Desvirgado en la escuela

Tenía 18 años cuando tuve mi primera experiencia sexual. Supuso el inicio y desde entonces no he dejado de amar las pollas...

Tenía 18 años cuando sucedieron los hechos que a continuación voy a narrar. La primavera había llegado y el calor empezaba a revolucionar las hormonas de todos los adolescentes. Cursaba el primer curso del bachillerato en una ciudad relativamente grande. David, era un chico que llevaba a todas las chicas  de calle por su aspecto físico tan viril y atlético, con dedicarte una mirada con aquella mirada seductora y profunda era capaz de tener a sus pies a quien se propusiera. Por aquel entonces, tenía novia, pero no desperdiciaba ninguna ocasión de mirar cualquier pibon que pasase delante de él. Yo, por mi parte, me gustaba pasar desapercibido debido a mi relativa timidez. Físicamente no era tan destacable como él, pero ya comenzaba a tener determinadas cualidades que me han facilitado ligar como unos labios carnosos que adornaban una bonita sonrisa, un culo nada despreciable y una mirada profunda. No obstante, aún no había mantenido relaciones sexuales.

Ese día, todo transcurría con determinada normalidad. Las clases se sucedían hasta llegar el recreo, momento en el que aprovechamos para despejarnos de las clases. La siguiente clase era educación física, y al sonar el timbre todos mis compañeros fueron al gimnasio en el que tendría lugar la clase. Yo, por el contrario había olvidado en clase unas deportivas y decidí ir corriendo a por ellas. Le pedí las llaves de clase al delegado, pero me dijo que David las tenía pues había ido antes que yo a recoger un trabajo para la profesora.

Por tanto, decidí ir corriendo antes de que saliese y no pudiese entrar en clase. Cuando estaba a punto de llegar temí que ya hubiese salido David puesto que la ventana superior a la puerta vislumbraba una sala en penumbras y silenciosa. Poco me faltó para regresar al gimnasio para tratar de conseguir la llave de otra manera, cuando no recuerdo por qué  intenté abrir la puerta por si acaso estuviera abierta. Para mi sorpresa, la puerta se abrió y decidí entrar rompiendo el silencio de la clase con mis jadeos provocados por la carrera. Mis ojos se estaban acostumbraban a la penumbra cuando detecté que no estaba solo. Me quedé paralizado cuando me di cuenta que David estaba allí, con su cuerpo cubierto únicamente por un slip blanco de algodón que dejaba poco a la imaginación.

En principio, él se asustó y se tapó instintivamente. Al verme se relajó, pero acto seguido volvió a asustarse puesto que una compañera interrumpió en la clase en busca de una goma para el pelo. Cuando se dio cuenta que David se estaba cambiando pidió disculpas y se fue. En ese momento David fue a reparar en mí. Me vio mirándole embobado el paquete con los labios semiabiertos, paralizado, perdido en mi mundo de pensamientos. Transcurridos unos segundos que se me hicieron eternos, me di cuenta que David se acercaba despacio a mí, marcando todos los esculpidos músculos de su cuerpo mientras andaba. Se paró a un par de pasos de mí, me miró fijamente sonriendo y volvió a andar, empujándome por el pecho hacia la puerta. Cogió la llave que llevaba en la mano y cerró la puerta tras nosotros con llave. Mientras su cuerpo estaba en contacto con el mío.

En la sala se podía respirar el olor a feromonas que desprendíamos. Nuestra piel se erizaba al sentir nuestra cálida respiración en la mejilla del otro, pues, a estas alturas nuestros labios casi se rozaban. De repente, echó un poco atrás la cara, y mirándome llevó uno de sus dedos a mis labios. Lo metió entre ellos mirándolos con deseo, mientras llevaba mi cabeza a la puerta. Yo comencé a chuparlo mirándole a la cara aprisionándolo en mis labios.

