Devoradora (10)

Estoy tocando fondo, Rolando termina por convertirme en una verdadera puta, haciéndome cambios físicos a su gusto, incluso cirugías.

Capítulo XII

Desperté no sé cuanto tiempo después, cuando me estaban bajando de un carro, era Rufino quien me llevaba en brazos. A pesar de no ir amarrada no podía hacer nada, estaba como metida en un estado de profundo sopor, despierta y con algo de conciencia de lo que me rodeaba, pero sin la posibilidad de moverme o hablar, en una profunda relajación. Todo a mi alrededor se veía como irreal y yo me sentía como volando, estaba drogada y, por lo tanto, indefensa.

¡Ya despertaste Devoradora! – era Rolando, con su aliento cervecero y su sonrisa hipócrita – Hoy será un día muy especial para ti, pues te voy a hacer unos retoques, para que estés más rica y que te convirtás definitivamente en la Devoradora… – no le entendí bien, pero sentí un miedo terrible a sus palabras y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Buenos días señor Zamora… – escuché detrás de mi, no pude ver quien saludaba.

Buenos días doc, ¿ya está todo preparado?

Si señor, todo está listo… – no sabía de qué hablaban, pero lo averiguaría pronto.

Entramos, me asusté al ver que el lugar era una especie de clínica, todo blanco, con una pequeña sala en la entrada y puertas que cortaban la vista hacia los otros lugares.

Bueno Debi, verás… me gusta que mis putas estén "personalizadas"… – ¿qué? – Si, o sea, arregladas a mi modo. Así como un hombre que compra un carro le hace cambio, a mi me gusta hacerle pequeños cambios a mis putas. – ¿de qué hablaba este infeliz?, cada vez me asustaba más – Pocas cosas en realidad… peinados, tintes, maquillaje, inyecciones de colágeno, tatuajes, body piercings, cirugías menores como lift, liposucción o implantes de silicón, cosas por el estilo

Llena de pavor traté de moverme, de reaccionar, de correr, pero por alguna razón estaba imposibilitada por completo, seguro me tenían drogada. Mi vida estaba a punto de cambiar de la peor forma, me iban a dejar hasta sin dignidad y sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, estaba sumida en la impotencia más grande.

Me tendieron sobre un sofá, vi como Rolo me acariciaba el cabello, me dejaron sola por unos momentos, traté de ver a mi alrededor, pero no había nada relevante, más que la sala de paredes blancas y el amueblado elegante pero sencillo. De pié junto a la puerta sentía la fría mirada de Rufino clavada en mi cuerpo desnudo y lleno de semen, vigilándome, imaginándome sometida por su patrón. Rolo regresó seguido por varias personas, pero solo vi a un hombre mayor vestido de blanco y a 2 mujeres vestidas como enfermeras, pero con la ropa demasiado escotada y corta.

Bueno, ya hablé con los doctores así que vamos a comenzar ya… se la encargo mucho, – le dijo Rolo al supuesto doctor – es una de mis mejores perras y la quiero en perfecto estado.

No se preocupe señor, todo saldrá según lo planificado.

Me levantaron entre las 2 mujeres y me llevaron dentro de un pequeño baño en donde me pusieron debajo de la fría regadera, comenzando a lavar mi cuerpo con jabón y esponja. No pude evitar sentir una enorme excitación cuando me metieron los dedos entre el sexo para sacarme todo el semen que aun tenía depositado allí. Por su parte el doctor daba vueltas a mi alrededor, examinándome cuidadosamente como si fuese una res en venta. Lo vi bien, era un hombre como de 60 años, de mediana estatura, calvo desde la frente y hasta la coronilla, tupida barba canosa y bigote. Se veía afable, con una sonrisa que ocultaba un corazón oscuro y retorcido.

