Día de Playa
Mi primera experiencia con otra mujer,en una magnifica playa de Fuerteventura.
Siempre me he considerado una chica normal y corriente. Con buen tipo. Mido 1,72 m soy de complexión delgada y me considero de mente abierta. En mis 32 años alguna vez había fantaseado con mantener una relación otra mujer, sentir una caricia femenina, pero a parte de eso me consideraba heterosexual. He de confesar que siempre me había gustado observar a otras mujeres desnudas, pero hasta esa mañana en la playa no había pasado de ahí.
Todo ocurrió en la isla de Fuerteventura, en una playa poco conocida y por tanto prácticamente desierta todo el año.
Era una mañana de verano, el cielo estaba completamente despejado y aunque el sol castigaba con fuerza, una brisa marina refrescaba el ambiente. Esta brisa aunque era ligera, arrastraba la arena más fina, por lo que tras permanecer no más de cinco minutos tumbada junto a la orilla, disfrutando de la calidez del sol sobre mi cuerpo desnudo, decidí acercarme a un pequeño cercado de piedras que había a unos cien metros de donde estaba, con el objeto de poder protegerme de la arena que arrastraba el viento.
Según me acercaba al precario refugio en forma de circulo con unos tres metros de diámetro y no más de 40 cm de altura, pude ver una pareja a unos 700 metros de donde estaba, que junto conmigo pensé que éramos las únicas personas que estabamos disfrutando ese día de tan maravillosa playa.
Estaba mirando hacia la pareja, que en ese momento salían corriendo al mar, cuando al entrar en el refugio de piedra me di cuenta que estaba ocupado por una chica que también tomaba el sol desnuda en su interior.
Lo inesperado de encontrarme allí a otra persona me sobresaltó. Lo mismo le ocurrió a la inquilina del cercado de piedra que se incorporó también de forma súbita.
"Perdón no quería molestar, pense que no había nadie", le dije.
"No te preocupes, perdóname tú a mí. No esperaba que nadie se acercase hasta aquí y me he asustado. Espera que me aparto", me respondió, a la vez que sonreía y apartaba su toalla para dejarme un espacio donde poner mis cosas.
No me apetecía tomar el sol allí con otra persona, pero de dio reparo decir que me iba al ver como me cedía la mitad del espacio interior del cercado.
La verdad es que era una chica muy atractiva, más o menos de mi estatura, delgada y al igual que yo con unas formas muy acentuadas, podría decirse muy voluptuosa, una cara muy agradable y una sonrisa espectacular.
"Me llamo Estefania", me dijo mientras acomodaba mis cosas y extendía mi toalla.
"Yo me llamo Carmen", le respondí tímidamente.
No era la primera vez que tomaba el sol en la playa desnuda, pero me sentía nerviosa y no muy cómoda, en cambio a ella se la veía desenvuelta.
"¿De donde eres?" me preguntó.
Al ver que ella tenia ganas de charla, me incorporé ligeramente hacia ella para poder entablar una conversación y así disimular mi nerviosismo.
Era canaria, de 29 años y le encantaba la playa y disfrutar del sol.
Mientras hablábamos, pude observar su cuerpo. Aunque tenía el pelo claro, su piel estaba muy morena, al igual que yo tenía completamente depilado el vello púbico, por lo que podía observar desde mi posición unos labios vaginales bronceados con un maravilloso tono dorado.
Tenía un pecho precioso, más grande que el mío, pero también muy bien colocado, coronado por unos pezones pequeños y al igual que el resto de su cuerpo muy morenos.
Según conversábamos se me iba pasando el nerviosismo inicial, pero me di cuenta que me estaba excitando, en parte por el morbo de estar desnuda ante una completa desconocida y en parte por todo lo que podía ver sin ninguna dificultad.
Según aumentaba mi excitación me asaltó el pánico, tenia miedo de que ella pudiese apreciar como empezaban a brillar los flujos en la entrada de mi vagina, así que le dije que me iba a dar un baño, a lo que ella me respondió que también le apetecía y salió tras de mí en dirección al mar.
Para nuestra sorpresa, la pareja que antes había visto mientras se bañaban, ahora estaban tumbados y follando como locos junto a la orilla.
Preferí no hacer ningún comentario, pero Estefania les vio y sonriendo me los señaló con el dedo.
"Esta playa levanta pasiones", me dijo.
