Destinados. Capítulo 30: Cartas sobre la mesa
(ÚLTIMOS CAPÍTULOS) Una cosa tenía clara, debía ser inteligente y saber jugar mis cartas.
Hola de nuevo. Bueno, llegamos a la entrega número 30 y una de las últimas… En verdad quiero darle mil gracias a todos ustedes por tomarse unos minutos de su tiempo para leerme.
Saludos,
Derek W. Johnson
Destinados. Capítulo 30: Cartas sobre la mesa
ESTEBAN
La vida se encargaba de dejarme claro que mis sentimientos no me llevarían a nada. Allí estaban. Con solo verlos no te quedaba duda que el uno se moría de amor por el otro. Solo bastaba ver sus miradas para descifrar lo que sus corazones sentían. Yo no tenía nada que hacer allí. No tenía vida en ese terreno. Era como golpear una pared de concreto una y otra vez, siempre seria la pared la que ganara y yo el lastimado. Estaba claro que debía reorganizar mis pensamientos y olvidar ese estúpido cariño por el castaño que solo causaría más problemas.
Fabián y David merecían ser felices juntos. Yo no era quien para meterme en medio. Ya el terreno estaba bastante complicado si consideramos que Santiago está en medio de todo esto. La verdad no sé cómo pintarían las cosas para él ahora. Por lo que veía, sería uno que saldría lastimado y lo consideraba injusto.
Francamente me alegraba por Fabián porque luego de ser separado tan cruelmente de David se merecía un final feliz luego de tanto sufrimiento. Pero ¿Qué pasaría con Santiago? Él también había sufrido… Quizás le faltaron hazañas para defender lo que sentía pero en los últimos meses se había reivindicado. El también se merecía un desenlace feliz al final de todo esto, él amaba con la misma intensad al castaño y tenía claro que su sentimiento era correspondido, así que no consideraba justo que el fuese quien saliera perdiendo en todo esto. Y si hablamos de mí… ¡bueno las cosas se complican más!... así que obviemos esa parte. Pero volviendo al tema, creía que Santiago se merecía que su lucha no fuera en vano. La vida no lo podía pagar tan amargamente. No era justo.
Sin embargo, miraras la situación por donde la miraras alguien tenía que salir perdiendo. Eso sería inevitable, alguno de los dos tendría que ceder la victoria del otro. A veces no entiendo por qué la vida tiene que ser tan complicada…
DAVID
-Estamos dando un espectáculo- dije con una sonrisa en los labios, con mi frente contra la suya.
-No me interesa- me contestó encogiéndose de hombros- si no les gusta que no miren- se movió para darme un suave beso.
-¡MmMmggg!- escuchamos carraspear a Rebeca. Ambos nos reímos levemente.
Con un gesto de disgusto se separó y desvió su mirada hasta unos sorprendidos Esteban y Rebeca, dedicándoles una sonrisa sincera. Ambos se la devolvieron. También se alegraban de verlo, después de todo el rubio era su mejor amigo y Rebeca la mejor amiga de su novio, bueno ex novio… aunque eso no lo tenía claro. Ya tendría tiempo para organizar todo.
-¿Cómo están?- preguntó un tanto indeciso de que decir. Pero sin miramiento Rebeca se abalanzó sobre el moreno para abrazarlo fuertemente. Este la recibió gustoso.
-Es un gusto que estés aquí de nuevo- se le notaba muy contenta- no sabes cuánto hiciste falta- decía mientras se separaban- pero… ¿Por qué no avisaste? Hubiésemos preparado una bienvenida o algo parecido-.
-Quería dar una sorpresa- contestó Fabián.
-Tú y tu romanticismo- comentó poniendo los ojos en blanco. Este soltó una leve carcajada.
-¿Y tú? ¿No saludas?- preguntó alegre a Esteban que se había mantenido al margen.
-No a los morenos engreídos- bromeó mientras se acercaba. No se si era percepción mía pero veía a Esteban un tanto tenso. No le di importancia, de seguro eran cosas mías.
-¡Ah! ¿Soy un moreno engreído?- dramatizo estar molesto.
-¿Y todavía lo preguntas?- se abalanzó sobre el para abrazarlo fuertemente mientras ambos reían. Se le veía un poco más relajado- Hiciste falta por acá- decía mientras le palmeaba la espalda.
-Tu también me hiciste falta- posó una mano en su hombro- siempre se echan de menos los verdadero amigos- Esteban le devolvió una sonrisa sincera.
-¿No sentamos?- sugirió Rebeca- así conversaremos más a gusto-.
-Me parece bien- dijo Fabián. Quien fijó su mirada en mí y extendió su mano para que le diera la mía. La extendí igual que él y nos tomamos de la mano- a partir de ahora, quiero estar así contigo cuando estemos en público- me susurro mientras me daba un beso en la cien.
Caminamos de regreso hasta nuestra mesa. Fabián y yo nos sentamos uno junto al otro mientras. Esteban y Rebeca se sentaron en las sillas del lado opuesto a nosotros.
-Y bien…- comenzó Rebeca- cuéntanos... ¿Cómo lograste liberarte del yugo de tu padre?-.
-Mmm con mucha dificultad- dijo- desde que llegué a Miami busqué la manera de reunir dinero. Comencé a trabajar en la tienda del tío de un amigo del colegio al que iba allá, logré reunir el dinero y resumiendo un poco la historia, conseguí el boleto de avión gracias a un favor… y… aquí me tienes-.
-¿Cómo lograste convencer a tu padre que te dejara venir?- preguntó Esteban.
-No lo convencí… me escapé-.
-¿Cómo? ¿El no sabes que estas aquí?- inquirió Rebeca.
-No- respondió el moreno- me vine a sus espaldas-.
-¿Y cómo estás seguro que no vendrá por ti de nuevo?-.
-Tiene bastante trabajo…- dijo-… digamos que lo más probable es que tenga trabajo hasta fin de año. Para la fecha en que se desocupe solo faltaran unos pocos días para mi cumpleaños… Bueno, eso es lo que creo que pasará. Pero si las cosas no salen bien- me miró- estoy dispuesto a huir con tal de defender mis sentimientos- sentía como con su pulgar acariciaba mi mano- esta vez nadie nos va a separar-.
- Estoy segura que esta vez las cosas saldrán mejor- comentó mi amiga.
-¿Y ustedes? ¿Cómo va su relación?- de inmediato la tensión apareció en el ambiente. Rebeca le dedicó un fugaz vistazo a Esteban antes de poder decir algo.
-Esteban y yo… no estamos juntos- respondió intentando decirlo de la mejor manera.
-¿Terminaron?- Fabián estaba sorprendido. Ambos asintieron a su pregunta- Pero ¿Cómo pasó? ¿Si ustedes era la mejor pareja del mundo?-.
No pude evitar sentirme nervioso en ese momento. Si alguno decía la verdad no sabía cómo se tornaría la situación. En verdad no quería que nada arruinase el momento. Pero no podía borrar el pasado. En algún momento le tendría que decir la verdad a Fabián, pero eso sería en su momento. Por eso rogaba que alguien cambiara radicalmente de conversación.
-Bueno… digamos que…- se le notaba que buscaba una manera correcta de explicar la situación.
-Déjalo…- la interrumpió- cuando se sientan cómodos me lo contaran- Di un suspiro aliviado dándole gracias al cielo.
FABIAN
Esa sensación de sentirte realizado, de sentir que luego de una larga carrera has llegado a la meta, me acompañaba en ese momento. Como lo predije antes, no me podía controlar. Eran tantas las emociones que se arremolinaban dentro de mí que no controlaba lo que hacía o lo que decía, y tampoco quería hacerlo. Era demasiado tiempo sin verlo. Fueron demasiadas noches soñando con ese momento como para dármelas de correcto ahora y reprimirme.
Una de las promesas que me hice cuando regresé es que no dejaría que nada me impidiera hacer lo que quería y eso estaba haciendo, lo que más deseaba en este mundo. Esta vez no que me quedaría con las ganas de gritarle a todos que amaba a David. No, esta vez no… Ya las consecuencias las pagué con creces. Ya no tenía nada que perder. O sí, mi reputación. Que era lo que menos me interesaba. Por mí, que el mundo nos comiera y regurgitaran con los comentarios y chismes, en fin, yo no le hacía daño a nadie.
