Devoradora (08)

Mario se ausenta una semana entera y me deja en manos de Rolando, dándole derecho a hacer lo que se le de la gana conmigo (Dominación, trío, voyerismo, lluvia dorada).

Capítulo VIII

Así continuaron las cosas, tras ese primer trío junto a Rolando y su esposa, Isabelita, muchos más vinieron. Me estaba convirtiendo en puta no solo de Mario y de Rolo, también de todos aquellos a los que me quisieran prestar. Además, cada vez me trataban más dura y violentamente, ya me abofeteaban cada vez que intentaba resistirme a algo, incluso por cosas sin importancia. Pero lo peor era que me gustaba, mi calentura aumentaba con el maltrato.

En mi interior sabía que aquello no solo continuaría, también aumentaría y que no tendría límites en mi degradación… y también eso me excitaba tanto como me mortificaba.

Lo único bueno que me quedaba en la vida era mi familia, por lo que decidí entregarme en cuerpo y alma a ellos. En especial a Leonardo, con quien nunca tuve una relación estrecha, como ya dije, yo solo era su esposa florero. Por desgracia casi siempre estaba de viaje, situación que ese par de degenerados aprovechaban para usarme a su sabor y antojo a veces hasta días enteros. Pero cuando regresaba, me refugiaba en él, me dedicaba en cuerpo y alma a él y a nuestros hijos.

Leonardo lo veía con cierta extrañeza, pues tras el nacimiento de nuestro segundo bebé dejé de tratar de acercármele, de llamar su atención. Me decía yo misma que si sus fincas eran más importantes que él, es su problema, incluso llegue a pensar en divorciarme. Y como mi cambio para con él se dio casi de la noche a la mañana, creo que hasta algo malo sospechaba.

Pero igual seguí yéndose de viaje y de parranda cada poco. Y mientras tanto, cada día yo bajaba un peldaño más abajo en mi camino de emputecimiento total, sirviéndoles a esos 2 sucios como su esclava sexual personal, haciéndome partícipe en toda clase de aberraciones. Sin embargo, hasta esa felicidad me sería quitada, todo empezó una mañana en que me hallaba sola en la casa, poco tiempo después de la aventura que les acabo de contar. Estaba sola, de nuevo mi esposo se fue, por una semana por lo menos. Mario me llamó como siempre hacía

Hola Devoradora… – me dijo cuando le contesté el celular, de nuevo mi vulva pegó un salto.

Hola Mario… – y como siempre yo trataba de ser fría y distante con él.

¿Cómo está la mejor perra de este mundo?

Como siempre… bien

¿Qué te pareció la esposa de Rolo, Debi?

¿Isabelita?… pues… es muy agradabla

Si, sobre todo "agradable"… a mi me consta

Son un par de pervertidos… – dije casi en un susurro.

Si, y eso a vos te encanta, ¿no perra? – no contesté – El que calla otorga Debi

¿Qué querés Mario, me querés ver?

En realidad si… pero no tengo tiempo, ni lo voy a tener el resto de la semana… – me sentí desilusionada y eso me avergonzó – pero no te preocupés que no te dejo sola

¡¿Cómo?!

Así es Debi, yo sé que sos insaciable y que una semana sin ser usada como una perra te va a volver loca, así que te voy a dejar en las manos de Rolando para que estés tranquilita

¡No Mario, esto es solo entre tú y yo, no quiero que metás a nadie más!

Pero la semana pasada no te molestó ser nuestra puta… es más, gozaste como una loca.

Fue un error

¡Ningún error, es lo que sos! – cuando me subía la voz, automáticamente me callaba aunque estuviera furiosa – Entendelo, sos la Devoradora y solo eso, la virginal esposa desapareció y solo quedaste vos… perra, sucia, viciosa e insaciable que es de mi propiedad. Si digo que Rolo podrá usarte a su antojo toda la semana lo puede hacer y punto. – clanc, me colgó.

Me quedé fría, sin saber qué hacer, me prestó toda la semana a Rolo como a un objeto para que me hiciera lo que se le diera la gana. ¡Dios mío, qué hijo de puta, tenía que acabar con esto a como diera lugar! Pero claro, eso solo se quedó en un pensamiento, sabía muy bien que no tendría las fuerzas para dejarlo. "Ring, ring", el ruido del teléfono me sobresaltó.

¿Devoradora? – no lo reconocí, pero como me llamó por mi "nombre de batalla" me asusté.

¿Quién habla?

Rolando para servirte mi reina… – sentí deliciosas vibraciones entre mis piernas y mi estómago retorciéndose – ¿Cómo estás?

Bien… bien

¿Lista?

¿Para qué?

Para salir conmigo… te voy a llevar a un lugar que te va a encantar mujer

¡Pero no puedo, tengo… tengo muchas cosas que hacer!

