Destino

Capítulo: III

Después de la charla con Ema, entendí que  había cometido un error y debía ir  a disculparme con Helga, pero  para mi suerte ese Jueves se acumuló todo el trabajo de dos 2 días tanto Cristina como Franco no daban abasto  y el clima  no nos ayudaba; teníamos que hacer unas sesiones de fotos  en locaciones al aire libre, y la tormenta era  tan feroz e implacable, que  no quedo de otra que usar los cromas en el estudio.

Era una locura, maquillistas, modelos, vestuaristas, iluminación y otros dos fotógrafos más que sacaban desde otras perspectivas las fotos; no podía dejar de ver las caras de Cristina y Franco, el disgusto por tener que correr para terminar con las entregas me sentía responsable de todo el caos, pero mi cabeza tenía bien organizada sus tareas, terminar la producción e ir como fuera, esa misma tarde tenía que verla y hablar con ella, no podía dejar de estar impaciente las horas pasaban y no terminábamos más, las fotos ya estaban tomadas solo tenía que acompañar en la edición a Cristina y que eligiéramos las mejores tomas para que ella  pudiera editarlas. Eran las 17:00 horas y el trabajo parecía ser eterno.

  • Luz, acaso ¿tenés otro compromiso? – pregunto mirándome preocupada.

  • ¡No, va en realidad sí! Pero ¿por qué lo preguntas? – me preocupa a ver sido tan obvia y que mi ansiedad demostrara las ganas que tenía de irme de ahí.

  • Porque estas mirando  la hora cada 5 minuto, no perdés de vista la ventana y haces una mueca de que no está saliendo como vos planeaste.

  • Si, ja, ja, ja  - rio nerviosa por ser más transparente de lo que pensé, vuelvo en mí solo para aclararle – espero terminemos pronto  todo y calme la tormenta solo eso es lo que me está incomodando.

  • No, querés irte y nosotros terminamos todo acá, solo falta edición las fotos – lo dice con un tono ameno, queriendo reconfortarme.

  • No, no y no Cris demasiado trabajo hice acumularnos cuando cerramos el estudio  por dos días y ahora  no les voy a dejar todo el trabajo pesado a ustedes ni lo pienses – soné indignada conmigo misma.

  • Está bien Luz solo era una propuesta, tampoco fue culpa tuya, nosotros aceptamos el hecho de tomarnos esos días libres, así que tranquila y deja de torturarte sola – dijo con una sonrisa mientras me palmeaba la espalda e iba a buscar a Franco para consultarle algunos datos.

Fue solo hasta  las 18:30  que terminamos con todo, los chicos se adelantaron a irse mientras yo acomodaba algunos cromas y cerraba el estudio, esperaba que la tormenta se calme para poder irme como vine en mi moto; solo que a la mañana temprano no estaba cayendo semejante aguacero.

  • ¡Debí comprarme el auto! Ahora no tendría estos problemas ¡ay Dios! Por favor que pare de llover-  exclame con desesperación como mi pseudo oración no fue escuchada, más bien fue respondida con más lluvia, encontré catártico que mi monologo continuara- ja, ja, ja somos chistoso, jamás conocí un dios con tan buen sentido del humor. Pero ¿sabes qué? Me voy con tormenta, Tsunami, terremoto con lo que me quieras tirar en el camino yo voy a  llegar a esa biblioteca sí o sí.

Tome, con rabia las llaves de la moto y abrí la puerta del estudió.

Eso no era lluvia, alguien en lo más alto del cielo estaba tirando jarradas de agua a la Tierra, mire las calles prácticamente inundadas, pero no me importaba encendí el motor, me puse el casco y arranque el viaje. No pasaron más de diez o veinte minutos y el llegar se me  estaba haciendo difícil trataba de no levantar demasiada agua, ya que podía dañar el motor, por fin veo a lo lejos la plaza que era mi punto de referencia, decidí estacionarme en la vereda de la biblioteca, así por lo menos sería más fácil huir si la humillación era grande; pero nada me preparo para lo que estaba por vivir esa tarde tormentosa.

Plash, plash, plash, plash – era  el sonido de mis zapatillas de lona negras mojadas, subiendo las escalinatas de la biblioteca; veo de nuevo esa puerta gigante que ahora me parecía aún más  enorme; ni bien entro un relámpago surca los cielos e ilumina brevemente a través de los ventanales la  toda la biblioteca.

  • ¡Aaah! – se escucha los gritos de niños que casi me da un paro.

