Devóra. La chica de la webcam 1
Situé el objetivo para que vieran cómo me subía la falda plisada de cuadros verdes y negros. Abrí las piernas y acerqué más y más el móvil hasta mojar el objetivo.
Devóra. La chica de la webcam 1
por Ramón Fons
Casi ni me acuerdo del día en que el notario nos leyó el testamento de tía Amalia en el que nos dejaba a mi hermana Rebeca, a mi hermano Jacob y a mí un caserón en pueblo de la costa en el que habíamos pasado algunos veranos en compañía de mis padres y los abuelos.
Tía Amalia murió soltera y creo que entera. Nos quería como a hijos y de hecho la llamábamos Mami en lugar de Tía. Por eso y porque no tenía a nadie más en la vida nos dejó en herencia el caserón del pueblo.
Te presento a mi familia que aunque escasa da mucho de si. Mi hermana Rebeca es la mayor con veinticuatro años. Metro ochenta y con todo en su sitio. Buenos pechos, buen culo, pelo a media espalda color castaño y ojos verdes. Está para comérsela, te lo digo yo que me la como a menudo.
Ya irás viendo que nos gusta tener sexo entre hermanos. Rebeca es algo tímida pero cuando se suelta no hay quien la pare, en lo que sea, cuando le coge el punto se desmadra y yo se donde ese punto. Ya la irás conociendo y seguro que te gustarán sus locuras.
Ah! No te he dicho a que se dedica mi hermana. Cuando no me ayuda en mi trabajo es decoradora. Lo cierto es que dedica más tiempo a ayudarme que a sus proyectos de decoración. Ahora si que tiene trabajo con el caserón de Mami que lo estamos rehaciendo de arriba a bajo. Luego te contaré cómo llevamos las obras y a los obreros.
Jacob es el pícaro de la familia. De siempre ha sido el más guapo de los tres. Es el más joven con veintidós años y desde hace muchos es modelo profesional. Hace pasarela, fotografía para catálogos de moda, publicidad de colonias y todo lo que sea salir guapo. Casi dos metros, moreno de facciones duras tipo italiano. También tiene los ojos verdes como Rebeca, de hecho es en lo único que se parecen, en los ojos. Se lleva a todas las mujeres que quiere a donde quiere. Es posible le acabes cogiendo celos.
Bueno, y ahora me presento yo.
Siempre hemos tenido la duda de si debería ser DÉBORA o DEVORA.
Según mi padre, hace veintitrés años cuando fue al registro me inscribió como DÉBORA en honor a la jueza bíblica, profeta del judaísmo y según mi madre me queda mejor por mi físico y el carácter DEVORA, que es la tercera persona del presente de indicativo del verbo Devorar (comer con ansia y rapidez a su presa) y aunque no lleve acento porque es una palabra llana, yo lo acentuaré para dar más carácter al relato. Creo que mi madre acertó de pleno.
Tengo el cabello negro azabache, liso, largo hasta donde termina la espalda y comienzan una nalgas trabajadas para que se mantengan firmes. Les siguen dos piernas talladas por un escultor divino. Siempre voy totalmente depilada porque nunca me han gustado los pelos en el sexo.
¿Sexo?, lo tengo precioso con unos labios exteriores bronceados, como todo mi cuerpo, que enmarcan a los menores, algo rizados en la cumbre y un clítoris de tamaño considerable y más rosado que su capucha. Suelo mojarme con facilidad y tengo unos orgasmos escandalosos.
Uso una cien con copa grande para sujetar mis juguetones pechos y ocultar dos pezones siempre erectos rodeados por dos oscuras areolas que se contraen cuando pienso que vas a conocer mis más perversas intimidades al compartir con migo estos relatos.
Te aviso que no tengo filtros ni vergüenza. Que soy mala, tramposa, provocadora y muchas más cosas que irás descubriendo. Tampoco se trata de contártelo todo en el primer encuentro. Tiempo habrá si nos gustamos y seguimos una relación.
