Destinados Marta

La versión de Marta.

Destinados Marta

Me encuentro en mi celda sentada sobre la cama, nunca me he arrepentido tanto de algo en mi vida y no precisamente de estar en la cárcel. Eso me lo he ganado con creces, por fiarme de la persona equivocada. Lo que de verdad me arrepiento es de haber tenido la verdadera felicidad en mis manos y haberla dejado escapar, al ver a Héctor feliz con otra mujer.

Después mi hermana fue la que me contó que era la novia de Héctor y que este era muy feliz con ella. En ese momento fui consciente por primera vez de lo que había dejado escapar sin darle el debido valor, esa mujer era tan bella como yo y su cuerpo no tenía nada que envidiar al mío, pero sin embargo su sonrisa era de verdadera felicidad al lado de Héctor.

Héctor siempre fue un hombre bueno, sincero y leal. Él estaba total y absolutamente enamorado de mí, yo por desgracia siempre tuve dudas. Lo quería por supuesto, sin embargo al llegar a esa visita a la universidad fue cuando todos mis esquemas se destruyeron y la duda empezó a corroerme. Pare en seco y retrocedí a los días donde éramos uña y carne, Héctor era mi vecino y nuestros padres eran amigos, pasábamos todo el tiempo juntos y tengo que reconocer que en aquellos días yo era muy feliz.

Solo importaba jugar y pasarlo bien, Héctor era un chico que siempre me echo una mano y me cubrió en más de una trastada. Siempre podía contar con él, no me fallo ni una sola vez. En el instituto, había chicos que querían algo conmigo, no obstante yo les ignoraba constantemente. Eso hacía que fueran a por Héctor y lo pagaran con él, eso me sacaba de quicio y terminaba metiéndonos a los dos en un lió.

En aquel entonces Héctor era un chico distinto a los demás, más maduro y con otras inquietudes que me atraían, con él perdí mi virginidad y tengo que decir que fue un desastre de los dos. Yo estaba tan nerviosa que tenía el coñito sequísimo, tuve que coger un lubricante que tenía mi hermana en su habitación, no hicimos ni preliminares. Fuimos directos al grano, Héctor estaba tan nervioso como yo y se puso el condón al revés.

Con ayuda del lubricante entro, me dolió y eso que Héctor fue paciente y lo hizo con calma y con todo el cuidado del mundo. Cuando saco su polla para volver a meterla, el condón se resbaló y se quedó dentro de mi coño. Entramos en pánico los dos, no sabíamos que hacer y mi hermana al oír los ruidos entro en la habitación sin llamar y nos pilló en la situación más embarazosa de nuestras vidas.

Al principio no supo que manifestar, pero al rato se empezó a reír como una posesa y le pidió a Héctor que saliera de la habitación, entonces le conté lo que había pasado y que se me había quedado el condón dentro. Me pregunto si se me quedo después de que Héctor se corriera y le expresé que no, me miro y por suerte estaba cerca de la entrada. Con las indicaciones de mi hermana metí dos dedos y conseguí sacarlo.

Todavía en esta celda escucho las escandalosas risas de mi hermana, no puedo evitar reírme recordando ese hecho vergonzoso que ahora me parece tan inocente. Posteriormente de esa lo intentamos más veces, la verdad que las primeras veces fue un desastre, no obstante pusimos el máximo de los dos y poco a poco y con una gran comunicación, conseguimos darnos placer el uno al otro y que hacer el amor terminara siendo placentero y divertido. Las cosas en el instituto seguían igual, no me llevaba muy bien con las chicas, pues no entendían mi relación con Héctor y la intentaron boicotear de una manera descarada. Con los chicos me llevaba mejor, sin embargo la mayoría solo estaban interesados en los videojuegos y eso me aburría.

El punto de inflexión en mi vida fue cuando fui a visitar la universidad a la que íbamos a ir Héctor y yo, él no pudo venir porque su madre se puso enferma y tuvo que ayudar a su padre en la tienda. Cuando llegue tenía una chica asignada para enseñarme el champús, su nombre era Lorena y con ella todo cambio en ese fin de semana. Por la mañana hizo bien su trabajo, me enseño la facultad y resolvió mis dudas de forma eficiente, no obstante a la noche me dijo que había una fiesta a la que estaba invitada.