Solo atino a sacarme el casco y veo en un rincón rodeado por tres lámparas led  sumidos en la más completa oscuridad a 12 niños y niñas pequeños no superarían los 6 u 8 años; al parecer se había cortado la luz en todo el vecindario.

  • Tranquilos, tranquilos soy un ser humano, ni monstruo ni extraterrestre ven – giro para mostrarles mi apariencia de humana hecha sopa mis jeans celestes eran grises y mi remera blanca casi se trasparentaba por suerte tenía mi campera; una vez termine de mostrar mi miserable apariencia decidí preguntar - ¿Qué hacen acá solos donde está la bibliotecaria?

  • Fue a buscar un libro para leernos mientras esperamos que venga  Rubén a  llevarnos con nuestros papas – respondió uno  de los niños, parecía que llevaba la batuta del grupo en ausencia de Helga.

En ese momento, mientras yo y mis ropas goteaban sobre el piso de la biblioteca, escucho una vez más los contundentes pasos que vienen de nuevo detrás de mí. Mi corazón se acelera y siento como mis rodillas tiemblan, en fracción de segundos antes de que todo pavor me gane giro sobre mis talones y me veo cara a cara con ella.

  • ¿Qué haces acá? – Murmuro con rabia mientras me alumbraba con su linterna de arriba abajo y miraba sobre mis hombros a los niños que estaban detrás – Mírate  como  estas podes arruinar varios libros así de mojada, por favor  te pido que te retires – haciendo un ademan con su mano e indicándome la salida.

  • Por favor no me eches, solo  vine a hablar con vos  unos minutos – no tuve otra opción que guardar mi orgullo y poner cara de cachorrita abandonada.

  • ¿Y no pudiste esperar a que sea otro día uno más soleado? Por ejemplo – Ella seguía reacia a hablar conmigo pero de alguna forma tenía que lograr que  bajara la guardia, es muy estresante estar todo el tiempo a la defensiva, cuando lo único que hice fue irme un poco de boca.

  • No podía esperar, sé que me equivoque por eso quería hablar con vos, a solas ¿si es posible? – Miro hacia el pequeño publico improvisado que teníamos detrás.

  • No sé, tal vez no te diste cuenta pero es imposible con los chicos acá,  pero si esperas no tengo problemas de escucharte, espérame voy a traer otra silla -  note  que bajo la guardia pero no del todo a los minutos la veo traer una silla -  toma asiento va ser muy incómodo para mí  y los niños verte parada ahí.

Tomo la silla y me ubico en la ronda donde estaban los niños, solo a una silla de diferencia de ella; veo sobre el respaldo de la  silla una especie de toalla, la tomo y empiezo secar un poco de agua de mis prendas  para ver si podía secarme  y noto que ella me mira desconcertada.

  • ¿Hice algo malo? – preguntó entrecerrando los ojos para ver su reacción.

  • En realidad sí, ese trapo la utilizo para limpiar el piso, lo traje para que limpies donde estabas parada.

De repente sentí que me subía  el color rojo a mi rostro junto con un poco de vergüenza, lo peor era las carcajadas de los chicos y en ese momento ella no pudo aguantar la risa. Y, logre sin querer que la persona a la que apode demonio de Jade riera; me di cuenta en ese preciso instante que podría  vivir en su sonrisa, sí está fuera capaz de nutriera cada célula de mi cuerpo, ahí me quedaría. En la comisura de sus labios, dormiría en los hoyuelos de sus mejillas.

Antes de que se diera cuenta de que estaba perdida en sus labios reacciono de inmediato.

  • ¡Ups! Creo que te olvidaste de avisarme de ese pequeño detalle ¿no? – Nunca pensé que iba a estar tonteando con alguien me sentía un tanto patética e infantil. Y fue ahí, que una sonrisa me confirmo que me gustaba la persona que hace unos días atrás me había maltratado.

  • Ja, ja, ja, la venganza es un plato que se come frio – respondió aun tetada - ¿Cómo dijiste que te llamabas?

  • Ah, te parece un lindo ejemplo, el que le estas dando a estos niños. Me llamo Luz, Benson pero ya que te vengaste me podes decir solo Luz como el resto de mis enemigos, ja, ja, ja, porque no lees el libro que trajiste y entretenés un poco a estos chiquillos  - trato de no sonar nerviosa.

  • Okey, dale tenés razón – dijo y tomo el libro que tenía en su regazo, miro a los niños y les leyó uno de los tantos cuentos de los Hermanos Grimm.

