Dia de playa con mi madre
Un dia ultimo de verano, decido pasarlo con mi madre en la playa, lo que ahi surje no me lo podia haber imaginado...
Había amanecido un día brillante, estaba claro que iba a ser un dia caluroso, por lo que en un arranque de optimismo y buen rollo, mi madre me pregunto si me apetecería ir a la playa con ella, esa mañana no había quedado con mis amigas y no tenía nada que hacer, el plan de pasar un dia en la playa con mi madre no me desagrado, además hacía mucho tiempo que no estábamos solas las dos, así que después de pensármelo le conteste que de acuerdo.
Después de un buen desayuno a base de zumo, tostadas, café y alguna pasta, cogimos el coche en dirección a la playa, había leído en internet un artículo sobre una playa que se había mantenido en un estado bastante salvaje ya que no estaba cerca de ninguna población ni era ruta turística habitual, y así se lo comunique a mi madre, en principio puso alguna pega, más que nada por lo lejos que estaba, pero al final después de unos pocos morritos y unos cuantos ojitos la convencí, por lo que después de buscar la dirección e introducirla en el GPS nos pusimos en marcha.
Tardamos cerca de una hora en llegar hasta allí, pero nada más ver el paisaje a mi madre se le quito el enfado que había ido cogiendo por el camino, ante nosotras, encajonada entre dos laderas y bordeada de pinos hasta donde nos alcanzaba la vista, estaba la playa, esta no era muy grande, como un kilometro mas o menos con forma de herradura, pero estaba casi desierta, tan solo había en medio una pequeña construcción de madera que hacia las funciones de chiringuito, a esa hora de la mañana, pudimos contemplar como colocaban unos hombres un abanico de mesas y sombrillas alrededor del local, tras quedar extasiadas por la tranquilidad del lugar, decidimos hacernos un selfi para el recuerdo, y entre risas nos dirigimos en busca de un lugar donde plantar las toallas.
Tras caminar unos minutos por la fina arena, elegimos un sitio cerca de unas rocas que sobresalían como indicando el lugar donde terminaba la arena, ya que mas allá, comenzaba una zona de tierra y el bosque de pinos. Una vez colocadas las toallas bien estiradas, mi madre comenzó a quitarse la ropa hasta quedar en bikini, yo la observe mientras terminaba de colocar bien las bolsas, había elegido un bikini color burdeos que a duras penas conseguía mantener los pechos cubiertos, para la edad que tenia, estos eran bastante grandes, diría que cerca de una cien, pero aun se le veían duros y en su sitio, tenia una amplia cadera con una incipiente barriguita en la cual se le marcaban unas ligeras estrías fruto de haber sido madre, su culo sin ser exageradamente grande, seguía siendo apretado y respingón, coronando unas preciosas piernas largas y bien torneadas de amplios muslos, realmente tuve que reconocer que tenía un buen tipo, por mi parte yo había elegido un bikini de color blanco, la parte de arriba con la tela justa para taparme los pezones y poco más y la braguita tipo tanga, con lo que mi culo, al igual que el de mi madre, quedaba libre de obstáculos para que el sol pudiera dorarlo perfectamente, nada mas quitarme la ropa decidimos darnos un chapuzón para probar el agua y así de esta manera quitarnos el calor del viaje.
El agua estaba deliciosa y tras jugar un rato a tirarnos mutuamente agua y dar algunas brazadas, decidimos salir para tomar el sol, antes de irnos, mi madre decidió tirarse de cabeza en una última zambullida, pero cuando volvió a la superficie nos fijamos que el bikini no había podido contener los pechos tapados por lo que estos lucían libres y bamboleantes ante nuestros ojos, mi madre como un auto reflejo se volvió a sumergir para volver a colocarse de nuevo los senos en su sitio, pero yo riéndome le dije que no pasaba nada ya que no había apenas gente y no nos conocía nadie, para apoyar mis palabras yo misma me saque el mío dejando mis pechos también al aire libre, en un principio mi madre me miro con sorpresa, pero al final decidió hacerme caso y así las dos, mostrando las tetas, salimos del agua en dirección a las toallas.
