Dévora ii (devorados)

Continúa el relato del viernes en la noche con Andrés y de lo que sucedió ese inovidable fin de semana.

Quedamos tendidos, largo a largo sobre la cama, yo seguía tocándome el huequito y untándome la saliva llena de semen que quedaba en mi boca, cuando oí que Andrés me decía: “ha sido impresionante, nunca había tenido una experiencia así, te he cogido divinamente, me has hecho sentir y acabar de mil maneras y ni siquiera se tu nombre”. Yo no pude más que reír, ante tal ocurrencia y responder: “tienes toda la razón, déjame presentarme, soy Dévora y estoy encantada de habernos conojido ”.

El resto de la noche, hasta bastante entrada la madrugada, la pasamos entre dormidos y jugueteando con nuestros sexos.  Nos acariciábamos, le chupaba su miembro vencido por el trajín, lo besaba, me acurrucaba a su lado, el me introducía sus dedos, me daba profundos besos negros con su lengua, yo lo abrazaba con infinita felicidad.  Todo era placer, satisfacción y una profunda amistad convertida ahora en cariño y deseo, gracias a la lujuria.

En mi mente, como si se tratara de una película, desfilaban las imágenes y sensaciones de todo lo ocurrido aquella noche, pero el sueño fue venciéndome poco a poco, hasta que creo me dormí.  Fue entonces que tuve un extraño sueño, nos encontrábamos haciendo el amor desenfrenadamente, Andrés me penetraba salvajemente, una y otra vez, y yo flotaba en un éxtasis de placer indescriptible, saciado de sexo, realizado como la mujer que siempre quise ser, en una palabra: “feliz”, cuando se apareció la típica hechicera malvada de todos los cuentos de hadas, y dirigiéndose a mi me maldijo diciendo: “nunca podrás saciar tu deseo de sexo, siempre sentirás un vacío y añorarás un pene que chupar o que sentir dentro de tu culo”

III

Cuando desperté a la mañana siguiente, Andrés ya estaba vestido, aunque con poca ropa, pues se había puesto unos shorts de fútbol, una camiseta sin mangas y unas sandalias plásticas, vestimenta que también cargaba siempre en su coche, por si aparecía alguna oportunidad de practicar o jugar en los campos de la universidad.  ¿Cómo ha dormido mi reina?, preguntó enseguida, extendiéndome una taza de café recién colado.  Bien, bien, muy rico, aunque algo excitada por todo ese cúmulo de sensaciones desenfrenadas que vivimos ayer.  Y que espero no tarden en repetirse, agrego él, mientras me picaba el ojo.

A propósito, si quieres que hagamos el amor ahora, debemos darnos prisa pues Jaime llamó porque quiere pasar por aquí a ver que inventamos hoy, al parecer lo del cumpleaños de anoche como que estuvo bastante aburrido.  Jaime, Jaime, pensé dentro de mí, mientras comenzaba a recordar aquel sueño tan loco y la maldición de la bruja.  Parece que voy a estar en deuda con esa hada.

¿Que pasa Dévora, estas dormida aún?, ¿Eh? No, no, creo que todavía estoy flotando por todo lo rico que me hiciste anoche, pero no nos demos prisa; es mejor tomar las cosas con calma y esperar a ver que pasa, aunque eso no quiere decir que no te de una chupadita para desayunar, y acto seguido comencé a jugar con su miembro que ya tenía bastante duro.  Apenas había comenzado a deleitarme con aquel animal dentro de mi boca, cuando sentí una profunda turbación y el desasosiego invadió mi colita que clamaba la penetración implacable de un macho bien dotado.  Disimulé mi estado y le dije en el oído: tómame por favor, no te demores, cójeme como tú sabes que me gusta.  Andrés no notó nada raro en mí, por el contrario, me dio un beso, mientras me daba la vuelta para empujarme toda su tiesa carne.

