Destino

Capítulo IV

6 Am mis ojos se abre automáticamente, salto de la cama con una energía renovadora y casi mágica diría, pongo música y mientras doy unos torpes pasos de baile me pongo manos a la obra y elijo que usaría ese día y en el intento de buscar algo decente desordeno mi habitación. Hoy, el sol brilla con más energía que nunca, será porque siempre después de las tormentas se pavonea con más fuerza que nunca, esa luz incandescente entra por los ventanales de mi departamento y me revitaliza aún más este cuerpo que  extrañamente se sentía  jovial.

  • Mmmm es temprano, para ir a trabajar. Ya sé a quién molestar a estas horas ja, ja, ja – reí como si estuviera por cometer el crimen más grande de la historia, por un momento pensé que mala persona soy y sobre todo mala amiga – Lo lamento Ema pero tengo que cobrarme el estirón de orejas – Mis monólogos eran tan comunes como necesarios, era una forma económica de no volverme loca.

Eran las 7:15 Am estaba segura de que  Ema seguía durmiendo apostaba mi cabeza a  tuvo, una de esas noches alocadas llenas de joda, aperitivos y algo más.

  • Tuu, tuu, tuu, tuu - El celular sonaba y mi malicia por jugarle una broma, el solo hecho de despertarla hacia que me sintiera como una niña que esta por jugarle a su mejor amiga una broma.

  • ¡Hola, Luz! – responde con una voz entre cortada y agitada, como siempre Ema me demuestra que no es como las demás modelos.

  • Pe… pero no ¿estás durmiendo? ¿Qué estás haciendo,  interrumpo algo? – tartamudeo al escucharla despierta y más enérgica que yo.

  • ja, ja, ja,  que pensás que estoy con alguien ¡No querida! estoy matando dos pájaros de un tiro. Salí a correr y en 15 minutos estoy en tu casa y charlamos, pone los mates ¡chau, chau!

Y como siempre Ema tiene la manía de cortándome el teléfono, apure a preparar el mate y cerrar la puerta de mi habitación. A los 10  minutos suena el timbre. Era ella, con facturas y vestida de sport; ahora entendía todo.

  • ¿No te parece que tenés que avisar cuando vas a visitar a  alguien? – no podía dejar de ver lo incongruente de su rutina correr y comprar facturas.

  • Pero, si esta ya es como mi casa, no sabía que tenía que avisar además supongo que debe estar ordenado el depto. ¿No? – mientras terminaba la frase, echaba un vistazo desde la puerta de entrada a todo el departamento; mi cara expresaba una mueca de desagrado.

  • ¡Si, si! Está todo limpio pasa que te tengo que contar todo lo que paso ayer con Helga, solo te pido que no entres a la pieza ahí sí que no te va a gustar estar.

  • Bueno y contá ¿Pudiste ir verla? ¿Te disculpaste? ¿Qué te dijo? ¿Qué hizo?

  • Si, la vi, contra vientos, mareas y la puta  tormenta que se vino ayer vos viste como está hoy el día – señalo el radiante sol que entra por los ventanales – este sol  rejuvenece hasta al más decrepito de los ancianos  y… - hago una pausa para inhalar y poder seguir con mi relato – me disculpe, acepto mis disculpas pero aparte le tengo que pagar  $ 190.000 que equivale  a “daño y prejuicios  que supuestamente le dije.

  • ¡Qué! ¿$190.000 por las barbaridades que le dijiste? O esa es una usurera o vos realmente te fuiste al carajo – Ema quedo en silencio, con sus ojos abiertos y anonadada solo para continuar diciendo – mmm  me inclino por la segunda ¿Y se lo pagaste?

