Devorando a mi marido
Se quedó solo en la calle humillado, seco sin jugos y devorado en su orgullo en su machismo y en su personalidad. practicamente era un insecto pisoteado por mis botas y mi personalidad superior.
Hola Gracias una vez mas. Les envío un nuevo relato.
Quisiera que publicaran mi mail por favor. Ocurre que en los relatos anteriores lo han publicado y me ha escrito una bandada de zánganos poniéndose a mi servicio y ofreciéndose para que los domine.
En realidad no me interesan en absoluto como personas pero sus mail eran un excelente pajeador. Yo me quedaba de pie con las piernas abiertas leyendo los mails mientras le obligaba a mi marido a chuparme el culo y así me pajeaba con los mails de los siervos.
También les dí una dirección de apartados de correos y les autoricé a que me enviaran su semen derramado en un papel absorbente cubierto por un plástico para no humedecer el sobre. Recibí una cantidad muy grande de sobres humedecidos que los fue a recoger mi marido y los trajo y me los ofreció de rodillas. Yo le puse los pies encima y los arrojé a un cesto donde los voy juntando para usarlos en mis pajas. En premio a mi marido por su servilismo de regalé un zapato viejo mío con el olor de mis pies y el olor del esperma de varios hombres que lo han llenado. El se quedó encantado con el regalo.
Yo lo llamo mi marido porque lo quiero. En realidad es un esclavo total. ¿Como me apropié de su personalidad por completo...? Muy sencillo. En los estudios sobre dominación femenina que he leído se comenta que al macho se le deben limitar los orgasmos.
Pues yo hago exactamente al revés. Orgasmos mi marido no tiene nunca porque en mi presencia nadie tiene placer salvo yo. Lo que si tiene son muchas eyaculaciones. Yo le quito su leche tantas veces noto que carga un poco. Le tanteo los testículos con la mano y si los noto un poco hinchados lo ordeño de inmediato. Su estado habitual es de testículos secos y pequeñitos sin una gota de esperma. Un hombre disecado es un esclavo. Su falta de semen lo sume en una profunda angustia y su mirada se torna vidriosa. Entonces es cuando yo me abuso y los pongo al servicio de mi desmedida lujuria.
Yo soy una mujer demasiado hermosa y atractiva. Mi cuerpo me excita a mi misma. En casa hay muchos espejos para verme bella y arrogante follando hombres y mujeres. Además tengo un clítoris enorme siempre excitado. Me depilo el pubis para que el vello no me impida la excitación. Ya sea que camine, conduzca o mueva las piernas me estoy excitando y preparandome para comerme a alguna víctima hombre o mujer. Tengo necesidad de someter a la gente y no me conformo con una sola persona. Para tener placer debo follarme a un grupo. Lo hago descaradamente a la vista de todos. Mis orgasmos son tan espectaculares que todos quedan inhibidos y no pueden eyacular hasta tanto no los suelte como trapos viejos.
Así lo vacié a mi marido cuando lo conoci y lo sigo haciendo. A veces lo monto, le succiono la polla dura y lo cabalgo mientras tengo mis numerosos orgasmos. Luego lo dejo solo y le arrojo un zapato o le pongo mi pie en la boca. El de rodillas y yo parada con un pie en su boca metido hasta lo mas profundo que le impida respirar y debe hacerlo por la nariz. Le hablo con voz autoritaria y le exigo lo que es mío. El sabe y larga su jugo en cantidades asombrosas. Lo arroja al suelo.
Luego le hago limpiar todo.
He tenido muchos servidores sexuales (no los llamo amantes) y me los he montado en su presencia y con su ayuda. El es el encargado de oprimirles el pene para retardarles la eyaculación. Así les impido gozar mientras yo lo hago frenéticamente. Tambien me chupa el culo cuando tengo la otra polla succionada por mi vagina. El los recibe y los alecciona sobre mis gustos para que mi placer sea total. No les permite desnudarse hasta tanto me hayan admirado lo suficiente. Me paseo desnuda con los tacones y les tanteo la polla a los dos con los zapatos.
Mi marido se comporta como un buen siervo y cumple todas mis órdenes.
Se puso frenético el dia que decidí llevarme el látigo de casa. Hasta ahora lo usaba alli solamente con él o en su presencia. Pero la sola idea que azote a alguien y él no lo podía prsenciar le alteró la conducta de tal manera que se puso muy desesperado. Yo reaccioné en seguida al verlo así y evaluaba como sacar provecho de sus celos desmedidos.
Primero tomé el látigo y me masturbaba a su vista con el mango. Me frotaba el mango en el clítoris gigante y me lo introducía en la vagina mirentras le hablaba y le decía que él era un títere y que yo iba a hacer lo que quisiera le guste o no le guste. Le dije que él no era nada sin mi. Que su valor en la vida era ser mi esposo y mi esclavo y que si no estuviera yo era un ser insignificante. Mi presencia lo agrandaba y lo converetía en alguien.
Así hasta humillarlo de tal manera que estaba desesperado de calentura y era mas sencillo dominarlo. Le apliqué un sonoro latigazo y lo mandé a que me lo envuelva para llevarlo. Mientras lo hacia lloraba y me pedia a los gritos que no lo llevara. Le dí un bestial cachetazo y un brutal puntapie con la punta de mis zapatos de tacón. Le advertí que le clavaría el tacon afilado y lo hice hasta que se calló la boca y se sometió a mis deseos.
Le dije que pensaba usar el latigo con una pareja que me esperaba esa noche para que los azote a los dos y luego me los follaría a ambos cuando estuvieran sangrando de los latigazos. El se estremecía de desesperación.
Le dije que me acompañara hasta el auto llevando el latigo. Le hice cubrirse la entrepierna con un abrigo y le saqué la polla afuera.
La unica manera de que me deje en paz era extraerle toda la leche. Así que le ordené que se masturbara en el ascensor arrodillado ante mi. Lo hizo. Manchó el piso del ascensor. Limpié con la suela de mis tacones.
Caminamos hasta el parking mientras le ordenaba que se siga masturbando por la calle a mi lado. La gente nos miraba porque mi altura es imponente y soy muy sensual y siempre llevo un zángano. El volvió a soltar el poco jugo que le quedaba sobre la acera. Lo pisoteé todo. Llegamos al auto, subí junto al volante y el subió a mi lado. Entonces le pedí el latigo le dije que me quitara un zapato y me lo llenara de leche. Lo hizo desesperado como estaba. Ese dia lo vi mas entregado que nunca. Realmente era un perrito faldero. Me echó las últimas gotas de sus jugos en el zapato y lo calzó en el pie.
Entonces le dije que se fuera.
Estaba tan descontrolado que remoloneaba para irse. Le dí un bofetón y le tomé el cuello con las manos y le apliqué presión con las uñas largas y rojas. Le hice salir sangre. Fue un aviso. El dolor lo estremeció y se bajó del auto.
Le dije que limipe todo y me tenga la cena preparada y mi ropa ordenada y me esperara para atenderme al regreso.
Lo dejé solo en la calle. Vacío, agotado y dominado. Una vez mas salí triunfante. Me ardía el clítoris mientras conducia y oprimia pedales con las piernas desnudas sin bragas.