Desvirgada, abusada y humillada por Jorge.

Conocí a Jorge por una red social, me pareció un joven muy interesante, pero nunca imaginé sus perversas intenciones de abusar de mí y de humillarme sexualmente hasta el punto de apoderarse de mi propia voluntad.

Hola, me llamo Angélica tengo 18 años, soy delgada, morena clara y mido 1.60m. Hoy les quiero contar lo que me sucedió hace más de medio año.

Resulta que en mi cuenta de facebook me contactó un chavo llamado Jorge, me dijo que tenía 19 años y que estudiaba en la universidad.

Por lo regular no suelo contestarle a los extraños que me mandan mensajes ya que son muchos y la mayoría buscando sexo, pero con Jorge fue diferente, mientras todos me escribían diciéndome lo bonita que yo era, lo mucho que yo les gustaba o las ganas que tenía de hacerme el amor, a él le gustaba hacerme bromas y molestarme con sus críticas en mis fotos.

Había días en que yo checaba a cada rato mi perfil para ver sus mensajes. Poco a poco me fui interesando mucho en él, tanto que sentí ganas de conocerlo en persona pero no me atreví a decírselo porque no quería que se diera cuenta de que me gustaba y se hiciera el interesante.

Un día me quedé hasta la madrugada chateando con él y cuando estábamos más en confianza, me contó con lujo de detalle el cómo había desvirgado a una de sus primitas. Eso me excitó demasiado porque yo todavía era virgen aunque como toda niña de mi edad, muy ansiosa por descubrir las delicias del sexo. Mientras me lo contaba yo metí mi mano bajo mi pijama para sobarme mi clítoris y masturbarme imaginándome yo en el lugar de su prima.

Nunca le dije a Jorge que su relato me excitó tanto que me masturbé durante y después de nuestro chat. No quería que se diera cuenta de que yo fantaseaba con ser follada por él.

Varios días pasaron y yo estaba muy ansiosa por conocerlo en persona pero él no me proponía vernos, cosa que se me hizo muy extraño pues se le notaba entusiasmado conmigo, entonces le dije que quería ver una película pero que no tenía con quien ir y le pedí que me acompañara. Al principio intentó esquivar mi invitación pero ante mi insistencia por fin accedió.

Para estar mejor comunicados nos dimos nuestros números de celular, yo inmediatamente le llamé para escuchar por primera vez su voz y aunque se mostró muy nervioso, me encantó su tono y su forma de hablar que hasta me dormí tratando de no olvidarlo. Al amanecer le llamé para darle los buenos días y recordarle que en la tarde nos veríamos para ir juntos al cine.

La cita fue en un centro comercial cerca de mi escuela en donde se encuentra un cine en su interior. Yo llegué puntual y lo esperé sentada en una de las mesas de la zona de restaurantes, estaba ansiosa y preocupada porque él ya tenía casi una hora de retraso, incluso pensé que me dejaría plantada.

Para la cita yo me puse una minifalda color verde pastel, con mucho vuelo y pliegues alrededor, me llegaba a media pierna, también me puse una blusa roja que se ajustaba muy bien a mi cuerpo y me hacía resaltar mi cinturita y mis pechos que aunque pequeños, son muy redonditos.

Traté de maquillarme lo más sexy posible, resaltando mis labios con un rojo muy intenso y brillante. Mi cabello largo, lacio y castaño lo dejé suelto pero con unas pequeñas trenzas y una diadema que tenía una flor roja como adorno, además me hice un fleco con caída de lado.

Para ser sincera, en otra ocasión yo no hubiera esperado tanto tiempo en una cita, pero la verdad es que yo estaba muy interesada en conocer a Jorge y además de que me había esforzado como nunca por quedar bien bonita, cosa que yo creo que logré porque durante la espera había un grupo de chavos en la mesa de enfrente que me miraban como si quisieran ligarme.

Ya algo desesperada, enojada y decepcionada, solo estaba dispuesta a esperar unos cinco minutos más. De pronto un hombre se me acercó y me habló llamándome por mi nombre, desconcertada lo miré fijamente y él me dijo que era Jorge. Yo no lo había reconocido porque se veía muy diferente a las fotos de su perfil en el face, de hecho no parecía tener los 19 años si no más bien como unos 27 años, aunque sí tenía los mismos rasgos físicos.

Empecé a desconfiar de él y le dije que no parecía de la edad que me dijo, pero me contestó en tono de broma:

-¿Tan mal me veo? Creo que la luz del día no me ayuda… aunque creo que a ti tampoco.

Eso me prendió e hizo que yo me defendiera pero él continuó atacándome con sus bromas, a veces me decía que yo me veía muy mal y luego me decía que me veía muy bien, poco a poco me fui olvidando de mi desconfianza debido a la distracción que me provocaban sus críticas y halagos.

Como la película que quería ver ya había empezado y la siguiente función empezaría tres horas más tarde, Jorge me llevó a un parque que se encuentra cerca de la plaza comercial para estar más en confianza y sin el molesto ruido del centro comercial.

Nos sentamos en una de las banca. No había mucha gente, de hecho la poca que había eran parejas de enamorados abrazados y dándose de besos y caricias. Entonces Jorge me dijo:

-¿Ya viste a esa pareja?

-¿Cuál?

-Esa de ahí… se nota que ese chavo no sabe besar.

-¿Por qué dices eso?

-Porque un beso no se da así, un beso se da de esta forma…

Sin yo esperarlo siquiera, me dio tremendo beso, me mordía mis labios de una forma tan rica que yo le contesté inmediatamente las mordidas y le dejé meterme su lengua hasta el fondo.