  • ¡Estás loca! Gracias a todos los dioses, tenés una amiga inteligente, al decir que no tenía un peso, ella me dijo que debía pasar 4 meses trabajando en la biblioteca, a honoren para pagar los $190.000; tengo que ir hoy a las 19. Para hacer nuestro “contrato” -  hago comillas en el aire y mi cara irradio una sonrisa de feliz cumpleaños - ¡Ah! Me olvide de contarte lo más importante, le tiene miedo a los truenos y gracias a ese miedo me abrazo dos veces no ¡sabes! El segundo abrazo fue extraordinario porque nos caímos y sentí, sentí, como cuando uno es adolecente  fue rarísimo – Veía que Ema me miraba con ternura y un poco de ingenuidad a lo cual no me aguanto y le pregunto – ¿Por qué me miras así?

  • ja, ja ja, ja te veo feliz Lu y no sabes cuánto me encanta verte así, pero tengo una duda… ¿Qué tipo de trabajo tenés que hacer en la biblioteca?

Mi cara  se desdibujo casi de inmediato, sabía muy bien que Helga no sentía lo mismo que yo, sabía también que había sido muy despreciable con ella así que sabía que la VENGANZA, como ella misma dijo es un plato que se come frio.

  • Mmmm, no se seguramente ordenar los libros en sus estantes, barrer, acomodar las sillas del área de estudio, seguramente es eso – ni yo estaba convencida de mis palabras al 100%.

  • Está bien, ponele que te creo – dando a entender que ya éramos 2 en ese departamento que no creíamos ni pio de lo que dije, prosiguió con el interrogatorio -  te voy hacer dos preguntas más y depende de tus respuestas me pondré más firme para ayudarte o insistiré para que dejes de ir a ese lugar. Bueno la primera es ¿El sentimiento que tenés ahora hacia ella es solo pasional, o tiene matices de enamoramiento?

Miro a Ema con mi mejor cara de desconcierto, sin entender una pizca de lo que dijo.

  • ¿Eeeh? Ema el acabo de conocer de qué enamoramiento me estás hablando explícate mejor que no te entiendo.

  • ¿Qué querés con ella acostarte o conocerla? Solo conocerla…

  • Sigo sin entenderte; pero voy a tratar de responderte, con lo que siento hoy. Siento la necesidad de estar con ella, de estar cerca, no te niego que tengo deseo de llevarla a la cama pero el deseo de conocerla a profundidad es más fuerte. Hasta saber de sus gustos y preferencia de lo que odia y ama hasta entonces como vos misma dijiste solo tengo que tenerme fe en mi misma, de que lograre conocer cada una de sus capas como los catafilos de la cebolla, eso responde tu pregunta.

El rostro de Ema se tornó serio, su mirada era penetrante, se paró y se retiró unos pasos hacia el ventanal ahí mismo se dio vuelta y me miro… y dijo con una voz  enfática.

  • Creo que fue muy pronto, preguntarte lo que sientes por esta chica, Pero te voy a dar una pista a la pregunta que te hice – hizo una pausa tomo una bocanada de aire y prosiguió – acostarse con una persona y conocerla son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de personas que pasan, y en cambio en el deseo de conocer y solo dormir junto a alguien este deseo o mejor dicho necesidad se produce en relación con una única persona sea del género que sea. Cuando logres saber este acertijo, hecho vida entonces ahí te volveré a preguntar –algo que odiaba de Ema era su forma de hacerse la filósofa de pasarela y sin titubear en su verborragia continuo – Y la segunda pregunta es más fácil, ¿además de mí, alguien más sabe lo que estás haciendo?

  • No, nadie más que vos ¿Por qué la preguntas? – le repregunto.

  • Para saber cuántas nuevas mejores amigas hiciste en mi ausencia, siempre toxica amichi nunca intoxica.

  • Ya me asustaste, pensé que me ibas a dejar sola con todo esto después del plan que hicimos para conocer a Helga.

  • Lo que si te aviso Lu es que después de unas semanas me voy a tener que ir discúlpame, mi padre sabe que estoy en el país y quiere que lo vaya a visitar seguramente es para decirme el caos que es mi vida y que él tiene la solución – cuando Ema hablaba de su familia la atmosfera en cualquier lado siempre cambiaba, el ambiente se volvía pesado – también me di cuenta que estaba tratando de ayudarte y la mejor forma de ayudarte en este momento es que en unas semanas más me vuelva a Europa.

