Destino... al placer

Valeria es una joven muy distinguida. Su vida transcurre con normalidad hasta que aparece un sexy taxista en ella...

Valeria era una joven muy conservadora. De buenos modales y proveniente de una noble familia, hasta ahora había llevado una vida prácticamente perfecta.

Había cursado sus estudios en uno de los mejores colegios de su ciudad, hablaba 6 idiomas y hacia 2 años que terminó la carrera de derecho con gran éxito como la mejor de su promoción.

Prometida con su novio de toda la vida y envidiada por todas las jóvenes de su edad, Valeria poseía una inigualable belleza.

De cabello largo y ondulado, color cobre, en su exuberante rostro destacaban unos profundos y rasgados ojos verdes. Su delgada figura, dejaba asomar unos voluptuosos pechos tersos y firmes que la hacían todavía más sexy. Era alta, con marcadas curvas en sus caderas y nalgas. Demasiado sexy para ser una joven tan recatada… era el sueño de todo hombre que cruzara su mirada con ella.

Era una chica muy responsable. Cada día le esperaba su humilde rutina… Valeria despertaba en su enorme y blanca cama, rodeada de almohadas que no siempre hacían únicamente la función de dejar apoyar su adorable cuerpo… si no también que lo rozara contra ellas para provocarse un tremendo placer. Valeria era una señorita, si… pero muy sexual.

Cada mañana solía despertar y meterse a la ducha. Le encantaba sentir el agua fresca caer por su cuerpo. Disfrutaba de unas largas duchas que en ocasiones terminaban con un agradable orgasmo gracias a la alcachofa de ésta... Esa sensación al sentir el frescor del agua la hacia estremecer y no podía aguantar las ganas de tocarse.

Al salir de la ducha, usaba una pequeña toalla para tapar su cálido cuerpo mientras desayunaba un zumo de frutas acompañado de una tostada.

Preparaba su ropa, se maquillaba y cada día le esperaba un largo y duro día de trabajo.

A pocas manzanas de su casa, solía coger el taxi que la llevaba al despacho y tras una larga jornada, de nuevo el taxi la dejaba en casa para descansar.

El poco tiempo libre que le quedaba, lo empleaba para estar con Eduardo, su prometido.

Eran la pareja perfecta. Guapos, inteligentes, poderosos.

Una tarde más, Valeria sale del bufete y se dispone a coger su taxi para acudir a casa, pero este día iba a ser diferente. Eduardo le esperaba con el coche en la puerta.

Valeria no puede creer lo que su prometido le esta diciendo. Se marcha a Alemania junto a una joven de la que se ha enamorado.

Valeria, destrozada, intenta seguir con su vida y sus sueños.

Con dificultad, consigue llevar al día su trabajo pues el dolor no deja descansar su mente ni su cuerpo.

Cada mañana sale a la calle a la parada de taxis para acudir al trabajo pero, esa mañana, la vida le deparaba una agradable sorpresa…

Mientras el taxi cruzaba la ciudad, la joven se perdía en sus recuerdos y las lagrimas empiezan a brotar de sus brillantes ojos.

-         Discúlpeme, pero no he podido evitar mirarla, como cada día –Dijo el taxista- ¿qué le ocurre a una joven tan preciosa como usted que le produzca ese llanto?

Valeria levantó la cabeza y contempló la mirada del joven en el espejo retrovisor.

Su cabello era oscuro y poseía una mirada enigmática. Sus ojos grises se clavaron en ella cautivándola.

-         Cada día sube a mi taxi. Por las mañanas soy yo quien la lleva al trabajo y, al término de la tarde, hacia su casa y nunca la había visto tan triste…

Valeria nunca había caído en la cuenta de que siempre subía al mismo taxi.

-         Mi vida ha sufrido un giro de 180º. No se como afrontar mi día a día estando tan sola…

-         ¡No hable así! Una joven tan bella y eficiente no puede estar sola. Tendrá muchas amigas y una larga lista de pretendientes. Es más, no entiendo como es posible que lleve más de 8 meses subiendo a mi taxi y que, hasta ahora, no me haya atrevido a dirigirle la palabra. Mi nombre es Jaime.

Su voz era muy masculina y grave pero tenía un tono muy dulce.

Valeria no aguantaba las ganas de poder ver su rostro completo. Se sentía muy atraída por ese “conocido” que, hasta ahora, había pasado desapercibido ante sus ojos.

-         Mi nombre es Valeria.

Las palabras no se atrevían a salir de su boca. Ese joven despertaba una tremenda curiosidad en ella.

Valeria llegó radiante al trabajo esa mañana, deseosa de terminar su jornada laboral para volver a ver a Jaime.

A la misma hora de siempre, la chica sale del bufete y se dirige hacia la parada de taxis. Ahí estaba él.

  • Buenas noches preciosa, ¿se dirige a su casa?

  • Buenas noches. Si, hoy ha sido un día muy duro…

Casi habían llegado a su destino y no habían vuelto a cruzar palabra. Valeria quería saber más sobre él pero no se atrevía a decirle nada.

