Destinados. Capítulo 22: Dilemas del corazón

Con un tanto de nerviosismo estiré una de mis manos posándola en su mejilla, para luego ir descendiendo por el contorno de su cuadrada mandíbula, acariciando lo más suavemente que podía, memorizando cada parte de rostro que estuviese a mí alcance.

Hola de nuevo, estoy de vuelta con la historia principal… estoy creando otros especiales, pero no tienen fecha segura de publicación, pues intento dedicarle más tiempo a la historia principal, sin embargo busco la mejor manera de que cada personaje de su punto de vista y así lograr entender un poco los acontecimientos que se avecinan. Les adelanto que escribí algo por allí de Fabián, donde comienza hablar de cómo se siente y como la está pasando y explica muchas incógnitas que muchos de ustedes tienen, sé que están muy impacientes por leer su versión, por lo que no esperaran mucho.

Bueno, espero les guste el capítulo de hoy le dedique mucho. Está algo cargado de sentimientos y drama. Espero sus comentarios y valoraciones.

PD: Disculpen mi error de transcripción del Especial, me di cuenta que se escribió dos veces porque uno de ustedes informo acerca del detalle…

Saludos,

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 22: Dilemas del corazón

DAVID

Suspiré profundo intentando por todos los medios calmarme. Necesitaba controlar de algún modo mi acelerada respiración, porque de lo contrario quedaría en evidencia… “Tranquilo David, solo serán dos noches. Además, no le interesas, para él solo eres uno más del montón. Así que, lo que hagas o dejes de hacer a él no le importara. Tranquilo, tú eres fuerte, tú puedes. Has pasado por situaciones mucho peores”… En ese momento intentaba darme algún tipo de motivación mental que ayudara a relajarme y tranquilizarme para volver a mi estado natural. Fijé mi vista en la puerta del ascensor, haciendo el esfuerzo por no mirar hacia los extremos, concentrándome solo en observar el metal de la puerta que inesperadamente se abrió ante nosotros. Estábamos en el piso 7.

El primero en salir del ascensor fui yo, pretendiendo actuar como si estuviese completamente solo. Fui hasta la puerta de la habitación 706; la cual se nos había asignado, y sin demora introduje la llave que me dieron en recepción, abriendo rápidamente la puerta. Extrañamente en ese momento sentí como si estuviese abriendo la puerta que daba a mi sala de torturas… “Calma David, solo son dos noches, puedes con esto”… ese tipo de frases me las repetía mentalmente una y otra vez. No sé si estuve demasiado tiempo parado en la entrada pensando en todo aquello, o si era mucho el apuro de Santiago, pero él fue el primero en entrar. Lo hizo tan rápido que pensé que estaba huyendo de mí. Tal vez mientras más alejado estuviese mejor. Aunque aún seguía confundido, pues, últimamente Santiago se había mostrado muy condescendiente conmigo. Ignoraba por completo qué se traía entre manos o que intenciones tendría, por suerte Fabián lo alejo de mí. Sin embargo ahora él no estaba, en ese momento la imagen de Fabián defendiéndome me vino a la mente, causándome un leve sentimiento de nostalgia, pero la espanté de inmediato. Frente al enemigo no me mostraría débil, eso nunca. Ahora más que nunca debía estar alerta.

Unos segundos luego de la estrepitosa entrada de Santiago, entre yo. Observando lo que ya sabía, una cama matrimonial puesta en centro de la habitación. Esta se encontraba perfectamente acomodada con unas sábanas blancas, estando tenuemente alumbrado un lado de la misma, el cual daba hacia el balcón, cuya entrada se hallaba envuelta entre cortinas del mismo color que las sabanas. El viento movía lo suficientemente la tela como para dejar entre ver la luna llena. Me concentre en aquella imagen, era única, romántica… “No, no, no, nada de pensar en cosas así. Debes sacar todo rastro de ese sentimiento. Además tú ya has superado lo que sentías por él. De quien tú estás enamorado es de Fabián de nadie más. Son los nervios lo que te están haciendo sentirte así”… me decía mentalmente, no se si estaba rosando la locura con ello, pero era lo que se me ocurría intentar para poder calmarme “Tranquilo David, solo tienes que acostarte, concentrarte en el sueño y nada más… Sí, eso es lo que haré” Pero no sería fácil, ya que, tener a Santiago a tan solo centímetros de mi cuerpo era demasiada tentación junta. Es que estaba demasiado guapo, estaba mejor que nunca. Todo en él era perfecto, sus músculos, su sonrisa perfecta, la tez blanda de su piel, su cabello rizado, sus ojos tan tiernos…. ¡David ya!... deja de pensar en él, mientras más lo hagas más te torturaras. Suspiré cansado. ¡Dios! estaba hecho un lio.

Traté de controlar mi respiración de nuevo, intenté concentrarme en ordenar mis cosas mientras Santiago ingresaba en el baño, cosa que agradecí, porque así podría hacer todo de una forma más tranquila. Esos segundos a solas los aproveché para cambiarme lo más rápido que podía, colocándome un short y metiéndome como un relámpago en la cama. Fue tan rápido que creo que fácilmente pude haber roto un Record Guinness con la brusquedad que alcancé hacer todo. Otra cosa que agradecí fue la extraña serenidad con la que se comportaba Santiago. Durante todo nuestro trayecto hacia la habitación se mostró distante, no dijo ni una sola palabra, no hablo ni me miro. Era demasiado extraño que luego de que me buscó tan desesperadamente, ahora que me tenía cerca no mostraba emoción alguna, era muy raro, pero no me molestaba, al contrario me parecía lo mejor. Cuando estuve dentro de la cama, me tape con las sabanas totalmente, abarcado mi cabeza, adoptando  una postura la más alejada del centro de la cama. Ahora, a dormir.

SANTIAGO

Bueno, allí estaba. Mi oportunidad había llegado, sin pedirla ni buscarla. Durante dos noches dormiría junto al amor de mi vida, que mejor oportunidad que esa. La debía aprovechar... Ya se habían acabado los tiempos de rodeos y de titubeos. Ya había llegado la hora de decisiones radicales, de medidas definitivas. Había llegado la hora de decir la verdad. No se cómo pero le confesaría todo a David. De ese fin de semana no pasaba que David supiese toda mi verdad. Pese a ello, no debía apresurarme, debía actuar correctamente, no podía permitir dejarme llevar por un arrebato de momento y arruinar todo.