Ya entrados en calor, Jorge puso su mano en mi rodilla acariciándome con movimientos largos y rodeando hasta la parte trasera, poco a poco trató de subir sus caricias por mi pierna pero yo lo detuve porque al mismo tiempo iba subiendo mi falda dejando al descubierto mis delgadas piernas, incluso mi calzón rojo que podrían ver cualquier persona que pasara cerca de ahí, pues lo hacía sin ningún pudor. Además de que yo no quería que Jorge pensara que yo era una chica fácil, traté de oponer resistencia aunque fue muy evidente que yo no podía rechazar en ese momento sus atrevidos besos que me tenían bien prendida.

Después de un rato Jorge me llevó a un rincón del parque, justo detrás de un árbol, y continuamos con los besos ahora ya de pie. Yo estaba alucinada porque él me tenía bien pegadita a su cuerpo, abrazándome muy fuerte pero con sus manos en mis nalgas. Yo podía sentir su pene bien tieso en mi abdomen, y cuando Jorge me besaba en el cuello se agachaba un poco y su pene se restregaba justo en mi intimidad.

Claramente sentí mi humedad mojar mi calzón, entonces sentí su mano bajo mi falda acariciándome con fuerza mis piernas y con la determinación de llegar a mi rajita. Me dio vergüenza que descubriera mi humedad que lo detuve diciéndole en tono de suplica y enojo: “No”.

Pero él insistió y entre más lograba subir por mis piernas, menos resistencia ponía yo, hasta que por fin logró sobarme la rajita por encima del calzón. En ese momento yo perdí el control de mí misma y aflojé mi cuerpo, olvidando incluso de que estábamos en un lugar público en donde además de las parejas, podían pasar otras personas, incluso niños que serían testigos de mi desvergüenza. Fue entonces que él me dijo que me quería desvirgar como a su prima.

Me asusté mucho porque por una parte yo no me había preparado para eso, ni siquiera esa idea pasó por mi cabeza al salir de casa, pero por lo excitada que estaba, parecía que por fin ese día tan anhelado y tan temido había llegado para mí. Muchas veces antes, yo imaginé y soñé con ese momento, pero a la vez me daba miedo pues mis amigas me habían dicho que dolía mucho, además de que tontamente pensé que Jorge se refería a desvirgarme ahí mismo en el parque y en frente de todos.

Entonces me tomó del brazo y me dijo: “vente”.

-¿A dónde vamos? -le pregunté.

-A un sitio más cómo y más intimo.

Calladita lo acompañé hasta la salida del parque, ahí le dije que mejor no, pero Jorge me ignoró diciéndome “vente, vas a ver que te va a gustar”. Mientras caminábamos hacia un hotel cercano yo le decía que no, que era muy pronto, que aún no estaba preparada y tantas cosas más que ahora no recuerdo.

Cuando llegamos a la entrada del hotel, yo le dije con más firmeza que no quería, incluso traté de irme pero él me detuvo y me dijo:

-¡Espera! Mira, vamos a entrar y si no te animas pues nos salimos y no pasa nada.

-No sé… es que no quiero hacerlo.

-¿Cómo sabes que no quieres hacerlo si no lo intentas?

-Es que aún no estoy preparada, tú sabes que soy virgen y estoy segura que te vas a enojar si te rechazo cuando estemos en la habitación.

-No, ¿cómo crees que me voy a enojar? Es más, si no quieres perder tu virginidad yo me conformo con meterte solo la punta de mi verga. Es que me gustas tanto que quisiera yo tener la gran satisfacción de ser el primer hombre que entre en ti, aunque sea un poquito y aunque no te desvirgue.

-Es que no sé… siento miedo… además es muy pronto y no soy una chica fácil.

-Yo sé que no eres fácil y es eso me gusta mucho de ti. Pero estás tan guapa y con ese cuerpo tan rico que me muero de ganas por estar contigo, creo que me volvería loco si tuviera que esperar más tiempo.

Sin esperar mi contestación me volvió a besar de esa forma que me gustó tanto. Cuando se separó de mí, le contesté:

-Bueno, está bien, pero dijiste que solo la puntita y ya eh.

-Sí yo te prometo que solo será la puntita.

Temblando de nervio me senté en el lobby a esperar que Jorge pidiera una habitación y pagara el alquiler.

Con la llave en mano y con una gran sonrisa en su rostro que reflejaba emoción, me tomó del brazo para llevarme a la habitación, subimos por las escaleras hasta el tercer piso, me tomó de la cintura y me besaba la mejilla y mi oreja para tratar de des tensarme.

Abrió la puerta y continuó con los besos, yo le dije que tenía que pasar al baño. Fui casi corriendo, ahí traté de limpiar lo más que pude la humedad de mi rajita, incluso oriné para que se limpiara con mi propia orina, luego me arreglé un poco y me eché mucho perfume, me tomé unos segundos para tomar valor y finalmente salí del baño muerta de nervios por mi primer encuentro íntimo con un hombre.

Jorge ya se había quitado los zapatos y su camisa, estaba acostado en la cama esperándome y viendo en la televisión un programa porno donde un negro con tremenda verga se follaba a una mujer rubia y muy flaquita casi como yo. Eso me asustó y le dije que pusiera otro programa. Jorge le cambió pero en los otros canales también había porno, entonces le dejó a uno en donde el pene del hombre no era tan grande como la del negro.