Por donde iba... Ah, si. Tengo los ojos azul oscuro, las cejas algo salvajes, siempre estoy bronceada porque me encanta tumbarme desnuda y sentir como las gotas de sudor recorren todo mi cuerpo. Los labios carnosos y algo exagerados que se adaptan a la perfección cuando tienen que trabajar. Los suelo llevar de rojo con brillo.
En resumen, dicen que estoy muy buena. En Instagram y tiktok lo peto.
Mi profesión es muy compleja pero en síntesis es hacer feliz a los demás. Dicho así suena a catequesis o algo así pero no, soy chica webcam, un trabajo complicado y muy duro.
No te rías que va en serio. Es difícil complacer en la distancia pero eso es cosa mía,. Aquí también te puedo complacer y aún no nos hemos visto.
Una vez presentados (de hecho solo me he presentado yo pero tu puedes hacerlo dejando un comentario) te diré que las obras en el caserón están durando más de lo que me esperaba. La casa tiene dos plantas y la terraza de la azotea en la hay un desván enorme y un lavadero que quiero derribar dejando una gran terraza descubierta con un solárium acristalado por los cinco costados.
Algunos de los obreros están acabando la carpintería de aluminio en dos de las habitaciones pero por suerte ya no dormiré más en el sofá, la mía ya está terminada y ya puedo dormir en mi a.
Los operarios tienen varias llaves de la puerta de entrada y circulan por la casa a todas horas y con toda libertad por lo que me es imposible trabajar desde casa, aunque me he mojado varias veces con la idea de que me vean encima de la a con los focos iluminándome el culo y el vibrador haciendo que salte de gusto.
Últimamente salgo a la calle con el palo selfie y mientras camino sin rumbo les pregunto a mis seguidores que quieren que haga para saciar su apetito sexual. En otras ocasiones soy yo quien les comento que voy a hacer.
Como que una de tonta no tengo ni un pelo ya voy vestida con algo fácil de manejar para mostrar lo que me pidan.
El primero en decidirse fue Borja que me pidió que subiera a un autobús con la isa desabrochara para que el conductor me viera los pechos y recorriera el pasillo hasta la última fila de asientos mostrándome a todos los viajeros.
El vibrador indicaría la aprobación de mis actos.
Lo que mi público desconoce es que en el pueblo no hay autobuses, tan sólo un mini bus de circunvalación que a cada hora tiene como pasajeros a los jubilados que no saben que hacer para distraerse o a quienes tienen visita en el Centro Médico pero si Borja quiere que les enseñe los pechos a los jubilados yo se los enseño.
Me senté en el banco de la marquesina de la parada del bus y con la cámara emitiendo en directo enfoqué como desabrochaba uno a uno los botones de mi isa roja abriéndola lo justo para que cuando parara el bus no se apreciara mi intención. Las vibraciones de Bryan y Ruy en mi interior me dieron mucha confianza.
Situé el objetivo para que vieran cómo me subía la falda plisada de cuadros verdes y negros. Abrí las piernas y acerqué más y más el móvil hasta mojar el objetivo.
Cuando se abrió la puerta del mini bus el conductor se fijó más en el palo que sujetaba el móvil que en mis pechos que con la corriente de aire saludaron a los de las primeras filas. Sin dejar de sonreír a cámara pagué el billete y lentamente caminé los escasos metros hasta la última fila de asientos. Mientras caminaba y la isa desabrochada batía al aire, los ojos de aquellos hombres me devoraban los pechos con lujuria. La dos únicas señoras estaban enzarzadas en una discusión por no se qué del médico y no se fijaron en mí.
