Día de playa con mi amigo Jaime

Un domingo cualquiera de playa, un amigo con un gran paquete, un cambio a una playa nudista, una conversación de sexo......todos estos ingredientes forman este gran relato.

Día de playa con mi amigo Jaime

Era domingo por la mañana, hacia un día espectacular en la ciudad de Valencia, concretamente 27 grados. Nos habíamos levantado muy temprano y al ver el tiempo que hacia decidimos ir a la playa. Mientras Ana preparaba unos bocadillos, yo iba cargando el coche para disfrutar de este maravilloso día.

Cuando nos disponíamos a salir sonó el teléfono:

- Yo: Jaime, ¿Qué tal macho?

- Jaime: Muy bien tío, acabo de llegar a Valencia, era por si os apetecía tomar unas cervecitas en mi casa.

- Yo: Pues ahora mismo nos íbamos a la playa, ¿te apuntas?

- Jaime: Hombre es un buen plan, pero si vais los dos solos paso tío, no quiero molestaros.

- Yo: ¿qué dices? No eres ninguna molestia, además Ana ha preparado bocadillos de sobra, así que te vienes. En 15 minutos baja que te recogemos.

- Jaime: perfecto tío, un abrazo.

Jaime era amigo mío de toda la vida, desde pequeños íbamos juntos a todos los sitios, pero por su trabajo se tuvo que ir a trabajar fuera de Valencia, aunque conservaba su piso en esta ciudad y venia solo los fines de semana. Físicamente es moreno, ojos oscuros, guapo, se machaca en el gimnasio diariamente, está muy marcado. El tío tiene un trabajo que le permite tener todos los caprichos del mundo; buen coche, buena piso en el centro de Valencia, etc.

A la hora acordada estábamos en su casa y fuimos directos a la playa del Saler, el parking estaba lleno de coches y tuvimos que aparcar lejos. Cuando llegamos nos pusimos cerca de las dunas, así tapaban un poco el aire que corría.

Llegamos y colocamos la sombrilla y las sillas mientras mi mujer empezó a poner las toallas en la arena.

Jaime y yo empezamos a quitarnos las camisetas y mi mujer empezó a silbarnos y a aplaudir, a mi no me molestó, ya que con él teníamos bastante confianza. Yo me quedé con el bañador de surfero al igual que Jaime, pero cuando ya creíamos que se quedaba con ese bañador, Jaime se lo quitó y se quedó con el Turbo, es decir, con el tipo slip. A Ana directamente se le fueron los ojos hacia el paquete, le venía muy ajustado, se le marcaba perfectamente la polla. He de reconocer que Jaime y yo nos habíamos duchado bastantes veces juntos cuando jugábamos a fútbol y la verdad que él calzaba un buen pollón.

Ana también empezó a quitarse el conjunto que llevaba. Primero se quitó la camiseta y se quedó con la parte de arriba, un minúsculo bikini que le tapaba justo los pezones. Seguidamente se quitó el pantaloncito, Ana siempre que vamos a la playa coge el bikini amarillo, es tipo tanga y sabe que me encanta.

- Jaime: joder Mario, vaya mujer que tienes tío.

- Yo: Has visto! mientras reímos los tres.

- Ana: Yo tampoco me puedo quejar eh, que voy con los dos chicos más buenorros de la playa.

Los tres empezamos a reír, mientras nos tumbamos en las toallas. Yo me puse en la toalla del medio y cada uno de los dos a mi lado.

Cuando llevábamos una horita en la arena tomando el sol, hacía un calor asfixiante. Decidimos ir a tomar un baño mientras hablábamos los tres:

- Jaime: yo también suelo venir a esta playa cuando vengo a Valencia, pero vengo unos Kilómetros más hacia delante, allí hay una playa más tranquila.

- Ana: si, pero es nudista. Jaime, ¿practicas nudismo?

- Jaime: claro mujer, hay que estar morenito por todos los lados. Además odio cuando se me quedan marcas. Los tres nos pusimos a reír.

- Ana: pues podríamos ir a ver que hay por allí, yo nunca he ido.

Las palabras de Ana me sorprendieron, nunca quería ir a la playa nudista, se lo había propuesto muchas veces y me decía que estaba lleno de viejos.

- Jaime: por mi vale, allí puedes estar vestido si quieres, aunque a los nudistas les molesta un poco.

- Ana: bueno pues vamos, ¿qué te parece Mario?

- Yo: que estáis como una puñetera cabra los dos. Pero por mí Ok. Y si dice Jaime que puedes estar en bañador pues bien también.

No eran las 13h y recogimos todo de la arena, caminamos unos 20 minutos y nos plantamos en la playa nudista. Estaba casi vacía, limpia, ni una ola en el mar. Se respiraba tranquilidad. Nos volvimos a poner cerca de las dunas, allí detrás había bastantes parejas tomando el sol completamente desnudas. A Ana y a mí nos entró la risa.

