Destino (XII)

Fernanda y Alexandra al fin se dejan de juegos. Pero y Patricia?

Les dejo un breve capítulo. Promeo no dejar pasar tanto tiempo. -gracias a todos los que  aún siguen la historia, por sus comentarios y valoraciones.

Espero este capítulo, llne tanto tiempo de ausencia. Esperaré ansiosa sus comentarios y valoracion. Disfruténlo.

Nunca dormía después de las ocho de la mañana, pero aquel día desperté hasta que mi cuerpo se sintió listo para hacerlo, estaba desnuda apenas cubierta con las sábanas. Los rastros de lo que sucedió en la noche era evidente, la habitación olía a sexo, la ropa tirada por todos lados y la cama deshecha. El sol iluminaba fuertemente y me sorprendió que la luz no me hubiera despertado desde hacía rato. La temperatura era bastante cálida y aun así mi cuerpo estaba erizado.

Después de lo sucedido con Alexandra en la Finca, estaba resuelta a por fin dejarme llevar por lo que sentía. Cuando dejé a Mauricio, me prometí que jamás haría algo que no quisiera o no me hiciera sentir bien y aunque debo admitir que quería a Patricia, no estaba enamorada de ella y mucho menos la amaba. Inconscientemente estaba repitiendo ese círculo. Las palabras de mi madre comenzaron a hacerme eco: “ya sabes lo que no es el amor” y sabía que dentro de mi sí sentía profundo amor por Alexandra. Parecía que el destino se encargaba de tener un mal entendido eterno entre nosotras, nunca teníamos un espacio tranquilo y sin interrupciones para aclararlo. Así que después de que Alexandra Cohen me corriera (literalmente) de su habitación, tomaría el asunto en mis manos y le daría una resolución fuera para bien o para mal. Valiéndome de lo que el dinero puede comprar, renté una villa tranquila y solitaria de la cual ella no pudiera huir. En carro serían al menos seis horas, por lo que me incliné por el helicóptero, le daría un aire urgente y misterioso (al menos eso me gusta pensar).

El plan consistía en hacerle creer a Alexa que debía ir en calidad de urgente a presentarse con la Lic. Rebeca Santos y desglosarle personalmente un “algo” que no tenía sentido, pero que de igual manera era importante. Le pedí a Tita que mientras revisaba algunas cosas en la Finca, preparara una maleta para la Ing. Cohen, la metieran a mi carro sin que ella se diera cuenta, yo me iría a la villa y una vez ahí, di la orden para llevar a Alexandra. Lo que pasó después ya lo saben.

-¿Puedo saber por qué no me ha despertado para acompañarla a desayunar Ing. Cohen?- dije fingiendo enojo, mientras caminaba hacia ella.

-Buenas tardes Arq. Salvatierra, no quise perturbar su sueño.- respondió sin poder contener una sonrisa. Me extendió su mano.

-Es usted muy considerada, pero debo decir que mi sueño se ha visto perturbado desde que la conozco- tomando su mano. –Recuerde: las obligaciones son primero, que no vuelva a suceder por favor.- sentándome en sus piernas.

-Será como usted quiera Arquitecta.- subiendo sus manos por los costados de mis piernas.

-Sólo como debe ser Ingeniera.- y tomándola por el cuello nos dimos un beso, el más tierno que recuerdo hasta el momento.

-No quise despertarte mi amor, siempre te levantas muy temprano y te duermes muy tarde. Necesitabas descansar, niégamelo.- dijo mirándome a los ojos y al ras de mis labios.

-Claro que lo necesito amor.- pegando mi frente a la suya. –Pero tengo mucho trabajo.-

-Siempre tienes mucho trabajo. Desde que te fuiste a NY te has puesto muy delgada, creo que te exiges demasiado.-

-Ser Fernanda Salvatierra exige demasiado. Usted perfectamente sabe, que tengo muchas responsabilidades.-

-Carreras simultáneas, una empresa, una finca, vida social, etcétera, etcétera, etcétera.-

-Por eso mismo no puedo darme el lujo de dormir hasta tarde, ¿qué hora es?- dije con un tono juguetón de diva.

-Pasadas las dos de la tarde.-

-¡Mierda, esP tardísimo!- me levanté, pero ella volvió a jalarme.

-No sabía que manejabas tan fino lenguaje, mi amor.- burlándose descaradamente de mi histeria. –Fernanda Salvatierra, te prohibo terminantemente y quiero ser muy firme en este punto, te prohibo tomar computadora o dispositivo alguno que me robe tu atención.-

-Alexandra Cohen, me tomará sólo un momento, prometo dejar todo en orden y después centrar toda mi atención en ti. Con lo controladora que soy, más de uno debe preguntarse por qué no los he molestado el día hoy.-

-Bueno, pues no les demos gusto. No quiero ser la culpable de una crisis en el Corporativo Salvatierra-

Así mientras Alexandra se encargaba de no dejarme trabajar, en cuanto cargué mi iPhone interminables correos de voz, e-mails y llamadas hicieron presentes. Me llevó algo más que un momento resolver el lío que tenía de trabajo hasta que pude dejar todo en orden, para solo ser interrumpida por casos realmente especiales. Alexandra desde hacía un rato se encontraba en la piscina. Debo presumir que teníamos una vista maravillosa, pero ante todo algo que siempre he valorado muchísimo, privacidad. Me puse mi bikini y me uní a ella.

