Destino manifiesto (5)
Evan y Jason se reencuentran en Memphis, donde ambos están de vacaciones. Una vez allí, irán de visita a Graceland, y, durante el trayecto, se darán cuenta del fuerte lazo emocional que les une.
El calor de los focos en pleno desierto resultaba abrasador. Con el torso al descubierto, un viejo truco para hacerme lucir los músculos (pocos en cantidad, pero muy definidos) y los abdominales de vértigo, y con unos pantalones de camuflaje agujereados, me disponía a rodar mi segundo video-clip en Las Vegas y sus alrededores. En la compañía estaban seguros, tras el inesperado (o no del todo) éxito de nuestro primer single, que el nuevo lanzamiento, "Fallen angel", un tema muy cañero con abundante guitarreo y mucha tralla, menos comercial en apariencia que el anterior, iba, por una especie de conjunción astral favorable, a superar los logros de "Evil".
Mientras procedían a maquillarnos, bromeaba con los chicos sobre el desprestigio que estaba a punto de caer sobre nosotros entre los aficionados auténticos, al ver la imagen ambiguamente sexy con que pretendía emparedarnos la Universal. Me di cuenta de que en el momento en que firmas un contrato con una multinacional has perdido tu alma, o, mejor dicho, tu cuerpo, que pasa a ser propiedad de los tiburones apostados en los departamentos de marketing de estas empresas; ¿a cuento de qué venían si no esos destapes intencionados, esas falsas alas de ángel sobre un cuerpo embadurnado de aceite, esas poses grotescamente eróticas sobre el capó de un Cadillac como si se tratara de Christina Aguilera y no de un verdadero cantante de neopunk-rock, o como coño definiera la crítica aquel estilo nuestro, por esencia no definible?. Empecé a pensar que tal vez mi padre tuviera razón, después de todo, y terminara pronto, si no lo hacía ya, decorando las carpetas de todas las adolescentes pizpiretas camino del instituto, y en cambio daríamos risa a los verdaderos aficionados. ¡Seguro que a Robert Smith no le obligan a hacer esta clase de vídeos! estaba pensando cuando, debido al intenso calor, paramos para hacer una pausa de diez minutos.
Entré en el improvisado camerino en forma de roulotte, y comprobé las llamadas perdidas. Lo de siempre. Mi agente, que me dejó un mensaje anunciándome que en cuestión de semanas íbamos a actuar en el "Tonight show" de Jay Leno, mi hermano Zach, que estaba de vacaciones en Florida, mi madre, mi amigo de Tennessee Joey, y, también, un número que no me sonaba. No le di mucha importancia. Cogí una botella de agua fresca del diminuto frigorífico. Evian, como a mí me gusta. Estos de la disco se están portando. Me derrumbé, más que me senté, en el sillón, eché un trago, y me dispuse a esperar el momento de volver al rodaje. Se oía a Brian y a Nick bromeando con las chicas de atrezzo. Estos solo pensaban en meter, concluí, incluso a 50º a la sombra. Entonces sonó de nuevo el móvil. ¡Otra vez ese maldito número! ¡Espero que no sea el de ningún periodista del corazón, algún sabueso que le haya sonsacado mi número a alguna de mis exnovias, exrollos, o lo que fueran!. Estuve tentado de no contestar, pero una fuerza interior, un impulso inexplicable, me obligó a hacerlo.
Diga
Jason ¿Jason Mills?.
Aquella voz de varón con un leve acento sureño me pareció familiar al instante.
Sí ¿Quién es?
¿Cómo que quien soy? se escuchó una risotada al otro extremo de la línea- ¿es que ya no te acuerdas de lo que hablamos tú y yo? ¿Qué ha pasado con ese viaje a Memphis para visitar Graceland?...
Me quedé estupefacto. Habían pasado no dos, sino tres meses, desde la última vez que escuché su voz. Ya había perdido la esperanza de volver a oírle, y menos aún verle en persona. Me arrepentí de no haber pasado su número al móvil desde mi agenda electrónica.
¿Evan ?
Pues claro, tío. Estoy de paso por aquí y pensé que te apetecería quedar y tomar algo.
Ese "tomar algo" parecía encerrar una promesa erótica dentro. Aquello me despertó de mi sueño atrasado y hasta me hizo olvidar por un momento el calor imposible de aquel desierto, que el aire acondicionado a medio gas de mi roulotte apenas hacía más soportable. Su llamada me dio un subidón de energía y empecé a pasearme de un lado a otro de manera frenética en el limitado espacio de aquella caravana.
