Destrucción de una familia 10

A fin Miranda es quebrada por Fabián y obligada a las bajezas más perversas. Una visita inesperada de Yamila (hermana de Miranda) sorprende gratamente a Antonio.

Capítulo 10 – La caída final de Miranda

Los días se fueron acumulando dando paso a semanas y estas a meses.

Hacía diez meses ya del fatídico fin de semana en que Eleanor, su hermana y sus hijas  fueron vejadas. Alguna salvajemente violada y madre e hijas secuestradas.

Nunca más se supo el paradero de las tres. La perfecta máquina de la trata de blancas funcionaba a la perfección y es más, Eleanor había sido sacada del país sin que nadie detecte nada.

Las jóvenes hermanas seguían ejerciendo la prostitución obligadas en el mismo lugar, convirtiéndose en expertas amantes. Su dueño y tío, Antonio las había visitado un par de veces más de incognito para saciar sus repulsivos y bajos instintos. Siempre con el rostro cubierto abusó de las dos en reiteradas ocasiones, estando ellas obligadas a atenderlo ignorando quien era.

Fabián con su tratamiento de lavado de cerebro por hipnosis más drogas pudo lograr al fin vencer la resistencia subconsciente  de Miranda. Le bastaba pronunciar una serie de palabras en el orden y tiempo correcto para que la mujer se convirtiera en otra. En una ninfómana desprejuiciada consciente a medias de la realidad. Dócil y sumisa se transformó en un animalito esclavo de su amo.

A la inversa, con solo volver a pronunciar una serie de palabras la hermosa víctima olvidaba todo y volvía a la realidad. Su realidad. Dolorosa y agobiante de ser una víctima de violación salvaje con secuelas de frigidez, sumado a la desaparición de su hermana y sobrinas hacía triste y amarga su existencia cuando estaba lúcida.

La primera sesión donde Miranda demostró docilidad total no fue desaprovechada por el inescrupuloso psicólogo. Al fin logró manosear a gusto a la mujer de su amigo, inspeccionando cada parte de su atractivo cuerpo. Hizo que se masturbara y él mismo colaboró con la paja de la dominada mujer insertándole algunos dedos y revolviéndolos con gusto. Le destapo los pechos, pequeños de rosados pezones y se dio el lujo de chuparlos como un lactante mientras la mujer maltrataba su propio clítoris.

Cuando no dio más de excitación se vio obligado a liberar su miembro para pajearse compulsivamente observando el espectáculo que daba  Miranda semidesnuda explorándose su vagina.

Ella observó el movimiento del doctor y sin dejar de pajearse con la otra mano le agarró posesivamente el pene. Obviamente él no intentó disuadirla, es más, se puso de pie y acercándose a la cabecera del diván dejó que la descontrolada fémina se engullera el falo.

Fueron pocos segundos pues la excitación de ambos era descomunal. Todo acabó así, abruptamente como empezó. Un chorrete de semen desparramado sobre la cara de Miranda con algunos goterones incluso dentro de su boca y agitación por demás que poco a poco se fue calmando.

Ese mismo día cuando Fabián se reunió con Antonio lo puso al corriente de la buena nueva. Le confesó lo que hizo con su esposa disculpándose por no esperarlo, a lo que Antonio le restó importancia.

-Lo importante es lo que le vamos a hacer a esta putita adultera jajaja… -se expresó jocoso Antonio.

-¿Tenés alguna idea? –preguntó Fabián.

-No, nada en concreto, solo quiero que le hagamos aberraciones, que sienta el rigor, entubarla por todos lados y con diferentes cosas. Eso para empezar, después se verá.

Felices y exultantes hicieron planes para quedarse a solas con ella esa misma noche de ser posible. La única dificultad era el pequeño niño, pero idearon un plan mediante el cual esa noche Antonio tendría una cena de negocios en su casa, donde recibiría a importantes accionistas e influyentes para tratar temas laborales. Su mujer debía estar a su lado puesto que los demás traerían a sus esposas, por lo que enviarían al niño a dormir con sus abuelos, como ya tantas veces había ocurrido.

Todo salió de maravillas, incluso Miranda no puso reparos en acompañar a su marido aunque lo tomo indiferente y sin ninguna alegría, cosa común en su personalidad los últimos meses.

Esa noche Antonio le pidió a ella que se vistiera elegante y no se preocupara más que él encargaría la cena.