-El bronceado te sienta de maravilla.- dije abrazándome a ella por detrás disfrutando de la vista.

-No más que a ti. He pedido un par de cervezas ¿te apetece?- tomando mis manos.

-Está bien, tu traje de baño es muy lindo pero te sienta mejor andar desnuda.- tirando de la laza con mis dientes, para que estás cayeran dejando al descubierto sus senos.

-Parece usted un ser insaciable.- volteándose a mí.

-Corrección: soy un ser insaciable, pero de usted.- la tomé por la cintura y la pegué a mí, para sentir sus senos desnudos. Nos dimos uno de esos besos un tanto violentos, pero a la vez sensuales, esos que llevan alones de labio y un poco de lengua, no mucho, lo suficiente para perder la compostura y buenos modales. ¿Recuerdan lo que dije acerca de la privacidad? Bueno, es un engaño, ya que cuando ese delicioso beso parecía me llevaría a algo más. El chico del room service apareció cortando el momento y darle la sonrojada de su vida a mi querida Alexandra, que sólo pudo atinar abrazarme aún más y esconder su cara en mi cuello.

-Gracias.- respondí mientras el chico acomodaba las bebidas y botana en una mesa que nos acercó. –En el próximo servicio, que llamen antes de que usted suba.-

-Entendido señorita.- dijo el muchacho.

-Comunique al chef y a la gerencia que preparen una cena especial para esta noche de favor, es todo, puede retirarse. Gracias nuevamente.-

-Con su permiso.-

-¿Sabías que eres bastante “mandona”?-

-¿Y eso es malo?- pregunté arqueando una ceja muy sorprendida por su comentario.

-Mientras no olvides el "por favor" y "gracias", puedo vivir con ello.- le sonreí y me retiré para tomar las bebidas.

-Prueba esto, está delicioso.- dije mientras le ofrecía de mi mano un poco de tortilla dorada con queso, jitomate y un salsa, cuidando de no tirar en la piscina.

-Puedo preguntarte algo.- con un poco de comida aún en la boca.

-Te escucho.- respondí, metiéndome un pedazo más de tortilla a la boca.

-¿Hasta cuándo estaremos aquí? Hasta donde recuerdo, el día de hoy debo viajar a Francia.-

-Así es mi amor, pero punto número uno: No tienes equipaje. Punto número dos: Yo no quiero que te vayas. Punto número 3: En 15 días debo estar presente en las oficinas de París, hay un asunto pendiente al que debemos poner fin y podríamos encontrarnos allá. Punto número 4: Dijiste que necesito descansar. Punto número 5: ¿Tú qué quieres hacer?-

-Quiero quedarme contigo.-

-Ve Ing. Cohen, asunto resuelto.-

Cancelé el vuelo de Alexandra y avisé a mis padres para que no la estuvieran esperando. Noté que ya tenía bastantes llamadas pérdidas, mensajes, correos y más de Patricia, no podía seguir ignorándola sin preocuparla y provocar un problema sin necesidad. Solo le respondí que estaba bien, con mucho trabajo y en cuanto tuviera un momento libre le llamaría. La tarde pasamos platicando y jugando en el agua. Alexandra estaba empeñada en superar su tiempo máximo sin respirar bajo el agua, haciendo apneas de un lado a otro de la alberca, nunca logro pasar la mitad de la piscina que teníamos, aun así yo la animaba en cada intento. El atardecer y la paz que el lugar ofrecía eran maravillosos.

-Espero ir bien vestida para el lugar que cenaremos, no sé si sabes, pero mi maleta no cuenta con ropa para algún evento social, creo que este viaje era de trabajo.- dijo Alex tras ver una y otra vez la ropa que Tita le había empacado. Yo conociendo como es mi nana, había pensado en eso e iba a decírselo, pero ver lo estresada que se ponía por intentar hacer un outfit decente para la cena, era bastante divertido.

-No es ningún “evento social” Alex- simulando las comillas con mis manos. –Es sólo una cena entre tú y yo. Si mira al closet Ing. Cohen, podrá notar que tiene ropa para elegir, tome lo que le guste.- dije tratando de no echarme a reía a carcajadas en su cara.

-¿Usted se burla de mi arquitecta Salvatierra?- dijo arrugando el ceño, como enojada.

-Sería incapaz de hacerlo Ing. Cohen, eso no sería profesional de mi parte.- no pude evitarlo más y me eche a reír.

Se fue sobre mí y me atacó a cosquillas, tortura que puedo soportar siempre y cuando no me toquen exactamente debajo de las costillas, porque tocado el punto, río imparablemente hasta que a) Comienzo a llorar de risa, b) Me duele el estómago de risa o c) Las dos anteriores al mismo tiempo y con intensidad. El celular me salvó de tener un accidente ahí mismo.