  • Ey, que tu familia no te lleven a ese lugar oscuro, del que saliste hace mucho, sabes que estoy acá y contás con mi apoyo así como yo cuento con el tuyo, nadie resuelve solo sus problemas todos tienen amigos para contarles sus dramas y desventuras, podemos solucionar las cosas juntas lo mío es efímero a comparación de los mambos con tu familia pero no estás sola –  era una Ema distinta a la que no estaba acostumbrada totalmente insegura y con ganas de salir en el primer avión – ¿A caso te están presionando para que te hagas cargo de la empresa familiar?

  • Es muy cortes de tu parte amichi llamar a lo que hace mi familia una empresa, pero supongo que después de la muerte de mi hermano y los problemitas que tiene mi hermana con la blanca, a mi padre no le queda otra opción que acudir a mí – Su voz se entrecorta mientras vuelve a la mesa donde estaba sentada, antes conmigo – solo sé que no quiero que se metan con vos ni con nadie de mi entorno; eso no significa que no esté al tanto de lo que pase con tu vida te llamare todos los días no me importaría la diferencia horaria, porque yo te llamaría a la hora que a mí me conviene – me guiña un ojo, tratando de cortar con la atmósfera densa que se había formado y como siempre ella puede sacarme una sonrisa en su peor momento -  Aunque  entiendo tu reacción, es de no creer, no espere esta actitud viniendo de vos Lu ningún problema es efímero, esto no es una competencia de quien tiene los problemas más grande.

  • Tenés razón, pero admito que te extrañe, aunque hablamos poco y nos mensajeamos a deshora, el escucharte tan lúgubre porque tu viejo te está buscando me pone realmente mal y es peor saber que no te puedo ayudar; si tanto miedo tenés que me haga algo, que te parece si cada una hace su vida en la ciudad y de vez en cuando cenamos hablamos de cualquier cosa que no sea nuestros problemas no te parece mejor esa idea antes que tomarte un avión y volver con Oscar  – mi  tono trataba de sonar sereno – Decí que si, por favor y así me voy en paz al trabajo.

  • Ja, ja no sé, si Oscar me está esperando solo o con siete abogados, pero de que me espera, me espera; no es mala la idea, el vernos de vez en cuando y en diferentes puntos de la ciudad, así despistamos a mi padre – el  silencio se adueñó del departamento Ema pensaba todas las posibilidades para esquivar a su padre, ella y yo sabíamos que no era un tipo con él que se puede jugar y mi ansiedad crecía, nadie quiere que su amiga deje el país – Está  bien, me quedo pero escucha bien lo que te voy a decir, en cierto punto me voy a tener que ir no puedo esquivar por siempre a mi viejo y sí me gustaría que si nos contemos nuestros mambos de eso se trata la amistad de apoyarnos en los buenos y malos momentos.

  • ¡Okey, okey! Genial… bueno ahora andate que me tengo que ir al trabajar. Sabes que te quiero ¿no? Emi – Le doy un beso fuerte en la mejilla y la empujo a fuera del departamento, ya tenía seguro que ella estaría cerca era todo lo que necesitaba.

  • ¡Ah no te la puedo creer! – Exclama hilarante, en el corredor del edificio - me pide que me quede y ahora me hecha; estas son amigas, estas son las amistades que me da el omnisciente – Y rompe en una carcajada – bueno está bien me voy apúrate y lo último que te voy a decir sobre esta chica, no  juegues con ella, adiós mi cielo – y se va bajando las escaleras con el vaivén que la caracteriza. Pero al cerrar la puerta del departamento me doy cuenta que falta la copia de mis llaves.

Salgo al balcón, corriendo solo para gritarle a la ladrona de mi amiga:

  • Adiós Ema, sí si llévate mis llaves no hay drama yo te autorizo – Como siempre el sarcasmo fue es y será nuestra segunda lengua.