Una cosa tenía clara, debía ser inteligente y saber jugar mis cartas. Aunque… estaba un tanto confundido. O mejor dicho, no entendía muchas cosas con respecto… a la relación de Santiago y David (no me debía afectar… ¡mientras más rápido la reconociera mejor sabría llevar la situación!) Algo no encajaba en aquello. Por ejemplo, el comportamiento de David conmigo era como… no sé, me esperaba que reaccionara así, no me quejaba, pero si estaba con Santiago ¿Cómo es que se dejaba besar por mí en frente de nuestros compañeros? Cualquiera podría ir con el chisme ¿No? Y también me había dicho te amo… ¡Wou! Eso sí que fue lo más maravilloso de todo. Confirmar que su amor seguía intacto era la mejor señal para reafirmar que iba por el buen camino… No obstante, no quiero sonar pesimista pero ¿Dónde quedaba Santiago? No me mal interpreten, pero quería hacer las cosas bien, por lo legal. Siempre he sido de los que hacen y dicen las cosas de frente, no me ando con rodeos ni doy puñaladas por la espalda. Por eso mi insistencia en resolver todo este tema de la mejor manera posible donde nadie quedara mal… ¡bueno! Santiago quedaría mal, eso lo sabía y aunque no lo crean me dolía, pero me refiero a que no me apetecía quedar como el roba novios, aunque si lo vieras por donde lo vieras estaba muy cerca de esa definición por más que me esforzara por hacer todo bien. Aunque, yo había sido primero el novio y… ¡Uff! Tenía bastante por organizar y pensar, pero ese no era el momento. Esa noche era especial y la disfrutaría.
Ahora, debía buscar la manera de destensar un poco el ambiente en la mesa que compartíamos con Esteban y Rebeca. Desde que nos sentamos percibí que algo extraño pasaba. Y aun lo seguía percibiendo. Algo me decía que lo que veía solo era la punta de un gigantesco iceberg.
-¿Y han pensado a donde irán a estudiar?- pregunté como último recurso, para dejar la incómoda conversación de lado y destensar el ambiente.
-Yo desde siempre lo he tenido claro- respondió Rebeca- la estatal es mi meta-.
-¿Al final lograste conseguir cupo allí?- pregunté sorprendido. Entrar a la Universidad Estatal era la suerte de unos pocos.
-¿Tu qué crees?-.
-En verdad un día de estos debo hacerte un altar. Eres impresionante- la chica era todo un paquete. Hermosa, lista e inteligente Esteban ¿En qué pensabas cuando la dejaste ir? Ya te daré tu sermón.
-No me alabes mucho que me lo creo. Pero yo no fui la única beneficiada. Nuestro alumno estrella también entro…- señaló al castaño. En seguida volteé hasta él con una sonrisa.
-Tampoco hagas tanto alboroto- intentó quitarle importancia- entré al igual que tú y unos cuantos aquí-.
-Tú y tu modestia- resopló Rebeca negando con la cabeza- ¿Y tú?- se dirigió a mí- ¿Has pensado a dónde ir?-.
-Mmm aún no- respondí- apenas llegué hoy. No he tenido tiempo de pensar en eso. Pero mientras me quede en la ciudad por mi cualquier universidad estará bien- miré a David. No regresé para mudarme al otro lado del país, eso lo tenía claro.
-Espero que logres sentirte como en casa de nuevo- comentó Esteban.
-Con el simple hecho de estar aquí ya me siento como en casa. La verdad es que no me interesa donde estoy sino más bien con quien estoy. Todo estos meses me han dejado como lección que en esta vida la importancia la tienen las personas que te rodean, tus amigos, tu familia y las personas que te quieren-.
-Y el amor…- añadió David.
-¡Y el amor!- concordé con él.
SANTIAGO
El tiempo hizo su trabajo. Logró aclarar mis ideas y saber que decisiones eran las más correctas. A la primera conclusión que llegué fue que nunca dejaría de amar a David. Eso era como pedirle a la iglesia que reconozca el matrimonio homosexual. Era algo que creía imposible. Mi amor por el castaño era profundo. Logró calar tan adentro de mi corazón que era algo que formaba parte de mi esencia. Si algún día tenía que decirle adiós sabía que nunca amaría tanto a alguien, o eso pensaba. Nunca imaginé ni remotamente la situación donde no estuviese ese chico que me desarmó sentimentalmente y hasta hoy hipnotizó mi corazón sin intenciones de revertir el efecto.
Me alejé de David porque en verdad necesitaba tiempo para que la rabia, la decepción y la irán mermaran en mí. Emocionalmente no podía estar con el sabiendo que se acostó con uno de mis mejores amigos. Ver su rostro me recordaría la traición que ambos habían cometido, así hubiese sido sin tener conciencia de lo que hacían.
Lo último que quería era que nuestra relación se viera inmersa en un mar de desconfianzas y peleas donde ese tema saldría como reproche. No quería eso para nosotros. Y en ese sentido entendía la decisión que Rebeca había tomado en relación a Esteban. Ambos necesitábamos alejarnos de ellos para sanar el dolor y perdonarlos. Pero en lo que me diferenciaba a ella era que claramente sabía que al final nunca podría terminar con David. No por iniciativa propia. Era capaz de perdonarle eso y mucho más. Estaba demasiado enamorado de él.
Esa noche seria especial, le pediría a David que volviéramos a estar juntos. Ya los problemas no se asomaban en el horizonte y había dejado en el olvido todo el lio de Esteban y él. Pues, al final sabía que ninguno de los dos lo hizo con intención.
Un tanto intranquilo caminé por las puertas del establecimiento sintiendo retumbar en mis oídos el fuerte sonido de la música que impregnaba el lugar. Por lo que veía ya la fiesta había iniciado oficialmente. Todos bailaban completamente poseídos queriendo dejar el cuerpo en la pista y drenar toda la energía a través de los movimientos de caderas, brazos, piernas y todas las partes de cuerpo que se pudiera. Era una completa locura. Creo que la euforia de la graduación hacia estragos en la emoción de todos.
De inmediato busqué con la mirada a quien me interesaba. Solo con verlo la intranquilidad que sentía desde hacía viarios me diría adiós. Di un leve paneo por el lugar y una situación me llamó la atención. Algo estaba pasando. En un momento, todos voltearon hacia un lugar en específico en medio de la pista, los cuchicheos empezaron, junto con miradas de sorpresas. ¿Qué pasaba? Ansioso por saber que ocurría me moví un poco para buscar una posición que me dejara ver lo que dejaba sin palabras a casi todos los presentes. Y… cuando mis ojos visualizaron aquello sentí como si me hubiesen dado una patada en el estómago. Como si alguien me arrancara el corazón de mi pecho y lo despedazara con odio. El llanto amenazó con salir y no lo pude parar.
En cuestión de segundos ya mis lágrimas recorrían a meres por mis mejillas. Tras varios instantes no podía continuar contemplando aquella tortura. Esa era una clara señal de mi derrota. De que todo al final no tendría un final de telenovela. Que la felicidad y paz que me acompañaron eran solo pasajeras.
Mientras caminaba un nudo se alojaba en mi garganta impidiendo que respirara con normalidad. Una presión que mi corazón no recordaba volvió aparecer. Los recuerdos me atormentaban con cada segundo que pasaba. Las frases de cariño, los abrazos y los besos los sentía como puñales que se enterraban en mi pecho haciéndome sangras dolorosamente. Era como si me estuviesen atravesando en dos sin morir al instante, pudiendo sentir todo el dolor insoportable y desgarrador.
David lo era todo para mí, era mi amor, era mi vida. Sin él no sabía qué hacer. Nunca me imaginé un final donde no estuviésemos juntos. Siempre creí que luego de tantos traspiés el universo nos tenía planeado un final juntos, pero… no… al parecer nada de eso pasaría. Solo había sido una ilusión alimentada por esos pocos meses donde alcancé al jugar mis cartas, donde utilicé todas las armas que tenía a mi alcance para conquistar de nuevo al castaño y hacerle ver que nadie lo amaría más que yo… solo fue un lindo sueño. Nada más. Muy probablemente David en algún momento sintió este amor tan intenso que me sofocaba y me quitaba el aliento, pero ahora todo era distinto, el tiempo tuvo sus consecuencias y presentó situaciones que dieron pie a que Fabián lograra meterse en su corazón.
Lo dije y lo repito, Fabián se logró ganar el amor de David a la buena. No había nada que reprocharle a él. No me podía enojar con él ni con nadie. Todo era el resultado de las situaciones del destino. Así era la vida. Una montaña rusa de constantes cambios que te puede quitar todo lo que quieres en un segundo de la manera más cruel. Y a mí me había quitado el amor de mi vida… aunque no sabría decir si en verdad me lo quitó, si analizas con la cabeza fría, se deducía; o por lo menos yo lo hacia así (quizás producto de la decepción que me poseía) que el universo me lo había prestado y ahora lo devolvía a quien en realidad le pertenecía. Sé que no es la mejor comparación pero es la única que consigo para describir como me sentía. Y eso era lo que más me dolía. Saber que David me quería pero ya no de la manera en que yo lo hacía. No tenía duda que el castaño tenía un profundo cariño por mí pero ya no era amor, o quizás sí, pero su amor por Fabián era más grande. Esa era una patada en la boca del estómago.