Llevábamos un rato tumbadas al sol boca abajo, mi madre se había quedado medio dormida mientras yo con los cascos puestos oía música e intentaba leer un libro, observe que un grupo de tres chicos caminaba por la playa con las toallas en el cuello buscado un sitio donde ponerse, al final decidieron colocarse delante de nosotros como a unos diez metros más o menos, deberían tener entre diecinueve y veinticinco años y la verdad no tenían mala pinta, por lo que deje de prestarles atención. Un rato después sentí un golpe en la espalda, me gire al tiempo que me quitaba los auriculares, lo que había sentido había sido la pelota de los chicos que estaban jugando a palas, uno de ellos se acerco a buscarla pidiéndome disculpas, fue en ese momento cuando observe el vistazo que me echo primero a mí y luego a mi madre, las risas y comentarios que observe después confirmaron mi intuicion, pero al contrario de enojarme me gusto, así es que decidí jugar un rato, la verdad es que me encontraba un poco aburrida ya que la novela no acababa de engancharme y mi madre no me daba conversación pues estaba dormida.
Así es que sin pensármelo mas, me senté frente a ellos con las piernas estiradas y decidí darme crema, colocándome una pequeña cantidad en la mano comencé lentamente a extender el producto por mis tobillos, mis manos fueron subiendo lentamente en círculos por mi pierna derecha hasta la ingle, cuando llegue a este punto ya tenía la atención de los tres chicos puesta en mi ya que los observaba a través de mis gafas de sol, para disimular, se habían vuelto a tumbar y boca abajo no perdían detalle de mis maniobras.
Tras poner un poco de crema por mi barriga, comencé a deslizar el bote sobre todo mi muslo izquierdo, dejando una fina línea blanca que al momento fue hecha desaparecer por mis dedos que comenzaron a extenderla lentamente por el interior de mis muslos en círculos cada vez más pequeños, me tomaba mi tiempo dejando que según iba moviendo las manos por mi piel el propio movimiento hiciera que mis tetas se movieran ligeramente adelante y atrás, mis dedos llegaron hasta el borde del tanga e introduciendo las puntas recorrí todo su perfil hasta la parte de arriba para después deslizar lentamente las manos por los muslos hasta el tobillo, una vez terminada las piernas, volví a llenarme las manos de crema pero esta vez me dirigí hacia mis hombros, empezando por el cuello fui deslizando, sin dejar de observar las reacciones de los chicos, muy lentamente las manos por mis hombros, pecho, hasta llegar a mis senos, cubriéndolos con mis manos, agarrándolos y frotándolos para extender bien la crema, luego seguí hacia mi barriga, donde introduje los dedos por debajo de la braguita sacándolos por los lados de las ingles, para volver de nuevo a subir y coger desde abajo los pechos, subiéndolos y dejándolos caer, terminando por pasar mis manos por mis pezones ya duros en ese momento y estirarlos ligeramente un momento.
Todo este ceremonial había puesto mi cuerpo en marcha, sentía mi sexo húmedo, caliente, vibrante, con el típico cosquilleo que me indicaba que necesitaba ser saciado, pero no era el momento, así es que colocando las manos atrás de la espalda, deje que mi cabeza colgara, al tiempo que abría las piernas quedando expuesta a excepción de la pequeña tela que tapaba mi secreto.
Todas estas sensaciones se amontonaban en mi cabeza, y sabia de sobra que me eran muy difíciles de controlar hasta que no me hubiera saciado, era como deslizarme por una pendiente abajo, necesitaba más, cada vez más, necesitaba alimentar a ese monstruo con mas sensaciones, y eso provoco que observara a mi madre que en ese momento estaba boca arriba con unas pequeñas gafas opacas de protección solar, medio durmiendo, una idea cruzo mi mente.