Jorge se levantó de la cama y me abrazó por la espalda besándome en el cuello. Nuevamente sentí su pene en mí, esta vez entre mis nalgas. Una de sus manos se metió bajo mi blusa para manosear mis pequeños senos, la otra mano tomó mi falda para levantarla y descubrir mi calzón rojo para luego sobar mi rajita.

La temperatura subió rápidamente en los dos, una descarga de mis jugos salieron para empapar aún más mi calzón, mientras que yo sentía su pene entre mis nalgas crecer y crecer y a moverse de arriba a abajo para darse placer con mi trasero.

Luego, Jorge me volteo para quedar frente a él, me beso y me dijo que le quitara su pantalón, con movimientos torpes yo me dispuse a hacerlo pero ni siquiera supe cómo desabrochar el cinturón, por lo que fue él quien lo desabrochó. Por fin atiné en desabrocharle el botón y bajarle la cremallera, me emocionaba ver cómo su pene parecía salirse sola por lo erecta que estaba, y solo era detenido por la tela del bóxer que lo cubría.

Tomé el pantalón y se lo bajé hasta el piso, me excitó mucho ver cómo se veía un enorme y alargado bulto dentro de su bóxer, apuntaba hacia arriba y casi lograba asomarse por lo largo que era. Ansiosa, bajé de golpe el bóxer y tremendo susto me llevé, era mucho más grande de lo que me había imaginado, era incluso más grande que la del actor de la película porno que estaba en la televisión, aunque un poco más chica que la del negro de la otra película, aún así para mí era enorme, como de unos 20 cm.

Del susto yo me separé, era la primera vez que veía un pene de un hombre adulto, yo solo había visto el pequeño pene de mi hermanito de cinco años, por lo que esta verga se me hacía una verdadera monstruosidad que apuntaba amenazante hacia mí.

-¿Qué pasa, nunca habías visto una verga así? Me dijo Jorge muy orgulloso de su tributo.

-No, está muy grande para mí… mejor me voy.

-No te preocupes, entre más grande más la vas a disfrutar, además dijimos que solo sería la puntita, esa si te cave.

Yo me quedé callada sin dejar de mirar con atención y miedo ese enorme pene. Mientras tanto, Jorge se acercaba a mí agarrándose la verga que apuntaba directo a mí, y entre más cercas estaba, en mi cuerpo se recorría un escalofrío que hizo acelerar mi respiración y mi corazón.

Jorge tomó mi mano e hizo que yo le agarrara su pene, quedé sorprendida porque en verdad estaba bien dura. Siempre había imaginado que una verga erecta no era tan dura, pues por ser un musculo se podía flexionar un poco, pero qué equivocada estaba, en realidad parecía un fierro, bien dura y solo envuelta con un poco de piel y venas resaltadas.

Poco a poco la curiosidad se apoderó de mí y me agaché para verla más cerca, entonces Jorge me dijo que se la mamara y yo accedí sin rezongar. Tenía un olor y un sabor extraño para mí pero que me gustaban. Me encantaba recorrer ese largo y duro tronco con mis manos, las venas parecían salirse, en especial una muy gruesa, bueno en realidad creo que era otro musculo, que recorre a lo largo y por debajo del tronco y que termina justo en medio de la cabeza.

Creo que a Jorge no le gustó cómo se la mamé porque me la quitó e hizo que me pusiera de pie, es que era la primera vez que le mamaba la verga a alguien. Ya de pie me quitó la blusa, beso mis hombros de tal forma que dejó mucha de su saliva en mi piel. Luego me quitó el sostén e hizo lo mismo con mis pechos.

Luego bajo la cremallera de mi falda que estaba en mi espalda y esta cayó sola. Intentó bajarme el calzón pero yo opuse resistencia. Era la última barrera entre su enorme pene y mi estrecha rajita, sentía que si me quitaba el calzón quedaba a merced de esa monstruosidad de verga que amenazaba con ultrajarme y robar en mí a la niña inocente y virgen.

Entonces Jorge me cargo y me dejó caer en la cama, rápidamente se quitó su pantalón y su bóxer que le estorbaban pues los tenía bajados hasta los pies. Se subió a la cama y nuevamente intentó quitarme el calzón. Duramos un rato forcejeando pues el calzón no salía porque al abrir mis piernas el calzón solo se estiraba y hacía más presión que lo atoraba, y cuando yo apretaba mis piernas lo capturaba y no se movía. Entonces utilizando su fuerza varonil, me acomodo las piernas no muy juntas ni abiertas y el calzón salió de volada.

Luego me abrió las piernas y su boca se prendió a mi rajita. ¡Qué rico se siente! Pensé. Estaba a punto de llegar al clímax cuando Jorge se detuvo, con una mirada lujuriosa tomó su verga se la jaló un poco y la fue acercando a mi rajita.

Yo sentí mucho miedo, había mucha diferencia entre su enorme verga y mi pequeña, estrecha y virginal rajita, era obvio que el solo intentarlo sería tremendamente doloroso para mí. Entonces estiré mis brazos para empujarlo de su pecho como señal de arrepentimiento, pero él me dijo:

-Recuerda que solo va a ser la puntita.

-Bueno, pero si me duele me la sacas.

Entonces volvió a guiar su enorme verga a mi pequeño hoyito, por un momento sentí la incomodidad de que otra persona tocara esa parte tan íntima de mi cuerpo y más aún con un pene a punto de reventar,  raspó varias veces mi rajita hasta que empujó en mi vagina, yo solté un pequeño grito de dolor, un dolor leve que no me impedía disfrutar de esa verga tratando de entrar en mí.