Esta vez Zamora trajo a una muy buena perra, de verdad muy buena… aparte del tamaño de sus formas se ve que tiene buena salud, está robusta, con una buena masa muscular… a veces me siento como un artista, al que, de vez en cuando, le traen buenos bloques de mármol para esculpir… – imbécil, ese tenía de artista lo que Rolo de decente – qué mal que la traiga luego de ser violada con tanta brutalidad, me gusta más verlas indemnes. Bueno, a empezar

Me sentaron en una silla de barbero y de inmediato apareció un hombre, con los ojos delineados y el cabello largo pintado de rubio. Puso manos a la obra y sus manos fueron a dar a mi cabello, el cual modeló con tijera y navaja. Me lo tiñó de rubio con rayos y mechas plateadas, me lo cortó en capas, hasta la altura de la nuca y me depiló bien las cejas. Al mismo tiempo una mujer me hacía manicure, me puso uñas falsas bastante largas pintadas de un rojo intenso. También me hizo pedicure, dejándome los pies sumamente lindos.

Durante todo el proceso noté 2 cosas: uno, que me estaba calentando, supuse que la droga que me dieron venía mezclada con algún tipo de estimulante; dos, que las mujeres que me atendían tenían la mirada perdida y totalmente vidriosa, supuse que, al igual que yo, también eran esclavas sin voluntad y estaban bajo el influjo de otro tipo de droga.

Me dejaron muy bella, se esmeraron en su trabajo, me imaginé que bajo pena de un castigo muy severo. Se retiraron, se acercó entonces una de las 2 enfermeras del medico y le mostró una bandejita con no sé qué cosas. El médico las vio con expresión circunspecta y señaló algo. Inmediatamente la mujer procedió, se puso frente a mi y me apretó los pezones, luego se llevó cada uno a la boca, lo hizo para ponérmelos duros, pues su trabajo sería de perforarlos.

Sentí dolor cuando el metal atravesaba el primero, luego el siguiente, siendo atornillado en ambos extremos por un par de bolitas rojas de algún tipo de cristal. Mientras tanto, la otra enfermera se había puesto a restregarme la vulva, a meterme los dedos.

Mmmm… veo que ya viene depilada, eso es bueno, nos ahorra tiempo. – dijo el doctor.

Inclinaron la silla en que estaba y me levantaron las piernas en alto, yo podía sentir la creciente humedad que aparecía dentro de mi. Entonces me perforó los labios mayores, aunque me dolió mucho no pude ni gritar, ni siquiera pegar un lastimero lamento. Creo que me colocó 2 piercings en cada labio, para finalizar con uno más atravesando mi clítoris. Reconozco que me dolió mucho, pero la mujer hizo un finísimo trabajo, pues jamás perdí sensibilidad en ese delicadísimo órgano, todo lo contrario. Finalizaron poniéndome otro en el ombligo y colocándome venditas autoadheribles sobre cada perforación que me hicieron. Luego el doctor me inspeccionó con mucha seriedad, manoseándome y metiéndome los dedos entre mi vagina, manipulando mi clítoris, lo cual me estremeció.

Excelente Carla, muy bien hecho, un trabajo muy profesional definitivamente. Pasemos a la otra sala

Me tomaron en brazos y me llevaron a una habitación contigua como si fuese un costal lleno de papas, no podía hacer nada. Allí una especie de camilla y 3 personas de pié, vi a Rufino en otra puerta muy atento a todo lo que pasaba.

Por favor… el diseño que habíamos discutido

Si… bueno… pero

¿Hay algún problema? – preguntó tajante el médico, ante la duda de unos de los presentes.

Pues… nos preocupa la… mujer… el diseño que quiere que le hagamos es muy grande y lleva muchos colores. Cuando se hace un tatuaje así – ¡me iban a tatuar, malditos! – siempre se hace en varias sesiones, para que la persona no le duela mucho y no sea lastimada

Se les va a pagar muy bien por su trabajo, si no lo hacen ustedes lo hará alguien más. – interrumpió tajante e intimidantemente Rufino, dejándolos callados.

Por favor, por favor, no hace falta discutir… todo está perfectamente arreglado, ella recibirá todo tipo de atenciones ante cualquier dificultad, ustedes solo hagan su trabajo lo mejor que puedan y se les remunerará generosamente como lo habíamos discutido.

