Destrucción de una familia 14

Penúltimo capítulo. Aventuras de Eleanor en Africa y el plan de Antonio para liberar las niñas. No hay mucho sexo, pero es necesario para anticipar el gran final.

Capítulo 14  – Africa y otros cuentos

Esperanzada Eleanor pasó tres días a la expectativa luego de recibir la esquela de un tal Billy que le aseguraba libertarla.

Fueron días casi tranquilos en cuanto a sus servicios sexuales, solo una noche su amo la mandó a buscar para compartirla con el amigo sudanés. Fue una noche agitada para sus agujeros íntimos ya que el negro tenía una verga de grosor importante y la sodomizó varias veces, aparte de las dobles penetraciones y demás vejaciones que sufrió.

Pero a la tercera noche después de recibido el mensaje, Se encontraba profundamente dormida cuando fue despertada con una mano cubriéndole la boca. Inmediatamente reconoció a su asistenta árabe y se tranquilizó.

La muchacha le entregó otro papel escrito en muy mal castellano pero entendible, donde le indicaba que hiciera lo que la muchacha le indicaba que la iban a salvar. Otra vez la firma: “Billy” culminaba el mensaje.

Se apresuró a vestirse con la escasa ropa interior que tenía y sobre ella una burka que la ocultaba íntegra. Su ayudante estaba vestida de igual manera. Y deslizándose por los pasillos en penumbras fueron sorteando estancias y guardias hasta llegar a una habitación donde entraron raudamente.

Allí había varias mujeres más vestidas de igual forma que ellas, con lo que se mezclaron en el grupo. Serían unas diez en total.

No pasó mucho tiempo cuando aparecieron los guardias sudaneses que las condujeron una detrás de otra fuera del palacio. Estaba amaneciendo.

Fueron conducidas a la pista privada de Zahí donde un avión de porte mediano se hallaba en marcha listo para despegar. Al pié de la escalerilla se encontraba su amo, su amigo sudanés y el hijo de este. Todos rodeados de los guardias de Zahí.

Sin detenerse, las mujeres y los guardias sudaneses embarcaron en la nave. Temblando Eleanor trató de controlar sus movimientos para no delatarse cuando pasó frente a su amo que no tenía idea que su preciada esclava madura se le fugaba.

Eso fue lo más peligroso, ya una vez en el avión, nadie les prestó atención y una vez embarcados todos despegó.

El viaje duró unas tres horas y aterrizaron en Jartum, según supo luego Eleanor. Allí fueron subidas todas las esclavas a un utilitario y tras un corto viaje llegaron a destino, una opulenta mansión.

Todas fueron conducidas a unas instalaciones aledañas y al momento de ingresar, Eleanor y su asistenta fueron desviadas sigilosamente por un guardia grande como una torre y negro como el carbón. Rápidamente en una maniobra precisa y estudiada, los tres se deslizaron hacía el parque de la propiedad donde luego de caminar por un frondoso bosque desembocaron en los fondos donde aguardaba un todo terreno en marcha.

Subieron los tres y se pusieron en marcha de forma inmediata. En el interior del vehículo, aparte del conductor, ya había tres personas más, uno de acompañante y dos en las plazas posteriores, por lo que las dos mujeres y el guardia ocuparon las tres plazas centrales.

La incertidumbre y la ansiedad hacían sudar a Eleonor preguntándose a donde las llevarían, que sería de su vida ahora…

Tras varios kilómetros por caminos de tierra entre selvas, uno de los hombres que viajaban atrás, tocando el hombro de Eleanor le habló:

-Poder ya tú… discover… mmm ¿How to say discover? Esto último se lo preguntó al hombre de al lado.

-Descubreer – respondió el hombre, y dirigiéndose a la mujer le informó: - Billy dice que tú puede descubrerrse.

Inmediatamente Eleanor liberó su cabeza de las vestiduras y se volteó para conocer a su salvador.

Abriendo los ojos de sorpresa se encontró mirándose a los ojos con aquel jovenzuelo desgarbado que la había tomado delante de su padre y su amo. Aquel que por primera vez tuvo relaciones sexuales precisamente con ella. El hijo del amigo de su amo, que la trató con delicadeza esa noche donde fue receptáculo de vergas rudas, como tantas otras.

-My name is Rajesh. But everyone calls me Billy. – dijo el joven sonriendo.