Ahora, si, entendía todo lo que pasaba y porque pasaba, yo mismo me estaba dando las explicaciones a las preguntas constantes que se formulaban en mi mente, pero igual la rabia, el enojo, la ira, la tristeza y frustración no cesaban. Seguían allí, alojadas y palpitando en mi corazón quitándome la tranquilidad y la paz. Haciéndome llorar a mares como a un pequeño de tres años. Deseando que nada de lo que vivía fuese cierto, que todo fuese una pesadilla de la cual despertaría en unas pocas horas.
No sabía qué hacer, como actuar o si quiera a donde ir. Lo único que quería era salir corriendo de allí.
ERIC
-Gracias- dije reposando mi cabeza en su pecho.
-¿Por…?-.
-Por soportarme- contesté levantando la vista para verle a los ojos- por no huir. Por amarme- le sonreí.
No tienes por qué darme las gracias- posó su mano en mi mentón- lo hago porque te amo- se movió y posó sus labios contra los míos para besarme brevemente. Mi corazón latía fuerte.
¿Sabes? Nunca pensé que conseguiría una persona como tú- me sinceré- que me quisiera tanto, que soportara mi personalidad… que me amara con todo su ser-.
-Pues ya ves. La vida te dijo lo contrario. Aquí estoy- sentí su mano rodeándome. Estamos recostado en mi cama viendo televisión (o eso pretendíamos).
- A veces siento que no te merezco…-
-¿Por qué dices eso…? Claro que me mereces…- respondió sobresaltado.
-Lo digo por mi comportamiento. Últimamente no te valoro. En vez de ver el lado positivo de que estoy vivo y te tengo a ti. Me la paso quejando por no poder mover las piernas-.
-Mira- me pegó más a el- la situación por la que estás pasando es un tanto complicada. No todos saben lidiar con algo como esto. Es compresible que en ocasiones te sientas frustrado por ver como sigues sin poderte parar o hacer las cosas que solías hacer. Así que no eres el peor novio del mundo por estar de mal humor a veces- no sé cómo lo hacía pero este chico me enamoraba cada día más.
-Eres un sol- reposé mi frente contra su mejilla- no sé cómo no encontrabas a alguien-.
-Creo que el destino me estaba guardando para un chico de ojos verdes que me roba el aliento- me acaricio la mejilla.
-Te amo- le dije.
-Y yo a ti-.
ESTEBAN
Estaba muy preocupado. Ya era casi medianoche y por ningún lado aparecía Santiago. Según dijo Rebeca él tenía planeado asistir a la fiesta. Así que no faltaría. Y conociendo su situación con David, esa noche seria la indicada para quizás volver con él; no pude evitar un suspiro de tristeza por él.
Con todo el drama de la llegada de Fabián y el espectáculo que montaron el castaño y él, me pareció ver a Santiago, pero creí que fueron ilusiones mías porque solo fueron un par de segundos. Sin embargo, ahora estaba considerando la posibilidad de que no fue una mala jugada de mis ojos sino que él llegó, vio todo y se marchó. Eso era preocupante. Si lo vio todo no imaginaba como se sentiría, o que estupidez era capaz de hacer. Se podría decir que en algún modo comprendía lo mi amigo pudiese estar experimentado emocionalmente, debía ser algo parecido a lo que yo sentía en esos momentos, pero mucho más intenso. Lo que él sentía era algo mucho más profundo que lo mío, era monumental ante el simple enamoramiento que yo tenía con David. Sé que no es la mejor comparación de todas, pero si lo quería ayudar necesitaba entender que podría estar experimentando su corazón.
No me cansaré de decir que es demasiado cruel que Santiago salga perdiendo en todo esto. No sé porque pero saber que mi amigo la pasaba mal mientras David y Fabián se regocijaban de felicidad (cabe aclarar que no tengo nada en contra de ellos, soy uno de los que celebra su reencuentro) me hacía hervir un poco la sangre. De una manera inconsciente percibí su amor por David a lo largo de los años, quizás en un principio no sabía la razón de su tristeza y sufrimiento, pero igual fui testigo de todo lo que sufrió por amar a una persona que el destino no quería poner en su camino. En verdad no era justo que después de tanto luchar, al final todo se fuera a la mierda. ¿Por qué la vida tenía que ser tan cruel? Nunca entenderé la razón de fondo para hacernos sufrir, quitarnos lo que más queremos y arrebatarnos de un momento a otro la felicidad.
Aun molesto marqué de nuevo el número de Santiago esperando que esta vez se dignara a responder. Le mande más de 17 mensajes y no obtuve respuesta, así que decidí llamarlo, pero igual no respondía, esta era la quinta vez que intenta y no desistiría hasta que contestara.
-¿Bueno?- escuché al otro lado de la línea- ¿Esteban? ¿Qué sucede?- se notaba en su voz que no estaba para nada bien.
- Sucede que estamos preocupados por ti- contesté.
-¿Estamos?... Por favor no generalices- percibí indignación en su voz. Ya sabía la verdad.
-¿Viste todo cierto?- me dejé de rodeos y fui al grano.
-Si…- su voz se quebró- y no sabes la tortura que fue…-.
-¿Dónde estás?- necesitaba ir a donde estaba y asegurarme de que se encontraba bien.
-¿Para qué…? ¿Para consolarme con las típicas palabras de “lo mejor es lo que pasa” o “ya verás cómo le agradecerás a la vida esto”? pues no, no necesito escuchar nada de esas porquerías-.
-Santiago me conoces y sabes que ese tipo de cosas nunca saldrán de mi boca… Soy tu mejor amigo ¿Quién más para ayudarte en estos momentos?-.
Un largo silencio se instaló en la línea y cuando creí que había cortado la llamada lo escuché hablar.
-Estoy en White House - dijo más por inercia que por que en verdad quisiera decirlo.
-En veinte minutos estoy allá- respondí dando la conversación por terminada pero él me detuvo.
-¿Tu no estás en la fiesta?- preguntó.
-Si… pero ya no aguanto ni un minuto más aquí- después de todo no le mentía. En verdad quería salir de allí.
-Bueno… te espero- dijo colgando la llamada.
*<<<
De la única que me despedí fue de Rebeca. David y Fabián se encontraban tan inmersos en su mundo que apenas se dieron cuenta de mi ausencia. Eso fue como una bofetada con guante blanco. Pero era lo mejor, así mi corazón terminaría de darse cuenta que no ganaría nada aferrándose a ilusiones originadas por una noche que nunca debió acontecer. Mientras más asimilara la situación más rápido bajaría mi estado de depresión.
No tardé mucho en llegar a White House estaba relativamente cerca del local en donde se estaba llevando a cabo nuestra fiesta de graduación. Sin mucho rodeo entre y de inmediato pude ubicar a Santiago. No era difícil. Solo había que seguir la mirada de los demás para toparse con aquel chico tan guapo sentado en una de las sillas de la barra. No sé si eran percepciones mías pero en un primer instante percibí un sutil coqueteo con el camarero. Por suerte había llegado y podría evitar que mi amigo cometiera alguna locura. Santiago en esos momentos era como un cordero en una cueva de león. Solo era cuestión de tiempo para que alguno saliera en su cacería. El chico estaba demasiado bueno y estando borracho era una presa fácil a la que más de uno; que babeaba por él, podría tener acceso.
Sin dejarle más espacio al camarero me acerqué hasta donde estaba, sentándome a su lado. De inmediato notó mi presencia pero ni se inmuto solo me dedicó una breve mirada para seguir la conversación con el camarero. Que no estaba mal. Era de estatura media, de piel blanca y pelo castaño, se le notaba musculado y tenía un rostro bastante atractivo. Con una mirada profunda que provocaban los impactantes ojos grises del chico. De inmediato la imagen de Adrián vino a mi mente y mi cuerpo evocó las sensaciones que sentí cuando lo vi por primera vez, pero de inmediato las aparté. No era momentos para remover el pasado. Ya tenía todo bastante complicado como para venir echarle más leña al fuego. En lo que tenía que concentrarme era en zafar a Santiago de las garras del camarero quien ya no tenía pudor y se estaba comiendo con los ojos a mi amigo.
-Así que te acabas de graduar…- comentó curioso el camarero. Sus ojos relucían al mirar a Santiago-… bueno, espero no meterme en problemas por estar sirviéndole alcohol a un menor de edad- dijo mordiéndose el labios. Dios, esto ya era el descaro, tenía que pensar rápido.
-Mientras no me pidan identificación no creo que tengas problemas. Nadie creería que apenas tengo 17… bueno casi 17. Los cumplo la semana que viene…- dijo mientras tomaba su vaso para terminarse lo que quedaba.
