Deudas de drogas 4 y final

El tiempo se le acaba y la solución no se puede hacer esperar. Es hora de pagar o atenerse a las consecuencias.

Levo dos días sin parar de llorar. Mi novio continúa de viaje y la soledad me mata. Cada ver que voy al baño veo las estrellas y tengo que estar poniéndome esa pomada antiséptica continuamente, además de llevar una dieta blanda para minimizar el mal rato. Para colmo no he vuelto a saber nada de aquel buen samaritano que conocí en la discoteca y que me sacó del infierno. Me doy asco y no soporto recordar esos repugnantes momentos que me han convertido en una furcia de tres al cuarto. No sé si tendré valor de volver a mirar a mi novio a la cara. Me dan ganas de morir y acabar con todo en un suspiro. Ese cabrón de Héctor ha acabado con mi vida sin matarme.

Sumergida en los más negros pensamientos consumía las horas del día que se hacían interminables pero que tan solo eran el preludio de la angustia que por la noche me devoraba. Antes de que el sol cayese el timbre de la puerta sonó insistentemente. Miré por la mirilla y vi la corpulenta figura del gorila de Héctor. Esta vez ya no me oriné de miedo, la resignación había relegado a cualquier otro sentimiento. El trato con Héctor se había cancelado y su presencia solo podía significar una cosa, que estaba a punto de saldar mi deuda. Pensé en mi hermano, en que si ya había corrido la triste suerte que ahora me esperaba. No cogía el teléfono, no sé si por seguir mis indicaciones o porque le habían atrapado. Abrí la puerta.

- Buenas noches preciosa –me dijo otra vez en tono amable-

No le contesté, solo le miré fijamente a los ojos tratando de leer sus oscuras intenciones.

- Tranquila niña, no tienes nada que temer. No estoy aquí por orden de Don Héctor, es otra persona la que me ha mandado llevarte junto a él.

Seguí sin decir palabra alguna pero mi gesto de confusión debió ser muy evidente.

- Arréglate un poco que pareces la muerte andante. Puede que tus problemas hayan terminado definitivamente.

- ¿Mis problemas? –le dije por fin - ¿qué sabrás tú de mis problemas?

Aquel hombre con pinta de asesino dibujaba en su rostro una expresión amable que transmitía sinceridad en sus palabras. Quizá fuese cierto y el mal fario que me había perseguido en los últimos tiempos podía tornarse esperanza de una vez por todas. A pesar de ello no le hice mucho caso y solo me puse un cabezal de chándal antes de acompañarle a la calle. Si era cierto lo que me decía estupendo y si no, bueno, si no terminaría de una vez por todas con mis sufrimientos. Total, para morir da igual como vayas vestida.

De camino al coche le pregunté por mi hermano.

- ¿Tu hermano?, yo no sé nada de tu hermano. Solo me han pedido que venga a recogerte.

Aquella respuesta debió haberme tranquilizado pero mi lamentable estado de ánimo me impidió reaccionar positivamente. Si aquello no era el final, ¿podría ser la continuación de mi tormento?. La sola idea de ser entregada nuevamente me desesperaba y no pude más que preguntar.

-     ¿A donde me llevas?, ¿quién me solicita?, ¿me van a follar otra vez?

-     No puedo responderte a esas preguntas. Ten paciencia, en breve encontrarás respuesta a todas.

Ante mi evidente inquietud, de alguna manera trató de tranquilizarme.

-     Escucha preciosa, no deberías preocuparte, ya no puede sucederte nada malo. No ha sido justo que pasaras por todo lo que has pasado. Yo te he visto con Don Héctor, y en casa de Don Camilo, y el otro día en la discoteca también pude observarte y tú no eres como las demás chicas, aunque te esfuerces por imitarlas. Tú eres completamente diferente, tú tienes categoría y clase, y lo que haces tiene un significado que trasciende a cualquier prostituta. Tú tienes valores y también tienes coraje. No te hundas ahora que ya navegas hacia la orilla.

Me sorprendió que un gorila hablase con semejante trascendencia, no parecía el típico bruto sin cerebro aunque su aspecto no reflejaba otra cosa. Y además parecía tener sentimientos, al menos conmigo se esforzaba en demostrarlos.