Alrededor de las 10.00 de la noche Miranda bajó a la sala donde Antonio tomaba un whisky mientras revisaba sus mails. Se había puesto un vestido soberbio, de color pastel, manga larga y casi sin escote pero bien entallado, largo hasta los tobillos con un tajo lateral que llegaba poco más arriba de la rodilla. Con su cabello lacio y suelto cayendo por la espalda y apenas maquillada con suaves tintes de rubor y rouge.

La verdad que se la veía muy bien, siempre fue una bella mujer, y el vestido le quedaba de maravillas aprisionando esas contundentes caderas que tenía.

El primero en llegar fue Fabián, cosa que extrañó a Miranda puesto que no tenía negocios en común con su marido, pero este le explicó que teniendo entre manos una gran negocio, al contarle a su amigo, este decidió invertir por esta vez como para hacer un dinero extra. Explicación que dejó conforme a Miranda sin sospechar la cruel trama que se cernía sobre ella.

Fabián no perdió mucho tiempo y acercándose por detrás a la excitante hembra  comenzó a susurrar en su oído las palabras claves. Aunque en verdad no estaba convencido si iba a funcionar puesto que en las sesiones se las decía de frente y luego de administrarle el fármaco.

Pero si, funcionaron perfectamente y la desafortunada víctima entró en un estado de sopor primero, inmóvil, para, segundos después soltarse completamente desinhibiéndose.

Bailaron apretados fregándose con la fémina excitándola con manoseos y roses hasta lograr que su rostro exprese el estado de ebullición que la embargaba.

Bebieron los tres vino, aunque en la copa de Miranda iba mezclado un potente afrodisíaco que la desinhibió por completo. El vestido fue retirado prontamente, dejándola en ropa interior de color blanca. Un corpiño común cubriendo sus pequeños seños y un tanga diminuto que debió ponerse ella para que no se notara en el entallado vestido.

Ese culo magnífico que tenía devoraba totalmente la parte de atrás de la bombacha dejando a la vista de los dos hombres sus nalgas expuestas. Unos glúteos que eran su mejor arma de seducción, con una escasa celulitis que no desmerecían en nada su porte. Unas piernas normales y con poca cintura, es verdad, pero al ser su espalda ancha en los hombros, le daban una excelente figura.

Por delante la prenda íntima cubría bastante la zona de la entrepierna, pero no lo suficiente como para ocultar totalmente su pelambrera.

Miranda después de haber sido rasurada por su hermana ese fatídico día de las violaciones, nunca más se había arreglado la zona, como nunca más había vuelto a tener sexo, al menos en su consciente.

Antonio y Fabián la manosearon a cuatro manos desprendiéndole primero el corpiño y bajándole luego la tanga. Quedó totalmente desnuda entre ellos recibiendo toqueteos y lametones por todo su cuerpo.

-Que selva tiene ahí abajo!– le dijo Fabián a Antonio.

-Se ve que no se volvió a rasurar jamás después que Eleanor la afeitó. Ese día se me puso la verga como titanio mirando como mi cuñada era obligada a afeitarle la concha a mi mujer. – contestó Antonio.

-Hay que limpiar esa vulva, así toda peluda me quita morbo. –exclamó Fabián.

-Pero no podemos, acordate que está inconsciente, cuando vuelva en si va a notar que está pelada y se va a armar un despelote.

-Bueno, es cierto, pero recortemos un poco cada vez que la cojamos y se va a ir acostumbrando naturalmente.

Poniéndose de acuerdo los amigos recostaron a Miranda en un sofá y con una tijeras pequeñas recortaron su vello púbico dejando lo suficiente para que ella no sospechara nada raro cuando despertara de la hipnosis.

Y así fue, dejaron un poco de pelos pero rasuraron completamente la zona entre la vagina y el ano así como los escasos pelitos alrededor de este.

-Ahora sí. –exclamó Fabián. – es toda tuya ahí abajo jajaja.

Se puso de pie sacando su pene ya erecto y se lo ofreció a la mujer de su amigo.

-Tuyo, Miranda, como la última vez en el diván, estoy seguro que estás deseando comerte esto.

Ella no contestó nada, pero aferró la verga del psicólogo y la chupó. Grandes chupetones le daba tratando de meter cada vez más pija dentro de su boca.