El placer fue tan espectacular como siempre, sin embargo cuando comenzaba a bombearme al ritmo de su pasión, encendida por mis movimientos circulares de cadera y mis contracciones anales, volví a sentir la turbación de una boca vacía de amor, de sexo, de pene ardiente.  No me quedó más remedio que disimular y tratar de concentrarme en aquel rabo que hacía las delicias de Andrés, tanto que al poco rato comencé a sentir su torrente cálido y  viscoso dentro de mí, y el comienzo de una serie de contracciones descontroladas de mi huequito que terminaron de enloquecerlo.

Cuando todo acabó, yo quedé boca abajo sin poder dejar de pensar en aquella nueva sensación que me embargaba al hacer el amor, en lo del sueño, la bruja y el supuesto castigo a cuenta de qué; él se levantó despacio, se inclinó y lamió tiernamente mi agujerito, me dio la vuelta para darme un chupito en mi pene y me plantó un largo beso en la boca.  Ya vengo, quédate aquí que te traigo el desayuno a la cama como la reina que eres.

Al rato reapareció con otra taza de café y un plato con unos bocadillos de jamón, queso, tomate y lechuga, que debo reconocer estaban deliciosos. Hablábamos entusiasmadamente cuando sonó el timbre.  Debe ser Jaime, déjame abrirle dijo, mientras se ponía el uniforme de fútbol y sus zapatillas de plástico.  Si, ve tú mientras yo me doy un baño y me arreglo.

Corrí al baño, me duché rápidamente y comencé a prepararme para deshacer la maldición que me abrumaba.  Esta vez tenía que ponerme aún más sexy; así que comencé colocándome unas largas pestañas que acompañé con mis cejas depiladas y delineadas, la sombra azul en mis párpados, el rubor ligeramente disimulado y mis labios carnosos de un rojo pálido, no demasiado llamativo.  Me puse una peluca de color castaño claro, con los cabellos largos que me cubrían los hombros, tomé mi típica prenda favorita, pero esta vez era una cinta rojo oscuro con un borde pequeño a ambos lados de encaje negro, que coloque ahorcándome el pene y mis bolitas, cruzándolo en mi cintura y sobre el pecho, para amarrarlo alrededor del cuello, y sobre ello, me puse una malla negra de rombos no muy grandes que me cubría coquetamente, sin tapar casi nada.  Me aplique perfume detrás de las orejas y el cuello, en mis tetillas y en las nalgas, me calce unos zapatos también negros y de tacón alto y salí contoneándome de lo más divino.

Pasé por la cocina a preparar una bandeja con el termo de café, tres tacitas y el azucarero, cuando oí a Jaime que decía: “¡no creo nada de lo que dices!, ¡aquí como que hubo guerra anoche!, ¿seguro que invitaron a unas chicas anoche apenas me fui?, ¡sois unos perros! ¡Aquí la única chica soy yo!, dije mientras entraba moviendo el culo exageradamente y apretando mis muslos para sentir mis bolitas bien atrás. Y esta vez no reprimí la risa al verle la cara a ese par de tontos. Andrés, a pesar de todo lo sucedido todavía tenía una mirada de total incredulidad y ¡Jaime!, Jaime mostraba un cierto asombro, pero más me pareció que me veía fascinado, como maquinando algo en su mente, escondida detrás de aquella sonrisa.

¡Espero que haya quedado claro!, repetí, ¡aquí la única chica soy yo! Andrés casi balbuceando alcanzó a decir: estás todavía más bella que anoche Dévora, eres impresionante; Dévora te llamas, dijo Jaime adelantándose, tomando mi mano, estoy encantado, en todos los sentidos de la palabra, de conocerte, a lo que yo respondí con una ligera flexión, tomando los bordes de la malla, como de señorita de la corte, a la vez que le picaba el ojo.  Todo fueron sonrisas a partir de allí; pónganse cómodos que ya les sirvo el café, dije, inclinando y subiendo mi rabo para tomar las tazas de la mesa.