-Y me imagino que lo festejaras por todo lo alto…- claramente este tipo era bien lanzado. En cierta parte lo entendía. Sería un pecado dejar escapar a un chico como Santiago.
-Amigo- intenté llamar la atención del camarero- ¿me podrías servir algo?- pude percibir como me fulminaba con la mirada diciéndome “¿no vez que estoy ligando? Puedes buscarte a alguien más” mientras que yo le devolvía una mirada de “no voy a dejar que te lo cojas”. Mientras Santiago ni se enteraba de nosotros, estaba bastante ido.
-¿Qué te apetece?- le costaba un mundo emular un tono educado.
-Un ron con cola estaría bien- dije. Este asintió y se giró para ir a prepararlo.
-¿Se puede saber que estás haciendo?- le pregunté por lo bajo a Santiago cuando vi que el camarero estaba lo suficientemente lejos.
-Mmm tomando alcohol- señaló su vaso vacío- lo que se hace cuando vas a un sitio como estos-.
-No me refiero a eso sino al coqueteo que te traes con el camarero- mi mirada estaba bastante seria.
-¿Ah, hablas de eso? Pues, nada… solo es un simple coqueteo- respondió encogiéndose de hombros- además no vendría nada mal un ligue para terminar esta noche de perros-.
-¿Pero qué dices? ¿Te estas oyendo? Por favor no digas locuras-.
-No es una locura- contestó tensándose un poco- ¿O que pretendes que haga? ¿Qué llegue a mi casa y me lancé a llorar como un niño desconsolado? Pues no. No pretendo irme a darme golpes de pecho. Ya me cansé de ser la víctima-.
-El punto no es si eres o no la víctima, sino que los problemas no se solucionan así. Por favor no hagas nada de lo que te arrepentirás mañana-.
-¿Y que si me arrepiento?- su mirada se tornó retadora- es mi vida. Puedo hacer lo que me dé la gana. Ya estoy harto de dejar hacer cosas porque no son correctas ¿Qué gané con hacer todo bien si la vida me dio una patada?... a la mierda con todo…- levantó su vaso- oye Dylan…- llamó al camarero- sírveme otro-.
Por unos segundos me quedé viendo de nuevo al camarero y allí comprendí porque tanto coqueteo con él. A excepción de los ojos, el chico se parecía a David. Claramente si no sacaba a Santiago de allí terminaría consolando sus penas en la cama del camarero; bueno… Dylan que era como se llamaba.
DAVID
Todo era un sueño. Era tan irreal, tan maravilloso que me daba miedo tanta perfección. Tenerlo allí, frente a mí, con sus brazos rodeándome y protegiéndome ¿Qué más podía pedir? Todas mis calamidades se resumían a que él estuviese en mi vida. Era algo tan simple que no entendía como complicaba tanto mi existencia.
Sin mucho apuro llevé mis manos desde sus hombros hasta sus mejillas y fije mi vista en sus ojos. Esos que me podían desarmar con tan solo verme por un par de segundos. Los veía y eran los mismos, no cambiaron en absoluto en todos estos meses. Seguía siendo el mismo Fabián de siempre, solo que un poco más maduro, el resultado de tanto sufrimiento. Sin poderlo evitar comencé a sonreír como un tonto. Todo era demasiado perfecto.
Poco a poco me fui acercando hasta él y reposé mi frente contra la suya, dejándome llevar por la melodía, emulando movimientos un tanto sensuales. El por su parte reposaba una de sus manos en mi cintura para pegarme a él y poder acompasarse a mis pasos.
-Siempre quise hacer esto contigo- dijo con los ojos entrecerrados.
-Yo también- le respondí moviéndome para besarlo. No sé porque pero esa noche quería presumir a Fabián. Quería que todos supieran que era mío y de nadie más.
-A más de uno le debe estar dando un infarto- me susurró al oído.
-Muchos no están acostumbrados a que su ídolo se ande besando con otro hombre en público- comenté reposando mi cabeza a su hombro.
-Si- respondió riéndose levemente. Sentí como sus manos me acercaban más a él y me abrazaban un poco fuerte. Moví uno de mis pies para colocarlo en medio de los suyos y poder bailar más cómodos. Estar así, como cualquier pareja, disfrutando de la fiesta, bailando frente a todos sin represiones era lo que quería hacer con él por el resto de mi vida. La vida se hizo para vivirla, no para caerle bien al resto del mundo.
Tras varios minutos mi pierna sintió un bulto en su entrepierna y como acto seguido mi pene se despertó ante el saludo. Como reportándose ante su amigo que se despertaba en las cercanías. Poco a poco el ambiente se fue calentando, nuestros movimientos se hicieron más descarados y nos restregábamos contra el cuerpo del otro sin pudor alguno. Mis manos recorrían por encima de la tela aquella espalda ancha y fuerte, se deleitaban con la dureza de sus potentes brazos que tensaban la tela de las magas de su saco, escapándose en ocasiones hasta su trasero para manosearlo a conciencia. Solo fue cuestión de segundos para que nuestras erecciones estuviesen a reventar dentro de nuestros pantalones.
-Si seguimos así- me decía al oído- te juro que no podré controlarme y te violaré en medio de la pista-.
-Pues no quiero que te controles- contesté. Estaba completamente excitado ya no estaba en mis cinco sentidos. Me estaba entregando a la imperiosa necesidad de tenerlo cerca, de fundir mi cuerpo con el suyo, de demostrarle y darle placer como nunca.
-¿No tienes que llegar a dormir a tu casa hoy?-.
-Si pero si no llego no pasa nada. Hoy es mi graduación…- le susurraba al oído.
-Querrás decir que ayer fue tu graduación…- contestó- porque ya son las tres de la mañana-.
-No creo que importe mucho la gramática en estos momentos…- sin aguantarlo más dirigí una de mis manos a su cuello y busqué sus labios con los míos, uniéndolos en un beso profundo, donde era yo quien llevaba la iniciativa. Con algo de fuerza me fui abriendo en su boca e introduje mi lengua que saludo gustosa a la suya, comenzando con una danza casi sincronizada que podría durar horas. Era como si nuestras lenguas estuviesen recordando una coreografía que se sabían de memoria y a las que estaban bastante acostumbradas y que no deseaban acabar. Tuvimos que cortar el beso para retomar aire.
-Vámonos de aquí- dijo con la respiración entrecortada. Yo asentí concordando con él.
*<<<
Desde que cruzamos la puerta de entrada no paramos de besarnos salvajemente. No recuerdo como terminamos cerrando la puerta pero debió verse muy chistoso. Intentando palpar con nuestras manos todo a nuestro alrededor nos fuimos abriendo paso en las escaleras, sin separar por un segundo nuestros labios. Ellos eran como elixir que nos mantenía con vida en esos minutos. Chocamos contra las paredes, tumbamos un par de cuadros, de seguro despertamos a la señora Alicia, pero no nos importó. Nuestra atención estaba puesta en no despegarse ni por un segundo de su amado. Como una hazaña olímpica logramos llegar al tope de las escaleras, desde allí fue más sencillo llegar hasta la habitación de Fabián, ambos nos conocíamos el camino de memoria.
Ya una vez dentro de la habitación nos dejamos llevar por la pasión y el deseo que nos consumía y quemaba cada parte de nuestra piel. Mis manos fueron agiles y le sacaron el sacó sin dificultad, para luego ir hasta los botones de su camisa. Necesitaba sentir su piel, necesitaba palpar lo tersa y dura que era. Quería manosear y amasar hasta el cansancio cada músculo, sentir como no cedían ante la presión de mis dedos, deleitarme con cada parte de su precioso cuerpo. ¡Dios! Lo amaba y lo deseaba tanto.
Cuando logré desabotonar por completo la camisa la lancé a un rincón para ir hasta su pantalón y liberar aquel amigo que llevaba tiempo pidiendo atención. Con una facilidad que me sorprendió desabroché su cinturón y el pantalón bajando este hasta las rodillas. Mientras me unía en un beso con él. Mientras tanto él no se quedaba atrás. Logró deshacerse de mis pantalones dejándome en boxers, tuve que separarme por unos segundos para ayudar a quitarme la camisa y así quedar solo en ropa interior la cual dejaba entrever la tremenda erección que se ocultaba bajo ella. Una vez acabó me arrodille y me dispuse a liberar su verga, no sé por qué pero necesitaba probarla, necesitaba tenerla dentro de mi boca, necesitaba saborearla e impregnar mi nariz con ese olor tan viril.