En un momento dado sentí que los paisajes me resultaban familiares. Ya había pasado antes por ahí. Esos jardines, esas casas, esas piscinas, toda esa vigilancia me resultaba familiar y la casa en la finalmente hacíamos entrada más todavía; era la mansión de Don Camilo. ¿Para que me llevaban allí?, ¿habían preparado otra fiestecita?. Yo no tenía ningún ánimo para follar con nadie, todavía me dolía la brutalidad con la me trataron en la discoteca y esta vez no estaba dispuesta a permitir que nadie me tocase por allí.

El coche se detuvo frente a la puerta principal en lugar de llevarme por la entrada de servicio, como la vez anterior. Cuando ascendía por las escaleras me di cuenta del deplorable aspecto que tenía, vestía un chándal viejo con deportivas y mi cara palidecía por la falta de maquillaje. Antes de franquear la puerta principal me di la vuelta para agradecer al gorila sus buenas intenciones con una sonrisa. Apoyado de espaldas sobre el coche y con los brazos cruzados, me lanzó un beso. Una señora que parecía del servicio doméstico me acompaño al interior de la casa hasta llevarme al salón en el que estuve la otra vez. Allí me esperaban Don Camilo y aquel hombre de la discoteca del cual no conocía ni su nombre.

-     ¡Pero bueno chiquilla, que mal aspecto tienes! – exclamó Don Camilo - Ya veo que la vida no te está tratado muy bien.

E invitándome a sentar, continuó

-     Ya conoces a Arturo, él me lo ha contado todo. Ante todo quiero pedirte disculpas si algo de lo que sucedió la otra vez en mi casa te hubiese molestado. Pensaba que eras otra de las putas de Héctor, yo no sabía…en fin,  desconocía por lo que estabas pasando.

-     No tiene que disculparse Don Camilo, usted fue muy amable y yo vine sabiendo perfectamente a lo que venía. A quien todavía no he agradecido todo lo que hizo por mi es a Don Arturo. Gracias por preocuparse de mi aquella noche y por todas las atenciones que después me ha prestado.

-     No tienes nada que agradecer – replicó Arturo - aquel no era tu sitio ni tu trabajo, de eso me di cuenta nada mas cruzar las primeras palabras contigo.

Don Camilo enseguida interrumpió la charla

-     Bueno, ahora todo aquello se ha acabado. Tu deuda y la de tu hermano ha sido pagada y ya no le perteneces a Héctor.

-     ¿De verdad?, ¿ya no debo nada de nada? - pregunté exultante de alegría -

-     No corras tanto, vamos paso a paso. A Héctor ya no le debes nada de nada, pero tu deuda ha cambiado de dueño y sigue pendiente de pago, aunque por supuesto nadie te va a hacer daño a partir de ahora.

Ingenua de mí pensaba que todo había terminado y que ya no debía nada a nadie

-     ¿Y a quien le debo ahora el dinero? –pregunté -

-     Me lo debes a mí -sentenció Don Camilo-

-     No entiendo nada, ¿acaso soy ahora su puta?

-     Noooo, tranquila, te lo explicaré con detalle. Tras lo que te sucedió la otra noche en la discoteca, Arturo se interesó por tu situación. Héctor le contó toda la historia y al saber que habías estado en mi casa, se puso en contacto conmigo y me puso al corriente. Decidimos librarte de sus garras y darte una oportunidad honrosa para saldar tu deuda. Y por eso hoy estás aquí.

-     Les agradezco sinceramente todo el interés que se tan tomado conmigo, pero no veo la forma de poder pagarles una cantidad de dinero tan elevada.

-     Tranquila – continuó Don Camilo -, ya verás como sí puedes. Tenemos una propuesta que consideramos muy ventajosa para ti, dadas las circunstancias.

Y Arturo tomó la palabra

-     Camilo y yo somos socios y dirigimos un grupo importante de empresas que trabajan por todo el mundo. En este tipo de negocios las buenas relaciones son un factor primordial a la hora de firmar acuerdos y contratos, por lo que a según que clientes que nos visitan debemos tratar de que su estancia en España sea lo más placentera posible. Para este cometido contamos con Héctor, él nos proporciona todo lo que necesitamos ajustado a los personales gustos del cliente. En el mundo de los negocios hay que cuidar todo tipo de detalles. Pero ese acuerdo presenta una importante deficiencia ya que las fulanas de Héctor no pueden hacer acto de presencia en la empresa, lo que de alguna manera dificulta la atención completa y personalizada de nuestros clientes. Y aquí es donde tú entras en juego.

