Día a Día II

El día anterior de trabajo había sido una locura, un hombre se dispuso a calentar mi día, parecía convencido de lo que quería y yo estaba dispuesta a jugar con él, mi fiera solo acababa de comenzar a despertar.

Desperté a la mañana siguiente algo confusa, el día anterior había sido algo extraño, un hombre salido de la nada había pretendido embaucarme con su sex appeal, con el claro objetivo de poder poseerme. Sinceramente y a pesar de mis respuestas hacía él me había gustado su forma de comportarse y cuando llegué a casa después de una jornada de trabajo intensa no pude evitar tocarme salvajemente, el ambiente del día y el alcohol me hizo caer en la más deliciosa de las tentaciones.

A pesar de todo, me había puesto una meta, hacer mío a ese hombre, mi juego iba a ser incansable, atrapándolo en un bucle de deseo embriagador. Hacía mucho tiempo que no jugaba con nadie, pero la situación me generaba mucho morbo y con lo que tenía en mente no pude evitar mojar mis braguitas.

- *Nora, ya he llegado ¿Necesitas ayuda?* -Le pregunté a mi compañera de cocina nada más entrar.

-Buenos días, Carmen no hace falta cariño, ponte con lo tuyo -me respondió como cada mañana.

“Lo mío” como lo llamaba Nora era tomarme el café en la terraza como cada mañana, aprovechando que la gente aún se demoraba lo suficiente como para poder permitirme un descanso de varios minutos. Cerré los ojos, podía sentir la brisa del aire, ese olor a dulce cada mañana, la cocina de Nora era exquisita y podía olerse a kilómetros su delicio aroma.

De repente me estremecí, podía oler un aroma a mar, en apenas un segundo sentí como mi corazón empezaba a palpitar más rápidamente, mi respiración agitada era demasiado rápida y un cosquilleo recorrió toda mi vagina, aquel aroma, aquel olor me era tan familiar que instintivamente abrí los ojos lo más rápido que pude y busqué con la mirada a la persona que desprendía aquel olor.

Allí estaba, sentado en aquella mesa, aquel joven de pelo castaño, aquel hombre que el día anterior había sido fruto de mis pasiones carnales más salvajes, mirándome con la misma intensidad que recordaba, pero está vez no sentí intimidación en su mirada, al contrario, ahora se podía palpar el sexo en el aire, en las miradas, ese olor peculiar que desprende un hombre y una mujer cuando se atraen sexualmente.

-Te veo de lo más relajada -Me gritó desde lejos-. Al parecer esta disfrutando de ese café -Su sonrisa picara era visible desde kilómetros.

-Pues yo creo que estas igual de relajado viéndome disfrutar de mi café -Otra vez más volvía a responderle sin pensar lo más mínimo.

-No lo dudes -me guiñó un ojo-. Pero cuando te miro no es relajación lo que siento precisamente -Se mordió el labio inferior.

Otra vez aquel hombre lo había vuelto a hacer, enloquecerme con sus gestos, ya estaba empapada y el día solo comenzaba. Lo peor de todo es que tenía los pezones como diamantes, si me levantaba de la mesa lo notaría acabando el juego más rápido de lo que quería.

-Hermosa, ¿Podrías traerme un café solo por favor ? -Parecía más educado y atento que el día anterior-. Así podre tenerme más cerca -Volvía de nuevo a la carga.

-Enseguida, niñato -Me refería a él igual que había echo el día anterior-. ¿Con azúcar? -Le pregunté dándome la vuelta y volviéndolo a mirar.

-A mi todo me gusta dulce, como tú -Me respondió con picardía.

Fui a prepare el café, por fin era hora de comenzar mi juego, no pensaba que empezaría tan temprano en la mañana, tenía las pilas cargadas y sabía exactamente lo que haría en cada momento.

-Aquí tienes tú café con doble de azúcar -Le entregué el café-. Espero que no te importé, le he echado dos bolsitas de azúcar y he chupado la cuchara antes de traerlo a la mesa -se me dibujó una sonrisa en los labios.

-Será una delicia tomar esta café con el sabor de tu saliva -Dio un trago a su café y luego pasó su lengua por encima de sus labios -. Pero preferiría probar la saliva directamente de tu boca** -Él jugaba conmigo.

Inmediatamente me humedecí aún más, intentaba jugar con él, pero, al contrario, él sabía perfectamente como jugar conmigo, sabía lo que decir en cada momento para volverme loca, estaba tan cachonda que si no conseguía liberarme se me iba a notar en la ropa la mancha de humedad en cualquier momento. Instintivamente actué de forma salvaje, sin miramientos y está vez fui yo la que me acerqué a su oído a susurrarle.

-Escúchame bien, porque solo vas a escuchar esto una sola vez -Hice una pausa-. No vas a jugar conmigo, al contrario, aquí la que juega soy yo -En mi voz se notaba la autoridad-. Me voy a llevar tu taza de café, voy a coger la cuchara con la que te he revuelto el café, la voy a chupar muchas veces y me voy a ir al baño a meterla en mi vagina porque está muy caliente -Respiré profundo en su oído y continué-. Luego voy a volver con un vaso de agua para ti, la cuchara estará dentro impregnada de mi néctar, así podrás saborearme -Me separé de su oído incorporándome para mirarlo a los ojos.

Noté la lujuria en su mirada, se estaba tocando con su mano derecha el visible bulto de su pantalón, estaba a punto de reventar, lo que había escuchado de mis labios lo puso tan caliente que podía olerse el olor a sexo en el ambiente. Está vez se inclinó él hacía mí para susurrarme al oído.

-Si no estuvieras en el trabajo sería yo el que te follaría ese baño en vez de esa cuchara -Un gemido se escapó de sus labios-. Sigamos con este juego nena, metete esa cuchara y tráemela para que pueda saborearte -pasó su lengua por el lóbulo de mi oreja-. Pero hazme un favor, no la metas en agua, quiero saborear tu néctar al natural -volvió a gemir suavemente.

Ahora si que estaba húmeda y caliente, el juego se me había ido de las manos, pero con aquel hombre todo era impredecible e incontrolable. Me alejé sin dejar de mirar cómo me observaba con su mirada de deseo, sabiendo lo que ocurriría a continuación, cogí aquella cuchara y se la enseñé a lo lejos esperando un gesto de aprobación por su parte, cuando mordió su labio inferior me dirigí al baño a toda prisa. Aquel día solo acababa de comenzar.


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