Raudamente me deshice de los pantalones y de sus boxes dejándolo completamente desnudo. Su pene salto como un resorte de su prisión. De inmediato llevé mi boca hasta él introduciendo la cabeza primero. En un inicio comencé con movimientos suaves con mi lengua en la punta, provocándole unos suaves gemidos a mi moreno. No sé qué me pasaba pero escucharlo gemir me calentaba más. Poco a poco fui intensificando mis tratos e introduciendo parte del pene hasta que vino la primera arcada, allí supe que debía parar por el momento, pero mi objetivo era claro. Con intenciones de dejar descansar a mi garganta saqué el pene de mi boca para comenzar a dar mis atenciones con la lengua, subiendo y bajando como si se tratara del más delicioso de los helados. Sin apuros bajé por el tronco llegando hasta los testículos, jugueteando un poco con ellos, introduciendo uno a la vez. Cuando creí que mi garganta estaba lista subí con mi lengua por el tronco dando suaves besos hasta llegar a la punta. Allí introduje la cabeza y esta vez mas decidió fui introduciendo el resto del miembro logrando meter tres cuartas partes de mismo. Sabía que más de allí no podía, así que me resigné.
Iniciando despacio fui bajando y subiendo por aquel miembro tan precioso, utilizando mi lengua para estimular lo más que se pudiese. Siendo los gemidos que brotaban de los labios de Fabián los que me confirmaba que lo hacía bien. Cada vez se le hacía más difícil acallarlos. Por más que intentara morderse los labios hasta rompérselos se le escapaban algunos.
Quien llevaba el control de la mamada era yo. Fabián solo se dedicaba a entrelazar sus dedos en mi cabello y girar su cabeza hacia atrás intentando a duras penas mantenerse de piel. Sus piernas temblaban en ocasiones. Mis manos que las acariciaban y sobaban a conciencia percibían los espasmos. Luego de varios minutos tuve que parar pues los gemidos de Fabián se intensificaban anunciando una inminente corrida.
-Si seguías así… me corría en dos segundos- decía con la respiración agitada mientras me levantaba para besarlo.
-Nuestro amigo necesitaba una bienvenida como se merece- le susurré entre sus labios con un tono atrevido.
De nuevo nuestras bocas se unieron introduciendo las lenguas en la cavidad bucal del otro, alternando con mordidas. Allí no había miramientos, el único objetivo era dar y recibir placer a toda costa, calmar la insaciable pasión que nos consumía. Luego de un par de minutos de estar besándonos sentí como las manos del moreno bajaban hasta mis boxers bajándolos por completos mientras él se deshacía de los suyos; junto con el pantalón, que aun reposaban en sus rodillas. Cuando estuvimos completamente desnudos me dio un rápido beso y llevo su boca hasta mi cuello el cual beso y lamio salvajemente. Por la mañana me despertaría seguramente con un montón de chupones.
Con algo de violencia llegó hasta mis pectorales, los que amasó con sus manos mientras que sus labios se dedicaban a saborearlos, introduciendo en su boca cada pezón buscando estimularlos y darme mayor placer. Solté un par de suspiros por lo bien que se sentía. Continuando con su camino se abrió paso a mis abdominales, los que recorrió con su lengua como si quisiera saborearlos y grabar su sabor. De esa manera fue descendiendo hasta llegar a mi pubis, donde su barbilla rozo suavemente a mi pene.
Rápidamente se movió y sin preámbulos se introdujo todo el pene en su boca. Subiendo y bajando de una manera desenfrenada. Haciendo movimientos con su lengua parecidos a los míos que me estaban haciendo ver las estrellas. Tras varios minutos de atenciones a mi pene tuve que detenerlo porque si no me correría en su boca. A regañadientes atendió a mi petición y lo sacó, para ascender y besarme de nuevo.
-Todavía no quiero acabar- le dije.
-Yo tampoco, pero si continuamos así no aguantaremos mucho- musitó mientras intensificaba de nuevo el beso.
Poco a poco nuestros pies se fueron moviendo en dirección hasta la cama. Cuando mis pantorrillas chocaron con el borde de la cama deje caer mi cuerpo sobre las sabanas. Fabián me siguió cayendo encima de mí. Completamente desnudos continuamos con nuestro beso, a la vez que nuestras manos exploraban el cuerpo ajeno, acariciando cada centímetro de piel que estaba a su paso, deleitándose con el contacto cálido y reconfortante.
Luego de varios minutos Fabián tomo mis caderas y en un solo movimiento me volteo dejándome tendido boca abajo. Muy suavemente posó sus labios en el comienzo de mi espalda a través de besos fue bajando hasta llegar a mi trasero. Primero beso cada nalga, acariciándolas y amándolas con su mano y muy lentamente se fue acercando hasta el esfínter, al cual le dio una lamida para luego introducir violentamente la lengua. No pude reprimir un sonoro gemido de placer retorciéndome un poco por el torrente eléctrico que invadió a mi espina dorsal. Con maestría se fue abriendo paso con su boca a través de mi ano buscando dilatar lo más posible el musculo, haciendo movimientos circulares, y llenando de saliva toda la zona. Cuando terminó se devolvió por el camino de besos que había marcado en mi espalda. Y hundió su boca en mis labios para besarme fuertemente.
Por un par de segundos se separó y fue hasta la mesita de noche de donde sacó un bote de lubricante.
-Por lo que veo ya estabas preparado- el susurré mientras él se acomodaba a mis espaldas.
-Sabia a lo que venía, tenía que estar preparado- respondió besando mi mejilla.
-¿Y a que venias? – pregunté insinuante sintiendo uno de sus dedos en mi ano, aspiré hondo intentando mantenerme en silencio.
-A muchas cosas- introdujó un segundo dedo mientras reposaba sus labios en mi oído- y una de ellas es hacerte el amor como Dios manda- comenzó a hacer movimientos con sus dedos haciéndome gemir suavemente.
-¿Te gusta?- me susurró al odio. Asentí mordiéndome los labios.
Tras varios segundos sentí como sacó sus dedos y con algo de brusquedad comenzó a introducir su pene. Mi ano puso un poco de resistencia pero el lubricante hizo su trabajo y facilitó que su miembro entrara. Sentí un poco de dolor al inicio pero no como nuestra primera vez. Espero por unos segundos a que mi ano se acostumbrara a su verga para comenzar a sacarla y meterla de espacio mientras nos susurrábamos cosas. “Te amo”, “te quiero”, “te deseo” eran las frases que emanaban de nuestras bocas junto con los suspiros y gemidos, que seguramente despertaron a la señora Alicia, de eso no había duda.
Poco a poco Fabián fue aumentando la velocidad de sus embestidas llegando a un ritmo desenfrenado. Sacando y metiendo con toda su fuerza su pene, provocando que me retorciera de placer entre sus brazos, intensificando el sonido de sus caderas al chocar con mis nalgas, dándole más morbo a ese acto tan deseado. En medio de aquel frenesí sus manos buscaron las mías entrelazándose con fuerza, mientras que nuestros labios se fundían en una unión que deseamos fuese perpetua. El placer nos poseía, deleitándonos con el sin fin de sensaciones que nos invadía, expresando de la manera más pura cuando nos amábamos. Ambos éramos conscientes que ese sentimiento era único, que jamás llegaríamos amar a nadie con esa intensidad. Sin importar lo que el futuro nos deparara ya nuestros corazones tenían dueño.
Fabián llevó una de sus manos hasta mi pene y lo comenzó a pajearlo con violencia. No hizo falta mucho tiempo para que me corriera entre sus dedos bañando por completo las sabanas, gimiendo y retorciéndome por tanto placer, detrás de mí Fabián no tardó en correrse. En unos pocos segundos pude sentir todo mi interior bañado con el semen de mi amado. Fabián buscó desesperadamente mis labios para acallar sus gemidos pero ni aun así pudo silenciar el placer que lo invadía. Poco a poco sus embestidas fueron cesando hasta quedar completamente inmóvil, concentrado en besarme. Ese se había convertido en nuestro juego favorito de la noche besarnos hasta el cansancio.
ESTEBAN
En ese momento la competencia que tenía con Santiago era de quien bebía más del baso que nos servían. Al no poder persuadirlo para que dejara de beber tuve que inventarme la de que los dos beberíamos del mismo vaso. Era una jugada para evitar que continuara ingiriendo alcohol y ocurriera alguna locura producto de la ebriedad. El camarero se mantenía al margen. Estaba en horario de trabajo, así que no podía pasarse toda la noche hablando con mi amigo. De vez en cuando lanzaba mirabas hacia donde estamos sentados mientras yo procuraba que me viera muy pegado a Santiago o tocándole de manera insinuante para ver si lo espantaba, pero no surtía efecto. El chico estaba prendado por mi amigo y no se rendiría en su acecho. Lo único que me quedaba era tomar todo el alcohol que podía buscando que los minutos fueran pasando y se hiciera hora de cerrar.
-Chicos- se acercó el camarero. Como acto de reflejo me pegué a Santiago. No me daba por vencido en dejarle claro que mi amigo se iba conmigo- ya es hora de cerrar, así que debo pedirles que desalojen el local-.