- Jaime: ¿no habíais estado nunca?

- Ana: No, la verdad. Pero se respira mucha tranquilidad.

- Jaime: pues es una sensación de libertad tremenda bañarte desnudo en el mar.

- Yo: será como ducharte Jaimito.

- Jaime: que va hombre, no se puede comparar.

Mientras hablábamos íbamos poniendo las toallas y montando la sombrilla con las mesas, era hora de comer, pero nadie tenía hambre aún, así que sacamos las cervezas y nos pusimos a tomar un pequeño aperitivo.

Jaime decidió meterse en el agua, Ana y yo decidimos quedarnos allí a terminarnos las cervezas y tomar el sol. Ana, mientras Jaime iba al agua me dijo:

- Ana: joder con tu amiguito, que bueno que está. Debe de follar con todas las tías que quiera.

- Yo: Pues si la verdad. El tío es un buen follador.

- Ana: Y encima va cargadito. Menudo paquete se le marca en el bañador. Empezamos  a reír los dos.

En esos momentos vimos a Jaime saliendo del agua con el bañador en la mano y riendo. El agua le llegaba por encima de la cintura así que no se le veía nada.

- Ana : Joder cariño, como salga del agua desnudo me corro aquí mismo.

- Yo: jejejejejeje. Ya será para menos.

Jaime caminó unos dos pasos dentro del agua y su polla fue saliendo al mismo tiempo que él. Estaba flácida, pero era muy gorda y larga, brillaba con la luz del sol a causa del agua. Poco a poco se fue acercando hacia nosotros, la polla le iba de lado a lado, se movía al compas de sus pasos,  mi mujer me soltó.

- Ana: Vaya pollón cariño. Yo reía sin parar.

A los pocos segundos llegó Jaime y se puso a guardar el bañador en su mochila. Se quedó de pie delante de nosotros. La vista de mi mujer no se apartaba de su enorme polla. (Los que han leído nuestros relatos saben que a mi mujer le gustan las buenas pollas).

- Jaime: pareja ¿no os animáis a ir desnudos?

- Ana: yo siempre hago topless, pero como estabas tú, no me había quitado nada.

- Yo: por mí no lo hagas eh, encima Jaime es de la familia.

Ana, ni corta ni perezosa se quitó la parte de arriba y también la guardo en su bolso. Se quedó solamente en tanga. Mi mujer no tiene unas tetas extremadamente grandes, pero las tiene muy bien puestas y bonitas. Sus pezones estaban duros.

Quedaba yo con el bañador, así que me lo quité. Al igual que Jaime iba completamente depilado, pero mi polla por la situación iba poniéndose morcillona, así que decidí tumbarme boca abajo. Me puse las gafas de sol y me puse a observar a mi mujer. Estaba tumbada boca hacia arriba, con sus pezones erectos. La fina tela de su tanga podía dejar mucho a la imaginación. Me puse de pie y decidí darme un chapuzón.

Mi mujer me siguió, los dos nos dimos un baño que nos sentó genial, ya que llevábamos dos horas al sol. Mi mujer cuando salió del agua y llegó a las toallas se bajo el tanga y se lo tiró a Jaime encima del pecho, Jaime dio un pequeño salto a causa del susto. Llevaba el coñito perfectamente depilado, no nos gusta llevar nada de pelo en las partes íntimas,  Jaime se puso a mirarla de arriba a abajo, no le quitaba ojo.

Decidimos comer los tres. Cada uno se sentó en su silla debajo de la sombrilla. Mi mujer sacó los bocadillos de tortilla y unas cervecitas. Jaime se sentó delante de nosotros, cuando se sentó su polla se quedó entre sus piernas, el glande quedó apoyado de la silla. Miré a mi mujer que me soltó una leve sonrisa, yo se la devolví.

La playa a esas horas estaba semi-vacia, solamente un par de parejas a unos metros de nosotros. La conversación fue derivando hasta el tema de los tamaños de pollas. A las mujeres les encanta hablar de esto. Mi mujer nos contó que sus amigas siempre hablan de este tema. Como es muy curiosa no se cortó y le dijo a Jaime.

- Ana: Jaime ¿cuánto mide tu Jaimito? Bueno Jaimito no, Jaimiote. Soltando una carcajada.

- Jaime: ¿así o empalmada? Bromeó él.

- Yo : Vaya preguntita Anita.

- Ana: Así comparo cariño. Empezó a reír.

- Jaime: Pues 20cm.

- Ana: ¿Solo?

- Jaime: si, hasta ahora ninguna se ha quejado, bueno del grosor todas se quejan. Rió Jaime.

- Ana: Hombre es que tío, la tienes muy gorda.

