agarró a María de su mano, y tumbándola a su lado la dejo con las piernas abiertas, se untó un poco de saliva en su enorme polla y la encaminó a la entrada del coño, fue empujándola poco a poco, mi mujer con la vista perdida y gimiendo de placer ofreciéndose toda y pidiéndole:
Métemela entera y follame, follame, follame hasta que consigas hacer que me corra.
Carlos se puso de rodillas y arrimándose dirigió su polla a la boca de María, esta la abrió permitiéndole que se la metiera toda, así comenzó lo que por un lado parecía una enorme mamada y por otro como si le estuviese follando la boca.
Como pude me incorpore y ante tal espectáculo porno en directo, y a mi mujer como principal actriz, mi polla pedía acción, comencé a pajearme sin apartar la mirada de ellos, por un instante crucé la mirada con María, su cara expresaba lo increíblemente bien que se lo estaba pasando. Esta experiencia era totalmente nueva para nosotros, jamás nos había ocurrido antes nunca nada igual, y yo no sería el que dijera o hiciese nada para detenerlo. María seguía entregada a los tres chicos y dispuesta a recibir todo lo que estos quisieran darle.
Ángel se puso en pié y arrimándose a María con su polla erecta, dejo ver que la suya no era de las más grandes, pero si ancha, muy ancha, comparada con cualquiera de las otras tres incluyendo la mía, debía de ser casi el doble de ancha. María viéndolo allí frente a ella, se quedó sin poder apartar la vista de ella, Pedro y Carlos se apartaron, y con las pollas en sus manos, no dejaban de manoseárselas, mi mujer se puso de rodillas y casi con glotonería, comenzó a mamársela, no le cabía entera dentro pero poco a poco y como pudo se la introdujo toda.
Mi polla ya no pudo más, y casi sin meneármela, comencé a correrme, la leche me caía entre los dedos y todo sin poder dejar de mirar a mujer chupando aquella enorme polla.
María le pidió a Ángel que se recostara sobre la toalla, le cogió la polla y la apuntó hacia su coño, poco a poco y con mucho esfuerzo, se fue sentando sobre ella y a pesar de lo dilatado que debía de tener su coño, le costó poder metérsela entera.
Carlos, Pedro y yo no dejábamos de mirar semejante espectáculo, Los gemidos de María se habían convertido en gritos pero de placer.
Pedro se arrimo por detrás, la postura en la que estaban follando invitaba a intentar una doble penetración o al menos eso debió de pensar, se unto un poco de saliva en la polla y arrimándosela a su culo, empezó a empujar tratando de metérsela. Mi mujer ahora gritaba pero de dolor, aquel doble juego no debía de estar proporcionándole mucho placer, aunque ella ni se quitaba ni lo apartaba, al contrario echaba su cuerpo para atrás, empujando con sus nalgas y acompasando un mete saca en su coño y en su culo.
A Carlos que aún permanecía en pié y con su polla en la mano masturbándose, solo pudimos oírle un grito ahogado que decía:
Me corro, me corro.
Eres una autentica puta viciosa, pero la mejor puta con la que jamás he estado, y acercando su polla a la cara de María, comenzó a correrse encima de ella, por sus labios, cuello y tetas, resbalaban los chorreones de leche de Carlos, que no paraba de bufar y de repetir la frase anterior. Así continuó hasta quedar completamente seco, se levanto, y se apartó a seguir disfrutando de la visión de la follada de sus amigos.
Ángel empezó a convulsionar su cuerpo, resoplaba y gemía diciendo toda clase de cosas hacia mi mujer, se estaba corriendo en el coño de mi mujer. Esto hizo que Pedro reaccionara y comenzó a darle más fuerte por el culo, se la metía hasta el fondo y fueron cuatro o cinco embestidas para empezar a descargar su corrida, agarrándola fuerte del pelo y tirando hacia detrás. No pararon de follarla hasta que los dos hubieron acabado y cuando ya no les quedaba ni una gota que soltar, se levantaron, fumaron un cigarro y cogieron el resto de sus cosas para marcharse. Intercambiamos nuestros números de teléfonos y nos despedimos. Cuando María y yo quedamos solos, empezamos a comentar todo cuanto había sucedido allí, sus palabras no dijeron nada nuevo que yo no supiera, solo que nunca lo había pasado igual, que había perdido la cuenta de cuantos orgasmos había tenido, pero que seguro no habían sido menos de siete u ocho. Hablando y hablando de todo esto mi polla volvió a ponerse de nuevo tiesa, comenzamos a besarnos de nuevo y sin apenas movernos, conseguí metérsela en su coño, era extraña la sensación que me provocaba follarlo, lo notaba dilatado por lo ancha de la polla de Ángel y además de la corrida de otro, pero el morbo que me provocaba hacía que lo disfrutara el doble. María se levantó, y se puso a cuatro patas comenzando a masturbarse el clítoris y a mostrarme el culo, yo ante tal visión no lo dudé y se la metí por detrás, al igual que antes se le notaba recién follado, estaba totalmente dilatado, las embestidas de estos dos chicos le habían dejado todo completamente abiertos. También notaba la lefa de Pedro como salía con mis embestidas por los labios de su inundado culo.
No pude más y comencé a descargar, ahora era yo quien la llamaba puta, puta, puta, y más que puta, pero: mí amada y queridísima puta. La penetraba duro, a cada embestida que le daba, más le inundaba su culo.
Cuando acabé no pude más que tumbarme a su lado a descansar y empezar a reír comentándole el estado de su cuerpo, todo lleno de corridas, ella que aún seguía con ganas, se introdujo dos dedos en su culo y coño, y sacándose leche comenzó a masajearse el clítoris, yo estaba acostumbrado a verla cuando se hacía un dedo, pero esta era la primera vez que la veía así correrse en plan guarra, gimiendo y gritando mientras se untaba las tetas y el coño con tanta corrida sobre su cuerpo, ummmmm que imagen, no he podido borrarla de mi mente.
Esta experiencia no hemos vuelto a vivirla, a pesar de tener los números de nuestros nuevos amigos, no nos hemos decidido a llamarlos y quedar con ellos, a pesar de que ellos si nos han llamado. Espero poder convencer a María y que volvamos a disfrutar como aquel día, pues por mi mente calenturienta, pasan una y otra vez imágenes de ese día de playa.