-¿Ya? ¿Tan pronto?- preguntó entre dientes mi amigo.
-Santiago, son las cuatro y media de la mañana- dije procurando que callera en realidad.
- Si- intervino el castaño- y ya nos toca cerrar-.
-Bueno- suspiró Santiago haciendo ademan para levantarse.
-Oye guapo…- escuché al camarero. Ya sabía por dónde venían los tiros- si quieres me dejas tu número y luego te escribo-.
-Yo te lo doy- intervine. Dylan no me vio muy complacido pero al final se resignó. Si tuviese hubiese tenido que escribirlo en un papel tal vez se lo hubiese dado mal o con un numero distinto. Pero el muy inteligente saco su celular y me pidió que se lo dictara, y al estar Santiago escuchando no me quedó más remedio que dárselo. Ya encontraría otros métodos para sacarlo del terreno.
-Bien- dijo Dylan- te llamo más tarde- le tendió la mano a Santiago. Un tanto tambaleante mi amigo la recibió. Y en medio de ese estrechón Dylan lo halo hasta el para susurrarle algo al oído que no pude oír. Aunque no era necesario tener tres dedos de frente para imaginarse las palabras, solo era cuestión de sumar dos más dos. Una vez terminó de hablarle al oído se separó dándole un beso en la mejilla. Tuve que contenerme para no lanzarme y apartarlo de inmediato. Al terminar con su despedida se dio media vuelta y se fue. Suspiré aliviado ya no tendría más dolores de cabeza.
-¡Ahora sí!... nos vamos- le hablé a Santiago mientras me ponía de pie. Desde que llegué me había mantenido sentado. Y creo que eso fue un error fatal. A penas me levanté el mundo se me vino abajo, todo comenzó a darme vueltas teniendo que sostenerme del mesón de la barra para no carme. Santiago en de inmediato salto hacia mi pasándome una mano por la cintura para ayudar a mantenerme en pie.
-¿Estas bien?-.
-Si… solo es un mareo- intentaba articular las palabras pero todo me estaba dando vueltas. Con mis dedos apretaba mis parpados buscando despejar mis ojos pero nada cambiaba. Veía todo doble. Al final creo que sería yo el que terminaría llevado en brazo.
-Esto no es un mareo…- dijo arrastrado las palabras- es la borrachera que se ha subido a la cabeza…- y comenzó reírse como un niño de cinco años.
-No te rías, porque aún tenemos que salir de aquí y buscar la manera de regresar a nuestras casas-.
-Creo que…- tenía algo de hipo- ninguno de los dos… esta en condiciones para regresar solo a su casa… si acaso llegaremos a una… así que ¿Cuál propones?... ¿La tuya o la mía?-.
-La mía ni la menciones- ¡Uff! me sentía bastante mareado- si mis padres me ven en este estado arman un escándalo-.
-Bueno entonces vamos a la mía…- era chistoso verlo hablar así de borracho- mis padres están de guardia en el hospital… así que no habrá problema-.
-Entonces vamos a tu casa- concordé. Ya les avisaría por la mañana a mis padres donde estaba.
*<<<
-¿Podrías parar de reírte… y abrir la puerta?- intentaba decirle mientras buscábamos la manera de dar los pasos que faltaban para llegar a la puerta.
-Perdóname…- mascullaba mientras se reía enérgicamente. Ya era un caso perdido- pero no puedo con la cara del taxista… ¿viste cómo nos miraba?-.
-¿Cómo quieres que nos… miré… si te la pasaste abrazándome durante todo el camino?- tuve que recostarme contra su cuerpo para no perder el equilibrio, el hizo lo mismo pasando su mano por detrás de mí cuello.
-Perdóname…- su risa fue calmándose- pero tenía que distraerme con algo- sentí en su voz algo de melancolía y pude ver como bajaba un poco la cabeza simulando un puchero que apenas se notó, o eso percibí, creo que aún estaba lo suficientemente cuerdo. Con todo lo del camarero había olvidado la razón por la que estábamos así. No quería imaginar cómo estaría su cabeza. Después de todo era compresible de deseaba ahogar sus penas en el alcohol. Nadie lo podía juzgar. El golpe que recibió había sido bastante duro, del que me preocupaba que pudiese salir. Uno de mis miedos es que Santiago cometiera alguna locura como… Es que ni siquiera me atrevo a decirlo. Pero la verdad es que si Santiago no recibía ayuda caería en un abismo de sufrimiento y depresión del que difícilmente alguien pudiera sacarlo, por eso como su amigo debía evitar que eso sucediera. Tenía claro que era poco lo que yo pudiese hacer pero estaba dispuesto a intentarlo. No dejaría que uno de mis mejores amigos tirara a la mierda su vida.
-Bueno, dejémonos de conversaciones…- un levé mareo vino de nuevo, pero de inmediato desapareció- y caminemos hasta la puerta ¿tienes las llaves?-.
-¿Mmm?- frunció el ceño confundido. Por lo visto estaba metido en su mundo.
-La lleve- le repetí.
-¡Ah!- expresó comprendiendo de qué le hablaba. Esculcó torpemente entre sus pantalones y tras palpar algo sacó el manojo- toma-.
Las tomé con mis manos y probando todas (eran solo cuatro) hallé la que abría la puerta exterior. Entramos y con un poco más de rapidez abrí la puerta interior. Ahora ya adentro de la casa lo único que debía hacer era subir a Santiago hasta su habitación y ya luego vería donde dormiría.
-Ahora Santiago necesito que cooperes conmigo…- intentaba oírme serio pero con esa voz de borracho solo causaba gracia-… vamos a subir a tu habitación-.
-Y si dormimos en el sofá…- señaló tambaleante.
-¿Cómo vamos a dormir en el sofá? Deja de la flojera… y has… el esfuerzo, por subir conmigo. Vamos- giré en dirección a las escaleras arrastrándolo conmigo.
Con bastante torpeza logramos subir los peldaños y llegar al pasillo que daba a las habitaciones. Casi por inercia llegamos hasta la puerta y entramos en su habitación. Por suerte no estaba demasiado apartada de las escaleras. Con todo su cuerpo recostado al mío hice un esfuerzo sobre humano para abrir la puerta y hacernos entrar. Con los ojos entrecerrados nos direccioné hasta la cama y junto a él me tumbé en ella sintiéndome un ganador luego de haber llegado a su meta. De inmediato la casación se intensificó por todo mi cuerpo. Tenía claro que no me podría levantar de esa cama.
A mi lado sentí como Santiago se movía entre las sabanas y gateaba un poco para ponerse más comodo. Yo le seguí con intenciones de acomodarme en un lado. Necesitaba desesperadamente dormir. No me interesaba siquiera quitarme alguna prenda a parte de los zapatos.
Me moví un poco buscando una posición cómoda cuando de la nada comencé a oír unos sollozos a penas audibles. En un principio pensé que eran percepciones mías. Después de todo no estaba en las mejores condiciones. Pero el llanto se fue haciendo más notorio en la habitación. Tragando saliva me giré en dirección a Santiago y algo dubitativo estiré una de mis manos para posarla en su hombro. Mi amigo se estremeció un poco por el contacto de mi mano. Parando por un momento el llanto pero al percatarse de las leves caricias que esta le proporcionaba rompió de nuevo el silencio y comenzó a llorar esta vez más fuerte. Me estaba doliendo verle así.
Me moví un poco pegando mi cuerpo al suyo. Pasé mi mano alrededor de su pecho por debajo de sus brazos y le proporcioné un fuerte abrazo. Santiago no mostro resistencia solo se dedicó a continuar llorando conmigo a sus espaldas. Con el pasar de los minutos los gemidos y sollozos fueron cesando regresando el sepulcral silencio al ambiente y sin esperarlos ambos caímos en los brazos de Morfeo abrazados uno junto al otro.
FABIAN
Esa imagen con la que me desperté esa mañana era la que quería por el resto de mis días. Poder contemplar ese rostro recostado contra mi pecho no tenía valor alguno. Sentir ese contacto de piel con piel, ese roce que te erizaba la piel y ese tacto tan deliciosamente cálido le daba sentido a todo. Una sonrisa vino a mí mientras contemplaba su rostro dormir. ¡Era tan hermoso! No podía explicarlo pero me sentía poderoso teniéndolo entre mis brazos, me sentía el más afortunado de todos por tener su amor. Era como si el lograra brindarme un combustible sobre natural que me permitía hacer cualquier cosa… no tenía idea, son palabrerías de un adolescente enamorado, pero ustedes me entienden. Ese era uno de los mejores momentos que me podría regalar la vida… El movimiento de su cuerpo me sacó de mis divagaciones de enamorado.
-Buenos días- le saludé apretándolo con mis brazos.