Jaime fue el primero en hablar, y no para alabar el café sino para insinuar: bueno ya sabemos que es lo que haremos hoy, ¿verdad?  Si, por su puesto, dije bastante entusiasmada, pueden empezar por darse un duchazo.  Mejor que vaya primero Jaime, dijo Andrés, mientras yo voy a la esquina a comprar algo para beber y picar.  No, báñense juntos, insistí. Bueno no hay problema, dijo Jaime, vamos los dos de compras hasta la esquina y luego nos bañamos. No hay que contradecir a la dama.

Traté de imaginar la conversación de ese par de ricos amigos, rumbo al súper, la ametralladora de preguntas que le estará disparando Jaime, y lo que le contestará Andrés, mientras arreglo el cuarto y preparo la cama con unas sábanas de seda beige, flores rosadas y hojas marrones y verdes, ajusto la temperatura del aire, cierro bien las cortinas para oscurecer el ambiente y perfumo la habitación. Yo que termino de acomodar todo, cuando siento la puerta y escucho una conversación más que animada, acompañada de risitas traviesas, no pude más que suspirar y sentirme muy feliz.

Me dirigí a la sala y les dije que ahora les tocaba ducharse, mientras yo guardaba la compra, a lo cual obedecieron como los niños buenos que eran.  Termine en la cocina, destapé tres cervezas y me fui a la habitación, me senté recostada en el centro de la cama degustando mi cerveza, diciéndoles entre risitas: Jaime enjabona bien a Andrés; Andrés haz lo mismo con Jaime; mientras me acariciaba y lubricaba ese ano que preparaba para la prueba del maratón con relevo que tenía planificada, gracias a la inspiración concedida por mi hechicera soñada.

Ambos salieron del baño a la vez y allí estaban, uno al lado del otro, frente a mí, desnudos.  No pude evitar mirar primero a Jaime, pues la verdad es que no le conocía aún su pajarito, y debo decir que quede muy complacida, era bastante diferente al de Andrés, más blanco con su cabeza de un rosa más intenso, no tan grueso pero, en cambio, más largo. Les dije: vengan mis bebitos, vengan para acá a consentir a esta mamita rica que quiere que la cojan por todos lados, sin descanso, hasta que el cuerpo no de para más.

Creo que no había terminado de hablar cuando los sentí recostados uno a cada lado de mí, acariciándome mientras veía como se iban despertando esos miembros que como animales hambrientos querían devorar todo mi tierno cuerpito.  Tomé primero el pene de Andrés y se lo chupé para terminar de endurecerlo y ofrecerle mi colita, enseguida comenzó a empujármelo suavemente y entonces pude dedicarme completamente a Jaime, sonriéndole le tome su miembro que estaba en todo su esplendor, largo, cumplidor, con su cabecita deslumbrante de rosa que se tornaba fucsia por la excitación y comencé a comérselo.

Estaba en cuatro, en el centro de la cama, Andrés me cogía violentamente, ahora que estaba totalmente lubricada y abierta y a cada embiste que me daba el rico pene de Jaime se adentraba más y más en mi garganta, que de vez en cuando hacia arcadas como queriendo expulsar aquel cuerpo que la violaba, mientras mi boca era un manantial incesable de producción de saliva, que dejaba escurrir a lo largo de su pene hasta el pubis.

Oí un gemido, casi grito reprimido, cuando Andrés aceleró su ritmo y entonces comencé a sentir su denso y calientito semen en mis adentros, por lo cual empecé a acompañar mi mamada con un pajeo casi frenético que casi hace acabar a Jaime, saque el miembro de Andrés que ya decaía precipitadamente y le ofrecí mi culito a Jaime, que me tomó inmediatamente, introduciéndomelo hasta más allá de lo esperado, gracias a la cantidad de semen que me lubricaba y escurría de mi huequito, mientras yo me dedicaba a despertar el de Andrés, chupándoselo suave y tiernamente, jugueteándolo con la lengua y apretándolo contra el paladar .