Pues te jodiste cerota porque ya voy en camino… en 10 minutos estoy frente a tu casa

Pero Rolando yo… – "clic", me colgó el teléfono el infeliz.

¡Mierda!, me iba a pasar a traer y cualquier protesta mía estaba de más, al hijo de puta no le iba a importar. Corrí a mi habitación y saqué de su escondite la ropa de puta que ellos me habían regalado, la metí en una bolsa y corrí a la puerta y salí, quería encontrármelo lejos de la casa, por el camino, mi hijastro estaba presente. Rolo fue puntual, a los 10 minutos le hice la parada, venía dentro de una gran Explorer del año, escoltado por el mismo tipo moreno de bigote que me abrió la puerta en la casa y otros tipos. Subí y me senté junto a él, él moreno de bigote viajaba atrás y adelante venía un joven piloto que no dejaba de voltear a verme con una sonrisa tonta.

No venís lista Devoradora. – me espetó.

Es que estaba mi hijo y no quería que me viera… pero en cuanto lleguemos me arregló.

Hacelo ahora

¿Frente a todos?

Si… ¿hay algún problema con eso?

Él podía ser tan encantador como intimidante, rauda comencé a cambiarme. Había llevado un delgado vestido celeste, de falda floja a medio muslo y un pronunciado escote en V que llegaba casi a mi ombligo. Me puse una diminuta tanga verde y no llevaba sujetador. Luego me maquillé como una prostituta y quedé lista. Para cuando acabé caí en la cuenta que no sabía en dónde estábamos, el camino era malo y de terracería, con lo que con los continuos tumbos mis pechos desnudos rebotaban y se rozaban con la tela del vestido, poniéndoseme duros y protuberantes los pezones, como a él le gustaban. De pronto el vehículo se desvió del camino, llegó hasta un lote baldío rodeado de matorrales y se detuvo en medio de la nada, en un lugar que no se podía ver desde la carretera y un mal presentimiento apareció en mi mente.

Bueno perra, Mario me dijo que te podía usar como a mi se me diera la gana, ¿o no? – solo asentí sin decir nada, estaba asustada, él me comenzó a sobar las tetas por encima de la tela frente a los otros 2 – Entonces no vas a protestar por nada de lo que te hagamos aquí

¡¿"hagamos", los 3?!

Claro… sos mi perra y pienso prestarte a mis colaboradores

Se me fue encima y comenzó a manosearme las tetas y el culo, los otros hicieron lo mismo y empezaron tocarme como animales, trataban de meterme sus sucias manotas entre las piernas y quitarme la tanga. Y yo me revolvía, gritaba y chillaba, una cosa era hacer de perra para Rolo y Mario, pero otra dejarme usar por otros. Como pude abrí la puerta y eche a correr entre los matorrales, ellos salieron corriendo tras de mi corriendo y gritando como un posesos. El joven me dio alcance, me derribó en el polvoriento suelo y me desgarró el vestido y la tanga por completo. Se me subió sobre los muslos y metió sus rodillas en medio de las mías, obligándome así a abrir las piernas. Los otros 2 ya estaban a ambos lados de mi cabeza, mirando con los ojos desorbitados a su compañero estar a punto de violarme sin piedad.

Ya, ya… ya Devoradora – me decía Rolo – si sabemos que te gusta, no sos más que una puta shuca – sucia – estoy seguro que hasta tenés la pusa más mojada que el agua, je, je. Sabueso, agarrala de las manos para que se deje la perra esta

El tipo moreno con la cara marcada, se arrodilló y me agarró las muñecas, jalándome los brazos hacia arriba y dejándome a merced del más joven, que aprovechó para sacarse la verga, una buena talega de no menos de 20 cm de largo. Y yo lloraba y les suplicaba que me dejaran en paz, que no quería ser violada, que iba a cooperar, pero sentir que me estaban forzando los ponía más calientes todavía.

Dale Juanjo, cogétela… – dijo Rolo, y el joven me penetró a la fuerza, su terrible instrumento me atravesó hasta el fondo, abriéndose paso a lo bestia entre el delicado conducto de mi feminidad, arrancándome un terrible alarido de dolor.

¡¡¡¡AAAAAAAAUUUUUUUUGGGGGGGGHHHHHHMMMMMMM!!!!

Sin embargo, muy a mi pesar tuve que reconocer que esa barbárica penetración me gustó, a la larga ese dolor solo provocó el aumento de mi libido y sentirme dominada con tanta violencia, como nunca me había sentido, hizo que me mojara en cantidad. Un minuto después de empezar a ser violada su verga me entraba sin ningún problema por tanta lubricación.

¡Ya está mojada patrón, ya está empapada la perra esta!

Te lo dije Juanjo, la Devoradora es la perra más caliente que te podrás encontrar… es una fiera en la cama y es insaciable… además le podés hacer lo que se te de la gana.

