Detras del hospital
Una muchacha se encuentra cun una gran sorpresa detras del hospital. La primer gran sorpresa de su vida.
Detrás del Hospital
Era un día feriado, pero igualmente tuvo que ir a la escuela por un acto. Por ello termino temprano y su padre le pidió que la acompañara al hospital hospital donde trabajaba.
Sería una visita corta, solo unos minutos y luego irían a su casa.
Ella, M, tendría unos 16 años y le pidió a una vecina que la acompañara para no aburrirse. Tal como M lo había supuesto, la corta visita de su padre se fue alargando, entonces salió con su amiga al parque detrás del hospital.
Allí unos muchachos de entre 20 y 23 años, calculó M estaban jugando al fútbol. Seguramente eran del barrio. M le miraba las piernas a los improvisados jugadores y le hacía comentarios a su amiga, mas con afán de escandalizarla, que por un interés en si. .
Noto que uno de los muchachos la miraba. Seguramente por la falda escocesa corta que M llevaba puesta como parte de su uniforme escolar. Saberse observada la excito un poco y le pidió a su amiga que la acompañe a la parte de los bancos del parque.
El muchacho que la observaba noto su ausencia y siguió concentrado en el partido. Cuando la pelota se fue fuera del campo de juego detrás de unos arbustos, fue a buscarla y vio como la chica que estaba mirando el partido le mostraba su intimidad a la amiga. Estaban ambas sentadas en uno de los bancos del parque y ella tenía la falda levantada y su panty corrida hacia un costado.
Sus compañeros le gritaban que regrese con el balón y este lo hizo de inmediato. M escuchó el grito de los muchachos y se asustó. Se bajó su falda y tuvo la sospecha que alguien las estaba mirando.
El muchacho se excusó con sus compañeros diciendo que debía ir al baño y volvió hacia el lugar donde estaban las chicas. Estas lo vieron venir, M se quedó sentada en el banco y su amiga sobresaltada se puso de pié.
Porque no me mostras a mi lo que le enseñabas a tu amiga?
M miraba al muchacho y le pareció que no estaba mal, tenía lindos ojos verdes, pero sus palabras la atemorizaron. Se quedó paralizada mirando como el muchacho se acercaba a ella.
Se miraron a los ojos. Le repitió la pregunta, ahora en un tono mas imperativo.
No me queres mostrar a mi, putita?
En la cara de ella se dibujaba el miedo, pero también una mueca desafiante. Nunca dejo de mirarlo a los ojos, temor y rebeldía se mezclaban en esa mirada. El la tomo de un brazo con firmeza y le dijo que se diera vuelta. Que se arrodillara sobre la tierra. Ella obedecía como una autómata, sin resistirse, le hizo apoyar su torso sobre el banco. El luego se bajo los pantalones, levantó su falda y con movimientos un tanto nerviosos corrió la tanga de ella hacia un costado.
Apoyó una mano sobre su cuello ahora, para inmovilizarla. Con la otra manoseaba su intimidad. M estaba jadeando de miedo, era una situación terrible. El noto su humedad y le hizo mención de tal hecho.
Ah, putita, estás húmeda. Ahora te voy a penetrar, anunció. Esto último le hizo erizar la piel, un frío recorrió su espalda y un tremendo calor su cara. Jadeaba cada vez mas, por miedo, y también por excitación?. Sentía curiosidad por saber como terminaba esto.
De un empujón la penetró. Un punzante dolor recorrió sus entrañas. Sintió como una estocada terrible dentro de su cuerpo, pensó que era doloroso, pero menos de lo que había imaginado. El muchacho quedó un instante inmóvil, y luego comenzó a moverse lentamente. M tenía los ojos llenos de lágrimas por esa intromisión caprichosa, por esa humillación que estaba sintiendo. Cerró los ojos y las lágrimas cayeron por sus mejillas, mientras el joven muchacho comenzó a moverse con más velocidad. Cada empuje lastimaba sus caderas contra el borde del banco. También comenzó a sentir placer, un placer nuevo, el de sentirse capas de despertar ese deseo. Giró su cabeza hacia el otro lado y estaba su amiga, parada al lado de ambos, presenciando este grotesco espectáculo. M se sintió poderosa una vez más. Era la transgresora de las dos, era la primera en tener sexo, era a quien le ocurrían estas cosas.
El placer aumentó y aumentó y aumentó, el sentirse deseada, poseída, humillada, vejada delante de los ojos de su amiga, quien no se perdía detalle del espectáculo. El muchacho jadeaba también. M estaba por tener un orgasmo, algo conocido por su propia cuenta, pero mucho mas intenso ahora. Se venía y no podía ocultarlo. Ya llegaba, ya llegaba y vino de una manera violenta. El muchacho la tomó de las caderas, como sabiendo lo que le ocurría y la llevo hacia el de una forma mas posesiva, mas profunda. No se atrevió a gritar, abrió la boca, pero reprimió el grito. En ese instante el comenzó a gemir mas violentamente, como un animal desbocado, le babeaba el cuello, se descontrolaba, aumentó la velocidad de sus empujes que eran menos rítmicos, mas desesperados. Y le gritó en su oído su placer, su lujuria contenida, su desenfreno.
Se quedaron unos segundos en esa posición, los corazones de ambos latían aceleradamente. El salió de su cuerpo, se subió los pantalones, ella giró su cabeza y lo miró a los ojos. El bajó la vista avergonzado.
M miró a su amiga que no dijo una palabra. Su corazón parecía estallar. Comenzó a acomodarse la ropa, se puso de pié y se secó las lágrimas. Tenía las rodillas llenas de barro, la blusa desalineada, el cabello arrebatado.
Oyeron la voz del padre de M, que gritaba, M, M, donde estás. Cuando la vio en ese estado, preguntó: Que te pasó, te estoy buscando hace un buen rato, que es ese estado?
La amiga de M intentó explicar lo ocurrido, pero M la fulminó con su mirada, entendió que no debía hablar. M contestó con voz temblorosa. Me caí, estábamos corriendo, me caí de una hamaca, alcanzó a aclarar con voz mas firme esta vez.
El padre de M largó una carcajada, jugando a las hamacas?
Y te tengo que escuchar todos los días, diciéndonos que sos una adulta?
Estás mas para muñecas que para hacerte cargo de tu vida!!!!!
Estos reproches que en otro momento la hubieran molestado, la aliviaron, quedó satisfecho con su respuesta, no soportaría mas preguntas.
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Diez años después de este episodio, M estaba en la universidad esperando al profesor en su primer día de clase de esa materia. Entró al aula un profesor muy joven, de no mas de 30 o 31 años. Estaba acompañado de dos chicas, que eran sus ayudantes, también muy jóvenes. Le pareció familiar su rostro. Pensó que era parecido a alguien conocido.
Comenzó a hablar de cuestiones administrativas del curso. Todo funcionaba con normalidad hasta que alguien le hizo una pregunta, el miró a una de sus ayudantes y contestó con una sonrisa burlona. Esa sonrisa, pensó. Será el?
Podrá ser el mismo? El mismo muchacho que hace diez años la había violado detrás del hospital?