Devoradora (12)
Esa noche Rolando me muestra las cosas más sucias y degradantes que se le pueden hacer a una persona. Y finalmente me entero de toda la verdad, de porqué me ocurrió a mi, desde el principio fue un plan preparado por él. Fin de la historia.
Capítulo XIV
No quise seguir viendo aquello, me di la vuelta y con el mismo sigilo con el que llegué me retiré sin que ellos me vieran. Tenía que salir de allí y escapar, y denunciar lo que me habían hecho a las autoridades, sin embargo ya era tarde, demasiado tarde, una fuerte mano salió de la nada y me jaló, me llevó rápidamente y por la fuerza a los mismos espesos arbustos en donde me hallaba escondida. Era Rolando
¡Vení perra! me dijo, forzándome a entrar detrás de la maleza.
¡Soltame o grito!
¡¿Y quién va a venir?!, ¿los guardias a quienes yo mismo les pago, o algunos de los presentes a quienes nos les interesa en lo más mínimo lo que hagamos con nuestras perras? Además, allá adentro nadie te va a oír
¡Maldito hijo de puta, ¿cómo pudiste hacerles esto a mis amigas?!
¿Tus amigas, las viste?
¡Están portándose como las putas más putas allá en la fiesta!
Entonces si me dijo con su acostumbrada y detestable sonrisa sos muy curiosa. De todas maneras decime, ¿qué te pareció, verdad que son perras de primera?
¡Sos un maldito, ¿qué nos hiciste?! dije, cayendo al suelo, tal y como él me quería ver.
Pues que las convertí en unas putas no, no, me corrijo ayudé a que se convirtieran en lo que siempre fueron, unas putas
¡No es cierto, no es cierto!
Pero lo es, y vos lo sabés bien Devoradora
¡Noo, por Dioooosss! dije, sollozando con un profundo dolor, tratando de hallar fuerzas de donde podía, de pensar con claridad.
Ya, ya, ya a vos más que a nadie le gusta esta situación ¿o no?
¡Me encanta hijo de puta! me sinceré ¡Y por eso sé ahora, más que nunca, que algo muy extraño y malo pasa, si no nunca me hubiese convertido en esto!
Solo sos una puta
ahora, pero no lo era ¿qué me hicieron Mario y vos? solo me sonrió con sorna.
Todo a su tiempo Devoradora, todo a su tiempo mejor vení, te voy a enseñar unas cosas.
¡No quiero, quiero ver a mis hijos! grité, dándome la vuelta e intentado regresar.
Alto allí, ¿a dónde vas? me dijo, agarrándome de un brazo con brusquedad Vos hacés lo que yo diga perra, tenelo claro además, ellos no están aquí, ¿o preferirías que estuvieran presentes en esta fiesta?. me quedé callada, por supuesto que no quería eso Ahora vas a venir conmigo y no quiero oír ni mierda más
Me jaló y me pegó a él, agarrándome de las nalgas. Su boca comenzó a buscar la mía, pero como se los negué bajó a mi cuello, lamiendo y chupándolo pese a mi resistencia y mis vanos forcejeos. Mientras, sus dedos se clavaban en mis abundantes carnes, amasándolas y apretándolas. Sentía la protuberancia de su sexo pegarse a mi vientre, restregándose en él y por enésima vez mi cuerpo me traicionó y sentí que mis senos me ardían de calientes, mis pezones sobresalían escandalosamente por debajo de la delgada seda y estaban hipersensibles. Antes de darme cuenta mis intentos de resistir y mis forcejeos se habían desvanecido y mis ojos se hallaban cerrados, sintiendo como ese par de dedos se me metían por debajo de la tanguita, ni siquiera supe cuándo habían llegado allí. Rolo notó mi estado y me besó sin ser rechazado esta vez y luego se separó de mi, tomándome de la mano.
¿Ya ves?, ya estás caliente, sos una perra resignate ya a que sos la Devoradora
Me tomó de la mano y me llevó de regreso, pero no entramos por donde salimos, sino que me llevó hasta una puerta a un costado. Esta daba directamente a unas bellas escaleras de mármol que nos llevaron al segundo nivel. Noté que tenía guardias de seguridad cuidándolas.
Poné atención que te voy a enseñar cosas que jamás te imaginaste y que no estás sola.
