Desvirgando un heterocurioso... (1)
Venga va, ¿cuántas veces te has corrido pensado en que estás desnudo ante mí? inquirí. Sí, pero igual estarlo realmente es diferente, no puedo saberlo, igual me pongo nervioso y ya está. Eso es fácil comprobarlo -y tiré de su bañador para quitárselo. Para tío, que hay gente, nos verán. El agua te tapa desde el ombligo hacia abajo y la gente está lejos -e insistí, y finalmente soltó un poco el bañador y puede robárselo.
A Raul lo conocí aquel día lluvioso en un chat. No hacía tiempo para salir de casa (típica tormenta de verano) y bueno, para entretenerse un rato, no está mal conocer gente. Me llamó la atención un tipo que se definía como heterocurioso y de mi ciudad en el nick, más que nada porque yo en aquella época también me consideraba tal, aunque a dia de hoy soy bi. Me llamo Pablo. Más tarde me dijo que se llamaba Raul, pero en ese entonces, por lo poco que hablamos, solo sabía que tenía 5 años menos que yo y que le gustaba fantasear con ser sumiso de otro hombre. El caso es que a partir de una conversación típica y simple por chat nos hicimos amigos.
–(…) me divierto por aquí viendo pollas de gays activos, pensando en que me follan –decía.
–¿Como ésta? -le mandé una foto de la mía.
–jaja sí, no está nada mal. ¿Como eres?
–Pues cuerpo atlético, de deportista. Moreno. La polla ya me la has visto. 1’77.
Al final acabamos mandanos fotos desnudos y hablando más asiduamente por otras vías. Raul no estaba nada mal, delgadito y con el culo en su sitio. Bastante orgulloso de su trasero, no evitaba mandarte fotos y yo lo agradecía.
Al final, de las conversaciones calientes derivamos en querer quedar. Pero a él le asustaba, le daba miedo, las inseguridades de la primera vez y todo eso, y a la vez, estaba loco por que lo poseyera. Un día hablando por teléfono quedamos para unos días después
–Raul, mira, si quieres vamos un día a la playa y nos conocemos. Luego tu decides si quieres venir a mi casa y hasta dónde llegar.
–Está bien, vale… Contigo tengo confianza, veremos.
–Ah, y depílate enterito para mí, sé una buena zorrita –-le ordené.
–Ya lo estoy, hasta el culito…
–Bien, tiene que estar preparado por si hay que desvirgarte.
--Uf. Pero y si no te gusta como lo hago... Es que solo he follado con chicas --me decía.
–Si no me gusta como lo haces te azotaré el culo para que aprendas a hacerlo como yo quiera.
–Como quieras, me encantaría… –decía avergonzado.
Llegado el día, con un buen solecito en el cielo, fui a la playa y lo esperé en el paseo marítimo. Nos saludamos y lo conduje a una playa de poca gente. Raul parecía tímido. Tuve que llevar yo bastante la iniciativa.
–Chateando eres más hablador, eh –le dije.
–Bueno, me da un poco de corte, pero va todo bien.
–Vamos al agua y jugamos un rato, así te desinhibes –y la estiré del brazo en dirección al mar.
Chapoteamos en el agua e hicimos un poco el tonto, haciendo como si pelearamos. Entonces lo cogí de las piernas y lo acerqué a mi, de tal manera que notaba su culo en contacto con mi polla.
–Pablo, oye, creo que no estoy preparado para hacer nada aún.
–¿Por? –pregunté por si podía hacerle cambiar de opinión.
–Es que hacerlo con un tío, en la fantasía bien pero luego en directo, no lo acabo de ver…
–Venga va, ¿cuántas veces te has corrido pensado en que estás desnudo ante mí? –inquirí.
–Sí, pero igual estarlo realmente es diferente, no puedo saberlo, igual me pongo nervioso y ya está.
–Eso es fácil comprobarlo -y tiré de su bañador para quitárselo.
–Para tío, que hay gente, nos verán.
–El agua te tapa desde el ombligo hacia abajo y la gente está lejos -e insistí, y finalmente soltó un poco el bañador y puede robárselo.
