Detrás de escena (segunda parte)

Tras el éxito de la primer obra, una nueva obra obliga a Daniela a volver al escenario para hacerse más mujer que nunca.

POSTDEBUT

Tras aquella noche en que Diego me hizo mujer continuamos viéndonos en la intimidad. Aprovechábamos cada oportunidad que teníamos para vernos y hacer el amor en secreto. La mayoría de las veces lo hacíamos en su casa ya que vivía solo. Había comenzado a comprarme ropa y maquillaje que dejaba en su casa y no bien llegaba me vestía y me transformaba en Daniela. También lo continuamos haciendo en el teatro, a veces incluso cuando había gente; yo vestida con los distintos atuendos de la obra. En esas ocasiones mis venas se llenaban de adrenalina; mucha más adrenalina que Diego, pues yo aún estaba experimentando sensaciones nuevas, mientras que Diego había sido activo y hombre toda su vida.

No estábamos enamorados, pero habíamos desarrollado una amistad muy íntima. Tener que vernos en secreto y haber cruzado el tabú de la homosexualidad juntos, nos había hecho muy cercanos; era un secreto muy grande y muy placentero el que compartíamos. Aunque si lo que hacíamos era un acto de homosexualidad era discutible. Con el paso del tiempo deje de sentirme un varón afeminado, que era como me había sentido toda mi vida, y me sentía más una chica. Tras un año de estar con Diego tuve que empezar a actuar en la vida real, actuar como un varón, ser un poco más masculino de lo que me surgía de manera natural.

LA NUEVA OBRA

La obra había sido un éxito. La trama principal había recibido críticas muy positivas y el condimento LGTB  que suponía mi presencia había sido muy bien recibido tanto por el público general como por el ambiente LGTB. Este último fue el que reclamo que hubiese una continuación con más presencia de Daniela. La demanda de una continuación sumada al éxito del guión convenció al director de hacer una nueva obra.

Ni el director ni el escritor querían hacer una obra centrada en la sexualidad trans, les parecía un cliché y que dejaría fuera al resto del público que no suele consumir ficción sobre sexualidad. Por lo que decidieron hacer una obra con menor presencia de Daniela, pero esta poca presencia fuera más intensa, mucho más intensa. La última escena de la primer obra termina con un beso, esta obra terminaría con Darío y Daniela teniendo sexo!

La trama principal de esta obra era quizás más compleja e intensa que la obra anterior. Darío debía concretar un contrato con una importante multinacional, que de logarlo le aseguraría un importante puesto jerárquico en su empresa además de gran aumento de sueldo. Darío estaría toda la obra estresado y preocupado por cerrar este trato, ya que había otras empresas que competían por ese mismo contrato con la multinacional.

Daniela aparecería en tres escenas y esta vez estaría claro que se trataba de la pareja de Darío. En la primera escena de Daniela, ella se encontraba en su trabajo, en una oficina pequeña, y mantenía una conversación telefónica con Darío. Solo era yo quien hablaba, el diálogo de Darío se podía asumir en base a mis respuestas y comentarios. En esta conversación Daniela quería asegurarse que cenarían juntos esa noche, pero Darío se mostraba muy ocupado le decía que no lo esperase despierta. Daniela colgaba el teléfono afligida por saber que se acostaría sola esa noche.

En la segunda escena, Daniela y Darío tendrían una fugaz charla en un café. Darío le comentaba sobre el importante contrato empresarial que estaban por conseguir en su trabajo y Daniela le escuchaba y aconsejaba, pero de pronto Darío diría que tenía una reunión importante y se iría. Daniela le preguntaría a qué hora volvería a casa y de vuelta Darío le decía que no lo esperase levantada.

Finalmente, la escena final era la escena del clímax. Ocurriría un domingo de verano, por lo que yo estaría vestida solo con sandalias y un vestido muy veraniego de color blanco que me llegaba hasta arriba de las rodillas. El peinado sería un rodete bien ajustado que sujetase todo el cabello, tuve que dejarme crecer el flequillo para que llegase hasta el rodete. Y debajo del vestido un culote; pero después de aquella noche no había vuelto usar esos culotes diseñados exclusivamente para trans, sino que utilizaba los culotes convenciones aunque me ajusten un poco, pues me hacían sentir más femenina. El diálogo ocurría en nuestra habitación, de día, parados justo al lado de la cama. Yo le invitaba a dar un paseo juntos, le decía que estaba vestida para la ocasión, pero él me respondía que tenía una última llamada que hacer a su jefe, para avisarle que el trato ya estaba cerrado, que al día siguiente se firmaría el contrato. Luego yo le recriminaba que era Domingo y esa llamada podía esperar. Le decía que no habíamos hecho el amor en semanas, que las últimas veces que lo hicimos no había sido como antes. Finalmente le decía que nuestra pasión se había apagado y ahí es cuando Darío reaccionaba. Tras decirle eso me sujetaría de ambos brazos y me diría que nuestra pasión no se había apagado, que aún podía hacerme sentir tan mujer y tanto placer como la primera vez. Luego me empujaría gentilmente sobre la cama, yo me acostaría boca abajo, él se pondría encima de mí y nos cubriría con las sabanas y frazadas (no era muy lógico que hubiese frazadas ya que era verano, pero unas sábanas no nos cubrirían lo suficiente, por eso se optó por poner frazadas).