El tal Juanjo me poseyó como un animal, como una bestia, su pene moviéndose como un pistón dentro de mi, sus caderas rebotando violentamente contra mis ingles, abriéndose paso entre los pliegues de mi intimidad a la fuerza… pero dándome un placer que no había tenido nunca. Lo sé, es una locura, pero no podía parar de gritar ni de chillar de placer, esa situación me provocó un fuerte orgasmo casi desde el inicio que no se detuvo ni un segundo en todo el rato que Juanjo me violó. Me sentía suya, de los 3, con cada poro de mi cuerpo vibraba con intensidad. Mi mente me decía que eso no podía ser, pero mi cuerpo no se detenía, mi piel quería que siguiera haciéndome suya y deseaba pasar por las manos de cada uno de ellos.

Qué paradoja, gozaba como una loca y berreaba como una infeliz torturada, pero no dejaba de llorar ni de sollozar, ese gozo me mataba tanto como me hacía vivir, quería escapar pero no paraba de mover la cadera buscando desesperadamente que ese pene me entrara más adentro. Y ellos, mirándome como gallitos fanfarrones, Rolo con los ojos entrecerrados y media sonrisa, de pié, sobándose con lascivia; el Sabueso con los ojos brillantes y vidriosos, casi espumeando, sujetándome las muñecas con una sola mano mientras que con la otra me estrujaba los senos con sadismo; y el Juanjo, trepanándome con saña, deleitándose con mi cuerpo indefenso. Me hacían chillar de dolor y placer, haciéndome sentir y actuar no como una puta, pues ni una puta haría o sentiría todo cuanto hice o sentí esa mañana. No podía ni pensar, eso no me podía estar pasando, estaban violándome y yo gozaba como loca, en medio de un placer inmenso y un descontrol total.

De pronto siento algo húmedo rozar mis labios, abro los ojos y veo una inmensa y horrible verga sobre mis boca, era la del Sabueso, que se la había sacado con la mano que no me apresaba las muñecas y ahora la restregaba en mis labios. ¿Qué iba a hacer yo, más que abrir la boca y devorarla con gula y lujuria? Estaba sin circuncidar y era muy gorda del medio, con un glande cubierto por su prepucio y bastante estrecho. Sin las manos me puse a succionarla y a lamerla casi de forma desesperada, enloquecida por el continuo goce que Juanjo me daba.

De pronto sentí que el Sabueso me soltaba las muñecas y me agarraba de los tobillos, así me levanta las piernas hasta ponérmelas en los pechos mientras Juanjo me sujeta con fuerza las muñecas y me las jala, dejándome con los brazos estirados hacia el frente. Así, toda retorcida y sin saber qué pretendían, sentí como me levantaban en vilo, y continuaban con la cogida, ellos de pié y yo echa un ovillo en el aire, con el Sabueso irrumándome y Juanjo violándome.

¡Ja, ja, ja, ja, muchas películas porno mucha, han visto demasiadas pornos, ja, ja, ja! – rió Rolo al ver la inverosímil pose en que me habían puesto sus 2 esbirros, literalmente como un paquete de carne envuelto para coger.

Sentía como me traspasaban con cada empellón que me daban, percibía cada centímetro de sus falos horadándome las entrañas sin piedad, sintiéndome más objeto que nunca, sintiéndome más perra de lo que me había sentido hasta ese momento. Parecíamos animales, gritando con ganas, ellos insultándome de las formas más groseras y denigrantes y yo gimoteando con todas mis fuerzas y lamentándome y pidiéndoles más cuando el Sabueso me dejaba libre la boca

¡¡¡TE VOY A PREÑAR PUTA, TE VOY A DEJAR TODO MI SEMEN ADENTRO, PERRA!!!

¡¡¡AAAAGGGGHHHH, OOOOOUUUUUHHHHH!!! ¡¡¡ME MATAN, ME MAAAATAAAANNN!!! ¡¡¡MAS, DENME MAAAAAAASSSSSSSGGGGGHHHHH!!!

¿Qué sos Devoradora, qué sos, perra? – me preguntaba Rolo con los ojos crispados.

¡¡¡UNA PUTA, SOY UNA PUTA!!! ¡¡¡SOY TU PUUUUUUTAAAAAAAAGGGGHHHHH!!!

Mis gritos y desvaríos fueron interrumpidos por la tranca del Sabueso que me la volvía a ensartar en la garganta. Y Juanjo, por su lado, se sentí tensarse fuerte, jalándome con más fuerza y gruñendo de placer, casi rugiendo. Y yo no paraba de orgasmearme mientras sentía sus chorros calientes llenándome por dentro.

