Desvirgado en la escuela IV

Tras aquel encuentro con Mario y David mi cabeza no sabía como asumir lo sucedido, y tal vez lo que esta por venir no ayude demasiado.

Lo que sucedió tras el examen de química me dejó sin palabras, pasaban los días y aún estaba estupefacto por cómo habían sucedido los acontecimientos. Mis sentimientos se encontraban en aquel laberinto que ocupaba mi cabeza. Por un lado, estaba encantado por lo que había pasado ya que me gustaba experimentar con mi cuerpo y explorar nuevas situaciones, y esa en concreto me había ayudado a conocerme a mí mismo y a mis instintos más bajos. No cabía duda de que había disfrutado al máximo del trio, pero por otra parte no entendía como David había podido contarle lo nuestro a una tercera persona y a compartirme.

David había estado frío durante el acto y posteriormente se había inmiscuido de nuevo en su mundo, no entendía que ocurría con él. Sabía que lo nuestro no era posible porque había muchas cosas que superar pero, por lo menos aspiraba a llegar a un entendimiento entre nosotros aunque fuese entre los muros de nuestras habitaciones.

Entre fiestas, acontecimientos familiares y días de relax en la piscina transcurrieron un par de semanas hasta que tuve noticias de uno de ellos. Recuerdo que era medianoche y estaba tumbado en el patio de mi casa perdiendo el tiempo con el ordenador. Justo cuando estaba quedándome dormido delante de la pantalla del portátil, me espabiló el sonido de una notificación. Me había llegado una petición de amistad en una conocida red social de la época. Tenía una foto de perfil un poco difusa, por lo que lo acepte para averiguar quién era.

Al rato de aceptarle empezó a hablarme.

-          Hola culazo, ¿Cómo estás?

-          Hola, ¿Quién eres?

-          ¿Ya te has olvidado de mí? Te voy a tener que dar un pollazo a ver si espabilas, zorrita.

-          ¿Quién eres?

-          Me comiste la polla hace poco… y estoy deseando que vuelvas a hacerlo, la verdad… Soy Mario,

-          Vaya, ¿Qué tal estás?

-          Con el rabo en la mano, pensando en ti.

-          Jeje no me vaciles anda…

-          No te vacilo, me gustan las chicas, pero ha sido el mejor polvo que he echado en mi vida.

-          Bueno, siempre podemos mejorarlo…

-          Claro, aunque me gustaría disfrutarte yo solo…

-          Bueno, ¿Qué impide que lo hagamos?

-          No sé… lo tuyo con David…

-          No tengo nada con David

-          ¿Te gustaría repetir?

-          Me encantaría…

-          ¿Cuándo puedes?

-          Cuando quieras nene….

-          Estoy en casa de tu vecino, puedo ponerle una excusa e ir a tu casa en un par de minutos – Y me puso un guiño-.

-          Ya estás tardando, estoy solo ahora.

-          Ve poniéndote de rodillas zorrita, que en cinco minutos estoy dándote rabo.

Acto seguido nos desconectamos. Empecé a ponerme nervioso, no le había dado demasiadas vueltas porque si lo hacía no lo hubiese hecho. Ya no había vuelta atrás, me adecenté un poco en un minuto y me acerqué a la puerta de entrada.

Estaba mirándome en el espejo de mi casa justo cuando sonó el timbre. Era él, decidí ponerlo como una moto desde el principio, quería que entrase ya cachondo con ganas de reventarme. Me puse de rodillas y abrí la puerta mirándole desde abajo con una cara muy sugerente, haciéndole ver la puta que tenía delante.

A Mario se le escapó una sonrisita cachonda y no pudo evitar soplar mordiéndose el labio. Empezó a apretarse el paquete y cerró la puerta…

-          Así que, ¿Esto es lo que quieres? – Dijo David sobándose el paquete sobre el pantalón del chándal.

-          Ufff, lo deseo – Dije mordiéndome los labios.

-          Pues tómala zorra – Acto seguido pego todo su rabo sobre la tela de la ropa a mi cara, empezó a mover mi cara sobre su rabo dominándome en todo momento. – Te vas a hartar de rabo puta.

Me incorporé y comenzamos a comernos la boca salvajemente, como si nos fuera a ir la vida aquella noche. Nos mordíamos los labios, nuestras lenguas bailaban frenéticamente mientras nuestros jadeos resonaban en nuestras bocas. Nuestras pollas, mientras tanto no paraban de saludarse. Entonces Mario me quitó la poca ropa que llevaba dejándome desnudo ante él. Empezó a tocarme los pezones mientras yo le desvestía rápidamente. Terminó de quitarse el bóxer y me dio la vuelta. Entendí lo que quería, abrí mis piernas todo lo que pude y me puse como si me fuera a cachear. Al instante, note su rabo recorriendo la superficie de mi ano. Toda la piel de mi cuerpo se erizo al sentirlo, jadeaba sin parar y empinaba más mi culo. Apoyé la cabeza sobre la pared gimiendo tímidamente, y Mario aprovecho para abrazarme por detrás mientras simulaba que me follaba así.

-          Vamos a mi habitación que vamos a estar más cómodos.

-          Pffff, vamos ya.

Al llegar a mi habitación, me senté en el cabecero de la cama y Mario subió a la cama de pie. Observo mi mirada de lujuria, agarro suavemente mi barbilla levantándola para verme mejor y aprovecho para ponerme la polla en los labios. Los recorrió totalmente, permitiendo que me embriagara de su olor, su tacto, incrementando mi deseo por momentos. Comenzó a darme polacos, viendo como disfrutaba mientras su polla recorría toda mi cara.

Avance mis manos a sus huevos para masajearlos mientras, y al notarlo metió su polla en mi boca. Empecé a recorrer con mi lengua su cabeza, degustando su liquido preseminal, apretando mis labios sobre su polla según me la iba metiendo sin dejar de mirarle. Una vez estuvo dentro del todo, empujaba más provocándome arcadas. Comenzó a follarme la boca salvajemente, los hilos de saliva comenzaban a colgar por las comisuras de mis labios y por su rabo. Estaba babeándosela completamente.

De pronto me dio la vuelta y me puso a cuatro patas sobre mi cama. Separo los cachetes de mi carnoso culo y comenzó a introducir su lengua en mi sonrosadito culo. He de confesar que lo hacía muy bien, me hacía jadear simplemente con su lengua recorriendo mi hoyo. Me follaba con su lengua. Después de un buen rato, se levantó y colocó su rabo en la puerta de entraba, despacito fue metiéndomela permitiendo que mi culo se acoplara a su rabo. Notaba cierta delicadeza en él, besaba mi espalda, tiraba de mi cabello hacia atrás para poder besarme el cuello, lamérmelo mientras aumentaba la intensidad de sus embestidas. Me folló de una forma muy bestia hasta que sin querer comencé a correrme sobre las sabanas, lanzando hasta nueve trallazos. Mario, se corrió a la vez cuando mi ano abrazo su rabo. Me llenó de leche y caímos rendidos así. Nos quedamos dormidos así, abrazados, besándonos.

Lo que pasó al amanecer……..PROXIMAMENTE.

Aún quedan muchas incógnitas en esta historia. Para terminar, agradeceros a todos los que dedicáis vuestro tiempo a leerme y disfrutáis del relato. También a los que votáis y a los que amablemente me escribís al email y en los comentarios. Leo siempre vuestros comentarios y a los emails respondo siempre. Gracias.