El bombeo que me daba Jaime era espectacular, pues Andrés me había abierto bien sabroso con su pene gordito y ahora Jaime con su arma larga me hurgaba hasta lo más íntimo de mi culito ardiente, insaciable.  Como era de esperar, luego de la mamada que le había echado y ahora con mis vaivenes y contracciones anales, Jaime no tardó en inundarme de su melosa leche, la cual comenzó a escurrir por entre mis nalguitas conforme me sacaba poco a poco su disminuido miembro.

Yo quede extasiada, saqué el pene de Andrés de mi boca, y estando bocabajo en el centro de la cama le insinué que me lamiera el culito lleno de la leche de nuestro común amigo.  Me lamió un buen rato y así quedamos los tres en la cama, ellos con sus cabezas reclinadas sobre cada una de mis nalgas que ahora se habían convertido en sus ricas almohadas, no sin antes darles un largo y profundo beso en la boca a cada uno.

Pasado un rato me di vuelta y entonces ambos comenzaron a chuparme, uno el pene y el otro las bolas, mientras yo les acariciaba sus huequitos.  Vi como el pájaro de Jaime fue el primero en comenzar a crecer, talvez porque la noche anterior no había tenido guerra, así que aproveché su potencia para que me cojiera otra vez mientras yo comencé a chupárselo a Andrés y así acelerar su calentamiento.  Fue una cogida súper-divina y deliciosa, el Jaime había resultado ser todo un maestro también en estas batallas, además de las explicaciones que nos daba cuando nos reuníamos a estudiar.  Sentí que iba a acabar y me apresuré a metérmelo en la boca junto al de Andrés que no había dejado de chupar y pajear ni un instante, por lo que los dos me acabaron casi a la vez en mi boquita, teniendo que tragar apurada para no derramar nada de esas leches maravillosas que me enloquecían cada vez más.

Ahora si era verdad que estaba completamente extasiada de un placer y felicidad que nunca pude imaginarme cuando, locamente, comencé a planear todo esto apenas la noche anterior, y ahora era casi media tarde del sábado.  Los chicos propusieron darnos un baño, vestirnos y salir a beber y comer algo; total era apenas sábado y todavía teníamos por delante toda la noche y el día siguiente entero, antes de tener que retornar a nuestras obligaciones.

Nos bañamos en medio de un tierno jugueteo de besos, agarraditas, caricias jabonosas y deditos en mi culito.  Salimos de la regadera, nos secamos y ellos comenzaron a vestirse. Yo en cambio me di cuenta que, al menos por el momento, no podría volver a vestirme como ellos, debía seguir en mi papel de mujer, así que me puse la peluca catira de pelo corto que había utilizado para seducir a Andrés, me maquillé discretamente, me perfumé y me puse una franela rosa pálido cortita que dejaba mi vientre al descubierto, unos pantalones blancos, también muy cortitos y pegados, que dejaban asomar todo mis muslos incluyendo el comienzo de las nalgas y que además me resaltaban y redondeaban todo el rabito.  Para terminar me coloque unos lentes oscuros y dije: ¡lista!, por mí nos podemos ir ya.

Nos acomodamos los tres en el asiento delantero del deportivo de Jaime, con la palanca de cambios entre mis piernas, como para que a nadie se le disminuyera la lujuria, y arrancamos.  Andrés preguntó ¿a dónde vamos?, ¿qué les provoca comer?, yo enseguida contesté: “algo afrodisíaco y exótico”, a lo que Jaime propuso: conozco un pequeño restaurante de comida Indonesia muy bueno, donde preparan unos mariscos excelentes y no me dirán que eso de Indonesia no es exótico, excelente vamos para allá, tu manejas, estamos en tus manos.