Levantándome, me coloque de rodillas y agarrando el bote de crema, decidí untar el cuerpo de mi madre, me coloque de manera que los chicos pudieran ver todo con claridad, estaba claro que desde donde se encontraban a parte de ver el cuerpo de mi madre podían verme a mí, así es que colocando una cantidad suficiente de crema en mi mano comencé a pasar las manos suavemente por los hombros en dirección a sus senos, ella dio un ligero respingo al notar mis manos sobre sus pechos, y me pregunto sin moverse que hacía, a lo que le respondí con el tono de voz más normal que conseguí poner que un poco de crema, no dijo nada mas, no se movió, simplemente se dejo hacer, tranquila.
Mis manos comenzaron a recorrer sus pechos amasando suavemente toda esa carne, consciente de que mis movimientos eran seguidos por los ojos de los chicos, en círculos abarque todo el contorno hasta terminar coronando la cima donde un par de pezones duros me saludaron, apenas los roce para seguidamente comenzar a bajar hacia abajo en dirección a su barriga y de ahí a sus piernas donde me entretuve unos segundos más de la cuenta en sus muslos, deslizando mis manos desde el exterior hasta el interior lentamente, para ello los levante haciendo que se apoyaran sobre la planta del pie, de esta manera la visión era perfecta, tanto de la entrepierna de mi madre como de mis manos cerca de su sexo, cuando llegue a los tobillos, me coloque de espadas a ellos, e inclinándome hacia delante les mostré mi culo al tiempo que subía las manos en dirección a sus pechos.
Notaba como si fueran unas brasas, los ojos clavados en mi culo que enmarcaba mi sexo apenas tapado por la fina tira de tela, me hubiera encantado poder apartarla para que me vieran lo excitada que estaba, pero no me atreví, no quería que la cosa se me descontrolara y mi madre se percatara de algo que luego me pusiera en un apuro, cuando por fin termine, me volví a tumbar dejando mis piernas dobladas y abiertas. Sentía mi corazón latir tanto en mi pecho como en mi sexo.
El espectáculo debió de tener su éxito, porque enseguida oí como se levantaban y se dirigían al agua, incorporándome pude comprobar como sus bañadores lucían unos bultos en la entrepierna, sin poder evitarlo me reí para mí, me sentía poderosa, excitada, pero poderosa.
Habían pasado unos diez minutos más o menos cuando decidí ir a darme un baño, necesitaba bajar el calor que me envolvía, así es que pregunte a mi madre si venia conmigo pero no obtuve respuesta, siempre me había sorprendido el aguante que tenia al sol, podía estar horas tostándose como un lagarto sin moverse ni decir nada, así es que levantándome, deje las gafas de sol en la toalla y caminando lentamente me dirigí al agua, según me acercaba notaba como mis pechos botaban a cada paso, y por supuesto los chicos también se percataron de este detalle porque aunque intentaron disimular, pude notar sus miradas siguiendo el ritmo de mis tetas a cada movimiento de cintura. El frescor del agua tranquilizo un poco mi ánimo, y esto me hizo decidir nadar un poco para terminar de relajarme, cuando volví a salir, las miradas se repitieron, pero esta vez las note en mi culo.
Mi madre seguía en la misma posición, solo que para mi sorpresa, una pierna se le había caído hacia la izquierda quedando tumbada y la otra de pie formando un angulo de noventa grados, la posición forzada había hecho que la braga, más amplia de mi madre, fuera arrastrada por la pierna al moverse dejando al descubierto parte del coño de la mujer, me quede un segundo mirando pero decidí no tocarlo para no despertarla provocando que se pudiera sentir mal, con un poco de suerte recuperaría la posición tarde o temprano, además eso me daba un poco de morbo extra, pues estaba claro que los improvisados mirones se estaban poniendo las botas mirando el coño de mi madre, y a parte de ellos, no había nadie más cerca que pudiera verlo. Me relaje en la toalla, esta vez boca abajo, e intente centrarme en la novela, pero estaba demasiado tensa para ello, así es que deje que el sol secara mi piel al tiempo que la tostaba.