La avalancha de descargas dentro de mi sexo eran ya insoportables. Me movía en el asiento con espasmos. Conseguí fijar el móvil con mi trípode pulpo a una de las barras donde se sujetan los pasajeros que no toman asiento para tener las dos manos libres. Los ancianos ya estaban todos girados hacia mí viendo como me retorcía y alzaba las piernas descontroladas mostrando la antena de color chicle saliendo de mi coño. No creo que entendieran nada pero seguro que no les importaba no entender mientras vieran el espectáculo que les ofrecía una chica guapa batiendo una melena negra y con las tetas al aire y un chicle que le salía del coño.
Ahora Alf me pedía que me hiciera un dedo y me lo hice dando saltos en el asiento. Un abuelo con la cara arrugada como un mapa físico vino a sentarse en frente y se reclinó hacia delante quedando a pocos centímetros para no perderse ni un detalle de cómo me metía dos y tres dedos en el agujero de donde salía la tirilla cabezona color rosa chicle.
El abuelo se giró hacia la parte delantera y llamó a Gaspar, otro de los pasajeros, para que le hiciera compañía. El conductor al oír voces en el fondo del bus re colocó el retrovisor para observar si había alguna incidencia a tener en cuenta. Y sí, la descubrió.
La fila de dos asientos que ocuparon los abuelos estaba de cara a mí y de espaldas al resto de ocupantes por lo que nadie excepto yo pudo ver como los dos metieron la mano dentro del pantalón y comenzaron a tocarse mirando como me retorcía metiéndome los dedos hasta el fondo de mi chorreante coño. De vez en cuando los sacaba para que mis seguidores vieran los hilos de flujo que colgaban y como los lamía y chupaba para ponérmelos en boca y sacarlos limpios para volver a introducirlos dentro de mí.
Los pasajeros se quejaban al conductor por los frenazos que daba al no prestar la debida atención. El vibrador no cesaba de sacudirme. Miré a los abuelos y tenían las pollas en la mano. La de Gaspar era del tamaño de un traintañero con un capullo enorme y la del que luego supe que se llamaba Enrique, el de la cara arrugada, era bastante más pequeña y delgada pero se le puso dura. Los dos se la estaban meneando y a mis seguidores les gustó que moviera la cámara y les enfocara haciéndose la paja. En cada parada bajaba algún pasajero. Las señoras ya no estaban y en diez minutos sólo estábamos en el bus el conductor, Gaspar, Enrique y un hombre de unos cuarenta años que subió el último y directamente vino hacia el fondo y se encontró con dos abuelos masturbándose mirando a una modelo masturbándose para Internet.
El hombre que era elegante y guapo fijó la vista en mis dedos que entraban y salían en mi boca y en mi vagina alternativamente mientras toda yo daba saltos eléctricos. El hombre sí sabía que era aquel chicle rosa que colgaba saliendo de mí y se acercó sin mediar palabra, lo agarró con delicadeza y tiró de él hasta que casi salió la bola que tenía dentro para volverla a introducir. Lo hizo varias veces variando la velocidad hasta conseguir que me corriera sin dejar de mirarle a los ojos de color ámbar.
El bus se detuvo y el conductor salió de su habitáculo y se dirigió hacia nosotros. Yo me sobresalté y como pude abotoné algún botón de la isa y sentándome bien en el asiento cerré las piernas pensando en la reprimenda y quizá un aviso a la policía.
Cuando el conductor se puso frente de mí me dijo
-Se da cuenta de la que ha montado en mi bus. Es la primera vez que una desvergonzada monta un espectáculo de ese tipo con el vehículo circulando. No se da cuenta que estos caballeros pueden tener una caída por no sujetarse en las curvas.
-Manolo déjate de monsergas y deja a la chica que siga con lo que hacía que ha conseguido ponérmela dura – decía Enrique – Calla y siéntate.
Manolo el conductor se sentó también en frente y El hombre de los ojos ámbar se acercó y me desabrochó la isa separando la tela para descubrir mis pechos. Sus manos se apoderaron de ellos y me gustó. Estaban calientes y suaves. Levanté la cabeza buscando sus preciosos ojos y me encontré con sus labios. Mientras nos besábamos bajó sus manos hasta mi sexo para competir con el vibrador y jugar con mi clítoris. Ahora mis pechos eran de Manolo el chófer que amasaba y pellizcaba como nadie mis pezones.
