Dia de fiesta
La osadía de la juventud es inmensa. quedé gratamente sorprendida..........
Aprovechando el último de la fiesta del pueblo, acompañé a mis dos hijos a una velada musical con el propósito de que así estarian de vuelta a casa y siempre bajo mi control. Aunque debo reconocer que mi propósito íntimo es dar rienda suelta una vez más a mis inclinaciones de exibicionismo que muy frecuentemente despiertan en mi. Para entrar en situación y no repetirme, deben leer algunos de mis relatos de ésta misma categoría como Los amigos de mis hijos, Dia de playa, etc.
Como bien decía, ya lo había planeado todo. Y tal como tenía por costumbre, mi marido dijo que se quedaba en casa. Para él el bullicio y los apretones están de más. Así pues me preparé y con la excusa de que mis hijos son todavía muy jovenes y yo asistiría como "protectora de ellos", la menor sospecha quedaba abolida tanto de parte de ellos como de mi esposo. La velada se celebraría a una hora temprana, ya que era solamente para los más jovenes de la población. Más tarde, de madrugada, se llevaría a efecto la de los adultos. Así que nuestro propósito era distraernos durante unas dos horas y estar de regreso a casa lo antes posible. Aunque claro........ mis intenciones eran dar rienda suelta a mi pasión por el voyerismo.
Con predisposición y alevosía dispuse de mi ceñido traje color fresa con cuadritos que otras veces tanto había llamado tanto la atención del sexo varonil. Corto, mini y totalmente pegado a mi cuerpo como una segunda piel. El escote, amplio de forma redondeada, donde mis turgentes pechos parecen querer escapar y que yo no procuro impedir. Una vez más, ya que es mi costumbre, mi vestimenta no levantaba sospecha. Los zapatos rojos de alto tacón , aunque incómodos para permanecer largo rato de pié, eran fundamentales para que ayudasen al realce de mis piernas que sobresalian muy generosamente y que yo a la menor ocasión solía exponer muy generosamente. Estuve dudando en si ponerme sujetador o no. Al final dejé mis pechos libres de toda atadura y ambops se ofrecían hermosos y tentadores a cualquier mirada. Por último, un minúsculo tanga intentaba cubrir mi frondoso y sexi pelo púbico ya que poco más puede cubrir.
Llegamos al lugar del evento y ví con gran satisfación que había una más que considerable afluencia de gente joven. Y naturalmente de interés para mí, muchos jovenes barbilampiños. Como ya sabreis, son mis preferidos.
La hora era relativamente temprana y aún no se había apagado totalmente la claridad del atardecer. Así que antes de la mayor afluencia de público, fuimos a tomar algo a una rudimentaria barra que habían instalado con el propósito de saciar la sed del personal. Mis hijos se tomaron unas coca-colas y yo algo más fuerte para ir levantando el ánimo, aunque la verdad poco necesito yo para sacar a relucir toda mi ardiente sexualidad. Por fin nos situamos junto a una valla protectora y en un lugar donde yo me podía apoyar y moverme con cierta soltura. Poco a poco la gente se fué congregando mientras la oscuridad nos envolvía. Tenuamente iluminado con la luz de un pequeño escenario, ya que como dije, era un evento especialmente para gente muy joven.
Movía mi cuerpo al ritmo que sonaba la música y que generalmente todos los jovenes seguían su compás. Mis hijos delante de mi y yo ofreciendo mis escote y mi corto vestido como bandera o estandarte. Enseguida fuí consciente de que las miradas fluían en mi. Ojos libidinosos recorrían mi cuerpo y sentía penetrantes y punzantes miradas. Mis pechos se ofrecían generosos y parecian escapar de su encierro. En muchos movimientos casi salian al aire mis ya duros pezones, pues mientras me movía mi mente iba en un frenético viaje sexual en todo su esplendor. Tal como suponía ya mis hijos habían quedado a una prudente distancia de mi. Eso y la cómplice semioscuridad que nos envolvía, iba despertando en mi mi faceta de mujer caliente y provocadora.
Fuí consciente de cierto jovencito, de no creo mayor de 16 añitos que me miraba completamente fascinado. En mis saltos y movimientos toda mi delantera quedaba a completa satisfacción de su mirada. Yo acrecentaba mi movimiento sinuoso y electrizante. Sus ojos se posaban en mi escote con verdadera lujuria. Aunque lo tenía casi en mi frontal, procuraba no mirarlo fijamente y así parecer que mi contoneo era producto de la música en general y no de mi exibicionismo en particular. Poco a poco, la aglomeración de la gente era tal que practicamente no nos podiamos mover, aunque yo previsora y experimentada logré situar mi cuerpo entre una valla y unas alpacas de paja que como protección tenía al lado. Ello me permitía cierta holgura.