Levanté mi cabeza para ver cómo estaba la situación, me decepcioné porque solo me había metido la punta de su glande. Entonces empezó a empujar con más fuerza, yo sentía como mi entrada se abría poco a poco y el dolor aumentaba cada vez más.

-¡Me duele, me duele! –yo le decía una y otra vez.

-¡Aguanta que se siente bien rico! –me contestó él. –Sí que estas bien rica –agregó.

De pronto mi vagina se cerró un poco, había capturado en su interior completamente la gran cabeza de esa enorme verga.

-Ya hasta ahí… en eso quedamos. –le dije yo aliviada de que no fuera tan doloroso.

-La verdad es que quiero más. –me contestó Jorge con una cara de cinismo y maldad.

-No, en serio, ya hasta ahí, en eso quedamos. –le dije tratando de convencerlo.

-¿En verdad crees que teniendo mi verga ya en tu hoyo me voy a conformar con meterte solo la cabeza?

-¡Por favor ya hasta ahí! Le empecé a rogar con las primeras lágrimas saliendo de mis ojos.

Mis ruegos y mi llanto en lugar de convencerlo parecían más bien que le gustaban y lo enloquecían que sin piedad empezó a empujar con mayor fuerza. La única defensa que encontré fue la de empujarlo con mis manos y la de subirme más hacia la cabecera de la cama utilizando todas las fuerzas de mis piernas para tratar de sacarme su verga de mi interior.

Solamente logré posponer unos segundos lo inevitable porque ya no pude subirme más al topar con la cabecera, y por otro lado yo no tenía la suficiente fuerza para ganarle con mis empujones, además de que él estaba como poseído.

-Ahora sí vas a probar un hombre de verdad y te voy a volver toda una puta, haber si con eso te dejas de esas pendejadas de que eres una niña virgen. –me dijo muy amenazador.

Jorge metió sus brazos bajo mi espala para sujetarme de los hombros e inmovilizarme, volvió a empujar con mucha fuerza, yo sentí abrirse demasiado mi interior, como si se desgarrara por dentro, el dolor era insoportable que empecé a gritar muy fuerte.

Para evitar que mis gritos se escucharan por todo el hotel, sacó una de sus manos de mi espalda y me tapó la boca y siguió empujando con fuerza. Todo el tiempo estuve gritando, aunque nadie me escuchara. Mis gritos aunque gran parte eran por el dolor, también eran porque en ese momento me sentía violada.

De pronto Jorge paró por un momento y con un gesto de satisfacción y orgullo me dijo:

-Ya te desvirgué, mira cuánta sangre te está saliendo. –mostrándome su dedo cubierto por mi sangre.

En ese momento mi llanto se intensificó y luego se volvió nuevamente en grito al empezar Jorge con su mete y saca. Me dolía tanto que ni cuenta me di cuando se rompió mi himen, o sea mi virginidad. Me sentía partida y rota por dentro.

Para el colmo, mi amante violador era muy vigoroso y duró mucho tiempo embistiéndome con fuerza y crueldad. Tiempo que fue una eternidad para mí.

Después de un rato el dolor disminuyó un poco, aunque no sentía mucho placer me gustó mirar a Jorge enloquecido e invadido de placer, esforzándose por no dejar de bombearme ni un segundo, con sus gemidos prolongados, su respiración acelerada y algunas gotas de su sudor cayendo en mi pecho. Por un momento me sentí orgullosa de que cómo una mujer como yo, era capaz de provocar tal placer en un hombre con semejante pene y eso que era mi primera vez.

Por fin el martirió termino al eyacular en mi interior y desplomarse sobre mí. Nos quedamos así por  varios minutos hasta que él reaccionó y me empezó a besar todavía con su verga dentro de mí. No entiendo el por qué pero yo le contesté sus besos, se suponía que yo debería estar molesta con él pero no fue así.

Al poco rato de estarnos besando sentí dentro de mi hoyito que su verga empezaba a recuperar firmeza, inmediatamente lo dejé de besar para evitar que se entusiasmara y me volviera a violar. Entonces le dije:

-Quiero bañarme.

Sacó su verga de mí y se puso de pie, yo me toqué la vagina, era increíble el hueco que dejó en mi hoyito, además me impresionó toda la sangre que escurría mezclada con su semen y mis jugos vaginales, era tan impactante cómo me dejó mi rajita que se podía adivinar que algo terrible había ocurrido ahí, algo tan terrible cómo el que una jovencita virgen perdiera su virginidad de manera tan brutal.

Me metí a bañar, Jorge se metió conmigo, mientras nos bañamos él intentó varias veces volverse a excitar para cogerme nuevamente pero yo me porté fría y cortante, de hecho ni le hablé. Es que realmente no sabía cómo hablarle, por una parte debía odiarlo por follarme a la fuerza y por otro lado no podía evitar sentirme su mujer, su hembra y él mi macho que podía disponer de mí cuando quisiera.

Sin decirle ni una palabra y distanciándome de él regresé a mi casa, al llegar, lo primero que hice fue volverme a bañar, me tallé muchas veces pues no dejaba de sentirme sucia, como si el semen de Jorge estuviera impregnado en todo mi cuerpo.