Antonio entre las piernas de su esposa, que mantenía abiertas al máximo, pasaba la lengua con grandes lambetones abarcando concha y ano de una. Le enterraba la lengua en la vagina revolviéndola como una serpiente extrayendo todos los flujos que la hipnotizada víctima segregaba. Luego pasaba al culo, al que mojaba de babas y forzaba con su órgano lingual dilatándolo en excitación pasmódica.

En un momento se detuvo expresando su duda:

-Che Fabián, vamos a limpiarle la puerta trasera a esta puta, porque la otra vez cuando la culeó el jefe se cagó como vaca en viaje.

Procedieron a aplicarle un enema. En realidad lo hizo Antonio, porque Fabián siguió siendo mamado por Miranda mientras su esposo le higienizaba el recto. Le volcó un par de litros agua tibia en su interior que hizo expulsar luego de unos minutos en el baño. Repitiendo la operación dos veces más hasta que el agua salió completamente limpia.

Luego la llevaron al cuarto matrimonial donde se dispusieron a abusar de las formas más degradantes de la ausente mujer.

Mientras Fabián casi hacía que Miranda se ahogue con su verga instalada en la garganta de ella, Antonio insertaba diferentes objetos en vagina y ano. Le colocó un espéculo con el cual logró dilatar la concha de Miranda donde se podía observar las profundidades de la misma.

Insertó bolas chinas primero en la concha y retirándolas llenas de jugos las metió en su culo ante quejas sordas por parte de ella.

Con un vibrador mediano le taladró el ano mientras la embestía furiosamente por la vagina con un falo de goma, siendo todo aceptado sin quejas por ella debido al estado ausente en que se encontraba. También la penetró vaginalmente Fabián, el que no pudo aguantar más que unos segundos sin eyacular por primera vez.

Ahí fue cuando Antonio la sodomizó por primera vez en su vida. Fabián descansaba de su orgasmo y él le inoculó la verga en el culo de forma rabiosa y sanguinaria desahogando toda su furia contra la adultera mujer.

-Acá tenés!!! PUTA!!! ¿Así que no querías que te la metiera por el culo?! –exclamaba el desencajado marido. – Más de 15 años tratando de romperte ese culito apretado y no que me va a doler no que es sucio… jajajaja ¿por qué no le dijiste al negro que era sucio cuando te lo destruyó????

Ese ano maltratado inhumanamente aquella vez, que mostraba signos inconfundibles de violencia en forma de cicatriz, poco a poco se devoró el pene de su esposo. Y cuando los huevos de Antonio chocaron contra la concha de Miranda la embistió violento en un flac! flac! flac! ruido temerario de chocar de carnes.

Solo un par de minutos logró el flagelo anal y Antonio se vació dentro, quedándose recostado sobre la humanidad de Miranda que seguía ajena al suplicio impuesto.

Y la noche fue larga… ambos desalmados se reponían por medio de sustancias y la violaban de nuevo, una y otra vez ella fue víctima de cuantiosas aberraciones y fantasías por parte de los hombres. Su culo solo lo probó una vez más Fabián y mucho menos violento para después concentrarse solamente en su boca y vagina. Puesto que una lesión anal les traería consecuencias al otro día cuando Miranda estuviera lúcida.

Degradada en su calidad de mujer al mínimo la mujer soportó las vejaciones, aunque no era consciente de ellas. Y solo después de muchas horas de alcohol, drogas y sexo la dejaron en paz, bañándola primero para luego acostarla y sacarla del trance.

A otro día, Miranda no dio muestras de molestias ni de sospechar nada raro. Si sentía algún escozor producto de las vejaciones, no comentó nada, seguía sumida en su triste melancolía manejándose como una autómata apenas mostrando interés por algo.

Se ocupaba de las tareas mínimas del hogar y su familia, pero no había vuelto a trabajar en el colegio desde aquella vez. Si, la visitaban de vez en cuando algunas compañeras profesoras y una o dos amigas, pero su vida carecía completamente de alegría.

No obstante el desalmado Antonio, cada tanto la dominaba con el método de Fabián para practicarle furioso sexo anal. Nunca más había vuelto a practicarle sexo vaginal producto de su rencor y odio de traición, pero se desquitaba con su ano insertándole no solo su miembro, sino toda clase de objetos que se le ocurría a su pervertida mente. Bolas, plugs, vibradores…

Llegó a introducir un falo gigante en su vagina antes de sodomizarla para hacer más estrecho el conducto.