Salí de mi especie de transe y  terminé de colocarme la franelilla. Lavé mis dientes y humedecí un poco mi cara. Me sorprendí nervioso y asustado. Se sentía tan extraño, que me parecía irreal estar sintiendo todo aquello. Definitivamente todo lo que sentía era único. Inhale todo el aire que pude llenando por completo mis pulmones, probando si así, mi estado de evidente intranquilidad se desvanecía, pero fue en vano… bueno, ni tan en vano porque si me tranquilicé un poco, pero aún seguía nervioso. Dios, parecía un niño de cinco años el cual le tiene miedo a la oscuridad.

Tras haber terminado en el baño tomé mi bolso con todas mis cosas y me dirigí hasta la puerta. La abrí tratando de no ser demasiado escandaloso. Ciertamente no esperaba que David se hubiese acostado tan rápido. Creía que por lo menos esa noche tendría mi primera oportunidad de actuar. Pero como se presentaba la situación lamentablemente no sería así. Bueno, que iba hacer, ya tendría tiempo. No tenía idea cuándo seria el momento más apropiado, pero de ese fin de semana no pasaba. Estaba totalmente decidido a jugar todas mis cartas. Ahora que Fabián se había marchado, ya no habría obstáculo alguno que me impidiera conquistar a David. Claro, sabía que no sería fácil. Toda nuestra relación estaba tan estigmatizada que, era prácticamente inevitable de que David estuviese predispuesto a todo lo que estuviese relacionado directa o indirectamente a mí. Habíamos sido separados por tanto rencor, que ahora que este no existía, todavía quedaban secuelas muy marcadas. Pero eso no me pararía. En realidad nada me detendría.

Al mirar la cama pude ver un espacio considerable sin ocupar. Claramente se veía que David había intentado todo lo posible por rodarse al extremo del colchón. Ese tipo actitudes son típicas de él. Continúe hasta la mesita de noche, donde coloqué mi celular y algunas de mis cosas. El bolso lo coloqué en el mueble que reposaba contra la pared, no sin antes sacar una cobija para arroparme, ya que, David se había apropiado de la que había. Cuando hube acomodado todo fui hasta la cama y me tumbé entre las sabanas lo más suavemente posible. Di un vistazo hasta mi izquierda. Sin querer di un suspiro. ¡Dios! cuanto le quería, como moría por fundirme en su piel, por poder tocarlo y tenerlo entre mis brazos, moría por besarlo, por dormir abrazado a él, me moría por él… no sé si estoy siendo excesivamente cursi, pero así me sentía. Lo necesitaba a él… en medio de esos pensamientos caí en la oscuridad del sueño.

*<<<

Con un inhalo muy fuerte me desperté en medio de la noche. Enfoqué mi vista intentado reconocer donde me encontraba. Tras un par de segundos de desorientación lo recordé. Instintivamente giré mi vista hacia un extremo, encontrándome con una figura familiar. Estaba escasamente cubierto por las sabanas. Estas solamente cubrían la zona de sus caderas. El resto de su cuerpo estaba al descubierto, no dejando demasiado a la imaginación. Se veía tan guapo. Al encontrarse de frente a mi podía apreciar todo su torso fibrado y adornado con unos abdominales de infarto, sus pectorales los cuales parecían una obra de arte y sus piernas que denotaban las largas horas de ejercicio. Sin poderlo evitar en ese momento mi miembro dio un salto. Francamente veía imposible dormir junto aquel ser que quitaba la tranquilidad. ¿Cómo dormir sabiendo que lo tenía a centímetros de distancia? Lo contemplé por unos segundos, apreciando su perfecta piel blanca, deleitándome visualmente con lo tersa que se veía. Su rostro era un sueño, se veía tan tierno, tan indefenso, tan falto de protección, todo lo contrario a lo que intentaba aparentar. No pude evitarlo más y me moví para estar más cerca de él.

Con un tanto de nerviosismo estiré una de mis manos posándola en su mejilla, para luego ir descendiendo por el contorno de su cuadrada mandíbula, acariciando lo más suavemente que podía, memorizando cada parte de rostro que estuviese a mí alcance. Recorrí el contorno de sus labios con mis dedos, esos centímetros de carne que había deseado por meses, me contuve en ese momento, tratando de no cometer alguna estupidez. Tras calmar mis ansias continúe con mi camino. Con mi dedo índice subí por su aquella perfilada nariz, llegando hasta la comisura de sus ojos, allí me detuve para acariciarlos llegando hasta sus cejas. Intentaba memorizar cada parte de aquel rostro tan perfecto.

-No sabes cuánto te amo- susurré lo más bajo posible- eres mi vida, eres mi todo- como deseaba que me estuviese escuchando. Intenté apartar mi mano rápidamente al sentir como se removía. Pero no fui lo suficientemente rápido, pues fue atrapada por él. Por un instante contuve la respiración maldiciéndome mentalmente por ser tan imprudente y ya esperándome las acostumbradas palabras hirientes y un inminente rechazo de parte de David. Pero no pasó nada. Todo siguió igual, bueno, ni tan igual… David se volteó dándome la espalda, llevando consigo mi mano derecha y sin esperarlo hizo que lo rodeara con la misma; no tengo idea si fue inconsciente o deliberadamente, el hecho era que nos encontrábamos abrazados. Pude sentir como mi corazón dio un salto y comenzó a latir a mil al sentir el contacto tan cálido de su piel. Esperé  rogando porque aquella escena no se terminara, y mis plegarias fueron escuchadas, pues David continuó inmerso en el sueño profundo, acompañándolo yo unos minutos después. Estar así con él por primera vez, era maravilloso.

DAVID

Me revolví en la cama antes de despertarme completamente. Una costumbre habitual en mí. Extendí lo más que pude mis brazos, disfrutando de la amplitud que ofrecía el colchón. Siempre me habían gustado las camas espaciosas. Se sentía tan bien despertar así.  Abrí mis ojos y la imagen que me dio los buenos días era digna de recordar. La vista del mar. Enfoqué mi vista alrededor del lugar, intentando buscar señales de Santiago. Por suerte se levantado y no había señales de él. Era mejor así. Lo último que quería era despertarme en el ya acostumbrado ambiente tenso que se formaba cuando estábamos juntos.

Esa mañana me sentía muy bien, había logrado dormir plácidamente. Todo un reto para mí. Que por suerte esa noche logré cumplir. Todo estaba en orden, salvo por la sensación que me acompañaba. Una nostalgia que creí ya no sentiría más, sabía perfectamente porque se apodero de mi aquel sentimiento durante esa mañana. Había soñado con Santiago. Siempre que soñaba con él me despertaba al día siguiente con ese sentimiento de añoranza, anhelando tenerlo junto a mí. En el pasado lo hubiese dejado pasar, teniendo el consuelo de que el tiempo se encargaría de borrar mis heridas. Pero ahora era distinto no podía permitirme decaer en las mismas situaciones que me causaron tanto sufrimiento. No, podía. Se suponía que ya había superado todo lo que tenía que ver con Santiago. Así que un tonto sueño no podía hacerme bajar la guardia. Eso no lo permitiría.