Prepare un bolso donde llevaba ropa para cambiarme una vez termine de trabajar en el estudio; no quería que Helga me viera desarreglada; tome las llaves de mi moto y me marche.

El día paso sin ningún percance, firmando los cheques de los modelos y gente que habíamos contratado el día anterior; Los dueños de la línea de ropa quedaron felices con el trabajo que realizamos, es bueno saber que la próxima vez nos tendrán en cuenta para cualquier trabajo. El final de la jornada laboral se acercaba y lo único que escuchaban mis oídos era el “bla, bla, bla” de la gente que pasaba a mi oficina para que  firme y el “tic tac, tic tac” del reloj de pared, la mezcla de sonidos en mi cabeza creaba una música poco común que era acompañada por la más loca de mis imaginaciones, y la culpable de que no pudiera concentrar era una bibliotecaria que en mi cabeza bailaba con mis  pensamientos y no con ese maniquí; sin darme cuenta me había reclinado en el asiento de mi oficina y miraba a la nada con una sonrisa de boba, descubierta por mi socia.

  • Mmmm… mirada al infinito, sonrisa risueña ¿quién será el o la afortunade de esos pensamientos? – comento con una sonrisa y metiendo en la oración una palabra bastante inclusiva que me sorprendió.

Bajo de mi nube como un pájaro que baja de su árbol de un hondazo y como siempre los colores de mi cara me delatan.

  • ¿Qué? Ja, ja, ja – respondo con una carcajada nerviosa – nada que ver se me ocurrieron unas nuevas fotos en algunas locaciones que vi esta mañana mientras venía para acá – Era una mentira más grande que una casa ni yo me la creía, pero todo sea para no queda como una tonta.

  • Mmmm no se mejor lo dejamos ahí, cuando tengas ganas de hablar sabes que podes contar con  nosotros; pero a lo que realmente vine es a avisarte de que ya terminamos todo y que nos retiramos y saber si vas a cerrar vos o si te vas también y cerramos nosotros.

  • Tranquila yo cierro, Cris salúdame a Franco de mi parte y que tengan una buena noche, mañana ya es viernes así que descansen que mañana es el último día de esta agitada semana.

  • Si, nunca extrañe tanto un fin de semana como esté, pero vos también descansa que sos la que más trabajo llevas a la casa, nos vemos mañana.

Después  de darme un beso Cristina, cierra la puerta y se va; escucho el ruido de los chicos marchándose y el cuchicheo,  de pronto el estudio queda en un total silencio era el preludio a mi locura, debía apurarme y empezar a cambiarme de ropa no podía perder más tiempo.

Me puse una remera mangas corta ni muy holgada ni muy ajustada de color gris, que tenía unas letras en ingles en letras negras y me calce  una campera de jean negra que hacia juego con mi jean negros ajustados rotos a la altura de las rodillas y por ultimo pero no menos importante unas zapatillas rojas, una onda casual. Tomo las llaves de mi moto y mi bolso cierro el estudio, me apresuro para llegar a la plaza que tenía como referencia. No paso ni 20 minutos que ya había llegado a la biblioteca, seguramente no estaba manejando a la velocidad establecida pero que importa cuando lo único que deseaba en ese momento era ver a Helga hablar con ella, jugarle alguna broma y no morir en el intento, que me mire con esos ojos tan llenos de vida.

Por primera vez en las pocas veces que fui, veo la puerta de entrada abierta sostenida por un palo bastante grande, supuse que estaba limpiando o algo así entro sin ningún problema pero antes quise fijarme la hora en mi móvil para ver que excusa le ponía y veo que son las 20:00.

  • ¿Que le digo? Mmmm – pienso en voz alta - Mucho trabajo, si eso además no creo que le importe que llegue tarde… todavía no – sueño con que alguna vez mi presencia le importe.

  • ¿Con quién hablas preciosa? – una voz masculina interrumpe mis pensamientos y hace que me sobresalte al verlo detrás de la puerta de ingreso. Estaba tan distraída, como  ya es costumbre cuando entro en ese lugar que no me di cuenta del personaje que se acercó por mi flanco derecho, pero si me percate del cuchillo que me puso en la cintura.

