Día de Playa

Ballbusting y Femdom

Día de playa

Las dos amigas, Karma y Anya disfrutaban de una mañana en la playa, bajo un sol radiante de verano, ambas vestían diminutos bikinis de color, Karma, la rubia voluptuosa llevaba uno dorado, Anya, la pelirroja más delgada, vestía uno rojo.

Un musculoso tío de playa se acercó a ellas.

-¿Ves a ese sujeto? -Preguntó Karma.- No deja de vernos los pies.

-Un sucio pervertido. -Respondió Anya.

Y es que George devoraba el hermosos par de pies con su mirada, no pudo disimular la enorme erección que sufría, pues se había puesto una tanga para caballero, tal vez podría impresionarlas con el tamaño de sus musculosos o con su enorme verga.

-¡Hola, chicas! -Saludo.- ¿La estáis pasando bien?

Karma, sentada, apoyado sobre sus codos, elevó su mirada.

-Algo. -Respondió en tono seco y cortante.

-¡Oh! ¡No sean tan frías! Con este calor.

Las chicas se volvieron a ver entre sí, que broma de más mal justo.

-Mi nombre es George.

-Bien George, que pases buen día.

-¿No vais a presentaros?

Flexionó sus brazos para mostrar su enormes músculos.

-¿De verdad no quieres impresionar? ¿Demostrarnos que tan fuerte eres?

-¡Claro!

-¿Pues que tal que juegas un juego con nosotras?

Ambas chicas se pusieron de pie.

-¡Lo que ustedes quieran!

-De acuerdo, es una prueba de resistencia, a ver, abre las piernas, y nosotras te vamos a dar, cada una, un par de patadas en los huevos, gana la que te tumbe al piso, y si te quedas en pie tu ganas.

George las observó boquiabierto.

-¿A que no eres tan fuerte, grandote? -Dijo Anya.

-¿A ver, tienes miedo? -Preguntó Karma.

-¡Claro que no! ¡Pero un golpe ahí! ¡Qué puede se peligroso!

-Bueno, entonces nosotras nos vamos.

-¡Esperad! ¿Y que pasa si gano?

-Yo, dejo que me toques los senos todo lo que quieras. -Dijo Karma.

-Yo, dejaré que me beses el trasero. ¿Vale?

-¡Vamos! ¡Claro que quiero jugar! -Exclamó George todo empalmado, excitado por ese par de chicas con ideas tan raras.

Karma le indicó que abriera las piernas.

-¡Anda! ¡Sepáralas más!

Las chicas se plantaron frente a él.

Karma, la rubia voluptuosa de piernas rollizas, soltó la primera patada, un sólido golpe de arriba abajo, el empeine de su pie descalzo se estrelló de lleno contras los testículos, prensándolos contra el hueso del pubis.

George se derrumbó quedando de rodillas, aullando del intenso dolor, no recordaba nunca tanto sufrimiento, de chico, jugando al balón, nunca había recibido pelotazos ahí, había visto a otros quedar tirados en el piso. Ahora el intenso dolor era insoportable, inhumano, además las dos hermosas chicas frente a él se mofaban y burlaban, sin mostrar la menor empatía o piedad.

-¡Bueno, que rápido perdiste!

-¿No aguantaste ni una?

-¡Y tan grande que eres!

Ellas Dieron media vuelta y se largaron.

Él tardo un buen rato en recuperarse y poder ponerse en pie, frotó con sus manos sus adoloridas bolas, iba a encontrar a esas tías. Salió en la dirección en que ellas se habían ido.

Después de buscarlas buen rato por todas partes las alcanzo a divisar en el área de estacionamiento.

-¡Al fin, cuando ya creía que no los iba a encontrar de nuevo! -Les bramó furioso.

Ellas estaban recostadas contra un convertible rojo, de esos modelos italianos que costaban una fortuna, iban siempre con sus bikinis, pero se había calzado sendas sandalias tipo flip flop que realzaban aún más la belleza de sus pies desnudos.

-¡Anda, respeto! ¡Que con que hagas una escena acá o intentes algo gritamos y vienen los guardias de inmediato! -Advirtió Karma.