Y fue como si ella tuviera magia sobre ellos, ni bien empezó a leer todos guardaron silencio, la escuchaban  sin problemas nadie parpadeaba. Por ahí nos dimos cuenta de que había un hombre parado en la puerta de entrada.

  • Veo que están entretenidos, sus padres me están llamando como locos, pero les dije que estaban todos con usted, Señorita Helga fue la única forma de calmar a las fieras, mientras que reparaban el motor de la combi - el que hablaba era el conductor del bus escolar, pudo llegar al fin justo en un momento en que la tormenta calmo.

  • Rubén, la Seño nos está leyendo, falta poco venite tarde -  interrumpió el niño muy altaneramente.

  • Nico, tus padres están preocupados por vos, es hora de que vayas a tu casa, mira el libro se queda acá, la próxima vez vamos a la plaza a leer lo que falta, pero ahora tenés que ir  a casa ¡mira la hora que es 20:00 horas!  No me dijeron que uno de sus dibujitos empezaba a esta hora, vayan a casa con Rubén, que después hablo con la seño para que los traiga y leemos donde nos quedamos.

  • Esta bien – dijo haciendo puchero- será mejor que no te olvides de leernos después cuando volvamos – este niño tiene futuro como empresario o como gánster, el tono no era amenazante pero si muy seguro de sí mismo.

  • No, mi cielo te lo prometo – respondió ella con un tono dulce.

  • Mil gracias, de nuevo Helga no sabes de la que me salvaste – agradeció el chofer.

  • No hay de qué, Rubén fue un gusto practicar mi lectura con ellos.

Una vez que los acompañamos a subir a todos los chicos al bus escolar, este emprendió el viaje.

  • ¿Qué era lo que tanto querías hablar a solas? – su tono de voz se volvió más duro, tanto que me había sorprendido.

  • Solo vine a pedirte disculpas, el hecho de herir tus sentimientos e invadir tus sueños con mi bocota, no fue la mejor forma de presentarme con vos; por eso me disculpo y me disculpo por faltar el respeto a tu arte, y a tu trabajo aquí en esta biblioteca – creo que nunca había pronunciado la palabra disculpas tantas veces en una oración como ese día.

  • Crees que con unas simples disculpas solucionas todo, aunque debo admitir que el hecho de que te presentaras acá, indica que estas arrepentida pero igualmente no me es suficiente con tus disculpas.

En ese momento miro hacia el cielo y veo que se avecinaba otro aguacero.

  • ¿Qué te parece si seguimos adentro la charla? –  Señale el cielo indicando que se avecinaba otra tormenta, subimos las escalinatas de nuevo y justo detrás nuestro un relámpago cae y su inconfundible luz y sonido me hace estremecer tanto que cierro los ojos, pero no soy la única que se asustó los inconfundibles brazos del demonio me rodearon la cintura ajustándose a la perfección a mi cuerpo, miro mi vientre y sus manos cerradas como candado me aprisionaban, tomo sus muñecas y la separo de mi cuerpo; giro y le pregunto - ¿Estás  bien?

  • ¡Sí, sí! Est… - y no terminó de completar la frase que otro relámpago cae y esta vez vuelve a abrazarme tan o más fuerte que la última vez, pero esta vez mis zapatillas me juegan una mala pasada por estar tan mojadas y ser de goma nos resbalamos y caímos al piso, esta vez mi cuerpo todo mojado sentía el calor de su cuerpo, no podía hacer que mi corazón se tranquilizara y antes de  que ella se diera cuenta de que tenerla sobre mí  era mi momento favorita de conocerla.

  • Ja, ja, ja veo que siempre vas a tirarme al suelo, por lo menos la próxima avísame así no me lastimo tanto cada vez que me hechas – Cuando me doy cuenta que otra vez mi boca se adelanta a mis pensamientos, la miro para ver que reacción toma pero solo se levanta sacude su ropa y me mira de reojo.

  • Discúlpame – una disculpa muy fría, creo que empezaba a entender su carácter – Como te estaba diciendo, vas a tener que hacer algo más, por todas las injurias que has cometido sobre mi arte y mi persona.

  • ¿Algo más? De qué manera ¿monetaria? – No me gustaba el camino que estaba tomado esta conversación  - Si es monetario ¿Cuánto pedís por  el resarcimiento de daños y prejuicios a  tu Ego?

  • Mmmm – quedo pensando un rato mirando el suelo granítico de la biblioteca –si estamos hablando de resarcimiento económico creo que con unos $190.000 me conformo.