Que de con ella en la entrada del champús y me recogió en su coche, no le expresé nada a Héctor, era una fiesta ¿qué podía pasar?. Cuando concurrimos, chicos y chicas de todos los cursos. Lorena me presento a un par amigos de ella del último curso, de repente empecé a ver a Héctor muy pequeño al lado de estos especímenes de hombres. Yo trataba de mantener las distancias, sin embargo tengo que reconocer que la cercanía de esos hombres ayudado por las cervezas que me había bebido ya, me empecé a sentir muy tentada.

Salí a un especie de jardín para tomar el aire, de repente empecé a escuchar unos ruidos. Me acerque y llegue a una especie de casa de invitados. Mire por la ventana y lo que observé hizo que se me mojaran las bragas, Lorena estaba cabalgando al chico más guapo que hubiera visto jamás. La forma en la que estaban follando no se parecía a nada a lo que habíamos hecho Héctor y yo, no pude evitar meterme la mano en mis braguitas para masturbarme.

Lorena levantó la cabeza y me miro con una gran sonrisa, pareciera que estaba preparado para que yo fuera testigo, ahora Lorena estaba a cuatro patas mirando hacia la ventana, mientras ese hombre le penetraba duro desde atrás. Lorena tenía los ojos en blanco y gritaba como si la estuvieran matando de placer, me fui de allí y me acerque a una manguera que había en el jardín. Necesitaba refrescarme y poner distancia de eso que acababa de contemplar y tanto me había gustado, después me senté en un especie de banco y me puse a pensar en Héctor y por primera vez mis dudas sobre nuestra relación se acrecentaron.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que alguien se acercaba a mí por detrás. Era Lorena, me abrazo desde atrás y me dijo.

• ¿Te ha gustado lo que as presenciado Marta?

Dude en responder, pero la verdad es que me había gustado y mi respuesta fue.

• Si me ha gustado Lorena, me ha gustado mucho más de lo que debería.

• ¿Por qué? – pregunto Lorena.

• Porque tengo novio – manifesté.

Ella me abrazo y no mencionó nada, a posteriori volvimos a la fiesta y aquel hombre se nos acercó a las dos.

• ¿Lorena esta es la chica de la me has hablado? – sus palabras me tenían hipnotizada.

• Así es Rubén, esta es la novata de la que te he hablado a la mañana.

Aquel hombre dio una vuelta mirándome detenidamente, posteriormente se acercó a mí y me beso. Beso que yo no rechace y colaboré, pasado un rato me vino la imagen de Héctor y me separe de él, sin embargo el daño ya estaba hecho. Me había gustado y posteriormente de esta experiencia, Héctor me parecía poca cosa. Había conocido lobos y Héctor era un lobezno.

No paso nada más en esa fiesta y pasado el fin de semana volví a mi ciudad con mi novio, no fui consciente al principio, sin embargo entre nosotros se creó un muro a raíz de ese fin de semana. Lorena me dijo que tenían una habitación libre y que por un pequeño alquiler era mía, no me lo pensé y luego de hablar con mis padres y Héctor acepte. Héctor no me puso ninguna pega, él confiaba ciegamente en mí. Fui una cobarde por no contarle la verdad y desde ese punto empezó mi caída libre.

Al principio hacia mi vida con Héctor en la universidad me miraban mal cada vez que me veían con él. Empecé a sentir vergüenza que me observaran con Héctor y empecé a esquivarle y a ponerle excusas, una de las veces le expresé que no podíamos quedar porque tenía que estudiar. Era mentira, había quedado con Lorena sus amigas, Rubén y su pandilla. Esa tarde Rubén no se separó de mí, creía que a Lorena no le sentaría bien. Todo lo contrario estaba encantada, todo fue bien hasta que me fije en que había una persona que nos estaba mirando y no era otra que Héctor.