  • ¿Q…quién es usted? ¿Dónde está la bibliotecaria?- trataba de ocultar mi nerviosismo y miedo, pero era inútil se notaba a leguas, era mi primer encuentro en treinta y dos años de vida que me enfrentaba a una situación tan estresante como está.

  • Mmmm… soy un amigo de la señorita Spessot Helga, y vinimos a darle un recordatorio, así que haceme el por favor de acompañarme ¿sí? – lo único que me llamo la atención era la tranquilidad en la voz del agresor, no podía joder con alguien así.

Lo acompañe sin resistirme, nos dirigíamos a las escaleras que nos llevaban al sótano del edificio, ya empezaba a odiar ese lugar de la biblioteca, nada bueno pasaba cuando bajaba ahí.

Bajamos ni muy rápido ni muy despacio al ritmo del miedo, cuando abro la puerta veo a un hombre mirando con sorna al rincón y ahí estaba ella… en un rincón, con los ojos llorosos; al cruzar  su mirada con la mía su cara fue de asombro.

  • Carlos, no encontré nada como para amarrarla, pero encontré a este bomboncito hablando sola en la puerta -  empujándome hacia el rincón donde estaba Helga.

Ella me atrapa, tomándome de los codos me sujeta fuerte, me mira fijo a los ojos y con una voz suave mezclada con melancolía me susurra al oído.

  • Rogué, que no vinieras hoy  y que no cumplieras  tu palabra.

  • Me querés decir ¿qué está pasando? – le pregunto con algo de pánico en mi voz.

  • Son  los prestamistas, les debo  según ellos $1.000.000, los use para las reparaciones de la biblioteca – mirando a los  dos individuos ella dice con tono decidido – déjenla que se vaya, yo soy la que tiene la deuda con ustedes no ella.

Al ver la sonrisa sarcástica del tal Carlos, mirándonos se dirige hacia mí y me toma del mentón.

  • Decime, tú nombre  hermosa y ¿qué relación tienes con la deudora de nuestro jefe? – De repente mira abruptamente a su acompañante - ¡Pepe! en el  baúl del auto hay soga y algunas cositas más.

  • ¡Ok, ok ya voy! – el tipo que me había llevado hasta el subsuelo se llamaba Pepe, tenía una cojera muy evidente en su pierna izquierda, lo que no podía omitir era el arma que traía detrás de su cintura era muy notorio entre el pantalón beige y la camisa azul satinada.

  • ¿Y, no me pensás contestar, chica misteriosa? – era la primera vez que alguien lograba callarme la boca, ese alguien era el miedo de no salir de ahí viva. Era el típico delincuente y usurero argentino, buen vestir y buena a apariencia, seguramente no superaba los 40 años, al parecer era de mi era de mi estatura 1,77 pelo castaño, tez blanca y bastante morrudo; tenía un  tono de voz  bastante arisco y profunda, lo acompañaba un par de ojos marrones gélidos; esa en síntesis era la apariencia de uno de nuestros captores.

  • Luz, estoy haciendo servicio Comunitario y ayudo en la Biblioteca – respondo sin dar mucha más explicaciones.

  • ¡Por favor! Déjala ir, no tiene por qué presenciar esto – en las pocas veces que la había visto, me sorprendía ver la variedad de emociones por la que esta persona podía atravesar y me asombraba que aún no cayera en un colapso nervios con tantos problemas.

En ese momento, Carlos giro su mirada hacia ella, y en un movimiento abrupto me suelta y golpea con el reverso de mano a Helga, arrojándola contra la pared casi atontada; se acerca a ella y la agarra por sus cabellos, tirándola hacia el suelo.

  • ¡No te das una idea de cómo me molesta que los deudores del jefe me den  ordenes! Todo lo que entre dentro de esta biblioteca, nos pertenece hasta que me pagues o te rindas y nos des el título de propiedad ¿oíste? – Acercándose a ella y levantándola de los pelos – ahora vas a ver lo que pasa por no pagarnos a tiempo y como el señor es piadoso te va a dar seis meses para que juntes lo que debes.