  • Muy bien, ya hemos llegado – dijo el joven. Tras un breve silencio, continuó- He pasado toda la tarde soñando despierto con sus carnosos labios. Nunca había conocido a una señorita tan sexy.

Valeria no sabía que contestar. ¿Cómo decirle que ella tampoco había dejado de pensar en él? Era una señorita con clase, no debía.

La chica se apresuró en salir del taxi antes de decir lo mucho que le atraía.

Esa noche, la mirada de Jaime seguía presente en sus pensamientos. Valeria recordaba su voz y pronto pudo sentir como su ropa interior se humedecía.

Cada vez estaba más excitada y perdió sus manos entre sus piernas. Valeria acariciaba su clítoris imaginando que eran las manos de Jaime. Pellizcaba sus pezones endurecidos por el momento de placer que estaba regalándose e imaginaba el pene erecto y firme de su taxista para introducir sus dedos en su vagina. Estaba tan cachonda que rápidamente su sexo palpitante alcanza el clímax.

A la mañana siguiente, Valeria esta decidida a hablar con él. Le atrae demasiado como para dejar escapar esa oportunidad que el destino le brinda.

Al llegar a la parada, busca ansiosa el taxi de Jaime pero este no esta. Valeria no entiende nada.

La semana transcurre sin noticias de Jaime. ¿Cómo puede ser posible? La tristeza vuelve a inundar a la joven.

Sus amigas no soportan verla así y la convencen para salir ese sábado a cenar. Valeria no esta muy decidida pero acaba aceptando el plan ofrecido.

Con su vestido más atrevido y sexy, se dispone a comerse la noche.

Durante la cena se mantiene callada, el vino hace aparecer de nuevo a Jaime en su mente. Valeria decide seguir bebiendo, no soporta pensar que no volverá a saber de él.

Decidida a marcharse a casa, victima de los efectos del alcohol, no consigue ponerse en pie.

Sus amigas deciden avisar a un taxi para llevarla a casa.

Ante ella, el taxi frena bruscamente y el conductor baja a toda prisa a ayudarla. Es él, es Jaime. Valeria se abraza a su cuello, no podía creerlo.

-         ¡Creía que no te volvería a ver!

Tras sus palabras, la chica se aparta para ver el rostro de su deseado taxista. Su  belleza masculina era impresionante. Con algo de barba y unos dientes blancos perfectamente alineados, la boca de Jaime se acerca a sus labios para darle un húmedo y cálido beso.

Valeria monta en su taxi, esta vez se sienta delante, junto a él.

No pudiendo soportar la presencia tan cercana y turbadora del joven, Valeria besa su cuello y busca con sus manos la entrepierna del chico. Seguidamente, baja la cremallera de sus vaqueros y comienza a acariciar su pene grueso y endurecido. Jaime no lo soporta más y decide parar su taxi.

Deseoso del cuerpo de la joven, el taxista la besa jugando y enredando sus lenguas. Están demasiado excitados para parar.

El chico acaricia los pechos de Valeria. Su boca se abre para lamer sus pezones y rozarlos suavemente con los dientes. Ella no puede acallar su placer cuando Jaime introduce sus dedos en su vagina. Sus manos eran muy sabias, recorrían su sexo haciéndola gozar como nunca. No podía soportar más no sentir el pene de su taxista dentro.

-         Hazme tuya. Devórame. Me muero por sentirla dentro de mí.

Con una picara sonrisa, Jaime desliza los vaqueros por sus piernas y la invita a sentarse sobre él. Valeria se acerca y comienza a sentir como el pene del chico entra en ella. Su vagina está tan mojada que el miembro del chico se desliza rápidamente por ella hasta entrar hasta el fondo.

Ambos están sedientos de placer y la chica se mueve con decisión, su orgasmo está cerca.

La joven explota en un grito de placer cuando alcanza el clímax. Al notar como la vagina de la chica se contrae fuertemente contra su pene, Jaime estalla llenando el sexo de Valeria.

Sudorosos y exhaustos, se abrazan mientras se besan acaloradamente. Valeria sonríe de forma cómplice y baja su cabeza hasta toparse con el pene nuevamente duro del joven. La chica rodea su miembro con los labios y comienza a jugar con su lengua para lamer el suave glande de su amante. Con las manos acaricia los testículos del joven que no puede dejar de jadear.  Valeria envuelve el pene de Jaime con su mano y su boca. El chico no aguanta mucho más tiempo soportando sus caricias.

-         ¡Oooh si! Me voy a correr nena…

-         Si… dámelo, córrete en mi boca.

Jaime, obediente, se deja ir en un torrente de tibio semen que la chica traga gustosa.

Al amanecer, ambos se sienten satisfechos. Han conseguido disfrutar del cuerpo del otro y aliviado sus deseos.

El taxi se pone en marcha para dirigirse a casa de la joven… este viaje con feliz destino les espera cada día…