Me fije en el coño de mi mujer, estaba mojándose poco a poco debido a la conversación. Nos terminamos los bocadillos y nos tumbamos en las toallas.

- Jaime : Ana, ¿me puedes acercar la crema solar, por favor?

- Ana : si quieres te la pongo.

- Jaime : No, que solo quiero por las piernas.

- Ana : pues yo te la pongo. ¿Te parece bien cariño?

- Yo : Claro, pero pónsela bien que no se le queme nada. Guiñándole un ojo.

- Ana : eso está hecho. Dándome un beso en los labios.

Jaime seguía acostado en la toalla, Ana se puso de rodillas a su lado y se echó una gran cantidad de crema en sus manos. Empezó por los pies de este, poco a poco fue subiendo y cuando llegó a los muslos, Ana fue más despacio. Veía como sus manos subían casi hasta su cintura, las pasaba por sus cuádriceps, las bajaba hasta las rodillas y volvía a subir. Jaime tenía los ojos cerrados mientras Ana le daba crema. Las manos de Ana se adentraron en los muslos de Jaime y sus dedos rozaban la punta de su glande. La polla empezó a crecer de una forma descomunal hasta reposarse sobre su cintura. Ana soltó una carcajada pero siguió con la crema. Fue subiendo sus manos hasta sus huevos y empezó a masajearlos. Subió por el tronco de su enorme polla. La intentaba coger toda, pero su mano se quedaba pequeña, empezó a masturbarlo lentamente. Subía y bajaba su mano lentamente recorriendo cada centímetro de aquel enorme mástil. La polla brillaba a causa de la crema.

Ana acercó su boca hasta el enorme glande y pasó su lengua lentamente por él. Jaime la miraba con lujuria. Ana era una experta en el arte de las mamadas, sabía cómo hacer disfrutar a un hombre y lo estaba consiguiendo.

Escupía sobre el glande y se la intentaba meter toda en la boca, mientras la pajeaba. Jaime le cogió la cabeza y le preguntó:

- Jaime : ¿te puedo follar esa boquita?

- Ana : lo estoy deseando guapo.

Jaime cogió de la cabeza a mi mujer y empezó lentamente a follarle la boca, no dejaba que mi mujer se la sacara. A Ana se le empezaban a escapar las primeras lagrimitas por los ojos. Sorprendentemente su mano fue directamente a su coño. Empezó a masturbarse muy rápido, estaba fuera de sí y no había marcha atrás. Mi amigo follaba la boca de mi mujer a una velocidad endiablada, por su cara estaba a punto de correrse. Aceleró sus embestidas, mi mujer tenía arcadas pero no dejaba de masturbarse, en esos momentos Jaime se quedó quieto haciendo fuerza en la cabeza de esta y con la polla completamente dentro de su boca, se estaba corriendo en ella. Mi mujer empezó a tragar toda su leche mientras se masturbaba, por su cara supe que se estaba corriendo.

Intentaba critar pero no podía.  Lentamente quitó los dedos de su coño empapado, y mi amigo sacó su pollón ya flácido de su boca, un montón de saliva cayó sobre las tetas de mi mujer,  ella estaba exhausta en la toalla, mientras me miraba.

- Jaime : dios mío Mario, menuda mujer que tienes.

- Yo : si, muchas gracias. He de reconocerte que sus mamadas son espectaculares.

Yo tenía la polla totalmente empalmada, mi mujer vino gateando hasta mí y se puso a horcajadas encima de mío, seguidamente empezó a cabalgarme, estaba muy cachondo, mi mujer empezó a gemir y gritaba, sabía que necesitaba ser follada.

- Ana : acércate Jaime, ponte de pie aquí a mi lado.

Jaime se levantó y le puso la polla en la boca. Yo me estaba a punto de correr. La cogí de las nalgas y empecé a acelerar mis embestidas. Solté gran cantidad de semen en el coño de Ana, ella también aceleró y empezó a gritar.

- Ana: Me corrooooooooooooooo. AAAAAAAAAAAAA

Ana empezó a masturbar a Jaime rápidamente, yo me quité de abajo y ella lo masturbaba a gran velocidad, su mano se movia rápido de arriba abajo.

- Jaime : Me corro Ana, quiero correrme en tus tetas.

Ana puso la polla entre sus pechos y empezó a hacerle una cubana. Dos largos chorros de esperma cayeron entre sus tetas e iban bajando por su canalillo. Ana ahora sí que cayó en la toalla exhausta. Estaba cansada, no podía más. Nos quedamos unos momentos en silencio mirando al cielo.

A los pocos minutos, los tres nos fuimos al agua y empezamos a hablar de nuestras cosas y de nuestro trabajo. Era como si nada hubiera pasado.

Cuando salimos del mar recogimos, nos vestimos y nos fuimos directos a casa de Jaime, ya que nos había dicho que nos invitaba a cenar allí.

Continuará

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