-Son mis padres, dame un momento.- dije arrastrándome en la cama.

-Te doy tregua niñita- en tono vencedor -me iré a bañar o nunca saldremos de aquí.- Dándome un beso fugaz.

-Hola madre, buenas noches, días, ¿qué hora es?-

-Poco más de las dos de la mañana, cariño.-

-Está todo bien, es un poco tarde.-

-Justo eso te iba a preguntar, he tratado de llamarte en todo el día y ha sido imposible.-

-Siento preocuparlos, sólo quería solucionar algunas cuestiones y descansar antes de volver a la Universidad.-

-Entiendo cariño, entonces, nos veremos en 15 días. Tengo todo listo para cerrar el asunto Bauer, descansa cariño, lo mereces. Te amamos.-

-Yo también mamá, dale saludos a papá. Estamos en contacto. Descansa, es tarde.-

Pensé en marcarle a Patricia, pero no sabía qué decirle. No iba a terminarla por teléfono, aunque era grosero de mi parte no regresarle una llamada, es sólo que deseaba evitar decir algo por obligación. Además algo me sabía complicado, por qué en teoría estábamos “bien”, ese bien por compensarla por cosas que sentía que le debía, quizá por no estar al 100% en esa relación.

Cuando Alexa salió de bañarse, me quedé un rato acostada en la cama mirándola, intuyendo mis intenciones, me obligó a meterme a bañar. Cuando salí ella no estaba, sólo había nota de que nos encontraríamos en la cena. Me arreglé lo mejor que la premura de mis planes lo permitieron.

Alexa se encontraba un pensativa apoyando su barbilla en su mano de una manera muy elegante.

-¿Por qué sueles dejarme sola?- pregunté mientras entraba a la estancia que sería nuestro lugar de cena para esa noche.

-Debía asegurarme de que viniéramos a cenar. Tenías otras intenciones.- respondió saliendo de sus pensamientos dándome una sonrisa.

-Mis intenciones se mantienen viendo cómo te queda ese vestido, estás más hermosa. ¿Me invitas un trago o se lo pediré a alguien más?-

-De ninguna manera siéntate conmigo, ¿qué desea tomar mi bella dama?- dijo tomando mi mano para indicarme donde sentarme. El restaurante era pequeño, pero a la vez lo suficiente amplio para no perder esa calidez que rodeaba todo el lugar. La barra fabricada con ébano negro acabados en mármol blanco, juego de luces neutras y frías y una Alexandra Cohen enfundada en un vestido corto en azul marino, tacones y cabello recogido en un chongo un tanto despeinado, maquillaje apenas perceptible, me transportaron a otro mundo, exactamente cuál no sabría decirles, y es que era la primera vez que podría ver y estar con Alex de esta manera. Siempre estuvimos en la finca, en un ambiente formal de trabajo y al tenerla ahí tan elegante, seductora, aún más hermosa, no podía más que sentirme halagada y afortunada de que una mujer como ella estuviera por compartir una velada conmigo. Así que jalé su mano para que ella se levantara de su lugar y poderla acercar a mí.

-Solo deseo tomarte y hacer el amor contigo sobre esta barra.- y le di un beso corto, pero lo suficiente largo para un par de alones de labio.

-Prometo que haremos el amor, pero no sobre esta barra, el exhibicionismo no es lo mío. ¿Whisky está bien?-

-No, quiero lo mismo que tú estás bebiendo.- pidió otro Martini.

Después de una plática casual sobre la decoración del lugar, halagos y uno que otro beso fugaz. Pasamos a una parte más íntima a cenar, la luz era más tenue, celosías fungían como divisiones y daban más privacidad, la suficiente para darnos besos más largos, con un poco de lengua de vez en beso.

El menú preparado por el chef, consistió en una variedad de mariscos con ensaladas, marinados, cocinados, aderezados, fritos, hervidos y hasta empapelados, porciones pequeñas. A pesar de no ser muy creativas el sabor era exquisito, repetimos varias veces los más deliciosos.

-Sabes que esto no clasifica como cena en lo que se refiere a “cena”, siento que estamos probando varios para acordar el menú de algún evento.-

-Tiene razón ingeniera, pero están ricos eso lo excusa de alguna manera, pero si usted quiere, en este momento mando a traer al chef y que nos expliqué porque él considera esto una cena.

-No es necesario arquitecta Salvatierra, como usted dice está delicioso, dejemos eso para otra ocasión.-

-¿Está invitándome a regresar?-

-No veo con quién más venir más que contigo.-

-Quizá, no sé… Pamela Duarte tal vez…- sabía que no debía decirlo, pero simplemente escupí estás palabras sin poderme contener.