No entendí bien a qué se refería, pero pronto me di cuenta, cuando al dar la vuelta por un pasillo me encontré con una hermosa mujer totalmente desnuda, conducida en 4 patas por la enorme y musculosa Hilda. La mujer se veía sudorosa, llena de marcas sobre la piel y muy cansada, como si la hubiesen estado torturando. No tengo que explicar la tremenda impresión que me llevé con esa escena, jamás en mi vida me hubiese imagina tal cosa.
Mi sorpresa, lejos de desaparecer, no hizo más que aumentar, al seguir caminando, me topé con otras escenas tan asombrosas como aberrantes. Por ejemplo, Rolo se detuvo frente a un grupo de hombres que tenían a un hermosa mujer desnuda y acostada sobre una pequeña mesita de centro, con las caderas y cabeza colgando. Era mi amiga Damaris, a quien uno de los tipos le hincaba con ferocidad la verga entre de su depilada raja mientras otro hacía lo mismo con su boca, con una irrumación que le cortaba la respiración. La mujer gemía ahogadamente pero no trataba de liberarse, más parecía que se entregaba voluntariamente a esas vejaciones. Por su parte, esos tipos se divertían como locos usándola así, eran extranjeros, lo supe por el extraño idioma que hablaban. Me imaginé que así era como cerrarían sus negocios este montón de degenerados.
Nuevamente Rolo me jaló y me llevó hasta una amplia habitación en donde otra escena similar se llevaba a cabo. Pero esta vez eran un trío de jovencitos muy jóvenes, a quienes tenían desnudos y con collares de perro en el cuello. Cada uno cabalgaba a un hombre distinto, que permanecían sentados sobre cómodos sillones mientras ellos saltaban sobre sus erectos falos frenéticamente, encajándoselos hasta el fondo de sus dilatadísimos anos. Me chocó mucho, casi eran niños para mi, delgados e imberbes, apenas desarrollados y de la edad de mi hijo mayor. Pero cogían con un vivo furor que se reflejaba en sus mejillas intensamente enrojecidas y en sus ojos desorbitados, dibujando feas muecas de placer a modo de sonrisas. 2 de ellos eran cogidos de espaldas a sus amantes, mostrándome sus penes erectos rebotando frenéticamente sobre sus testículos y contra sus planos vientres, estaban completamente depilados. El tercero cabalgaba a su macho de frente, por lo que sus pezones sufrían constantes mordidas que lo hacían gritar. Y justo cuando Rolando me volvió a jalar para llevarme a otro lado apareció un tercer jovencito, avanzando a 4 patas y conducido por un tipo por medio de una cadena de perro, su ano mostraba una gran abertura. Este se fue directo a tomar la verga de uno de sus compañeros con los labios.
Iba asqueada de todo lo que veía, por todos lados tenían a un hombre o una mujer siendo sometida y cogida con fuerza, salvajismo, usándolos como cosas, como animales. Y yo, muy avergonzada tenía que admitir que estaba ardiendo, sentía las gotas de mi líquidos lubricantes resbalar por mis muslos.
Finalmente me condujo hasta otro salón, en donde vi algo que me puso aun más caliente. Era nuevamente la mujer enmascarada que seguía cogiendo con el mismo par de tipos. Pero ahora la tenían en 4 sobre la alfombra, en el centro de ese salón, la veía con la piel muy enrojecida y empapada en sudor, con los ojos desorbitados y perdidos en la nada, la boca abierta, babeando sin parar. Parecía drogada, como ausente a pesar de estar recibiendo una cogida sin piedad por el tipo de pelo largo y enorme pene, que estrellaba sus caderas contra ella sin parar.
El hombre me asustó también, estaba empapado de sudor, se veía más que excitado, famélico, maniático, su sonrisa de placer más parecía una mueca. El otro, el rapado estaba sobre un asiento, tan mojado como el primero, en sus manos temblorosas se veía una extraña barrita como de chocolate blanco, lo mordía y cerraba los ojos, aspirando una gran bocanada de aire. ¿Por qué se veían así y qué era esa extraña barrita, acaso la droga que usaban conmigo?
¿Te gusta esa escena Devoradora, no creés que es una perra muy resistente?