Acto seguido, me quitó la camiseta y nos fundimos en un apasionado beso. Al separarnos, nos miramos lascivamente y me preguntó si prefería practicar otro tipo de deporte durante esa hora. Le agarré la cintura pegando nuestras pelvis y le comunico que  prefiero ese deporte. Coloca sus manos en mi cintura descendiendo hacia mi culo, metiéndolas por debajo del pantalón. Mientras, yo muerdo su labio inferior antes de que nuestras lenguas se mezclen. Tras unos minutos de besarnos y fundir nuestros cuerpos, David tiró de mis hombros hacia abajo para que me arrodille y me pidió que le comiera la polla. Puse mis rodillas en el suelo y miré esa palpitante polla que iba a reventar el bóxer. Era enorme y gorda, alrededor de 20 cm, con unos huevos colgando que invitaban a comérselos. Estaba extasiado oliendo su polla e instintivamente mordía mis labios. Lo mire a él, y haciendo caso a su invitación, mordí su polla por encima del bóxer. Tras humedecerla, liberé aquel mástil que reboto en mi cara. La agarré mirándole y me di con ella en la cara, disfrutando de su olor y su textura en mi cara. El divertido, decidió agarrar su rabo y me dio varios pollazos en mi cara hasta que aprovechando que tenía la boca abierta la metió dentro. Recorrí con mi lengua su frenillo y su capullo completamente mientras mis labios lo apretaban. A él debía de estar gustándole porque se le escapaban jadeos de placer. Continue chupando torpemente su polla intentando imitar todo el porno que había visto, que no era poco precisamente. Continuaba descendiendo por aquel manjar que tenía delante, apretando su polla en mis labios mientras mi lengua recorría su tronco. Cuando me había tragado casi completamente su polla me vino una arcada que a David parecía divertirle. Agarro mi cabeza con ambas manos y empujó su rabo dentro.  Aguanté ahí unos segundos que para mi sorpresa disfruté enormemente. La saco de golpe completamente empapada, dejando un hilo de saliva que colgaba de su polla hacia mi cuerpo. Empezó a darme pollazos mientras yo la miraba con deseo intentando metérmela de nuevo en la boca. Él estaba muy excitado, sin parar de decirme guarradas del tipo – Te gusta mi polla, ¿eh zorrita?, trágatela entera-.  Y acto seguido me agarraba la cabeza y comenzaba a follarme la boca ignorando mis arcadas. Recuerdo que de pequeño veía ese tipo de escenas algo humillantes, pero ahí descubrí que me encanta que me dominen así.

Tras un rato, me levantó por los hombros y nos dimos un apasionado beso mezclando lengua sin parar. Le dije que nunca me habían follado pero que estaba deseando que me follase bien fuerte. Él, al escucharlo se le iluminó la cara y acarició fuertemente mi ano y me dijo que si estaba cerradito. Me cogió en brazos y me llevó a la mesa del profesor donde me pusó a cuatro patas. Me masajeó el culo sujetándome los cachetes del culo con sus fuertes manos separándolo, tenía hasta el último pelo de mi cuerpo erizado y movía el culo instintivamente. Pronto empecé a notar una sensación indescriptible en mi ano, me lo estaba comiendo y nunca pensé que podría disfrutarlo nunca. Se me empezaron a escapar los gemidos, que trataba de contener en la medida de lo posible para que no nos descubriera nadie. Tenía un dominio de la lengua que era inevitable que no parase de mover el culo, acercándolo mas a su cara hasta que no pude más y le pedí que me follase. Me miro con lascivia, y me dijo - te voy a reventar zorra-. Estaba deseando recibir su polla, aunque estaba nervioso. Sentí como me escupia, se subia a la mesa y comenzaba a metérmela. Intente contener un grito mordiéndome la mano, pero el continuo metiéndomela hasta que la tuvo entera dentro. Se quedó quieto ahí dejando caer su cuerpo sobre el mío dándome besos en el cuello. Poco a poco comencé a sentir placer y le pedí que me follase. Ni corto ni perezoso empezó un vaivén que me dejaba sin respiración. A los minutos del vaivén me dio un par de nalgadas y tiró de mi pelo llevando mi cabeza hacia atrás mientras me follaba.

No me lo podía creer, estaba disfrutando como un loco al ser sodomizado como una perra. Estábamos al borde del orgasmo, por lo que David me dio la vuelta tumbándome boca arriba sobre la mesa clavando sus rodillas en el espacio que había entre mis hombros y mi tórax. Comenzó a pajearse rápidamente frente a mi cara mientras que yo hacía lo propio. Me pidió que abriese la boca y le mirase como la zorra que era y comenzó a correrse sobre mi cara como un loco sin parar de lanzarme trallazos, conté hasta siete. Yo al sentir sus lefazos calientes recorriendo mi cara me corrí a la vez. Luego me repartió con su rabo la leche por mi cara llevándomelo a mi boca y nos fundimos en un apasionado beso tumbados uno sobre el otro.

Transcurridos cinco minutos nos dimos cuenta que faltaba poco para que terminase la clase y estábamos desnudos y mi cara aún tenía restos de lefa, por lo que David me dijo que podíamos ir a su casa que estaba al lado del instituto para ducharnos tranquilamente y ya le pediríamos los apuntes de clase a alguien.

Este es mi primer relato y es real casi por completo. Únicamente tiene trazas de fantasía para hacerlo más erótico. Espero que os guste y lo disfrutéis como es merecido. Espero vuestros comentarios y podéis escribir a mi email: [[email protected]

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Si os gusta continuaré con lo que paso posteriormente o con otras historias. Un saludo.

¡Hasta pronto!