El inglés de Eleanor no era muy fluido pero comprendió que el muchacho se llamaba Rajesh, pero todos le decían Billy.

-Gracias! Gracias por sacarnos de ese infierno… - lagrimeando ella le agradeció al muchacho.

Utilizando al negro que viajaba junto a Billy como traductor, puesto que hablaba y entendía bastante bien el español, se fueron comunicando el chico y la madura.

La pusieron al tanto de la operación, de la cual ella y la joven árabe pasaron a formar parte a último momento.

Ya estaba orquestado que a la vuelta del viaje con su padre, el chico y algunos de sus fieles e incondicionales hombres abandonarían la mansión del viejo sudanés para unirse a la guerrilla que se desarrollaba en Sudán del Sur, hacía donde se dirigían esquivando los puntos de controles.

“Los pormenores de los conflictos entre estos países no lo voy a explicar ahora porque no vienen al caso, nuestra protagonista es Eleanor y solo relataré lo que concierne a su entorno, pero quien se interese en el tema puede investigar en la web donde está todo bien explicado.”

Billy le confesó que la noche que la conoció quedó prendido de ella. Le suplicó que lo perdonara por haber sido parte de su violación, pero estaba obligado por su tirano padre, como ya tenía 18 años y era virgen, su padre prácticamente lo amenazó de muerte si no dejaba de serlo, confundiendo lo que es sentir el sexo con amor y ser maricón. Antes de tener un hijo gay, prefería matarlo, era el razonamiento del viejo. Y aunque él no era gay, tampoco le interesaba fornicar por solo el placer de la carne, pensaba que los sentimientos eran lo primero.

Disculpándose nuevamente con Eleanor, le confesó que de verdad tuvo sentimientos en su unión con ella. A pesar que para ella era forzada, trató de ser lo más cariñoso, amable y caballero posible. Pero luego se sintió tan mal por formar parte de tamaño acto aberrante que se propuso liberarla a fin de compensarla en algo por el daño causado y acallar su conciencia.

Eleanor lloraba emocionada ante su salvador, al que perdonó en el acto, ya que al liberarla compensó con creces su anterior afrenta. Además pensaba para sus adentros, aunque el chico tuvo que violarla, fueron por lejos las relaciones sexuales más suaves que había tenido en mucho tiempo.

El viaje continuó aún un largo rato, por lo que pudieron contarse sus historias. Así fue como Billy se enteró de la maldición que cayó sobre ella por culpa de su cuñado que en busca de venganza por la infidelidad de su esposa se la tomó contra toda la familia.

Nuevamente derramó lágrimas de angustia al recordar a sus hijas de las que no sabía nada del destino al que fueron a parar, y su hermana, cuya última visión fue verla ensangrentada y desmayada por culpa de ese gigantesco negro que la tomó. Y su marido,  qué sería de él con tanto dolor…

La vida de Billy a pesar del lujo y el derroche en que vivía tampoco era de color de rosa. Su padre un déspota autoritario y estricto, tenía sumidos en miedo a toda su familia. Su madre había muerto cuando era pequeño, imagino que de pena al convivir con semejante monstruo. Pero él viejo había vuelto a tener esposa y hasta concubinas, con lo que el chico tenía una pila de hermanitos y hermanitas. Siendo él el primogénito, su padre había sido en verdad duro, siempre culpando a su madre del carácter débil de su hijo.

Hastiado de años de rigidez militar y sin libertad había tomado la decisión de abandonar su casa paterna para ir a prestar servicio con los enemigos de su gente.


Antonio y Fabián llegaron a la casa de este, despavoridos. No bien entraron se sirvieron sendos whiskies y los tragaron en seco. Antonio temblaba y transpiraba y se volvió a servir, mientras Fabián mostrando un poco más de aplomo encendía un cigarrillo.

-La cagamos… la cagamos… - repetía Antonio.

Fabián lo tranquilizaba exponiendo que todos sabían los riesgos que se corrían con estas cosas.

-Riesgos si…  pero nunca pensé que iba a morir alguien. – exclamó desesperado Antonio. – Ese negro es una bestia inhumana… vos viste como la dejó a Miranda, y ahora la mató a la vieja!!! Qué animal!!!

Largo rato se mantuvieron empinando y fumando hasta que los fue venciendo el cansancio.