Los 3 se vieron las caras y pusieron manos a la obra, las 2 enfermeras me colocaron boca abajo en la camilla. Iniciaron limpiándome la zona en donde iban a realizarme el tatuaje… me alarmé al ver que me limpiaban casi toda la espalda, desde las nalgas hasta la nuca. Iniciaron entonces, sentía cada piquete de las agujas, que zumbaban sin parar como moscas. Aunque eran cuidadosos me dolía, seguramente era porque los 3 estaban trabajándome casi al mismo tiempo. Pero ese dolor, lejos de molestarme, me calentaba cada vez más, hasta que, no sé cuánto tiempo después de haber empezado, mi sexo estaba chorreando.

Pasado un buen rato anunciaron que habían acabado, casi toda la espalda me ardía, no sabía qué me habían hecho. El doctor, como la otra vez, me examinó concienzudamente, evaluando el trabajo hecho, Rolando debía ser un cliente muy exigente.

Excelente, el diseño es justo como el que habíamos planeado y es un trabajo impecable

Ahora solo tiene que permanecer cubierto con una gasa por unos 2 días, para que la piel sane.

No se preocupen – le respondió al tatuador, quien aparentemente no era un tipo cruel y despiadado como los demás – ella recibirá el mejor de los cuidados… ahora Rufino les pagará lo acordado por sus servicios. – los 3 se retiraron – Muy bien, hemos hecho un muy buen tiempo, podemos abordar la última etapa con toda confianza… preparen el quirófano.

"…preparen el quirófano…", palabras que una retumban en mi mente. Ya solo puedo recordar que me inyectaron nuevamente, nublando casi por completo mis sentidos. Luego, cuando desperté, estaba acostada y desnuda sobre una cama, cubierta con una sábana. Estaba aturdida, sedada, sin poder reaccionar bien aun. Quise sentarme, pero solo conseguí un terrible dolor en los senos.

Cuidado Debi, cuidado, todavía no te tratés de levantar

¿Qué… qué me hicieron? – pregunté con un hilo de voz.

Bueno, Rolando te embelleció, tal y como te lo dijo… – entonces recordé todo lo que me había pasado, dándome cuenta que no sabía en donde estaba.

¿Dónde estoy?

Te traje con ayuda de Rufino

Y… ¿mis niños?… ¿mi marido?

No te preocupés por ellos Debi, tu solo concentrate en recuperarte rápido.

¿Dónde están?

A tus hijos los están cuidando otras esclavas que Rolando tiene… – ¡Dios mío, ¿qué les estarían haciendo a mis hijos? – y en cuanto a tu marido… bueno, lo verás por vos misma.

Logré voltear a ver, era Mario, sentado en un sillón, vestido con una camisa polo, un pantalón caqui de gabardina y sandalias de cuero sin calcetines, muy dominguero. Sentí un odio profundo hacia ese hombre, él había sido el culpable de que yo cayera tan bajo. Lo maldije con apenas una voz audible, lo que provocó risas y burlas de su parte.

Debi, Debi, Debi, ahorrate la saliva que no te va a servir de nada.

Me usaste… maldito

Si, lo reconozco… pero bueno, "negocios son negocios". – ¿cómo? – Mirá, ahora te puedo decir la verdad, de todas maneras no hay vuelta atrás. Rolando Zamora es un hombre con gustos muy particulares como te habrás podido dar cuenta. Y yo trabajo para él, mi puesto no es de gerente, esas cosas no me interesan, soy un "Reclutador"

¿Le conseguís mujeres?

No, eso puede hacerlo él… no solo las consigo, las envicio y las hago adictas al sexo como tu. Aunque reconozco que por nuestro pasado puede que haya jugado "antideportivamente"… o puede que sea todo lo contrario. ¿Tú qué opinás Debi?

¡Infeliz!

Bueno, mi trabajo contigo ha terminado, ahora quedás por completo en manos de Rolando.

¿Qué me va a hacer ahora?

Lo que a él se le de la gana, no hay límites para él ni para ti Débora… de ahora en adelante olvidate de tu vida y de tu nombre, Débora ha muerto, tan solo queda la "Devoradora"… – ¡No! – Pero no te preocupés, soy muy bueno en mi trabajo y seguramente terminarás gozando con tu nuevo estatus… chaucito… – se dio la vuelta y salió de la habitación, dejándome sumida en la desesperación y el miedo.

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero

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