Entonces me acerqué a él y poco a poco hice como si fuera a besarlo. Él no se movía, esperaba mi beso, al fin parecía que estaba receptivo. Pero no lo bese, simplemente me acerqué a su oído, y le recriminé que no me hubiese dejado quitarle el bañador a la primera:
–Si eres mi zorrita, no te resistas a mis deseos. ¿O no lo eres?
–Lo siento, Pablo, lo soy…
–Así me gusta –sentencié y lo besé--.
Nos fundimos en ese beso y le mordí el labio para cerrar nuestro primer contacto íntimo.
–Es la primera vez que beso a un chico…-me confesó.
Sonreí.
–Ten, sujeta tu bañador, que aún se lo llevará una ola.
Y cuando lo cogió yo llevé mi mano a su pierna, la acaricié y luego le toqué los huevos, acabando por cogerle la polla y masturbarlo lentamente. Estaba duro. Y en su cara se veía la excitación. Él volvió a besarme y yo lo senté frente a mi, encima de mi polla también dura, con el vaivén que provocaban las polas. Pero, no obstante, el contacto con su culo no era directo porque yo llevaba aún el bañador.
–Gírate –le ordené.
Cuando se dio la vuelta empecé a morderle el cuello y llevé mi mano a la entrada de su culo.
–-No es buena idea, Pablo, hay gente que no está tan lejos.
--¿Y? --dije serio mientras masajeaba con mi dedo su ano.
–Que se harán una idea de lo que estás haciendo…
–¿Querías que te tratara como lo puta que quieres ser, no?
–Sí…
–Pues deja de quejarte y saca el culo un poco hacia afuera –obedeció sumisamente y se inclinó un poco hacia delante--. !Ah¡ –gritó cuando lo penetré totalmente con mi dedo.
Lo incorporé y seguí mordiéndole por detrás mientras le metía y sacaba mi dedo. Entonces lo giré, me bajé el bañador y lo senté encima mía. Empezamos a movernos, rozando mi polla contra su culo. Si no paraba esto, iba a acabar follándomelo ahí, y sé que no estaba preparado ese culo virgen para recibir mi polla con la sal del mar y sin lubricante.
–Ponte el bañador y vámonos -le ordené.
–¿Dónde? -preguntó, seguramente extrañado de que, en el mejor momento, cortara el rollo.
–A mi coche, a que me comas la polla.
Menos mal que no había mucha gente por las cercanías, porque salimos los dos con la tienda de campaña puesta. Aunque a mi la gente me daba bastante igual, pero era divertido poner nervioso a Raul, verlo preocupado de que lo vieran tan sumisamente ante mí. En el coche se sentó en el asiento de copiloto, yo eché el asiento un poco atrás y lo incliné. Él se acercó a mi y me besó mientras me masturbaba. Intentó masturbarse él también pero le corté inmediatamente.
–No te toques, que si te corres se te bajará el calentón. Has venido a darme placer a mi…
–Sí, perdona…
Lo cogí de la cabeza, le besé y le mordí el labio y, finalmente, le empujé la cabeza hacia mi polla. Oh dios, ese momento en el que se la metió en la boca. Estoy seguro que saldría precum a doquier. Un gusto inmenso me recorrió todo el cuerpo y me obligó a estirarme desde la cabeza hasta los dedos del pie. Raul sabía manejarse chupándola, se la habrían mamado porque entendía como hacerlo para dar más placer. Y a veces se la sacaba de la boca y lamía desde los huevos, por todo el tronco, hasta la punta del pene, recogía el precum con la lengua y se la volvía a meter hasta dentro.
--Abre la boca, que ya voy… --dije con una voz débil consumida por el placer–.Oh… –por lo menos tres chorros grandes salieron desde mi falo, que Raul cogía apuntando a su boca--. Tragatelo. Bien. Abre la boca que compruebe que te lo has tragado. Bien. Ahora chúpamela para limipar los restos –ordené finalmente.
No le hice ni una paja. Quería que se fuera bien caliente a casa. Que aprendiese su papel al servicio de mi placer. Que se masturbase en casa pensando en mi. A la próxima me iba a follar ese culito respingón, de eso no tenía ninguna duda.