Este me miro fijamente, se dio media vuelta y se marchó a la biblioteca. Yo no me atreví a ir detrás de él, cuando todos se fueron me acerque a la biblioteca con la esperanza de que siguiera ahí. Me asome y allí estaba, respire aliviada, pero no me atreví a acercarme donde estaba él. Se le veía molesto y no le faltaba razón, sin embargo era superior a mí. Esta nueva vida me gustaba y cada día más, espere pacientemente a que saliera he intente explicarme.

• Héctor esto no es lo que parece, me los he encontrado en la biblioteca y hemos salido a tomar un descanso cuando nos has visto.

Héctor no dijo nada, miro que no llevaba ni libros ni mochila ni nada, me había pillado. Además que era consciente de cómo Rubén me tenía agarrada bien pegadita a él, si de algo era consciente era de que me había enamorado perdidamente de Rubén, cada vez me costaba más disimularlo. Además que me incomodaba que me viera de la mano de Héctor, la forma en que me miraba la gente cada vez que estaba con él me incomodaba.

Héctor se dio cuenta y me lo expresó.

• ¿Marta estás bien?, pareciera que te avergüenzas de que nos vean juntos.

• ¡Que va hombre como piensas eso! – expresó muy indignada.

Una semana después paso lo que tenía que pasar, me volviera a invitar a una fiesta en el mismo sitio y fui, mire el móvil con el último intento por parte de Héctor de ponerse en contacto conmigo y yo había vuelto a ignorarlo como llevaba haciendo toda la semana. Cuando llegue a la fiesta fue Rubén quien me estaba esperando y luego de hablar de cosas sin trascendencia y beber unas copas me invito a esa casa de invitados, en realidad él vivía allí, la casa donde se daban las fiestas era la de sus padres. Se puso delante de mí con su cuerpo musculado y empezó a bajarme el tirante del vestido, no llevaba sujetador y para cuando me di cuente. Tenía uno de mis pechos siendo estrujado por su mano.

Ese fue el último instante en que me acordé de Héctor y mi cobardía por no cortar con él, egoístamente hablando, Héctor era con el único que podía conversar, Rubén y sus amigos no dejaban de ser los seres más simples del mundo, pero Rubén conseguía sacar la parte más caliente de mí. Creo que si no corte con Héctor fue por egoísmo y por querer tenerlo todo, sabiendo del daño que le haría si llegaba a enterarse.

Ese fue el último pensamiento, después me estregué a la polla de Rubén, me la metí en la boca, no era muy buena, la única persona con lo que lo había hecho fue Héctor y por lo que pude comprobar al mirar el rostro de Rubén, lo estaba haciendo fatal. Él me dijo que me dejara guiarme y así lo hice. El muy bruto me metía la polla hasta la garganta y me hacía daño, no obstante no sé por qué no podía parar.

Lo siguiente que recuerdo es estar tumbada sobre la cama, con el cuerpo de Rubén sobre el mío sintiendo como su polla entraba dentro de mí proporcionándome un placer que jamás había experimentado. Cuando se corrió lo hizo dentro de mí, enseguida me di cuenta de que me follo a pelo. No pareció importarle, se levantó dejándome allí tumbada, sé que tendría que haberme enfadado, seguro que con Héctor lo habría hecho.

Después entro Lorena y me entrego una pastilla que ella llamó la del día después, si antes ignoraba a Héctor después de esto nuestro distanciamiento fue mucho mayor. Lo intento todo para quedar conmigo, sin embargo yo solo tenía ojos para Rubén y me sentía un poco culpable de haberle engañado, pues Héctor no se lo merecía. Todos incluso Rubén me dijeron que tenía que hablar con Héctor, me dijeron que lo invitara a la fiesta que daría en su casa Rubén ese fin de semana.

No entendía a que venía tanto interés en una persona que no aguantaban y lo veían como a un pardillo, no obstante lo hice de todas formas. Posteriormente de ignorarlo por toda la semana lo invité.

• ¿Héctor soy Marta, este fin de semana te gustaría venir a una fiesta conmigo?

Ni siquiera me hacía caso, solamente me miraba con la mirada más feliz del mundo y eso me hizo sentir como una mierda.

• ¿Héctor me has escuchado lo que te he dicho? – pregunte.