Durante varias semanas evité entrar al facebook, compré otro celular porque en el de siempre Jorge me marcaba a cada rato. Pero como toda mujer, hubo un momento en que la curiosidad me ganó y descolgué el celular solo para escucharlo pero sin contestarle. Jorge me decía lo mucho que disfrutó desvirgarme y clavarme su verga hasta el fondo y que estaba ansioso por volverlo a hacer.

Mentiría si dijera que no me excitó el escucharlo, la verdad es que me masturbé luego de eso, incluso me metí un pepino de buen tamaño que recién había comprado del mercado, recordaba e imaginaba a Jorge cogiéndome brutalmente en contra de mi voluntad.

Días después, Jorge me dejó un mensaje en donde me invitaba a una fiesta con sus compañeros de la universidad, después de meditarlo un poco decidí aceptar. El coraje hacia él ya había bajado y la verdad es que estaba urgida por tener sexo, por sentir la verga de un macho clavármela hasta el fondo y de forma brutal.

Cuando le llamé traté de no hacer evidente mi calentura, y a la vez no le reclamé nada, es más le hablé como si fuera un viejo amigo e hice de cuenta que nada había sucedido entre los dos. No quería darle motivos para que me cancelara su invitación, pues yo estaba segura de que él no desaprovecharía la ocasión para darme la follada que tanto necesitaba.

Como yo no quería que supiera mi dirección para evitar problemas posteriores, lo cité en una estación del metro a las 7pm. Yo lucía un hermoso vestido rojo de una sola pieza, sin mangas, la falda me llegaba justo arriba de las rodillas, y el escote apenas dejaba ver el espacio entre mis pechos. También me puse unas medias de color carne pero de dos tonos más oscuras que el tono natural de mi piel, y unos zapatos rojos con tacón alto.

Jorge llegó puntual y vestido con un traje gris muy obscuro, la verdad es que se veía muy guapo, hasta parecía un hombre decente. Nuestro reencuentro fue muy emotivo, era como si fuéramos novios, nos besábamos y nos hacíamos bromas en el camino.

La fiesta fue en una casa de un amigo de él. Al llegar me di cuenta de que todos los presentes oscilaban entre los 27 o 28 años de edad, con eso ya no me quedó duda de que Jorge no tenía los 19 años de edad que me dijo cuando chateamos por internet. Además la mayoría de los invitados eran hombres pues eran egresados de ingeniería en donde casi no hay mujeres, y las pocas mujeres que estaban presentes, eran de otras universidades y venían acompañando a sus novios.

Jorge me presentó como su novia ante sus amigos, por un momento me volví el centro de atención entre ellos, eran muy amables conmigo, incluso se peleaban por sacarme a bailar y por supuesto que no faltó el que trató de ligarme.

En los bailes, yo misma les repegaba mi cuerpo de manera sensual, a lo que ellos respondían con caricias y toqueteos en lugares más íntimos de mi cuerpecito, como eran mis nalgas y mis pechitos.

Tras los efectos del alcohol y por lo caliente que yo estaba, varias veces tuve intencionales y provocadores descuidos con mi vestido, incluso llegué a acostarme bocabajo en las piernas de Jorge sabiendo que mi vestido se subiría demasiado y mi ropa interior sería fácil de ver por todos los presentes. Era mi forma de decirle a Jorge que ya estaba excitada y estaba ansiosa por recibir su rica verga en mi interior, pero él no parecía entender mi mensaje.

Pasadas ya varias horas y cansada de tanto bailar, me quedé sentada en el sillón de la sala rodeada por varios hombres, para entonces la mayoría de los invitados ya se habían ido, de hecho solo quedábamos tres mujeres y como doce hombres.

Cuando dieron las dos de la mañana, yo le pedí a Jorge que me llevara a casa pues la desvelada y el alcohol me provocó mucho sueño, además de que aunque me divertí mucho en la fiesta, yo estaba decepcionada por no haber tenido sexo con Jorge. Con el trabajo que me costó convencer a mis papás para que me dejaran llegar un poco tarde a la casa.

Yo me disponía a irme pero Jorge me pidió que nos esperáramos unos 10 minutos más pues él tenía que hacer no sé qué cosa con su amigo, dueño de la casa, y entonces me ofreció una última bebida. Para entonces ya solo me acompañaban dos de sus amigos, Iván y Luis, quienes estaban sentados a mis lados, bien pegaditos a mí, incluso por momentos me abrazaban y me hablaban acercándome demasiado sus bocas con aliento cálido y alcoholizados en mis orejas y mejillas.

Poco a poco la situación se puso candente pues de tanto acercarse me empezaron a hacer cosas más atrevidas como besarme las mejillas, morder mis orejas o hasta acariciar mis rodillas, pero yo reaccionaba quitando sus manos fingiendo que eso me molestaba, aunque en realidad me gustaba mucho.

Yo no quería portarme grosera con ellos pues durante la fiesta se habían portado muy bien conmigo, además esperaba con ansias que Jorge apareciera como mi héroe, me rescatara y me llevara a mi casa sana y a salvo. Mientras tanto yo trataba de evitar los continuos asedios de sus amigos, pero cuando me alejaba de uno, el otro atacaba por el otro lado cada vez de forma más atrevida.

La verdad es que me empecé a sentir muy extraña, la cabeza me daba vueltas, una gran alegría me invadió sin razón junto con una excitación inesperada que cada vez crecía más y más.

Al percatarse de mi actitud, los hombres atacaron con más descaro, ahora sus besos eran en mis labios, sus manos cada vez subían más por mis piernas, acariciándolas y subiéndome la falda roja que dejaba al descubierto mi calzón blanco. Yo volvía a bajar mi falda y a quitar sus manos invasoras pero ya solo por diversión, me tenía bien excitada tanto descaro de esos chicos.

Cuando les retiraba sus manos de mis piernas, ellos atacaron también sobre mis pechos, metían su mano por el escote de mi vestido y por debajo de mi sostén para agarrarme y apretarme mis pequeños pero redondos senos.

Para entonces no entendía lo que ocurría en mí. Era mucha la exaltación que ya no cabía un gesto de rechazo hacia ellos, al contrario, yo misma los invitaba ofreciéndome con el contorneo provocativo de mi cuerpo. Esto iba más allá de los efectos del alcohol, era como si en ese momento yo fuera la mujer más feliz del mundo y no me importara ser asediada sexualmente por dos hombres, o mejor dicho, disfrutar de su asedio como toda una puta, aunque en realidad yo era todavía una niña inexperta, con muchos prejuicios y que recién había sido desvirgada brutalmente.

Por momentos no me daba cuenta de mi situación, pero al dejar de besarme con Iván, pude verme con mi falda totalmente levantada, con dos manos, una de Iván y otra de Luis, manoseándome las piernas y la rajita por encima y por debajo del calzón. Mientras que la otra mano de Luis tratando de sacar uno de mis pechos a través del escote de mi vestido rojo pero no pudo porque mis pechos no son tan grandes como para sacarlos por ahí.

Con su otra mano, Iván me tenía abrazada y buscaba mis labios para seguir con sus besos, los cuales acepté muy gustosa e inmediatamente, precisamente en ese momento él tenía su mano bajo mi calzón, recorriendo mi rajita y cuando encontró mi hoyito su dedo se metió en mi vagina fácilmente por culpa de las grandes descargas de mis jugos que ya me habían provocado.

Por su parte, Luis siguió en su empeño por sacar uno de mis pechos, para eso me bajó un poco el vestido de los tirantes y por los hombros y automáticamente descubrió por completo mis dos pechos aún cubiertos por mi sostén, el cual bajó también con facilidad. Inmediatamente se puso a chupar el pezón que quedaba de su lado.

Yo estaba extasiada, abría mis piernas para permitirle al dedo que tenía clavado en mi hoyito vaginal que se introdujera más a fondo, le ofrecía mis senos a Luis levantando lo más posible mi pecho, y correspondía con pasión los besos de Iván para disfrutar mejor del momento.

En ese instante llegó Jorge con su amigo Gustavo, dueño de la casa, y con otro amigo que pensé que ya se había ido, llamado Andrés. Sorprendido por la postal erótica entre su supuesta novia y sus amigos, Jorge les dijo desde lejos casi gritando:

-¡Hey, hey, hey! ¿Ya empezaron? Si se supone que yo soy el mero, mero.

Entonces Iván y Luis se separaron de mí, quedando yo con las piernas abiertas, mi calzón desacomodado, mi vestido rojo con la falda totalmente levantada, mis pechos al aire libre y yo bien excitada, con la respiración acelerada y con la mente perdida en una absurda felicidad y con una imperante necesidad por ser cogida.

Jorge volvió a hablar:

-Bueno, por lo menos ya me la dejaron calentita y lista para meterle mi verga.

Sin perder tiempo se fue desnudando mientras se acercaba a mí, mientras los otros cuatros lo siguieron desnudándose también.

Hambrienta de verga, acepté con agrado el ofrecimiento de Jorge para mamarle su enorme verga, la cual estaba flácida. A diferencia de la primera vez, yo no le tenía nada de miedo, al contrario, me sentía dichosa por tener una verga de gran tamaño que cada vez crecía más y más con mis mamadas y que era toda para mí solita.

Jorge me decía:

-¡Así puta! Cada vez lo haces mejor… Te dije que te convertiría en mi puta y ya ves, se nota que te encanta mi verga.

La verdad tenía razón, yo estaba enloquecida tratando de tragarme su pene hasta el fondo de mi garganta.

No tardó mucho en ponérsele bien dura, entonces sacó de mi boca ese manjar y se apartó un poco. Yo me puse triste pero inmediatamente otras cuatro vergas me ofrecieron sus delicias como consuelo. Eran sus cuatro amigos que me rodearon con sus vergas en mi cara.

Con mucho agrado acepté y además con la determinación de ponerlas bien duras, bueno, la de Iván ya lo estaba. Intercaladamente fui mamando una por una.

Por su parte, Jorge se agachó me despojó de mis zapatos y me fue quitando las medias, claro acariciando y besando la piel que iba descubriendo, luego metió sus manos bajo mi falda la cual seguía muy levantada, tomando por el resorte mi calzón me lo fue bajando hasta quitármelo. Yo le ayude deslizando mi cuerpo hacia afuera del sillón hasta que parte de mi espalda alta reposó en el asiento y desde mi cintura hasta las rodillas quedaron volando y a disposición de Jorge.

En esa posición tuve una gran vista desde abajo de las vergas de sus amigos con todo y sus testículos colgando, ya casi estaban totalmente erectas y duras por las mamadas que yo les daba. Entonces Jorge abrió mis piernas y se puso a lamber con su lengua mi rajita, recogiendo los abundantes jugos que saboreaba y se tragaba. Cuando estaba ya casi limpia, metió su lengua en mi vagina como tratando de sacar más, también chupó mi clítoris y las descargas de mis jugos vaginales no se hicieron esperar.

Sin dejar de chupar mi clítoris, metió uno de sus dedos en mi vagina, luego introdujo otro dedo pero de su otra mano en mi ano. Se sentía tan rico que por un momento me olvidé de mamar las otras vergas, pero ellos me las restregaron y continué con mi misión.

Era como un sueño que quizá muchas mujeres me envidiarían, pues el primer orgasmo real de mi vida era rodeada por cinco hombres que me ofrecían sus penes y sus placeres. Recuerdo claramente mis gritos de placer cuando sentí una electricidad recorrer todo mi cuerpo, una gran descarga de mis jugos y una excitación increíble.

A pesar del orgasmo, mi excitación no disminuyó, al contrario, seguía creciendo al mismo tiempo en que la cabeza me daba vueltas y vueltas y mi conciencia se perdía en un mar de sensaciones inexplicables.

A partir de ese momento, mis recuerdos se volvieron confusos e inconsistentes. Solo recuerdo abrir los ojos y sentir un dolor muy fuerte pero rico en mi vagina que por un momento me hizo reaccionar y entonces pude ver que era Jorge que me comenzaba a clavar su enorme verga, la cual ya tenía toda su cabeza y quizá un poco de su tronco en mi interior. Por fin el momento que había esperado toda la noche y deseado todo el día había llegado, la de ser penetrada por la verga de mi querido macho.

Cerré los ojos, abrí lo mas que pude mis piernas y apreté con fuerza el forro del sillón para resistir el dolor. Para entonces ya no mamaba las otras cuatro vergas, de hecho ignoro que hacían sus amigos, aunque adivino que se masturbaban viendo como me penetraban, aunque por momentos podía percibir sus manos por todo mi cuerpo.

Estaba consciente del dolor que me producía Jorge pero no me importaba, incluso lo disfrutaba mucho, quizá porque poco a poco estaba perdiendo mis cinco sentidos y el dolor en mi vagina era lo único que me quedaba.

Cuando el dolor disminuyó un poco, me di cuenta que mi cuerpo  se movía mucho por los empujones que me daba Jorge en su mete y saca de su enorme verga en mi vagina. En ese momento tuve otro orgasmo y con trabajo pude escuchar el “Eso puta, así” que me decía él, así como el dialogo inentendible de sus amigos.

Después de bombearme por no sé cuánto tiempo, Jorge retiró su verga de mi interior, me pusieron de pie, me desnudaron entre los cinco, mientras lo hacían me besaban y me acariciaban por todas partes.

Jorge me cargó y me llevó a una recamara, en el camino yo lo iba besando, más que con pasión, con amor, con mucho amor. Me recostó en la cama boca arriba y me abrió las piernas para penetrarme nuevamente. Tal vez por los movimientos al desnudarme y llevarme a la recamara pude tener nuevos aires y un poco de lucidez para recordar un poco mejor.

Recuerdo que cuando me clavó su verga, yo estiré mis brazos para que se encimara en mí y así poder abrazarlo y besarlo con mucho amor, pues en ese momento realmente me sentía enamorada de él.

Hubo un momento en que me bombeo tan fuerte que el dolor se incrementó tanto que en lugar de besarlo, lo empecé a morder. Jorge tomó mi cabello y me lo jaló bien duro hacia la cama, eso en lugar de tranquilizarme, me enloqueció más y con más razón lo quería morder, entonces él aceleró su ritmo y me penetró con todas sus fuerzas, sobre todo cuando yo lograba morderlo. De pronto él empezó a gemir muy fuerte y se desplomó sobre mí, mientras su semen se descargaba en mi interior.

Al retirarse Jorge, Iván estaba listo para penetrarme, pero antes me dio a beber un poco más de la bebida que me habían dado antes.

Yo lo recibí ansiosa y con las piernas bien abiertas, su penetración fue fácil y hasta el fondo, yo lo abracé y lo besé de la misma forma que lo había hecho con Jorge pues también me sentía enamorada de él. Era como si yo lo amara por el simple hecho de ser hombre y de ofrecerme su rica verga.

En ese momento no me acordaba de ninguno de mis prejuicios, de mis valores o de mis escrúpulos, pues de niña yo soñaba con llegar virgen a la iglesia y de tener un solo hombre en mi vida, pero en ese momento no me importaba ser penetrada por un segundo hombre y en vísperas de ser penetrada por otros tres hombres más que esperaban su turno impacientemente.

No sé si se vino, pero al poco rato se retiró para cederle su lugar a Andrés, a quien recibí, abracé y besé de la misma manera, de hecho con todos hice lo mismo. De él sí me di cuenta que se vino, pues igual se desplomó sobre mí. Después le siguió Luis y finalmente Gustavo que no eyacularon.

Después me movieron, me colocaron con la panza en la cama, en la orilla pusieron una almohada y mi cadera encima de ella para que mi trasero quedara bien parado, y mis piernas volando fuera del colchón.

Gustavo continuó penetrándome por la vagina pero en esa posición nuevamente empecé a perder la conciencia, me daba cuenta cuando se cambiaban pero no sabía exactamente quien me penetraba en cada turno. Yo solo me dedicaba a cerrar mis ojitos y disfrutar de sus embestidas, todas por la vagina.

Del único que me di cuenta de su turno fue de Jorge pues su penetración fue más fuerte y dolorosa, yo creo que esto me despertó un poco porque tuve otro rico orgasmo. Cuando me la sacó volteé para ver esa rica verga que me acababa de provocar mucho placer. Estaba mojada por los fluidos mezclados en mi interior, y todavía bien erecta.