¿Y donde es exactamente "por aquí? quise saber antes que nada- Porque este país es muy grande, tío.
Perdona, tienes razón. Me refería a Nueva York. Ese es mi verdadero hogar cuando estoy en Estados Unidos. Y tú, chavalote ¿por donde andas?.
¡Uff! Estoy en Nevada, en pleno desierto, rodando un video para el nuevo single. Y mañana continuamos en un casino de Las Vegas.
Veo que te estás convirtiendo en un personaje público en América Hace un rato te he visto en la portada de una revista.
No me digas cual, no quiero saberlo. Me imagino que "Seventeen" u otra publicación pensada para yogurinas.
En realidad era el National Enquirer. Dicen que te han visto entrando en casa de Lindsay Lohan.
Me eché a reír de la ocurrencia.
Y en la de Britney Spears, y en la de Beyoncé, si se tercia. Esta gente no sabe que inventar con tal de vender revistas. Yo sólo he coincidido con esa piba en una fiesta en Hollywood. Y estuvimos hablando menos de cinco minutos.
Bueno, no te mosquees. Son cosas de la fama.
Tienes razón, debería sentirme agradecido de que al menos piensen en mí como un seductor de jovencitas descarriadas.
Evan se rió con ganas de la ocurrencia. La fama de la Lohan como vividora impenitente empezaba a opacar su faceta puramente artística.
Entonces ¿te animas al viaje, o estás muy ocupado en este momento?
Desde fuera, un megáfono nos convocaba a todos a reincorporarnos nuevamente al tajo. Mi estado de nervios se aceleró ante la disyuntiva.
En estos momentos me es totalmente imposible me quedé pensativo mirando por la ventana de la caravana. Los técnicos estaban congregados ya en torno al dichoso Cadillac. Un hombre regaba con una manguera su ardiente superficie, donde debía volver a tumbarme para repetir unas tomas pero, tal vez, la semana que viene me pueda escapar unos días. Es el cumpleaños de mi madre. Convenceré a mi manager para que me deje marchar por unos días. Me lo debe. Este año me he portado muy bien, he sido un chico bueno. ¿Podrás ir tú?
Creo que sí. De hecho, estoy de vacaciones las próximas dos semanas. Para entonces debería estar en Nashville, visitando a mis padres. Si me dejan, claro.
Entonces está hecho. El espectro de Elvis nos espera en su sala de billar
Un sol de justicia caía a fuego sobre el pavimento en Beale Street, el corazón auténtico de Memphis, cuando Evan y yo paseábamos en mi reluciente Subaru por delante de los antiguos estudios de grabación de Sun Records, donde la leyenda del primer Elvis se hizo carne. Se veía pasear con parsimonia familias enteras de afroamericanos, camino de la iglesia baptista local, o de la feria de atracciones. Evan miraba sorprendido la proporción tan alta de población negra de Memphis, cuya música y cultura tanto influyó en la gestación del mito de Elvis Presley.
En Nashville no se ven tantos afroamericanos comentaba curioseando por la ventanilla.
Será por eso que Memphis es la cuna del rock y una de las capitales del blues, y Nashville lo es de la música country.
La verdad es que nunca he visto dos ciudades de un mismo estado tan diferentes como Memphis y Nashville observó Evan.
Ten en cuenta que Memphis es puro río Mississippi, puro blues, intercambio de músicas y culturas, y Nashville es mucho más rural y conservadora, uno casi siente allí el latido de los primeros colonos llegados desde los Apalaches.
Evan ladeó la cabeza y me miró de soslayo con una sonrisa algo sarcástica dibujada en el rostro. Su codo seguía firmemente apoyado en la ventanilla.
No estarás insinuando que los nativos de esa zona somos unos paletos, ¿verdad, Jason?.
Me eché a reir de golpe con la ocurrencia. Me acordé de la fama de brutos y gañanes que ostentan los habitantes de ciertas montañas en el vecino estado de Kentucky, conocidos popularmente en todo el país como los "hillbillies".
No, por Dios, nada más lejos de mi intención. Pero sí es cierto que allí tenéis unas tradiciones más ligadas al mundo rural de los antiguos colonos blancos. Esa es la grandeza de nuestro estado. Unidad en la diversidad.
