Destino

Marco saborea al dolor absoluto

Destino

MARCO

Hila me llamo Marco, y tengo treinta y cinco años mi padre me puso este nombre por el futbolista Marco Van Basten, se imaginó que con ese nombre me convertiría en una estrella del fútbol y les solucionaría la vida, se llevó un chasco de la ostia.

Ni me hice futbolista no me gusta ese deporte, lo aborrezco, cada vez que veo a las estrellas de ese deporte cobrar millones por chutar un balón cosa que hemos hecho en algún momento de nuestra vida todos y gratis, me enferma el hígado.

Tengo heterocromía, mi ojo izquierdo es de color azul marino y mi ojo derecho es de un verde intenso, todo el mundo se para a mirarme como si fuera una atracción del circo, al final uno se acostumbra y hasta le hace gracia, mido un metro ochenta y peso ochenta kilos, mi pelo es castaño y mi madre y hermana siempre dijeron que era guapo, yo me miro al espejo y me veo un tipo bastante normal.

Mi familia constaba de cuatro miembros, mis padres, mi hermana y yo, ahora solo quedamos dos mi hermana teresa y yo, mis padres murieron en un accidente aéreo donde teníamos que viajar toda la familia, pero por destino de la vida, a mi hermana le entro la gripe y mis padres decidieron viajar solos dejándome a mí al cuidado de mi hermanita, esa decisión nos salvó la vida.

Mi hermana Teresa tiene diez años menor que yo, llego de penalti como solía bromear mi padre, es mi ojito derecho, mide un metro setenta y es rubia, un calco a mama igual de guapa y con un cuerpo muy bonito, sus ojos son grises, y le costó mucho salir de la depresión de la muerte de nuestros padres, hoy en día está recuperada y siempre está con una sonrisa en el rostro, la verdad que le debo mucho a mi hermana.

Teresa esta de novia con mi mejor amigo Alberto, él es dos años mayor que yo, pero le debemos mucho, nos mantuvo mientras nos recuperábamos de la perdida de nuestros padres, mi hermana siempre estuvo coladita por sus huesos, era el más guapo de la pandilla y la verdad que Alberto está igual de enamorado de ella, él es abogado en una firma prestigiosa y mi hermana acaba de terminar los estudios de ingeniería, están pensando en casarse, yo les digo que se lo piensen dos veces que casarse es de mal fario.

Yo cuando murieron mis padres tenía dieciocho años y entre en un estado de autodestrucción, acabe con las peores compañías, metiéndome en peleas, de hecho quedábamos con otros solo para pegarnos, en ese tiempo fue Alberto quien se encargó de Teresa, me avergüenza decirlo, yo lo único que conseguí en ese tiempo fue una destreza para la lucha muy grande, según me decían entraba en un estado de trance y me enfrentaba a cualquiera dándome lo mismo su tamaño, en ese momento el miedo desaparecía y cargaba con todo contra la otra persona.

Que es lo que hizo que la cosa cambiara y volviera al buen camino, unas palabras de mi hermana, me dijo que se avergonzaba de mí, la última noche de calabozo después de escuchar esas palabras de la boca de mi hermana, cuando al día siguiente Alberto pago mi fianza, mire a Alberto y le dije.

Yo- Se acabaron las peleas, quiero volver a ser el héroe de mi hermanita.

Alberto- ¿En qué has pensado?

Yo- El otro día escuché que van a hacer oposiciones para trabajar de mantenimiento en los hospitales, me presentaré, a ver si tengo suerte y cojo una plaza.

Me puse a estudiar como un loco, mis supuestos amigos cada vez me llamaban menos hasta que llego el día que el teléfono dejo de sonar, ese día me alegre, mi nueva vida empezaba, hacia poco que había empezado a salir con la que sería mi futura esposa, se llama Patricia y era la mujer más hermosa de la pandilla de toda la vida, tenía el pelo negro, unos ojos azules preciosos y un cuerpo de escándalo, era una mujer de bandera y banda de música.