Me terminé de levantar olvidando cada pensamiento que existiese en mi cabeza. No haría un lio mental a tan tempranas horas de la mañana. Me relajaría y me dedicaría a disfrutar de esa excursión. Entre al baño, aun un tanto tambaleante por el sueño que me hacía compañía. De inmediato fui hasta el lavamanos, para cepillarme los dientes y lavar mi cara. Aun me mantenía indeciso si darme un baño o no, pues conociéndome sabía que siempre tardaba más de lo común. Como mínimo debía entrar a la ducha mínimo una hora antes de salir, porque si no, llegaría retardado con seguridad. No es algo que haga intencionadamente, más bien es un rasgo innato de personalidad, pues me gusta dedicarme mi tiempo a salir bien vestido. Habito  que tomé luego de mi cambio radical. El antiguo David no se preocupaba por su apariencia, siempre se vestía con lo que fuese de su talla y estuviera en buenas condiciones, nunca le prestaba atención a ese tipo de detalles, quizás esa era una de las razones por las que poesía tan baja autoestima. Pero eso fue en el pasado, ahora soy otro.

Tras terminar de cepillar mis dientes le di una última enjuagada a mi boca y lave el cepillo de dientes. Justo iba a cerrar la llave del grifo cuando mis ojos se percibieron un celular. De inmediato direccioné mi vista sobre el objeto, apreciándolo mejor. Sabía que no era mío ¿Seria de Santiago? Bueno eso no me incumbía. Así que me di media vuelta y continúe hasta la habitación. Nada que tuviese que ver con Santiago me debía interesar. Sin embargo a mitad de camino me detuve, incapaz de prolongar mi auto-enfundada fortaleza. ¿Y si veía le daba una ojeada?... eso no le haría daño a nadie, él no se daría cuenta. Además así desechaba la idea en que estuviese tramando algo en mi contra.

Aun indeciso devolví mis pasos hasta el mesón de mármol donde reposaba el lavamanos y el dichoso aparato. Tomé con algo de cuidado el teléfono y palpe levemente la pantalla, curioso. De inmediato encendió. Se encontraba desbloqueado, no tenía contraseña, así sería mucho más fácil la tarea. Palpé un par de veces y entre de inmediato en el icono de galería, seguramente su último vistazo había sido allí. Di una ojeada a los álbumes de fotos. Todo normal nada de importancia. Solamente habían fotos de él con Fabián, Esteban y Cristian, unas con Ariadna, otras con chicos de nuestro grupo y el resto con persona que no conocía, tal vez familiares. A pesar de que Santiago no fuese precisamente alguien que soportara, debía reconocer que era bastante fotogénico. En sus fotos salía extremadamente bello. Me seguí moviendo entre aquellas imágenes, había fotos de viajes a la playa, de la navidad pasada y muchas otras ocasiones. Iba acabar mi requisa no autorizada al artefacto cuando vi algo que me pasmo… una foto mía. De inmediato me detuve en ella. La visualicé por un par de segundos, incrédulo. Aquella imagen mostraba una de mis tantas charlas con Rebeca, en donde aparecía riéndome muy animadamente… en ese instante mi mente quedó en blanco, incapaz de hacer conjeturas a causa de la sorpresa de la que era víctima… ¿pero que podía hacer Santiago con una foto mía? No entendía nada... hubiese continuado con mi análisis mental de no ser por el ruido de la puerta que; en ese momento, inundó cada centímetro de la habitación. De inmediato me enderecé, puse el teléfono en su lugar y me di media vuelta para ver de quien se trataba.

Algo nervioso abrí, topándome con una animada profesora Gloria- Buenos días David- me saludo amablemente.

-Buenos días profesora- le contesté calmando un poco mi respiración intentando ocultar mi nerviosismo.

-¿Cómo han pasado la noche?-

-De mi parte no tengo quejas. De Santiago no tengo idea, al parecer madrugó…-contesté con algo de desinterés.

-Bueno, me alegro por ti. Ahora yendo al grano… he venido a recordarles que deben estar a las 7 en punto en la entrada del hotel, a esa hora partirá el autobús que nos llevará hasta el acuario. Tienes- miró su reloj- una hora, así que espero seas puntual. Nos vemos-.

-Nos vemos- musité levemente, mientras serraba la puerta.

Una vez solo, mi mente fue invadida de nuevo por el remolino que eran mis pensamientos. Estaba demasiado desconcertado. Si, solo era una foto y ya. Sin embargo ese retrato en manos de Santiago, todo el panorama cambiaba, ya que; sabiendo su historial, era seguro que tramaba algo en contra de mí. No sé si estaba siendo demasiado paranoico o estaba viendo cosas donde en realidad no pasaba nada. No podía evitarlo. Demasiados tropiezos y golpes por parte de la vida, me habían enseñado a siempre estar alerta, a no confiarme en ningún momento. Y esta era una de esas ocasiones en donde debía estar presto a cualquier traspié. Tal vez no era para tanto mis preocupaciones y solo era una tontería aquella imagen, pero no estaba demás cuidarme las espaldas.

REBECA

Esa mañana me desperté un poco más temprano de lo normal. La razón: quería ser la primera en entrar al baño. No quería llegar tarde. Pues, no es una buena fórmula que tres mujeres compartan un baño. Así que, para ahorrarme posibles discusiones con Ariadna y Natalia, quise levantarme un poco antes. Logrando estar lista cuando apenas mis compañeras se despertaban. Mire el reloj… eran apenas las 6:15 de la mañana, aún tenía tiempo de sobra y sin saber que hacer decidí bajar hasta el restaurante del hotel para desayunar. Caminé por el largo pasillo de mi piso y tomé el ascensor marcando la planta baja. A mitad de camino me vino la idea fugaz de darme una pasada por el piso de los chicos y así averiguar en qué habitación había sido asignado David, al igual que aprovecharía para saludar a Esteban. Pero desistí de la idea de inmediato, lo último que quería era meterme en problemas con la profesora Gloria al estar merodeando en el piso de los chicos, por lo que decidí continuar con mi camino y opté por mandarle un mensaje a Estaban informándole donde encontraría en los próximos minutos.

