Día de lluvia
Un día de lluvia que no olvidaré.
Día de lluvia
Cuando empecé el secundario me enamore de un chico de mi edad, Bruno, un muchacho muy apuesto y atlético que jugaba al básquet. Muy pronto comenzamos a salir juntos. Nuestras relaciones se limitaban a besos y paseos tomaditos de la mano. Tuvieron que pasar dos años para que la situación cambiara. En aquel momento yo tenía quince.
Salimos a dar un paseo en bicicleta, pero a eso de la seis de la tarde se descargó una tormenta. Tuvimos que refugiarnos en una casa abandonada. Estábamos empapados.
Me desnude primero y luego desnude a Bruno, los dos nos abrazamos para darnos calor. Bruno me besaba el pelo, el rostro y el cuello. De pronto sentí su verga dura contra mi vientre. Lo miré asombrada. Él comenzó a acariciarme la espalda, sus largas manos descendieron todo a lo largo y hacia abajo para refugiarse en el límite inferior de mi columna vertebral.
El deseo me inundo el vientre. Las manos de Bruno se colaron entre mis muslos, que yo aparte instintivamente. Me toqueteo la conchita con la mano derecha, mientras la izquierda jugaba con un pezón. Luego decidí que él merecía también caricias excitantes. Rozando con mis labios su torso descendí hasta el ombligo. Bruno me pregunto si me animaba a lamerla un poquito. Yo seguí bajando y sentí un raro placer al lamer el tronco de la pija hasta que finalmente quise probar el gustito de la cabeza y metí ahí la lengua.
Me grito que acababa y me levante, nos besamos, se la agarre y al moverla un poco me soltó su leche en la panza.
Analía.