A mí me había gustado desde siempre, pero ella salía con un musculitos que le sobraba todo menos el cerebro, de eso andaba bastante escaso, nos llevábamos a matar y cuando estaba él decidí no quedar, no quería caer en el antiguo Marcos otra vez, esos días yo solía ir a una cafetería antigua de esa donde tiene estanterías llenas de libros que puedes coger y también dejar libros que ya has leído, me sacaba un buen café con leche calentito y me pasaba la tarde leyendo.

Siempre supe que ese musculitos engañaba a Patricia, y ella poco a poco se empezó a distanciar de él, y un día apareció en la cafetería donde estaba yo después de mi segundo café enfrascado en mi libro.

Patricia- ¿Hola marcos puedo sentarme?

Yo- Claro, toma asiento patricia.

Desde esa tarde quedamos todas lar tardes, que le atrajo de mí, yo creo que esos momentos de lectura, pues resulto que era una amante de la lectura como yo y eso poco a poco le acerco a mí.

Yo era feliz, la mujer de mis sueños pasaba tiempo conmigo y encima la hacía sonreír, pero seguía con los pies en la tierra, sabía que en cuanto apareciese otro musculitos Yo volvería a desaparecer de su vida, pues no fue así.

Las tardes de cafés y libros pasaron a ser cenas y fines de semana de locales y garitos de música irlandesa, mi madre era irlandesa y desde pequeñito escuchaba esas canciones que tanto le gustaban, después me aficione a la cerveza negra y a los pubs irlandeses, Patricia se lo pasaba en grande, y le gustaba la cerveza tanto como a mí.

Nunca le pregunte como se las arreglaba para beber tanta cerveza como yo y tener siempre la tripa plana como una tabla.

Aun recuerdo nuestra primera vez, estábamos en el pub celebrando el día de San Patricio y por cada medio litro de cerveza negra te regalaban unos sombreros de color verde feos de cojones, esa noche salimos Teresa, Alberto, patricia y yo, a media noche ya teníamos una colección de sombreros horribles que daba vergüenza ajena, mi hermana y Alberto decidieron marcharse a nuestra casa, entonces yo pedí asilo político en casa de patricia, no me apetecía escuchar como follaba mi hermana con mi mejor amigo, hacia dos meses que salía con Patricia y no habíamos tenido sexo, no era por falta de ganas, pero de alguna forma me sentía inseguro con ella y pensé que después de follar si la decepcionaba me daría la patada, de esa noche no paso.

Tengo que decir que mi polla es de tamaño estándar aunque algo más gorda eso si, no me gusta hacer deporte salvo correr pues me evade de los problemas y me relaja, suelo hacer varios kilómetros al día, mi cuerpo no es el de un atleta, pero todo esta donde debe de estar, esa noche al llegar a casa de Patricia está lo primero que hizo fue quitarse el vestido que llevaba, debajo de él solo llevaba un tanga que prácticamente no le tapaba nada, se le veía su afeitado y brillante coño perfectamente, era una lástima, yo tengo predilección por los coños peludos, pero no iba a quejarme.

Me fijé en sus pechos, eran de tamaño medio con unos pezones rosados y bien duros, cuando me hizo un gesto con la mano para que me acercara, lo primero que hice fue meterle la mano en su encharcado coño y meterme unos de sus pezones en la boca, oír como semejante mujer gime y jadea, no tengo palabras hay que vivirlo.

De repente sentí que Patricia se venía porque aprisiono mi mano entre sus muslos y apoyo su cabeza en mi hombro regalándome ese último suspiro antes de correrse y dejarme la mano llena de flujos, flujos que yo chupe, primero de la mano y después de su mismo coño, su olor y sabor eran únicos, cuando se recuperó, me empujo contra el sofá, cayendo yo de espaldas a él, Me bajo los pantalones arrastrando los calzoncillos en el proceso y se metió en la boca mi ya erecta y a punto de estallar polla, la devoro de tal manera, veía como su cabeza bajaba y subía, pero siempre con sus ojos apuntando a los míos, esa mirada me estaba poniendo más cachondo que la propia mamada.