Vaya, y yo que pensaba que esa era el lema nacional
Veo que no faltaste a clase el día que explicaron los símbolos patrios.
Evan reaccionó de inmediato.
Ni ningún otro día, en realidad. De no haber trabajado en esto, hubiera estudiado en la Universidad. Y con buenas notas, te lo puedo asegurar.
En fin, que gran talento perdió el mundo. Aún estás a tiempo de hacer una carrera cuando te retires del mundo de la moda.
Evan suspiró, como deseando que llegara ese día tan anhelado.
Ese es mi sueño. Retirarme joven, en plena gloria. Montar algún negocio, actuar
¿Actuar?
Sí, me gustaría probar suerte como actor. Es difícil, lo sé. El físico condiciona mucho la elección de papeles. Pero al menos me gustaría intentarlo. Aunque terminara haciendo culebrones en televisión, tipo "Days of our lives".
Brillante futuro como actor entonces
¡No te burles!. Para mí conseguir un contrato en una serie de TV sería un sueño ahora mismo. Bastante flipé la temporada que presenté el programa de nuevas tendencias en la MTV.
Lo recuerdo. Cuando te ví en la fiesta en Nueva York me sonabas de algo, pero no fue hasta después que me di cuenta de que eras el pijillo ese de la tele.
Pijillo no, hablemos con propiedad, informado. No en vano en Europa me consideran un dandy, y el más "europeo" de los modelos americanos.
Lo celebro. Y dicen la verdad. Resultas muy sofisticado vistiendo para ser de por aquí.
Evan sonrió complacido, como si hubiera tocado un punto clave en su vida.
La verdad es que en Europa nadie se cree que haya nacido en Nashville. Inmediatamente se les encienden las alarmas, y la respuesta típica es: "¿Cómo dices? ¿Pero esa no es la capital mundial del country? No, me estás vacilando. Tú eres de Nueva York o Los Angeles, seguro".
Será que no reconocen tu acento sureño, que sigues conservando, por cierto, por mucha sofisticación europea de que presumas.
Sí, claro, eso me pasa más en Francia o en Italia, donde no hablan inglés. En Londres es distinto. Pero incluso allí me consideran un americano atípico, y un sureño más anómalo todavía.
¿Y eso porqué?
Bueno, para empezar hablo francés desde pequeño. Mi madre fue muy exigente con mi educación. Y luego está el hecho de que mi familia es demócrata en un estado bastión de los republicanos.
Ahí no tuve más remedio que protestar.
Bueno, la mía también lo es. Mi padre, como reacción a la intransigencia de su padre, votante de Barry Goldwater y el ala más extremista del Partido Republicano, y racista a más no poder
¡Vaya joya!
Y mi madre es hijo de un matrimonio judío ultraliberal, muy intelectuales ambos. Gente del este, ya sabes.
Estoy de acuerdo. Pero dudo que superen a mis padres en fervor demócrata. Son los donantes más generosos al Partido Demócrata de todo el cinturón bíblico. Y no son nada religiosos, cosa rara en mi ciudad.
Mi padre en cambio es un baptista del sur. recordé de pronto - Con los años ha ido alcanzando un grado de identificación muy grande con su credo. No falta a ningún servicio religioso los domingos. Mi madre le acompaña a veces, sin mucha convicción.
¿Ella no sigue las tradiciones judías?
La verdad es que no. Mis abuelos tampoco son practicantes. Mi madre dice que ella es judía sólo de nombre. Y a nosotros nos han educado en la libertad de conciencia. Con decirte que mi madre es astróloga
¡Que curioso! Allí en Europa la astrología les resulta muy "cool", pero se lo toman como un pasatiempo. No creo que le den mucha importancia. Y lo mismo pasa con la religión. No se ve mucha gente practicante. Lo consideran una tradición, como nosotros los desfiles por la Quinta Avenida.
Me giré hacia él para hacerle una pregunta que me rondaba la mente desde hacía tres meses. El tono inocuo de la conversación cambió a otro más profundo.
¿Y tienes pensado instalarte pronto en los Estados Unidos o seguirás por tiempo indefinido en la civilizada Europa? tomé la curva que debía conducirnos a la autopista de salida de Memphis.
A Evan pareció incomodarle la pregunta. Se revolvió en su asiento, y se tomó su tiempo antes de contestar.
