Desvirgado en la escuela II

Tras aquel primer encuentro en clase, David y yo pasamos el día juntos. Esto supuso el inició de una historia que forma parte de lo que hoy soy. Espero que lo disfrutéis ...

Nos vestimos a toda prisa puesto que si salíamos en ese momento, nadie repararía en nuestro aspecto ya que todo el mundo se encontraba en clase. Fuimos a la entrada principal todo lo rápido que pudimos para que David tal y como habíamos acordado, se adelantase y dejase la llave al conserje pidiéndole que abriera nuestra clase en la siguiente hora puesto que yo me encontraba mal e iba a acompañarme al Centro de Salud. Para darle credibilidad al asunto, esperé sentado en un sitio cercano a la conserjería con la cabeza colocada estratégicamente entre mis brazos  para que nadie pudiese ver los restos de la lefada seca que David había dejado en mi cara hacia escasos minutos. La bola coló y salimos todo lo rápido que pudimos. Una vez en la avenida principal David agarró mi mano tirando de ella para salir corriendo a su casa metiéndonos por calles secundarias que eran menos transitadas. A los cinco minutos llegamos a su portal, abrió la puerta y entro tras de mí.

-          Joder, nunca hubiera imaginado que fueras tan zorrita tío. – dijo mientras presionaba el botón de llamada del ascensor.

-          Yo tampoco lo sabía… - dije mientras agachaba la mirada.

-          No te avergüences, cualquiera diría que era tu primera vez. Me has comido la polla como nadie, te lo prometo. Me ha costado una barbaridad no correrme en tu boquita.

Mientras transcurría esta conversación noté como se estaba empezando a poner cachondo de nuevo ya que era difícil disimular ese pedazo de rabo. Yo empecé a sofocarme y a morderme el labio sin poder evitarlo. A todo esto, llegó el ascensor. Entramos y marcó su piso.

-          Siempre podemos repetirlo para que puedas hacerlo, ¿no?

-          No tientes a la suerte, porque te follaría aquí mismo.

-          Pues follame – dije mirándole pícaramente.

Llegamos al hall donde quedaba ubicado su piso únicamente. Salimos y me empotro en la pared pegando su rabo a mi culo.

-          Así que quieres que te folle, ¿eh, zorra?

-          Si, por favor…

Me dio la vuelta, comiéndome la boca desesperadamente, entrelazamos nuestras lenguas mordiendo nuestros labios mientras nuestras pollas se apretaban excitándonos muchísimo.

-          Cómeme la polla, quiero que seas muy sumiso, sé que te encanta zorrita.

-          Mucho..

Clavé mis rodillas en el suelo y le miré fuera de mí, estaba muy cachondo y con unas ganas horribles de comerle la polla. El, se abrió la cremallera y se sacó la polla rápidamente. Se me escapó un gemido al verla.

-          Uhmm como me gusta que seas tan zorra, Trágatela – mientras no paraba de darme pollazos en la cara.

Abrí la boca y comencé a devorarla con muchas ganas, lamiendo su cabeza apretándola entre mis labios muy fuerte, lamiendo mientras descendía con mi lengua todo su tronco. Cuando conseguí tragármela entera subí mi mirada haciéndole saber lo mucho que me gustaba su polla.

-          Joder, como me pones zorra. Dios… te voy a follar hasta que revientes.

Me puso la cara contra la pared y comenzó a follarme la boca de manera salvaje, con un mete saca brutal que me estaba dejando sin respiración. Me la dejó toda dentro unos segundos y me dio con la mano en la mejilla para que le mirara. Acto seguido la sacó de golpe con hilos de saliva colgando y me dio con él en la cara.

Me levantó, me quitó los pantalones de una pierna y empezó a rozarme su rabo por todo mi ano, yo ya estaba gimiendo como una perra cuando escuchamos unos ruidos procedentes del ascensor y asustados nos metimos en su casa corriendo por si nos pillaban.

Me llevó a su habitación directamente y me dijo que quería que le rompiera el silencio de la casa gimiéndole como una zorra. Me empujó a la cama y se tiró encima de mí lamiéndome el pecho y subiendo a mi cara para comerme la boca, mientras con mis piernas abrazaba su cuerpo. El aprovechó esta situación para restregarme la polla por mi ano. Mi cara era un poema, estaba cachondísimo, y no pude evitar pedirle que me follase entre gemidos.

-          ¿Quieres que te coma ese culo tan rosadito y rico que tienes, cabrón?

-          Por favor, cómemelo ya…

Se incorporó, cogió mis piernas y tiro de ellas hacia atrás como si fuese a chuparme yo mi propia polla. Estaba descubriendo nuevas sensaciones y estaba extasiado, me sentía libre, desnudo, expuesto, y eso me ponía muy cachondo. David escupió en mi ano y posteriormente me masajeaba con sus dedos mientras me miraba para disfrutar con mi cara de placer. Acto seguido, me metió la lengua y comenzó a jugar con mi hoyito que estaba más que preparado para recibirlo. Pero a David le encantaba llevarme al límite y ver en mi cara como no podía más, como le suplicaba que me reventase o como mis manos se estremecían ante lo primero que pillasen a su paso.

-          ¡Follame cabrón!, no puedo más. – Dije entre suspiros y gemidos.

-          Mmmm Así que, ¿Quieres rabo?

-          Quiero todo tu rabo dentro de mí, cabrón

Fue dicho y hecho, estábamos en misionero cuando noté como la punta de su polla se apoyaba en mi ano dilatado e iba abriéndose camino poco a poco mientras nuestras bocas se fundían en una. Una vez que sus huevos chocaron en mi cuerpo, se quedó quieto permitiendo que mi ano se acostumbrada a su rabo antes de follarme a saco. Tenía su cara a escasos centímetros notando su aliento en mi cara. Notaba cierta ternura en su forma de tratarme, estaba pendiente de mis reacciones, recorriendo con sus dedos mi cara, despeinándome cariñosamente, besándome con mucha ternura y pasión.

Después empezó lentamente con un vaivén de caderas a penetrarme al compás de mis gemidos. Nos gustaba mirarnos para ver lo cachondos que estábamos.

-          Ufff David, reviéntame, follame, me encanta sentir todo tu rabo dentro de mí.

-          No pares de gemir zorra, como me gustas… ¡Toma!

Me la sacaba y me la metía de golpe, después de unos minutos más de follada no pude más y me corrí sobre mi abdomen sin parar de gemir. David al notar como se cerraba mi ano sobre su polla se corrió dentro de mí.

Al terminar, dejo caer su cuerpo sudado sobre mí. Nos abrazamos, sintiéndonos como un solo cuerpo. Mientras me besaba el cuello, me preguntó si me apetecía quedarme a comer y a pasar la tarde con él. Hice una llamada a casa y me quedé con él.

-          Me encantaría probar cosas contigo, me pones muchísimo, me atrevería a decir que como nadie…

-          Tenemos mucho tiempo por delante, ¿No crees?

-          ¿Te fías de mí?

-          Uhmm, Bueno… jajaja

David se rio, y me dijo que no tendría más remedio que despedirme de él… El día transcurrió con normalidad, nos conocimos mejor y ganamos mucha confianza. Desde aquel día todo empezó a cambiar entre nosotros.

Continuará…