Estaba tan excitada pero a la vez tan cortada que lo único que se me ocurrió fue salir corriendo y tirarme al agua.
Estuve un rato nadando y conseguí calmarme un poco, hasta que se me acercó Estefania y otra vez empezó a latirme el corazón a mil.
"Voy fuera", me dijo.
Mientras Estefania iba andando desde la orilla hasta el cercado de piedra, pude observar perfectamente su magnífica figura. Tenía unas curvas de vértigo, pero sin excesos y un culo maravilloso. Según la observaba como se alejaba empecé a tocarme la vagina, estaba excitada como una loca, tenía el clítoris completamente hacia fuera, me bastó con tocarme un poco para correrme. Algo más tranquila pude salir del agua y me tumbé junto a Estefania en silencio para tomar el sol.
Al cabo de un rato, noté junto a mi mano la de Estefania. No me tocaba, tan siquiera me rozaba, estaría a un centímetro de la mía, pero esta situación me perturbaba. Con los pezones disparados por la excitación y completamente húmeda, estiré los dedos y ligeramente la acaricié la mano. Serían solo unos segundos, pero me parecieron eternos. No noté rechazo, al contrario sentí también sobre mis dedos su caricia.
Muy despacio me incorporé, me estaba mirando fijamente, inclinó su cabeza y me besó en los labios.
Sentí un latigazo que me recorrió todo el cuerpo, abrí los labios y noté como introducía su lengua en mi boca. Estaba muy excitada, pero estaba completamente paralizada, solo podía dejar hacer y sentir como me besaba.
Solo pude reaccionar cuando me abrazó y note su pecho contra el mío, fue un abrazo cálido, pero sobretodo suave y tierno. Jamas había sido abrazada así.
Por un momento paró, me miró fijamente y me repitió: "Esta playa levanta pasiones", para volver a besarme la boca. Me encantaba saborear su saliva. De repente bajó la cabeza hasta mi pecho y empezó a besarme los pezones. Tal era el grado de excitación que al principio era doloroso pero tras el primer instante la sensación era maravillosa, jamás me habían mamado las tetas con tanta suavidad cariño y maestría.
A cada lengüetazo en el pezón, notaba una palpitación directamente en el clítoris, si hubiese seguido un minuto más en mi pecho creo que me hubiese corrido directamente, pero cesó la actividad en mis tetas para dirigirse sin ningún preámbulo directamente a mi vagina.
Tal era mi excitación, que me escurrían flujos por la cara interna del muslo.
Lo primero que sentí fue un delicado beso en los labios de mi vagina, en ese mismo instante empece a correrme como jamás lo había hecho antes. Estefania al notarlo introdujo parte de su lengua en mi vagina, lo que acentuó mi orgasmo.
Una vez recuperado el aliento me sentía en deuda con mi inesperada amante; la bese intentando hacerlo con el mismo cariño y pasión que ella me había demostrado. Saborear mis jugos en su boca fue algo maravilloso, la tumbé sobre su toalla y colocándome encima de ella empece a tocarle el pecho con la mano, me fascinaba la redondez de sus tetas y el tacto de sus pezones. Me introduje uno en la boca y empece a mamarlo. Fue una sensación maravillosa, siempre había fantaseado con algo así. Mientras estaba inclinada sobre ella chupándole las tetas, flexionó una pierna de manera que la rodilla quedaba pegada a mi vagina. Empece a frotar mi lubricado coñito con ella volviendo a correrme con un pezón suyo entre mis dientes.
Tras esto estaba decidida, me dirigí a su vagina, la encontré completamente lubricada, le besé los labios perfectamente depilados, fue como besarle la boca pero disfrutando de su aroma y su sabor. Era un sabor cálido y un punto ácido que me volvía loca. Al cabo de un instante note que se arqueaba y pegaba su vagina a mi boca llenándome de flujos, era la primera vez que hacia correrse a una mujer.
Tras esto quedamos abrazados, besándonos. Eran besos cálidos, dulces, tiernos, pero sobretodo suaves.
Pero no era bastante, las dos queríamos más, se coloco entre mis piernas y junto su vagina con la mía, notaba su humedad mezclándose con la mía. Me follaba con su clítoris, notarla así me volvió loca , pero esta vez el orgasmo fue compartido, nos corrimos a la vez gritando como locas.
Me encontraba desfallecida, solo tenia fuerzas para tumbarme junto a mi amante y decirle: "Esta playa levanta pasiones"