Después Antonio se fue a su casa donde se acostó sin más intentando dormir, algo difícil en el estado de excitación en que se encontraba. Al fin después de mil vueltas en la cama se pudo dormir.

Al otro día fue a la oficina, pero más que a trabajar, a meditar y reflexionar tranquilo. Llegado el mediodía ya había tomado una resolución y se la comunicó a su amigo Fabián:

-Esto ya se nos fue de las manos, viejo… Hace días que me ronda por la cabeza el empezar a vivir normalmente. Por Eleanor no podemos hacer nada, ya que como unos pelotudos nos deschabamos  con ella… pero por las pibas algo vamos a hacer.

-¿Qué se te ocurrió? – interrogó fríamente Fabián.

-Liberarlas, hace más de un año que las tenemos ahí, año y medio para ser exactos… ya me remordió la conciencia, no debimos hacerles esto.

-Ja! ¿Y ahora te remuerde la conciencia?! ¿Después las hiciste culear por un montón de negros? ¿Después que les llenaste los agujeros un pila de veces? ¿Qué las hiciste putear, recaudando fortunas?!!!

Antonio se quedó callado, reconociendo la verdad en las palabras de Fabián, que continuó diciendo:

-Las minitas todavía pueden dar buenos dividendos, son jóvenes y se han adaptado a la vida de putas, pero si tu conciencia no te deja vivir y querés liberarlas para así tranquilizarla un poco; es tu decisión…

Tras pensar un largo rato al fin exclamó Antonio:

-Si! Quiero sacarlas de ahí! No sé si mi conciencia se acallará pero al menos empezaré a enmendar las cosas.

-¿Y a tu mujer también la vas a liberar?!

-NOO!!! Esa puta me engañó! Ella sí que seguirá pagando con su cuerpo su adulterio. Pero las pendejas no tuvieron nada que ver… solo me dejé llevar por el morbo acumulado de años…

-Ok, como digas… son tuyas… pero habrá que pensar bien los pasos a seguir para no quedar pegados. Ni dejar involucrados a los de la quinta.

La conversación siguió por horas. Poniéndose de acuerdo en detalles y accionar.

Más tarde se reunieron con los regentes de la quinta donde tenían a las nenas para comunicarles la noticia que retiraban la mercadería del ámbito. Contando con la colaboración de estos terminaron de ultimar el plan de liberación.

Esa noche Antonio se encontraba más excitado que nunca. Todo lo que había pasado en casa del rector, más el accionar que se venía para recuperar a sus sobrinas, lo tenían con las hormonas descarriladas.

Intentó un tenue acercamiento a su esposa, puesto que últimamente no estaba tan ensimismada, pero fue rechazado categóricamente como siempre.

-Puta adúltera. –pensó Antonio, y como tenía el pene que explotaba de calentura, colorado y sofocado, con rabia comenzó a decir la serie de palabras, dejando a su esposa una vez más en trance.

Al instante Miranda quedó receptiva, como ya había pasado tantas veces. Pero esta vez Antonio estaba furioso, frustrado y excitadísimo. No comprendía tanto rechazo de su mujer. En su mente afiebrada no concebía el horrible trauma que le había quedado a ella luego de sufrir cruentas violaciones y humillaciones.

Nada de esto le importó al sujeto, que, tomándola de los pelo la arrastró casi al baño donde procedió a higienizarle el recto, excitándose aún más previendo el futuro goce que iba a experimentar.

La tiró arriba de la cama, siempre maltratándola con insultos. De un escondite sacó algunas cosas diciendo:

-Esto lo estaba guardando para alguna ocasión especial, querida… creo que llegó el momento de presentarte a tu nuevo amante JAJAJA!

En sus manos tenía un dildo de unos 20 centímetros, provisto de una manguerita, válvula y bomba manual de inflado. Idéntico a los tensiómetros.

No obstante la lubricó antes. No por piedad, sino para evitar secuelas al otro día y que todo se descubra. Le untó en sus agujeros la crema íntima a base de aloe vera y afrodisíaco, después de ordenarle que se abra todo lo que pueda de piernas.

Incrustando dos o tres dedos en las cavidades, le dejó las paredes de las mismas viscosas, cubiertas de una película brillosa.