No sé el tiempo que paso, pero debí quedarme dormida, la voz de mi madre me saco del mundo de ensueños en el que me encontraba preguntándome si me apetecía algo fresco, con la boca pastosa, le conteste que si, al tiempo que me sentaba frente al mar, cuando mis ojos se adecuaron a la luz reflejada en el agua pude contemplar que los chicos ya no estaban, entonces me acorde de la posición de mi madre, pero esta, no parecía haberse dado cuenta de nada, la observe al haberse puesto en cuclillas para buscar en el bolso la cartera, que tenía todo en su sitio, tras levantarse y preguntarme que me apetecía se dirigió hacia el chiringuito dejándome sola.
Cuando volvió al rato, llevaba un par de latas de refresco en las manos, con una sonrisa, comprobé como sus pechos se movían de un lado al otro rítmicamente, no sé porque, pero me vi así cuando tuviera su edad. Cuando llego me dio la lata y se sentó, durante un rato solo bebimos en silencio, pero enseguida comenzó a comentarme que ella no era la primera vez que hacia top les, quedaba con una amiga del trabajo e iban a una playa que había nudista sin que nadie lo supiera, eso me sorprendió, no me imaginaba a mi madre ocultándole algo así a mi padre, pero más me sorprendió cuando me dijo que mi padre odiaba que enseñara cualquier parte de su cuerpo, ese era el motivo por el cual apenas usaba faldas, ni cosas escotadas, ni nada por el estilo, la verdad es que yo no recordaba verla de esa manera vestida, y solo pensaba que era una mujer clásica.
Ahora la veía de otra manera, y más cuando me confesó que a ella le encantaría poder ir con minifaldas o llevar escotes y sentir las miradas de deseo de los hombres, eso fue como una revelación para mi, pues era exactamente lo que a mí me ocurría, de repente deje de sentirme tan bicho raro, entendí que quizá mi vena exhibicionista me viniera de familia.
Seguí un rato mas hablando de diferentes cosas con mi madre hasta que le dije que me apetecía ir a dar una vuelta, ella me contesto que se quedaba ahí, tomando un rato mas el sol y me despedí no sin antes oír como me decía que tuviera cuidado y no tardara.
Tras colocarme la camiseta me puse las gafas de sol y decidí tomar uno de los muchos senderos que se perdían entre los pinos y arboles de varios tipos que poblaban el bosque, poco a poco fui dejando la playa atrás y el frescor y olor a naturaleza me fue invadiendo, por mi cabeza rodaban las palabras de mi madre, … me gustaría poder mostrarme…, eso se repetía en mi interior como un eco, y en eso estaba cuando un sonido extraño hizo que me detuviera, era como un gemido, como si un animal llorara, en principio pensé que sería un gatito pequeño que llamaba a su madre, así es que me puse a buscarlo, toda la parte baja del bosque estaba llena de frondosos arbustos de todos los tamaños, algunos formaban pequeñas plazas donde las agujas de los pinos habían impedido que crecieran, en otros lugares era imposible avanzar por el muro vegetal, yo seguí buscando guiándome por los sonidos cada vez más fuertes que iba oyendo, solo que según me iba acercando comprendí que eso no era un gato, y cuando por fin aparte unas ramas comprobé que no me equivocaba.