Observé que ya no divisaba al joven y eso me causó cierta incomodidad. Mi vista recorría una y otra vez el lugar donde estaba situado y al cual yo había dirigido los mejores movimientos de mi sensual cuerpo. Entre la oscuridad y la muchedumbre, ya no lo divisaba. Cuando poco a poco, mi mente iba perdiendo su recuerdo, sentí un cuerpo que empezaba a ser mas que insinuante por detrás. Alguien sobaba mi culo y la tenue tela apenas ofrecía resistencia al invasor. Aunque la verdad, lo estaba deseando.
Me fuí girando lentamente y con el mayor disimulo debido a la presión sobre mi cuerpo. Comprobé con satisfacción que el autor del incipiente magreo a mi trasero, era el joven que había estado pendiente de mi anteriormente. No sé cómo ni de que forma, pero había conseguido situarse justo detrás de mi. Desde luego no lo había tenido fácil debido a la cantidfad de gente. Pero lo había conseguido y me dispuse a darle su recompensa. Ahora podía comprobar, que efectivamente tendría unos 16 años. Una blanca camisa y un pantalón ceñido y creo de color azul, era su ropa. Moreno, de ensortijado cabello y aproximadamente de mi estatura, aunque yo debido a los tacones era ligeramente superior. Me volví a girar y ahora todo mi trasero quedaba encajado en él. Noté como su duro miembro se apretaba firmemente y percibí su calentura. Inconscientemente............. me apoyé sobre la valla como buscando descanso y alivio de mi cuerpo. Me incliné hacia delante todo lo que pude y ahora sí, ahora sentía la dureza y rigidez de su pene en todo detalle. Así estuve practicamente casi toda la velada. El chaval no se aburría y seguía cosido practicamente a mi trasero. Enonces sentí que su mano inquieta y febril se deslizaba por debajo de mi vestido con total impunidad y osadía. Se había incrustado practicamente en la entrada de mi vagina y que mediante el movimiento de sus dedos, había desplazado la cinta de mi tanga justo entre los labios de mi sexo haciendo quer mi ardor se multiplicara. ¡ Bendita juventud que con su osadía me estaba llevando al Paraiso !
Quise corresponder a su arrojo y valentía inclinando mi cuerpo hacia delante lo máximo posible y facilitar su acceso libre y sin dificultad hacia mi ya más que mojada vagina. Pero cual fué mi sorpresa... al comprobar que no era su mano......¡ era su pene !......... ¡ Intentaba follarme un chaval entre el público como la cosa más natural del mundo ! Osadía y valentía de un cuerpo joven........
Su polla, dura, joven, tersa, caliente.......... la sentía palpitar entre los cachetes de mi culo. Con disimulo bajé mi mano y le cogí su osado miembro. Carne maciza que mi mano recibía con deleite. Empecé a echarle el pellejo para atrás. Mi mano agitaba y templaba aquella polla cuyas palpitaciones era fácil percibir. Su tamaño era considerable y su grosor extraordinario para un chaval tan joven. Pero no podía permitirel pajizo lechoque me follara así como así. He dicho y mantengo que por ahora, le soy fiel a mi marido y si alguna vez lo hago con otro hombre, será conscientemnte y a plena satisfacción. Ser follada, así porque sí, en un arrebatado....... aquí te pillo, aquí te mato......... no entraba en mis planes. Pero quise compensar la osadía de mi joven calentón y procuré exprimirlo y satisfalerlo de la manera más natural que hay. Una masturbación total y que efectivamente, no tardó en efectuar, siempre acompañado de mi mano experta. Cuando su eyaculación era próxima, dirigí su polla diestramente hacia la alpaca de paja más próxima con el fin de que no me manchase el vestido. Los estertores y movimientos delatores de la gran corrida no se hicieron esperar. Raudo y veloz su joven semen escupió sobre el pajizo lecho. Retiré mi mano y disimuladamente limpié lo que había quedado de leche en ella. El joven quedó satisfecho. Había sido masturbado por una mujer madura y atractiva. Creo que no lo olvidará nunca.