Le ponía un espéculo y cuando la tenía toda abierta le aplicaba descargas en el clítoris con un taser, haciendo que la pobre se orinara encima. Luego le seguía aplicando descargar en los labios menores y pezones, los cuales se ponían duros y tiesos mientras la mujer transpiraba y se estremecía.

Alguna vez la penetró con un vibrador doble atado con correas y la dejó horas experimentando orgasmos involuntarios.

Muchas de esas veces cuando se encarnizaba demasiado, en la mañana Miranda se levantaba agotada y dolorida atribuyéndole esos efectos a su estado depresivo.

Fabián también algunas veces la había vuelto a violar, pero no la trataba con crueldad, al contrario, era más bien extremadamente delicado e incluso llegó a recriminarle a su amigo que fuera más cuidadoso con su mujer. Aunque en el fondo comprendía ese estado febril de odio que experimentaba Antonio.

Una noche organizaron una partida de póker con amigos en la propia casa de Antonio. Amigos del círculo íntimo de Fabián sobretodo.

Durante la partida, Miranda, dominada, tuvo que atender que sus copas estuvieran llenas, vaciar ceniceros, y demás tareas que realizan las camareras. Eso al principio.

Estaba vestida tremendamente sexy, o puta, una delgada línea separaba un estilo de otro. Vestido cortísimo y entallado con espalda desnuda, sexy y pequeña lencería.

Iba de un lado a otro atendiendo a los jugadores, todo normal, sin connotaciones raras hasta que a uno de los tipos se le ocurrió decir:

-Bueno, espérenme un ratito que voy a vaciar la vejiga.

-Miranda! –exclamó Antonio. – Acompañá al señor al baño y ayudalo. Abrile la bragueta, sostenele el pene mientras mea y se lo limpiás después con la lengua.

-Pero… pero… -se sorprendió el hombre que quería ir al baño. – No entiendo…

-¿Qué hay que entender? Miranda está acá para atendernos a todos y hacer más amena la partida. –le explicó el loco de Antonio.

-¿Es una joda? ¿Me estás hablando enserio??? –aún no creía el tipo.

-Por supuesto! Ustedes son mis invitados y ella como yo somos sus anfitriones. Ella estará encantada de que se sientan cómodos y bien atendidos. ¿Verdad Miranda?

-Lo que digas. –solo dijo Miranda.

Y se llevó al afortunado de la mano. Ayudándolo en todo lo que su esposo ordenó.

El hombre no cabía en sí de alegría cuando la atractiva mujer lo ayudó a mear, se la sacudió y se la metió en la boca para ensalivarla bien y dejarla sin rastros de orina.

Ya durante el juego había observado libidinosamente a la dueña de casa admirando su belleza y sobre todo su culo enfundado en ese ajustado vestido de infarto. Así como las grandes porciones de piel que dejaba ver en piernas, brazos y espalda.

La tenía ahí, arrodillada en el baño mamándole la verga, no se lo podía creer y su órgano se expresó. Creció en segundos y descargó su leche. Rapidísimo, tal era el morbo que le causó la situación que la eyaculación precoz lo sorprendió y solo atinó a sujetar con ambas manos la nuca de Miranda e impedirle retirarse mientras alojaba su carga de espermatozoides en la garganta.

Cómo si nada ella se puso de pie y volvieron juntos con los demás mientras él trataba de disculparse por lo bajo por su arrebato.

Huelga decir que a todos se les ocurrió ir a orinar, uno detrás de otro. Y a todos Miranda ayudó.

Los invitados reventaban de dicha, jamás les había ocurrido algo parecido y ya no se pudieron concentrar en el juego.

Por ello, Antonio, algo mosqueado por la situación, propuso un cambio de reglas. Otorgando al próximo y posteriores ganadores, minutos con Miranda para hacer lo que quisieran.

Ahora sí que el juego tomó ímpetu y se convirtió en una carnicería despiadada de Blof, ataques, agresiones y demás excesos a fin de hacerse con el premio.

Para no dilatar mucho entre manos se acordó que solo dos minutos estarían con la mujer. Pero esos minutos los aprovecharon al máximo. Manoseos,  besos por todos lados, chupadas, masturbaciones…

Ninguno la penetró pero la magrearon a destajo, liberando sus pequeños pechos de pezones duros y rosados a los que apretaron y babearon por demás. El vestido quedó enrollado en la cintura y sus glúteos al aire recibieron agarrones, pellizcos y azotes. A su vagina alguno la atacó dedalmente haciendo que se encharque y ella a su vez tuvo que mamar y pajear a varios ganadores.