Maldito maldito fue lo único que pude decirle, casi sin voz, en mi se mezclaba el intenso dolor de la impotencia y la excitación sexual más fuerte.
Rolando me llevó fuera de ese recinto justo cuando el rapado se ponía de pié con su enhiesta verga en la mano, listo para continuar con la tortura de la pobre infeliz. Pasándome un brazo por la cintura, me dejé conducir con toda la sumisión del mundo hasta otra pieza, cuyo ventanal tenía una preciosa vista a los hermosos jardines, iluminados bajo la luz de las estrellas y por reflectores estratégicamente ubicados. Allí me abrazó y me besó suavemente, yo no solo lo dejé hacerlo, sino que le correspondí también. Luego se separó de mi y fue hacia el pequeño bar del cuarto.
¿Querés un trago? me preguntó, no le pude responder, solo moví la cabeza negando bueno se sirvió un vaso de ron y decime, ¿qué te pareció lo que viste?
Maldito le respondí sin fuerza, extrañamente me sentía muy débil además de caliente.
¿Solo eso me vas a decir? yo creo que te gustó no le dije nada desnudate perra.
Sin cuestionar, sin protestar, ni tan siquiera pensando en lo que hacía, empecé a despojarme de mi vestido, dejándolo tirado en el suelo. Empezando a bajarme la tanga, mi única prenda restante, me dijo que me detuviera y volteó hacia un lado. Obedecí e hice lo mismo, del baño de la habitación salió un hombre, era muy alto y delgado, pero con complexión de deportista. Inmediatamente lo reconocí, ¡era Leonardo, mi marido!
¡Dios mío! grité, tratando de cubrirme los pechos, pero Rolo me lo impidió, sujetándome de los brazos y pegándome a su pecho ¡Leonardo, ayudame yo te explico! le supliqué cuando el otro empezó a lamerme el cuelo.
¡Puta madre, no lo puedo creer, mi santa mujer Débora de los Milagros!
Te lo dije Leo, te dije que todas las mujeres eran unas perras en ese momento noté algo raro en la actitud de mi esposo, quien lejos ponerse histérico y violento, como yo lo esperaba, parecía impresionado y hasta maravillado.
¡No puedo creerlo Rolando, no pensé que fueras capaz de degradar a sí a mi mujer!
¿Qué te parece cómo la dejé? ¿por qué se tuteaban tan amistosamente?, un presentimiento muy malo se me clavó en el alma.
¡La dejaste buenísima, increíble! ¡tal y como siempre me la imaginé! ¡¡¿que QUÉ?!!
Ya vez, te lo dije mano aunque debo reconocer que era una perra de primerísima calidad me quedé helada, ¿acaso se entendían? ¿Y qué pensás ahora de nuestro pequeño negocio y de nuestra pequeña apuesta?
De eso hablamos después primero el placer y luego los negocios. respondió mi marido.
¡¡¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ, LEONARDO, QUÉ TE PASA?!!!
Negocios son negocios Devoradora dijo Rolo.
¿Le pusiste Devoradora?, creo que es un excelente nombre de puta.
En realidad se lo puso Mario, el cazador que contraté para convertirla a mi gusto.
Mis felicitaciones para ese hombre quizá me lo podás presentar y
¡Tu lo sabías, tu sabías todo lo que me estaban haciendo y no hiciste nada para ayudarme! le dije, comprendiendo finalmente que todo esto fue un plan en el que mi propio marido estuvo involucrado desde un principio.
Claro, ¿creés que te iba a dejar hacer tu santa voluntad maldita puta? me respondió.
Y no solo lo sabía, en realidad sos parte de un lucrativo negocio para tu esposo.
¡¿Cuál, díganme la verdad de una puta vez?!
Te vendí mi vida, te vendí a Rolando Zamora a cambio de un negocio muy bueno
Y de paso me hiciste ganar una apuesta Devoradora tu marido no creía que te podría hacer caer tan bajo. me derrumbé, mi última esperanza se había esfumado, mi esposo era parte de todo, ya no tenía escapatoria.
No opuse resistencia se me fueron encima, sabía que querrían cogerme juntos y yo ya no tenía fuerzas para decir no. Solo era ya una esclava que no podía defenderse más, mi voluntad había sido al fin quebrada por completo y junco con cualquier rescoldo de esperanza. Era tan claro como el agua, todo estuvo preparado de antemano, Rolo me llevó a esa habitación para mostrarle mi degradación a mi esposo, quien ya me había vendido a cambio de algún jugoso negocio.