• Si, el fin de semana iré contigo a esa fiesta.

Para la fiesta me esmeré en vestirme muy provocativa, Héctor al verme pensó que era para él. Nada más lejos de la realidad, ese vestido era para Rubén. Héctor ya era pasado y pronto tendía que decírselo, sin embargo había algo que me lo impedía. Me decía a mi misma que era por no hacerle daño, sin embargo pasados los años sé perfectamente que fue por puro egoísmo. En cuanto llegue a la fiesta desaparecí al lado de Rubén, me asegure de que Héctor no se enterara, pude ver como Lorena se acercaba a Héctor y le ofrecía una bebida, yo mire a Rubén y le pregunte.

• ¿Qué pretende Lorena con Rubén?

• Nada mujer, no obstante si desapareces durante un buen rato, no crees que tu novio sospechara, Lorena ha ido a entretenerlo.

Yo volví a esa casa de invitados y me dejé llevar por las caricias de Rubén, en ese momento no pensaba en Héctor y eso que lo tenía a escasos metros de mí, metió tres dedos en mi coño y los movió hasta que me corrí. Entonces entro Lorena y me dijo que Héctor estaba bien y que no me preocupara, traía una sonrisa malévola que tendría que haberme puesto en alerta, sin embargo decidí ignorarla y chupar la polla de Rubén mientras Lorena me comía el coño.

Era la primera vez que iba a participar en un trío y estaba muy excitada, esa noche me comí un coño por primera vez y tengo que reconocer que no me desagrado en absoluto. Mientras me comía el coño de Lorena me llego un mensaje al móvil que yo ignore, la noche fue estupenda, le concedí el capricho a Rubén de estrenarme el culo, solo las caricias y la lengua de Lorena en mi clítoris amortiguaron el dolor que sentí al sentir perforado mi intestino.

No sé cuanto duro Rubén hasta que se corrió, no obstante para mí fue eterno. Cuando se corrió decidió dejarnos a Lorena y a mi tumbadas y se fue a seguir con la fiesta. Lorena se quedó dormida y entonces fue cuando me acordé del mensaje, al abrirlo, salía el rostro de Héctor, conocía esa mirada. Me había pillado y no sabía como, desperté a Lorena y está entre risas me dijo que sedo a Héctor y le dejo en una habitación para que pudiera ver el espectáculo en directo.

Yo empujé a Lorena toda cabreada e intentaba encontrar mi ropa para intentar ir tras de él e intentar dar una explicación a lo que no lo tenía. Desde ese día Héctor me ignoro completamente, como si yo no estuviera ahí. Me lo merecía, sin embargo me dolía a horrores que el que fue mi mejor amigo no me dejara explicarme, volvía a pensar solo en mí sin contar con sus sentimientos, en una ocasión ya me acerque a el muy enfadada.

• ¿No piensas dirigirme la palabra? – dijo una enfadada Marta.

• Nos conocemos de algo tú y yo – dije con la voz más gélida del mundo.

Fui a darle la réplica, se dio media vuelta dejándome allí con la palabra en la boca, desde entonces pase a ser invisible para él, mis padres me contaron que Héctor se marcharía cuando terminara el semestre. Sé que tendría que haber intentado acercarme, sin embargo no lo hice. Estaba demasiado enganchada a Rubén y así siguió siendo, después de que Héctor desapareciera de mi vida.

Al final cambié de carrera por la de empresariales, tal como estaba cursándola Rubén, no era mi carrera preferida, no obstante conseguí alcanzarle y terminar la carrera antes que él, si el padre de Rubén no fuera un empresario importante. Rubén no hubiera encontrado trabajo en la vida, empecé una especie de relación con Rubén, por llamarlo de alguna manera.

Puesto que íbamos de fiesta en fiesta y este me cedía a sus amigos mientras él se follaba a toda chica que le gustaba, de esta manera seguimos durante un año. El padre de Rubén me contrato, alguien tenía que hacer el trabajo que en inútil de su hijo no hacía, lo único que se le daba bien era irse de fiesta con los clientes y gastarse un montón de dinero. Sé que Rubén empezó a frecuentar malas compañías y que de repente empezó a entrar mucho capital en la empresa.