Cuando ya la situación de los invitados no daba más en cuanto a la calentura reinante. Antonio propuso suspender el juego y entregarles de forma completa a su mujer para que la disfrutaran ahora sin límites de tiempo y conjuntamente.

Y lo hicieron, vaya si lo hicieron… se entregaron a sus bajos instintos sexuales poseyendo a la atractiva esposa del anfitrión uno detrás de otro, allí mismo, delante de todos. La desnudaron completamente y se la cogieron todos.

Ya cabalgaba a uno mientras sus tetitas vibraban, ya uno la penetraba a lo perrito mientras otro le inoculaba la verga en la boca. Entraban y salían continuamente. Durante una hora completa mantuvo Miranda su concha y boca llenas de pijas. Solo se respetó su culo por orden tajante del marido.

Cuando los huevos de los empedernidos estuvieron secos luego de dos y hasta tres eyaculaciones se marcharon felicitando a Antonio por la joya que tenía por esposa y con promesas de repetición en el futuro.

Miranda quedó descansando en el sofá. Desnuda y ajada, penetrada su vagina hasta enrojecer, llena de semen que empezaba a secarse, despeinada y con la cara manchada de maquillaje corrido más lechazos  que impactaron en ella.

Y todavía faltaban su marido y el amigo. Pero antes la llevaron al baño y poniéndola bajo la ducha la fregaron a destajo hasta eliminar toda la inmundicia de sus calenturientos amigos.

Con el cabello mojado y cara de agotamiento lucía mucho más sexy, esto sumado al espectáculo que presenciaron hizo que sin perder tiempo ambos señores quisieran usarla, violarla, romperla, ultrajarla, sodomizarla y humillarla.

Fabián se sentó en el sofá con el pito como hierro y le ordenó a la distinguida mujer que se clavara ella solita y ella obediente se enfundó toda la tranca en su enrojecido sexo.

Antonio observaba a su esposa desde atrás clavándose toda la verga de su amigo y haciendo movimiento semi circulares atisbando leves zonas de celulitis en tremendo culo cuando hacía fuerza hacia abajo, mínimas, escasas. Pensaba que aún mantenía un buen culo la ramera y al hacerlo recordó que tenía que actuar y se acercó a la pareja que fornicaba ruidosa con chapoteo incluido.

Miranda seguía cabalgando con un movimiento de pelvis enloquecedor mientras Fabián le separaba los cachetes del culo todo lo que podía y se prendía con la boca de los pequeños pechos de ella. Parecía una sopapa, un ternero en su teta, una aspiradora succionadora de pezones.

El ano de Miranda se hallaba a la vista gracias a la apertura de nalgas que hacía Fabián, así que Antonio con un sachet de lubricante remojó la zona y su pito y se lo perdió en la oscura caverna anal. Ella dio un respingo al sentir la intrusión y eso que solo el glande penetró y con un prolongado gemido quejido por parte de ella, él se la incrustó toda. Cuando los huevos golpearon contra ella se quedó quieto.

Una línea de sudor recorría la parte central de la espalda de Miranda. Nunca antes había copulado con dos hombres y para ella seguiría sin haberlo hecho puesto que se encontraba en trance ajena a la realidad.

Antonio se empezó a mover levemente lo que dio vía libre a Fabián para que retomara las embestidas contra la concha de su amiga y paciente.

Así segundo a segundo la doble penetración se fue intensificando hasta lograr una perfecta armonía entre los hombres que coordinando movimientos le aplicaban a la mujer un vaivén desenfrenado donde las pijas se chocaban dentro de ella solo separadas por una delgada tela.

Esto se prolongó durante varios minutos en los que las fuerzas de Miranda se evaporaron producto de orgasmos actuales sumados a los anteriores la desmadejaron convirtiéndola en un trapo en manos de sus machos.

Cuando los tres eran una masa de líquidos y carnes en ebullición con descargas de adrenalina y flujos, ahí cuando parecía que la mujer se desvanecía manejada como una muñeca por sus dos agresores; se descargaron. Ambos amigos eyacularon copiosamente en las entrañas de Miranda entre gruñidos y gemidos de éxtasis inundando las cavernas íntimas de leche de hombre que se adhería a las paredes enrojecidas vaginales y rectales de ella.