Ante mis ojos, una chica rubia, no mucho más grande que yo, con el pelo suelto derramado hacia delante tapándole la cara, estaba en el suelo en cuclillas sobre la cabeza de un hombre, pude observar que el vestido lo tenía enrollado alrededor de la cintura por lo que los muslos desnudos rodeaban la cabeza del chico que al parecer, le estaba comiendo el coño, ya que vi como sus manos separaban los muslos de la chica y su cabeza se movía entre ellos, los pechos de la chica enormes, con forma de cono, blancos con una aureola casi roja, se movían adelante y atrás según el chico le producía placer. Me quede impactada, pero no me moví y menos cuando vi que la chica se daba la vuelta poniendo las rodillas en el suelo, comenzando a frotarse el coño en la cara del hombre al tiempo que sacaba del bañador la polla del desdichado tragándosela de un golpe, los cuerpos se fundieron en el acto, observe como la chica no dejaba de moverse sobre la cara del hombre mientras este la perseguía con la lengua, al tiempo que intentaba acompasar su movimiento a la polla que tenía clavada en la garganta, de vez en cuando paraba para sacarla y entretenerse chupando o lamiendo el capullo con la punta de la lengua, para después con una ansia renovada volver a tragársela como si la vida le fuera en ello, jamás había visto algo así, bueno si, en algún video, pero no tenía nada que ver con esto, cuando me recobre de la sorpresa, sentí como por mis muslos corría algo caliente y al pasar mi mano por ellos note la humedad que salía de mi coño empapado.
De nuevo volví la mirada a la escena, esta había cambiado, ahora el chico estaba de pie, y ella en cuclillas de nuevo, en esa postura pude contemplar los grandes pechos así como sus muslos del color de la nieve, tenia los muslos abiertos y una mano perdida entre ellos, con la otra agarraba fuertemente la polla por la base al tiempo que se la tragaba con amplios movimientos de cabeza, de repente el chico se puso tieso se encorvo hacia atrás y apartando la cabeza de la chica comenzó a escupir grandes chorreones de leche sobre la cara y el pecho de la muchacha que con la boca abierta intentaba pillar alguno, cuando el se detuvo, ella suavemente comenzó a chupar la polla hasta que el chico la aparto y comenzó a sacudírsela levemente, mientras ella restregaba el semen por su pecho y terminaba chupándose los dedos, suspire hondo pues notaba como me faltaba el aire, el acto final fue cuando se fundieron en un apasionante beso.
Medio trastornada y excitada como nunca, me aparte del arbusto caminando sin rumbo entre la arboleda, la verdad es que no sabía porque estaba tan sorprendida, ya cuando leí sobre esta playa indicaba que era sitio habitual donde se practicaba el sexo con desconocidos, pero la verdad no esperaba encontrarme algo así.
Confundida como estaba llegue hasta una zona donde el bosque se fundía con el mar a través de una zona rocosa, estas eran blancas, casi pulidas y las que se adentraban en el agua negras por la cubierta de moluscos que contenían, entre las piedras habían una serie de agujeros que formaban rincones llenos de arena o incluso algunos con agua que simulaban bañeras naturales, los había de todos los tamaños, hacia allí me encamine y elegí uno de tamaño medio que me ocultaba a la vista desde un lateral.
Me senté sobre la arena caliente y deje perder la vista en la profundidad del mar, a mi mente vinieron las escenas del día, desde la visión de mi madre con los pechos al aire, pasando por el espectáculo de los chicos, para terminar en la escena porno que había contemplado entre los arbustos, era como si de un tiempo a esta parte mi mundo se hubiera llenado de sexo por todos lados, y a veces me constaba asimilar todo lo que ello significaba, ahora mismo, por ejemplo me sentía caliente, no, la palabra no era caliente, era cachonda, para certificar ese pensamiento pase una mano por mi sexo sintiendo el tanga empapado así como el interior de los muslos, todo esto no lo había provocado yo sino el destino, si eso es lo que el destino quería, así lo aceptaría, decidí al final, y sin pensármelo dos veces, me saque el tanga y comencé a tocarme lentamente, mi sexo al momento me lo agradeció volcando dentro de mi toda una cantidad maravillosa de placer, mis dedos comenzaron a recorrer los labios húmedos y suaves sintiendo su calor, su humedad, así como la dureza del clítoris, este lo tengo realmente grande, así es que lo puedo coger con los dedos pulgar e índice y frotarlo entre ellos, esta forma de darme placer me vuelve loca pues me impide detenerme aunque lo desee, es así de bestia el placer que me provoca.