Un local de moderado tamaño era el sitio donde se degustaban las comidas de aquel hotel. El sitio poseía una decoración de la misma temática que el vestíbulo, estando perfectamente combinado entre blanco y champagne. Continuando en las paredes la aparente exquisita galería de lienzos que; para cualquiera que no conociera de la materia, le parecieran auténticas obras de artes. Yo no era una experta en pinturas, pero no había que ser un genio del arte para deducir que un hotel medianamente modesto no tenía para pagar ostentosidades de ese tipo. Más bien hacían maravillas con lo que tenían. Pero eso no le quitaba la sensación de estar en un establecimiento elegante.

Busqué con la mirada cualquier mesa vacía, al ubicarla dirigí mis pasos hasta una posada cerca de los ventanales que daban hacia la playa. Nada mejor que desayunar con aquella vista frente a mí. Disponía a sentarme en una de las sillas cuando percibí en la mesa contigua una presencia conocida. Era Santiago, quien concentrado en su plato ya vacío estaba inmerso en sus pensamientos. No sé qué me impulso o en que estaba pensado pero a último momento decidí sentarme junto a él. El hecho de que malos entendidos me dieran una falsa percepción de él, no significaba que dejaría de tratarlo, además en todo ese lio con David en cierto modo él había sido una víctima también.

-Buenos días- le saludé - ¿se pude?- pregunte señalando la silla vacía.

-Buenos días Rebeca. Claro, siéntate- contestó mientras devolvía su mirada esta vez a su vaso vacío.

-No se te ve muy animado hoy- dije un poco preocupada.

-No es cuestión de ánimo- respondió.

-¿Ah no?-.

-No- contestó secamente- es cuestión de amor- esta vez me miró.

-¿David?- pregunté ya sabiendo por donde iba el tema. El asintió.

-Es tan difícil estar tan cerca pero a la misma vez tan lejos -.

Suspiré algo confundida. No sabía que decirle.

-¿Sabes? Anoche dormimos en la misma cama- esta vez capto mi atención por completo.

-Un momento- le interrumpí- ¡¿tú y David comparten habitación?!- estaba incrédula ante tanta casualidad.

-Sí y no sabes cuánto me ha costado soportarlo, es la peor de las torturas-.

-Me lo imagino pero ¿Cuál fue la reacción de David? Conociéndolo seguro te dejo en claro que te debías mantener a raya-.

-No, al contrario. Me ignoró. Creo que eso fue peor. No sé por qué me odia tanto-.

  • Él piensa que tú te quieres aprovechar de él. Aun cree que toda la palabrería que le dijo Narissa es cierta- le contesté.

-Tu no le has dicho la verdad ¿Cierto?-.

-No. Él nunca me ha dado la oportunidad de tocar el tema. Y menos cuando estaba con Fabián. Por eso te dije que era mejor alejarte. Era más sano que no insistieras más y que no se tocara más ese tema tan doloroso, que te alejaras y los dejaras ser feliz. Sin embargo ahora las cosas cambiaron-.

-Fabián no está-dijo.

-Si Fabián no está, pero no sé si sea el momento más adecuado para revolver ese terreno tan estigmatizado por el dolor. David ya ha sufrido bastante por tu amor no sé si sea justo que siga sufriendo-.

-Pero lo último que quiero es hacerle daño, lo amo… no sabes cuánto, ahora más que nunca estoy dispuesto a luchar por su amor, porque él también me ama ¿o me equivoco?-.

-Le preguntas a la persona menos indicada. Santiago, David se enamoró de Fabián eso tenlo por seguro-.

-Entonces me debo rendir de una vez por todas y para siempre, sin luchar…- contesto dando la conversación por perdida.

-No creo que esa sea la mejor decisión- le dije- mira, yo no soy la persona más indicada para decirte que hacer y qué no. Solo cumplo con decirte en las condiciones en que se encuentra el terreno de juego, puedo darte recomendaciones y concejos. Pero tú eres quien decides si te arriesgas o no. La decisión es tuya - no tenía idea qué estaba haciendo pero al ya no haber impedimentos, creo que ya era hora que David supiera la verdad de todo y que pasara lo que tuviese que pasar.

-Buenos días chicos- nos interrumpió una voz familiar. Volteé de inmediato topándome con la imagen de Esteban a un extremo de la mesa. Le sonreí de inmediato- Santiago ¿te puedo robar a Rebeca?-.

-Tranquilo no es necesario, yo ya me iba- le contestó mientras recogía su plato y se retiraba de la mesa. Mientras que yo me levantaba para darle un beso en los labios a mi novio.

-Buenos días amor- le dije dándole un caluroso abrazo- ¿Qué tal estuvo tu noche?-.

-Bien, sin ninguna novedad ¿Y la tuya?-.

-Igual. No hubo que quejarme- respondí mientras buscaba mi silla de nuevo.

-¿Y qué planes tienes para esta tarde?- me preguntó con una gesto pícaro.

-Aun nada, estaba a la espera de propuestas- mascullé con una leve sonrisa.

-Mmm- pensó por un segundo- ¿Qué te parece si esta noche nos vamos de fiesta?-.

-¿De fiesta, a dónde?- me extrañaba un poco su propuesta.

-Veras, los chicos. Cristian, Roberto, Kevin y el resto… están organizando una salida para esta noche a una de las discotecas de la zona. Kevin dice que es muy buena pues ha ido varias veces ¿Qué opinas?-.

-La propuesta suena tentadora, pero ¿Cómo haremos con la profe Gloria?-.

  • Eso es lo de menos, burlar la supuesta seguridad de hotel es más fácil de lo que te imaginas-.

-Mmm, no lo sé, no quiero meterme en problemas-.

-Anda Rebeca, que se es joven una vez en la vida. Además así aprovechas para desestresarte de tanto estudio. A parte de que puedes arrastrar a David contigo, otro que necesita de un poco de distracción-.

-Está bien- acabé cediendo- pero que todo sea con suma precaución. Lo último que quiero es ganarme un lio de todo esto-.

-Tranquila linda que nos cuidaremos las espaldas-.

No sé  porque siempre acaba convenciéndome.

*<<<

Puntualmente todos los de nuestro grupo nos encontramos a las 7 de la mañana en la entrada del hotel. Allí un autobús nos esperaba. Luego de un poco de desorden y uno que otro tropezón, los 23 adolescentes subimos emprendiendo el breve viaje de quince minutos hasta el acuario.

Me senté como de costumbre junto a mi mejor amigo, un David muy ensimismado y completamente mudo. Esa mañana solamente me había saludado, el resto del tiempo no pronunció palabra ni entablo conversación con nadie. En el fondo imaginaba la razón. Santiago.