Miré de soslayo la pantalla del móvil y aluciné con las cifras. Quinientos, mil, trecientos, era un seguido de monedas recibidas y comentarios como el de -Marta18:preciosa me encanta como te lo montas
-Alf:donde tiene la siguiente parada que vengo
-Ángel:te follarás a los cuatro
-AnaV:sos una tía con suerte siempre coges
Y más y más monedas. Esto me animó y empoderó mi coño ofreciendo una corrida en las manos del hombre que mortificaba mi clítoris. El conductor dejó mis tetas y se sacó un pene enorme que miré con ojos bizcos mientras lamía su capullo. Ya tenía media polla entrando y saliendo de mi boca cuando El hombre quiso meter la suya a la vez. Fue imposible abrir la boca para que entraran aquellos dos pollones. Invité a la del hombre a que me penetrara la vagina. Le costó desplazar el vibrador pero lo consiguió y cada vez que me daban monedas él daba un salto de placer.
Ahora mis pechos los compartían Enrique y Gaspar que recordando viejos tiempos se daban un buen homenaje tocando teta y chupando pezones.
-Hmiguel:como me gusta cuando la comes
Son las once de la mañana y tengo 32470 seguidores en línea.
Me piden que se la chupe a los abuelos y no me puedo negar. Le digo a Manolo que cambiamos su polla de ubicación y reorganizo en gang bang. Al hombre lo tumbo en el suelo y me coloco encima para cogerle la enorme polla y metérmela de golpe compartiendo agujero con el vibrador. Manolo se arrodilla a mi espalda y me la mete por detrás (no hay que esforzarse para metérmela en el culo. Hace años que está trabajando) mientras se la como a los dos abuelos sin moverse de sus asientos.
-Julia:que bueno seria que se vinieran los cuatro a la vez. Ja ja ja
Más monedas.
Hoy me forro – pensé a la vez que chupaba con fuerza la súper polla de Gaspar y su enorme capullo.
Enrique seguía apretándome las tetas. Me gustaba ver la cara de pillo que ponía cuando se la comía. No tardó en correrse, si es que fue una corrida. No se lo que fue pero lo que le salió me lo tragué enterito.
Enseñé la boca abierta a la cámara para demostrar que lo tragué todo.
Más monedas.
-Álvaro:sigues igual de guarra
-Candela69:hay que tener estomago
La corrida de Gaspar fue más abundante pero me la guardé en la boca para enseñarla. Luego la escupí y acto seguido oí que comenzaban a gemir El hombre y Manolo indicando las inminentes descargas. Una pasada de placer me dieron las dos pollas. Tardaron minutos desde la descarga hasta que dejaron de follarme entrando y saliendo acompasadas manteniéndose duras como una piedra. Disfruté como una cerda con aquellas dos corridas a la vez. Calientes y hasta el fondo como hacía tiempo que no lo sentía.
Se fueron recuperando y me preguntaron que para que era la película. Les dije que era para mi novio que me había puesto cuernos y le enviaba mi venganza. Se rieron y mirando a cámara le hicieron pedorretas y gestos varios.
Manolo puso el bus en marcha mientras me decía que subiera al menos una vez a la semana, que no pagaría billete y estarían encantados de seguir poniéndole los cuernos al tonto de mi novio.
Seguimos el trayecto como si nada hubiera pasado. En las siguientes paradas se formaron una broncas increíbles por el retraso que llevaba el bus del pueblo. Yo seguía en directo con el chicle rosa y dando saltitos. Pronto estaría en casa y necesitaba una ducha.
Supuse que los obreros, conociendo mis costumbres estarían esperando que llegara a casa para espiarme en ducha, como cada día.