Contemplaba a Leo de pié junto a la puerta del baño sin gesto, mostrando su desnudez velluda e imponente. Su vista volaba perdida en mi cuerpo desnudo y la mía en el suyo, sin poder dejar de verle la verga que traía colgando pesadamente entre sus piernas, Leonardo siempre estuvo bien dotado. Él siempre fue un deportista, a sus 45 años aun se mantenía en forma. Tenía un elegante cabello rizado, castaño claro y salpicado de numerosas canas; su rostro no era muy atractivo, pero si muy varonil, con ojos oscuros y cejas muy pobladas, nariz recta y boca de labios carnosos..
Te vamos a pegar una buena cogida, no sabés cuánto soñé imaginándote así me dijo Leo.
¡NOOOOO! ¡Por favor, se los suplico!
Ya estás aquí, así que flojita y cooperando vas a ver que te va a encantar dijo Rolo, era en vano seguir protestando, ninguno de los 2 se iban a detener.
Aprovecharon mi tímido y débil forcejeó, me jalaron y tiraron sobre la cama y me sujetaron de los brazos para poder manosearme sin problemas. No dejaban rincón de mi cuerpo sin tocar o invadir. Rolo se quedó con mis senos mientras mi marido paseaba sus manos sobre mi sexo, lo recorría entero, me metía un par de dedos y se aferraba a mi clítoris. Muy pronto me hallé ardiendo aun más de lo que ya venía, muy mojada y lista para continuar.
¡Esta perra ya aflojó! exclamó mi esposo ¡Te vas a morir del gusto Devoradora!
Leo descendió despacio hasta bajarme la tanga con los dientes, luego me metió la cara entre las piernas y agarró mi sexo a lengüetazos largos. Por su parte, Rolo se arrodilló junto a mi cara y me dio su pene para que lo mamara mientras se desnudaba. Me lo tragué como era su deseo, succionando con fuerza y acariciando su glande con mi lengua, mientras, abajo, el otro seguía hurgando entre los pliegues de mi intimidad con su apéndice bucal y chupando mi clítoris, era muy bueno en eso. Me tuvieron así por casi 10 minutos, mamando y dejándome mamar. Leonardo me arrancó un rico orgasmo, dejándome sudada, jadeando y empapada.
Pararon y se levantaron, me pusieron en 4, mi esposo detrás de mi y me penetró con fuerza y engañosa facilidad, pues al sentir su largo y duro tronco atravesándome sentí dolor y pegué un grito que Rolando calló metiéndome la verga en la boca. Puse en blanco los ojos cuando ambos salvajes iniciaron a cogerme con fuerza por los 2 lados.
¡¡¡Mmmmgggg!!!, ¡¡¡Mmmmgggg!!!! gemía yo con la boca llena, disfrutando intensamente ¡Qué rica está esta perra! oír a mi marido expresarse así de mi me calentaba más.
¡Oí como gime Leonardo, la Devoradora goza con todo lo que le den! Es una devoradora de vergas y de semen la puta esta
¡Si, no hay duda que le encanta! ¡Qué puta tan increíble tuve desperdiciada tantos años!
Y sí, me encantaba, gemía fuerte, aun con la talega de Rolando en la boca, gemía tratando de agarrar aire con una verga que me llegaba hasta la garganta y otra que me llegaba hasta las entrañas, sentía que me partían en dos. Continuaron cogiéndome así por un buen rato, hasta que decidieron cambiar de posición, me acostaron boca arriba, Leonardo colocó mis piernas sobre sus hombros y volvió a la carga, ahora si le vi su arma ¡Dios mío, era enorme, larga y gorda, muy parecida al de Rolo, pero le mediría por lo menos unos 25 cm y era tan gruesa como mi muñeca! ¿De dónde la sacó, el nunca la tuvo tan grande? Rolando se colocó de rodillas sobre mi cara, para que le lamiera los huevos y el culo y le chupara la verga de nuevo.
¡¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHH!!!!! gritaba yo ¡¡¡¡ANIMALES!!!! ¡¡¡¡SON UNOS ANIMALES!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAGGGGGGHHHHH!!!!!