-Buenos días- me respondió moviéndose para besarme suavemente. En sus ojos veía la misma felicidad que me poseía, no pude evitar sonreír también.
-¿Cuánto tiempo llevábamos sin despertar así?- pregunté aun embelesado con preciosos ojos. ¡Uff! Que cursi estaba sonando.
-Seis meses- contestó tranquilo- pero a mí me parecieron seis años-.
- A mí también- dije – pensaba cada noche en esto- le acaricié la mejilla- y ahora es verdad ¿Es tan irreal?-.
-Todo lo nuestro ha sido demasiado irreal- comentó.
-¿Porque lo dices?- pregunté extrañado.
-Mmm… por las circunstancias. Quien en su sano juicio podría pensar que el ídolo del colegio, el símbolo sexual de nuestra promoción, el más heterosexual de nuestros compañeros se enamorada nada más y nada menos que del nerd de su clase. Esto en verdad está mejor que cenicienta- acabó diciendo entre risas.
-Bueno, eso dice lo especial que eres para mí- le contesté acompañándolo en su risa- además eres el nerd más sexy que he conocido-.
-En eso no te discuto- dijo en tono de chulería.
-Pero tampoco te lo creas tanto porque no quiero que se te suman los humos a la cabeza-.
-¿Qué se me suban los humos? Mira quien habla…- mantenía el tono burlón en su voz.
-Estas insinuando que soy un engreído- respondí dramatizando estar molesto.
No lo estoy insinuando, lo estoy afirmado-.
Heriste mi corazón- hice un puchero mientras simulaba llorar exagerando un poco la situación.
-Pero desgraciadamente eres el único engreído que me vuelve loco- decía mientras se alzaba para besarme. Yo solo pude reírme entre sus labios.
-Te amo- le decía mientras lo besaba.
-Y yo a ti- contestó entre mis labios.
-¿Esto quiere decir que volvemos a estar juntos?- pregunté mientras me separaba.
-Eso creo… aunque oficialmente tu y yo nunca rompimos- comentó.
-Pero…- quería preguntarle sobre Santiago pero no hallaba la mejor manera de abordar el tema- y…-.
- Quieres saber sobre Santiago ¿Verdad?-.
-Oh, bueno, si tu no quieres tocar el tema no es necesario…- no me dejó continuar.
-Fabián quiero hablar de ello…- me interrumpió- necesito hablar de esto contigo. No quiero dejarlo a lo que tú quieras creer, deseo que sepas de mi boca que significó- me miraba a los ojos.
-Si tú quieres hablar- le di luz verde. La verdad es que tampoco me entusiasmaba mucho la idea de escuchar sus vivencias con Santiago.
-Bien- suspiró mientras se acomodaba en la cama y se sentaba sobre las sabanas- no sé cómo comenzar, pero… desde que te fuiste caí en un estado de depresión bastante fuerte, nada me interesaba, quería tirar la toalla, decirle adiós a todo y así dejar de sufrir… Durante esos días mi apatía era grande y… bueno, no te voy a decir los detalles pero…- le costaba decirlo- Santiago buscó la manera de acercarse a mí y con ayuda de las circunstancias pudimos aclarar los malos entendidos creados entre nosotros- me estaba incomodando pero no se lo hice saber. Sabía que lo mejor era dejar las cosas claras – Al final él y yo acabamos siendo novios- dijo un poco dudoso, tampoco se le veía comodo hablando de tema conmigo- Creo que el hecho de estar frágil emocionalmente durante esos momentos contribuyo a confundir mis sentimientos… no te voy a mentir, hubo momentos en los que dude de a quien amaba. Pero todas esas dudas fueron disipadas ayer-.
Hubo un breve silencio donde no dijimos nada. De mi parte no sabía que decir. En parte porque no quería decir algo fuera de lugar.
-Y…- intentaba decir algo- ¿Estabas con antes de mi llegada?- temía hacer esa pregunta.
-No- negó con la cabeza. Una pequeña felicidad invadió mi corazón. No soy de los que se alegran con la desgracia de otros, pero entiéndame- desde hace meses decidimos darnos un tiempo-.
-¿Qué sucedió?- de inmediato pude ver como se tensó eso me extraño. Pareció pensar muy bien qué respuesta formular y luego de varios segundos respondió con un nerviosismo en su voz.
-Fabián- bajó la cabeza, mientras jugaba con sus manos- esa era una de las cosas de las que te quería hablar. Veras…- volvió a lazar la cara-… una noche en la que salimos de fiesta sucedieron cosas que causaron mi distanciamiento con Santiago y la ruptura de Esteban con Rebeca…- tragó saliva-… Hace más o menos tres meses, decidimos salir a celebrar el cumpleaños de Eduardo. Allí nos encontramos con un personaje bastante peculiar, Diego-.
-Espera un segundo… ¿Diego está aquí?- eso no me lo esperaba.
-Si pero eso no es lo importa… o bueno sí y no. Ya después tendremos tiempo de hablar de él. Lo que interesa es que ese imbécil se apareció en la discoteca y de alguna manera que no sabemos hecho algo en las bebidas de todos… y… para resumirte un poco la historia…- respiro hondo- Esteban y yo terminamos en la cama-.
Allí si me dejo pasmado. Eso sí que no lo veía venir. ¿David y Esteba? ¿Pero cómo, si Esteban ni siquiera era gay? No que yo supiera. La verdad estaba cada vez más confundido. No tenía idea cómo reaccionar ante esa noticia. Lo único que aclaraba en mi cabeza era la razón de la ruptura del rubio con Rebeca, bueno si no me salía con otra sorpresa, pero del resto no tenía idea de nada.
-Si me quieres reclamar tienes derecho a hacerlo…- me dijo-… te lo digo porque quería que te enteraras de mi boca. Si queremos iniciar con buen pie lo nuestro creo que no deben existir secretos entre nosotros-.
-Veras David- intentaba organizar mis ideas, pero algo tenía claro- cuando me fui…- posé una de mis manos sobre las suyas- te obligué a hacerme una promesa ¿recuerdas?- el asintió- así que lo que haya pasado en mi ausencia ya se trata del pasado. Lo importante es el presente, lo que hoy estamos viviendo- sinceramente no había necesidad de perturbarnos ese tipo de hechos cuando ambos éramos consiente de nuestro amor mutuo.
-Eso quiere decir…-no le deje terminar.
-Eso quiere decir que no me interesa de quien fuiste novio o con quien te acostaste- conteste alzándome para besarlo.
-Eres lo mejor- musitó entre mis labios- a veces pienso que no te merezco-.
-Creo que el que no te merece soy yo- le susurré mientras unía nuestros labios para fundirnos en un tiernos beso.
ESTEBAN
Sabía que lo que hacía estaba mal. Era jugar con fuego y corría el riesgo de quemarme pero era necesario. No podía dejar que Santiago cayera en un abismo de oscuridad sin hacer algo por evitarlo o ayudarlo. Después de lo que vivió era comprensible que ya no quisiese saber nada de la vida. Por eso estaba allí. Para levantarle el ánimo y hacerle saber que no estaba solo. Para demostrarle que todavía existían personas a quienes les importaba. Intentaba ponerme en su lugar y de inmediato venía a mi mente la imagen de Adrián. Mi primer amor. Sufrí bastante con su traición, aunque ahora que lo analizo mejor sé que estaba siendo manipulado por su padre, pero igual me duele. ¡Cuanto no deseé yo tener a alguien a mi lado!... a un hombro en el cual hundir mi cabeza y llorar con todas las ganas. ¡Cuánto necesité el consejo de un amigo en esos días!... Por eso no podía dejar solo a Santiago. Debía ayudarlo.
Algo que debía conocer es que sentir el cuerpo de Santiago bajo mis brazos era reconfortante. Me agradaba. Mientras no malinterpretara nada todo estaba bien. Éramos amigos de toda la vida así que si bien se podría ver como algo raro no dejaba de ser un simple afecto de amigos. Santiago se encontraba con la cabeza reposada en mi pecho. Durante toda la noche se movió hasta el cansancio probando distintas posiciones, pero nunca se separó. Se mantuvo aferrado a mí como un náufrago a su bote salvavidas.
Sentí movimiento en mi pecho y de inmediato cerré los ojos para hacerme el dormido. Lo mejor era fingir estar dormido y echarle la culpa alcohol. Esperé por algunos segundos, pero él no se separó. Se movió un poco y se reacomodo. Eso era extraño. Esperé por más tiempo y percibía que ya estaba despierto. Entonces ¿Por qué no se separaba? Curioso por saber que ocurría entreabrí uno de mis ojos y lo observé con la mirada perdida.
Sin más demora me moví un poco simulando despertarme pero Santiago ni siquiera se inmutó, solo desvió brevemente sus ojos y llevó sus ojos de nuevo al vacío. Verlo así me dolía. Era demasiado triste lo que estaba viviendo.