-Probablemente llegaste aquí en primera estancia con tu novia.-

-Llegué aquí sola Alex, ¿qué pasa con Duarte?-

-¿Qué pasa con Patricia?-

-Nada, no pasa nada.-

-Bueno tampoco pasa nada.-

-Alex, no soy tonta. Sé que tienes algo con ella.-

-Después de esto, no me atrevería a volver a la Finca y fingir que nada ha pasado. No me gusta el engaño y tampoco engañar. Yo me encargó de arreglar ese asunto, pero no pienso ser tu segunda, de eso puedes estar segura.-

-No pretendo que seas la segunda, a su debido tiempo lo arreglaré.-

-Bueno al debido tiempo que lo arregles, me buscas. Si es que no me he cansado de esperarte.- sin decir más se levantó y se fue, dejándome un sabor amargo de la cena, provocado por mi poco tacto.

Quizá debía pararme enseguida y correr detrás de ella, pero lo cierto era que debía dejar calmar la tempestad. Reflexioné un poco más a detalle sobre el giro que estaban tomando las cosas, de repente, comencé a sentirme inquieta,ansiosa. Tenía la sensación de estar sosteniendo una bomba, y si no tenía la suficiente habilidad explotaría destruyendo todo a su paso. A en la habitación y más tranquilas. Cuando llegué, ella estaba hablando por teléfono con alguien en la finca, por las instrucciones que escuchaba, decidí servirme un whisky y esperarla en una pequeña sala que teníamos en una esquina.

-¿Por un momento pensé que no vendrías a dormir aquí?- dijo en voz baja, aún algo molesta.

-¿Dónde más lo haría Alexandra?- y no obtuve respuesta. –Si quieres que me vaya a otra habitación, sólo tienes que decirlo. No me parece lo correcto, pero respetaré tu decisión si es lo que quieres.- seguía sin decirme algo.

De pronto se sirvió un whisky también y se fue a sentar a mi lado.

-Discúlpame, pero de pronto me pareció que me tienes en una burbuja. Me traes aquí y me dices que me amas, pero no sé en qué punto estamos, o qué somos, o cómo seguiremos después de que este tiempo se nos acabe.- Acabándose casi de golpe todo lo que se había servido.

-Entiendo, esto no va funcionar si no decimos lo que queremos. Así que seré honesta y tú serás quien tome la última palabra.- y fui ahora yo la que se acabó la bebida de un trago. –Punto número uno: No he terminado formalmente mi relación con Patricia, esperaba hacerlo una vez que tuviera ella algo de tiempo y pudiera estar en N.Y. Independiente de cómo quedemos, después de despedirnos tú y yo, volaré directamente a Vancouver y hablaré con ella. Después de eso, si tú eres una mujer libre y quieres estar conmigo, podemos hablar de nuevo.- le di un beso solo pegándome a sus labios, pero profundo.

-Punto número dos Fernanda: Soy una mujer libre, nunca he tenido nada con Pamela.- y la miré como reprochándole que eso no era del todo cierto.- No llegamos a formalizar nada, nuestras personalidades aunque congenian, buscamos cosas diferentes. Por eso no llegamos a nada. Además es diferente a lo tuyo, por más que quería olvidarte, tú relación con Patricia la tenía por todos lados, yo supuse que todo estaba dicho entre nosotras.-

-Nunca supongas o creas algo, asegúrate. Ven siéntate aquí de frente- señalando la mesa.

-Prefiero sentarme aquí- levantando su vestido y sentándose sobre mis piernas, rodeando mi cuello.

Coloqué mis manos en sus caderas y comencé a darle besos profundos en su cuello. –Tienes que creerme cuando te digo que quiero estar contigo, quiero que confíes en mi cuando te digo que voy a poner orden en esta situación... –la mire a los ojos. -Solo he tenido dos relaciones, dos relaciones completamente distintas, pero en algo se parecen, terminé haciendo cosas que nunca quería solo por evitarme ciertas situaciones. Quiero que sepas, entiendas y creas que contigo todo, TODO –con énfasis- es diferente, yo te amo –tomé sus manos y comencé a besarlas- y estoy enamorada de ti. Puedes pensar que te miento porque no tenemos una historia de película, me gustas tú, me gusta tu forma de ser, me gusta lo profesional que eres, me gustas con todos los defectos que te conozco y hasta amo esos defectos que desconozco. Nos falta mucho por conocernos y no tengo prisa, sé que tu también sientes que tenemos toda la vida por hacerlo, toda la vida para lidiar con aquello que la misma vida quiera ponernos delante, para vivir una vida juntas.-

-Amor, no quiero ni necesito tus promesas, correspondas o no esto que siento por ti, yo siempre seré tuya. Solo no estoy dispuesta a compartirte.-

-Y no tendrás que hacerlo con nadie, sólo hay algo que no debes olvidar y no quiero que suene o se tome como excusa. Pero aún tengo muchas cosas que hacer en NY, mis estudios me están llevando un poco más de tiempo quizá pueda establecerme por temporadas más largas en la finca en año y medio o dos. Aún dejando de residir en NY, debo estar en la Ciudad y volar constantemente a Francia.-

-Pero seguiré trabajo contigo ¿no?, o es que establecer una relación contigo me va a quitar el trabajo?- dijo ella ahora besándome lentamente.

