Destino (II)

Segundo, breve, raro, y bochornoso encuentro entre Fernanda Salvatierra y Alexandra Cohen.

Espero que esta capítulo sea de su agrado, comenten y valoren la historia para conocer sus opiniones. Perdón si es corto, no es la intención así va el desarrollo de la historia.


Pasadas las 12:30pm sentada en la mesa del jardín privada con una vista hermosa hacia los viñedos, estaba de malas. Por alguna razón que no entendía me sentía decepcionada de que la tal Ing. Cohen hubiera rechazado mi propuesta, es decir, el trabajo, la paga, los beneficios y no se diga el prestigio de trabajar con nosotros, no sean dignos de ella y no decline mi oferta de trabajo de una manera educada.

Mi ego estaba herido, había puesto esmero en mi arreglo personal y es que en la finca, con el clima, andando de un lado a otro mi vestuario no variaba mucho, pantalones de mezclilla y camisas a cuadros. Opte por un pantalón tipo gabardina color gris Oxford, una blusa negra de tirantes y encima mi camisa negra, doble las mangas para dejarlas a 3/4, cinturón y botas altas en negro también. Cubrí mis ojeras y apliqué delineador negro en la parte superior de mis párpados, mascara en las pestañas y labial rojo, dejé mi cabello suelto y puse una liga en mi muñeca derecha y en la otra mi reloj. La imagen que reflejaba el espejo me era conocida, era atractiva pues lo crean o no, siempre recibía elogios en las reuniones o fiestas, era algo que a papá y a Mauricio les encantaba, lucirme ante los demás. Pero tampoco me sentía así, era mi obligación y deber lucir siempre bien, tomé mis recién adquiridas gafas tipo aviador y me fui a esperar de manera casual la llegada de Alexandra Cohen al jardín familiar... Pero no, 40 minutos después estaba yo con una hermosa vista, sola y sin ninguna señal de la Ingeniera, es decir ¿qué le hace pensar que puede hacerme eso a mi? A María Fernanda Salvatierra de la Parra, heredera de uno de los consorcios más importantes de mi país, había de verse. Con el poco tiempo que tengo y está señorita poco profesional desperdiciándolo, tomé mi iPad y revisé los Cv's de los candidatos restantes, cuando José me interrumpió.

-Patrona, la Ingeniera está aquí- dijo en tono servicial. Y antes de yo poder decir algo o siquiera voltear, ella se adelantó a hablar.

-Arq. Salvatierra, permítame ofrecerle una disculpa, pero la circunstancia de mi retraso estuvo fuera de mi alcancé- Mi molestia era evidente, tanto así que seguía sin voltear.

-Gracias José, dígale a Tita que por favor traiga la comida por favor, ya que anda por aquí aproveche y siéntese a comer, es una orden ¿entendido?- Él no me respondió como era costumbre cada que lo mandaba a comer, solo hizo una leve inclinación de cabeza y se retiro.

-Por favor- le indique con la mano que tomara asiento. -Explíqueme esa "circunstancia" que ha provocado su retraso, ¿Se encuentra bien? ¿Algo en que pueda ayudar? Cuénteme porque he perdido casi una hora esperándola, pensando que declino la oferta y a nada de reanudar las entrevistas.- Dije intentando no sonar enojada, pero con ironía.

-El carro que me traía se descompuso, el chofer no pudo hacerlo arrancar nuevamente, tuve que esperar que uno de repuesto llegara y me trajera. Quise comunicarme con usted, pero no tengo su número, ni el la finca. Acepto su propuesta, pero si ha decidido contratar a alguien más, lo entiendo. Disculpe por la pérdida de su tiempo.- Respondió sin titubear y retandome con la mirada.

Retiré mi mirada de la suya y observé los viñedos que tenía frente a mi. Suspiré, apreté la mandíbula y exhalé, era mi típico gesto para cuando no tenía qué decir, no sabía qué decir o simplemente para mantenerme callada. Nunca me cruzó por la cabeza la idea de que algo pudo haberle sucedido, simplemente asumí sin ver más allá. No creo ser una mala persona, ni un pan de Dios, nunca he sido de preocuparme por las personas que no conozco, no soy de abrirme ante cualquier, tengo conocidos, pero no amigos. Fue suerte conocer a Lorena mi mejor, mejor amiga, Nos conocimos en uno de esos eventos de hípica y descubrimos que éramos compañeras del colegio y así compartiendo fue que nos complementamos, desde la Universidad ella se mudó a Suiza y allá ha llevado su vida, eso no ha sido obstáculo, pues sin importar horarios estamos la una para la otra. Pensando en mi poco tacto y en cómo salir de esa situación el olor de la comida que Tita nos traía me rescató.