-     ¿Para ser su puta en la oficina?

-     Veo que necesitas aprender el vocabulario adecuado para prosperar en el mundo de los negocios –espetó Don Camilo -

-     No, - continuó Arturo - pertenecerás al departamento de relaciones públicas y tu cometido será acompañar en todo momento a los clientes para que nunca les falte de nada y en ese cometido si hace falta complacerles sexualmente, pues deberás satisfacerlos. Que sepas que cuentas con la aprobación personal de Camilo, quien confía plenamente en sabrás desarrollar un excelente trabajo.

Me quedé pensativa unos segundos y apostillé.

-     Entiendo, me ofrecen un trabajo de puta pero de puta con categoría.

-     Si es así como lo quieres ver, eso ya es cosa tuya. Aquí nadie te va a someter. Tu responsabilidad será importante y probablemente tendrás que contratar en ocasiones los servicios de Héctor, ¿te imaginas, tú en una posición de fuerza ante él?

-     ¿Y como voy a devolver el dinero?

-     Cómodamente. Se te concederá un préstamo bancario a un interés muy ventajoso y lo irás devolviendo con tu propio sueldo, que dicho sea de paso será muy, pero que muy atractivo. ¡Ah!, y tu hermano también tendrá trabajo en una de nuestras empresas, así las cargas las podréis repartir entre los dos. Creo que la oferta no es en absoluto mala.

Hizo una pausa y continuó

-     Aunque hay un problema.

Me quedé en silencio esperando que continuase

-     Para este trabajo no puedes tener pareja.

Las posibilidades que se abrían se habían cerrado de golpe. Yo no podía darle la patada a mi chico y menos después de todo lo que le había hecho. Esa condición era la única que no podía aceptar y mi contrariedad fue demasiado evidente.

-     Ya se que esto que te pedimos es muy difícil para ti, pero tienes que entender que una mujer con pareja no puede realizar este tipo de trabajo. Sería un riesgo inasumible para la empresa complicarnos con un novio celoso. ¿Cómo le explicarías que debes pasar toda la noche fuera de casa atendiendo a un cliente en un hotel de cinco estrellas?. Piénsatelo bien, esta es tu oportunidad, o te vienes con nosotros y abres la puerta a un futuro prometedor o vuelves con Héctor hasta que las fuerzas te aguanten. Debes elegir entre tu novio o tu hermano. Creo sinceramente que estamos siendo muy generosos.

Tenían razón, no tenía otra salida posible y la vida de mi hermano seguía pendiente de un hilo. No había elección.


Ha pasado ya un año y mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados. Lo más duro fue separarme de mi chico. Aquello me ha dejado una herida en el corazón que tardará muchos años en cicatrizar. Por lo demás todo me ha ido fabuloso, ya cuento con despacho propio en la Compañía y con el respeto de mis compañeros de trabajo. Hasta tengo secretaria, si, ¿os acordáis de Sasha, la rubita de ojos azules?, pues bien, como resulta que hemos abierto mercado en Rusia y ella habla perfecto ruso nos viene ideal para atender en esos negocios y además entretiene al bueno de Don Camilo, al que tiene encandilado. También cuento con coche y chofer cuando lo necesito, con el que fuera gorila de Héctor, que a la vez hace funciones de guardaespaldas. Es un hombre fiel, dispuesto y comprometido que con un poco de cariño de vez en cuando lo tengo completamente a mi servicio. Y para redondearlo todo mi hermano trabaja como carretillero en una de las empresas de la Compañía. Al final se enteró de todo y estuvo un mes dándome las gracias y colmándome de atenciones por lo que había tenido que sufrir por él. Ahora cuento con su total apoyo y comprensión en lo que se refiere a mi trabajo.

Y mientras os cuento esto, tengo en mi culo a un empresario brasileiro que se está cobrando la comisión por habernos firmado un millonario contrato.

Verdaderamente, mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados.