Destrucción de una familia 3

Nuevos familiares llegan. La crueldad se desata. Impresionables no lean esto.

Capítulo 3 – Miranda

Un par de horas luego del amanecer en la pieza de Karina, con ella durmiendo boca abajo y un delincuente a cada lado comenzó a haber movimiento. Uno de ellos despertó y entre la bruma que pugnaba su mente comenzó a recordar todo y al aclarársele del todo la mente comenzó a masajear esas redondas nalgas que cargaba la estudiante y modelo. Agotada la joven no sintió nada hasta que el ladino sujeto comenzó a tratar de insertar un dedo en su culito, ahí sí, debido al ardor que tenía en la zona debido a las múltiples penetraciones que sufrió,  despertó sobresaltada y al acomodar su memoria la angustia volvió y nuevas lágrimas fueron a parar a la almohada, acompañadas de lamentos debido a lo sensible que tenía el ano. Un rato se dedicó el despreciable a su labor y luego la volteó para iniciar un magreo de tetas y concha de la pobre muchacha.

Fue en ese momento que su compañero de fechorías reaccionó y tras un par de manoseos a la chica se sentó en la cama, abrió una bolsita que había dejado sobre la mesa de luz y luego de prepararlas se clavó un par de líneas de cocaína a modo de desayuno. Luego ofreció a su socio que no tardó en esnifar otras dos rayas de la sustancia, para acto seguido acomodarse entre las piernas de Karina y comenzar a lamer golosamente su conchita a pesar de estar toda pegajosa de semen seco.

-Que asco negro!!! Le hubieras pasado una toalla mojada al menos! – le apuntó el otro haciendo un gesto despectivo. – Me voy a ver al petiso que ya hace mucho que tiene para el solo a la pendejita…

Rumbo a la pieza de Maite partió, encontrando a la niña y al petiso desnudos y durmiendo, con ella atada de las manos boca arriba. Observó unos segundos ese cuerpo adolescente y al mirar entre sus piernas noto un reseco ungüento rosáceo y desagradable.

-Otro asqueroso más! –exclamó – son todos unos sucios de mierda, la concha de su madre!!!

Esto no impidió que se arrodillara al lado de la pequeña para magrearle primero y chuponear después las tetitas. Esas tetitas adolescentes nunca antes tocadas por hombre alguno, ni siquiera miradas. Hasta el día anterior en que su amigote el petiso había hecho uso a destajo de ellas mientras él y sus otros camaradas violaban a Eleanor.

Rato largo se entretuvo pasando la lengua por esos rosados pezoncitos que comenzaron a ponerse erectos. Mamaba de una teta y masajeaba la otra para intercambiar cada unos pocos minutos.

La nena no despertó hasta que si lo hizo el petiso, que, sobresaltado atrapó a su compañero aprovechándose de su hembrita. En su perturbada mente el desgraciado la había hecho de su propiedad y reaccionó violentamente al sentir sus bienes usurpados.

-Qué carajo hacés acá, ruso?!!! Dejá a la pendeja que es mía hijo de puta o te reviento a trompadas!!! – amenazó el petiso.

-No seas acaparador petiso gay!!! El jefe dijo que compartamos las minas! – se defendió el ruso poniéndose de pié amenazando golpear al petiso.

-Que te tomés el palo de acá te dijo!!!! – gritó ahora el petiso también poniéndose de pie.

Toda esta batahola despertó al resto de los residentes de la casa, víctimas y victimarios, acudiendo los segundos corriendo a la pieza de Maite.

-Me quieren explicar que orto pasa acá?!!!! – preguntó gritando el jefe entrando impetuosamente en el lugar.

-Se dejan de romper las pelotas forros de mierda o los hago concha!!!! Y después informo a ya saben y se quedan sin nada… pelotudos! – los puso en su lugar.

Agachando la cabeza ni siquiera protestaron. A continuación el jefe siguió hablando.

-Ahora que me despertaron vamos a aprovechar el día antes de que nos vengan a buscar.

-Quién va a venir jefe? – preguntó el negro, el que había quedado con Karina.

-El vasco con la novia seguro. Y seguro que el senegalés que siempre anda pegado al vasco. – contestó el jefe. – Ahora vamos a prepararnos. Vos petiso andá a bañar a la pendejita, el negro que se ocupe de la modelito y vos ruso de la madre. Las bañan bien bañaditas y las dejan pulcras y frescas. Y no se les ocurra hacer más quilombos porque se la verán conmigo. ¿Entendieron?!

-Ok jefe… - contestaron los secuaces.

-Con el turquito vamos a darle algo a los tipos que se nos van a morir atados los pelotudos.

Cada uno fue a buscar la hembra que le tocaba mientras el jefe y el turco bajaron a darle algo de agua y comida a los dos hombres de la familia. El petiso desató a Maite que en silencio observaba aterrada esa especie de rebelión entre los delincuentes, y se dejó conducir al baño sin protestas ni resistirse. En el baño de abajo el negro metió a Karina a la bañera y después procedió a bañarla íntegramente aprovechando para seguir manoseando ese apetecible cuerpo de joven modelo, haciendo hincapié en higienizar la concha y el culo de la joven, incrustándole todo lo que podía los dedos en sus agujeritos para molestia y humillación de ella que se retorcía como anguila en el agua. El petiso tuvo pocos problemas en mojar y asear a la pequeña, limpiando toda esa mugre que él mismo había provocado en la entrepierna de la niña.

Cuando el petiso acabó con Maite, el ruso hizo ingresar a Eleanor a la bañera, una Eleanor que sumisamente se dejaba manipular habiendo comprendido la inutilidad de seguir resistiéndose. Pero el ruso estaba aún encabronado por el episodio vivido con el petiso y no trató muy delicadamente a la señora propinándole varios cachetazos cuando le ordenaba hacer algo. Esto produjo un terror insano en Eleanor que ni siquiera derramó lágrimas ante el maltrato y manoseo aséptico del sujeto, que enajenado y furioso metía el jabón entero en la vagina de ella para después sacarlo y con todos los dedos fregar ese tajo del placer. Lo mismo con el ano, al que incrustaba dos dedos enjabonados para girarlos en círculos y dejar bien pulcro ese hoyo para futuras penetraciones. También le fregó desmesuradamente las tetas hasta enrojecerlas y ya en el colmo de la rabia el tipo se metió también en la bañera y enjabonando su verga se la dio a comer a Eleanor amenazándola con estrangularla si lo mordía. Le practicó profundas penetraciones en la garganta para ahogo y arcadas de ella que escupía litros de babas cada que el tipo se la sacaba, para de nuevo clavarla hasta el fondo de la garganta de la desdichada madre.

-Tragátela toda puta de mierda!!! – le decía el ruso con furia, producto de la droga y la frustración. - Ya que no me dejan cogerme a la pendeja me vas a tener que exprimir los huevos vos, puta chupadora!!!!

Y seguía con esas penetradas bucales a la pobre madre que lloraba en su desdichada agonía. Arcadas y ahogo le producía pero el tipo no cesaba en su empeño y tras varios minutos de furiosos empalamientos cuando sintió que venía su leche la agarró con fuerza desmedida de la nuca, depositando su carga más allá de la garganta, logrando casi ahogar a Eleanor que tragó lo que pudo mientras una parte rebalsó por sus comisuras. Después se la sacó de una y la soltó, cayendo ella dentro de la bañera con los ojos en blanco y la cara morada. La tomó de los pelos para sacarla del agua y le dio un feroz cachetazo para que reaccionara. La enjuagó en el agua de la bañera siempre agarrándola de los pelos y la sacó bruscamente ordenándole que se secara.

Como describir los pensamientos de la pobre mujer ante tanto maltrato, se hallaba completamente ida y destruida anímicamente sin poder dejar de llorar.

Mientras el jefe y su ayudante dieron agua a los hombres para volver a colocarles la mordaza, ante las súplicas de Jorge que les pedía clemencia con las mujeres y que se llevaran todo y se fueran.

Cuando ya las tres féminas estuvieron reunidas en la sala las enviaron a hacer algo para desayunar, vigiladas por el petiso y el turco que eran los más tranquilos. Completamente desnudas desde que comenzó todo varias horas antes continuaban ellas mostrando sus hermosos atributos, cosa que aprovechaban todos los delincuentes para manosear cada vez que se les acercaban.

Rato después ya comían los cinco agresores mientras las mujeres esperaban juntas y abrazadas en el sofá los que les depararía el destino o el capricho de esos violentos sujetos. Cuando nuevamente un auto hizo presencia en la mansión. Escuchar el sonido del motor e incorporarse como un resorte fue todo uno para los delincuentes. Rápidamente las encañonaron para que guarden silencio mientras el jefe exclamaba:

-Y ahora? Quién mierda viene???? Todo el mundo va a venir a esta casa?!!!

-A quién esperaban? – le preguntó a Eleanor que estaba semiinconsciente abrazada de sus hijas.

-Contestame boluda!!!! – la sacó del trance el jefe.

-Es.. es… debe ser mi hermana, pero no les hagan nadaaaaa… es mi hermana menor, su marido y su hijito… pero déjenlos, déjenlos ir… yo hago que se vayan por teléfono… por favor!!! Snifff… -reaccionó angustiada la señora.

-De acá no se va nadie! – se impuso el malviviente. –Hagan silencio o los boleteamos a todos eh!

Enseguida se desplegaron como un grupo comando,  parecía que cada uno sabía perfectamente que hacer en cada situación.

El jefe y el petiso se quedaron apuntando a la familia, mientras dos salían de prisa por la puerta trasera, el otro fue por la principal. Salieron al patio como un rayo apuntando a los ocupantes del nuevo auto que ya se había detenido cerca del de Esteban. Una mujer y un hombre eran los ocupantes.

El tipo hizo ademán de bajarse del auto cuando el negro que había salido por la puerta principal y apareció desde atrás le afirmó el caño del revólver en la sien. Los otros dos se acercaron y mientras uno apuntaba por el parabrisas el otro fue a la puerta de la mujer.

Los bajaron rudamente y amenazando con liquidarlos si no se portaban bien, todo esto en medio de algunos gritos de terror que inconscientemente efectuó la mujer.

Así los metieron en la casa, a la fuerza tomándolos del cuello y con un caño apoyado en la nuca.

Al entrar a la casa la pareja se llevó la sorpresa de su vida. Primero divisaron a Jorge y Esteban amordazados y atados a una silla, enfrente de ellos un tipo grandote en calzoncillos y con un revólver en la mano. Y el colmo de la sorpresa fue al mirar hacia el sofá y ver a Eleanor y sus hijas completamente desnudas y abrazadas entre sí, con otro tipo semi en bolas apuntando un fierro a la cabeza de la empresaria.

Con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa y el terror exclamó la mujer recién llegada:

-Eli!!!!  Las nenas!!!! ¿qué pasa acá?!!!! ¿Por qué están así?.

E intentó desembarazarse del sujeto que la tenía agarrada del cuello. Hecho que motivó que él le apretara más fuerte el cuello mientras le decía enseñando el arma:

-Quieeta, yeguaaa!!! Quedate tranqui pelotuda o te pego un tiro en la concha!

-Tranquilos, tranquilos – intervino el jefe. – Colaboremos todos y no habrá que lamentar nada…

-¿Y el pendejo?! ¿Dónde está???

-No venía nadie más jefe – respondió el turco.

-¿No trajeron al pibe? - Preguntó  el jefe dirigiéndose a la mujer.

-¿Qué te importa hijo de puta?!!!! Suéltennos, negros de mierda o van a terminar presos! – respondió ella.

Acercándose con una sonrisa el jefe al llegar enfrente de ella le propinó un cachetazo a mano abierta que la desparramó en el piso soltando un alarido. Enseguida el ruso la volvió a agarrar como antes.

-Vamos a empezar de nuevo… ¿si? – habló nuevamente el jefe. – ¿El pibito no vino?

-No… se fue de campamento con sus compañeros de colegio – Intervino ahora el hombre.

-Bien bien… Ya se que esta gatita es hermana de aquella perrita, y vos sos el marido de ella. ¿Cómo se llaman ustedes? – indagó el jefe.

-Yo me llamo Antonio, y mi mujer Miranda… ¿pero qué carajo quieren? ¿Por qué este maltrato?

  • Ya verás que queremos… jajaja… ¿siempre es tan agresiva tu mujercita? Jajajaa ya la vamos a domar a la tigresa jajaja…

-Ustedes, aten a este tipo como los otros. – ordenó a sus secuaces.

Mientras cumplían su orden sin que Antonio se resistiera, el jefe los observó. El tendría unos 40 años, era alto, castaño, delgado con algo de panza. Ella, Miranda también castaña al igual que su hermana y sus sobrinas, pero cabello completamente lacio y largo hasta media espalda. Le preguntó la edad y ella dijo 37. Era muy bella, tanto como su sobrina mayor, aunque Eleanor y Maite no se quedaban atrás en belleza, pero Miranda y Karina eran un poco más lindas. Sus ojos echaban chispas de furia reprimida, lo que la hacía tremendamente atractiva. Alta como su hermana aunque se notaba un poco más rellenita, una mina de cuervas.

El ruso dejó el chumbo y la agarro de los brazos desde atrás y el jefe metió dos dedos en el escote de la camisa sin mangas que llevaba ella puesta y con un rápido movimiento descendente le arrancó los botones.

-Noooo!!!! Negro sucio de mierdaaaaa!!!!! ¿Que hacés hijo de putaaaaa?!!!  - gritó Miranda pataleando como loca y revolviéndose.

Llevaba ella un bikini, puesto que pensaban pasar la tarde en la pileta de los dueños de casa. El corpiño era fucsia  y ocultaba unas tetitas no muy grandes, separadas y firmes, así como su piel era blanca como la leche.

Debido a la resistencia que ponía, tuvo que venir el petiso a ayudar al ruso a sujetarla. El jefe le volvió a cruzar la cara de un mamporro, de ida y vuelta dejándole los cachetes colorados.

-Tranquila gatita, tranquila! Dejanos ver que hay acá abajo – se burló el jefe metiendo ahora la mano bajo la minifalda de jean entre las piernas de la mujer. Justo ahí fue cuando Miranda lanzando patadas desesperadas le asestó una al jefe en el estómago.

-Hija de puta mal parida!!!! –se enfureció él. – Ahora vas a ver cómo te domamos, zorrita…

-Atenla a las vigas a esta puta conchuda que le tengo que enseñar modales. –les ordenó a sus hombres que ya habían terminado de atar a Antonio.

Trajeron unas sogas que pasaron por los tirantes del techo y con mucho esfuerzo puesto que la mujer se debatía como demente, le ataron los brazos bien separados, quedando ella colgando de las muñecas a 10 centímetros del piso. Seguía tirando patadas a lo loco mientras los puteaba en todos los idiomas gritando y sofocándose.

Con su navaja el jefe cortó en dos o tres lados el corpiño de la bikini y lo arrancó prácticamente del cuerpo de Miranda. Unas turgentes tetas de pezones rosados y pequeños quedaron a la vista. Luego mientras le sujetaban las piernas entre dos, el jefe le desprendió la mini y se la bajó sacándola completamente. Una colaless del mismo color que el corpiño quedó entre los ojos y la vagina de ella. Colaless que no se preocupó en bajar, sino que tironeó con brusquedad hasta arrancarla en pedazos haciéndole mucho daño a la mujer en sus zonas íntimas que quedaron a la vista de todos.

Ahora parecía que Miranda había perdido la cordura de la forma que insultaba y se debatía, mientras los delincuentes le separaron las piernas todo lo que pudieron para que su jefe observara primero y manoseara después esa concha peluda que portaba la bella mujer.

-Así que sos brava putita?!!!! –le dijo el jefe en lacara a 5 centímetros mientras le incrustaba tres dedos hasta el fondo en la concha mientras Miranda se debatía como poseída.

Gritaba y puteaba la dama sintiendo esos dedos revolviéndose en su vagina. Luego los sacó y ordenó a uno de sus hombres que traiga una toalla mojada.

Cuando volvió el tipo con el encargo le soltaron las piernas y ahí comenzó la tortura de la rebelde.

Despiadadamente comenzó a azotarla con la toalla por todo el cuerpo, concentrándose principalmente en la concha, tetas y nalgas. Unas nalgas grandes, blancas y firmes aún que denotaban una leve celulitis cuanda la mujer tensaba sus músculos bajo los golpes certeros y dolorosos del maleante.

Varios minutos después y con trazos enrojecidos donde más había impactado la toalla la pobre indomable de Miranda comenzó a llorar y flaquear su determinación de inquebrantable. Aún siguió golpeándola un rato más, hasta que bañada en llanto ella comenzó a suplicar piedad. Deteniéndose el jefe la interrogó:

-Y piba? Te vas a portar bien ahora o tengo que empezar de vuelta?

-Basta, basta por favor!!!! Snifff bastaaaaa… no me pegue más por favorrrrr!!!!!

El jefe se acercó a la cara de ella y le lamió todo el costado, mientras Miranda se tragaba su orgullo y se quedaba quieta soportando la humillación y la furia mientras gruesos lagrimones resbalaban de sus ojos.

-A ver! Esto no me gusta nada. –dijo el jefe acariciando con la palma la concha de Miranda. Se refería a la pelambrera que portaba ella, recortada solo lo necesario para que no escapara fuera de la parte de abajo del bikini. –Vos, putita. –ordenó dirigiéndose a Eleanor que acongojada observaba el sufrimiento de su hermana. – Afeitale la concha a tu hermanita.

Luego que le trajeran una navaja y espuma de afeitar, la pobre Eleanor se puso manos a la obra sin que Miranda opusiera la más mínima resistencia. Ni siquiera aún cuando el negro y el turco aferrando cada uno una pierna se las alzaran y separaran para facilitar la tarea.

Diez minutos más tarde Miranda lucía una vagina completamente rasurada como Karina. Quedando colgada aún de las vigas se podía apreciar una espectacular mujer con cuervas y carnes para agarrar, sobre todo un culo muy bien formado comparable en belleza con el de Karina, aunque de distinto estilo, siendo el de la joven redondito y estrecho, mientras su tía lo tenía más carnoso y ancho.

Las piernas de Miranda no eran tan torneadas y perfectas como las de Eleanor, pero si macizas y firmes. Y si en algo se parecían las cuatro mujeres de la familia eran en sus pechos, idénticos, más bien de medianos a pequeños pero todos apuntando arriba resaltando obviamente los de Karina por ser la más delgada, mientras los de Maite eran los más pequeños siendo ella una niña de solo 15 años aún le quedaba por desarrollar.

El jefe se posicionó detrás de Miranda manoseando a mano llena su culo. Miró hacia el sofá donde estaban Karina y Maite y autoritariamente les ordenó:

-Ustedes dos pendejas! Veo que su tío recién llegado está falto de cariño… jajajaja!!! Chúpensela un rato si no quieren que les pase lo mismo que a esta puta!

-Karina, enseñale a tu hermanita como se hace o te despellejo viva.

Antonio se revolvía en su silla cuando sus sobrinitas llegaron hasta él con lágrimas en los ojos. Y cuando Karina soltó su verga del encierro se sorprendió al encontrarla completamente empalmada. Igual con todo la humillación a cuesta y haciendo de tripas corazón se aplicó a mamarle la pija a Antonio que en toda su negación y resignación, no dejaba de disfrutar a sus sobrinitas encueradas. Turnándose las niñas le practicaron una fellatio monumental siendo Karina la que indicaba sin palabras a su hermana como se debe hacer. Todo esto delante de su madre, padrastro, novio, tía, por supuesto tío y los 5 malvivientes violadores odiados.

Maite fue más torpe, siendo esta su primera mamada, se ahogaba y hacía arcadas mientras Karina, más canchera lo hacía como una veterana.

A todo esto el jefe que estaba detrás de la colgada Miranda, hizo que el negro y el turco aferraran nuevamente las piernas de la mujer y las separaran un poco. Con su verga endurecida por las emociones la refregó en la vagina de la mujer un par de veces para luego apuntar a su pequeño y virgen orificio anal, y le dijo casi al oído:

-Todavía me duele la patada que me diste, zorrita…. Así que… esto es parte del castigo.

Y sin más hizo fuerza, mucha, apretó con ganas contra el estrecho ano logrando que Miranda se agitara y exclamara:

-NO NO NO NOOOOO!!!!! Por favor NOOOOOO!!!!!

Y después:

-AAGGGGGHHHHHHHH!!!!!!!

Cuando el glande venció la resistencia. Solo el glande logró penetrar, pero un dolor atroz y delirante atrapó las terminales nerviosas de la víctima, haciendo que su vejiga soltara todo su contenido, formando un charco de orina en el piso y empapándose las piernas y hasta salpicando al jefe.

Este pudiendo avanzar más aunque se empeñaba con todas sus fuerzas, llamó a Eleanor y la obligó nuevamente a lamer un ano. Como había hecho antes con su hija le tocó ahora hacerlo con su hermana, y el odioso sujeto aferrando una nalga con cada mano la ayudaba separándoselas hasta el punto que parecía que las arrancaba.

Allí estaba Eleanor pasando su lengua por el ojete de su hermana tratando de lubricarlo lo más posible para evitar algo de sufrimiento.

-Ahora a mi! –ordenó el jefe apuntado a la cara de la empresaria su pene erecto y venoso.

Y Eleanor se la tuvo que tragar, literalmente se tragó esa verga que tanto daño le había hecho a ella misma. El sujeto mientras tanto escupió en sus dedos y presionó sobre el ano de Miranda mara ir aflojándolo cada vez más.

Con todos sus músculos en tensión y completamente bañada en sudor la colgada mujer soportó durante varios minutos como dos dedos gordos y sucios giraban dentro de su orificio.

Cuando consideró suficiente apartó a Eleanor que como un perrito apaleado se hizo a un lado y volvió a posicionar su verga en el esfínter de Miranda. Y apretó. Más y más. Era muy estrecho ese agujerito, pero él no aflojó. Y tuvo recompensa. Otra vez logró penetrarla, ahora un poco más de pija se alojó dentro. Y Miranda:

-AAAAAAHHHHHHHHH!!!!! AH AH AH!!!! AGGGGGHHHHH!!!!! ME DUELEEEEE!!!!! AYYYYYYYYY!!!!!

No hizo caso y presionó más, sin descanso siguió firme y solo aflojó la presión cuando vió que media poronga se había incrustado en el culo de la mujer.

-Si hubieses colaborado te lo habría hecho de a poco y con lubricante… vos lo quisiste así, ahora báncatela!.

Nuevamente presionó y Miranda que se había callado volvió a gritar:

-Ay AY AYYYYY AGGGGHHHHH!!!! POR QUE POR QUEEEE?????!!!! SACALA QUE ME DUELEEEEE!!!!!

-Aguantá turra, aguantá que casi termina!

Separaba siempre las nalgas de la chica todo lo que podía, así que podía ver perfectamente como ese anillo anal se devoraba milímetro a milímetro su pija.

Y cuando ya faltaba poco para que toda estuviera adentro, se fue de golpe hasta el fondo, mientras un arroyo rojo se deslizó por las piernas de ella.

-AGGGGGGHHHHHHHH ME ROMPISTEEEEEE!!!! BUAHHHHHH!!!!! AHHHHHHH AH AH AHHHHH!!!!

-Ufffff! –exclamó él. – por fin! Es tu castigo yegua de mierda!!!!!

Fue un verdadero suplicio para Miranda aguantar los largos y eternos minutos que el negro ese la sodomizó.  Cuando creía desmayarse del dolor, el tipo aminoraba las embestidas para recuperar aliento y nuevamente a bombear como enloquecido el culo de la antes rebelde mujer dominada a la fuerza y la tortura y cayendo en la más honda humillación, soportó consciente a medias la cruel violación de la que fue víctima. Colgada de los brazos se quedaba sin respirar abriendo la boca y los ojos como platos cuando el jefe la embestía y le alojaba toda su herramienta vergal en el recto. Luego soltaba todo el aire de los pulmones de golpe cuando él retiraba ese trozo que la martirizaba. Ya no podía emitir sonidos la pobre, completamente en shock tenía la garganta cerrada.

Cuando el maldito noto que su verga se deslizaba como un pistón, soltó las nalgas y se aferró a sus tetas, con furia demente, ensañamiento y sadismo apretó esas tiernas mamas clavándole los dedos y bombeando como desesperado mientras Miranda caía en una especie de sopor, un desmayo no profundo pero suficiente para lograr atenuar algo su dolor.

Y así inundó ese inaugurado orificio con su simiente. Clavó terrible y profundamente su pija en el ano y sus dedos en los pechos y acabó.

Enseguida nomás la desclavó produciendo un ruido de acuoso y de encharmiento que logró que Miranda perdiera el conocimiento y se desgraciara esparciendo toda una inmundicia en el suelo.

Un aspecto deplorable presentaba ahora la altiva y orgullosa Miranda. Colgada desmayada con la cara desfigurada de tanto suplicio y dolor, las piernas chorreadas de orina, mierda, sangre y semen, mientras que en el piso la misma sustancia se esparcía a su alrededor.

El jefe ordenó entonces a Eleonor que limpiara a su hermana. Ella se encontraba cerca transmutada de horror al ver la crueldad de ese sujeto para con su hermana y no dudó un solo segundo en obedecer. También llamó a Karina para que limpiara el piso ya que un olor nauseabundo empezaba a invadir el ambiente. Solo quedó Maite mamándole la verga a su tío, sin ganas, sin experiencia, automáticamente la metía y la sacaba de su boca aferrándola del tronco con una manita, mientras lloraba en silencio.

Su tío se encontraba colorado y transpirando de excitación con la insulsa mamada que le propinaba su sobrinita, inocente niña arrancada por la fuerza de la niñez.

Parecía que mucho a Antonio no le preocupaba el sufrimiento que padecía su mujer, todas sus neuronas se concentraban en su placer a costa de la pequeña.

-Jefe, ¿cuándo nos toca a nosotros? Jefe! –preguntó el ruso mirando a Maite que chupaba. –Me prometió a la pendejita eh!

-Bueno dale uff!!! Hinchapelotas! Tratala bien eh… -respondió el jefe mientras se limpiaba la verga con una servilleta.

-Epa jefe!!! La nenita es míaaa!!! – protestó el petiso que se creía el dueño de la niña.

-Dejate de joder petiso! Vos sabés que nadie es exclusivo acá… agarrá alguna de las otras y no me canses que me pongo de mal humor la puta madre!!!

El petiso se resignó y eligió a la desvanecida y colgada Miranda, la cual fue descolgada entre todos y tirada en el piso para que el petiso la poseyera.

No le importó al pequeño hombre que la mujer pareciera muerta y abriéndole las piernas comenzó a manosear y lamer su recientemente rasurada vagina.

Al mismo tiempo el ruso tomó a Maite de los pelos arrancándola de la pija de su tío y la arrojó al sofá, hecho que desencadenó la desesperación de su madre Eleanor, la cual entre sollozos y ruegos le reclamó al jefe que cumpliera su promesa de no tocar a la niña. Ella aún ignoraba que el petiso ya había profanado la vagina y el ano de la pequeña.

-Se me está acabando la paciencia mierda!!!! – gritó el jefe. – todas ustedes putas, entregan los agujeros para salvar la vida… ¿entendiste??

-Lo prometió! Lo prometió!!!! Sniff… usted dijo que no la tocaría si colaborábamos… snifff

Un feroz revés cruzó la cara de Eleanor despatarrándola gimiendo, haciendo que la distinguida empresaria entrara en razón resignándose.

Acto seguido el jefe ordenó a la maltratada mujer que vaya a preparar la comida y que su hija Karina la ayude mientras el turco y el negro las vigilaban y manoseaban sin control.

En el suelo el petiso ensabló todo su pene en Miranda que despertó al sentir su vagina perforada para estallar en un horripilante llanto mientras suplicaba y maldecía sin cesar. El petiso magreaba y chupaba los enrojecidos pechos de la pobre mientras estocada tras estocada amenazaba desgarrarla vaginalmente.

Miranda sufría horrores de dolor en su intimidad violada, sobre todo en su ano desgarrado y sus tetas tan maltratadas. El violador le tenía agarradas ambas manos por sobre su cabeza mientras con la otra apretaba los pezones y le inculcaba un ritmo frenético a la cogida.

En el sofá el ruso se iba en seco de expectativa al poder por fin violar la niña que lloraba y lloraba suplicándole al depravado que tenga piedad y no le haga nada.

-Por favor señor no me lastime… snifff… no me haga daño señor, no no noooo buaaahhh!!!

-Tranquila nenita que esto al final te va a gustar… jaja. Te vas a hacer adicta a la pija vas a ver jajaja.

-Ay no! No no!!! Por favor señor que me duele muchooooo… buahhh…snif…

No había forma de hacer entrar en razón al desalmado ruso que destilaba leche hasta por los ojos y babeando como perro rabioso dedeaba a la nena en su cotorrita recientemente inaugurada en el sexo. Metió ambos brazos de Maite bajo su propio cuerpo y  se subió a horcajadas sobre el abdomen de la niña, de esa forma podía usar ambas manos para tocarla y lo primero que pensó fue en meter su pene entre las tetitas. Si bien aún le faltaban desarrollarse fueron lo suficiente como para envolver el falo del ruso que apretando con una mano en cada seno le practicó un turca que le hacía delirar a él y lagrimear a ella.

No quiso sin embargo prolongar mucho ese masaje a su miembro pues acabaría pronto y tenía otros planes ahora que por fin podía disfrutar de ese cuerpo de mujer gobernado por una nena.

Luego de la turca azotó repetidamente los cachetes, nariz, boca y mentón de Maite con su pene al máximo de su dureza. Luego se bajó y se instaló entre las piernas de la muchachita a la que tuvo que pellizcar un par de veces sus pezoncitos  para que las abriera y se dedicó largos minutos a mirar y besar esa rajita adolescente. Estaba un poquito colorada de irritación, pero muy poco y esos escasos pelitos castaños que la rodeaban le daban un aspecto maravilloso. La lamió largo rato concentrándose principalmente en el pequeño clítoris.

Toda la rudeza del ruso fue desapareciendo para volverlo más delicado y tierno, se ve que Maite con su carita de niña inocente y sus modos suaves y apacibles lograba tocar las partes aún tiernas de esos desalmados violadores, como ya le había pasado al petiso. No obstante seguía siendo un suplicio para la niña que una vez más tenía un sucio sujeto entre sus piernas abusando de ella, y una vez más lubricó su conchita aunque su mente le decía que estaba mal, que la estaba violando.

Cuando la concha d Maite fue prácticamente un manantial de líquidos el ruso la penetró. Alojó toda la extensión de su pene dentro de esa vagina que parecía pequeña pero lo recibió completamente. Ella casi no sintió dolor. Tampoco placer. Logró aislarse inconscientemente de la realidad y dejó al maldito hacer de ella lo que quisiera, aunque gruesas lágrimas resbalaban por su carita. Y sus tetitas bamboleaban con cada estocada del abusador.

A pocos metros el petiso había ya llenado la concha de Miranda con su leche a pesar de los ruegos de la infeliz para que terminara afuera. Y ahora era el turco el que la forzaba en la misma posición mientras el petiso lo relevaba en la cocina.

El negro también estaba en la cocina y se dedicaba a masturbar  a cada rato a Eleonor y Karina, cada vez que una se ponía a su alcance mientras preparaban la comida. Las pobres mujeres en un lloro continuo no tenía más fuerzas de rechazo. Tanto se excitó el negro que terminó sodomizando una vez más a Karina de pie apoyada contra la mesada. Ya había perdido la cuenta la joven las veces que le habían forzado el ano.

Pasaron los minutos, eternos para las féminas, y ya cerca del mediodía con la comida casi lista procedieron todos a bañarse. Por turnos, un violador y una víctima se ducharon. El ruso bañó y se hizo bañar con Miranda, la más rebelde del grupo que aún le quedaba ciertos actos revolucionarios, no obstante el ruso sabía como domar una impulsiva hembra. Tuvo que ser cuidadoso con el ano de la mujer porque el jefe prácticamente lo había destrozado y sentía un dolor terrible en la zona, como Miranda no se rebeló en ningún momento, el ruso hasta le aplicó una crema que le alivió algo su escozor.

Luego se duchó el turco con Karina, la que también tenía el ano al rojo después de tanto vaivén del negro. Seguidamente el negro con Maite, otro violador que cayó bajo las redes de la niña. Otro más que fue incapaz de maltratarla  y tan dócil fue la pequeña que sintió que debía probarla, pero luego, acababa de sodomizar a Karina y no se reponía, aparte de todas las eyaculaciones del día anterior, se prometió empastillarse luego y catar tan dulce criatura.

El jefe se bañó con Eleanor y más allá de la vergüenza de ella por estar desnuda con un sujeto feo y grandote que la manoseaba y tenía que manosear no ocurrió nada extraño. Luego se bañó en petiso, solo, y cuando todos estuvieron listos se sentaron a la mesa. Las cuatro mujeres completamente desnudas pero limpias y los malvivientes alguno en pelotas y otros con calzoncillo solamente.

Por fin un momento de paz… pensaba Eleanor abatida y tristísima con la situación. Creía que tendrían un descanso en las humillaciones mientras comían, cuando el jefe se dirigió a ella mirándola fijamente y demostrándole lo equivocada que estaba le dijo:

-Señora Eleanor… tengo un trabajito para vos…

CONTINUARA...