-Buenos días- susurré mientras lo contemplaba.
-Buenos días- respondió con desgana.
Luego de esas palabras ninguno volvió hablar. De mi parte no quería perturbarlo con alguna conversación de la estaba seguro no quería tener Santiago. Lo último que quería era terminar hablando solo. Así que me mantuve en silencio dirigiendo mi vista a un punto al vacío igual que él, pero desviando mi mirada de momentos a él. Evidentemente no se encontraba para nada bien. Por fuera se podía ver una aparente tranquilidad pero por dentro era un completo infierno, sus ojos reflejaban el dolor y el diluvio que en ese momento era corazón.
SANTIAGO
Todo eso de que “duerme que mañana veras las cosas mejor” es pura palabrería. Había dormido y seguía viendo todo igual, todo era una mierda. La vida era una mierda. No sé qué pecado mortal estaba pagando pero ya me estaba cansando de siempre acabar revolcándome en lágrimas. Definitivamente en esta vida tú no puedes tratar de ser bueno o algo parecido porque el destino se encarga de poner las peores piedras en tu camino o hacerte sufrir de la manera más cruel. A veces entiendo todas esas personas que le vale un pepino si dañan a los demás y hacen los que les plazca. A veces desearía ser así y dejar de ser víctima de la vida. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Rebullí un poco inquieto. Esos pensamientos siempre me hacían hervir la sangre. Miré de reojo a Esteban, le agradecía por su apoyo. Quizás no era lo más correcto que estuviésemos así pero en esos momentos más que nunca necesitaba del apoyo de alguien, de su cercanía, de su compañía. Sin embargo, no me interesaba si algo pasaba. ¿Qué más daba? Seria nuestra responsabilidad.
-¿Te sientes mejor?- preguntó por lo bajo Esteban. Yo mantenía la vista perdida en la ventana de la habitación, el día había amanecido nublado.
-No- contesté secamente- no creo que me sienta bien por mucho tiempo-.
-Lo sé- musitó- pero no debes permitir que la situación te derrumbe-.
-Es fácil decirlo, pero ¿Cómo hago? ¿Cómo demonios me repongo luego de darlo todo y recibir un balde de agua fría?- tragué un poco de saliva para clamarme y no se quebrara mi voz- David era mi todo y sin él no sé qué hacer…- una lágrima escapó por mi mejilla.
-Te entiendo… pero no ganas nada lamentándote. No digo que mañana salgas a la calle como si nada hubiese pasado, pero te pido que intentes sobrellevarlo… Poco a poco ve buscando la manera en que ese dolor se valla diluyendo y no te perturbe tanto-.
-Sé que no puedo dejarme al olvido- ya mis ojos estaba completamente húmedos- pero duele tanto- sentí como uno de sus brazos que me rodeaba me apretaba un poco.
-Aunque no lo creas te entiendo- dijo- pero la solución no es lamentarse si no levantarse e intentar retomar tu vida. Con el tiempo sabrás aceptar las cosas y aunque parezca imposible tal vez en un futuro entenderás porque las cosas sucedieron de esa forma-.
-¿Sabes? A pesar de todo, no le tengo rencor a Fabián o a David, mi molestia es con el destino. No entiendo la manía de meternos en este triángulo amoroso donde alguno saldría perdiendo- comenté- Desde que me acerqué a David sabía que en algún momento esto pasaría, que Fabián o yo saldríamos perdiendo, pero nunca pensé que fuese yo-.
Una situación que quizás contribuyó a que todo esto pasara fue nuestro distanciamiento. Tal vez si no me hubiese empeñado en alejarme, Fabián no hubiese tenido el camino libre en estos momentos, pero no me gusta pensar en supuestos. Sé que ese tiempo lo necesitaba. No me arrepiento de lo que hice. Necesitaba ordenar mis pensamientos y perdonar al castaño.
-Perdóname- escuché que decía- Por meterme en medio de David y tú. Tal vez si…-.
-No sigas- le interrumpí- lo que pasó entre ustedes quedó en el pasado. No nos perturbemos con lo que hubiese sido. Creo que no es lo más correcto…-
-Tienes razón - concordó conmigo.
-Como tú dices a lo mejor dentro de unos meses entenderé porque todo esto pasó-.
-Ya verás que será así-.
-Eso espero… pero sabes que es lo más triste de todo…- me giré para verlo y ¡Wao! eran ilusiones mías o… Esteban se veía hermosísimo recién despierto. Bueno, Esteban siempre fue guapísimo no sé porque me impresionaba-… que nunca le presente a mis padres-.
-No te tortures con eso- me contestó- como dijiste hace un momento, no pienses en lo que no ocurrió- asentí dándole la razón de nuevo.
ARMANDO
Todo se mantenía igual. Algunas fachadas cambiaron un poco, algunos colores eran distintos, pero en general todo se mantenía muy parecido a cuando me fui. Muchos dicen que cuando regresas a tu hogar los sentimientos de nostalgia te invaden pero yo no sentía nada de eso. Era como un viaje más. Como un punto en mi lista por hacer que debía llevar a cabo y cuando terminara me iría de nuevo. Creo que estar de nuevo aquí reafirmaba todas las razones por las que no regresé en todos estos años.
Giré mi vista hacia la izquierda observando como la imponente mansión se alzaba a través de la ventana del auto. No creo que alguien dudara del poder de nuestra familia al ver aquella propiedad. Era como nuestro emblema. La prueba más irrefutable de nuestra supremacía sobre el resto. Como el recordatorio a todas las ovejas quien era el pastor que las guiaba. Una sonrisa de satisfacción de dibujo en mi rostro. Esa era una de las cosas por las cuales amaba a mi familia. Si, aunque no lo parezca, en el fondo quería a mi familia, a mi manera. Mis padres habían sido los grandes ejemplos que moldearon mi personalidad, quienes me enseñaron a saber que la vida era un juego de ajedrez en donde no importaba si eras blanco o negro o si tenías más o menos piezas, sino la inteligencia con la que sabias moverte. A lo largo de los años me enseñaron a que el ingenio sustituye a los sentimientos, a que las grandes decisiones se toman con la cabeza fría, no con el corazón, porque el que ama es débil. Solo pensando inteligentemente y en tu supervivencia como individuo es que logras abrirte paso en este mundo. De lo contrario serás una oveja más del rebaño.
El auto se estacionó frente a la entrada, de inmediato bajé encontrándome con una sonriente Lourdes. Esa mujer había velado por mí a lo largo de estos años. Fue quien curó mis fiebres cuando mis padres estaban de viaje, quien fue testigo de la caída de mi primer diente, quien muchas veces me vio llorar (algo inusual en mi). Se podría decir que ella me conocía mucho más que mis padres y a lo mejor la única que me aceptaba como era. Así que sabía que con ella debía ahorrarme la hipocresía de un saludo emotivo.
-Buenos días joven Armando es un gusto tenerlo de vuelta- me saludo cuando estuve frente a ella.
-Y un gusto para mi verte Lourdes- le contesté pasando frente a ella en dirección a la casa.
No me equivocaba con mis presunciones, todo seguía igual dentro de la casa. Contemplé por un momento el recibidor y caminé en dirección a las escaleras. Hice el recorrido que me sabía de memoria hasta llegar a mi habitación, y como lo esperaba esta se encontraba lista para recibirme. Deambulé unos instantes por ella como familiarizándome de nuevo con el sitio. Tras unos minutos caminé en dirección al balcón, este brindaba el mismo panorama imponente y sorprendente de las áreas verdes de la mansión y parte de nuestra urbanización que se unía con el precioso azul del cielo, la vista era verdaderamente admirable, y bastante admirable tiene que ser para que lo reconozca, pues, no soy de los que se sorprenden fácilmente.
Ahora, tenía claro porque había regresado. Cada paso a dar a partir de ese momento lo armé en mi mente por meses. No estaba jugando, de eso era consiente. Regresé para acabar definitivamente con esto y eso haría. Nada me impediría hacer justicia. Una justicia que muchos no verían así, pero sería mi justicia. Nadie se sale con la suya mientras yo pago las consecuencias, no como yo las pagué. Tal vez para muchos todo esto parezca exagerado o que roza la locura pero yo le encuentro sentido, uno complicado pero que me sirve para darle motivo a mi objetivo.
Nadie se podía meter con un DiMauro y no pagar las consecuencias. No era aceptable. Porque ¿Qué es el poder cuando no lo puedes ejercer? El poder se hizo para usarlo y dejarle claro al resto de ovejas a quien debes respetar. De lo contrario, si no le dejas claro al rebaño quien manda, este se sentirá con el derecho a alzarse y creerse igual que tú, eso era inadmisible. En esta vida todos deberían tener claro quienes están en la punta o en la base de la pirámide…