Y aquí vendría la escena que más vergüenza me daría actuar en mi vida. Luego de taparnos, Darío simularía bajarse el pantalón para luego simular el coito anal, y yo debería actuar un orgasmo. Desde que Darío nos tapaba tendríamos que simular tener sexo durante cuatro minutos, frente a un teatro lleno de gente! Originalmente, el guión decía que fueran cinco minutos pero a todo el elenco le pareció demasiado tiempo, pues durante todo ese tiempo el público solo estaría viendo a dos actores simulando sexo anal; parecería casi pornográfico. Pero tampoco podía ser corta la escena del coito, pues tenía que parecer sexo real, así que el director decidió que fueran cuatro minutos, que para mí eran una eternidad. Durante esos cuatro minutos tendría a Diego encima de mí, moviendo su cadera como si me estuviera follando y yo debía gemir de placer, y todo esto en público. Como la primer obra había terminado con un beso, el director decidió que esta nueva obra debía concluir con algo más intenso que un beso, esa había sido esta la razón para incluir un acto sexual en la obra.

Dicha escena nunca la actuamos frente al elenco ni el director. Como ya estábamos acostumbrados a estar juntos en la cama, en una sola ocasión ensayamos como acomodaríamos nuestros cuerpos y dejamos el resto a la improvisación. El director nos había dado la libertad de actuar esa escena como quisiéramos, yo podía gemir, gritar o estar callada según se me antoje.

A DOS DÍAS DEL ESTRENO

Estábamos a dos días del estreno, pero no estaba nerviosa por la escena final. Estaba triste porque la relación que venía teniendo con Diego se había visto interrumpida por esta misma obra. En esta obra, Diego aparecía en casi todas las escenas, y tenía mucho diálogo, lo que significa que tenía que ensayar más que cualquier otro; por eso cada vez teníamos menos tiempo para vernos. Hacía casi dos meses que no habíamos hecho el amor y ya ni nos veíamos tanto, pues yo que tenía poca presencia en la obra iba menos días a ensayar. Y cuando le escribía para que nos viésemos me decía que aún tenía mucho dialogo que memorizar, que mejor otro día. Estuve con esos pensamientos en mi cabeza todo el día, y tras el último ensayo del día me fui directo a su camerino.

No quise tocar la puerta, sino que me paré fuera y le envié un mensaje diciendo donde estaba y que quería hablar con él. Al instante me abrió la puerta y me hizo pasar. Yo vestía el vestido veraniego de la última escena, pero ya desde la obra anterior se me había hecho costumbre deambular por todo el teatro como Daniela durante los ensayos. Ya se me había ido un poco la vergüenza con los miembros del elenco, además todos sabían que molesto estar cambiándose a cada rato o tener que quedarme escondida en mi camerino.

—     ¿Diego, has notado que lo que sucede entre nosotros en la obra se parece a lo que nos ha sucedido en las últimas semanas?

—     Sí—dijo muy calmo—lo noté. De verdad he querido estar contigo, pero sabes que si la obra no sale bien por mi culpa, todos perdemos.

—     Lo sé, lo sé perfectamente. Es que de verdad pienso que podríamos haber hecho un esfuerzo para estar juntos—. Diego se levantó y se paró frente a mí, tomó mi rostro con una mano y levanto mi mirada hasta sus ojos.

—     En dos días será el estreno. Luego de eso se reducirán los ensayos y te prometo que volveremos a pasar más tiempo juntos—. Me dio un fuerte beso en los labios, el primero en semanas.

—     Será mejor que me vaya, nadie me vio entrar, pero si alguien descubre que estoy aquí será sospechoso—. Diego se asomó al pasillo y al ver que no había nadie que hizo salir.