-Niña, ya está aquí la comida ¿servimos ahora?-

-Sí, por favor. Ing. Cohen ella es Tita, mi nana y ama de llaves de esta finca. Cualquier cosa para su comodidad y servicio, puede pedírsela a ella. Tita, ella es la Ingeniera Alexandra Cohen, trabajará desde ahora con nosotros, apoyala por favor en lo que necesite.-

El ambiente se fue impregnado del peculiar olor de la sopa de tortilla de Tita, picosa en su punto exacto, con aguacate, queso, crema y un poco de chicharrón.

-Como siempre huele delicioso Tita. Señorita Cohen si no le apetece, pida otra cosa.

-Para nada, esto es perfecto, gracias Tita. Entonces señorita Salvatierra, estoy contratada.- dijo afirmando con una leve sonrisa.

Quité mis gafas y le sonreí. -Es correcto y disculpe si fui grosera, como le comenté ayer, el viernes me voy y no regresaré, en un mes, más-menos. Entenderá mi preocupación porque no deseo postergar más las ideas que tengo y quiero que en cuanto antes usted empiece a darles forma. Por ahora disfrutemos la comida, provecho.-

Comimos mientras le aclaraba algunos puntos que no le quedaron claros en sus contratos, una vez listo, procedimos a firmas, los respectivos documentos.

-Enviaré estos documentos con el abogado para que los valide y cuando estén listos le harán llegar su respectiva copia. Ha de decido ¿dónde quiere vivir?-

-Pues como usted me sugirió traje ropa para lo que resta de la semana, creo que probaré vivir aquí... Contigo, es decir usted, lo siento y ver como me adapto.- me dijo un tanto apenada, escondiendo su mirada.

-No se preocupe, puede llamarme Fernanda, si así se siente cómoda, no me molesta. Yo estoy acostumbrada a dirigirme a todas las personas de usted. Y alguien de quién deba saber que viene con usted?- dije directo, con tono casual, pero sin mostrar ningún interés.

-Estoy soltera Fernanda.- mirándome a los ojos con toda su sensualidad y yo siendo un manojo de nervios por dentro, pero había aprendido hace mucho a manejar mis emociones, papá siempre me dijo que nunca debía mostrarme vulnerable. -Tu puedes llamarme Ale, Alexa, Alex o simplemente dime Cohen, como mejor te acomode. ¿Eres soltera Fer?- Preguntó con un tono inocente que contrastaba con la sensualidad que emanaba y bastante confianza, que me tenía con una taquicardia que solo experimenté con las bebidas energetizantes.

Suspiré, apreté la mandíbula y exhalé. -Acompañeme dentro, le mostraré la casa. Aquí donde estábamos es el jardín familiar o privado, conecta con una parte de la estancia y directamente con la estancia privada.- mientras abría una puerta. -Aquí hay una buena biblioteca si es que desea leer algo. Por aquí salimos a la sala grande y por aquella parte salimos al patio central. Como puede ver, esto es como un rectángulo, en la planta baja, están los espacios de uso común, cocina con un desayunador, el comedor, la sala, la estancia y dos despachos. Arriba están las habitaciones principales conectadas con una pequeña estancia, que nos dan un total del 8 todas con baños propios, 4 con terraza incluida. Tenemos dos escaleras una al sur del lado izquierdo y al norte lado derecho.- dije casi sin respirar.

-Woow, espera, espera, espera. Demasiada información. Si te incómoda que te tuteé puedes decirlo.-

-No es que me incomode, si le sigo hablando de usted es la costumbre, toda mi vida lo he hecho así, intentaré tutearte si eso te hace feliz, pero no prometo nada, quizá sea cosa de tiempo.

-Sí, me hace usted feliz.- dijo con cierto brillo en los ojos, o al menos así me pareció.

Me sentía aturdida, ella me hacia desearla. Era guapa, sexy, inteligente y su personalidad tan relajada y extrovertida, la hacían la combinación perfecta para mi, además era soltera! Ese día terminé de darle un tour muy básico por los viñedos y las bodegas, había sido un día agitado para ambas. Y los siguientes serían días pesados con mucho trabajo de por medio. Mientras la veía como iba a su habitación, no pude evitar ver como contoneaba su trasero al caminar y recordé como la noche anterior me había masturbado y tenido un delicioso orgasmo, sonreí recordando mi travesura, cuando volteo a despedirse.

-Buenas noches Salvatierra.

-Buenas noches Señorita Cohen.