Siendo sincera sabía que David es de esas personas que se enamoran hasta los huesos, por lo que todos los sentimientos que alguna vez sintió por Santiago inevitablemente aún estaban presentes en su corazón, así él lo quisiera negar e ignorar.

-¿Cómo pasaste la noche?- me giré levemente en mi asiento para mirarlo.

-¿Mmm?- volteó levemente su cara saliendo sus cavilaciones mentales- ¿Qué me preguntabas?- por lo visto esa mañana estaba completamente abstraído de lo que pasaba a su alrededor.

-Qué, ¿cómo fue tu noche?- le pregunté de nuevo- supe que tuviste que compartir habitación con alguien quien te agrada un montón ¿No?-.

-No me hables de eso. Ahora lo que más quiero es olvidarme de ese tema- dijo mientras se reflejaba en su rostro una expresión de desagrado. Así que opte por dejar el tema. Mejor sería dejarle las cosas a Santiago quien más que el para decirle la verdad. Y si eso no funcionaba allí sí tendría que inevitablemente intervenir yo.

SANTIAGO

La causa de aquel viaje sin duda alguna valió la pena. El acuario era una obra de ingeniería y arquitectura, simplemente majestuosas. Indudablemente un lugar nuevo para nosotros y que de inmediato nos cautivó. Gigantescos ventanales hechos de un vidrio muy resistentes. Según se nos dijo, de acuerdo a la presión que deban resistir el grosor del vidrio; el polimetilmetacrilato o poliéster, debía ser proporcional. En el caso de esa instalación la mayoría de los cristales de los estanques, estaban fabricados de vidrio. Estos separaban los pasillos internos de los monumentales recipientes, ayudando mantener el agua y todas las especies dentro de ellos, logrando un efecto impresionante. Contemplar cada ventanal, era como estar viendo una pantalla en tres dimensiones, que hacía que te sintieras parte de aquel mundo marino. Múltiples especies se podían contemplar en aquellos cristales. Alcanzando a maravillarse por la espectacularidad de un mundo que yace en las profundidad de las aguas, que desconocemos en totalidad.

Nuestro recorrido principalmente se concentró en obtener información de cada especie. Yendo de estanque en estanque, el cual dependiendo del ecosistema que se desarrollaba en su interior poseía características específicas, por ejemplo, los estanques de agua dulce trataban de simular un ambiente lacustre o fluvial, en contraste con los de agua salada en los que se recreaba un ambiente de arrecife, costero u oceánico. Siendo los más difíciles de mantener y estabilizar por las peculiaridades del agua salada. En este mismo sentido se nos habló de la composición de materiales que existe en un estanque en donde resaltan: El biotopo; que se consigue cubriendo el suelo con algunos centímetros de grava fina. Los elementos decorativos y accesorios, que calificarían como los aparatos externos que creen las condiciones de luz, temperatura y salubridad propias de los seres vivos que viven en allí.

Esta y mucha más información fue proporcionada de parte de la mujer quien había sido designada por el acuario como nuestra guía. Ella nos participaba las características morfológicas de cada especie, como se alimentaba, cuáles eran las condiciones de habitad que necesitaban, describiéndonos en qué tipo de condiciones se podía desarrollar, y lo más importante cuales eran los tipos de contaminación a los que eran más vulnerable cada especie. Sin lugar a duda, debíamos documentar toda esa información. En mi caso se me dificulto en múltiples ocasiones encontrar la manera de anotar tantas palabras en un periodo tan corto de tiempo. Por suerte me las ingeniaba para grabar en mi libreta lo más importante.

Una vez terminado el recorrido, se nos dio el permiso de almorzar en un restaurante cercano a la zona. No sin antes darnos un discurso en donde se nos pedía disciplina y orden. Siguiendo al resto de mis compañeros, salí del acuario, continuando mi camino hasta un modesto restaurante que yacía tan solo escasos doscientos metros de  entrada del mismo. No era demasiado ostentoso. Su decoración solo se basaba en la temática marina. Nada novedoso. Inmediatamente después de entrar dentro del local, me senté en la primera mesa que vi.

Estaba un poco exhausto de estar parado toda la mañana. Por suerte había logrado dormir bien la noche anterior. De lo contrario me estaría muriendo del sueño. Esa noche para mí había sido muy especial, poder sentir la cercanía del chico que me quitaba la tranquilidad era una experiencia sin igual. El poder sentir la calidez de su cuerpo bajo mis brazos fue único, emociónate. Definitivamente quería repetirlo, me sentía con la necesidad de volver a sentir esa cercanía, ese tacto que me erizaba la piel, aquel calor que tranquilizaba mi corazón.

Esta vez no sería cobarde, ni permitiría que terceros decidieran o se entrometieran entre nosotros. Si bien eso no lo seria todo, mantenía mi esperanza en que si hacia las cosas bien y alcanzaba a conquistar a David, un nosotros sería completamente posible. Muy en el fondo de mi corazón confiaba que la vida nos tenía preparado un futuro juntos. Si, tal vez es demasiada fantasía, pues solo tenemos dieciséis años. Sin embargo lo que sentimos el uno por el otro no es un juego de unos inmaduros adolescentes, es un amor verdadero. Hablo en plural, ya que, a pesar de todo lo acontecido, aun confió en que todos los sentimientos; que alguna vez habitaron en el corazón del chico al cual amo más que a mí misma vida, aun sigan allí.

-Muy pensativo hoy- dijo Cristian sentándose en una de las sillas desocupadas de mi mesa.

-Y tu muy alegre- contesté percatándome de su estado de placidez.

-También acertaste- respondió esta vez girándose para llamar a uno de los meseros.

-¿Y se puede saber la causa de tanta alegría?- pregunté más por prolongar la conversación que por mi interés en su vida personal.

-Mmm- pensó por un momento- no lo sé quizás lo maravilloso de este viaje me tiene un poco más contento que de costumbre-.

-Eso no te lo crees ni tú mismo- le dije, dejando entrever que no me había convencido nada su explicación- pero si no me quieres contar nada no te obligare allá tú y tus historias-.

En ese momento llegó el mesero a preguntarnos qué pediríamos.

-¿Que vas a ordenar?-preguntó Cristian.

-No lo sé. Cualquier cosa que me quite el hambre. Pide tú-.