Todo fue fabuloso, el restaurante era bellísimo, de ambiente muy romántico, la comida excelente y el vino y las cervezas estaban heladas.  La amabilidad con que nos atendió la muchacha en aquel sitio fue algo especial, era muy joven, de facciones orientales, muy hermosa, me encantaba ver como caminaba y se movía parecía desplazarse entre las nubes, con una sonrisa siempre a flor de labios, mostrando unos dientes blancos, perfectamente alineados.  Me di cuenta que los chicos también la miraban de vez en cuando, pero trataban de disimularlo. Que cómico pensé en mis adentros.

Fui al baño a retocarme, y así tratar de hablar con aquella chica que me causaba una fascinación nunca antes sentida, y lo más loco era que ahora cuando me sentía plenamente realizada como mujer y andaba con mis dos chicos, no podía entender esa atracción que me turbaba, cuando la sentía cerca de mí.  Antes de que pudiera dirigirle media palabra, me tomó suave pero firmemente de un brazo, me empujo dentro del baño y tomándome de la barbilla me plantó un beso rápido pero profundo en la boca.  Quedé con la boca abierta de asombro y de necesidad de seguir siendo besada por aquella hermosa hembra, pues además de su belleza ahora podía darme cuenta del cuerpazo que tenía, una cintura entallada, perfecta que daba paso a unas anchas caderas con un culo grande pero no exagerado, perfectamente curvo y delicado y unos pechos que merecían estar en la página central de la más famosa revista.

Yo era como tu, me dijo, mientras metía su mano en mi entrepierna, pero no para tocarme el ano o tratar de rozar mi vagina, si creía que era una mujer de verdad, sino para agarrarme el pene que mantenía junto a las bolitas escondido hacia atrás; soy un kathoey, continuó, y la verdad es que me gustas mucho tu y lo lindo que se ven los tres juntos; lo debes estar pasando de maravilla, eres muy afortunada, dijo, soltando una risita que me enamoró aún más.  Si, si, no puedo quejarme, pero la verdad es que tú también me provocas unos sentimientos muy fuertes y especiales, algo que nunca antes había sentido. ¿Crees que tus chicos se disgusten conmigo si te enamoro? No lo creo en absoluto, es más creo que estarían muy felices de compartir contigo. Bueno, entonces tenemos que planificar algo para esta noche, luego que termine mi trabajo aquí.  Asentí afirmativamente, escribí la dirección de la casa en un papelito que me dio, le di un beso, esta vez algo más largo y volví a la mesa, mientras ella me decía: mi nombre es Veruska.

Terminamos la comida, pedimos la cuenta y nos dispusimos a salir, en ese momento me fijé en el monto que le habían dejado a la chica y no pude contenerme de decirles que parecía que les había gustado mucho la mesera para haberle dejado tan buena propina.  Ellos titubearon nerviosos diciendo, bueno no es para tanto, además creo que nos atendió muy gentilmente, ¿no te pareció? Yo asentí haciendo un gesto como de celos y riendo en mi interior.

De allí nos dirigimos a un parque, donde descansamos acostados sobre el césped, admirando los cisnes y demás aves que sobrevolaban y nadaban en el lago central.  Me encantaba sentirme escoltada por mis dos hombres, que me acariciaban y consentían permanentemente.  No tardó mucho el atardecer y con la ida del sol, nos fuimos nosotros también.  De camino a casa pasamos por un súper para reponer los licores y entremeses y tener algo para el desayuno del domingo.