¡Gritá perra, gozalo que se te ve que te encanta! me decía Leonardo.
¡¡¡¡DESGRACIAAAAAAADOOOOOOOSSSSSS!!!!
¡No disimulés Devoradora, sabemos que querés más! ¡Decilo! ¡Pedinos más! decía Rolo.
¡¡¡¡MMMAAAASSSSSS, MMMAAAASSSS!!!! terminé gritando totalmente fuera de mi.
Me cogieron así por otros 10 minutos, Rolo gozó como un loco las constantes lamidas que le daba a sus bolas y cuando colaba la punta de mi lengua entre su ano. Veía su verga palpitando, lista para reventar. Y con Leonardo, sentir como su tremenda tranca estiraba al máximo las paredes de mi vagina me llevó a un segundo y a un tercer orgasmo, entonces me cambiaron de posición. Mi marido me levantó en brazos sin dejar de penetrarme y tomó asiento en un pequeño sillón junto a la puerta. Inmediatamente me puse a cabalgarlo con brusquedad, buscando la mayor profundidad en las penetraciones. La verdad apenas me cabía la mitad, el resto permanecía afuera pese a mis empujones. El otro llegó desde atrás con unas oscuras intenciones.
¿Te parece un sanguchito Devoradora?
¡¡¡¡AAAAAAHHHHHHH!!!! ¿QUÉ? ¡¡¡¡AAAAGHHHHH!!!!
Que me des el chiquito no me dejó ni responder, porque ya estaba presionando sobre mi esfínter anal, introduciéndome su largo y grueso miembro.
¡¡¡NOOOOOO!!! ¡¡¡AAAAAYYYYYYGGGGHHHHHH!!! pequé un grito cuando lo sentí atravesándome, no era mi primera vez pero él siempre me lo dilataba por lo menos.
Tranquilita Debi, has gozado todo hasta ahora, te juro que vas a gozar más todavía. me dijo Rolo, empalándome de un golpe y esposándome las muñecas a mi espalda.
¡¡¡ME DUELEEEEEEHHHH!!! volví a gritar y traté de empujarlo y quitármelo, pero Leonardo me sujetó fuerte, no me iban a dejar escapar
No sé cómo pude aguantar todo aquello sin desvanecerme, como siempre terminé sumida en la más profunda rendición a los deseos enfermos de Rolo y lo único que podía hacer era gritar como una loca desequilibrada de placer, humillación, vergüenza, calentura y degradación.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAARRRRRGGGGGHHHHHH!!!!!!!!! gritaba desesperadamente, sintiendo dentro de mi ano el ariete que me clavaba cada vez más duro.
¡¡¡AAAAHHHH!!! ¡Cómo tenés de apretado el culo, perra! exclamó Rolando.
¡Me encantan los culitos apretados! agregó el otro.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡MMMMMMMPFFFFFFF!!!!!!!!! ¡¡¡¡AAAAAAHHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!!
Lo estás gozando Debi, no lo negués me repetía Rolo cada vez, viendo mi rostro enrojecido e inflamado.
¡¡¡¡¡ANIMAAAAAALESSSSSSSS!!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAGGHHHHHHHHHH!!!!! les gritaba yo.
Me estuvieron cogiendo por un tiempo que me pareció eterno, ya no aguantaba aunque tuve varios orgasmos más y hubiese podido continuar para siempre en esa situación. Recibía palo por ambos frentes y mis gritos solo hacían que esos dos sementales me perforaran más fuerte. Pero gracias a Dios nada es eterno en este mundo y por fin terminaron, me tiraron boca arriba al suelo y se masturbaron enérgicamente sobre mi rostro hasta explotar casi en forma simultánea llenándome la cara de semen.
¡¡¡¡AAAAAGGGGGGHHHHHHHH!!!! ¡¡¡¡QUERIIIIIICOOOOOOOO!!!! gritó Rolando.
¡¡¡¡QUÉ PUTA ES MI MUJEEEERRR!!!! ¡¡¡¡OOOOGGGHHHHH!!!! exclamó Leonardo.