En ese momento el otro individuo al que llamo Pepe volvió  con las sogas, nunca tuve tanto miedo por mí en mi vida.

  • Solo encontré las sogas Carlos, deberíamos hablar con los otros y decirles que si van a usar los palos los repongan después – ni bien termino de hacer ese comentario mi sangre se helo.

  • No importa amarra a la amiga de nuestra cliente –  señalándome a mí.

Sin chistar porque estaba entumecida por el miedo me senté en la silla que  trajo Pepe, por inercia acomode mis manos atrás de mi espalda y este procedió a atármelas; el mismo procedimiento hizo con mis piernas.

  • Pepe ven acá y sujeta a esta bocona quiero que vea lo que pasa por ser una morosa.

No niego que me temblaba el alma, cuando veía a los ojos de Carlos aproximándose a mí, encima estaba atada a una silla sin siquiera poder defenderme; pero no podía permitirme que Helga vea mi miedo y tampoco podía permitírmelo a mí misma por una cuestión de amor propio, debía poder enfrentarme a él pero no físicamente era obvio que no iba a poder ni aun estando desatada, debía sacarlo de su zona de confort psicológicamente, algo que no me cuesta nada.

  • Debes entender que esto me va a doler más  a mí que a vos hermosa, odio tener que pegar a gente inocente por sabandijas con esta mina que no cumple con sus obligaciones. – haciendo una cara sarcástica, era obvio que lo estaba por disfrutar.

  • Si entiendo, no te hagas drama, me han contado que siempre que un hombre pega a una mujer  oculta sus mayores miedos detrás de los golpes o en su defecto algún tipo de disfunción eréctil, es esto verdad o no, seguramente lo vamos a averiguar en un momento – devolviéndole  una mirada desafiante, junto con una sonrisa de las más guasónicas que en mi vida  dibuje en mi rostro.

Y sin mediar palabras él empezó a abofetearme y en una de esas bofetadas me tira al piso con silla y todo. Se detiene agitado y me levanta; admito que estaba bastante atontada jamás nadie me había pegado tan fuerte. En eso momentos escucho los gritos y sollozos de Helga pidiendo que pare que deje de golpearme.

  • Tú amiga quiere que pare, acaso tenés  tan poco aguante. Dale un ratito más ¿sí? – lo dice agitado con una sonrisa que estremecía  todo su pelo esponjoso despeinado, su rostro totalmente sudado.

  • Ja, ja, ja, ja – rio desaforadamente, sacando fuerzas de donde no podía  la mandíbula me dolía apenas podía modular las palabras, con un hilo de fuerza y mirándolo al rostro le grito fuerte – ¡para tu información y para que te sientas mal usurero de mierda, mi mamá pega más fuerte!

Al levantar mi mirada hacia el iracundo prestamista, veo sus ojos inyectados en rabia y a los 3 segundos él y su irá me asestan una patada  tras otra en mis costillas aún en el suelo pero esta vez no podía evitar la cara de dolor, de pronto todo se desvanece. Lo último que  escucho es…

  • ¡La mataste! – exclamo el rengo de Pepe.

  • Vámonos, Ey vos más vale que no llames a la policía y dentro de unos meses queremos nuestro dinero – suponía que se dirigían a Helga.

Escucho  pasos que se alejan, mientras que otros que se acercan a mí, siento un par de manos frías tocando mi cara; más tarde desatándome y acomodándome en el piso…


NOTA DE AUTORA: ESPERO Y LES DESEO QUE HAYAN PASADO UN MES DEL ORGULLO HERMOSO, NO SE OLVIDEN DE DEJAR SUS COMENTARIOS Y SUS ESTRELLAS AYUDA UN MONTON A VISIBILIZAR MIS RELATOS EN LA PAGINA. UN BESO Y ABRAZO GRANDE