Un Cristian un tanto indeciso tomo la carta del menú. Tras una que otra pregunta y vacilación, acabó pidiendo nuestro almuerzo. De inmediato el chico tomó nota de lo que mi amigo le dijo, y se marchó. Se podría decir que aquel muchacho tendría como mucho unos veinte años. Era guapo, mucho para ser sincero. Su piel un poco morena contrastaba increíblemente con un rostro de rasgos finos y un cuerpo fornido a causa de unas evidentes largas horas en el gimnasio. La duda con respecto a su sexualidad rondaba en mi cabeza, pues, con tan solo observarlo muy detalladamente, percibías una gesticulación corporal un tanto afinada. No amanerada, sino un tanto delicada. Mientras se alejaba de nuestra mesa, fije mi mirada un poco intentando analizarlo. No es que me gustara o algo por el estilo, más bien era curiosidad.

-¿Y cómo has pasado la noche con David? ¿Hubo fiesta anoche?- preguntó Cristian en un tono burlón.

-No seas imbécil- le respondí un poco fastidiado, desviando mi vista de aquel chico.

-Tranquilo, tranquilo, solo quería animarte un poco. Ya que estas tan pensativo y callado, quería por lo menos que te rieras-.

-¡Oh, claro! No ves cómo me estoy revolcando de la risa-.

-Ya, deja el sarcasmo a un lado. No te enojes. Ahora hablando enserio, como dormiste. Me imagino que incomodo-.

-Si un poco- dije con el tono más natural que me fuera posible- pero nada fuera de lo común-.

-Tuviste suerte. A mí me fue incapaz dormir. Con Esteban pegado al celular, y Héctor relatando las innumerables anécdotas con su novia, acabamos despiertos hasta las tres de la mañana. ¿Ves mi ojeras?-.

-Sí, te ves algo decrepito…- le dije. No continúe, ya que, mis ojos percibieron la presencia de David, quien estaba entrando en ese momento al lugar. Iba como siempre acompañado con Rebeca. Detrás de ellos iba Esteban, Cristian le hizo señas desde donde nos encontrábamos para que nos acompañara, pero se negó. Seguramente quería desayunar con su novia. Debía reconocer que la chica tenia bastantes atributos, pues no cualquiera hacia poner en cintura a Esteban, un fiestero por naturaleza. No es que yo no lo fuese, sin embargo en mi caso los excesos no eran tan desmesurados. Pero a pesar de todo, por lo visto nuestro amigo estaba cambiando para bien.

Mientras pasaba todo aquello, inevitablemente mis ojos se toparon con los de David. Esperaba que de inmediato apartara su vista, pero no fue así, la mantuvo, no por mucho tiempo, pero si más del que acostumbraba. Aquello me extraño y me desconcertó un poco. Pero no quise hacer conjeturas erradas. Lo mejor era enfrentarlo y allí aclarar toda la incertidumbre tejida con respecto al tema.

De inmediato que tomaron asiento, el mismo chico que tomo nuestra orden fue hacia ellos. No sé por qué pero desde el primer momento en que vi la manera en que comenzó a tratar a David, el coraje se apodero de mí. El mesero mientras anotaba, sin vergüenza ni reparo le sobaba el brazo, con una sonrisa estúpida en su boca. ¿Pues qué se creía ese imbécil? ¿Acaso sus padres no le enseñaron a respetar? Juro que si no fuera porque estábamos entre amigos, en ese mismo momento me hubiese parado y le hubiese roto la cara.

Durante todo ese tiempo que aquel mesero de quinta les tomaba la orden no quite mis ojos de esa mesa. A pesar de que el mesero retomo su compostura y dejo el manoseo, aún seguía dedicándole sonrisitas bobas a David. Eso me hacía hervir la sangre.

-¿Al parecer nuestro alumno estrella se levantó al mesero?- dijo Cristian quien se había volteado para apreciar la escena.

No dije nada.

-Aun no comprendo como ese chico no tiene novia- volvía hablar Cristian- con ese cambio que se hizo, las chicas andan locas, pero él ni se da cuenta. No entiendo como no aprovechó su acercamiento con Fabián para ligarse a chicas buenas-.

-Quizás está buscando algo en específico- comenté intentando parecer que el tema no me interesaba demasiado.

-Tal vez, pero en ese caso por lo menos debería disfrutar de la vida. Y ahora más que tiene más atributos. Que no sé porque me huelen a esteroides- respondió.

-¿Por qué lo dices?- pregunté frunciendo un poco el ceño.

-Pues, porque es demasiado extraño ¿Como en unos pocos meses paso de ser un harapo a casi prácticamente un modelo? Ni yo que llevo me he matado semanas enteras, tengo los músculos tan desarrollados como los suyos. Así que, tuvo que usar esteroides. ¿O que explicación tienes?-.

-No lo sé, quizás entrenó y comió como debía. No como tú que si quemas cien calorías, a los cinco minutos te comes un plato con cinco mil- le reproché, recordándole su adicción por la comida.

-A lo mejor. Pero eso no me saca la idea de la cabeza. Pero cambiando un poco el tema, ¿iras esta noche a la salida que están organizando los chicos a la discoteca?-.

-¿Cómo? Si estamos vigilados más que unos delincuentes de reformatorio- le recordé.

-Ni tan así. Sí, es verdad que la profe Gloria dio instrucciones para que nos vigilaran, pero eso no significa que será imposible escaparnos. Además después de las diez de la noche los pasillos del hotel están solos. Así que ¿Que dices? ¿Te apuntas?-.

-No lo sé. No quiero problemas- contesté no muy animado con la propuesta.

-Santiago por favor no seas aguafiestas. Además hasta, Rebeca y David que son los más santurrones irán-.

-¿Cómo así?- en ese momento captó mi atención completamente.

-Si. Esteban los invitó y aceptaron-.

Pausé por un momento fingiendo pesar mi respuesta y así no sonar tan evidente. Una vez pasado un tiempo prudencial hablé.

-Bueno ya que insistes tanto, acepto-.

ERIC

Cada vez mi corazón palpitaba con más intensidad. Llegando a ser casi insoportable la rapidez sus latidos. Por un momento creí que sería víctima de un ataque cardiaco. No recordaba haber estado tan nervioso en desde hacía años. Durante mi adolescencia y parte de mi juventud había actuado con tanta seguridad que el nerviosismo lo creía completamente aislado de mi personalidad. Nunca me afectaba. Sin embargo, mis intuiciones con respecto a los rasgos de mi personalidad estaban un tanto erradas. Los nervios me seguían afectando. Respiré profundo procurando tranquilizar mis manos, quienes se reusaban a mantenerse tranquilas. Lo último que quería era que mi estado quedara en evidencia ante Eduardo. Así que busqué por todos los medios apaciguar mi respiración y calmar un poco mi intranquilidad.

-¿Cómo te sientes?- preguntó Eduardo sin despegar sus ojos del camino.