Al fin llegamos a la casa, y en el mismo salón, me desnudé y comencé a tocarme provocativamente y abrirme las nalgas para excitarlos, mientras dirigiéndome al dormitorio les decía: me voy a dar un baño y embellecerme para ver que conquisto esta noche. Ustedes pueden prepararme un trago mientras tanto y ver alguna peliculita de esas porno para que comiencen a calentarse. Ya en el cuarto los oía conversar entre risas traviesas.  Me imagino la sorpresa que se van a llevar cuando aparezca Veruska.  Cuando salía de la regadera me encontré a Jaime que me traía el trago y cuando lo tomé en mis manos aprovechó para tocarme el rabito, yo le respondí dándoselo con un ademán de flexión que el aprovechó para besarme tierna y profundamente. Bueno sal que me tengo que embellecer como nunca, exclamé, tratando de poner cara de seriedad, pero que al final ambos sonreímos.

Lo primero que hice fue estrenarme una peluca pelirroja, de cabellos algo cortos en la nuca pero que me caía hacia los lados y sobre la frente, me puse lentes de contacto verde intenso que resaltaban con el tono del pelo, y comencé a maquillarme con colores bastante sobrios donde dominaba el verde grisáceo, los negros de las cejas y pestañas y el marrón del rubor, para concluir con los labios de marrón chocolate escarchado. Perfumé mi cuello, pechos y nalgas.  Luego me coloque un sostén con relleno y encima un traje blanco, escotado, cortito y casi transparente.

Y así me dirigí al salón con el trago casi terminado, pidiendo que por favor me invitaran a otro. Los dos se levantaron rápidamente a servirlo, cuando les dije que deberían aprovechar de bañarse y prepararse para la función nocturna, que hoy incluía regalos sorpresa.  Se miraron extrañados, me alcanzaron el vaso servido y se fueron rápidamente.

Mi mente no dejaba de maquinar y hacer planes, fantasías, suposiciones para entretenerme mientras esperaba ansiosa a Veruska y trataba de imaginar todo lo que sucedería, tan absorta estaba en mis pensamientos que no me di cuenta cuando los chicos regresaron, sobresaltándome cuando se sentaron uno a cada lado de mi, en el sofá.  Se habían rasurado, perfumado y de prendas iban bastante ligeritos, sólo con un boxer ajustadito que les resaltaba los atributos tanto delanteros como traseros, estos últimos debo admitir que también estaban muy apetecibles, ambos.

Conversábamos con mucho entusiasmo, entre caricias y besos, cuando dije que iba a escoger una peli para colocarla de fondo ambientador, Andrés hizo un gesto como para alcanzarme sus XXX, pero le dije que yo tenía unas también, que me parecían más apropiadas para el momento, entonces busque entre ellas unas de chicas transexuales.  El primer capítulo trataba de dos morenazas brasileras que perforaban a un chico blanco, rubio de ojos claros.  Enseguida Jaime comentó que cualquiera se prestaba para eso con unas chicas tan fabulosamente dotadas, no sólo por las enormes tetas, sino por aquellos largos penes.  Andrés apenas si alcanzó a soltar un ruido como de poco convencimiento ante tal aseveración; sin embargo note que su miembro comenzaba a endurecerse.

Seguíamos conversando entre besos, caricias, masajes a sus miembros con mamaditas incluidas, cuando sonó el timbre.  Ambos trataron de ponerse de pie para ver quien era mientras preguntaban en voz alta: ¿quién podrá ser?, ¿habéis pedido algo por teléfono? Entonces yo, estirando ambos brazos, los mantuve sentados e incorporándome dije: no se preocupen, debe ser mi novia que he invitado para animar más esta noche.  La mirada de extrañeza no se hizo esperar mientras yo me reía en mis adentros.

Abrí la puerta y efectivamente era Veruska. Estaba muchísimo más bella y atractiva que en el restaurante, pues en vez del uniforme ahora llevaba un ajustado vestido negro muy corto y escotado que ayudaba a resaltar la palidez de su piel, dejando ver sus espléndidos senos casi hasta el pezón y resaltando las curvas de sus caderas y su hermoso rabo. Pasa, pasa, le dije, mientras nos colocábamos frente a los chicos, creo que ya los conoces le dije sonriendo, pero ellos mudos, apenas dijeron si meneando sus cabezas y volteando a mirarse con ojos de total incredulidad. Qué, ¿no sabían que Veruska era mi novia?, ¿no se los había contado? Esta vez movieron la cabeza de lado diciendo que no, no les había contado nada al respecto; bueno no se queden ahí ayuden con la maleta, llévenla a la habitación por favor.

