Desvirtualizándote III - Prioridades

Un furtivo encuentro en el tren desembocará en el tercer encuentro sexual entre él y Mar.

Sabía que su novia estaría esperándolo dónde habían quedado, en la parada del tren, dónde se suponía que tenía que recogerla para salir juntos y volver a conectar. La veía claramente de pie, con su corto vestido, meciéndose impaciente mientras miraba el móvil preguntandose porque llegaba tan tarde y no avisaba. Imaginaba su cejo fruncido levemente preocupada por su tardanza.

Y ahí estaba él, envuelto en las cremosas piernas de su amante. Intoxicado por su olor y la suavidad de su piel, perdiéndose entre sus caderas y hundiéndose en ella como si no hubiera un mañana. Sujetandola con fuerza, mordiendo y lamiendo su cuello mientras sus gemidos lo llenaban todo alejandolo de la realidad acompañado del placer de sus arañazos en la espalda.

¿Y cómo había llegado hasta ahí? Hacía bastante tiempo desde que la viera por última vez, no tenía muy claro porque ya no hablaban pero tampoco le daba importancia; solo habían sido un par de polvos y ahora tenía cosas más importantes en las que pensar. O eso es lo que se decía hasta que se cruzó de nuevo en su camino.

“Debía haber cogido el coche” iba pensando mientras el tren lo mecía. La noche anterior había aceptado salir con sus amigos por el centro y con la idea de beber dejó el coche cerca de casa para no tener problemas. Ahora, con una resaca considerable, sus motivos le parecían poco prácticos aunque le quedaba como consuelo que en un rato podría echar un buen polvo con su novia.

Unos dedos rozando su vientre bajo la camisa lo sacaron de su trance. Enarcó levemente la ceja y no pudo evitar excitarse un poco al pensar en todos aquellos relatos eróticos que había leído sobre el tema, aunque normalmente era el tío el que se aprovechaba... ¿¡y si era un tío el que lo estaba tocando!? Alarmado intentó darse la vuelta pero una suave risa lo dejó helado en su sitio, parecía que después de tantas semanas volvía a encontrarse con ella.

Mar se mordió el labio, agradeciendo que hubiera tanta gente en el tren, mientras continuaba explorando el vientre de él. Movió lentamente las manos hacía su pecho, sonriendo para si cuando un escalofrío recorrió todo su cuerpo, rozando sus pezones con las yemas de los dedos. Siendo sincera, la situación en la que se encontraban en ese momento hacía que tuviera que apretar los muslos para aliviar la presión que empezaba a notar en su sexo. Estaba segura de que él estaría incómodo, ya que le gustaba controlarlo todo siempre, pero no podía dejar pasar esa oportunidad.

Fue un pellizco en su pezón izquierdo lo que despertó su polla, eso y el hecho de que lo estuvieran tocando en medio de toda esa gente que volvía de una noche fuera. Sujetó con fuerza la barra del tren para no soltar un gemido, cuando esas lascivas manos arañaron su camino hacía sus vaqueros. Movió las caderas en el momento que unos dedos se cerraron alrededor de su rabo, ¡ni siquiera había notado como metía la mano en los pantalones!, de momento la dejaría jugar y luego ya se cobraría el precio por este momento.

Empezó a pajearle muy despacio al tiempo que se apoyaba más en él, notó sus pechos contra la espalda y se dió cuenta de lo mucho que los había echado de menos. Volvió a mover las caderas por inercia, ojalá pudiera follarla allí mismo contra la misma puerta en la que se estaba apoyando. Podría rodear su cintura con las piernas de ella y metérsela hasta que sus huevos golpearan sus labios, mordería su cuello hasta hacerle sangre por el simple placer de castigarla por avergonzarlo en medio de un tren lleno de gente. Y ella lo disfrutaría, porque era así de simple, disfrutaría su polla y se lo haría saber con sus gemidos y jadeos.

Cerró con fuerza los ojos pensando en cosas poco placenteras porque aquello era demasiado, su pequeña mano apretando deliciosamente su hinchada verga, moviéndola lentamente torturandolo sin reparos, esparciendo su líquido preseminal por todo el tronco. Sus cojones empezaban a tirar y estaba a punto de correrse cuando las manos de ella desaparecieron de sus pantalones.

  • No puedes correrte aquí, irías con los pantalones manchados - le susurró ella entre risas.

Cogió aire y se giró para mirarla, ahora entendía perfectamente lo que significaba tener dolor de huevos. Ella le sonreía, llevaba el pelo recogido a un lado y parecía un marimacho con esos vaqueros anchos de rapero de barrio y esa camiseta negra de tirantes, extrañamente su polla solo hizo que endurecerse más y rogarle que la poseyera.

  • ¿Te has divertido zorra? - le preguntó muy despacio llevando una mano a su brazo sujetandola.

  • Parece que tú sí - contestó lamiendo su mano, la mano que había estado en su polla.

La miró y por un momento tuvo el impulso de besarla, de castigarla con fuerza dejando sus labios hinchados y rojos por la presión de sus dientes. De morderla para meter la lengua en su boca y hacerla suya. Mar cogió su mano y volvió a sonreírle.