Así me encontraba, apoyada contra la roca, las piernas dobladas y abiertas, con los ojos cerrados, la cara levantada sintiendo el sol acariciar mi rostro al tiempo que mis dedos frotaban mi clítoris, cuando de repente oí un ligero ruido, al principio no le quise hacer mucho caso, pero cuando se repitió abrí lentamente los ojos, observe que en la parte de arriba de las rocas, había un hombre mirándome, volví a cerrar los ojos, pues llegado al punto en el que me encontraba, la verdad, es que no me importaba en absoluto que me miraran, así es que seguí frotando mi botón mágico sin preocuparme del desconocido, poco a poco fui sintiendo como iba llegando al clímax, al punto del no retorno, era como la ultima parte de una gran subida, costaba mucho llegar pero una vez lo has conseguido el resto era bajada, eso me ocurría a mí, me costaba muchísimo llegar a él, pero una vez alcanzado ya no tenia fin, los orgasmos me venían uno detrás del otro sin pausa, sin final hasta que perdía el sentido.
Y mi cuerpo exploto, sentí como me derramaba entre mis piernas, inundando de calor mis muslos, y fue en ese momento cuando abrí los ojos, me sobresalte pues sentado delante mío, con su polla fuera estaba el hombre de antes, de repente me entro un ataque de vergüenza y sentí arder mis mejillas, no era la primera vez que me masturbaba para un desconocido, pero sí era la primera vez en la que no era consciente de ello, me lo quede mirando hasta que el placer volvió a inundar mi cerebro ya que no había dejado de tocarme, solté un ligero gemido y entorne los ojos para intensificar las sensaciones, ante mi podía ver el enorme miembro del desconocido apuntándome directamente, pero fue solo unos segundos, ya que otro hermoso orgasmo recorría mi cuerpo como una barra ardiente desde mi coño hasta mi cabeza y de nuevo hacia abajo para terminar explotando de nuevo entre mis muslos.
Con este segundo orgasmo casi me olvide del mirón, centrada como estaba en mis sensaciones que volvían a repetirse de nuevo, cada vez mas rápidas, más intensas, mas placenteras, el tsunami comenzaba de nuevo a crecer en mi sexo.. mas… mas… mas… y mas grande hasta que por fin arrancaba recorriéndome el cuerpo, pero esta vez no, esta vez algo paso que me hizo abrir los ojos sorprendida.
El desconocido estaba a mi lado, pegado a mi costado, su mano derecha había apartado la mía, sentía junto a mi muslo su polla apoyada en el, grande, dura, caliente… pero lo más intenso fue el sentir esos dedos ásperos y rudos en comparación con los míos, notar como acariciaban mi sexo introduciéndose entre mis labios, frotándolos suavemente, separándolos para llegar más adentro, hasta la entrada de mi vagina, que con la yema del dedo comenzó a frotar en círculos, tapándola por completo, esas caricias eran distintas, nuevas, rudas, acidas, calientes…, el movimiento comenzó a arrancarme gemidos desde lo más adentro de mi, y algo que nunca me había pasado, mi cadera se acompaso al movimiento del dedo, poco a poco fue introduciéndolo, frotando mis paredes intimas arrancándome suspiros de locura, el circulo se fue haciendo más grande y más rápido, y al tiempo que me acariciaba se fue colocando detrás mía hasta que quede sentada con las piernas abiertas entre sus muslos, al principio me dio cosa, pero no pude evitarlo y termine descansando sobre su pecho, en esta posición su boca comenzó a besarme el cuello al tiempo que la otra mano se apodero de mi pecho, el conjunto de sensaciones me hizo flotar, sentía como si mi cerebro se estuviera licuando, pronto volví a sentir el tsunami crecer en mi interior, pero este iba a ser enorme, gigantesco, ya no controlaba ninguna zona de mi cuerpo, mi garganta gemía, mi cadera estaba descontrolada, mi respiración agitada y mi mente absorbida por las sensaciones, y vino… por fin vino, arrancándome un enorme grito de placer, un grito que me sumergió en un mundo que jamás podía haber imaginado, un mundo de colores, donde el rosa era el dominante, no sabría explicarlo pero sentí que con ese orgasmo mi vida se iba entre mis muslos, todo mi cuerpo temblaba por lo que sentía.