-De ninguna manera Ing. Cohen, usted seguirá en su puesto, además dependiendo del trabajo que tengas en las fincas, puedes alcanzarme donde sea que yo me encuentre, si no te parece muy tedioso.-

-No veo nada tedioso en estar con la persona que amo.-

-Me refería a lo tedioso que es estar yendo de un lugar a otro por cortas estancias o al revés, permanecer mucho tiempo en un lugar que no es tu hogar.-

-Nada de lo que usted me diga Arq. Salvatierra me impedirá seguirla.-

-Usted Alexandra Cohen, me tiene completamente fascinada.-

Comenzamos a besarnos lentamente recorriendo nuestros cuerpos, la tenía sentada en mis piernas, sus manos sujetaban firmemente y con dulzura mi cara e imponía el ritmo al que nos besábamos, yo hábilmente bajaba mis manos de su cintura hasta sus caderas, de sus caderas subían por toda su espalda y se desviaban hacia sus senos sin tocarlos directamente, me quedaba solo presionando aquella parte con mis pulgares. Ella jugaba ferozmente con mis labios y mi boca. Bajé lentamente el cierre de su vestido mientras mis manos se encendían al tacto con su piel y cobrando vida propia se fueron directamente a tomar entre ellas los senos de Alex que quedaron al descubierto al bajar su vestido, un gruñido salió de sus labios para darle tregua a mis labios y los papeles se invirtieron, ahora yo era dueña y señora de su cuello, podía sentir como aumentaba el ritmo de su respiración al igual que la mía, mientras mis dedos se ocupaban de su pezón izquierdo, la punta de mi lengua navegaba alrededor de su aureola, su pezón estaba duro listo para ser besado, a lo que respondí succionándolo, mientras las manos de Alexandra, impedían que yo me despegará, su piel fue sorprendida por un calosfrío. Deslicé nuevamente mis manos por sus piernas y subirlas junto a su vestido, casi logro venirme en un instante al descubrir que mientras lo subía no había ropa interior que inspeccionar, al levantar mi mirada para preguntarle, dónde es que había dejado su ropa interior, solo pude encontrar una mirada lasciva y juguetona junto a unos labios ansiosos de encontrarse con mis míos, yo me encontraba igual o más excitada que mi ingeniera, así que sin darle tantas vueltas al asunto introduje dos dedos que entraron con facilidad debido a lo mojada que Alex se encontraba, así un par de veces más mientras lo hacía sus respiraciones al ras de mi labios me hacían sentir fuera de este mundo, dueña de ella y de su placer, sí lo sé, bastante posesivo, pero quién no lo ha sentido así. Regresé a esos pechos que tenía desatendidos con mi respiración cortada, el instinto me llevó a colocar mi mano en la parte de su espalda baja y penetrarla más rápido y profundo. Sus manos se aferraban fuertemente de mis hombros y sus caderas subían y bajaban dejándome apenas rozar sus senos. Tocaba disimuladamente su clitoris con mi pulgar para darle más placer, aunque el mío ya exigía la misma atención, Alexandra continuaba subiendo y bajando hasta que unos golpecitos en la puerta la pararon en seco –Servicio al cuarto, su Champagne está listo- dijo un chico del otro lado de la puerta. –¡Joder! ¿Es en serio?- dijo ella un molesta por la interrupción. –Un momento por favor.- grité al muchacho. Besé a Alexandra quien tenía la intención de dejarme ir a atender a room service, pero con un movimiento aún más firme y fuerte, continue con lo que estábamos haciendo –Ese chico esperará lo que sea necesario, pero de aquí yo no me muevo hasta que usted –metiendo un tercer dedo y bajándola con un movimiento algo brusco- -Alexandra Cohen, se venga sobre y gracias a mi.- En automático se dibujó una sonrisa placentera en ella, veía como cerraba los ojos y se entregaba al placer que yo le proporcionaba, ese ceño fruncido que la acompañaba cada que se avecinaba un orgasmo, me abrazaba rodeando fuertemente mi cuello, juntando su frente con la mía, mientas que evitaba gemir cada que mis dedos entraban en ella. Una respiración pesada acompañada algunas veces de algunos halones de labio era lo que comenzaban a indicarme que estaba por terminar, seguí su ritmo para acelerar más el vaivén, por mi mano resbalaba toda la excitación de Alex. No pudo contenerse más y comenzó a gemir en mi cara quedamente y a enterrarme las uñas en los hombros cuando el orgasmo le llegó, mientras mi mano aguantaba como una verdadera campeona sin acalambrarse aunque quizá eso también era inminente, hasta que su cuerpo se dejó caer completamente relajado sobre mi. Retiré mis dedos y la tumbé en el sillón quedando sobre ella dándole cortos besos en su cuello para después llevar mis dedos a mi boca y entre las dos limpiarlos.

Después de darle una propina generosa al chico que no sé cuánto tiempo esperó, abrí el Champagne y serví dos copas. Alex, estaba de pie dándome la espalda quitando al fin ese vestido. La rodee con mi brazos para darle su copa, dando un beso en su hombro. Giró su cara hacía la mía y me dio un beso más largo en los labios.

