¿destino?

Una mujer solitaria, encuentra al que podría ser el amor de su vida, al enfermarse... pero, ¿será el destino? o una parada en el camino de la vida.

Hola, soy Raven Aranda, hace tiempo pensaba que la felicidad no era para mí, debido a malas experiencias, en las que mi corazón  sufrió mucho. Sin embargo eso no me ha limitado para luchar por mis sueños, y seguir arriesgando mi corazón.

Viví muchos años en Torreón, Coa.,  hasta hace 3 años, vine a estudiar Medicina, a la ciudad de Monterrey,  me gusta mucho el futbol ¡vivan  las chivas! Jajaja bueno pues en la práctica de futbol en el equipo de la uní, sentí un fuerte dolor en el pecho, llegaba hasta mi brazo, que el equipo médico me llevó al hospital, en donde fui atendida, pasaron  horas, y si, el médico dijo que fue un infarto,  me dijeron que debía bajarle al ejercicio, y que viera a un cardiólogo.

Al día siguiente me tocó visitar a doc., entre, me senté, debo admitir que tenía cierto nerviosismo, pues ya el médico me ordeno varios estudios…

-tienes novio? – pregunta el médico.

  • no, no tengo, soy lesbiana- respondí.

-ok, tienes novia?- reformulo el doctor.

  • no, tampoco tengo- conteste.

Se me hacía algo raro sus preguntas, digo ¿acaso un médico pregunta eso, cuando no  tiene relevancia?, en fin, él siguió escribiendo y yo seguí mirándolo raro o. O

-          Doc., hay algún problema?- le pregunte.

-          ¡oh no! Para nada, creas que loco, pero quiero presentarte a alguien, siento que serias perfecta para ella- me dijo el raro doctor.

-          Aaaaammm…  ok- conteste no muy convencida.

Después de esa conversación, me dio los papeles para el laboratorio y el electro. Ya me retiraba cuando el doctor me dice:

-          Entonces, ¿aceptas salir con esta persona?-

Obvio tenia curiosidad así que le pregunte:

-          ¿Usted es esa persona de la que habla?-

-          Nooooo, claro que no, es una mujer, mi sobrina- contesto rápidamente.

Les diré la verdad, soy una persona muy curiosa,  y tenía ya la espinita de saber quién era esa mujer.

-          Ok, acepto, a qué hora y a donde tengo  que ir- respondí.

-          ¿Te parece a las 4pm de hoy?- preguntó el doc. Emocionado.

-          Sí, claro.- le dije.

Al salir tenía el papelito en una mano y la orden de los estudios en la otra.

-          ¿estás bien?, me preguntó mi hermana, a la cual adoro.

-          Si, sister, por ahora todo bien- conteste y subí a mi habitación a prepararme para la cita extraña.

Eran las 3:55 de la tarde, cuando llegue a casa de los Quintero, (es el apellido de mi médico), me gusta la puntualidad y trato de llegar a tiempo a cualquier compromiso;  al tocar el timbre podía sentir el temblor en la mano, esperé unos minutos hasta que la puerta se abrió.

-          ¡Vaya! Viniste jajaja ¿cómo estás?- pregunto el buen doctor.

-          Bien, si le soy sincera, muero de los nervios, gracias por preguntar- contesté con una voz chillona.

-          Pasa, siéntate, enseguida baja mi sobrina- dijo el doctor Quintero y subió las escaleras.

La neta pensaba que estaba loca y más loca por aceptar una cosa así, quería irme a casa a leer o ver tele, pero ya estaba ahí… tenía que ser fuerte.

Observaba la sala, por fuera parecía una casa pequeña, pero estando dentro, era mucho más amplia, pensaba que el que la arreglo era un genio, un enorme librero tapizaba las paredes de la sala, ciento, tal vez miles de libros decoraban el lugar, en la mesita de centro, se encontraban revistas científicas, la portada de una hablaba de los virus, así que la tome para hojearla en lo que  bajaban.

-Raven, espero que no te hayas aburrido en lo que esperabas- interrumpió el doc.

Quiera contestarle, de verdad que sí, pero, no pude, solo podía observar a la persona que bajó tras él. Trataré de describírselas, más baja de estatura que yo, ojitos lindos de color café, no tan redondos, de complexión normal, ni tan tan, ni muy muy;  si mi daltonismo de deja apreciar bien, cabello rubio, pero no güero, si lo sé, soy mala describiendo, pero lo que me cautivó , fue esa sonrisa, ese nervio que percibía de ella, se acercó poco a poco, paró, me miró, y me dio un abrazo tan cálido, que desee quedarme por más tiempo del que duró. Nos separamos y solo su voz pudo sacarme del trance en el que estaba.


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