EL ESTRENO

El teatro estaba lleno. Me encontraba en mi camerino, sola, lista para la escena final de la obra. La maquilladora y la estilista ya habían hecho su trabajo. Me paré frente a un espejo y me costó reconocer mis propios rasgos masculinos. Desde mi debut sexual, un año atrás, había comenzado a usar cremas de belleza para que mi piel se viese más tersa y femenina. Pero más allá de eso, creo que tanto sexo anal había afectado mi flujo hormonal y mi cuerpo cada vez producía menos testosterona. O al menos eso me gustaba pensar, pero no podía negar que me veía un poco más femenina que antes, no sabía exactamente donde estaban los cambios, pero miraba mi rostro en el espejo y me veía cada vez más andrógina, podía ser tanto el rostro de un chico como el de una chica, cuando antes mi rostro era claramente el rostro de un varón con marcados rasgos femeninos. Mis ojos verdes relucían como de costumbre y mi pelo estaba más amarillo que nunca, recogido en un hermoso rodete justo detrás de mi cabeza. Faltaba poco para la última escena así que salí del camerino y me dirigí al escenario.

El escenario estaba girando 180°, poniendo nuestra habitación frente al público. Diego de sentó pensativo al borde de la cama, el telón se levantó y yo entre en escena. Comenzamos nuestro diálogo, durante el cual Diego se levantó de la cama y se paró frente a mí. El dialogo entre ambos fue de los más natural, ninguno de los estaba actuando, a Diego y a mí esta obra nos había afectado como a Darío y a Daniela les había afectado el contrato con la multinacional.

—     ¡Creo que nuestra pasión se ha apagado!—exclamé llena de tristeza.

—     ¡Nuestra pasión no se ha apagado!—dijo sujetándome de ambos brazos—aún puedo hacerte sentir tan mujer y tanto placer como la primera vez—. Me empujó gentilmente sobre la cama y yo me desplomé boca abajo.

La adrenalina comenzó a correr por mis venas. El teatro estaba lleno y esta escena de sexo sería una sorpresa para todo el público ya que era la primera función de la obra. Diego se quitó la remera, tal cual indicaba el guion, y se acostó encima de mí y nos tapó hasta los hombros con la frazada. Entonces sentí sus manos sujetar mi culote. Esto no era parte del guión. Muy rápido me la bajó por completo y la arrojó fuera de la cama para que todo el público lo viese. Luego me levantó el vestido por arriba de la cintura.

—     Darío ¿Qué haces?—pregunté casi en un grito. No estaba en el guión, pero esta era la parte en la que podíamos improvisar, nadie notaria nada en raro por preguntar eso. A pesar del miedo y los nervios tuve la suficiente cordura como para llamarlo Darío, de haberlo llamado Diego no sé qué habría sucedido.

Había un culote escondido bajo las frazadas, ese era el culote que Diego debía arrojar fuera de la cama, pero en lugar de eso me había desnudado las partes íntimas. Y luego se hacer eso noté que no simulaba bajarse los pantalones, sino que se los estaba bajando de verdad! Todo esto lo hacía con su cabeza pegada a la mi espalda, teníamos que mantener nuestros cuerpos pegados para no dejar ningún espacio visible al público; pues estábamos ubicados de frente a ellos. Sentí su erección sobre mis nalgas. Luego me pareció que buscaba algo en el bolsillo de su pantalón que tenía a la altura de las rodillas. Un instante después sentí un pomo de gel aplastarse contra mi ano, que Diego en el apuro casi vació por completo inundando mi recto y mis nalgas de gel. Separó bien mis piernas con las suyas y puso el extremo de su polla en mi ano.

—     Darío!! POR DIOS!! DARÍOO!!—Estaba muerta de miedo, me iba a follar de verdad frente a una multitud que creía que fingíamos. ¿Pero y si se daban cuenta? Además, no había nada que pudiera decirle sin que el público escuche. Mis expresiones y mis gritos eran para convencerlo de que se detuviese, pero no lo conseguí.

No bien puso su polla en mi ano la introdujo hasta el fondo, mi cola se dilató 19 cm de largo y 5 de ancho en un instante. Gracias al gel y a todas las veces que me ya me había follado no sentí dolor, pero jamás me había penetrado tan rápido. Inmensas oleadas de placer recorrían mi cuerpo a toda velocidad, y es que Diego me estaba follando con fuerza, me sacaba y me volvía a meter casi toda la polla. Yo tomé todas las almohadas que había en la cama, las puse bajo mi pecho las abracé con fuerza. Gemía y gritaba sin control, por placer y por miedo. Al cabo de unos segundos de coito yo tenía una erección.