  • No tengo nada que hacer y... - parecía nerviosa y sonrojada - podríamos terminar esto en tu casa.

Se paró a considerar un momento la oferta, había quedado con su novia en la misma estación. Podría avisarla por móvil, aunque pensándolo bien, se quedó sin batería en algún punto de la noche. Miró a Mar y tomó una decisión apretando su mano.

  • Aún tengo que hacerte pagar por el mal trago que me has hecho pasar - le dijo sonriendo - así que será mejor que bajemos.

Mar decidió pagar un taxi, según ella no iban a hacer el camino y perder el espíritu. Durante el corto trayecto tuvo su mano sobre el muslo de él, acariciándolo con la promesa de lo que estaba por venir. Él la miraba de reojo y no terminaba de entender que tenían de sexy aquellos pantalones, tal vez fuera que eran por la rodilla y no podía ver sus muslos aunque se los conocía de memoria pese a haberlos visto sólo dos veces.

Lo primero que hizo al llegar, fue cogerla en brazos y empotrarla contra la puerta de su casa, maldiciendo en voz alta porque ella llevaba esos pantalones de tío que no le dejaban disfrutarla allí mismo. Mordió la base de su cuello con fuerza como castigo por su comportamiento en el tren regodeandose en su grito mezcla de dolor y placer.

La llevó en volandas hasta su habitación sin dejar de besar y morder sus labios, dejando por el camino su camiseta y sujetador. Dejó que le quitara la camisa y que arañara su torso antes de dejarla en el suelo para que pudieran quitarse los pantalones aunque en ningún momento dejaron de tocarse, cosa que aprovechó él para atarle las manos a la espalda con su cinturón.

  • ¿No creías que iba a ser tan fácil verdad? - dijo sentándose al borde de la cama.

Mar sonrió y se arrodilló entre sus piernas. Empezó repasando con la punta de la lengua las venas de su polla, saboreando su erección con calma. Él acariciaba su cabello pero no tenía prisa ninguna así que le permitió seguir ese ritmo. Dejó caer su saliva sobre el capullo y la expandió con su boca, que estaba ardiendo por dentro, la fricción hacía maravillas en sus pelotas y volvía a estar a punto de correrse.

  • Para - siseó entre dientes - siéntate encima.

  • ¿Te ha gustado nuestro pequeño encuentro en el tren verdad? - susurró sensualmente ella.

  • ¿Te he dicho que hables zorra? - respondió amordazándola por sorpresa con un pañuelo - Sólo quiero hundir mi polla en ese coño tan hinchado y mojado que tienes.

Para demostrar sus palabras metió la mano entre sus piernas, obligándola a incorporarse, pellizcando con fuerza su clítoris arrancándole un gemido ronco tras la mordaza. Siguió con su exploración sonriendo satisfecho al comprobar que estaba completamente en lo cierto.

  • Siempre estás tan mojada para mi - dijo gimiendo al tiempo que introducía dos dedos en su interior - y eres tan jodidamente estrecha...

Movió los dedos en su interior rozando su botón con la otra mano, deleitándose en sus temblores y en el movimiento de sus caderas que pedían más de él. La acercó a él sacando los dedos, lamiendolos y disfrutando de su sabor. Oyó un sonido de protesta por su parte y sonrió, echándose hacia atrás en la cama, tumbándose boca arriba.

  • Anda, ven aquí y follame - gruñó entre dientes sujetándose la verga.

Mar subió a la cama y se colocó sobre él. Bajó lentamente, disfrutando de la sensación de su polla abriéndose paso centímetro a centímetro dentro de ella, gimiendo contra la mordaza. Repitió la operación levantándose despacio para dejarse caer de golpe cuando el capullo estaba a punto de salirse. Pronto los dos estaban jadeando y moviéndose a la vez.

  • Que buena zorra eres, se nota que te gusta mi polla - siseó incorporándose y soltándole las manos.

Ella lo rodeó con brazos y piernas ocultando su rostro en el hueco de su cuello para ahogar sus gemidos. La sujetó por los glúteos y la empezó a moverla de manera frenética con ganas de soltar toda su leche dentro de ella. Gruñó cuando le arañó la espalda y su coño se contrajo alrededor de su polla, con un par de empujones más descargó todo su semen.

Se quedaron abrazados unos minutos sin decir nada, tan solo recuperando el aliento. Miró un momento el reloj y vio que su novia debía llevar esperando bastante rato. Suspirando le indicó a Mar que se levantase para poder ir a por ella.

  • Creo que debería irme - dijo Mar alejándose de él buscando su ropa.

Se fue a la ducha y al salir Mar ya se había ido, le dejó una nota diciéndole que no encontraba su culotte y que se lo guardara. Su novia seguía en la estación, no se había atrevido a marcharse por si le había pasado algo así que se llevó una buena bronca por tardar tanto, por suerte un par de besos y una promesa de pasar el día juntos la calmó deprisa. Lo último que vio de su amante fue su cara a través de la ventana de un bar, estaba tomando algo con el chico que conoció en aquel evento tantas semanas atrás. Lo peor fue la mala leche que le entró al ver que ella llevaba un pañuelo que tapaba su cuello y su marca.

Continuará...