-¿Por qué vamos a brindar mi amor?- dijo ella al separar sus labios de los míos.

Sentía que el corazón se me saldría del pecho cada que escuchaba un “mi amor” de sus labios.-Por el placer Ingeniera.- colocando la palma de mi mano en su monte Venus, para que sus nalgas fueran a posarse sobre mi pelvis. Alex emitió un fuerte y fingido gemido, haciendo que las dos riéramos a carcajadas.

-En serio amor, dime ¿qué estamos celebrando?- desconcentrándome por los besos que estaba dando debajo de mi oreja y peligrosamente cerca de mi cuello.

-Celebramos que tú eres mía y yo soy tuya, que te amo y me amas, que juntas le daremos una oportunidad a esto que tenemos. ¿Te gusta eso? ¿Estás de acuerdo?-

-Me gusta, estoy de acuerdo. ¡Salud!- dijo chocando su copa con la mía.

Bebimos hasta el fondo y volví a llenas las copas.

-¿Sabes que siempre luces hermosa, verdad?- hizo un gesto obviando el hecho de su hermosura, pero a la vez confirmándolo. –Pero te ves aún más hermosa, desnuda. Es una pena que no estés siempre así.-

-Y tú estás demasiado tapada, eso no es justo. Permíteme.- mientras se colocaba detrás mío para bajar lentamente dejando un beso a su pasa mi vestido, dejándome solo con la ropa interior, tacones y un par de copas en las manos. –Mejor, pero no es suficiente. Veamos.- comenzó a caminar alrededor mío, observándome, inspeccionándome a detalle mientras yo me sentía sumamente nerviosa pero excitada a la vez. Bajó uno de mis tirantes y depositó un cálido beso que sorprendió a todo mi ser, hizo lo mismo del otro lado y siguió por mis clavículas, haciendo que a cada contacto me estremeciera. Una vez liberados del sostén los tomó con ambas manos y comenzó a frotarlos y chuparlos a lo que solté un tímido –Ahh!- Sentía un ardor en mi cara y no sabría decir si se debía al nerviosismo que Alexandra me había provocado o sólo era mi excitación, sentía como mi tanga se mojaba y estaba ansiosa de hacer el amor nuevamente con ella. –Sé que estás excitada por la forma en la que muerdes ese labio y eso Arquitecta me excitas aún más.- Bebí de mi copa para evitar el reflejo de morderme el labio, porque efectivamente, era cierto lo que me decía. –Precioso.- dijo nuevamente tomando distancia y caminado nuevamente a mi alrededor. –Hermoso de verdad, eres perfecta. Pero sigue habiendo algo que todavía no encaja. Aunque este par –apretando mis glúteos- combina con esa tanga, no termina de convencerme. Pegó a mi espalda su cuerpo y sus pezones marcaron territorio en ella. Levó su mano a mi monte venus y lo empujó un par de veces hacia su pelvis, justo como yo lo había hecho anteriormente. –Ya sé qué pasa- dijo poniéndose nuevamente frente a mi. –Es esto lo que está demás.- de pronto se hincó y subiendo sus manos por los bordes de mi cadera, logro meter sus manos entre estas y mi tanga, no sin antes besar por encima de ella mi vulva. Tuvo a bien sostenerme fuerte pues sentí que mis piernas aunque firmes flaquearon ante ese acto. Y de nuevo la besó pero está pasando descaradamente su lengua por todo lo que la postura en que estábamos le permitió. Yo sólo quería que de una vez me tomara e hiciera suya, mi clitoris exigía su atención, pero no fue eso lo que recibió. Bebí lo que quedaba en mi copa y la dejé a un lado mientras, que ella dándome un beso me dejó probar mi propio sabor que combinado con el Champagne le daba otro cuerpo. –Ahora bájate de esos tacones y gira lentamente para que pueda verte.- Hice lo que me pidió, aunque dudé un poco al momento de darme la vuelta, pues excitada y todo aún me sentía apenada y cohibida aunque no lo crean. –Excelente mi amor, excelente, estás perfecta. Ahora por favor, permíteme besarte.- Extendió su mano y me jalo hacia ella, de una forma tan dominante, algo que jamás había visto en ella. Que no hacía otra cosas con todas esas acciones que mojarme aún más. Me besó con autoridad sabiendo que mis labios eran suyos, que se los había ganado y que podía hacer con ellos lo que quisiera. Me tumbó delicadamente en la cama, besándome tiernamente cuidando de no romperme, como si fuera de porcelana. –Te amo Fernanda.- dijo cuando se separó de mis labios. Y así con esa ternura y delicadeza, se colocó entre mis piernas, frente a frente comenzó a juntar su clitoris con el mío, a frotarlos, sin quitarme la mirada. Placer y amor puro era lo juntas teníamos, gemíamos quedamente y es que yo no necesitaba mucho para terminar de correrme de una vez, lo sentía en mí, sentía como algo iba creciendo en mi estaba llegando y fue cortado por una Alexandra Cohen que me levantó y me puso de rodillas junto a la cabecera de la cama y de pronto tenia su cara entre mis piernas jalándome hacia ella por los muslos y penetrarme con su lengua que se movía como una experta serpiente en su nido, y provocándome unos espasmos que jamás había sentido, mi cuerpo se contraía y parecía que se iba a elevar y Alex nuevamente lo atraía. Dejé de controlar los movimientos de mi cuerpo, pues solo reaccionaban a lo que ella hacia, mis caderas como endemoniadas se mecían sobre la cara de una Alexandra con mirada excitada de verme en esa situación. Masajeaba mis senos, pellizcaba mis pezones y mi placer aumentaba fuera de este mundo. Gemía como nunca antes había gemido y me vine como nunca antes en toda mi vida. Una ola de calor se apoderó de mi y sin tener control de mi, me perdí en todas las sensaciones que estaba experimentando. Quedé en la cama, extasiada, sudorosa y sin aliento intentando regular mi respiración.