  • ¿¡Qué!? – grito estupefacta porque no lo dudo mucho y tampoco se ruborizo al decir la cifra – Y de dónde voy a sacar $190.000 es una broma ¿no?

  • No, no es ninguna broma, vos empezaste hablando de resarcimiento económico yo solo puse el monto, si  rompes algo que no te pertenece lo pagas ¿no? – lo planteo de una manera que hasta un niño de ocho años lo pudiera entender, creo que eso era lo que más me molestaba.

  • Si, siempre pago lo que rompo, pero en este caso no tengo tal suma de dinero  - aunque a nadie le tengo que contar mis planes financieros y de ahorro está mujer hacia que hasta mintiera sobre mi situación financiera, quería ver que decía y hasta donde llegaba - ¿Hay alguna otra forma de solucionar esto?

  • Mmmm, tal vez – un silencio se apodero de la biblioteca nuevamente, en ese momento las luces de la calle se encendieron y también las arañas de la biblioteca, pude ver una mirada pensativa que escudriñaba el suelo en busca de una solución a tal dilema - ¡ya se! – era el eureka más latinoamericano que había escuchado en mucho tiempo - es como si la luz trajera una idea a mi cabeza, $190.000 es equivalente a  4 meses de trabajo remunerado, nada más que tú trabajaras para pagarme daños y perjuicios emocionales, es un trato más que justo  por todas las barbaridades que dijiste e hiciste, como no hay ningún papel y/o contrato que tenga valor jurídico que justifique que te quedes 4 meses solo  conciencia estará en juego ¿Qué te parece el trato?

  • Me parece justo, pero yo trabajo y no tengo un horario fijo de salida ¿Qué pasaría en el caso de que yo no pudiera venir un día a cumplir contigo?

  • Por eso no te preocupes, para la próxima vez que vengas ósea mañana, redactaremos un horario y un mini acuerdo que  lo renovaremos cada semana que solo tendrá validez  entre vos y yo ahí especificaremos cada punto en el que tengamos dudas ¿te parece? – extiende su mano para sellar el trato, no sé dónde me vine a meter pero quería saber más de ella.

  • Si, me parece justo, bueno creo que me voy, ya paro un poco la lluvia ¿querés que te lleve a tu casa?

  • No, no; vivo a unas cuadras de aquí, además me gusta caminar bajo el cielo nublado.

Y una risa burlona se dibuja en mi cara.

  • ¿Y si hay otro relámpago? ¿Qué harás? abrazarte a un poste de luz.

  • Mira Luz, por cada chistecito tuyo puedo agregarte días de trabajo ¿acaso querés eso? – me amenaza apuntando su dedo índice hacia mí.

  • No, no discúlpame – pero por dentro  no me molestaba pasar tiempo con ella y su mal humor – bueno entonces ya que no quieres que te lleve, quedamos así, mañana me paso a las 19:00 por aquí y hacemos el acuerdo/contrato, que descanse señorita Helga – le extiendo mi mano y ella responde a mi apretón de manos.

  • Nos vemos… - dice ella sin más.

Subo a mi moto y me pongo el casco es en vano contarles lo empapado que estaba el asiento y yo ya tenía dolor de garganta por mojarme en la lluvia.

Llego a mi casa y lo primero que hago es ir a bañarme, me pongo mi piyama y preparo un té caliente que lo bebo en el transcurso de la cocina a la cama, me acuesto estaba fatalmente agotada pero feliz de cumplir mi cometido, y pensar que el solo hecho de pasar las tardes con ella me hacía sonreír como una boba y esto me descubría algo de lo cual no quería darme cuenta el hecho de  que no era una simple atracción la que tenía por esa enana de 1,60 de piel rosada y curvas bien delineadas, con un rostro precioso, unos labios carnosos, una nariz fina y respingada, unos mejillas que poseen hoyuelos cuando su propietaria sonríe, sus ya conocidos ojos verdes y su cabellera dorada todas estas cualidades físicas acompañadas de un mal genio para conmigo pero un carácter apacible para con los demás.

Revivir su imagen en mi cabeza me sumió como siempre en un sueño profundo, era como si continuamente fuera mi último pensamiento del día. Y así mi cuerpo, mi mente, mi alma recordó sus brazos rodeando mi cintura, y mi inconsciente prometió sin mi consentimiento que los próximos  abrazos no serían por miedo…

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P/D: No se olviden de comentar y dejar su calificación les dejo un abrazo grande, espero leerlos.