No me sorprendió encontrar la puerta de la entrada abierta de par en par. Recorrí el pasillo camino de mi habitación y al girar el pasillo vi a cuatro obreros frente la puerta del cuarto de baño de la planta baja. Permanecí escondida en la esquina del pasillo y pude ver como en silencio estaban mirando el interior por la puerta entreabierta.
-Seguro que se está duchando mi hermana Rebeca y esos pajilleros la están espiando – pensé.
Volví a la puerta de la casa y cerré de un portazo para alertarlos de mi presencia. Cuando me acerqué al pasillo ya no había nadie en la puerta del baño.
Lo cierto es que no me molestó lo más mínimo que espiaran a mi hermana mientras se duchaba y demás, de hecho cuando les vi fisgando noté un par de explosiones dentro de mí. Me puso cachonda que la vieran y me asaltó una idea.
-Buenas, señores ¿cómo van esas obras? - saludé en voz alta.
-Todo bien señorita Devóra, todo bien.
-Me alegro- contesté y añadí – Como si no estuviera en casa porque me voy a dar una ducha con mi hermana.
Se oyó el latir de los cuatro macizos y una voz entrecortada dijo
-Muy bien señorita, nosotros vigilamos porque la cerradura se ha vuelto a estropear y no se puede cerrar.
-Perfecto. Estaré más tranquila si vigiláis - Dije mientras notaba como me corría un chorretón por la parte interna de los muslos.
Entré al cuarto de baño y en dos segundos desapareció la camisa y la falda de cuadros. Mi hermana que me oyó dijo cuando entré en la ducha – les has pillado espiando.
-No me extraña que duren tanto las obras si cada vez que te duchas los tienes en la puerta – me dijo Rebeca.
-Creo que el último trabajo que harán será arreglar la cerradura de los baños y de nuestros dormitorios.
-Ja ja ja- Reímos y nos enjabonamos la una a la otra sin esponjas, con el gel derramado en las manos, mirando de reojo cómo las cuatro cabezas asomaban por la puerta a medio cerrar.
Rebeca es tímida pero cuando se excita sexualmente no tiene freno y ahora lo estaba. La sensación de ser observada siempre la ha excitado. Recuerdo la primera vez que la llevé a un local chicas y tras pedir las consumiciones le comí la boca y le bajé el top dejándole los pechos al aire mientras la besaba con exageración.
Ella misma apretaba sus pezones y abría las piernas enseñando a las que estaban sentadas en las butacas de enfrente que no llevaba ropa interior. Mientras nos besábamos una de mis manos luchaba con otra que quería entrar en Rebeca y varias se apoderaron de sus senos.
En ocasiones, como ahora, para que se ponga muy perra le recuerdo aquel episodio.
Los cuatro macizos seguían sin perder detalle de los besos y las caricias que nos dábamos las dos hermana. Ahora Rebeca me enjabonaba el interior de los muslos y yo levantaba una pierna para que su mano pudiera acariciar mi vulva. Yo le apretaba los pechos y le susurraba guarradas al oído.
-Se que te gustaría ver como entrarían los cuatro para enjabonarte entera y yo comenzaría a chuparles la polla uno a uno para que luego me enjabonaran a mi y se corrieran en tus tetas. Puta que eres una puta cerda.
Al decirle esto me metió muchos dedos y comenzó a moverlos como una loca hasta que corrí lanzando una alarido que provocó la estampida de los mirones.
Nos seguimos queriendo bajo la lluvia de la ducha hasta que las piernas flaquearon. Mi hermana Rebeca confesó que antes de terminar las obras quería follarse a todos los operarios.
-Yo me pido primero al negro – le dije.
-Al negro nos lo hacemos mañana las dos. Yo me encargo- terminó diciendo mientras me lamía los labios al secarnos con las toallas.
Compartimos cama y caricias aquella noche hasta caer agotadas.
He disfrutado contándote mi historia y espero que te haya gustado conocerla.
Si me sigues acabaré queriéndote.