Pero él no se detuvo, colocándose entre mis piernas se inclino, sumergiendo su cabeza entre mis muslos para colocar su boca junto a mis labios, y en ese momento sentí una descarga que me recorrió entera sacándome de mi somnolencia, jamás me lo habían comido, jamás, pero sentir ese lengua caliente recorriéndome entera, bebiéndome, jugando con mi clítoris, hizo que mi cuerpo vomitara otro orgasmo, y tras este otro, ya no los contenía, al tiempo que su boca chupaba, lamia, mordía, mi coño se contraía de nuevo con cada orgasmo que obtenía, ya solo me dejaba hacer, no tenia voluntad, ni fuerzas, solo era liquido.
El hombre cuando se canso de lamerme el coño, estiro de mis piernas para abajo hasta dejarme tumbada sobre la arena, y comenzó a besarme la boca, al principio no le correspondí pero al final cedí y deje que su lengua entrara en mi boca y buscara la mía al tiempo que sus manos acariciaban mis pechos, lo sentía encima de mí, aprisionándome, pero no me molestaba, era un calor agradable, además de esta manera recuperaba algo de fuerzas después de tanto placer.
El seguía besándome apasionadamente, tanto la boca, como el cuello o los pechos, me encantaba sentir sus labios calientes por mi piel, me dejaba ir, gozando como estaba, al tiempo que sentía sus manos recorrer mi costado, desde los senos hasta los muslos que cogió subiéndolos y haciendo que lo abrazara con ellos, lo sentía mío, así como lo tenía cogido, y en ese momento la sentí.
Sentí como hizo un leve movimiento y algo se apoyo en la entrada de mi coño, fue algo rápido, no me hubiera dado cuenta si no tuviera el coño tan sensible, sentí una ligera descarga por mi espalda, y de golpe una presión, le mire asustada a los ojos, le dije que no, pero era tarde, la presión aumento, poco a poco hasta que sentí un ligero dolor que rápidamente aumento, en ese momento me entro el pánico, le volví a mirar a los ojos y él me miro a mi, y lo que leí en ellos fue algo que me tranquilizo, un segundo estuvimos así, mirándonos fijamente hasta que sin que dejáramos de hacerlo el hombre presiono su cadera entrando dentro de mi arrancándome un grito de dolor, fue como si me hubiera pillado levemente los dedos con la puerta, algo parecido que me hizo temblar, le mire aterrorizada y el solo me dijo que tranquila, poco a poco comenzó a moverse dentro de mí, suavemente, lentamente, salía un poco y volvía a entrar de nuevo, y así de esta manera fui relajándome, ya apenas dolía, solo cuando entraba y presionaba, pero se podía aguantar, y poco a poco fue aumentando el ritmo, cada vez más, y comencé a sentir algo que no tenia calificado, era diferente.
El hombre ya entraba libremente dentro de mí, sin miedo, dándomelo todo, y yo comencé a gozar, a sentir, a cada embestida la niña que había sido iba desapareciendo, a cada penetración una mujer nueva nacía, y abrí mis piernas para recibirlo del todo dentro de mí, comencé a gozar con cada penetración, con cada embestida, cada vez más fuertes, más profundas, más duras, en esos momentos recordé los videos que había visto en mi casa, aquellas mujeres que eran folladas como lo estaba siendo yo ahora, y subí un estado más arriba en la excitación, cada poro, cada pelo, cada rincón de mi cuerpo sudaba y gozaba de todo lo que aquella polla me estaba dando.