Tuve que pararla, si no me habría corrido sin remedio y no era eso lo que quería, Patricia se sentó en el sofá, abriendo sus piernas y enseñándome su coño en todo su esplendor, listo para albergar mi polla en él, me puse un condón y apunte la punta a la tan ansiada entrada, la fui metiendo poco a poco, quería sentir cada milímetro de esa cueva que estaba explorando por primera vez.

Cuando ya la tuve dentro, empecé un vaivén despacito, cuando vi que Patricia ya se había acostumbrado al grosor, empecé a fallármela con más fuerza y más cadencia, sus gemidos pasaron a ser gritos de puro placer y yo estaba en el mismísimo Valhalla, después de un rato así y después de su segunda corrida se puso a cuatro patas y me miro, se puso de forma que nos veríamos en un espejo de cuerpo entero y no lo dude ni un instante, se la volví a meter y empecé a bombear, cuando mire al espejo la visión era tan erótica que no pude contenerme más y me corrí arrancándole un tercer orgasmo, el debut no estuvo nada mal, de ahi en adelante se acabaron los miedos y las dudas.

Patricia- Has sido la ostia Marco, si hubiera sabido esto antes te hubiera invitado a mi casa mucho antes.

Yo- Lo siento patricia, pero es que tenía miedo de decepcionarte.

Patricia- Pues no lo has hecho, todo lo contrario, esto tenemos que repetirlo muchas veces más.

Patricia apoyo su cabeza en mi pecho y se quedó dormida, supe perfectamente ese momento, su respiración se acompasó y yo me quede durante un rato admirando a mi flamante novia, había sido el mejor día de San Patricio de mi vida, poco a poco el cansancio me fue ganando hasta que yo también me dormí.

Durante las siguientes semanas Patricia y yo no nos vimos mucho, me dediqué a meter horas como un condenado para sacar la plaza de mantenimiento como fuera necesario, eran un montón de apuntes, mi hermana y Alberto me ayudaban y Patricia también me ayudo, ella era médico y conocía bien los hospitales.

Llego el día del examen y estaba más nervioso que la ostia, me temblaban hasta las piernas, cuando llegue al examen acompañado por mi hermana me di cuenta de que allí había más gente que en la guerra, deje mis datos y me asignaron un pupitre, mi examen estaba delante de mí, pero hasta que no nos dieran permiso, nadie podía abrirlo, en cuanto tuvimos permiso lo abrí y leí con mucha atención, tenía tiempo de sobra para hacer el examen y no quería precipitarme, según leía las preguntas mis nervios fueron desapareciendo y empecé a responder a las preguntas.

Termine el examen cinco minutos antes del tiempo establecido, pero la verdad que salí de ese examen con muy buenas vibraciones, cuando me dieron la calificación saque la tercera mejor nota y me había ganado uno de los puestos disponibles, termine trabajando en el mismo hospital en el que Patricia era médico.

El trabajo de mantenimiento no estaba nada mal, pero había días que no tenía nada de trabajo y me los pasaba buscando a patricia para robarle un beso, una de las pacientes de Patricia una anciana muy amable siempre sonreía y me decía que le recordaba a su marido, entonces un día yo le pregunte.

Yo- ¿Fue un buen hombre?

Señora- El mejor.

Yo la sonreí y le di un beso en la mejilla, ella me pregunto que porque la había besado roja como un tomate, mi contestación fue por alegrarme el día, cada vez que salía del hospital, primero corría un poco y después de pasar por casa y ducharme solía esperar a Patricia en nuestra cafetería, ella cada vez que entraba y me miraba sonreía de oreja a oreja.

En uno de esos días que yo la esperaba en la cafetería antes de ir pase por una joyería y compre un anillo de compromiso, y cuando entro en la cafetería yo la esperaba de rodillas y con la cajita del anillo abierta en la mano, no hizo falta hacer la pregunta, de los labios de patricia salió un rotundo si mientras de sus ojos salían unas lágrimas de felicidad.