-Un poco emocionado de conocer a tu abuela- obvié la parte de los nervios. No quería que se diera cuenta.

-Yo estoy igual. Esta es la primera vez que le presento alguien de manera formal. A pesar de que siempre he tenido su apoyo, nunca me sentí lo suficientemente cómodo en una relación como ahora- se volteó solo por un instante- Eric eres especial para mí- dijo mirándome a los ojos.

-Tú también lo eres para mí- respondí tomando su mano.

Una par de minutos después ya nos encontrábamos fuera de una modesta casa de dos plantas.

-Ya llegamos- avisó mientras apagaba el auto- ¿Listo?-.

-Listo- dije mientras abría la puerta del copiloto y bajaba del vehículo. Eduardo dio la vuelta y me alcanzó. Extendió su mano en dirección hacia la mía y la tomo para dirigirse hasta la puerta. Aquella residencia a pesar de no parecer ostentosa se apreciaba muy bien cuidada. En su interior la mueblería le daba un toque hogareño y distinción al mismo tiempo. Era visible que aún se mantenía en el ambiente la prosperidad económica de la que una vez gozo su familia. Mientras contemplaba la sala de estar una voz inundo la habitación.

-¡Ya llegaron!- exclamó la mujer con una sonrisa que delataba su alegría. Dándole un beso a su nieto. El solo se limitó a devolverle la sonrisa, parecía asustado- bueno creo que es hora que me presentes al responsable de tanta alegría estos últimos días- dijo la señora.

-Abuela, te presento a mi novio, Eric-.

-Mucho gusto Eric- dijo la mujer extendiendo sus manos hasta mí, la tomé de inmediato- Yo soy Georgina Vargas. Abuela y mujer que más quiere a este buenmozo que te enamoro- sonreí un poco por su comentario- Bueno, ahora que ya nos presentamos que les parece ¿si empezamos con la cena?-.

*<<<

Sin duda alguna esa noche la recordaría como una de las mejores de mi vida. No solo por el hecho de que por primera vez era presentado como el novio de alguien. Que de por sí ya es un acto sin palabras al cual le debo todo mi agradecimiento a Eduardo, ya que, es la más grande prueba de amor que jamás me hubiesen dado. Sino más bien por lo tan perfectamente pacífico y armónica que fue ese encuentro tan especial para los presentes. Conocer a la señora Georgina Vargas fue alentador. Escuchar de su historia de superación fue el discurso de motivación más efectivo que alguna vez hubiese oído.

Enterarme del contexto tan duro bajo el cual tuvo que lidiar como madre soltera, fue verdaderamente extraordinario. Saber que el amor de esa mujer fue capaz de convertir a su hija en una mujer digna de cualquier familia decente, era verdaderamente admirador. No había conocido alguien tan motivador como aquella señora.

Escucharla relatar la manera en que logró salir adelante, en medio de un contexto económico desalentador, siendo una esposa abandonada fue la más dura prueba de que su carácter contra el mundo era de fortaleza, vigor y brío. Un carácter del cual toda una generación debería aprender. Personas como esa señora son las que necesitan el mundo. Seres que no les importan los obstáculos ante los cuales se deben enfrentar, sino las oportunidades que tienen para superar la contrariedad. Individuos que llevan en su instinto el espíritu de lucha.

  • Todo esto que te he contado fue posible gracias a mi esperanza de que un futuro mejor nos esperaba… y no me equivoqué- culminaba su narración la señora con una sonrisa de satisfacción en su rostro- a pesar de que Paulina no está entre nosotros, sé que se fue feliz de saberse realizada. Y si hoy estuviera viva estaría orgullosísima de su hijo- miró a Eduardo- no tengo duda de ello- pude ver como sus ojos se humedecieron.

DAVID

Las vibraciones de la música se podían sentir a unos centímetros de las puertas que separaban aquel mundo de total descontrol con el exterior. Cada centímetro más cerca de aquellas estructuras metálicas, era estar más cerca de la explosión musical que se desarrollaba dentro de aquel tan descontrolado local invadido por el alcohol y la adrenalina en su más pura esencia. Aun no comprendía como llegue hasta allí. ¿Por qué no pude decirle un “no” a Rebeca? Lo único que debí hacer fue negarme y listo. Pero no, mi falta de voluntad ante las peticiones de mi amiga, se volvió a hacer presente.

No obstante, en cierto modo, acepté su propuesta con intención de distraerme. Quería salir y disfrutar, pues en la vida se vive solo una vez la juventud, en ese punto Rebeca tenía completa razón. También estaba ya harto de que cada noche todos los recuerdos y el dolor se apoderaran de mi pecho. Esa noche quería por lo menos darme una tregua en el sufrimiento. Al igual que esa sería una fácil salida para no tener que aguantarme a Santiago. Otro tema complicado. Pero ese no era momento para lamentaciones ni evocaciones sin sentido. Era momento de disfrutar al máximo. Espanté todo rastro de tristeza o melancolía que pudiese estar invadiéndome y me enfundé de valor para disfrutar al máximo de esa noche y olvidarme de todo.

-¿Listo?- preguntó mi amiga.

-Listo, entremos- le contesté tomando la iniciativa y entrado al local. De inmediato nuestros oídos fueron aturdidos por el golpe acústico causado por el volumen de la música. Con tan solo dar un par de pasos, se podía respirar la adrenalina que controlaba cada centímetro del local. Disfrutar al máximo era la única regla que contaba dentro de aquel sitio. Aquel ambiente invitaba a desprenderte de cada sentimiento de tristeza, desanimo o despecho. Allí no valían lágrimas, ni lamentaciones. Lo único que valía era olvidarte de todo y dejar que tu cuerpo disfrutara. Y eso era lo que necesitaba, lo que mi cuerpo y mi mente pedían a gritos. Dejar de lamentarme y comenzar a disfrutar. Apartar a un lado todos los abatimientos, para dejarse irrumpir por el alcohol y el completo descontrol.

No dude ni por un instante en controlar mis instintos. No me reprimiría. Y así ocurrió. En menos de dos minutos ya me encontraba en la pista de baile, moviendo cada parte de mi cuerpo como si fuera un profesional en el arte de la danza. A pesar de que tenía muy poca experiencia, no tenía ninguna dificultad en ejecutar cualquier tipo de movimiento. Extrañamente cada vez me encontraba en la pista de baile me sentía como pez en el agua. Como si hubiese nacido para bailar por el resto de mi vida.