El hombre se había incorporado para poder penetrarme más profundamente, y ahora me tenia agarrada de la cintura mientras me embestía furiosamente, el ruido de la carne chocando se fundía con mis gemidos, cuando salió de dentro de mí, fue como si me arrancaran algo que me pertenecía, me sentí hueca.
Pero el solo me cogió y me hizo darme la vuelta, me coloco a cuatro patas y en esta posición, mirando al mar, se coloco detrás mío y de un golpe me lleno, sentí como los pulmones se me vaciaban para aprovechar a llenarlos cuando se retiraba, el ritmo que imprimía era terrible y así de terrible fue mi primer orgasmo vaginal, si lo que había sentido antes era un tsunami esto era un maremoto, explotando como nunca, desde lo más adentro de mi algo se rompió llenándome de placer, subiéndome hasta el cerebro en trompa, volviéndolo negro con miles de puntos blancos flotando libremente al tiempo que mi coño se deshacía una y otra vez sin descanso según entraba la enorme polla dentro de mi, sin poder evitarlo me corría, cada vez que salía y volvía a entrar, yo me volvía a correr, así estuve hasta que perdí la cuenta, todo mi cuerpo estaba corriéndose, con la boca abierta intentaba coger algo de aire pero lo más que conseguía era una bocanada que expulsaba con la siguiente penetración, entonces ocurrió, el acelero el ritmo, clavando sus dedos en mi cadera comenzó a follarme rápido y fuerte, los golpes de su cadera contra mi culo hacían que me desplazara, por lo que como pude tuve que agarrarme, mis tetas se movían de tal manera que pensé que las perdería, y el no paraba, yo me moria, lo sentía salir de mi completamente, para de nuevo tirarse dentro como un loco lo que hizo que casi muriera y justo en el momento en el que iba a perder la consciencia salió de mi al tiempo que yo tenía el ultimo orgasmo y se corrió, sentí algo caliente en mi espalda, pero no tenía fuerzas para ver que era, me había derrumbado hacia delante dejando mi culo en pompa, y luchaba porque mi corazón no se saliera de su sitio, no podía mas, no… la verdad es que no.
No sé el tiempo que paso, pero cuando me recupere, estaba entre los brazos del desconocido, me lo quede mirando y sin poder evitarlo le di un ligero beso en los labios y me incorpore, llevaba puesta toda mi ropa y aunque me encontraba ligeramente mareada y con cierta flojedad en mis piernas termine diciéndole adiós para dirigírme en busca de mi madre. Cuando llegue hasta ella, me sonrió y se me quedo mirando, al tiempo que me preguntaba si me encontraba bien, yo le dije bastante avergonzada pero intentando aguantar el tipo, que sí, que solo tenía calor, y al tiempo que decía esto me quite la camiseta y me fui en dirección al agua.
El frescor tonifico mis músculos y relajo mis nervios, me sumergí durante un rato dejando que el agua entrara por todos los rincones de mi cuerpo, luego me frote bien, borrando cualquier rastro que me delatara, por fin me quede flotando sobre las leves olas, me sentía nueva, grande, jamás podría haber imaginado algo así, en mis pensamientos me había imaginado la primera vez en una gran cama desnuda rodeada de pétalos de flores esperando a mi príncipe azul, en cambio, lo único que había sido azul había sido el mar, pero aun así, había sido maravilloso, y con este recuerdo en la mente y una media sonrisa en la cara salí del agua dispuesta a estar el resto del día junto a mi madre.
NOTA: este relato tiene una parte de ficcion y una parte real.... a ver si adivinais cual