El padre de Rubén estaba encantado y yo estaba tan enganchada a él, que firmaba todo lo que me daba sin tan siquiera leerlo, más me hubiera valido leer esos malditos papeles que me han traído a esta habitación de hotel con barrotes. Recuerdo la ocasión en la que volví a ver a Héctor después de pasar años, cuanto había cambiado, su físico no tenía nada que ver con el que tenía cuando salimos y los años le habían tratado muy bien.

Me acerque a saludarle lo hizo de una forma muy fría como si nunca nos hubiéramos conocido, me percate que se llevaba informes y algunos ordenadores. Yo no quería terminar las cosas así con él, quería hablar e intentar acabar lo mejor posible entre los dos.

• Me vas a saludar de esta manera Héctor, fuimos pareja y amigos.

• No Marta, ya es demasiado tarde para nosotros.

Se soltó de mi brazo y se dio media vuelta, yo no lo estaba pasando muy bien, mi madre se moría y los médicos nos dijeron a mi hermana y a mí que era irreversible, además de que a Rubén le importaba una mierda que yo lo estuviera pasando mal. Él solo se preocupaba de agasajar a los clientes y de follar a todo lo que se movía, cada vez me daba cuenta del error que había cometido, pero mi orgullo podía más que mi razón y seguí junto a Rubén.

Sé que Héctor subió a visitar a mi madre, mi hermana me lo contó, lo hacía los días que no coincidiría conmigo. No podía culparle, yo misma me lo había buscado. Todo se complicó cuando la fiscalía encontró pruebas de que en la empresa se blanqueaba dinero de bandas muy peligrosas. Supe que fue la fiscal, su ayudante la novia de Héctor y este último los que consiguieron todas las pruebas.

El juicio fue un juego de niños para la fiscalía, yo fui imputada porque mi firma aparecía en todos los papeles que involucraban a la empresa con el blanqueo del dinero. Fue Rubén quien me hizo eso en un banal intento de protegerse él, lo que no contaba era que Héctor se encargó de investigar y este saco todo a la luz, el juicio fue rápido y nos condenaron a veinticinco años de cárcel.

Una semana antes de entrar en prisión mi madre murió, todo mi alrededor se estaba haciendo añicos. Al ver entrar a Héctor en la iglesia, me sentí bien. Todo ese sentimiento se convirtió en tristeza cuando lo vi entrar de la mano de su novia. Llore, de impotencia, por saber que de no ser tan entupida esa mujer podría haber sido yo, pero como me dijo Héctor no hace mucho. Ya era demasiado tarde, solo me quedaba una salida y me dirigí al sitio idóneo para llevarlo a cabo.

Me dirigí al viejo puente donde solía jugar junto a Héctor en aquellos felices años, el puente tenía la suficiente altura para matarme y dejar este mundo que había destruido con mis decisiones, entonces vi como se acercaba alguien era Héctor.

• ¿Qué estás haciendo Marta?

• ¿Qué haces aquí Héctor?

• Cumplir la promesa que le hice a tu madre.

• ¿Qué promesa?

• Que cuidaría de ti.

• Estoy acabada Héctor, yo no sabía nada, firmaba porque me fiaba de mi marido.

• Eso ya no tiene vuelta atrás, sin embargo la locura que quieres cometer si la tiene.

• Ya no me queda nada Héctor, nada ¿lo entiendes?

• Lo que pretendes hacer es el camino fácil, lo correcto seria que cumplieras la condena, cuando salgas todavía te quedara vida y ya habrás cumplido con la sociedad.

Héctor consiguió hacerme desistir de mi idea y cuando lo abrace, pude notar lo mucho que le costó devolvérmelo, había perdido un buen hombre que cuido de mí cuando yo no lo merecía. Y aquí me encuentro en mi celda haciendo balance de una vida que podría haber sido muy buena y que ha terminado siendo un infierno que yo misma me busque.

Procuraré cumplir mi condena y si cuando salga la vida me da otra oportunidad, intentaré no cometer los mismos errores.

FIN.