Andrés se incorporó y se fue a la habitación, mientras Jaime permanecía ahora fascinado con lo que tenía frente a él.  Ya veo que están cómodos y ligeritos de ropa, voy a quitarme yo también algo y así aligerar la carga, y acto seguido se descalzó los enormes tacones, se quitó el vestido, con lo cual sus senos quedaron al aire, permaneciendo sólo con unas pequeñas pantis negras.  Yo, para envidia de todos, pues Andrés ya había regresado, no pude resistirme a tomarla por los pechos y comenzar a chupárselos suave pero firmemente, mientras le acariciaba el otro, alternándolos, una y otra vez.

Para, para, niña glotona, ten compasión de mi y los chicos. Si, si, tienes razón, lo que pasa es que siento como que tengo años esperándote; lo cual no deja de ser verdad replicó ella, pero lo importante es que ya estamos todos juntos y así seguiremos de aquí en adelante, continuó, a lo que todos asentimos con un sí al unísono.  Entonces, ¿vamos a la habitación?, claro vamos y mientras nos dirigíamos me desnudé totalmente de manera que al llegar Veru y yo nos lanzamos a la cama dándonos un cálido beso de verdaderas novias, mientras sentimos a los chicos a nuestro lado; entonces dimos la vuelta como para hacer un 69 con nuestros rabitos y comenzamos a chuparles los penes, una a cada uno.

No tardaron mucho en venirse y llenar nuestras boquitas de semen, entonces dijimos: ¡cambio!; y sin derramar ni gota de semen de la boca, cambiamos de pareja y de posición pues cada una comenzó a darle un beso negro a la nueva pareja, escupiéndole y esparciendo la lechita en el ano, para empezar a penetrarlos con los dedos. Al comienzo ofrecían cierta resistencia y sus culitos estaban demasiado apretados, pero conforme se fueron excitando comenzaron a aflojar, de manera que cuando mis dedos entraban suave y fácilmente y el comenzaba a menear la cintura me incorporé y exclame, este señorito está listo.  Veruska dejo de lamer a Andrés e incorporándose comenzó a quitarse la braguita que aun tenía puesta, dejando ver un fabuloso y hermoso miembro, suave, algo menos grueso que el de Andrés y más largo que el de Jaime, me abalance sobre el para chupárselo y terminar de endurecérselo, fue algo exquisito y me hubiera quedado allí por una eternidad, pero ella me aparto cariñosamente y lo dirigió hacia el culo de Andrés, lo recostó de su entrada y haciendo una leve presión lo penetró tierna pero decididamente.

Una vez dentro, empezó a bombearlo y Andrés gemía de placer y movía la cintura como una putita cualquiera y esa excitación se le notaba también en aquel pene que no podía más de la erección, se lo tomé y estiré diciéndole que me penetrara a mi, cuando me ensarto hasta el fondo caí hacia delante abriendo mi rabo como nunca y metiéndome el miembro de Jaime profundamente en la boca.  El círculo estaba cerrado y todos los penes introducidos en una u otra parte, menos el mío.  En eso sentí unas manos que empezaron a frotármelo como si estuvieran masturbando un clítoris mientras lo empujaban hacia atrás y me lo hundían entre las bolitas, con movimientos cada vez más rápidos y firmes.

Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo, la verdad es que me excitó mucho fantaseando y recordando las experiencias que me inspiran.

Comenten y escribanme al correo "laurazul69@gmail.com"

Besitos, etc, etc, .......

Laura