Estuvimos comprometidos seis meses y después nos casamos, patricia cada vez tenía más trabajo y temíamos que después nos quedáramos sin fechas, nos precipitamos, tal vez si ahora mirándolo con perspectiva, a toro pasado.

La boda fue sencilla, familia y amigos, y de luna de miel nos fuimos a los Alpes, le encantaba la montaña y alquilamos una cabaña allí, fueros los días más felices de nuestras vidas, subíamos montañas por las mañanas y por las noches subíamos al Valhalla del amor, nuestra luna de miel duro dos años, dos maravillosos años que siempre recordaré con mucho cariño, pero como todo en la vida y sobre todo lo bueno se acaba, yo siempre salía a la misma hora del trabajo salvo una urgencia que se solía dar muy pocas veces al año, y siempre esperaba a Patricia en nuestra cafetería.

La primera vez que no apareció, me sentí muy triste, pero como últimamente andaba con mucho trabajo pensé que se le había pasado la hora, le llame unas cuantas veces, no contesto y le escribí un mensaje para decirle que la esperaría en casa y que prepararía la cena.

Esa noche cene solo, lo peor no fue eso, lo peor fue que como no contesto al mensaje y no contestaba al teléfono, llame a una compañera suya para saber si le había ocurrido algo, esta me dijo que Patricia había acabado su turno hacia barias horas, en ese momento su tono se volvió a uno más nervioso y corto la llamada apresuradamente, Al rato y después de una última llamada, mi preocupación aumento tanto como mi mala ostia, de repente oí la puerta de la entrada y de cómo entraba una rapidísima patricia derecha al cuarto de baño.

No me dijo ni siquiera hola, se me quedo cara de tonto y espere a que saliera, cuando lo hizo le pregunte.

Yo- ¿Qué a pasado Patricia, llevo toda la tarde y la noche intentando dar contigo, a pasado algo?

Patricia- mucho trabajo cariño, he acabado hace muy poco.

Primera mentira, mal empezábamos.

Yo- ¡Tan ocupada estabas que no has sido capaz ni de contestar a los mensajes que te he enviado, estaba muy preocupado!

Patricia- Nos han recortado personal y estamos muy agobiados, lo siento cariño, o volverá a pasar.

Me intento dar un beso, pero yo le rechacé, después me fui a la cama, yo tenía que madrugar y lo único que obtendría de ella serian mentiras, si quería saber la verdad, tendría que averiguarla por mi mismo.

La semana paso y otra vez volví a salir del trabajo y me fui a esperar a mi mujer a la cafetería, mi actitud hacia ella fue muy fría durante toda la semana, pero quería darle una oportunidad, no quería precipitarme sin tener pruebas, tenía un libro entre las manos cuando la vi entrar, al principio sonreí, pero la sonrisa se me borro cuando le vi entrar junto a un hombre que me sonaba del hospital.

Era un hombre más alto que yo, más guapo claro esta y era del tipo que le gustaba a Patricia, empecé a pensar que empezaba a entender como se le acumulaba tanto trabajo de repente a mi esposa, se acercaron los dos a la mesa donde yo estaba sentado y sin pedir permiso se sentaron.

Patricia me presento al maromo, se llamaba Roberto y era un nuevo médico que habían contratado hace poco, ella le estaba ayudando a aclimatarse a su nuevo puesto de trabajo, me dio en la nariz que no solo le estaba ayudando en ese sentido, después de las presentaciones yo salí de escena, no me hizo ni caso en todo el rato, me canse de ser el convidado de piedra y educadamente me despedí de los dos tortolitos.

Cuando llegue a casa estaba tan cabreado que recogí algo de ropa y me fui a casa de mi hermana, allí me esperaba ella junto a Alberto.

Yo- ¿Alberto conoces algún detective privado?

Alberto- Si, nosotros utilizamos uno.