-Esto de verdad fue maravilloso Alex.- dije mirando el techo con un enorme sonrisa, más calmada.

-Tenía que serlo, cada que estoy contigo es aún mejor que la anterior. ¿Más Champagne?-

-Sí, por favor.-

-Aquí tienes, ¿cómo te sientes mi amor?- dándome la copa. Bebí un gran trago aunque sin acabarla del todo.

-Me siento extraordinariamente, tienes que saber que nunca había llegado a ese nivel. Eres maravillosa Alex en todos los sentidos. No sé cómo, ni cuándo sucedió, pero te amo y no lo digo por el momento que acabo de tener, te lo digo con el corazón en la mano y la cabeza fría.- dije terminando de beber mi copa.

-Habla usted tan bonito, que hace que me enamore más.-

Y así nuestra noche y madrugada fue consumida por besos, caricias, Champagne, pero sobre todo de mucho amor. Esa noche me di cuenta de que Alexandra Cohen, había sido, era y sería, el amor de mi vida.

-Aquí tenemos que despedirnos Ing. Cohen, la veré en dos semanas en Francia. Un carro la está esperando para llevara de regreso a la Finca.-

-Si se me permite Arq. Salvatierra, quisiera esperar hasta que salga su vuelo. No quiero dejarla- tomando mi mano tímidamente. –Ya te estoy extrañando amor.-

-No me digas eso Alex, que no me podré ir en paz, mi privado está de aquel lado –apuntando con mi mano hacia el lado izquierdo. –Si me acompañas será un camino más largo de regreso para ti. Hazme caso y vete ahora, porque si no te vas, yo no lo podré hacer. Créeme que si pudiera quedarme lo haría, pero esto será así. Es mejor que te vayas acostumbrando.- la besé como si fuera un soldado que se va la guerra y un nudo se hizo en mi garganta, una patada golpeó mi estómago y sentí unas ganas terribles de echarme a llorar y dejar todo y quedarme a su lado.

Abordé el avión y aunque mi agenda marcaba un regreso a N.Y. volé hasta Vancouver decidida a alejarme de Patricia.

-¡Hola Fernanda! Esto si es una verdadera sorpresa, le encantará a Patricia más que cualquier otra cosa en el mundo.- dijo Robert al verme, dándome dos besos en cada mejilla.

-No soy una cosa o un objeto Robert, soy una persona. Buenas tardes.- respondí un poco malhumorada. -¿Dónde está Patricia, necesito verla?- mientras caminaba por el camper que le habían acondicionado.

-Trabajando obviamente- con ese aire de importancia que tanto me molestaba. –Te sugiero que la esperes en el hotel, puedo hacer un par de llamadas y arreglar tu estancia.-

-No te preocupes, no tengo intenciones de quedarme. La esperaré aquí hasta que terminé. Consígueme un café negro sin azúcar y déjame a solas por favor.- mientras me acomodaba en un sillón.

Comencé a reflexionar que estaba haciendo ¿cómo se termina una relación? ¿Cómo dejaría a Patricia sin sonar a cliché? ¿Como dejarla sin mentirle? Yo sabía mis motivos para terminar con ella, motivos, que evidentemente no eran válidos para ella y que no quería que ella supiera. Recuerdo que al igual que con Mauricio entre nosotras “todo estaba bien”... y es difícil, porque la quiero, pero no la amo.

-¡Cielo, qué fantástica sorpresa!- y antes de que pudiera decir algo o siquiera reaccionar, me plantó tremendo beso.

-Hola Patricia ¿ cómo estás?- respondí nerviosa.

-Ahora que estás aquí, mucho mejor! Ven acompáñame al set, quiero presentarte al elenco, es una experiencia maravillosa, no tienes idea la locura que ha sido todo esto. No tienes idea de lo feliz que me pone verte.- Iba a besarme nuevamente y está vez la esquive.

-¡Oye! Estate tranquila, muero de ganas por besarte y que me hagas el amor.- Me beso nuevamente, pero no respondí.