Quedaron sentados y satisfechos en la orilla de la cama, sus penes aun goteaban semen, Leo me veía con asombro cubierta de su blanca leche y de mi sudor. Mi marido nunca había visto una puta tan grande como yo, mucho menos la había probado, y Rolo me sonreía con sarcasmo, satisfecho de los que había logrado hacer conmigo. Lo malo es que aun no habían terminado esa noche. Me dejaron tirada en el suelo, todavía con la cara cubierta de semen y mis muñecas esposadas a la espalda, los oía hablar de mi, expresarse de mi como si fuera una cosa. En mi interior tenía la certeza de no ser más que eso, un objeto, un juguete del deseo y de placer, de una sumisión e indefensión totales, y eso me daba mucho morbo. Pero no me dejaron descansar mucho tiempo, pues en cuestión de minutos ya tenían las vergas paradas otra vez.
Me levantaron y me sentaron sobre la cama, comenzaron a pasarme los dedos sobre la cara, recogiendo el semen que aun tenía impregnado en el rostro y llevándomelo a la boca para que me lo comiera. Mansamente sacaba la lengua y les lamía los dedos, lo hicieron hasta que terminé de tragarme toda la leche y mi cara quedó limpia. Inmediatamente me subieron a la cama y me pusieron boca abajo, sobre mis rodillas y pecho, con la cara pegada al colchón. Mi trasero estaba en pompa, con lo que debía verse delicioso, pues, como sabrán, mi culo era impresionante, redondo y firme, muy grande y parado.
¡Qué culo! ¡Puta madre, mi vieja siempre fue un culazo! dijo Leonardo impresionado.
Tiene de todo, culo, chiches, cintura, carita, piernas ¡se está cayendo de buena mi perra!
Definitivamente, Rolo, ¡es la mejor puta que he probado!
¡Y pensar que era tu mujer!
¡Si, que imbécil soy, cómo la fui a desperdiciar así! ¡hijos de puta!
Mi esposo empezó a meterme varios dedos entre el ano, aun dilatado e irritado por la brutal incursión del miembro de Rolando. Pero como lo comprobé antes, él sabía manejarse muy bien dentro de las entrañas de una mujer. No me di cuanta de cuando me metió 2, 3, y hasta 4 dedos, tan solo sentía las molestias del escozor y uno que otro tirón.
Bueno, ya está ¿procedo? dijo Leonardo, pidiéndole permiso a Rolando como broma, aunque en la realidad él sabía que la pobre putilla de su mujer era propiedad de su socio.
¡Con confianza, la Devoradora aguanta con todo! le respondió el otro.
Colocó la cabeza de su pene sobre mi ano y empujó sin piedad, a pesar del buen trabajo que realizó dilatándome me dolió mucho. Allí reaccioné por fin pero demasiado tarde.
¡¡¡AAAAYYYYY!!! ¡¡ME DUELEEEEE!! ¡¡¡ANIMAL, DEJAAAAMEEEEEE!!!
Callate perra, si sabemos que te gusta dijo Leonardo, Rolando solo veía entre risas.
¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡AAYY!!! ¡¡¡AAAAAAAYYYGGGGGHHHHHRRRRR!!!
¡Gozalo perra, gozalo! al principio me lo hizo despacio, pero poco a poco me fue penetrando con más fuerza hasta que eran golpes frenéticos de su pelvis contra mis nalgas que se estremecían ante cada nueva embestida y yo me estaba quedando ronca de tanto gritar, de tanto pedir piedad y compasión.
¡¡QUÉ RICA ESTÁS DEVORADORA PERRA!! Rolando Rolo dale vos un rato
¡Pero por supuesto!
Leonardo me sacó su larga y dura barra de carne y le cedió el puesto al otro. Sentir ese otro pene adentro de mi fue una especie de alivio, pues aunque estaba tremendamente bien dotado también, era más pequeño y delgado. Pero me dio tan solo 3 o 4 puyones y le cedió el puesto a mi marido de nuevo, que también me penetró 3 o 4 veces y me lo cedió de nuevo a el. Esos desgraciados se estaban turnando para sodomizarme y me hicieron sentir más cosa aun.
¡Puta madre Rolando, qué rico culo!
¡Delicioso! ¿no te gusta Devoradora?
¡¡¡¡AAAAHHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAYYYYYHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAGGGGGHHHHH!!!!