Tomó luego un plug anal y llenándolo de crema se lo insertó en el culo, mientras ella comenzaba a transpirar y gemir. Después agarró el nuevo integrante del equipo y con suavidad se lo fue metiendo en la vagina hasta que solo quedó la base a la vista.

Miranda jadeaba e hiperventilaba, reflejos que fue incrementando en intensidad cuando su esposo comenzó a bombear aire dentro del falo. Manipuló la bomba hasta que observó como los labios vaginales de su esposa quedaban tirantes rodeando el instrumento.

Luego tomó una pinzas pezoneras y las aplicó a las pequeñas tetas con el gritito de dolor correspondiente por parte de ella. Luego le ordenó que se pusiera en cuatro patas sobre la cama, en el borde, y siguió jugueteando con el consolador inflable. Lo desinflaba y volvía a inflar, siempre un poco más que la vez anterior, lo que llevó a que ella pusiera cada vez más el culo en pompa, mientras hamacaba las caderas cada vez más enérgica.

Después de un rato de divertirse a costa de la hipnotizada, le retiró el plug, pero no así el inflable que dejó insertado de un tamaño medio. Y procedió a entubarla con su propia verga por el ano. Flexible y dilatado por la acción del plug, con poco trabajo casi todo el pene penetró en los intestinos de Miranda.

Ella ya gemía que daba gusto, con la cara apoyada en el colchón y el culo elevado recibía envestida tras envestida de su marido por el culo mientras el consolador inflado hacía que lubrique y que su recto se mantenga más estrecho para su sodomizador.

El tiempo transcurrió con Antonio alternando su pene con el culo y la boca de Miranda. La bombeaba unos minutos y después se la hacía chupar tratando de incrustársela toda en la boca. Cosa que lograba atragantamientos y ahogos por parte de ella, segregando saliva a litros que resbalaba por sus comisuras.

No quiso prolongar demasiado su eyaculación, así que después de un martilleo más frenético esta vez, en el ano, al sentir el esperma pugnando por recorrer su conducto y salir a la luz, se la sacó violentamente del ano con un Blop! Y rápidamente la obligó a que se la trague. Literalmente se la hizo tragar.

-AGGGHHH!!!! –fue el sonido gutural que emitió Miranda con la verga de su marido alojada en la garganta. Y mientras la tomaba con ambas manos y con furia de los cabellos, se la mantuvo insertada unos segundos a tope hasta que los lechazos comenzaron a sobrevenir.

-¿Viste que no era tan difícil puta? – le preguntó sin esperar respuesta mientras se la retiraba y de un cachetazo la dejaba desmadejada sobre la cama, llena de flujos, saliva y esperma, respirando agitadísima y con gruesos lagrimones saliéndole.

-Andá a bañarte ahora y después te dormís… cuando vuelva quiero que estés bien dormida o te cago a cintazos, maldita ramera…

Se fue a la sala a tomar un trago y fumar un cigarrillo mientras reflexionaba sobre el próximo accionar, ahora que sus huevos se habían aliviado, su mente se despejó y pudo terminar de ultimar detalles para la liberación de sus sobrinas.


Mientras tanto en algún lugar remoto y perdido de África…

-No te lo pediría sino fuera estrictamente necesario Ely. – (Lo traduzco así para que se entienda) Dijo Billy en su mezcla dialéctica de varios idiomas latinos.

-No puedo hacer eso… vos sabés la que he pasado. Me parece desagradable y de mal gusto que el líder me convoque a su tienda esta noche. Hace un mes que entrenamos a la par de todos y creí que ya éramos parte del grupo… ¿Qué les pasa a todos?! ¿Solo me ven como un objeto sexual? – Una acongojada Eleanor le contestaba con lágrimas pugnando por salir.

-Lo entiendo perfectamente, pero el líder fue muy claro… o vas esta noche a visitarlo o nos expulsa.

-Es injustoooo!!! –exclamó Eleanor ya con llanto incluido. – Cuando ya me creía a salvo de vejaciones sale con esto…

La conversación transcurría en una carpa abierta del campamento rebelde en medio de la selva.

Tras largas deliberaciones y barajando hipótesis al fin la antigua empresaria capituló:

-En fin… supongo que no hay alternativa, calculo que el entrenamiento que he tenido con mis sádicos amos servirá para algo. Pero antes, Billy, no sé como pedírtelo, pero…

-Pídeme lo que quieras si es para mitigar tu dolor, ya que te entregarás por nuestra causa sería justo que te conceda tu petición.