La intensidad de su gozo hizo que me soltara las muñecas y yo caí al suelo como un pesado paquete cubierto de sudor y con la vagina brotando esperma. Me sentía tan sucia y humillada como excitada… o sea que estaba muy caliente. Vi sobre mi, allí estaba aun el Sabueso con su gran palo en las manos, acariciándoselo.

No te quedés con las ganas Sabueso, que esta perra tiene la obligación de satisfacernos a todos… usala como querrás hasta que acabés.

El hijo de puta se me quedó viendo, tirada en el polvo, empapada, con los ojos rojos, llorando aun a mares pero ansiosa por continuar siendo humillada. Como rayo se quitó el pantalón y el calzoncillo y se sentó a horcajadas sobre mi rostro, dándome el culo para que se lo chupara. Al mismo tiempo me agarró mis grandes senos y empezó a pajearse con ellos. Así, restregaba su asqueroso ano por toda mi cara mientras se hacía esa cubana con mis mamas. Lo peor es que yo mantenía la boca abierta, presta y dispuesta a darle placer con ella en ese beso negro.

Poco tiempo después acabó a chorros sobre mis pechos y vientre y me dejaba un sabor acre en la boca. Se levantó campante y me dejó tirada en el suelo, cubierta de sudor y polvo, ahora también de semen, con semen saliendo de mi sexo. Los 3 hombres se me viendo mirando como si tal cosa, tranquilamente y sonriendo. Yo los miraba de arriba abajo, jadeando y sin poderme mover, mi cuerpo aun temblaba, me dolían los pechos, la vagina y la garganta, y tenía toda la espalda raspada por piedras y hierbas.

¿Satisfecha Devoradora, o todavía tenés ganas de más? – me preguntó Rolando.

No… no puedo ni levantarme... ¿cómo voy a querer más? – respondí con un hilillo de voz.

Porque nosotros todavía queremos más

¡¿Pero qué más quieren hacerme si soy toda suya, – le espeté rompiendo en llanto – usted y Mario me usan como se les da la gana?! Mire cómo me dejaron, ¡¿qué más quiere de mi?! – pero no me contestaba el hijo de puta, solo me veía sonriendo, acariciándose la verga y sonriéndome retorcidamente, despacio se me acercaba, los otros 2 lo imitaron – ¡¿Qué, qué es lo que quiere… QUE?! ¡¡¡¿HUMILLARME MÁS?… ME VIOLARON, NO LES PARECE SUFICIENTE, NO LES BASTA MALDITOS HIJOS DE PUTA!!! – mi llanto era profuso e incontrolable, pero esos infelices solo me sonreían y se seguían acercando, blandiendo sus penes como espadas, entonces, cedí nuevamente, resignada a mi desgraciada desdicha – Háganme lo que quieran… malditos… malditos… – dije casi en un susurro.

Con actitud prepotente quedaron de pié casi sobre mi, se sobaban sus penes y me sonreían con sorna. Yo volteé la cara para no verlos más, por lo menos algo de la humillación me quería quitar por insignificante que fuera. Lloraba en voz baja pero desconsoladamente, ¿cómo pude llegar a caer tan bajo, a degradarme tanto? Y entonces sentí sus chorros caliente caerme encime, me mearon de punta a punta, entera, ensañándose especialmente con mi cara.

Terminaron y escuché como se subían las braguetas, luego ya no los oí más. Me dejaron allí los hijos de puta, sucia y humillada, llorando como una bobalicona, desesperada y cada vez más degradada. Estaba cubierta de una sucia mezcla de sudor, polvo, meados y semen, con más semen escurriéndose por entre mis piernas. Me dolían muchos las muñecas, los brazos y las piernas, me ardía mucho también la vulva, me dejaron hecha pedazos. Con trabajo me puse de pié y ya no los vi a mi alrededor, me asusté mucho, pensé que me habían dejado abandonada en medio de la nada.

¡Dios mío, ¿y ahora qué voy a hacer?! – me pregunté casi desesperada.

Levanté un poco la cabeza para verme la piel, me imaginé frente a un espejo, desnuda, con mi piel blanca enrojecida y llena de moretes y rasguños, con mi rostro de niña con un morado en una mejilla, producto de una bofetada que el bruto de Rolo me propinó. Por abajo, mi sexo y ano me ardían, los imaginaba muy abiertos y manando semen. También visualicé (aunque esos si los pude ver bien) mis pezones hinchados e inflamados como si fuesen uvas.

Me di vergüenza, pues aunque no me podía ver de cuerpo entero, sabía que así habia quedado, hecha una piltrafa. Entonces digo a llorar como una magdalena… ¡una estúpida y pervertida magdalena de mierda que se dejó usar y violar a capricho de un trío de hijos de puta, HASTA ME ORINARON! ¡Y yo gozando y gozando como una loca, como una degenerada! ¡¿Dios mío, qué había pasado con la mujer que solía ser?!

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero

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