Luego vi a Andrés agarrarse la verga para clavármela otra vez, yo con mi trasero bien levantado, volví a cerrar mis ojos para disfrutar, ya no me importaba quien me penetrara, solo me importaba sentir ese placer de estar siendo bien penetrada por aquellos hombres.

Nuevamente se fueron turnando, pero desafortunadamente para mí, el sueño me empezaba a ganar y por momentos no sentía las embestidas de mis hombres. Fue hasta que sentí el dolor de mi pequeño anito siendo vulnerado por la verga de Jorge que desperté un poco. Él me tenía tomada de la cadera y empujando muy fuerte, yo creo con todas sus fuerzas porque a pesar de lo cerradito de mi hoyito, lograba abrirse paso y penetrarme cada vez más a fondo.

Yo solo soltaba lamentos prolongados y muy fuertes, casi gritos mientras sentía el dolor de la penetración, aún así no hice ningún intento por zafarme, a pesar de estar bien abierta, casi a punto de reventarme la cola y ser partida por una enorme verga larga, gruesa y dura que me tenía bien insertada.

Por fin comenzó con su mete y saca, poco a poco mis lamentos se convirtieron en gemidos y el placer regresó a mí. Después de un rato Jorge sacó su verga y cedió su lugar, nuevamente se turnaron para cogerme pero esta vez por mi colita.

No sé qué me pasó pero caí en un sueño profundo por algún rato, cuando desperté Andrés me tenía con las piernas en sus hombros y penetrándome bien rico, pero me volví a dormir. Luego volví a despertar y esta vez me daban doble penetración, yo estaba sobre Iván que me penetraba por la vagina, aunque no pude ver quien lo hacía por mi anito, solo sé que se vino al soltar gemidos prolongados.

De ahí ese hombre le cedió el turno a Jorge, me di cuenta por el tamaño de su verga. Después de un rato Iván se vino besándome y mordiéndome un labio. Al poco rato también se vino Jorge.

Yo me volví a dormir. Cuando desperté ya era de día y esa maravillosa experiencia sexual había terminado sin darme cuenta en qué momento, ni de todo lo que me hicieron en el tiempo en que perdí la conciencia. Yo estaba en la cama todavía desnuda, con Jorge detrás de mí en posición de cucharita y con su verga ya flácida entre mis nalgas, y del otro lado de la cama y frente a mí estaba Andrés, ambos también desnudos.

Los otros tres no estaban, pensé que se habían ido o que estaban durmiendo en otra habitación. A mí me dolía todo el cuerpo, de hecho ni me podía mover, la cabeza me seguía dando vueltas y tenía una sed impresionante, sentía que me moriría ahí mismo por el dolor en todo mi cuerpo y por la tremenda sed.

Tuve que esperar a que despertara alguno de mis acompañantes para pedir algo de beber, Jorge se despertó casi media hora después. Con voz muy débil le dije que tenía sed, él se levantó y fue por agua, mientras tanto Andrés seguía profundamente dormido, Jorge regresó con el agua y acompañado por Luis, Gustavo e Iván quienes solo vinieron para despedirse.

Después de beber el agua, Jorge me cargó y me llevó al baño para bañarme y reanimarme, ahí yo le pregunté que qué me había dado pues era claro que aquella bebida que me dieron para tomar tenía alguna droga o algo parecido. No me quiso decir, solo me dijo que gracias a eso pudimos pasar una noche increíble en donde yo fui la que más gozó.

La verdad es que tenía razón. Pero lo cierto es que ahora yo ya no sabía qué hacer con mi vida, me sentía muy sucia y lejos de la niña con principios y valores que era yo antes.

Mi situación empeoró, al checar mi celular, tenía muchas llamadas perdidas de mi familia que pasaron toda la noche buscándome. Para el colmo, no pude disimular mis dolencias y mis papás se dieron cuenta de que yo había tenido sexo y por eso me corrieron de la casa.

Me vine a vivir con Jorge, desde entonces tengo relaciones con él varias veces al día, y a veces también con sus amigos que nos visitan solo para cogerme, pero no solo son ellos, también en un par de ocasiones cuando Jorge no tuvo dinero me vendió a dos tipos desconocidos.

Sé que les parecerá extraño, pero a veces yo siento que lo odio y otras veces siento que lo amo demasiado, por esa razón es que me doblego ante él, de hecho basta con que amenacé con dejarme para convencerme a hacer lo que a él le plazca. Y es que mi gran consuelo en esta vida son las veces que cogemos. No puedo imaginar mi vida sin disfrutar de su rica y enorme verga penetrándome brutalmente.

De hecho varias veces he tratado de dejar a Jorge y de rehacer mi vida, pero siempre termino regresando con él, cada vez más sumisa y dispuesta hacer lo que él me ordene, con el único pago de ser brutalmente cogida por él y sus amigos. Sé que esto es un amor enfermizo, pero por más que trato, no encuentro la forma de escapar de su dominio.

Espero que al contarles mi historia, pueda yo desahogarme y cambiar en algo mi vida. Espero también que les sirva a otras chicas mi experiencia y sean mucho más cuidadosas con quién se relacionan, pues aunque se pueden tener grandes experiencias, a veces no vale la pena si pierdes la vida feliz que llevabas.

También quiero agradecerle especialmente a Laurita "La Flaquita", una linda persona que vivió algo muy parecido a lo mío y que encontré en esta página de relatos, por escucharme, comprenderme y ayudarme con la redacción ya que yo soy muy mala para eso.

Gracias a todos y les mando muchos besos.