Yo- Quiero contratarlo.

Teresa- ¿Qué pasa Marco?

Yo- Algo dentro de mí me dice que Patricia me está engañando y quiero pruebas.

Alberto- ¿Y después?

Yo- Si consigo pruebas de una infidelidad me divorciaré por supuesto.

Alberto- Para eso también tengo solución, en el gabinete tenemos una de las mejores abogadas en divorcios.

Mi hermana se quedó muy preocupada, sabía lo mucho que amaba a Patricia y lo mucho que me dolería una traición por parte de ella, las semanas fueros pasando, todos los viernes esperaba en la cafetería, pero Patricia hacia semanas que dejo de venir, el que si venía era el detective privado y cada viernes las pruebas eran más contundentes, entonces decidí contactar con la abogada que me recomendó Alberto, su nombre era Alba y tendría aproximadamente veintinueve años, tenía el pelo como el fuego y unos ojos verdad preciosos, me costó no quedarme con la boca abierta al verla.

Alba- Alberto ya me ha comentado que quiere usted divorciarse.

Yo- Hablemos de tú si no le importa, que no somos tan mayores.

Alba esbozo una sonrisa y desde ese momento nos tuteamos.

Alba- ¿Qué pruebas tienes?

Le enseñé todo lo que el detective me había proporcionado, Alba me miraba con cara de circunstancia y puso su mano sobre la mía para darme ánimos.

Alba- En dos días tendré toda la documentación preparada.

Yo- Gracias.

Alba me dijo que me avisaría para recoger los papeles, y cumplió a los dos días tena los papeles del divorcio en mis manos, yo le dije a Patricia que ese fin de semana me tocaba guardia en el Hospital, cosa que era verdad, pero que cambie con un compañero que me debía un favor y que ella no sabía, el detective ya me había traído pruebas de que cada vez que me tocaba guardia en el hospital y ella libraba se traía al maromo a casa a romper la cama de matrimonio, esa noche se iba a romper otra cosa.

Serian las once de la noche y entré en mi casa sin hacer ruido, había estado cenando con mi hermana y Alberto, no quería estar solo esa noche, después volvería con ellos, al entrar ya se oían los gemidos de un combate amoroso, no me podía creer que mi matrimonio se hubiera ido al traste en dos años, pero cuanto antes mejor.

Cada vez que me acercaba los gemidos eran más claros, no tenía ganas de aguantar eso por mucho tiempo, entonces escuche.

Roberto- Que pena que no esté aquí el cornudo para que aprendiera como se folla a una mujer como tú.

A Patricia le hizo gracia la ocurrencia y entre jadeo y jadeo se reía, a mí no me hizo ni puta gracia, decidí abrir la puerta de una patada y lo que me encontré me dolió muchísimo, estaban en la misma postura de cuando hicimos el amor Patricia y yo la primera vez, apreté el puño derecho y con el izquierdo donde sujetaba una carpeta le toque en el hombro al maromo.

Cuando se giró, le di tal puñetazo en toda la cara que no dejaba de sangrar de la nariz y le hizo caerse al suelo de la cama, entonces le dije.

Yo- ¡Hay que tener cuidado con lo que se desea!

Patricia se quedó blanca y sin habla, el maromo hizo ademán de levantarse y lanzarse contra mí, pero creo que algo dentro de él le aviso que lo mejor seria estarse quitecito, mi rostro congestionado por la ira seguro que ayudo.

Mire a patricia y colocando la carpeta sobre la cama le dije.

Yo- Tienes tres días para sacar todas tus cosas de esta casa que es mía, cuando vuelva dentro de eso tres días lo único que quiero encontrar aquí, son estos papeles con tu firma.

Salí de esa habitación dejando atrás a un tío en el suelo con la nariz rota y a una Patricia que lloraba a mares, cuando llegue a la puerta de salida, la cerré de un portazo y me dirigí a casa de mi hermana y Alberto.

Mi vida volvía a empezar de cero.

Continuará.