¿Te sabés el dos en uno Leo?
Creo que si, ya vimos que si aguanta. contestó este ¿Qué decís Debi, te atrevés?
¿Qué es eso? pregunté casi llorando.
Vas a ver, ya vas a ver te va a encantar, perra de mierda me contestó Rolando
Me levantaron de la cama y me llevaron hasta un sillón, en donde mi marido tomó asiento y me clavó sobre su estaca, llenado mi vagina a tope como momentos antes. Me tomó de la cintura y me comenzó a subir y bajar, clavándome hasta el fondo, buscando que me volviera a lubricar rápidamente. La verdad no necesitó demasiado esfuerzo, aun me quedaba bastante de mi profusa empapada anterior y con esa verga adentro tardé poco en volverme a calentar. Entonces, viendo que la larga y poderosa barra de carne de mi marido se deslizaba sin mayores problemas, Rolo colocó la suya justo en la entrada, sobre la de Leonardo. Comenzó a empujar, entrando a mi adolorido sexo ya ocupado por un palo que lo abarcaba casi todo.
¡¡¡¡OOOOAAAAAGGGGGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAYYYY!!!! ¡¡¡¡¡AAYYYYY!!!!! grité, presa de un dolor terrible cuando sintió el par de vergas ingresar al mismo tiempo.
¡Dale perra, aguantá, aguantá! me decía Leonardo.
¡¡QUÉ RICO POR LA GRAN PUTA!! exclamó Rolando ¡¡¡SOS LA MEJOR PERRA DEL MUNDO, DEVORADORA!!!
¡¡¡¡AAY!!!! ¡¡¡¡AAY!!!! ¡¡¡¡AAY!!!! ¡¡¡SÁQUENMELAS, SAAAAQUEEENMELAAASS!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHHH!!!!
Sentía que me estaban partiendo en 2, que me desgarraban sin piedad, pero, muy a mi pesar, tengo que reconocer que disfruté de esa doble penetración. ¡Qué bueno que no se les ocurrió hacérmela por el ano pues allí si me hubieran desgarrado! Tan solo me dejé hacer, ¿qué otra cosa podía? Cerré los ojos y me dediqué a sentir esos 2 impresionantes arietes entrar y salir de mi interior, estirando mi vagina de formas impensables, gritando a todo pulmón con la boca totalmente abierta orinándome cuando me llegó el ultimo orgasmo de la noche.
Siguieron dándome por no sé cuánto tiempo perfectamente coordinados y a un ritmo constante. Los escuchaba gemir y gruñir, maldiciendo a mi madre por estar tan buena, por haberme parido tan buena. Y yo, llegó un momento en que dejé de gritar, dejé de sentir, todo a mi alrededor se me nublaba por momentos, estaba como mareada. Apenas si me di cuenta cuando, entre gritos y rugidos, inundaron al mismo tiempo mis entrañas, dejándome una cantidad exorbitante de semen dentro de mi ser. Solo los sentí jadear, riéndose como idiotas por no sé que cosa entonces todo se me puso negro.
No caí inconsciente, no, pero tampoco estaba despierta. Me quitaron las esposas y me dejaron tirada en el piso, como un estropajo viejo. Leonardo se duchó, se visitó y se fue, yo no me moví de donde estaba, tirada boca abajo, inerte. Eso llamó la atención de Rolando, que me ordenó que me levantara, pero como no reaccionaba, el mismo me llevó a la ducha y la prendió, se metió conmigo y me enjabonó el cuerpo, me lavó por completo menos mi sexo. Se estaba riendo como un imbécil mientras, poco a poco, iba recobrando el sentido, empezando a temblar y a llorar.
Voy a terminar esta historia aquí mis amigos, porque lo que sigue son los peores recuerdos de mi vida, pero también los más calientes y excitantes. Solo les diré que, desde ese momento, mi vida nunca volvió a ser la misma, Débora Lozano de Grijalva de verdad murió, quedando en su lugar la "Devoradora", la puta más viciosa que ha existido.
En cuanto a mis hijos les diré que tampoco se salvaron de la perversión y degeneración de este hombre pero eso es parte de otra historia, una entre tantas que les contaré más adelante. Por ahora no me queda más que darles las gracias por su atención
FIN.
Garganta de Cuero
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