Durante aquel juego de movimientos, hubo un sin números de chicas las que se me acercaron. Aparentemente atraídas por mi actuación en medio de aquella multitud. No las rechacé, al contrario las recibía con una sonrisa pícara, invitándolas a acercarse más. Ninguna se retiró. Más bien disfrutaban en todo momento esa cercanía para frotar todo su cuerpo contra el mío, lo más sensual que se pudiese. Hubo una rubia que se atrevió a más y beso la comisura de mis labios. Aquello me dejó completamente sin palabras. A pesar de que tenía totalmente claras mis preferencias, no significaba que fuese de hierro. Era inevitable calentarse ante aquel juego tan excitante de cuerpos. Fue allí donde la idea de intentar algo con esa rubia se encendió en mi cabeza ¿Por qué no? Nunca había estado con una chica.

Era seguro que pasaría un buen rato. Además ver las caras de la mayoría de mis compañeros era una satisfacción personal inigualable. Si, ese chico a quien antes nadie había tomado en cuenta, ahora sin ningún tipo de dificultad podía ser el alma de una fiesta y tenía la capacidad de seducir a una rubia como aquella. Sin embargo eso para mí no tenía valor alguno, sabía que nada de eso significaba algo. Tenía claro que nadie era mi amigo. Pero no dejaría que los moralismos se apoderaran de mi mente. Había ido a disfrutar.

-Quieres ir a tomar algo- me preguntó al oído la chica. Yo asentí sin pronunciar palabra.

Sin ningún apuro caminamos hasta la barra y pedimos nuestras bebidas. Dos vasos de wiski fue la elección de la rubia.

-No te andas con niñadas ¿eh?- comenté sorprendiéndome su atrevimiento con las bebidas.

-Corazón, la vida se hizo para disfrutarla al máximo- contestó bebiendo de un solo trago su bebida. Lo hacía como si beber wiski de un solo sorbo fuese lo más natural del mundo. Definitivamente tenía experiencia- Ahora te toca a ti. Vamos a ver si eres tan atrevido como en la pista de baile- me dijo dedicándome una mirada retadora.

Ante su cuestionamiento no dude dos veces y llevé el vaso hasta mi boca para beber de un solo sorbo. El impacto que sintió mi garganta fue bastante fuerte. De inmediato sentí como el líquido bajaba a través de mi garganta, quemando cada centímetro a su paso.

-Wao, veo que no te intimidas ante nada- dijo la chica un poco sorprendida por mi actuación.

Después de terminar mi debut de la noche con el alcohol. La chica fue de nuevo hasta la barra pidiendo esta vez algo más suave, un par de ron con cola. Cada vez me dejaba sin palabras su carácter.

-Aquí tienes- dijo dándome el vaso que acaba recibir de uno de los barman- Por cierto, no nos hemos presentado. Discúlpame por mi mala educación. Soy Christine mucho gusto- se presentó tendiéndome la mano.

-El gusto es mío. Me llamó David- le dije.

-Nombre con gran simbolismo- comentó.

-Eso creo-.

-Oye ¿si te digo algo me promete que no te enojas?- me preguntó esta vez acercándose a mi como si me fuese a contar el más confidencial de los secretos. De inmediato negué con la cabeza, curioso ante lo que diría- Vez al chico de la barra. El barman- enseguida voltee mi vista. En la barra un chico rubio, alto, musculado, ojos azules y rasgos apolíneos, nos estaba mirando. Nos levantó la mano cuando se percató de que lo estábamos observando- Es Paul, mi hermano. Me dijo que muere por conocerte, pero le dije que primero tendría que consultar contigo-.

Ante sus palabras no respondí, aún mantenía mi vista absorta en aquel adonis tan guapo.

-Si te enojas, estás en todo tu derecho- dijo al percatar mi silencio- es más discúlpame por ser tan imprudente…-.

-No tienes que disculparte- la interrumpí- dile a tu hermano que también lo quiero conocer- pude ver como en su rostro se dibujaba una sonrisa- pero ahora vamos a bailar ¿Te parece?- ella asintió y cinco minutos después nos encontrábamos de nuevo en la pista.

SANTIAGO

-¡Dios! Mira cómo se mueve esa chica- comentó Roberto manteniendo su vista centrada en la pareja de David. En ese momento hacia todos los esfuerzos por no mirar. Ya había tenido suficiente. Ver como una docena de chicas se le restregaba me había enfurecido. No sé cómo alcancé a controlar tanta rabia. Seguramente era el alcohol en mi sangre lo que apaciguaba gradualmente ese tipo de reacciones en mí.

-Definitivamente David se sacó la lotería esta noche… Y viendo como soplan los vientos hoy hay revolcón seguro- comentó un ya ebrio Kevin.

-Por favor deja de decir estupideces- le contesté asqueado por su comentario.

-¿Y ahora tu qué? ¿Te molesté?- se quejó por mi reacción.

-No me molestaste. Sino que estas actuando como un imbécil por lo ebrio que estas- respondí intentando disimular un poco la verdadera causa de mi reacción.

-A mí eso me tiene sin cuidado… además eso es asunto mío- dijo levantándose del sillón- mejor me voy antes de que te conviertas en mi madre- luego sus palabras se perdió entre la multitud.

-Por lo visto Kevin anda un poco sensible hoy- esta vez intervino Roberto.

-Siempre se pone así cuando alguien le dice las cosas en su cara- dijo Gael.

Los chicos continuaron hablando, pero no les preste atención. Mi concentración estaba puesta en otro punto. Busqué con la mirada a la única persona que me interesaba en ese sitio y… ¡Un segundo! ¿Quién era aquel imbécil? ¿Pero que se creía? Definitivamente aquello era la gota que derramó el vaso. Eso sí que no lo permitiría. Las chicas eran una cosa. Pero que el barman intentara coquetear con el tan descaradamente, eso sí que no lo permitiría. De modo que ante la mirada de todos me levante del sillón, hecho un toro. Siendo presa de la ira, la furia y los celos. No pensaba, no coordinaba mis pensamientos. Era incapaz de ser paciente. Ya no aguantaría más que todos se quisiesen propasar más de la cuenta con David. No lo permitiría.

Y sin pensarlo dos veces me abalancé sobre aquel rubio tirándome sobre él, luego de haberlo dejado seminconsciente con un puñetazo en el ojo- ¡Te voy a enseñar a respetar lo que no te pertenece maldito imbécil!- le dije inmovilizándolo por completo, no dejándole lugar a que reaccionase. A pesar de que ya hacia intentos para defenderse y pegarme, no lograba soltarse. Por un momento vi la expresión de su rostro. Esta desprendía desconcierto e ira. La primera seguramente por no entender lo que pasaba y la segunda porque claramente quería molerme a golpes.