Lo cierto es que me gustaría mucho. Por varias razones entre ellas tú me dijo acariciándome el lóbulo de la oreja durante un breve lapso de tiempo. Yo estaba alucinado por esa mención tan directa. No pensaba que fuera tan importante en su vida Pero a día de hoy, tengo firmados o apalabrados contratos para los próximos dos años al menos. Y el 90% son en Europa o en Japón.
Lo comprendo. Tienes que aprovechar el tirón de estos años dorados. Estás en lo más alto, y es tu momento. Todos lo dicen.
El parecía sorprendido de mi apreciación.
Ah, ¿sí? ¿Y quienes son todos?
Bueno, expertos en moda. Gente que sabe de la materia mucho más que yo. Estuve buscando tu nombre en la red, y apareces siempre como el modelo norteamericano mejor posicionado en el mercado europeo.
Evan se echó a reir a carcajadas.
Me parece que esas listas son tan falsas como las de las canciones más populares. Y no lo digo porque no crea que "Evil" haya merecido con creces llegar al Top 10 en Estados Unidos. parecía henchido de orgullo al afirmar esto, como si él fuese parte de mi familia biológica.
¿Tú también has estado curioseando en Internet sobre mi carrera?.
Ya ves, estamos en igualdad de condiciones en fin, si te digo la verdad, Jason, no ha habido un solo día desde aquella fiesta en Nueva York que no haya pensado en ti y en lo que estarías haciendo en ese momento. Llámame cursi o estúpido, pero creo que me robaste el corazón aquella noche.
Yo estaba tan nervioso que perdí la noción del tiempo, y a punto estuve de saltarme la señal que indicaba el desvío a Graceland.
Debo confesar que a mí me ha pasado lo mismo. No ha sido una simple aventura para nada. De lo contrario no estaríamos aquí ¿no?.
Paré el coche en el arcén, oteé la retaguardia desde el espejo retrovisor en busca de presencia policial, y, con el campo libre, nos enzarzamos en un larguísimo beso, que seguramente hubiera ido a más de no haber temido más a la multa de los agentes de tráfico que patrullan con saña las carreteras estatales.
La visita a Graceland supuso uno de los momentos más felices e irrepetibles de mi vida. Allí estaba yo, paseando al lado de uno de los hombres más deseados del mundo, visitando la casa (¡y que casa!) del hombre más famoso y admirado en la historia de la humanidad (con permiso de Jesucristo, que diría mi padre). Aunque había visitado la hortera mansión georgiana muchas veces con mis padres, con mis colegas, y hasta con una novieta del insti, aquella me pareció de repente la primera vez, como si una especie de halo hubiera empañado mi memoria y me devolviera una virginidad mental que consideraba perdida. Conservo la foto que nos hizo un turista japonés ante la tumba del "rey" como el más preciado trofeo. Por un lado, mi gran amor. Por otro, mi ídolo de ídolos, el más grande de todos. Y ferviente creyente en la astrología, según todas las fuentes consultadas. Algo que mi madre nunca pasó por alto, y que ablandó a papá, poco dado a esas ciencias adivinatorias, pero devoto constante de Elvis y toda su parafernalia. Cartas astrales incluidas.
En el vórtice de la pasión que estaba naciendo entre nosotros, tomamos una decisión absurda pero divertida. Apagaríamos los móviles durante el resto de la semana, nos mantendríamos incomunicados, excepto para nuestras propias familias, y disfrutaríamos un merecido descanso en la casa de veraneo de mis padres ("la cabaña", como la llamaban ellos, aunque era un verdadero chalet de madera de dos plantas y buhardilla) a orillas del lago Kentucky y del río Tennessee, cerca de la ciudad de Camden. La elección fue idónea también por otros motivos. Aquel retirado lugar quedaba exactamente a mitad de camino entre Memphis y Nashville, lo que favorecía nuestros planes, puesto que teníamos pensado visitar a los padres de Evan tras pasar unos días de relax en la cabaña del lago.
Aquella primera noche, sentados en el porche, a orillas del dormido lago, bebiendo cerveza (yo) y una bebida isotónica (él), rememoramos la forma tan inusual en que nos conocimos y el calentón tan potente que nos condujo a aquel primer acto sexual. No hizo falta mucho más para que rodáramos por el suelo del porche, envueltos en imaginarias llamas, y dispuestos a comernos a besos en el silencio de la noche.
(Continuará)