A un costado del escenario, fuera de la vista del público, había un reloj digital que marcaba los cuatro minutos que debíamos actuar; apenas iba un minuto y medio. Diego me envolvió con todo su cuerpo ya que era mucho más corpulento y alto que yo; no dejaba de darme chupones en el cuello. Me sentía tan indefensa como la primera vez que lo hicimos. Me encontraba ensartada por su polla de cara al público, no podía quitar la mirada del frente, estaba mirando al público a la cara al igual que ellos a mí. Sentí más adrenalina que nunca en mi vida. Por un momento me entro miedo que Diego no se detuviese tras los cuatro minutos.

Miré el reloj, iban tres minutos. Justo en ese momento Diego me clavó la polla hasta el fondo y siguió presionando como si me quisiese abrir al medio y me hizo gritar aún más, pues una enorme ráfaga de placer comenzó a recorrer mi cuerpo como una onda eléctrica. Diego me había clavado su polla porque iba a eyacular y sentirla tan adentro me hizo gozar tanto que también llegué al clímax. Entre gritos y jadeos eyaculé frente a una multitud.

Aún quedaban casi treinta segundos para los cuatro minutos, que lo ocupamos con jadeos post orgásmicos. Diego retiró su polla despacio mientras me respiraba en la nuca. Finalmente se acercó a mi oído y dijo:

—     ¿Ves cómo nuestra pasión no se ha apagado?—esta frase era parte del guión, pero coincidía por completo con nuestra realidad.

Tras esta frase bajó el telón. Los aplausos fueron estruendosos. El público gritaba de emoción y satisfacción. Muy rápido nos levantamos, pues teníamos que ir delante del telón con el resto del elenco para saludar al público. Rápidamente me puse el culote que había escondido en las sabanas, el que Diego tenía que arrojar fuera de la cama. Mi polla semi erecta y embadurnada en mi propio semen quedó aplastada bajo el culote. Traté de mantener mi cola lo más cerrada posible porque el semen de Diego seguía dentro de mí. Miré la mancha que mi semen había dejado en las sábanas y le pregunté a Diego que haríamos con eso. Diego cubrió la cama con la frazada y me dijo que se quedaría último en el teatro y se encargaría de poner sabanas nuevas y dejar estas en el lavadero del teatro. Era un buen plan ya que los escenógrafos no trabajan al terminar la obra, sino que venían a la mañana siguiente a acomodar todo para una nueva función.

Me acomodé bien el vestido y me lo despegué del abdomen donde tenía semen que hacía que el vestido quedase pegado. Nos dirigimos hacia un extremo del telón para darle la vuelta.

—     No puedo creer lo que sucedió, me siento muy humillada—. Le dije muy seria mientras cruzábamos el escenario de la habitación.

—     Quería demostraste que nuestra pasión no se apagó. Además, esa enorme mancha en las sabanas indica que lo disfrutaste, y mucho—tras decir eso me dirigió una sonrisa pícara y yo me sonrojé.

Todo el elenco se paró frente al telón y de cara al público y nos pusimos a saludar. Yo estaba nerviosísima, estaba conteniendo los espasmos orgásmicos y sentí como el semen de Diego brotaba de mi ano y comenzaba a inundar mi culote. El saludo al público terminó y me dirigí directamente a mi camerino lo más rápido que pude. Por suerte el resto del elenco volvía muy despacio a los camerinos ya que estaban platicando sobre la experiencia del estreno, así que los dejé atrás rápidamente y recorrí los pasillo de los camerinos sola. Cuando entre a mi camerino el semen de Diego había chorreado por mi pierna izquierda y ya había llegado hasta debajo de la rodilla. Me desplomé sobre el sofá y expulsé un gran suspiro y varios jadeos que había estado conteniendo desde que termino la escena.

Me saqué el culote empapado en semen de ambos y comencé a limpiarme con una toalla. De pronto me llegó un mensaje al celular. Era Diego. El mensaje decía “¿quieres cenar en mi casa?”. Mis ojos se empaparon de alegría. Me cambié y fue a su camerino a buscar las llaves de su casa. Para no levantar sospechas nunca nos íbamos juntos, y yo acostumbraba irme antes con sus llaves para al llegar a su casa comenzar a maquillarme y vestirme, así cuando él llegaba ya se encontraba con Daniela.

—     Hay una caja sobre mi cama. Estoy seguro que te verás hermosa con eso puesto—. Tras decir eso me entregó las llaves de su casa y yo salí del camerino.

Mi cuerpo volvía a excitarse. Ya quería ver que ropa sexy había en esa caja. Con esa ropa me encontraría gritando orgásmicamente en las próximas horas.