Devolviendo una humillación

Un alumno humillado planea la venganza contra su profesora.

Hoy comenzaba un nuevo curso. Juan era un estudiante de cuarto de derecho bastante aplicado, sobre todo en la asignatura que daba Isabel. En esa asignatura tenía una especial motivación ya que la profesora le gustaba mucho e intentaba captar su atención destacando como alumno. Isabel tenía treinta y muchos pero estaba para comérsela, piernas lagas y esbeltas, una larga melena pelirroja y un par de pechos para quitar el hipo. Se había masturbado en numerosas ocasiones pensando en ella.

Sin embargo creía que no le caía muy bien porque solía tratarlo con desdén en clase como si fuese un listillo. El colmo fue un día en que lo dejó totalmente en ridículo e hizo que toda la clase se riese de él. Estuvieron varios días mofándose de él. Fue en esos días cuando pensó en que se lo haría pagar y que se sintiese tan humillada como lo estaba el ahora.

Así que se puso manos a la obra para buscar un punto débil donde atacarla. Se decidió a seguirla al salir de clase. Le fue complicado hacerlo sin que ella se diese cuenta, por lo que se disfrazó con una peluca y una barba postiza y se vistió con ropa de un estilo muy diferente a la que solía llevar. Tras varios días siguiéndola vio que tenía una vida bastante rutinaria. Al salir de clase hacia la compra y luego se iba a su casa para estar con su marido. Los fines de semana salía por ahí con su marido pero no había ninguna situación que le pudiese beneficiar.

Estaba empezando a rendirse cuando ocurrió un hecho interesante. Su marido se fue de viaje de negocios durante una semana. La primera noche del fin de semana fue directa a un casino nada mas acabar las clases. Juan la siguió y entró a ver que pasaba. Sin duda le gustaba mucho jugar. A Juan se le daba bastante bien así que aprovechó para jugar un par de veces con ella para comprobar la bondad de su disfraz que aparentemente funcionó sin problemas. Al final de la noche ella había perdido una gran cantidad de dinero. Por el contrario Juan se había hecho con una bonita suma de dinero. Pero lo más importante es que había encontrado el punto débil de ella: EL JUEGO.

Así que decidió que la noche siguiente iría a por todas. Y así fue. Ella siguió teniendo una mala racha mientras Juan iba ganando un poco de dinero y llegó un momento en que vio la oportunidad de dejarla totalmente sin blanca y no lo dudó. Ella se quedó totalmente hundida y con un gran agujero en su cuenta. No le iba a ser nada fácil ocultárselo a su marido. Pero la cosa se puso mejor cuando llegó la hora de pagar porque ella tuvo que reconocer que no tenía tanto dinero. El casino le dio una semana para juntar el dinero y pagárselo con intereses. Ella salió llorando. Juan dudaba de que tuviese alguna manera de conseguirlo. Así que decidió mover ficha y fue a hablar con el dueño del casino. Con lo que había ganado y parte de su beca podía pagar la deuda y los intereses por lo que compró la deuda de Isabel. Ahora ya la tenía en sus manos.

El lunes se las ingenió para dejarle una copia del pagaré en la mesa de su despacho y una nota que la urgía a conectarse en un determinado chat privado esa misma tarde.

Juan se conectó desde su casa. Sabía que a esa hora Isabel aprovechaba para poner al día cosas en su despacho. Isabel se conectó a la hora indicada.

Hola Isabel.

¿Quién eres?

Tu dueño.

¿Qué tonterías dices?

He comprado tu deuda al casino y si no quieres que esto llegue a tu marido, más te vale hacer todo lo que te diga.

¿Qué quieres de mi?

El dinero - mintió Juan

No lo tengo.

Quiero el dinero en una semana, con el doble de los intereses que le debías al casino porque algo tendré que ganar yo con esto ¿no?

No podré juntar esa cantidad de dinero en una semana.

Por mi como si tienes que vender tu casa o tu cuerpo pero en una semana quiero el dinero.

De verdad que no puedo reunir esa cantidad de dinero.

No quiero excusas. En una semana te conectas a esta hora y te indico como me das el dinero.

Isabel intentó decirle de nuevo que no podría conseguir el dinero pero Juan ya se había desconectado. Esa semana Isabel estuvo bastante ausente en clase por lo que Juan estaba bastante contento. Su plan estaba funcionando. Pasó la semana y Juan se conectó.

Tienes el dinero.

No he podido reunirlo. Necesito más tiempo.

No hay excusas que valgan. Yo he sido razonable y te he dado tiempo.

Pero es imposible. He perdido todo el dinero que teníamos. Aún no se como se lo voy a ocultar a mi marido. Tiene que darme más tiempo. Intenté pedir un crédito pero el banco no me lo da al haber perdido todo.

Eso a mi no me importa yo quiero recuperar el dinero de una manera u otra. Te doy otra opción.

¿A que te refieres?

Si eres mía durante una noche te perdono la deuda.

Está loco. Ni pensarlo.

Entonces tendré que hablar con su marido a ver si el si que me puede devolver el dinero.

No se lo diga. No quiero perderlo. Haré lo que me pide.

No se si puedo fiarme.

De verdad que lo haré.

Necesito una prueba.

¿Qué clase de prueba?

Enciende tu cámara web.

Isabel encendió su cámara web.

Ahora quiero que te desabroches la camisa, te quites el sujetador y me enseñes tus dos preciosas tetas.

Isabel no se podía creer lo que le estaba ocurriendo pero no tenía otra alternativa así que hizo lo que Juan le pedía. Así que se desabrocho lentamente la camisa. Luego se quitó la camisa y de le dejo ver sus pechos. Eran todavía más hermosos de lo que Juan pensaba.

