Desvirgado

Receta deliciosa el té con nata y canela

En primer lugar pedir disculpas por haber espaciado tanto este relato de los anteriores que recomendaría fuesen leídos antes que este.

Comienzo recordando que en la actualidad tengo 65 años, nací en el mil novecientos cincuenta y dos y mi relato se remonta al año mil novecientos sesenta y cinco.

Estábamos las dos familias sentados en una terraza, en el paseo de la playa, Alber pidió unas copas de helado para cada uno según nuestros gustos, mi padre me pregunto, si me apetecía de verdad lo que habían propuesto nuestros nuevos amigos, a lo que respondí que sí que me gusto ver como lo estaban pasando de bien, y que yo quería hacerlo como Luí, mi madre intervino para prevenirme de que eso podría ser doloroso al principio, a mi no me importo, pensando lo bien que lo pasaríamos después, en estas dilucidaciones dimos fin a nuestros helados, Alber preguntó - un te?- y al unísono Pedro y Luí dijeron con euforia si si, vale y otro para Carlos, y vosotros que queréis dirigiéndose a mis padres mi padre un brandi caliente y mi madre un café , a mi lo del té no me ilusiono, pero era un té como no había tomado nunca, leche muy caliente con canela y nata, además del té, estaba riquísimo. Con el tiempo comprobé que es un estimulante sexual natural de gran efecto.

Con todo esto concluido nos regresamos al campamento, y una vez allí, mis dos amiguitos de fueron a la auto caravana nuestra y yo a la caravana de sus padres. Yo tengo que confesar que estaba muy nervioso por el aprendizaje al que iba a ser introducido.

La madre me intento tranquilizar diciéndome la suerte que tenia de ser iniciado por su marido porque tenía mucha experiencia y seguramente me dolería solamente la primera vez, aunque no quería engañarme y sí que sería doloroso. Mi pene estaba que no cabía en el pequeño slip, única prenda que llevaba junto con la camisola, no sé si por la excitación de lo que pasaría, por el delicioso té o por la combinación de ambas cosas.

Para animarme me dijo que seguramente su hijo Pedro que era nueve meses menor que yo seguramente lo estaría haciendo con mi padre, esto mientras me acariciaba los muslos y me iba despojando de mi slip, a todo esto Aber salió del baño y me pregunto si yo quería entrar, le dije que no y fue cuando el comenzó a acariciarme mis costados y la espalda, bajo suave y lentamente hasta mis nalgas y masajeó mi perineo antes de friccionar mi esfínter, poco a poco comenzó a introducir su dedo mojándolo únicamente en su saliva, su mujer se apartó de nosotros, puso música y se sentó cómodamente a observarnos, Alber me dijo si quieres que entre más fácil moja mi miembro con tu saliva, si quieres puedes meterlo en tu boca mara que se moje mejor, yo nunca había tenido un pene en mi boca , no lo moje demasiado, y creo que por eso me dolió mas, me coloco a cuatro patas sobre su cama, me dio una tablilla forrada de goma para que mordiese si me dolía y comenzó a introducir su miembro en mi culito, cuando empecé a quejarme del dolor , no solo no me hizo caso si no que me tumbo con la cabeza sobre la almohada y me lo ensarto de golpe con gran dolos para mí y tremendo placer para el, tardo un ratito en moverse yo chille pero la almohada amortiguó mis chillidos, - tranquilo mi vida solo es la primera vez, ya verás que feliz vas a hacer a tu papa que tanto te quiere- comenzó a moverse, con suavidad sin prisas ni violencia, pero con dolor para mi, no tenia eyaculación precoz, aguanto una hora y cinco minutos hasta correrse en mi interior, yo lloré durante un buen rato mientras el disfrutaba de mi hasta que con sus constantes caricias y palabras cariñosas el dolor cedió bastante, durante esa hora no se que hizo su mujer yo estaba demasiado ocupado con lo mío, cuando él se quitó de encima de mi ella me dijo ya paso mi cielo ahora todo va a ser mar bonito, me cogió de la mano y me llevo a la orilla de la playa para lavarme el culo decía que eso ayudaba a curar el agua estaba fría y me escocía pero sentí alivio, de regreso a su caravana ella me decía que debía de darle las gracias a Alber, y que ya vería como el resto de las veces me iba a gustar.

Al entrar el todavía estaba tumbado sobre la cama, me pregunto que si ya estaba mas tranquilo, que sentía si me había dolido mucho pero que una vez que se empieza no se puede parar porque es peor. Una vez a su lado empezó a acariciarme todo el cuerpo cuando mi pene se encabrito el me dijo que no me había corrido y eso no estaba bien , se centro en darme placer, me comenzó a hacer una felación de una forma divina, su mujer acerco a la mesita un tarro y otra cosa, la cosa resulto ser un supositorio (ahora están en desuso pero en los 60 eran muy comunes para casi todo) mientras me la chupaba me introdujo el supositorio sin molestia para mi, al poco rato comencé a tener palpitaciones muy gustosas en mi ojete, el seguía con sus caricias por mi cuerpo y comenzó a masajearme mi orificio pero a diferencia de la primera vez, ahora me gustaba y no me dolía, me coloco boca arriba y me unto con la crema del tarrito, me daba gusto, mucho gusto no se lo que era pero con los años he llegado a pensar que la crema tenia clorhidrato de cocaína por los efectos tan excitantes y placenteros que en mi producía, comenzó su segunda penetración, nada que ver con la primera, yo movía mi culo para devorar su pene, situé mis talones en su espalda para tenerlo más dentro de mí, el no tenía prisa por correrse y yo tampoco de que terminase, su mujer se acerco a nosotros y dijo que iba ha ayudarnos… como?.

Pufff como?, haciéndome una mamada mucho mejor que la que me había hecho su marido al principio, al tiempo que me la chupaba le daba azotes a su marido el resultado fue una corrida sincronizada de las que no se contabilizan muchas. Eran cerca de las tres de la madrugada, a dormir se ha dicho y acurrucado entre los dos me quede como un angelito.

Estos son recuerdos de mi adolescencia, reales.