-No digas nada. Haceme el amor, ahora ya… necesito hacerlo por voluntad propia y con quién yo elija una vez, después de tanto tiempo…

Roja de vergüenza Eleanor le comunicó sus deseos a ese joven de color que podría ser su hijo.

El chico no se lo podía creer. Su musa inspiradora le pedía que la amara, cuando él le tranmitía justamente que debía acostarse con el líder. Aún recordaba como un sueño su primera vez, justamente con ella, pero cuando era una esclava y no tenía poder de decisión. Cuantas noches había recordado esa vez que prácticamente la violó por orden de su padre.

Eleanor no le dio más tiempo para sus cavilaciones, y no importando que fuera de día se arrimó a él deseosa. Vestida con el mono camuflado se veía tremendamente sexy. Con su cabello atado en una cola y sus pechos operados abultando la delantera se sentó sobre él susurrándole:

-Amame Billy, lo deseo, si debo entregarme luego lo haré porque me lo pediste y a vos te debo mi libertad.

Rápidamente ella fue liberada de su pantalón de combate, solamente eso, había mucho movimiento en el campamento, todo debía ser disimulado. Mover la braga hacia un costado, liberar solamente el pene de él y unirse en ardoroso acto.

La larga y negra verga de Billy se alojaba vertiginosamente en la antes maltratada vagina de Eleanor, haciéndole recuperar el ardor sexual perdido durante su esclavitud.

El muchacho enajenado liberó algunos botones de la camisa de ella y con sus gruesos labios sorbió los pezones erectos de la madura hembra.

Todo el acto fue veloz, apasionado, dinámico y lujurioso, culminando con un orgasmo simultáneo que los dejó agitados y desmadejados, con la dama aún montando por unos minutos más al muchacho negro.

Esa noche, a la hora convenida, haciendo de tripas corazón, Eleanor marchó hacia la tienda del líder. No se arregló, ni cambió vestuario, en la selva esos lujos estaban de más. Con la misma ropa de combate y solo habiendo realizado los actos mínimos de higiene. Marchaba de mala gana, no se sentía feliz al tener que entregarse, pero aceptó su destino como parte de un bien mayor.

El líder la esperaba en su tienda, vestido de la misma forma que ella. La hizo pasar y le ofreció ginebra, que era lo que estaba tomando.

Con un defectuoso español, chapuceado y lleno de barbarismos le habló:

-Veo que ha aceptado acompañarme. –su sonrisa socarrona puso nerviosa a Eleanor. – Debo decirle que es usted muy guapa, una muy buena mercadería, a pesar de ser blanca…

Ella sintió como calores invadían su cara, pero no dijo nada. El negro continuó:

-El muchacho me ha contado que la ha pasado muy mal estos años, pero que ha aprendido las artes amatorias como una profesional, ya lo veremos jeje – de nuevo la socarrona risita.

-¿Qué cree usted mujer que va a pasar acá? –preguntó el líder a quemarropa.

-Me-ee... imaginooo… q-que querrá… poseerme… -contestó una dubitativa Eleanor.

Hubo un largo, largo silencio en el que el hombre encendió un cigarro y le dio dos o tres sorbos a su bebida, haciendo que el nerviosismo de la dama llegara a puntos críticos.

Tras la larga pausa, el líder,  al fin habló de nuevo:

-Se equivoca mujer…


Antonio, su mujer y su hijo, iban camino hacia una cena esa noche. Un cliente de él lo había invitado y era importante asistir para poder concretar el negocio. El cliente vivía en un barrio alejado de la ciudad, en realidad poquísimas veces alguno de ellos habían estado por ahí.

-La puta madre!!! – exclamó indignado Antonio. – Me olvidé hoy de cargar nafta! Encima este tipo vive por la concha de la lora… ¿Dónde mierda habrá una estación de servicio acá?

-Bueno no es para tanto. –le dijo Miranda reprochando el lenguaje de su marido.

Siguieron avanzando un rato por esas calles iluminadas a medias atendiendo las indicaciones de GPS.

-Pero mirá adonde viene a vivir este hijo de mil putas!!!! Decí que el negocio es redondo si no lo mando al carajo a él y a su puta cena… - seguía puteando Antonio. –Ahí!, ahí hay una estación, por fin!!!!