-¡Y menudo lío en el que te vas a meter! -Exclamó Anya.

-Bueno, bueno, pero al menos me debéis una disculpa.

-¿Disculpas? ¿Pero que te has creído? ¿Si no sois más que un sucio degenerado? ¿Crees que no te hemos pillado como clavas tu vista en nuestros pies?

-¡Lo siento! -George estaba rojo de vergüenza, confundido, había venido buscando pelea y terminaba pidiendo perdón.

-Pero mira, nuestra apuesta sigue en pie, si te aguantas un par de patadas de cada una en tus bajos.

George sintió una nueva erección, a pesar del dolor residual que había en sus bolas.

-No me engañáis de nuevo, ni les creo que vayan a cumplir.

Karma se cogió los senos con las manos y comenzó a frotarlos al tiempo que mordía sus gruesos labios.

-¿A qué no? ¡Si somos hembras de palabra! ¡Es más! ¡Se sube la apuesta! ¡Si aguantas te vienes con nosotras y nos follas a las dos todo lo que quieras! ¡Con las ganas que tengo!

-¡Te damos nuestra palabra! -Secundó Anya.- ¡Aguanta que estos juegos nos poden bien calientes!

George titubeó, pero las chicas se movían y gesticulaban de manera hipnótica, se preguntó si podría soportar. La primera le habían cogido por sorpresa, pero ahora ya sabía que esperar.

-¡Bueno, acepto! ¡Si lo prometéis!

-¡Prometido! -Dijeron a coro.

-Pero me dejan que me apoyé en algo.

-Pon las manos sobre el capo del auto, -indicó Karma.- Así, ahora abres las piernas, más, nosotras te vamos a patear desde atrás, dos patadas cada una, si te tumbamos al piso, pierdes.

George aguardó con las manos sobre el capo y las piernas abiertas, como sí lo fueran a linchar, menos mal el estacionamiento estaba vacío, todo mundo se hallaba en la playa.

La primera patada la sintió hasta el alma, le sacó tremendo alarido, gruño y rechinó sus dientes. La segunda patada le hizo arquear la espalda, se le pusieron flácidas las piernas pero aguantó soportado sobre el capo del convertible.

Karma y Anya se volvieron a ver entre sí, ahora todo dependía de la pelirroja, que era esbelta pero atlética, y maestra de artes marciales.

Anya lanzó su mejor patada, George sintió un dolor indescriptible, que le hizo bramar y sacar espumarajos por la boca. Anya le encajó la otra patada, pero no lo tumbo.

Las lágrimas afloraba a los ojos de George, pero no lo habían vencido. Se volvió con una sonrisa.

No duro mucho pues Karma le soltó un rodillazo en los testículos que le tomó por sorpresa.

-¡Pero eso es trampa! -Graznó George sin aliento.

Sin tiempo a respuesta la pelirroja le dio una patada frontal que lo mandó a tierra de bruces.

Karma se inclinó, le sacó el tanga y le cogió de los huevos estirándolos sobre el asfalto. Con el talón del pie le soltó un duro pisotón, luego otro y otro.

Un policía se acercó al grupo.

-¿Pero que carajo pasa aquí? -Era una oficial joven, morena, vestida con pantalones cortos, botas de excursión y quepis.

-¡Que este degenerado a querido abusar de nosotras! -Exclamó Karma.

-¡Nos hemos defendido como hemos podido!

La oficial volvió su mirada de una a otra.

-¡Pero... ustedes chicas! ¡Si ustedes son las hijas de la concejala Kristensen!

Andrea Kristensen, millonaria mujer de negocios, era dueña de media ciudad.

-¡No se preocupen de este degenerado me ocupo yo!

George estaba tumbado en el suelo, la oficial le dejó ir con su bota una patada al rostro que lo dejo sin dientes y sin sentido. Le volvió pecho a tierra y comenzó a esposarlo.

-No os preocupéis, es arresto en flagrancia de delito, va directo a la celda de los violadores, ahí la va a pasar muy bien.