Estaremos en contacto - dijo Juan en el chat mientras cortaba la conexión después de haber grabado toda la escena.

Así Juan dejo que pasaran un par de meses hasta que una semana su marido se fue de viaje de negocios y le volvió dejar una nota en la mesa para que se conectase al chat a la hora de siempre.

Ha llegado la hora de pagar.

He juntado un poco de dinero. Puedo dártelo, si me das un poco más de tiempo puedo reunir todo lo que te debo.

Si rompes nuestro trato yo me veré obligado a informar a tu marido porque con lo intereses de dos meses me da que no vas a tener suficiente.

Por favor deja que te pague el dinero.

Creo que esto lo dejamos claro la otra vez. Tú pagarías tu deuda siendo mía durante una noche. Ya no hay otra alternativa. El sábado a las 9 de la noche vete al Hotel Mercury, habitación 207.

Juan cortó la conexión para no dejar replicar a Isabel.

Llegó el sábado por la noche e Isabel fue al Hotel donde la habían citado. Iba muy asustada. Fue a la recepción y subió a la habitación indicada. Llamó a la puerta pero nadie contestó. Espero un rato, volvió a llamar y volvió a no obtener ninguna respuesta. Entonces llegó un botones y le preguntó si era Isabel. Cuando ella contestó que sí, el botones le dio la llave de la habitación y le dijo que le habían indicado que ella vendría a esta hora y le abriese la puerta.

Isabel entró en la habitación y encendió la luz. Era una estancia pequeña, sobre una mesa había un sobre en el que podía leer su nombre. Lo abrió y leyó las instrucciones que en el se contenían. Debía ponerse la ropa que había en el armario, sin ropa interior, y dirigirse a un local cercano. Luego al llegar debía ir a la barra y preguntar por Manuel. Abrió el armario y vio que debía ponerse un pantalón de cuero que le quedaba muy ceñido y un top más que atrevido con un muy generoso escote. Al no tener alternativa se puso la ropa y bajó a la recepción. Pidió un taxi muy avergonzada porque no paraban de mirarla así vestida. En el taxi le pasó lo mismo ya que el taxista no paraba de mirarle el escote por el retrovisor.

Llegó al local en cuestión, que resultó ser un antro de mala muerte. Cuando bajo del taxi no pudo evitar sentir la multitud de miradas lascivas que la recorrían. Se acercó al portero del local y le dijo que buscaba a Manuel. El portero le guiño el ojo y le dijo:

Ya entiendo. Vete al fondo del local y entras en la puerta que pone reservado.

Isabel hizo lo que le dijo el hombre. Llegó al cuartucho después de tener que atravesar el atestado local y notar como muchas manos aprovechaban las circunstancias para meterle mano al pasar. Entró en el cuarto. No era muy grande, solo había una silla en el centro. Pudo ver que en el techo había varias cámaras de vigilancia. Al poco se abrió la puerta y entraron el portero del local y Juan disfrazado.

Hola Isabel – Dijo Juan forzando su voz para que no la reconociera – Ha llegado la hora de pagar tu deuda.

Cerraron la puerta detrás de ellos y sacaron sus dos pollas semirrectas. Ella comprendió lo que debía hacer y aunque no le agradaba nada empezó a chuparle la polla a esos dos tíos. La verdad es que ambos la tenían bastante grande y le costaba comérsela. Al poco rato Juan apartó su pene de la boca de Isabel, le quitó el top empezó comerle los pezones. Esto hizo que Isabel, muy a su pesar empezase a excitarse. Poco después bejo su lengua por su vientre, le bajo los pantalones y empezó a chuparle el clítoris. Lo que hizo que Isabel empezara a excitarse de verdad. No mucho después Isabel tenía un orgasmo como hacía mucho que no tenía mientras el portero se corría dentro de su boca haciendo que ella se tragase todo su semen. Entonces Juan comenzó a follarla violentamente hasta que ambos se corrieron al unísono.

Que caliente estas – Dijo Juan – Ahora que ya hemos disfrutado de ti, toca que empieces a pagar tu deuda.

Abrieron un pequeño agujero en la pared por la que pronto apareció un pene semirrecto.

Comerás pollas toda la noche hasta que pagues tu deuda.

Y así fue. Uno tras otro un montón de indeseables fueron metiendo sus pollas por el agujero e Isabel entre lágrimas fue chupando una tras otra y tragando todo ese semen. La noche se le hizo eterna pero finalmente acabó y pudo volver totalmente humillada a cosa.

A Juan la noche le había ido genial. Había humillado a esa tía, se la había follado y además había metido la polla varias veces por el agujero por lo que había acabado varias veces dentro de ella. Además el portero y el habían cobrado a los otros indeseables que se corrieron dentro de ella por lo que había recuperado casi todo lo que había tenido que poner de su beca.

Pasaron los días y los meses. Juan se masturbaba a menudo con lo videos que tenía de Isabel. Pero no volvió a molestarla en todo ese tiempo hasta que Isabel pensó que había conseguido librarse de él.

Isabel había mentido a su marido sobre el dinero desaparecido y a pesar de alguna que otra discusión al respecto, habían superado el mal momento y volvían a ser felices. Ella a veces soñaba con aquel día, al principio eran pesadillas pero poco a poco empezó a excitarse con el recuerdo de aquella noche.

Varios meses después Juan estaba en su casa preparando los parciales. Cuando decidió tomarse un descanso y entro en el chat. Vió que Isabel también estaba conectada y le pidió abrir un chat privado.

Hola Isabel ¿Qué quieres?

La respuesta dejo totalmente atónito a Juan:

Creo que con lo de aquel día no te pague todo lo que te debía.