-Antonio por favor… podés dejar de decir groserías enfrente del nene. –reprochó su esposa.

Antonio optó por no contestarle y se metió en la estación de servicio, atracando en un surtidor.

Observó que en otra boca de expendio había otro auto cargando nafta. Los vidrios todos polarizados no dejaban ver su interior y un tipo estaba al lado del despachante.

-Miranda, por favor, ¿me vas a comprar cigarrillos? –le preguntó a su esposa mientras se bajaba del auto a recibir al despachante de combustible.

Allá fue la señora mientras el niño se quedaba compenetrado con el celular. Se dirigió al shopping de la estación y al entrar se detuvo en la caja.

Detrás de ella se ubicó una pareja, aunque ella no se volteó a verlos sabía que alguien esperaba su turno.

Realiza la compra y no bien se despide del cajero se da vuelta para retirarse cuando enfrentó cara a cara a la pareja.

La chica y ella se miraron a la cara sorprendidas y atónitas un segundo antes de que Miranda exclamara:

-¡MAITE!!!

-¡TIAAAA!!!! – exclamó la pequeña.

Y se desató la locura. En una fracción de segundo el trajeado que acompañaba a Maite tomándola de un brazo la arrojó contra su tía y salió a la carrera del local.

-Maite!!! ¿Y Karina? ¿Dónde está tu hermana??? –sorprendida y agitada Miranda no salía de su asombro y aún tardo un par de segundos en hacerse cargo de la situación.

-Llame a la policía ya!!! –le ordenó al cajero, a la vez que Maite le decía que Karina estaba en el auto afuera.

Atropelladamente salió Miranda del shopping gritándole a su marido:

-Antonioooo!!! Las nenas, las nenas!!! Ese tipo tiene a Karinaaaa!!!!

Antonio vio como el sujeto corría hacia el auto de vidrios polarizados, mientras el que esperaba captando la emergencia se subía al mando arrancando el vehículo.

Todo ocurrió vertiginoso, recordó el arma que compró luego del funesto fin de semana vivido y corrió a retirarla del compartimiento de la puerta mientras le gritaba a su mujer:

-Subí al auto… rápido. –y viendo a Maite corrigió. –Suban al auto, suban al auto!!!

Corrió los dos metros que lo separaban de la calle en el momento que el auto de los vidrios polarizados se ponía en fuga y le efectuó dos disparos aunque no se observó que le haya atinado. A toda prisa volvió a su auto y salió chillando ruedas detrás de los fugitivos.

-Pónganse el cinturón rápido. –les ordenó a su familia.

Y comenzó la persecución. En cuestión de segundos ambos autos estaban en una endemoniada carrera hollywoodense, digna de una película del Transportador o Rápido y furioso.

Toda la persecución no duró más de diez minutos, pero fueron eternos, ya que no podían darle alcance al otro auto, aunque tampoco se alejaba, solo zigzagueaba en la calle y tomaba las curvas derrapando, sin dudas tratando de perderlos en algún punto.

De pronto en una bocacalle que los fugitivos tomaron a demasiada velocidad se produjo un derrape no controlado y el auto entró en trompo quedando enfrentado a sus perseguidores.

Pero los malhechores actuaron rápido. Se abrió una de las puertas de la parte de atrás y por la abertura salió Karina rodando en la acera, empujada sin dudas por los malditos como último recurso para tratar de huir.

La frenada que pegó Antonio hizo chirriar las gomas sobre el pavimento e impulsó a su auto a que quedara de costado. En esa milésima, los malditos secuestradores aprovecharon y emprendieron nuevamente la fuga pasando por delante del auto de Antonio.

Todos se bajaron, Antonio empuñando su pistola pudo efectuar un último disparo al vehículo que raudo se alejaba. Miranda, su hijo y Maite se arrojaron del coche para ir al socorro de Karina que se hallaba a unos metros desparramada en la calle.

Por suerte solo tenía un par de raspones superficiales solamente, pero la carga emocional había hecho que las tres mujeres y el niño estallaran en llanto abrazándose todos juntos.

¿Y Antonio?

Antonio guardó su arma en el auto mientras una sonrisa imperceptible se dibujaba en su rostro, antes de unirse al abrazo y llanto general.

CONTINUARÁ... un capítulo más...