Lo que ocurrió después fue lo de siempre. Un lapsus de relajo y a ordenar todo. Higienizar a Miranda y untarla de cremas restauradores y anti irritantes las zonas castigadas.

No sea que la yegua sospeche mañana… pensaba Antonio.

Acostarla,  sacarla del trance y administrarle alguna sustancia relajante para que descanse.

Los días se fueron sucediendo más o menos dentro de la normalidad de la nueva vida que llevaban.

Antonio trabajaba, visitaba cada tanto la quinta donde retenían a Karina y Maite prostituyéndolas y tomaba servicios. A veces una, a veces otra, siempre oculto. Y otras veces atacaba a su esposa cuando la oportunidad se presentaba, la dominaba y le realizaba siempre sexo anal y penetración con objetos variados.

El resto de la familia seguía alicaída y depresiva debido a las desapariciones sin noticias de Eleanor y sus hijas.

Miranda seguía en su mundo encerrada en sí misma. Eso cuando estaba lúcida, porque en trance Antonio la convertía en una puta ninfómana insaciable, forzándola él, Fabián y de vez en cuando prostituyéndola con amigos y clientes a cambio de favores.

Cerca del año del terrible fin de semana que cambió la existencia de todos, Antonio se sorprendió una noche al regresar de trabajar con la visita de su cuñada Yamila. Ella había venido sola, por algunos trámites y pensaba quedarse tres o cuatro días en casa de su hermana.

Yamila como recordarán es la hermana del medio, una mujer dominante y de carácter fuerte. La misma edad que Antonio, 40 años. Al casarse se había ido a vivir a una localidad algo distante de su ciudad natal. Tenía tres hijos varones adolescentes y era profesora como Miranda.

Físicamente era imponente. Sin dudas la más desarrollada de las tres hermanas, altura similar pero más fornida.  Cabello largo y lacio castaño. No era bella de cara como sus hermanas, aunque de similares rasgos que Miranda, todo aumentado. Ojos y labios más grandes, nariz más ancha y mandíbula cuadrada que transmitían su dureza de carácter.

Su cuerpo era otra cosa. La maternidad y los años le habían dado volumen. No era gorda, no, para nada, más bien maciza. Era la única de la familia con pechos grandes, no una enormidad, ligeramente más amplios que la mayoría y armónicos con su figura. Obviamente al lado de sus hermanas Eleanor y Miranda de escasos pechos, sus tetas lucían descomunales.

Ancha de hombros y poca cintura pero un culo capaz de generar mil fantasías. Si bien no era como el culo de Miranda redondo y carnoso, resaltaba también en ese aspecto. Unos glúteos firmes y amplios que parecía que iban a explotar los jeans que usaba. Y sus piernas, el punto más fuerte después de las tetas, junto con su hermana mayor Eleanor eran poseedoras de unas piernas casi perfectas, sin várices, sin celulitis, sin estrías, torneadas  y armoniosas. Una hermosura.

Para Antonio que la conocía desde niños puesto que fueron juntos al colegio siempre pasó desapercibida. Aún cuando recibió en la adolescencia algunas insinuaciones  por parte de ella.

Y cuando conoció a Miranda la pobre Yamila quedó descartada para siempre ante la belleza de su hermana menor.

Pero con los años la forma de pensar y mirarla fue cambiando en él. Ella se solidificó, se puso mucho mejor después de los partos, y si bien su cara no cambió, aprendió a disimular sus rasgos poco agraciados con maquillaje que la convirtieron en una madura de 40 años, madre y muy apetecible. Por otro lado, ella, luego de su avance juvenil sobre él, nunca más demostró síntomas de querer algo con su cuñado. Era mujer de familia, fiel y dedicada.

Esa noche mientras cenaban los cuatro, recordemos al pequeño hijo de Miranda,  Antonio no dejaba de observar a su cuñada, lo sexy que se estaba volviendo con los años, le miraba esos pechos que hacían temblar el botón de la camisa y en su pervertida y afiebrada mente de sádico una idea descabellada se comenzó a gestar.

A duras penas podía seguir el hilo de la conversación, su cerebro maquinaba y hacía cálculos a velocidad vertiginosa imaginándose situaciones extremas con las hermanas.

Solo quedaba darle forma a la idea y poner el plan en marcha. Tenía tres o cuatro días para completar un nuevo y pervertido deseo sexual.

CONTINUARÁ...