-Patricia, debo hablarte acerca de algo. Sentémonos un momento.-

-Me estás preocupando cielo, ¿qué sucede? ¿estás enferma?-

-No, nada de eso. Ven sentémonos, por favor.- no sabía cómo empezar, pero no estaba siendo nada difícil. –Tú sabes que te quiero, ¿cierto?- dije intentando sostener la mirada.

-Sí, cielo. Yo también te amo.- respondió ella cariñosamente, acariciando mi mentón.- Tranquila preciosa, sé lo que intentas decir. Me sorprende que seas tú en decirlo, creí que en nuestra relación, esos actos me correspondían a mí, llevo tiempo tiempo pensándolo y es lo mejor.- hablando tranquilamente.

-¿Ah sí? ¿Cómo es qué sabes lo que quiero decir Patricia?.- dije bastante escéptica.

-Porque yo también quiero casarme contigo.-

Por un momento quedé si aliento, una gran punzada atravesó mi estómago, mis labios se secaron, y estaba más pálida que un muerto, quedé literalmente helada sin saber qué decir.

-Sé que tienes mucho trabajo, podríamos casarnos en las próximas vacaciones para poder irnos tranquilamente de luna de miel, estarás libre de la Universidad y puedes acomodar tu trabajo para no tener tantos pendientes. Tranquila, yo me encargaré de todo. Quiero casarme en un lugar cerrado, detesto las bodas al aire libre.-

-Patricia yo... No estamos hablando de lo mismo. No es una buena idea casarnos. De hecho yo pienso más en una separación, no está funcionando.- dije aún sorprendida por sus palabras.

-¿Perdón? Si te sientes abandonada porque deje NY para venir aquí...

-Patricia no me siento abandonada, a decir verdad desde que no estás me siento liberada –dije exasperada alzando la voz. Me levanté y tomé uno de los cigarros que se encontraban en el tocador. –Discúlpame, no quise alzar la voz. Sé que lo que te estoy diciendo no es fácil de asimilar, pero es lo mejor. Mi cabeza y mis planes a futuro se encuentran puestos en otra dirección.- Robert entró a dejar el café que le había pedido y guardamos silencio, aunque era evidente la tensión.

-No quise presionarte con la boda, sé que para ti eso es un tema delicado cielo, puedo esperar el tiempo que tú necesites.

-No es eso... Me gusta estar contigo, es muy divertido y te quiero, de verdad te quiero, pero no es suficiente y lo sabes. Bien lo has dicho, eres tú la que se esfuerza, la que busca, la que hace todo. Esta fórmula puede funcionar por algún tiempo, pero va terminar por asfixiarnos, merecemos ser felices Patricia.-

-Soy feliz contigo, no quiero ni necesito nada más.- dijo sollozando. Me acerqué a ella y me hinque frente a ella. Tomé su cara y con mis pulgares limpie las lagrimas que caían en su rostro.

-Cariño, lo que tú buscas yo no te lo puedo dar. Mereces a alguien mejor que yo. Mereces de vuelta todo el amor y las atenciones que das. Mereces un amor completo y pleno y no solo las mitades que tengo para ti.-

-¿Qué hice mal? ¿Hay alguien más?.-

-No hiciste nada mal, solamente que no estamos destinadas a estar juntas. Es todo.-

-Es fácil decirlo, pero entenderlo es otra cosa... ¿Quién es, la conozco?.-

-Patricia, no h ay nadie más. Somos tú y yo solamente. Estamos terminando porque no vamos a ir a ningún lado y prefiero que lo tengas claro a que sigas teniendo expectativas poco reales.-

-No estamos terminado, esto no es de mutuo acuerdo. Tú me estás dejando y no aceptas que hay alguien más.- dijo levantándose para arreglar su maquillaje.

-No hay nadie más. –Mentí, lo sé. -He pasado por esto, ya sé lo que no es el amor Patricia. Sabes tan bien como yo que esto que tenemos está muy lejos de alcanzarnos para tener una vida juntas.-

Permanecimos en silencio mucho tiempo, hasta que vinieron a tocar para que se prepara para su siguiente escena, el maquillista estaría con ella en cinco minutos. Me levanté y fui hasta donde ella se encontraba. Frente al espejo de su tocador, nos miramos. Puse un tanto temerosa mis manos en sus hombros y la abracé fuertemente. Sentí muchas ganas de llorar y el nudo formado en mi garganta, apenas me dejo hablar.

-Discúlpame por el daño que te estoy haciendo, es lo que menos quiero. Quizá en algún tiempo, veas que esto es lo mejor para las dos.- le di un beso en cabeza y me retiré.

-¿Sabes? Yo de verdad, deseaba casarme contigo Fernanda. Ojalá realmente creas toda está mierda que has venido a decirme y te haga sentir mejor, porque a mi en nada me ayuda. Está vez encárgate tú de manejar la noticia, aprende a enfrentar algo por ti sola..- Asentí y salí de ahí de directo al aeropuerto para volver a NY. Haciendo lo correcto para estar con Alexandra, pero sintiéndome una mierda, por lo que esto le causa a Patricia. Esperano que el Karma nunca decida cobrármelo.